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One Love; Two Souls por Emmyllie

[Reviews - 14]   LISTA DE CAPITULOS
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Notas del capitulo:

Infinitos agradecimientos por sus bellos e inspiradores reviews a:

Lulú

VegeKaka Fan

NirahGasai

No saben lo feliz que me hacen con todo su apoyo y sus palabras tan bonitas, en verdad son mis musas y el motor que hace girar los engranes de mi escurridiza inspiración <3

 

Siento mucho el retraso, dije que actualizaría el jueves, pero... digamos que surgieron una serie de cosas en medio que me dificultaron cumplir con mi promesa. Eso y que tuve un pequeño bloqueo, del que afortunadamente logré salir ^-^

El capítulo de hoy está re bizarro, así que les pido que lo lean con la mente abierta. No olviden que les mencioné que la interacción "amorosa" entre Vegeta y Goku sería poco usual, ya que aquí nuestro príncipe saiyajin favorito es un íncubo y para quienes sepan de qué va esto, entenderán que cuando se da alguna relación entre dicho ser y el humano al cual "atacan", para la persona en cuestión el momento no queda más que como parte de un extraño sueño. Aquí una pequeña definición para mayor comprensión:

- Íncubo: mejor conocido como demonio del sexo. Toma la forma de un hombre atractivo para seducir a su víctima y hacer que el momento de su interacción sea más placentero. Se caracterizan por drenar las energías de quien atacan, alimentándose de esta por medio del acto sexual. Quienes han tenido encuentros con íncubos, afirman que se siente frío en todo momento y que el toque del cuerpo de este ser sobre su propio cuerpo suele ser gélido y muy suave.

Teniendo en cuenta esto, digamos que en este capítulo se da la primera escena lemonosa del VegeKaka, aunque claro bastante sutil. Llegó el momento de que Goku conozca físicamente a su ente personal 7u7

¡A leer mis amores!

Chapter 3: Inside

Le miraba. Ahí, con su delgado cuerpo tendido en aquella blanca cama de hospital, tan lastimado y frágil, tan indefenso y suyo. Le miraba, percibiendo en su fuero interno como un sentimiento de culpa horrible se hacía presente, obligándole a querer más que nunca alejarse de él. Pues si de algo estaba realmente seguro, era que aquél joven de preciosos ojos oscuros con mirar tan expresivo, no tenía por qué seguir cargando semejante peso en sus hombros. Él no tenía por qué seguir sufriendo de esa cruel manera, no tenía por qué seguir tolerando tantos baches en su vida. Lo único que deseaba era desaparecer de una maldita vez, ser tragado por la nada y dejarle en paz. Pero no podía; no importaba cuántas veces lo intentara, no podía apartarse de su lado más que unos pocos metros, originando en ambos un agónico y lacerante dolor físico si se atrevía a apartarse más de la cuenta.

Le rozó la mejilla izquierda con una de sus incorpóreas manos, consciente que para Kakarotto esto no se sentiría más que como la sutil caricia de un súbito resuello de aire helado. Entonces, y movido por la curiosidad que le causó oír un par de voces murmurando fuera, se deslizó como el viento a través de la habitación, atravesando la puerta sin problema alguno. Y allí, justo frente al lugar por donde había salido, un par de jóvenes hombres se hallaba enfrascado en una acalorada conversación, sin sospechar ni remotamente  que les observaba.

—Las cosas se están saliendo de control— dijo uno de ellos, en tono grave y preocupado.

—Siempre existió la posibilidad de que algo así ocurriera— soltó otro, viéndose hastiado.

—Sí, pero esto ya fue demasiado— objetó el primero, oyéndose indignado. —Diez chicos han muerto, una casa quedó reducida a cenizas y la familia de uno de los fallecidos amenazó con llevar el caso a juicio, sino entregamos pronto alguna explicación lógica de lo que sucedió.

—¿Y qué quieres hacer entonces?— inquirió su compañero, incluso más hastiado que antes. —¿Acaso pretendes que llevemos al chico ante esta gente, les digamos qué realmente ocurre con él y lo expongamos a que lo encierren en un psiquiátrico de por vida? O, peor aun… ¡Que nos encierren a nosotros por dementes cuando entiendan que lo que les decimos es imposible de creer!– resopló, haciendo una mueca de irritación máxima. –Por favor, Black, usa la cabeza.

—En ningún momento he dicho algo como eso— se enfadó el mencionado, subiendo los decibeles en su voz al rebatir. —Simplemente digo que debemos hacer algo muy inteligente, sino queremos que a este niño lo sigan perjudicando todavía más.

—¿Y qué sugieres?— se interesó el otro, inhalando hondo y soltando el aire en un leve suspiro.

—Es obvio, ¿no?— espetó Black, sonando mordaz. —Si este chico es capaz de asesinar, quizás por mera venganza, a casi una docena de sus compañeros de clase, imagínate lo útil que podría resultar en nuestras filas.

—Debes estar bromeando— se sorprendió su acompañante, mostrándose en claro desacuerdo.

—Yo no bromeo, Raditz— aclaró éste. —Son Goku Kakarotto es como un diamante en bruto para la CIA, con esa capacidad innata que tiene de dañar todo lo que toca. Sería nuestra arma letal.

—¿Qué parte de “no es él quien actúa de esa manera” no entiendes?— Raditz, furioso, se opuso. —Usa la cabeza es lo primero que te digo, pero es lo último que haces. Son Goku Kakarotto no tiene ningún control sobre la entidad que vive dentro de él, así que es prácticamente imposible pretender que lo tengamos de nuestro lado, sin exponernos antes a sufrir las consecuencias.

 —Todo es posible, siempre que así lo quieras— sonrió Black, demasiado confiado para agrado del otro. —Sólo es cuestión de preparar el terreno, estudiar las debilidades y fortalezas del enemigo, para entonces aprenderlas y usarlas a nuestro favor.

—¿Insinúas que le enseñemos a ese niño a controlar lo que tiene dentro?— indagó Raditz, atónito.

—Exacto— su compañero ensanchó aun más la sonrisa, la confianza en sí mismo casi saliéndosele por los poros. —Lo que Son Goku porta en su interior es un poder extraordinario, estoy seguro de que grandes cosas se lograrán gracias a él. Es por eso que debemos ser los primeros en aprovecharlo, ya que con alguien así entre nosotros…– alzó la cabeza al techo, sus ojos brillando en ambición. –Sé que lograremos ser incluso más influyentes y poderosos de lo que ya somos.

El sujeto llamado Raditz negó disconforme con la cabeza, encaminándose resignado detrás del tal Black para salir finalmente de aquel lugar. Y Vegeta, suspendido e invisible en el aire, sólo pudo desear con todas sus fuerzas evaporar lenta y dolorosamente la existencia de ambos humanos, presintiendo un inevitable y nuevo golpe de mala suerte acercándose a pasos agigantados a perturbar la ya de por sí compleja existencia de su portador. Sin embargo, y antes siquiera que tuviera la oportunidad de intentar salir tras ellos, una energía repentina lo arrastró de regreso a la habitación donde se encontraba Kakarotto, frustrando sin más su naciente plan de venganza.

~~~

Abrió los ojos, desorientado. Sentía el cuerpo pesado, recostado sobre una superficie mullida, aunque algo dura. No lograba hilar los pensamientos de una forma coherente, demasiado adormilado para su gusto. Una blanquecina y cegadora luz proveniente desde arriba penetró sus ojos, forzándole a cubrirse el rostro con el brazo, resintiendo en sus muñecas el punzante efecto de una intravenosa puesta quizás hace bastante poco.

—¿Y ahora qué me pasó?— preguntó a la nada, intentando estirar sus agarrotados músculos, empezando a fastidiarle despertar en camas de hospital tan seguido. —¿Vegeta?

«No te atrevas a sermonearme, porque sabes bien que esa tropa de insectos asquerosos merecían todo lo que les hice.»

Junto a la ventana la incorpórea silueta del mencionado se hallaba flotando en fusión con el aire, su voz resonando furiosa y amenazante en la mente del joven azabache de cabello rebelde.

Goku suspiró profunda e inaudiblemente, ya sin fuerzas ni ganas para cuestionarse o culparse por nada. Desde pequeño había aprendido que cuando a Vegeta algo no le parecía, o le molestaba, tomaba acción para arreglarlo por su propia cuenta, sin hacerlo partícipe de ninguna decisión. Asimismo, y por mucho remordimiento de consciencia que pudiera sentir, esos imbéciles que tenía por compañeros de clase, merecían lo que fuera que su ente personal les hubiera hecho.

—No pensaba sermonearte— indicó en voz suave, percibiendo la efímera presencia acentuándose y situándose a su lado. —Muchas gracias por ayudarme, Vegeta. De verdad creí que moriría…

«Mientras esté contigo, sabes que nada malo te pasará, Kakarotto.»

—Lo sé— asintió el aludido, no muy seguro de qué tan bueno o malo era realmente aquello.

Acto seguido la puerta del cuarto se abrió, dejando pasar a la joven científica de larga cabellera azulada, quien denotaba en su rostro una inquietud casi palpable.

—Por amor a la ciencia… ¿Quién te hizo esto, pequeño?— sondeó bastante alterada, en sus ojos de un azul transparente e intenso, brillando una inmensa aglomeración de rabia y culpabilidad.

—¿Recuerdas que mencioné no estar muy seguro de ir a aquella fiesta?— respondió a su vez el menor, incapaz de evadir el dolor en sus palabras. —Digamos que de aquí en adelante será mejor que hagas caso a mis intuiciones, a menos que para la próxima estés preparada para que te entreguen mi cuerpo en un ataúd.

Vegeta, posado una vez más junto a la ventana, odió más que nunca a la peliazul, no pudiendo evitar visualizar la imagen siniestra de Kakarotto inerte en una caja de madera. Prometiéndose, por millonésima vez desde que tubo consciencia de su existencia, que destrozaría lenta y dolorosamente a Bulma Brief, si se atrevía a volver a lastimar de cualquier forma a su portador.

—Por supuesto que no permitiré que esto vuelva a suceder— afirmó con calcada convicción la mayor, trazando un rictus de seriedad absoluta en sus facciones.

«Más te vale, maldita mujer, porque de lo contrario acabarás como merienda de los gusanos.»

~~~

Cuando las manecillas del reloj marcaron las seis de la tarde en punto, Goku sintiéndose exhausto y extenuado, se abrió paso dentro de su cuarto; todavía resentía los estragos de lo vivido horas atrás, sus huesos aún punzando contra su piel, el escozor en su garganta ardiendo a cada segundo un poco más. Sólo ansiaba perderse el mayor tiempo posible en el nebuloso mundo de los sueños, esperando poder hacer frente a las amargas pesadillas que seguramente tendría.

Tras él el halo de bruma que era Vegeta lo seguía de cerca, causándole aquella tan habitual sensación de frío atravesándole la columna, estremeciendo con ligereza toda fibra en su cuerpo.

Como si fuera un peso muerto se dejó caer sobre la cama, sin siquiera molestarse en apartar hacia atrás las mantas para arroparse. Lo único que su cerebro demandaba a gritos era un instante de silenciosa calma, con el único afán de bloquear cualquier recuerdo que pudiese continuar atentando contra su ya resquebrajada estabilidad emocional.

Cerró los ojos con pesadez, exhalando con suavidad el aire a través de sus finos y sonrosados labios. Ocultó el rostro contra la mullida almohada, anhelando como nunca que, al menos por esta vez, Vegeta no pudiera ser testigo de su quiebre. Sin embargo era inútil; pues, cuando las lágrimas comenzaron a teñir de brillo sus pestañas, la presencia de su ente personal se acentuó, materializándose como un fino soplo de aire frío a su lado. Sintió mil emociones y sentimientos contenidos mellando cruelmente en su interior, estallando fuera de su cuerpo en forma de mudos sollozos y esquinas de sábanas estrujándose con furia bajo la dolorosa presión de sus puños.

Y comparable sólo al tenue rumor de un sutil e imperceptible resuello de brisa, fue consciente de la incorpórea silueta recostándose a su lado, forzándole a apretar con aún mayor ahínco sus ojos oscuros, temiendo que al abrirlos provocara que la exquisita sensación de unos brazos enrollándose a su alrededor de forma tan acogedora, desapareciera. Sus mejillas bañándose en el cauce salino de su llanto, gritos contenidos luchando por escapar.

«No llores…»

Le sentía tan cerca, tan real; por instantes creía incluso que podría voltearse y mirarle de frente. Sin embargo continuaba con los párpados fuertemente apretados, ansiando con todo su ser que la delicada necesidad con que Vegeta lo estrechaba contra él siguiese confortándole por siempre.

«Maldición, Kakarotto… ¡No tienes idea cuánto me duele que estés así!»

Tan perceptible, tan real. Ya no era en su mente que le oía; ahora eran sus tímpanos los que apreciaban fascinados el murmullo suave de esa inconfundible voz tan varonil. La cercanía, la etérea calidez; todo tan alucinante, rayando casi en la locura de un sueño demasiado bizarro.

Un maravilloso sueño del que, deseaba con todas sus fuerzas, jamás se atrevieran a despertarlo.

—Ve-Vegeta…— saboreó como nunca el nombre entre sus labios, empezando a perderse en aquel insano, pero al mismo tiempo tan maravilloso momento; la desquiciante proximidad entre ambos acentuándose, demasiadas emociones adueñándose de la escasa cordura que aun le quedaba. —No… no te alejes… jamás te alejes…

«No lo haré. Sabes que nunca me alejaré de ti, Kakarotto…»

~~~

Una vez que hubo llegado a su oficina en el Centro de Investigación Paranormal, y sintiéndose miserable por los acontecimientos recién ocurridos a su protegido, Bulma se extrañó al encontrarse a dos jóvenes hombres esperándole. Uno demasiado serio e imponente, el otro sumamente reservado y neutral. Sin embargo la sorpresa que le embargó al ambos presentarse como ajentes especiales de la CIA, fue bastante difícil de ocultar. Más aun cuando el nombre de Goku resbaló de labios de quien se hacía llamar Black, quien denotaba un descaro y soltura impresionantes en su actitud.

—¿Qué es lo que quieren con él exactamente?— exigió saber, mirándoles con recelo, su tono teñido en demanda y absoluta seriedad.

—Verá, señorita Brief— Black fue quien tomó la palabra, mientras Raditz se mantenía lo más ajeno que le fuera posible de la conversación. —Sucede que Kakarotto tiene… cómo decirlo… ciertas capacidades que, claro está, serían de excelente utilidad para nosotros. Por ello nuestros superiores están realmente interesados en que sea reclutado en nuestras filas, a la brevedad posible y sin importar los métodos que deban ser aplicados para lograrlo.

—¿Qué?— Bulma no cabía en su asombro, una señal de alerta activándose automáticamente en su cerebro. —No, no… jamás permitiré que Goku se exponga de esa manera, mucho menos que les sirva a ustedes con la única intención de manipularlo a su antojo por mera conveniencia.

—No está entendiendo, señorita Brief— nuevamente Black habló, sonriéndole con suficiencia a la joven mujer frente a él, sin remordimiento alguno en su expresión. —Da igual si está o no de acuerdo, pues sea con su autorización o sin ella, nos llevaremos al joven Son con nosotros. No interesa la forma en que debamos proceder para hacerlo, tenemos órdenes estrictas de nuestros ajentes de alto mando y créame, eso es lo único que nos importa— extrajo de su cinturón una magnun nueve milímetros de cañón corto, quitándole el seguro con maestría y cargándola sin la más mínima preocupación. —Por las buenas o por las malas… usted decide.

~~~

Silencio era lo único audible dentro de la habitación, en la cama reposando boca arriba el cuerpo del joven de cabellos alborotados, su expresión reflejando un rictus de máxima tranquilidad. Su mente, vaciada de todo pensamiento autodestructivo, se hallaba en un blanco maravilloso, al tiempo que, de a poco, se adentraba más y más en un sueño profundo, sereno y acogedor.

Lejano escuchó el característico resonar de una puerta abriéndose, seguido de una sucesión de pasos acercándose hasta donde él yacía recostado. Con algo de dificultad pudo entreabrir sus ojos, distinguiendo en medio de la penumbra del cuarto la silueta de alguien caminando con calma hasta él, mientras una fuerte pesadez se adueñaba de su cuerpo, impidiéndole mover siquiera un músculo.

Los rayos de luna apenas se colaban entre las cortinas, bañando con su ténue luz a la figura que a esas alturas ya se encontraba al pie de la cama, únicamente observándolo. Captó el tono acanelado de ese rostro de facciones afiladas que veía en su dirección, cuyos ojos negros y profundos parecían un par de universos infinitos en los que a Goku se le antojó perderse para siempre. Complexión delgada, bellamente esculpida y tan perfecta, cabello azabache de peculiar peinado en flama y sonrisa socarrona. Aquél ser yacía quieto, sólo mirándolo fijo con intensidad, vistiendo un conjunto de playera manga larga azul rey, jeans negros ajustados más un peculiar collar de plata cuyo dije hecho aparentemente de oro era un extraño símbolo que a Goku le fue imposible descifrar..

Quiso hablar, preguntarle quién era, por qué estaba allí. No obstante no pudo, pues ninguna señal de su cerebro lograba hacer que la movilidad regresara a él, sumiéndolo por consiguiente en un estado de genuina desesperación. Entonces aquél desconocido se movió con elegancia como si fuera no más que un hálito de brisa, quedando sobre él con el rostro a escasos centímetros del suyo. Fue aí que un frío súbito y congelante lo atrapó, estremeciéndolo de pies a cabeza, mientras un par de labios gélidos asaltaban de pronto los suyos en un beso demandante y voraz, al tiempo que el parsimonioso recorrido de unas manos que parecían hechas de hielo puro se paseaban sin recato alguno por toda su nívea piel. Kakarotto se sintió desfallecer bajo la abrumadora sensación que lo invadió desde dentro, sus ojos perdiéndose en el mirar penetrante de esos orbes profundos que no hacían más que obnubilar su cordura. Temblaba bajo ese cuerpo tan masculino y perfecto, sucumbiendo sin más a las caricias expertas de esos dedos cual glaseares que lo acariciaban, dejándose llevar sin más por la repentina aparición de un deseo yameante e inverosímil que era totalmente incapaz de comprender.

–Ngh…– se escuchó a sí mismo gemir por lo bajo, mientras sus piernas eran separadas y alzadas aparentemente en el aire, la sensación de esas manos frías tocándolo acentuándose todavía más.

Esos labios gélidos sellaron los suyos una vez más en otro beso hambriento y tan libidinoso que apenas logró corresponder, mientras la sensación de ese cuerpo encimándose sobre él se hacía cada vez más perceptible. Sus sentidos reaccionaban sin premura al estímulo de cada roce que esas yemas suaves y tan gélidas depositaban en su cálida y perlada tez, su aliento desbocándose entre suspiros erráticos al ritmo de los acelerados latidos de su corazón.

–¿Quién… eres…?– logró articular con todas sus fuerzas, viendo directo a los ojos de aquél extraño.

Sin embargo sólo obtuvo de respuesta otra sonrisa mordaz curvando sensualmente hacia arriba las comisuras de esos gélidos y finos labios, junto a una risa suave y perspicaz que resonó en sus tímpanos como la más incitante melodía.

«¿En serio no me reconoces, Kakarotto?»

La voz aterciopelada, varonil y susurrante de su ente personal hizo eco en su mente, mientras el vaivén certero y constante de unos dedos fríos recorriendo la longitud de su miembro, el cual se encontraba ya más que despierto y deseoso de atención, lo llevaba en camino directo a la locura.

–Vegeta…– susurró ensimismado, recorriendo fascinado la bella estampa del hombre frente a él.

Fue así que la intromisión repentina de un frío intruso profanó de golpe su interior, estremeciendo cada átomo en su ser y haciendo que un grito de genuino e inmenso placer eludiese sus sonrosados labios. Notó como una lujuria ardiente se retorcía cual serpiente entre sus venas, mientras su cuerpo era aprisionado con rudeza contra el colchón por unos brazos fuertes que lo sostuvieron firmemente incrementando aun más si era posible su inmovilidad. Jadeó y gimió sin poderse contener, dejándose llevar sin resistencia alguna por la exquisita sensación de aquel frío miembro envistiéndolo con fuerza, tocando su punto dulce, casi haciéndolo desfallecer en éxtasis.

–¡Ahhh!       

Sin embargo un abrupto sonido acabó de golpe con aquel sublime momento, sobresaltándolo y regresándolo brutalmente a la realidad, desbocando sin piedad los latidos de su corazón.

–¡Goku!

Ahora lo único visible ante sus ojos era la delgada silueta de Bulma, quien portaba en su rostro el gesto más serio que le vio nunca. Demás estaba decir que en su mente yacía resagada a segundo plano la reciente experiencia vivida con su ente personal, por más que las sensaciones aun continuasen demasiado vívidas en su cuerpo.

—¿Qué sucede, Bulma?— inquirió, sentándose con brusquedad en la cama, exaltación e irritación pura impregnándole la voz.

Pero mucho antes de que la mujer de cabellos azules pudiese responderle, un tercero dentro de la habitación habló, sumiendo al joven de cabellos alborotados en un shock de desconcierto total.

—Son Goku Kakarotto, mi nombre es Black Sawyer y estoy aquí para informarte que tienes el honor de haber sido seleccionado para formar parte de las fuerzas especiales de la CIA. Cuentas con exactamente treinta minutos para tomar tus cosas y acompañarme hasta el cuartel, donde serás reclutado a partir de hoy y durante los tres meses que dure tu entrenamiento.

—¡¿Qué?!

Sus ojos se anegaron en máxima sorpresa, mientras sus labios se entreabrían y una preocupante palidez se apropiaba de su piel. Y es que esto era algo que Goku, jamás en su vida, creyó posible.

Mucho menos ahora que se sentía más confuso que nunca con respecto a Vegeta.

Notas finales:

¿Qué les pareció?

Sí, puede que re incoherente y descabellado, pero así va la trama y bueno... esto no es más que el inicio de la relación que se dará entre Vegeta y Kakarotto. Podría decirse que la escena "hard" que acaban de leer es apenas el principio de otras mucho más fuertes y sensuales que vendrán a futuro *o*

¿Alguien por ahí tiene alguna teoría? Las del juego no valen, ya que la trama está modificada y sólo tomé algunos aspectos esenciales de Beyond: Two Souls para usar con mi amada OTP <3

 

Ya son 222 lecturas ^^

Son muy dulces, en serio muchas gracias por todo su apoyo :3

Y no olviden; el botoncito para dejar reviews no muerde! :D

Comenten sin miedo mis amores *^*

 

Próxima actualización: sábado 3 de nobiembre :)

Nos estamos leyendo para entonces ^-^

¡Ciao!


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