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A QUÉ COSTO por TKarin

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Murasakibara pronto recuperaría la memoria y eso lo emocionaba mucho, pensó contárselo a Mitobe pero decidió que fuera una sorpresa, seguramente se alegraría mucho por él. La misma noche después de su llegada fue a visitarlo, deslizándose desde el tejado hasta su balcón y entrando por las sombras sin ser detectado por los vigilantes, Mitobe no dormía y ya lo esperaba, estaba en la cama pero se levantó a recibirlo con un beso y pronto ser devuelto a la cama en brazos de su demonio que le hizo el amor en su propia casa esa noche, arriesgado pero necesario. Aquello pasó varias veces en los días siguientes, y no solo de noche, en poco tiempo la familia de Mitobe se acostumbraron a ver a Murasakibara en la mansión casi todos los días, de visita o pasar para llevarlo de paseo, incluso la madre del muchacho comenzó a bajar la guardia al ver que ese demonio no tenía más que atenciones con su hijo, veía su rostro iluminarse cuando Mitobe salía de casa para recibirlo, además gracias a él su hijo perdió el miedo al exterior y a las personas y se veía más feliz.

 

-que les vaya bien-  se despidió de ambos una tarde, sonriendo con amabilidad y ya sin rastros de hostilidad, lo que hizo muy feliz a Murasakibara quién también se sentía más cómodo en compañía de la mujer.

 

Menos de una semana después llegó el día citado por Midorima, por la tarde Murasakibara se dirigió al hospital donde el ambiente era más solitario y liviano de lo normal, afuera había una especie de niebla cálida y grisácea con aroma a carbón y té, mientras que al entrar a ese edificio fue como llegar a un lugar que llevaba abandonado mucho tiempo, extrañamente silencioso pero con las luces encendidas; buscó a Midorima en la tercera y última planta donde estaba su oficina y biblioteca privada y donde lo encontró en compañía de aquél que iba a devolverle la memoria.

 

-hola Atsushi, cuanto sin verte- 

 

-Akashi, no pensé que vinieras tan pronto-  respondió el recién llegado acercándose y tomando un asiendo en los sofás del lado de Midorima. Akashi era el de menor estatura en esa habitación pero también el que emanaba más poder y confianza, sus cuernos y alas eran similares a los de Murasakibara pero de tonos rojo brillante al igual que su cabello, ojos y cola cuyas escamas reflejaban destellos dorados. Usaba un manto de apariencia pesada pero de detalles y telas muy finas que terminaban en una capa en su espalda.

 

-también pronto me iré ¿así que por qué no terminamos con esto de una vez ya que estás aquí?-

 

-espera ¿te irás?-  interrumpió Midorima  -no quieres ver a los demás, esperaban que fueras con nosotros a la fogata-

 

-tengo mi propia vida, Shintarou-

 

-también tienes siglos y siglos para vivirla, estoy seguro que puedes esperar un solo día-

 

-si ¿cuál es la prisa?- dijo también Murasakibara.

 

-de acuerdo… la verdad también extraño a los demás, debería convivir con ustedes antes de, ya saben-

 

-¿estemos muertos?-  respondió Midorima.

 

-me refería a mis siestas de varias décadas-  lo corrigió el dragón  -pero si, lo otro también es probable, sus vidas son demasiado cortas-

 

-entonces hagámoslo-  Murasakibara estaba listo y se levantó de su lugar.

 

-sabes el proceso ¿verdad Murasakibara?-  le dijo Midorima pero el demonio pareció confundido así que rápidamente aclaró  -debes ofrecerle algún objeto a cambio de sus servicios-

 

-¿qué? Pero no traje nada de valor ¿por qué los dragones… es decir, por qué tienes que llenar tu castillo de tanta basura?-

 

-la ofrenda no tiene que ser valiosa para formar parte de mi colección, por ejemplo esos brazaletes en tu muñeca son interesantes-  señaló entonces los regalos que Mitobe le había hecho a Murasakibara y este de inmediato escondió la mano tras su espalda.

 

-no-  se negó rotundamente  -olvídalo, no voy a darte estos, son muy valiosos para mí-

 

-son las reglas, Murasakibara-  le insistió Midorima.

 

-¿por qué no le das algo tú? Después de todo esto fue idea tuya-

 

-de hecho me gustan tus gafas-  el dragón secundó la idea, y aunque al principio a Midorima no le gustó, terminó cediendo y quitándose los anteojos que llevaba puestos, de cristales redondos y marcos solo en las esquinas superiores que se asimilaban a diminutas hojas doradas, y entregándoselos a Akashi que las observó contento unos instantes antes de guardarlas y después pedir a Murasakibara que se acercara.

 

Estando frente a frente Akashi levantó las manos para colocar los dedos en las cienes de Murasakibara, detectando el origen de la pérdida de su memoria y así poder corregirlo, las puntas de sus dedos emanaron un ligero resplandor que se evaporaba en el aire como humo brillante y al mirarlo directamente el demonio notó los ojos del dragón cambiar de rojo a un tono amarillo mientras usaba sus poderes, eran hipnotizantes pero no pudo concentrarse más tiempo en ellos cuando fragmentos de su memoria comenzaron a hacerse presentes, unirse y ordenarse hasta regenerar todos sus recuerdos a la perfección, estaba curado, sin embargo lo que ahora veía en su mente lo dejó sin habla y no tan feliz como esperaba.

 

-¿Murasakibara?-  llamó Midorima al ver que su amigo no reaccionaba de ninguna manera ni siquiera después de que Akashi se apartara de él  -¿qué pasó? ¿no funcionó?-

 

-claro que funcionó-  reprendió Akashi ofendido de sus dudas  -siempre funciona-

 

-funcionó-  reafirmó después Murasakibara, se giró para ver a su amigo con una expresión dolida pero seria y con la mano contraria se quitó los brazaletes de la muñeca entregándoselos después a Akashi directamente en sus manos antes de apresurarse a salir de la habitación.

 

Caminó por los pasillos con la mirada perdida al frente pensando solo en visitar a Mitobe, ni siquiera se dio cuenta de que Kise y Satsuki iban llegando y lo saludaron como siempre.

 

-¡hey Murasakibara!-

 

-¿es cierto que Akashi ya está aquí?-  pero el más alto pasó de largo sin siquiera mirarlos  -¿Atsushi?-

 

-¿Murasakibara? ¿todo está bien?-  llamó después Kuroko que salía de una de las habitaciones de los pacientes pero también fue ignorado.

 

El demonio se apresuró a llegar a la salida del techo y de ahí emprender el vuelo hasta la mansión de Mitobe donde permaneció escondido en los árboles cercanos hasta que oscureció y entonces entrar a verlo.

 

-…-  esta vez Mitobe lo esperaba leyendo un libro en la mesa de su habitación y se levantó de su silla al verlo para ir a su encuentro y abrazarlo y besarlo como siempre lo saludaba, Murasakibara también lo abrazó poniendo una mano en la espalda y la otra en la nuca de Mitobe, pero apenas después de unos segundos en ese beso Mitobe sintió como los dedos del otro se apretaban en su piel y tiraban de su cabello lastimándolo y apartándolo a la fuerza  -?!!-

 

-¿por qué me mentiste, a todos?-  preguntó claramente tratando de reprimir toda la ira en su voz y sus ojos brillaban en ese tono color lila que Mitobe solo recordaba de las primeras veces que lo vio, cuando aún le temía y como ahora lo hacía de nuevo, no tuvo que pensarlo demasiado para darse cuenta de que Murasakibara había recuperado la memoria, pero no creyó que reaccionaría así.

 

-…-  trató de negar con la cabeza pero la mano en su cabello no le permitía moverse demasiado, estaba equivocado, no mentía, ya no.

 

-no puedo creerlo-  lo soltó bruscamente provocando que cayera de rodillas al suelo, él caminaba por la habitación como un animal enjaulado y estresado dando vueltas en el mismo lugar  -tú… después de todo si eres como los demás-  dijo deteniéndose y mirándolo con una expresión completamente diferente, de dolor y tristeza que preocupó mucho a Mitobe pero sorprendiéndolo al punto de no saber cómo responderle  -me usaste para obtener beneficios y encima de todo, me engañaste a mí-  su voz comenzaba a quebrarse y ahora ni siquiera podía mirarlo a la cara, Mitobe no podía creer lo mal que todo estaba resultando y no soportaba ver a Murasakibara tan devastado, las cosas no eran así, no le mentía, sus sentimientos eran reales.

 

-…- negaba una y otra vez con la cabeza y se arrastró hasta sujetar su ropa desde el suelo e intentar decirle lo único que debía comprender para aclararlo todo  --yo si te amo-- 

 

-¡¡NO MIENTAS!!-  pero su respuesta fue de furia al no creerle y sentir que intentaba enmendar sus mentiras con una que era imperdonable, gritó haciendo temblar la habitación sin importarle que eso alertaría a todos los demás en la propiedad  -no sigas…-  volvió a alejarse de él y retrocediendo hacia la ventana listo para marcharse.

 

--por favor, espera--  le pidió Mitobe desesperado pero el demonio no tenía intenciones de seguir viéndolo, de hecho no planeaba regresar ahora que lo había descubierto.

 

-¿sabes el costo de jugar con un demonio?-  dijo con una respiración muy sonora de rabia pero también reprimiendo su tristeza  -sabía que no valías la pena-  fueron sus últimas palabras antes de salir volando por la ventana sin ningún cuidado y pasando a quebrar los cristales y marcos con sus alas, Mitobe gritó en silencio estirando la mano en su dirección pero ya era demasiado tarde, Murasakibara se había ido.

 

-¡Rinn! ¿estás bien? ¿qué pasó?-  momentos después entraron sus padres a la habitación asustados por el alboroto, su madre corrió a abrazarlo al verlo aún en el suelo y angustiándose más cuando su hijo la abrazó con fuerza comenzando a llorar en sus brazos  -tranquilo-  lo abrazó después centrando su atención en la ventana destrozada, para ella estaba claro que todo esto fue a causa de Murasakibara pero no entendía qué pudo suceder para que de repente actuara de esa manera… como ella ya lo esperaba de un demonio.

 

/////////////

Pasó buen tiempo sin que nadie en el hospital supiera de Murasakibara, después de lo sucedido se había marchado del pueblo sin avisar a nadie a dónde iría ni por cuanto tiempo, sus amigos estaban preocupados pero solo Midorima imaginaba lo que pasaba y pensó que solo debían darle tiempo, por la tarde el vampiro subió al tejado a despejar su mente luego de una larga jornada de trabajo pero al abrir la puerta encontró a Murasakibara sentado allí, escondiendo la cara en sus brazos y estos a la vez apoyados en las rodillas.

 

-¡Murasakibara!... regresaste-  cerró la puerta despacio y también se sentó a su lado aunque guardando su distancia.

 

-tenías razón-  dijo el otro, despacio, con la voz ronca y sin levantar la mirada. Midorima ya sabía a lo que se refería pero ahora no era el momento para enorgullecerse por haber tenido razón  -debí escucharte, lo siento-  que se disculpara con él era para el vampiro una prueba de lo mal que su amigo se encontraba.

 

-no tienes que disculparte, está bien-  trató de consolarlo pero el otro negó moviendo la cabeza.

 

-lo peor es… yo no puedo olvidarlo-  por fin levantó la vista pero en dirección contraria a su amigo, no quería que lo viera llorar por un humano  -ni siquiera puedo castigarlo, no quiero hacerle daño-

 

-eres mejor que eso, te recuperarás-  hubo silencio, pero finamente Midorima se atrevió a hablar  -¿irás a verlo?-  provocando que esta vez Murasakibara lo mirara frunciendo el ceño enfadado pero también aún muy triste.

 

-no, ya dejé de buscarlo y no pienso regresar-

 

-¿estás seguro?-

 

-claro que si, como dijiste, ya me recuperaré, además no quiero tener nada que ver con alguien que solo me utilizó para tener placeres y lujos, cuando el momento llegue tendré su alma pero eso es todo-

 

-¿lujos eh? ¿por eso regresó a esa vieja cabaña donde solía vivir?-

 

-…¿qué dices?-

 

-ya veo que en verdad dejaste de buscarlo, hace meses que vive ahí por si solo-  comenzó a contarle mientras Murasakibara lo observaba perplejo y preguntándose por qué Mitobe haría tal cosa  -cuando desapareciste como un idiota sin avisarle a nadie nos preocupaste mucho, así que buscamos información con él, por desgracia tampoco sabía nada y estaba de hecho más angustiado que cualquiera de nosotros-

 

-no creo eso-  volvió a apoyar la frente en sus brazos.

 

-luego en uno de sus paseos por los bosques Aomine lo olfateó en esa horrenda cabaña, yo fui para asegurarme de que era él y así fue, como te dije vive ahí por si solo casi desde que desapareciste, además cada tarde va a un claro en el bosque cercano y se queda allí por horas-  Murasakibara supo que era el lugar donde se reunían antes de que se mudaran a la mansión ¿seguía esperando por él?  -tendrás su alma más pronto de lo que crees si sigue viviendo así-  de nuevo silencio, interrumpido solo por un suspiro por parte del demonio pero que seguía en la misma posición  -¿de verdad no irás?-  Murasakibara volvió a negar con la cabeza  -como quieras, es tu contrato después de todo-  Midorima dio por terminada la plática pero no se fue de su lado, lo acompañaría el tiempo que fuera necesario para consolarlo, aunque se vio interrumpido cuando Kuroko lo llamó desde la ventana un piso más abajo, debía bajar a trabajar, ambos acordaron aún no avisar a los demás de su regreso, Murasakibara no estaba listo para enfrentarlos después de lo que pasó se sentía avergonzado, permaneció otros momentos en el techo después de que Midorima se fue, pero finalmente se levantó y emprendió el vuelo hasta el bosque donde estaba la cabaña.

 

Aterrizó en el bosque para no ser visto y caminó entre los árboles en dirección al sonido proveniente de la cabaña y donde en efecto encontró a Mitobe, estaba afuera cortando leña como lo hacía antes de conocerlo, su ropa aunque era la misma que usaba en la mansión estaba ya maltratada y descolorida y él había perdido todo el peso que ganó en sus días de abundancia, y a pesar de todo Murasakibara sintió pena por él, comenzaba a verse tan mal como al principio además de que ahora no estaba con su familia. De cualquier modo no creía que en verdad estuviera esperando por él, ya había comprobado que Mitobe era muy inteligente, no solo por haberse aprovechado de que Murasakibara lo amaba, sino por momentos como cuando también le mintió a su familia de cómo había perdido el habla y el oído, tal vez hacía penitencia para evitar el castigo que ganaría por engañar a un demonio, más no porque lo estuviera esperando a él.

 

Escuchó otro sonido, Mitobe había viajado hasta ese lugar en el primer caballo que compró su padre y que ahora conservaba con él, el animal resoplaba mirando en su dirección y pronto alertando a Mitobe quien también miró hacia la espesura del bosque, Murasakibara no pensó que podría verlo entre los árboles  y a esa distancia pero eso cambió cuando el otro dejó a un lado el hacha que estaba usando y comenzó a avanzar en su dirección hasta que comenzó a correr haciendo notar que ya lo había visto, Murasakibara no estaba listo para enfrentarlo y en el instante levantó vuelo comenzando a alejarse, pero alcanzando a ver como Mitobe le hacía señas con los brazos para que regresara, él lo ignoró y se fue dejando al muchacho exhausto por correr tras él y luego caer en el césped quedándose allí solo nuevamente.

 

-que estupidez ¿por qué rayos vine?-  se arrepintió de haberlo buscado porque como ya esperaba volvió a sentir algo por él, cosa por lo cual se había ido meses atrás para evitarlo, siendo un ser que vivía tanto tiempo, estos meses lejos de Mitobe se sentían como si hubieran sido solo unos días, y el dolor y tristeza de su traición seguían frescos, si quería olvidarlo tendría que irse por más tiempo y esta vez de verdad no regresar hasta que él ya no siguiera en este mundo.


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