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Ido pero no olvidado por Sebastian Montes

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CAPÍTULO 2

1

 

La expresión horrorizada del hombre preocupo a Ángel, desde que había entrado a ese “mundo” había pasado por muchos Dueños, algunos más amables que otros, un par de tipos crueles y la mayoría indiferente a su bienestar; pero todos tenían algo en común: esperaban que él se comportará con naturalidad, obedeciera sin rechistar y no hiciera preguntas. Esto último era imposible de cumplir desde el principio, era mejor arriesgarse a una paliza con tal de conocer las normas sobre las cuales se regiría su vida que conocerlas poco a poco.

—No soy tu Amo— replicó el hombre con calma—. Ni tu Dueño o nada parecido. Te encontramos inconsciente en la playa y te trajimos hasta el hospital para que te recuperarás. Si he de ser sincero contigo no sé quién eres exactamente.

Asintió con un leve movimiento de cabeza y observó detenidamente al hombre, era joven, quizás tanto como él o un poco mayor. Sabía que él se veía mucho más joven de lo que realmente era, a la mayoría de los hombres y mujeres les gustaban los niños y adolescentes pequeños así que a lo largo de los años apenas le dieron lo suficiente para no morir de hambre, no le gustaba ser tan frágil y delgado, pero nunca le dejaron opción. Las expresiones del otro eran frías, había preocupación en su voz, pero parecía mantenerse distante de la situación. No le gusto. Era mejor tratar con personas que daban rienda suelta a sus emociones, ya fuera ira o depravación, al menos sabría cómo prepararse.

—Pero estas herido y necesitas atención médica urgente. Te mantendremos en observación mientras continuamos con las pruebas y después ya veremos.

Ángel volvió a asentir.

No le gustaba el sonido de su voz, le recordaba demasiado a sus súplicas, lamentos y gritos, prefería no hablar y sino le obligaban no lo haría.

—No eres nuestro prisionero. ¿Entiendes?

Ángel prefirió no contestar porque no lo hacía.

No era la primera vez que despertaba en una habitación desconocida en presencia de un completo extraño, a veces había hombres y mujeres que sentían culpa por los niños y niñas que entregaban a un destino tan cruel y preferían mentir al principio para no asustarlos más, eran pocos y extraños, pero él se había topado con esos seres humanos y aunque nunca les creyó les agradeció la buena intención; una pizca de esperanza nunca venía mal para un puñado de chicos aterrorizados.

—Puedes irte en el momento que deseas, pero no lo aconsejaría. En tu estado y con tus heridas los médicos temen por tu vida. Aquí tendrás todo lo que puedas desear— continuó el chico cuyo nombre había dicho que era Evans—. Si necesitas algo más, que te comunique con algún familiar, algún libro, no tienes que decírmelo más que a mí o a alguien del personal del hospital. Estaremos encantados de atenderte.

Una vez más Ángel se miró las manos, la aguja del suero penetraba en la fina piel de su mano derecha. No sabía que decir o hacer. Todo esto era tan extraño.

Ese hombre joven que le hablaba con educada cordialidad, ese enorme perro que vigilaba hasta el más pequeño de sus movimientos, la elegante habitación de hospital. Durante años había soñado con escapar, dejar de ser una pelota que rondaba de aquí para allá a las órdenes de los demás, libre de ir a donde quisiera; pero una vez que logró escapar descubrió que el mundo exterior era mucho más complicado de lo que pensó. No comprendía como funcionaba y tal vez nunca lo haría.

Una parte de sí quería creer que era verdad, este hombre era sincero y sólo quería ayudarlo, aunque no comprendía porque querría apoyar a una basura como él y otra, le susurraba constantemente que era mentira, todo esto se trataba de una elaborada mentira, un nuevo cruel juego, si bien no conseguía imaginar porque se tomarían tantas molestias con un bien depreciado como él, su valor no era ni una décima parte de lo que fue le decían constantemente.

—Te ves cansado— afirmó el hombre—. Llamaré a los médicos para que te examinen y puedas tomar una siesta. ¿De acuerdo?

Evans sacó un teléfono celular e intercambió un par de palabras con su interlocutor, después se volvió a sentar en el sillón y acarició con aire distraído a su perro que agitó felizmente la cola. Tras constatar que no quería herirlo al menos por el momento, Ángel estudió su rostro, era atractivo, como esos tipos que aparecen en las revistas que a veces encontraba en los hoteles donde lo llevaban y hojeaba con aburrimiento mientras su cliente en turno atendía asuntos del trabajo. Tenía la piel morena, apiñonada diría alguno de sus antiguos compañeros y el cabello le caía en desordenados rizos castaños por el rostro de facciones fuertes y masculinas, la frente amplia, los pómulos marcados, la barbilla perfilada y el rostro afilado le confería un aire de delicada masculinidad. Sus grandes ojos verdes rodeados de un par de tupidas pestañas y cejas le daban un aire maduro. Pese a que su cuerpo era delgado, se veía que tras la camisa y pantalones formales escondía un par de músculos bien formados.

Ángel siempre se había sentido fascinado por ese tipo de cuerpos, no porque le atrajera sexualmente o tuviera algún tipo de fantasía erótica, sino que distaban tanto de lo que él era o llegaría ser que algo parecido a la envida y el odio impregnaba sus pensamientos cada vez que los veía. Si él no hubiera tenido esas facciones delicadas de muñeca, ese cuerpo escuálido, sino lo hubieran confundido con una niña tal vez no lo habrían secuestrado…

De pronto la puerta se abrió, un hombre mayor de aspecto envejecido con una bata blanca entró seguido de una joven mujer vestida de enfermera.

— ¿Qué te dije sobre Cindy?— le reprendió el hombre mayor a Evans.

—No le hace daño a nadie— replicó el otro ofendido—. Además, sigue en pie mi propuesta de poner una sección en hospital donde los pacientes puedan convivir con sus mascotas, estoy seguro de que les haría mucho bien tener un poco de amor incondicional. Y por último debo añadir que me encargué personalmente de bañar, desparasitar y limpiar cada centímetro de Cindy antes de traerla, probablemente esta más limpia que usted y yo.

El viejo médico suspiró con cansancio, sin parecer molesto. Aunque Ángel se sorprendió de que el hombre joven tuviera una faceta tan infantil, le había dado la impresión de ser demasiado rígido y frío.

—Lo discutiremos más tarde Evans, lo importante en este momento es nuestro joven paciente que finalmente ha despertado.

— ¿Cómo te llamas, hijo? — le preguntó el viejo médico dirigiéndose a él.

— ¿Quién te hirió de esa manera?

— ¿Cómo te sientes?

—¿Crees que puedes hablar?

Tantas preguntas lo agobiaban

—Es suficiente, doctor— interrumpió sin alzar mucho la voz Evans, pero denostando que no cambiaría de opinión en ese asuntó—. Acaba de despertar, todavía no es momento de acribillarlo con preguntas, más tarde descubriremos su nombre y si puede hablar. Lo que en este momento me interesa es su estado de salud, por eso lo mandé a llamar. Haga su trabajo y déjelo descansar, cada cosa a su tiempo.

El viejo asintió casi al instante ante las palabras del joven. Ángel recordó que Evans le había comentado que aquel se trataba del hospital de su familia, quizás aquellas personas trabajaban para él.

No entendía porque Evans había mentido por él, sabía que hablaba y conocía su nombre, pero no dejó que lo presionarán. Sin importar cual fuera la razón se lo agradeció en silencio.

Él médico examinó sus signos vitales, ojos, oído y garganta quedando satisfecho con los resultados. Sintió nauseas al saber que le habían dado puntadas en su cavidad anal apenas llegó y que necesitaría seguir en observación para ver como evolucionaban, agradeció estar dormido en esta ocasión, no era la primera vez que le cosían esta área particularmente sensible, pero el sólo hecho de imaginar la aguja y el hilo atravesando su piel le había sentirse enfermo, siquiera en esta ocasión había estado bajo los efectos de los sedantes y analgésicos y no atado como un animal a una mesa sangrienta. Hacía un par de horas le acababan de lavar y cambiar las vendas, tenía un poco de fiebre por lo que debería continuar con los antibióticos y los analgésicos un par de días más.

Evans insistió en que lo mantendrían internado durante semanas hasta que se recuperará completamente y reafirmó su compromiso de que él correría con todos los gastos.

Ángel tomó un puñado de cucharadas de caldo de pollo ayudado por la enfermera antes de sentirse completamente satisfecho, envolverse en las sábanas y sumergirse en un sueño inquieto.

No sabía donde estaba ni lo que le deparaba el futuro, pero ese lugar era tan bueno como cualquier otro, las calles, los hoteles, el prostíbulo. ¿Qué más daba? Por el momento eran amables, disfrutaría de una pizca de comodidad antes de que los golpes llegarán. Después de todo no le creía a Evans cuando le dijo que podía irse en cualquier momento, en el segundo en que intentará cruzar la puerta, le dirían que era un malagradecido y que sólo recibía lo que se merecía.

La libertad no era más que eso, un sueño.

 

2

Evans entró al despacho de su primo, le gustaba el minimalismo con que estaba decorado, un gran escritorio, sillas cómodas y una sala para recibir a los invitados, al fondo un librero con diversos títulos relacionados con la economía y las finanzas abarcada toda la pared. El espacio que ocupaba la recepcionista a la entrada de la oficina con sus macetas y chucherías tenía más vida.

—El Viejo me molestó con Cindy otra vez, ya sabes que no le gusta que la traigas— el comentario de su primo apenas entró no le sorprendió, Lucas era un hombre práctico que no andaba con rodeos ni gustaba de la sutileza.

Su perra corrió a saludar a su primo y tras darle un breve abrazo saco una bolsa de chucherías para perros de su escritorio con la que la entretuvo, mientras tanto Evans se sentó frente al escritorio y se sirvió un vaso de agua, se masajeó las sienes, le dolía la cabeza.

—Se molesto porque le grite enfrente de una enfermera, ya sabes que fue la mano derecha de mi Padre y se tiene en muy alta estima.

—Si te desagrada, ¿por qué no lo despides? — cuestionó Lucas sin dejar de trabajar en su computadora—. Eres el accionista mayoritario de la empresa, podrías instaurar tu pequeño reinado de terror si te viniera en gana.

—No me molesta— admitió—. Sólo creo que tiene algunas ideas algo cerradas, se niega a abrirse a los nuevos tiempos.

— ¿Estás seguro de qué no tiene nada que ver con tu Padre?

Le sonrió a Lucas y negó de inmediato con la cabeza.

—Sería hipócrita de mi parte criticarlo. Si a mi propia familia no le importó, ¿por qué habría de hacerlo a él? Tenía el trabajo perfecto, dinero casi ilimitado para sus investigaciones y un jefe que fraternizaba con sus sueños de grandeza. Solo un tonto arriesgaría todo esto por un par de moretones en el rostro de un chiquillo.

—Eran más que moretones…

Por un largo momento ninguno de los dos hablo.

—Lo siento— se disculpó Lucas cerrando finalmente su computadora portátil—. Incluso yo creo que me sobrepase esta vez y eso de ser Asperger no me justifica, a veces no me doy cuenta de como puedo herir a las personas hasta que es demasiado tarde.

Lucas era seis años mayor que él, en la adolescencia le diagnosticaron Síndrome de Asperger, una condición que entre otros síntomas incluía carencia de habilidades sociales, dificultades para entender las emociones en otros y expresar las propias correctamente y sensibilidad ante los ruidos fuertes o luces intensas. Existían diversos grados de desarrollo del Síndrome de Asperger y a su primo le habían situado entre las más leves, con terapia y apoyo constante de sus Padres había salido adelante y a menos que se lo contará a alguien directamente, alguien se daría cuenta, la mayor parte del tiempo sólo parecía un hombre terriblemente honesto lo que era un bendición y desgracia al mismo tiempo, según opinaba su esposa Laura.

—Estoy bien, llegado a este punto de mi vida no tiene mucho sentido guardar rencor. Pero no creo que me hayas llamado por eso— añadió Evans.

—Hay rumores sobre ese nuevo amigo tuyo que trajiste al hospital y damos buenas prestaciones, tenemos poca rotación de personal, comprenderás que una vez se conocieron los resultados de los exámenes, los rumores se propagaron rápido. ¿Tenemos que preocuparnos de algo más?

— ¿Importaría? No es como si mi condición fuera a empeorar demasiado si añadimos esa variable. ¡Qué mas da! ¡Déjalos hablar!

No descubrió que había estado gritando hasta que sintió la cabeza de Cindy sobre sus piernas, su amiga debió haber sentido que algo le molestaba y corrió a consolarlo.

— ¿Tengo que llamar a la policía?

—No, por ahora. Dejemos que se recuperé. Pedí que guardarán el reporte médico e incluyeran fotografías. Cuando el niño esté listo iremos con las autoridades, no quiero asustarlo más.

—Él no es un perro, Evans.

—Lo sé.

— ¿Por qué lo tratas como uno?

—Me gustaría que lo fuera— murmuró en voz baja para sí mismo, sin embargo, Lucas alcanzó a escucharlo.

—Primo, he peleado con toda la familia para que respeten tu decisión, pero eres joven, guapo y condenadamente rico. No deberías pasar tus días en compañía de un perro o cuidando de un chico de la calle, tendrías que viajar por el mundo, acostarte con hombres, mujeres o ambos y tomar alcohol hasta quedar inconsciente. ¡Puedo quedarme con Cindy mientras tanto, tú solo…!

Evans se puso de pie y negó con la cabeza.

—Ya tomé mi decisión y no te pediré que cuides de Cindy más de lo necesario. Sólo cuida de mi parte de la empresa mientras pienso que hacer con ella, después podrás dedicarte de vuelta a tus clases y teorías. Cumplo mis promesas, Lucas.

Lucas se reclinó sobre el respaldó de la silla y respiró con pesadez.

—Supongo que no tiene caso intentar que cambies de opinión— se rindió con el semblante triste—. Te extrañaré, espero que tu también me eches de menos.

—Lo haré— admitió sin mentir.

Lucas era la única persona a la que le confiaría su vida.

 

3

El Doctor Andrews entró a la habitación del misterioso “amigo” de Evans, el muchacho dormía plácidamente, su respiración era suave y su expresión relajada. Era un niño bonito, quizás un poco grande para sus gustos, pero en sus rasgos todavía asomaban las facciones de un infante, seguramente no tuvo ni una sola comida decente en toda su vida, mantendría esa estatura pequeña y cuerpo escuálido por el resto de su vida. A otros les habría parecido triste, él creía que era adorable.

Acarició su rostro con aparente profesionalidad, fingiendo que le tomaba la temperatura, revisaba su pulso; el chico ni siquiera se inmutó. Perfecto. Eso significaba que el somnífero que hizo pasar como analgésico había funcionado, hacía más de dos horas que lo aplicó, ahora el chico debía estar sumido en un plácido sueño.

Volvió a correr el seguro de la puerta. No podía arriesgarse a que nadie lo descubriera, no sólo arruinaría su carrera, también su vida.

Gracias a años de práctica se desnudó en cuestión de segundos, la bata, corbata, camisa, pantalones, calzoncillos, arrojó todo en un rincón desperdigado, se dejó los calcetines, siempre le habían gustado tener los pies calientes.

Destapó al chico sobre la cama, fue sencillo quitarle la fina bata de hospital; al ver el cuerpo desnudo envuelto en vendas una ola de excitación lo envolvió. ¡Era maravilloso! Si tan solo Evans no fuera tan mojigato, su Padre si que había sido todo un visionario, capaz de hacer cualquier cosa con tal de lograr sus objetivos.

Cuando el Doctor Andrews le confesó entre lágrimas su amor por los niños, el hombre le había observado con compasión antes de sonreír indulgentemente y agregar que él no juzgaba a los hombres por sus acciones, sino por sus resultados y Andrew le había dado los mejores. No le extrañaba que Evans no le quisiera, sin embargo, su Padre tuvo el suficiente sentido común para incluir en su contrato una clausula que le garantizaba su trabajo hasta que quisiera retirarse o un comité determinará que no era apto para continuar con sus labores, cosa que jamás pasaría, él había sido el mentor de un centenar de profesionales que le debían su éxito.

Se colocó encima del muchacho y empezó, no lo penetraría. ¡Oh, no! Por supuesto que no lo haría. A diferencia de muchos otros no era un sádico, comprendía que resultaba imposible que algún niño o adolescente disfrutará con eso, por eso siempre era suave, dulce, amable. No deseaba lastimarlos y ese chiquitín ya estaba lo suficientemente herido.

Esparció besos y caricias amorosas sobre la suave piel del chico y aspiró la dulce fragancia que de él emanaba.

¡Cuánto amaba a los niños! ¡Era tan fácil quererlos!

Quizás el mundo comprendiera que lo suyo no era una enfermedad, se trataba de amor en su forma más pura.

 

4

Era un gastador, odiaba admitirlo, pero a Evans le encantaba comprar cosas que la mayoría de las veces jamás utilizaría, por lo regular terminaba regalándolas o donándolas, pero el simple hecho de ir por el centro comercial viendo, tocando, eligiendo y pagando cosas le emocionaba. No es que el dinero fuera un problema, pero tampoco le parecía correcto gastar en tonterías de esa forma. Seguro había peores maneras de usar su dinero.

Había dejado a Cindy con Laura, la esposa de Lucas para que la cuidará, mientras iba a comprarle cosas a Ángel y se las dejaba en el hospital. Todavía no había decidido como actuar con el Doctor Andrews y su perra, el hombre había tenido una estrecha relación con su padre y a pesar de que era su jefe no le veía más que como un mocoso inútil.

Quizás tener un par de cosas propias haría sentir a Ángel más cómodo en el hospital. Si, era un hospital elegante, más parecido a un hotel, pero no dejaba de ser un lugar impersonal que olía a antiséptico y enfermedad. Eligió un par de pijamas, almohadas, libros, películas, cd´s, mantas y hasta un par de peluches, era difícil saber que le gustaría a Ángel.

Sólo intercambiaron un par de palabras, pero el chico parecía tan asustado.

No soportaba esa mirada de cachorro asustado con que lo miraba.

Fue saludando al personal según iba avanzando, llegó a la habitación de Ángel, abrió la puerta y descubrió que no había nadie, la cama estaba vacía…

Notas finales:

Me gustaría comenzar diciendo que no soy Doctor ni tengo relación con ninguna de las áreas de la salud, así que si hay un error garrafal respecto a cualquier “procedimiento” médico ( creo que me estoy dando mucho crédito respecto a esta palabra, pero la idea se entiende), es mi culpa y motivo de mi ignorancia, intentó leer, investigar y consultar más de una fuente antes de lanzarme en picada, pero comprenderán que al no ser profesional es bastante difícil saber cómo funcionan estas cosas.

He decidido incluir un personaje secundario con Síndrome de Asperger, un Síndrome que ha sido motivo de muchas parodias y que siempre muestran en su forma más extrema en la ficción. Hay quienes opinan que el Síndrome es una variable “débil” o “suave” del autismo e incluso hay quienes dicen que ni siquiera existe. Antes de acribillarlos con links sacados de Wikipedia o extractos de ensayos, prefiero anexar este enlace de YouTube donde entrevistan a diversas personas, de todo tipo, jóvenes y viejas, mujeres y hombres, diagnosticadas con el Síndrome y que hablan del mismo mejor que un puñado de palabras. Es un buen video, lo recomiendo.

https://www.youtube.com/watch?v=-NpNGldTamQ

Por último, hay una parte del capítulo que esta narrada desde el punto de vista de un pedófilo. No es mi intención que en esta historia la mitad de los personajes sean pedófilos y no lo van a ser. Pero dentro del movimiento pedófilo hay varias, no sé como llamarlas, subtipos le diré; una de las cuáles quienes defienden que la pedofilia sea “legalizada” dicen “amar” a los niños”. Lo sé, suena enfermo, pero incluso detrás de todo esto hay un montón de información extraña. Quiero incluir distintos tipos de abusadores y no de esos tipos de películas, malos malosos, sino del tipo que son nuestros conocidos y se ven tan normales como cualquier otro. ¿?

Y creo que sería todo por ahora, si alguien tiene dudas o quiere información extra, estoy a su disposición.

Gracias por leer, saludos…


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