Ahora que su amigo de la infancia se había marchado no le quedaba mas que la carmín compañía de sus rosas, pero eso no era suficiente. Aquellas flores finas de aroma tenue no podían cubrir la ausencia del santo de Cáncer.
Por mas que el perfume de la flora intentara transportarlo a un místico lugar la soledad seguía calando su alma, sus compañeros fueron mas considerados con él de lo que fueron con Deathmask, él si recibió un apretón de manos y un abrazo que aseguraba que todo estaba olvidado, no lo hicieron porque creyeran que sus actos eran mas nobles, no, fue solo por su aspecto, su apariencia reflejaba una vívida delicadeza...que equivocados estaban, entre los dos, Cáncer era el mas propenso a quebrarse ¿Las mascaras de muerte no les enseñaron nada?
Pero que importaba ahora, su amigo, su adorado hermano se encontraba ahora lejos de ese lugar. En sus años como aprendices Nikola había jurado que nadie lo conocería en realidad, que nadie sabría de que color eran sus lágrimas ni permitiría que probaran las mieles de su amor, de él solo se sabría sobre su tétrico actuar y que la muerte era su único señor. Él realizó un juramento similar, aunque falto de la tristeza que abundaba en los ojos carmín.
Deathmask , Afrodita, el sadico y el hombre mas hermoso. Esos seres al fin habían muerto.
—¿Que buscas en mi templo?— Los dedos del duodécimo guardián se paseaban por los pétalos blancos de una de sus rosas, que con airosa elegancia se enredaba en un pilar.
—¿A donde fue?— Se trataba del santo de Capricornio, que había recurrido a su amigo de la infancia para dar con el paradero de Deathmask.
—Supongo que a algun lugar— Respondió vagamente, esperaba la llegada de ese momento pero no sabía si era correcto darle la respuesta al mayor, no estaba seguro de las intenciones de Shura.
—No juegues conmigo ahora — Se aproximó con paso firme y una expresión tensa en el rostro— Dime...¿Se fue por mi?
—Sí que eres ególatra amigo mio— Arqueo de forma burlona una de sus cejas, gesto que adquirió del mismísimo santo de Cáncer— No creas que tienes tanto poder sobre él.
—Entonces ¿Por que se fue?— Su mirada se clavó en las flores, por un momento creyó ver como una rosa blanca se tornaba roja.
—Sabes mejor que nadie que Deathmask es inquieto— Se apartó de sus flores para aproximarse a su compañero— Se aburrió y se fue.
Se cruzó de brazos, no creía lo que Afrodita le decía— No salía de su templo, solo lo veíamos en las reuniones y en estas se mantenía en silencio.
—¡Oh! Entonces si le prestabas atención— Con su dedo índice comenzó a presionar el pecho de Shura.
—Claro que lo hacía... siempre lo hago— Retiró la mano del otro, dándose cuenta de que en efecto las flores estaban cambiando de color— ¿Sucede algo?— Le pregunto de forma amena al dueño del templo, esperando poder desviar la conversación por un momento y de esa forma poder pensar. Estaba tan ensimismado que no se percató de la sonrisa juguetona que adorno los labios rosados de Afrodita.
—Nada que deba preocuparte, las rosas reflejan el estado de la persona amada, cuando son blancas se debe a que la persona que las cultivó hizo feliz a su amor.
—¿Por que se tiñen de rojo entonces?— Lo que Afrodita insinuaba no era de su agrado, en especial si se trataba de Deathmask, aunque nada aseguraba que lo fuera...¡Dios! ¿Como se había resistido Afrodita al magnetismo que provenía del italiano? ¿Cómo no había sido seducido por esa piel morena y los caballos plateados?
—Solo dire que de no haber interferido tú, esas flores estarían perdiendo sus pétalos— Cerró uno de sus ojos en un ademán de complicidad, como si la suya fuera una charla de amigos en la que relatan sus conquistas.
Shura se quedo atonito, ¿Era real? ¿Su amado se había entregado a otro?— E...eso no es verdad— Cerró con fuerza su puño, lamentándose por el quiebre en su voz.
Piscis fingió no darse cuenta de eso y siguió con su mentira— Vaya Shura...no puedo creer que tuviste por tanto tiempo a un platillo tan deliciosos y jamás lo compartiste con nadie, Ah...es sumamente encantador lo que te hace sentir
—Para—Pidio resignado.
—Cuando te sobrecoge en su calido interior—Prosiguió.
—Para—Repitio, bajó el rostro y reconoció que tal vez había perdido a un tesoro.
—Y aún mas cuando te llama para que sostengas su mano—Ese era el momento, Piscis esperaba que Shura explotara, que le dijera que sólo él podía sostener a Deathmask, pero lo que recibió fue silencio... el santo frente a él permanecía con la cabeza abajo, en un ademán de derrota.
—Shura.
—Me parece bien— Interrumpió al menor— Espero que tu puedas darle el amor que merece...y que no lo dejes ir como yo—Estaba por apartarse cuando sintió la mano del otro en su hombro.
—En verdad lo amas...— Aquéllo era una afirmación, Shura de Capricornio amaba a Deathmask de Cáncer— Te dire donde está, pero debes ser paciente, sabes que el se toma muy en serio las palabras y decisiones.
El de Capricornio solo asintió, cuando su compañero le dio las indicaciones se marchó para buscar a ese hombre que amaba tanto y Afrodita se quedó con un poco de incertidumbre en su ser pues no sabía si Shura iba a amar a Nikola como lo había hecho con Deathmask.