Esa tarde había una tormenta muy extraña, y no era inusual solo por estar fuera de temporada, sino que era muy violenta y aunque el cielo rugía y se iluminaba con relámpagos, no había lluvia; aun así la mayoría de las personas no le dieron mucha importancia, no tenían la curiosidad ni tiempo para preocuparse del clima, solo se quedaron en su casa para evitar los fuertes vientos, el sol aún estaría alto en el cielo, pero había nubes tan densas y oscuras que parecía cerca del ocaso.
Muy pocos se atrevían a estar afuera, el hechicero y enfermero del pueblo no era uno de ellos pero desde las tiendas de la reconstrucción del hospital veía al horizonte donde si ponías atención los rayos revelaban por segundos una figura inmensa tras las nubes oscuras; Avanzaba y sus gigantescas alas seguían enviando esos vientos en todas direcciones. En casa de la familia de Mitobe, y ya que todo había regresado a la normalidad al menos en esa zona del pueblo, algunos se apresuraban a regresar los caballos a sus establos, el hijo más pequeño de la familia había estado cabalgando esa tarde cuando lo sorprendió la tormenta, y aún estaba allí aunque los adultos le pedían volver a la casa, pero él se divertía sintiendo el viento revolverle el cabello, estaba de pie en el césped extendiendo los brazos y dando vueltas, miraba al cielo con una sonrisa solo disfrutando el momento hasta que vio algo pasar por arriba en el cielo, tras las nubes una silueta gigante sobrevoló su hogar, dejó de girar pero no bajó los brazos ni dejó de mirar hacia arriba e incluso tuvo tiempo de buscar más detalles en esa figura enorme que seguía avanzando sobre su cabeza y parecí no tener fin de lo grande que era.
-¿sigues aquí?- dijo uno de los empleados ya terminando de cerrar el último corral -¿qué sucede?- vio al pequeño fascinado mirando al cielo donde la larga cola del dragón terminó de pasarles por encima y desaparecer de vista antes de que el otro hombre tuviera oportunidad de verlo cuando también miro hacia arriba.
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Akashi estaba sobrevolando los cielos lo más alto posible para no afectar a los que vivían abajo, sus alas, grandes y poderosas generaban tanto viento y carga en el ambiente que creaban sus propias tormentas, aun así estaba lo suficientemente cerca para poder ver cómo estaban las cosas, trataba de ser discreto pero también asegurarse de que quienes sabían de él, y quienes no aunque si podían sentir su presencia, supieran que estaba cerca y seguía activo en esas tierras, por su tamaño en ese estado no se permitía aterrizar pues causaría demasiado impacto en la tierra y en quienes lo vieran.
En el valle lejano donde los forasteros Vivian también se supo de la tormenta, fue el día anterior, pero allá Akashi se hizo más presente que en cualquier otro lugar, aun cuando ni siquiera se había dejado ver como tal; a Gold le avisaron sus compañeros, quienes se enteraron a causa de otros pobladores de la zona y se dirigieron al lugar donde una gran sección de tierra había sido cortada formando una trinchera de varios kilómetros de largo y de profundidad, muy exacta y visible aún desde el aire, hubiese sido confuso e incluso cuestionable quién y por qué había hecho eso, pero la gran huella de una pata de reptil que había a un lado de esa marca, y que ya había incluso formado un lago dejaron el mensaje muy claro, no solo para los demonios que inmediatamente se sintieron bajo advertencia, sino por el resto de los habitantes del lugar, si la advertencia del dragón no los ponía en su lugar y los hacía comportarse mejor, los demás pobladores si se encargarían de controlarlos para que no causaran problemas que podrían afectarlos a todos, pero no sería necesario, el líder de la pandilla miró a sus compañeros que parecían aterrados y luego de un acuerdo silencioso indico regresar a sus hogares, su condena sería simplemente no cruzar el límite dibujado por una garra del dragón, y claro que obedecerían.
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En otra mansión en el campo, Mitobe esperaba pacientemente a que Murasakibara regresara luego de las labores de reconstrucción de ese día, él le había pedido quedarse en casa hasta estar seguros de que los forasteros no volverían, pero no poder salir de casa no le impidió ayudar también, apoyó económicamente y envió personal para que ayudaran en el pueblo y así terminar más rápido. Murasakibara regresó más tarde, con noticias que de hecho Mitobe ya había escuchado desde ahí gracias a sus nuevos poderes, Akashi se había manifestado y su sola presencia fue suficiente para llegar a un acuerdo con los poblados vecinos, incluso los más lejanos y que no interferían con nadie más supieron que el dragón había regresado, reforzando así la paz entre todos, no precisamente por temor a él, sino por respeto. Con el nuevo tratado de paz, Mitobe explicó a su madre lo sucedido y Murasakibara lo acompañó cada momento cuando reveló que tuvieron que volverlo un vampiro para evitar que muriera, ella se escandalizó bastante, pero por el hecho de que su hijo casi muere, no por lo de ser un vampiro, de hecho eso le importó poco e incluso se mostró agradecida con Murasakibara y los demás por haberlo salvado. La relación de ella y Murasakibara había mejoro mucho, ahora ella sabía lo mucho que él amaba a Mitobe, que era de confianza, y por su parte el demonio quiso hacer un favor más para toda la familia, con su magia, y así como de la noche a la mañana les había cambiado la vida poniéndolos en una mansión, hizo que los demás de la familia tuvieran los recuerdos y la comprensión de que la madre de familia y el hijo mayor eran y siempre habían sido solo mitad humanos, sin cuestionarlo y amándolos igual que siempre.
-…creo que todo estará bien desde ahora- dijo Murasakibara ya que ambos estaban juntos en el tejado de su mansión observando las luces del pueblo a la distancia, de hecho descansaban del entrenamiento de Mitobe para volar por su cuenta -¿quieres continuar?- Mitobe asintió y ambos se pusieron de pie, el nuevo vampiro dio un paso en falso perdiendo el equilibrio pero lo recuperó en ese mismo instante con el movimiento de sus alas, estaba aprendiendo rápido, de hecho ya subía y bajaba del techo por su cuenta; Volar más alto y mayor distancia aún lo hacía de la mano de Murasakibara lo cuál a él no le desagradaba, de hecho esperaba seguir de ese modo aun cuando Mitobe ya fuera un experto en el aire.
--¿a dónde iremos?-- preguntó Mitobe al notar que se dirigían en dirección a la cabaña donde vivió un tiempo y que ahora era solo un recuerdo.
-habíamos acordado regresar a nuestro lugar en el bosque ¿recuerdas?- la mirada del otro se iluminó, a pesar de todo lo que pasó cuando tuvo esa vida tan dura, ese lugar significaba algo importante para ambos, fue donde se vieron por primera vez, donde se veían cuando empezaron a tratarse mejor y donde se reconciliaron luego de todo lo que pasaron juntos; Al llegar tomaron las mismas posiciones que cuando juraron permanecer juntos para siempre, y ahora con el nuevo estado de Mitobe y la paz al rededor eso era realmente posible, recostados lado a lado y sujetados de la mano miraron al cielo a la enorme luna llena que los iluminaba en ese claro salpicado del color de las flores que era notable aún de noche gracias a toda la luz en el cielo. Esa luna los vería pasar juntos el resto de sus vidas inmortales.
FIN.