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A QUÉ COSTO por TKarin

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Notas del capitulo:

Admito que en el primer capítulo me dolió escribir esa vida tan dura para Mitobe, pero las cosas están cambiando y pronto será mejor para él... o no?

Fue otra mañana pesada para el hijo mayor quien tuvo dificultad para levantarse temprano debido a que se fue a la cama muy tarde, sin que se lo imaginara ese demonio ya le había robado otra cosa, el sueño.

 

-¡papá! ¡ven a ver esto!-  llamó de repente uno de los niños que jugaba junto al río y el padre quien cortaba leña fue con él para ver que sucedía, los demás hermanos pronto se reunieron junto al río y parecían fascinados, cuando el padre llegó a la orilla también se emocionó y sonreía contento por los abundantes peces que nadaban en las aguas transparentes, hacía años que no había peces en esos ríos, sobre todo en los más pequeños como el vecino a la casa, esto era otro obsequio para la familia.

 

Volvieron a pasar varios días de abundancia y el hambre ya era solo un recuerdo desagradable que pronto olvidaron. Además de la leche de cabra, el padre ahora llevaba pescado para vender cerca de los pueblos y lo que ganaba con eso le permitía traer más cosas a casa, una tarde incluso sorprendió a su familia con una tarta cubierta de merengue y frutas, hacía mucho tiempo que no disfrutaban de un postre como ese y fue un gusto poder saborear algo dulce otra vez, pero no fue la única vez que pudo darse un lujo de ese tipo, en otra ocasión llevó una caja de bombones, comenzó a llevar pan de mejor calidad, compró frutas que eran más grandes y dulces que las silvestres que encontraban en el bosque, arroz, pastas, pero no solo comida, una tarde el hombre llegó con dos nuevas ovejas, un carnero y una cabra más para agregarlas a los animales que ya tenían y tener un rebaño más grande, pero eso no se comparó con lo que pronto pudo comprar con las mejores ganancias, fue una sorpresa para todos cuando regresó a caballo después de salir a vender por la mañana.

 

-¿era necesario? ¿no son muy costosos?-  cuestionó su esposa.

 

-un poco, pero con él ahora también puedo llevar leña y pronto recuperaremos el dinero, además pronto ya no podré caminar tan lejos por mí mismo-

 

-no digas eso, no eres tan viejo- ella le dio un golpecito en el brazo por ese comentario  -además hemos estado tan bien estos dos meses que recuperamos nuestra fuerza, solo mira a Mitobe, comienza a verse como el muchacho alto y fuerte en que siempre quise verlo convertido cuando creciera-  y tenía razón, todos habían ganado algo de peso, incluso el perro de la familia se veía más acicalado y tenía más energía que antes, además de que ahora era otro compañero en la cacería, había aprendido rápido que su tarea era buscar presas con el olfato o detectarlas con su oído pero no hacer ruido para asustarlas.

 

-¿y si compramos una casa en otro lugar? Una bien hecha para los muchachos- 

 

-si claro-  la esposa respondió con sarcasmo, rio pensando que era una broma pero su marido hablaba en serio  -¿podemos? Eso sí es muy costoso-

 

-ahorraremos, es lo mejor para ellos… míralos, están creciendo y necesitan un lugar digno donde vivir, Rinnosuke ya es un hombre y no es justo que siga con nosotros solo porque sienta que tiene esa responsabilidad, si nos mudamos a otro lugar puede conseguir un trabajo por sí mismo y hacer su vida- 

 

La mujer dudaba de la idea de que su hijo mayor se alejara de ellos, pero sabía que era verdad que él se merecía una vida propia sin la carga de cuidar de sus padres y hermanos menores, Mitobe nunca había tenido pareja, él y sus hermanos crecieron aislados de las demás personas por el miedo que tenían los padres y por el desprecio que los demás les tenían a ellos, pero sabían que no podían vivir así para siempre, los hijos debían poder valerse por sí mismo cuando los padres ya no vivieran y para eso necesitaban saber mezclarse en sociedad, tener amigos, aliados, entrar a los mercados y todas esas cosas en las que hasta ahora no tenían ninguna experiencia.

 

-¿si? ¿y dónde sería eso? Sabes bien que en ningún lugar seríamos bienvenidos-

 

-si hay un lugar-  miró con seriedad a su esposa sabiendo que ella lo entendería pero no estaría de acuerdo.

 

-no estarás pensando en… no, yo te dije que no quiero volver allá-

 

-nunca hablas del lugar donde naciste ¿tan malo es?-

 

-no pero… solo no quisiera regresar-

 

-ha pasado mucho tiempo y no te reconocerán, serás como una forastera más, además es por los niños-  El padre de verdad quería regresar a la civilización, pensaba que era lo mejor para sus hijos, podría enviarlos a la escuela, estar cerca de hospitales por si alguno volvía a enfermar porque aunque su esposa fuese enfermera, necesitarían ayuda en situaciones más graves, y el lugar del que ella venía parecía una buena opción pues estaba bastante lejos de todos los que los acusaron alguna vez, además se decía que era una de las regiones pacíficas y al haber familias nobles que proteger, había incuso una guardia que no permitían ningún tipo de escándalo, y mucho menos linchamiento entre los mismos ciudadanos, tendrían seguridad. La razón por la cual no se mudaron desde antes fue porque al ser un lugar más al norte, el frío era demasiado para una pequeña casita como la que tenían y no hubieran sobrevivido en esas condiciones, pero ahora que podían soñar con comprar una casa sólida y cálida, la idea no parecía tan lejana, aunque la madre de familia siempre había mostrado cierto rechazo a aquél lugar; Cuando su esposo la cuestionaba siempre le decía que le daría vergüenza regresar en tales condiciones después de haber luchado tanto para salir adelante sola, además su familia ya no vivía ahí y les había perdido el rastro, por lo que no tendrían a nadie que los apoyara  -¿amor?-  volvió a llamar él al notarla ausente en sus pensamientos.

 

-no lo sé, aunque también quisiera vivir mejor y tener una casa grande para ellos-  ambos observaban a sus hijos jugando en el campo. 

 

-¿qué tal una casa cerca de la provincia pero no dentro de ella? Cerca del campo como aquí para poder pastorear las ovejas.

 

-eso suena bien-  él le dio un beso en la mejilla y ella recargó la cabeza en su hombro comenzando a considerar la propuesta de mudarse, suspiró aún con dudas pero nada era más importante que el futuro de sus hijos  -está bien, trabajaremos duro y conseguiremos ese dinero- 

 

-fantástico-  volvió a besarla y abrazarla convencido de que su suerte cambiaría de nuevo para mejor.

 

Aún con la emoción del cambio, aunque habían decidido no decírselo aún a los niños más jóvenes, el padre quiso visitar aquélla provincia, y en uno de los días que descansaba de las ventas equipó al caballo y llevó provisiones para ir hasta aquél lugar, esperando también que su hijo mayor lo acompañara lo invitó a ir con él y el joven aceptó, pero olvidaron decir ese detalle a su madre quien solo sabía que sería su esposo el que iría.

 

-¡¿se llevó a Rinnosuke?!- pareció molesta pero aún más preocupada cuando otro de sus hijos se lo dijo, ella miró a la distancia en dirección a donde se habían ido y se frotó la frente pero solo por un momento, trataba de no darle mucha importancia al asunto y convencerse de que todo estaría bien si regresaban a vivir a ese lugar.

 

Padre e hijo cabalgaron siguiendo el camino hasta la provincia más cercana a Teiko’, su destino, el camino atravesaba un río, el mismo que abastecía el riachuelo cercano a su casa y del que ahora se alejaron para adentrarse en territorio desconocido para ambos, ni el padre había visitado jamás el lugar de origen de su esposa así que el camino fue interesante para ambos; Fue extraño que en esa dirección no había ningún otro pueblo ni cualquier otra vivienda, se decía que los bosques en esa dirección eran muy peligrosos ya que eran inexplorados y había más animales salvajes, además del usual comentario de que estaba ‘’embrujado’’, era por todas esas razones que pocos se atrevían a viajar hasta allá y que los caminos no estuvieran poblados, aunque para estos viajeros que estaban acostumbrados a vivir cerca del bosque y a adentrarse en él para cazar esos parecían cuentos diseñados para asustar, sin embargo si sintieron algo de resquemor al llegar al que era su último obstáculo antes de la provincia, un bosque que se extendía tan lejos que parecía no tener fin, se perdía detrás de un par de montañas y ni siquiera hasta allá podía verse que estuvieran cerca de su destino.

 

-habrá que correr o se nos hará de noche-  fuera de si en verdad estuviera embrujado o no, un bosque en medio de la noche era un lugar muy peligroso, el padre había medido mal la distancia y solo ahora se percataba de que si llegaban a Teiko a tiempo, igual tendrían que buscar un lugar donde pasar la noche allá porque no les sería posible regresar ese mismo día  -tranquilo, estaremos bien y allá en casa lo estarán también, tu madre se quedó con el arma-  le dijo a su hijo notando que él comenzaba a preocuparse  -sujétate-  sugirió antes de dar un azote a las riendas del caballo para que comenzara a galopar y así avanzar más rápido.

 

A pesar de todo llegaron a su destino justo a tiempo, antes del anochecer pero ya en la tarde cuando todo está bañado de los tonos naranjas del sol que empieza a descender, las primeras viviendas que encontraron estaban al igual que la suya, en las praderas cercanas al bosque pero con la diferencia de que estas lo estaban también al camino del cuál ellos nunca se alejaron, además eran casas bien hechas y mucho más grandes con corrales para sus caballos y otros animales, sin duda era un lugar con una buena economía donde hasta las personas más alejadas a los grandes pueblos vivían muy cómodos. Al llegar al pueblo las cosas eran iguales, las casas aunque sencillas eran grandes y todo se veía pintoresco y pacífico, había más personas a caballo y en carretas cargadas de muchas cosas pues habían llegado al mercado. Encontraron un lugar donde hospedarse esa noche, una habitación sencilla con dos camas y fuera del hotel un pequeño establo donde dejaron el caballo junto con los de otros huéspedes, a pesar de la hora decidieron dar una vuelta por el mercado local, el padre más emocionado que el hijo quién caminaba detrás de él apretando con los dedos la parte posterior de la camisa del hombre como un niño pequeño evitando extraviarse, se sentía ansioso en medio de tantas personas desconocidas, aunque ese sentimiento fue disminuyendo pues nadie realmente les prestaba atención y las pocas personas con quién su padre habló eran cordiales y no los trataron mal solo por ser forasteros.

 

-¿quiere comprar fruta? Es muy fresca-

 

-¡pescado! ¡el más fresco de la región!-

 

-¡telas finas! ¡también hay pieles!-  Los vendedores eran ruidosos y tenían mucha energía a pesar de que era probable que ya llevaran todo el día en sus labores, Mitobe realmente no se sentía cómodo en lugares así, no los frecuentaba desde que era un niño y acompañaba a su madre al mercado del otro pueblo que era mucho más pequeño, además los gritos, aunque esta vez no eran solo para ellos, le traían muy malos recuerdos de la gente de su antiguo pueblo lanzando amenazas a su familia y hablando todos a la vez exigiendo que se fueran.

 

-este lugar es muy alegre, no sé por qué tu madre nunca me habló de él-  habló su padre poniéndole de vuelta los pies en la tierra, el hombre podía sentir que su hijo no se sentía bien en ese lugar y pensó que sería mejor regresar pero primero hizo un par de compras ya que estaban en el lugar  -¿qué te parece Rinnosuke?-  habían parado en un puesto de ropa y el padre sostenía varias camisas frente a su hijo como tratando de decidir cuál le quedaba mejor  -no me sobra mucho dinero por lo del hospedaje pero creo que podemos llevar al menos tres cambios de ropa para todos, ya nos hace falta- a Mitobe realmente no le importaba que ropa se le vería mejor, estaba feliz solo con poder usar algo nuevo, por ahora todos en casa usaban ropa hecha por la madre de familia y la hija mayor con la lana de sus ovejas y telas que podían costearse muy de vez en cuando y lo que Mitobe usaba se le pasaba al hermano que le seguía en edad cuando él crecía, así que esto era un lujo.

 

-gracias por su compra-  se despidió la vendedora.

 

Regresaron a su habitación y Mitobe por fin pudo suspirar tranquilo de ya no estar en medio de todo ese ajetreo aunque lo siguieron viendo y escuchando desde su habitación puesto que estaba cerca y siguió varias horas más.

 

-¿crees que a tu madre le dará gusto ver la ropa nueva o que me va a regañar por gastar dinero?-  preguntó el padre mientras ambos veían el movimiento de afuera desde su ventana en el segundo piso, Mitobe solo respondió con una risa silenciosa para luego dirigirse a su cama y sentarse en el colchón mullido, otra cosa que había extrañado mucho estos años  -por cierto hijo hay algo que quería preguntarte-  el hombre también se alejó de la ventana y se sentó en la otra cama frente a su hijo  -¿no estás más callado que antes?-  por fin la pregunta que Mitobe temía, obviamente sabía que sus padres no iban a ignorar eso para siempre  -¿qué sucede?-  de hecho ya había ideado una excusa, antes explorando la habitación había notado que en el cajón del único mueble además de las camas el hotel proporcionaba una biblia, una vela, fósforos y hojas de papel y lápiz, lo cual él usó para escribir sus supuestas razones a su padre y después esperar que él se lo contara a su madre.

 

´´Hice una promesa a Dios, juré hacer voto de silencio si salvaba a mis hermanos’’  Su padre leyó la corta frase y su semblante entristeció pero con un toque de ternura al creer en las palabras de su hijo mayor.

 

-eso es muy noble-  le sonrió pensando que a pesar de todo sus hijos habían crecido como personas buenas que se preocupaban por los que aman  -¿pero por cuánto tiempo?-  a esto Mitobe solo sonrió de lado y levantó los hombros.

 

>>no lo sé<<

 

No tardaron en quedarse dormidos poco después de que el ruido del mercado cesó, incluso Mitobe estaba descansando plácidamente hasta que otro ruido de afuera, aunque más lejano, lo despertó erizándole los cabellos de la nuca, era el aullido de un lobo pero como nunca lo había escuchado, era también como el bramido de un toro y tan profundo que lo sentía retumbar hasta en la cavidad de su pecho. Se detuvo pero pronto volvió a repetirse y entonces el padre se enderezó en su cama haciendo notar que también se había despertado por ese ruido.

 

-debe ser un animal enorme, y pensar que nosotros pasamos por ese bosque-  Mitobe no le temía a los animales salvajes pero ese aullido era demasiado espeluznante y pronto algo que pensó lo hizo comenzar a temblar bajo los cobertores, según las palabras del demonio, los lycans, hombres lobo, realmente existían y sin duda esto sonaba como uno, no podía imaginar que otro tipo de lobo podía hacer tan monstruoso sonido, pero ¿sería peligroso?. Igual pudieron descansar el resto de la noche y por la mañana en el hotel nadie comentó nada al respecto, tal vez ese animal era regular por el área y ya nadie le prestaba atención  -ah casi lo olvido, Rinnosuke tú prepara al caballo para irnos, yo regresaré al pueblo por algo que vi ayer-

 

-?!!-  Ni siquiera tuvo tiempo para cuestionarlo pues el hombre salió corriendo del establecimiento, luego de haber pagado la cuenta del hotel Mitobe fue por su caballo y ya con él esperó a su padre en la calle donde la gente ya empezaba a reunirse de nuevo.

 

-¿quieres comprar flores?-  le ofreció de repente una joven muchacha de cabello largo y lacio de color castaño oscuro, asustándolo ya que él estaba muy pendiente al regreso de su padre y no la había visto llegar  -las traigo desde el bosque-  decía muy alegre.

 

-…-  Mitobe solo negó sonriendo tratando de ser amable, pensó que esa chica debía ser valiente al atreverse a entrar el bosque aun sabiendo que ahí había criaturas como la que escucharon anoche.

 

-de acuerdo, que tengas buen día… ¿eh?-  estaba por irse cuando de repente pareció muy interesada en el joven y no le apartó la mirada del rostro en varios segundos  -lo siento, me pareces familiar pero ¿no eres de por aquí verdad?-  de inmediato Mitobe se angustió ¿esta mujer conocía a su familia? El joven solo negó con la cabeza ahora con una expresión más seria  -una vez conocí a alguien con tus mismos ojos, que extraño ¿no?-  ella rio tontamente pero finalmente se despidió y siguió con su labor vendiendo flores a otras personas, aunque cuando llegó con cierto muchacho al que parecía conocer, ambos voltearon en su dirección y Mitobe de nuevo sintió temor, odiaría ser perseguidos de nuevo como en su niñez.

 

>>papá ¿dónde estás? Date prisa<< 

 

El muchacho con el que hablaba la chica parecía muy poco interesado en lo que ella le decía, se dedicaba a doblar ropa y meterla en una maleta que estaba sobre una carreta, Mitobe trató de convencerse de que todo estaba bien, para empezar la joven no se mostró molesta o agresiva en ningún momento, tal vez solo lo confundió con alguien más.

 

-listo, mira esto, es para ti-  por fin apareció su padre pero el muchacho ni siquiera le prestó atención, ansioso por marcharse fue el primero en subir al caballo  -Rinnosuke mira-  volvió a llamar su padre esta vez capturando la atención de su hijo con lo que sostenía en sus manos, era un arco nuevo, y no uno sencillo hecho de ramas como el que ahora usaba, este era de mejores materiales, más resistente y seguramente con mayor alcance y más letal aunque seguía siendo muy ligero y práctico, color caoba con detalles de color rojo  -te servirá mucho mejor en nuestras cacerías ¿qué te parece?-  Mitobe pareció distraerse de todo y de verdad estuvo feliz por el obsequio, lo tomó para apreciarlo mejor y luego pasarlo sobre su cabeza y brazo para llevarlo así más cómodamente mientras su padre acomodaba las flechas que también compró en los sacos que cargaba el caballo  -¿listo para irnos?-  dijo después también listo para montar, esta vez Mitobe llevaba las riendas y sin perder el tiempo dieron la media vuelta para empezar a alejarse del pueblo.

 

>>¿de verdad podemos mudarnos aquí? ¿quiénes eran esas personas?<<

 

-¿Rinnosuke?-  lo llamó el hombre pues estaba guiando al caballo a mucha velocidad, pero el muchacho no lo escuchó y bajó la velocidad solo cuando divisaron el bosque por el que de nuevo tenían que pasar  -tranquilo-  dijo pensando lo mismo que su hijo pero prefiriendo tranquilizarlo a hacer algún otro comentario que lo asustase más.

 

Llegaron hasta donde estaban las últimas casas antes de adentrase en el bosque, los caballos galopaban en sus corrales y las ovejas pastaban tranquilamente dando la sensación de que todo estaba tranquilo, y era lógico ¿no? De haber animales peligrosos como el que escucharon la noche anterior, las personas no se arriesgarían a dejar a sus animales afuera, no había nada que temer.

 

Cabalgaron un buen tramo hasta que encontraron una carreta que venía en dirección opuesta hacia la provincia, encontrar a alguien más por esos caminos era muy extraño, ese encuentro fue inusual pero las personas del carruaje los saludaron cordialmente como si nada y ellos hicieron lo mismo; Habían avanzado otro buen tramo cuando lo escucharon de nuevo, ese aullido tenebroso que los hizo a ambos voltear en aquella dirección, pero permanecieron tranquilos ya que ahora se escuchaba muy muy lejano atrás, para el hijo mayor fue un alivio cuando salieron del bosque y por fin estaban en terrenos que él conocía, incluso suspiró cuando vieron su casa a la distancia y llegaron con su familia.

 

-¿qué sucedió? ¿están bien?-  fueron las primeras palabras con las que los recibió la madre de familia.

 

-hola yo también te extrañé-  respondió el esposo dándole un rápido beso en los labios y después comenzando a desempacar lo que traían  -nos fue bien, traje cosas para los niños, y para ti también-  sonreía emocionado y le enseñó la ropa que había comprado para todos pero su mujer no pareció tan feliz de recibirla  -¿qué sucede?-

 

-ya somos desterrados ¿qué crees que van a pensar si encima nos vestimos con ropa de otro lugar? Pareceremos extranjeros-

 

-es ropa del lugar a donde pronto nos vamos a mudar y allá nos veremos bien  ¿qué te preocupa? Si quieres me visto como siempre cuando vaya a vender y no llamar la atención-  realmente no entendía la actitud de su esposa hacia el cambio y todo lo que tenía que ver con su lugar de origen, ella hubiera preferido no tener que regresar porque la vida en otro lado la había derrotado.

 

-de acuerdo perdona… realmente son bonitos-  finalmente sonrió mirando los vestidos que compró para ella y sintiendo la tela suave entre sus manos, el resto de la familia si estaba contenta de tener ropa nueva y sentir que las cosas mejoraban.

Notas finales:

Gracias por leer:.


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