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SET ME FREE. [Kaisoo/Top!soo] por UnicornioMorado

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JongIn podría morir en ese momento, y moriría feliz, escuchando la melodiosa y aterciopelada voz del muchacho bajito de cabello negro, cejas pobladas, ojos grandes y labios encantadores de pie en medio del púlpito. Es Kyungsoo, su hyung favorito. 
El chico está inmerso en su canto, embelesando a todas las personas que lo rodean. Hoy le ha tocado encargarse de las alabanzas de la iglesia. Iglesia en la cual los padres de Kyungsoo son pastores.

JongIn piensa que su voz suena mejor que cualquier coro de ángeles. No puede dejar de mirarlo, de contemplar su belleza casi etérea, aunque sabe que debe actuar como si apenas se conociesen. El menudo chico de tez pálida es como un imán para los ojos de JongIn... si, para sus ojos, para sus labios, para sus manos...

–¿Cuántas veces tengo que repetirlo, JongIn?. Debes dejar de mirarme como si estuvieses a punto de lanzarte sobre mi y quisieras, no se, devorarme– Kyungsoo lo reprende cuando ya no hay personas en la iglesia y sus padres están en alguna de las oficinas atendiendo a una pareja de la congregación con dificultades matrimoniales.

–Tal vez eso sea lo que quiero hacer, hyung– ronronea JongIn. Kyungsoo lo mira entornando los ojos– devorarte, quiero decir.

–Basta– chilla Kyungsoo, lanzando un golpe al pecho del chico. JongIn se pregunta cómo es que su pequeño hyung tiene tanta fuerza.– No en este lugar. Me dan náuseas.

–¿Nauseas?, ¿estás embarazado, hyung?– esta vez el golpe que recibe el menor es más fuerte y JongIn es quizás un poquito consciente de que su comportamiento no es el más adecuado teniendo en cuenta el lugar en el que se encuentran.

–Deja de decir estupideces– gruñe el pelinegro, cruzándose de brazos– de todos modos, si alguien pudiese estar embarazado, ese serias tú.– JongIn observa divertido como las mejillas del mayor se tiñen de un leve color rosa, porque aunque el chico desborde masculinidad por cada uno de sus poros, no puede dejar de verse adorable ante sus ojos.

–Pero ayer en la noche...– las palabras de JongIn son interrumpidas con un empujón. 

–Cállate, JongIn.– Espeta Kyungsoo, muy sonrojado.– Solo cállate y vete a casa, mis padres no tardan en salir.

JongIn ríe, pero luego hace una mueca porque sabe que, sí o sí,  se tiene que ir. Hace una mueca porque la atmósfera cambia, tornándose pesada. En su rostro aparece una mueca que refleja las oleadas de molestia, dolor y angustia que recorren su cuerpo.

–¿Te espero esta noche?– pregunta el menor en un susurro, hablando muy cerca de la oreja de Kyungsoo, como si temiese que alguien más logre escucharlo aún sabiendo que son los únicos en aquel salón porque de hecho, es así, nadie puede saber de ellos. Es un riesgo que sean relacionados más de lo necesario por otras personas.

Lo ve encogerse, afectado por su cercanía y se le hace lo más encantador en el mundo. En serio, ese chico es la cosita más linda.

–Sabes que sí– susurra el mayor en respuesta, con la vista clavada en el piso y las mejillas encendidas. 

 

~†~ 

9 - 10

–¿Puedo contarte un secreto?– pregunta JongIn, apretando sus regordetas mejillas con sus manos. El niño frente a él se encoge de hombros y luego sonríe, murmurando un quedo "si tú quieres"– tienes que prometer que no le contarás a nadie.

–Lo prometo– chilla el niño. JongIn lo mira ceñudo y resopla. ¿Cómo es que ese niño tan pequeño y adorable es mayor que él?, no puede ser. Se asegura de que no hay personas cerca y se inclina todo lo que el barandal de su balcón le permite.

–Esá bien... ehm... – JongIn hace un puchero con sus labios– rompí la muñeca favorita de mi hermana mayor.

JongIn ve al niño llevar sus manos a su rostro y contener una traviesa risa. Le agrada y quiere ser su amigo, pero éste ya le ha dicho que su papi y su mami no le permiten acercarse a él. ¡Y no lo entiende!

¿Es que acaso huele mal?

No tiene piojos y se baña muy bien, también cepilla sus dientes después de cada comida. JongIn sabe que no es un niño malo, por eso no quiere dejar de hablarle a su vecino.

"Tus padres son malos", había dicho JongIn aquel día en que sorprendió al niño acurrucado en una esquina del balcón junto al suyo.

"Hola, me llamo Kyungsoo. Soy el niño que vive al lado de tu casa", lo recuerda pronunciar aquellas palabras con su voz chillona descompuesta por el llanto. Ese día JongIn le dio uno de los chocolates que su mami preparó por la mañana, para detener las lágrimas, y se sintió feliz y orgulloso de sí mismo, como un niño grande.

–Eres muy malo, Nini.– El niño frente a él ríe, enseñándole el lindo corazón que forman sus labios al estirarse y sus brillantes dientes pequeños. Sus grandes ojos desaparecen detrás de sus mejillas. Kyungsoo es su hyung, tiene diez años, pero es muy adorable, como un bebé.–¿Sabes?, después de la cena tomé una galleta más del tazón de mamá. Si papá se entera...– el niño no termina la frase, desvía la mirada al cielo estrellado y arruga sus labios.

–Nuestro hyung también ha sido un niño muy malo– canturrea JongIn, recargándose sobre los barrotes.

–Pero... yo solo quería una galleta para ti– la voz de Kyungsoo es un susurro mimoso.

JongIn se incorpora con emoción y clava su mirada en su vecino. El pequeño saca de su bolsillo la galletita, envuelta en servilletas. El menor salta en su lugar mientras observa como el pequeño de cejas pobladas estira su brazo gordito entre los barrotes que los separan para poner el envuelto en sus manos.

–Gracias, gracias, ¡Muchas gracias!– JongIn chilla lleno de emoción estirando sus deditos para tomar la galleta, pero Kyungsoo detiene su mano y la aleja de golpe antes de entregarla.

–Sólo puedes comerla después de hacerme una promesa– espeta el pequeño, su ceño fruncido y los ojos entornados.

–Te prometeré lo que quieras, hyung– JongIn lo ha dicho tan rápido que sus palabras se confunden unas con otras.

–Promete que siempre, sin importar qué, serás mi amigo– el menor abre mucho sus ojos y asiente frenéticamente mientras recibe la galleta con ambas manos, como el niño educado que es– promete que nunca te alejaras de hyung.

–Lo prometo, Soo hyung. JongInnie nunca te abandonará. 

~†~

–Quítate– gruñe Kyungsoo con brusquedad, empujando al moreno a un lado.

–Hyung– gimotea el menor con los ojos cerrados, apretándolo mas entre sus brazos– estoy cansado– Kyungsoo lo observa detenidamente durante un instante, siente deseos de comerse al chico a besos.

–Nini, tengo que volver a casa– el menor hace una mueca y gruñe, luego gira sobre su cuerpo, dandole la espalda– ¿no te vas a despedir de mi?

No hay respuesta. Kyungsoo espera durante largos segundos pero ante el mutismo del joven concluye que éste se ha quedado dormido. Se incorpora sobre la cama, sintiendo los músculos de su espalda tensarse y destensarse. Su piel se siente pegajosa, está cubierto de sudor y semen.

–No te vayas aún– la voz de JongIn es un pequeñito susurro lleno de mimo. Kyungsoo ríe enternecido y se acerca al menor rodeándolo con un brazo mientras pone besos en su nuca, haciéndolo retorcer bajo su agarre y soltar una linda risa. 
Posa sus labios sobre cada una de las marcas que él mismo acaba de dejar, sintiendo un poco de arrepentimiento, porque aunque JongIn nunca reproche ni lo evite, sabe que aquello no está del todo bien.

–Ya ha pasado mucho tiempo, JongIn. Nos pueden descubrir.– JongIn gira sobre su espalda para encararlo, sus labios deformados en un puchero que Kyungsoo no puede evitar besar.

–¿Volverás mañana?– Kyungsoo asiente en respuesta– está bien, Soo. Descansa.– Está a punto de levantarse y salir de la cama cuando el menor estira el brazo y se prende a la manga de su sweater. El tono del castaño es serio y firme cuando habla, calando en su interior.–En serio, Kyungsoo, descansa. Olvídate de todo y sólo descansa.

 

 

 


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