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A QUÉ COSTO por TKarin

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Notas del capitulo:

Mitobe tendría mucho en qué pensar esa noche, de todos modos no creyó poder dormir, entró a su habitación donde se llevó una sorpresa al ver a su madre esperándolo sentada en la cama y que se levantó al verlo regresar.

 

-…-  Mitobe no creyó que su madre volvería, pero sintió un alivio genuino al ver que no iba a dejarlo a pesar de lo que había hecho.

 

-ven aquí-  dijo luego de un momento de silencio y estiró los brazos hacia él quien no dudó en acercarse para abrazarla fuertemente  -perdona por reaccionar así, me asusté-

 

--tranquila--  ambos volvieron a sentarse en la cama   --en este hospital hay criaturas como las de los cuentos--  comenzó a contarle pero ahora también tenía preguntas para ella  --tú trabajabas aquí… y reconociste la marca--  la mujer de inmediato desvió la mirada pero su hijo puso una mano en su hombro indicándole que no la juzgaba por ocultárselo  --¿lo sabías?—

 

-no solo eso-  suspiró antes de su confesión  -yo soy como ellos-  Mitobe parpadeó un par de veces poniendo una cara seria de completa sorpresa y se inclinó un poco hacia atrás, no asustado, solo sorprendido, muy sorprendido, ya sospechaba que su madre supiera algo al respecto pero nunca imaginó hasta qué punto.

 

--está bien--  respondió viendo al instante como ella también se aliviaba de no ser juzgada.

 

-debes entender, tenía mucho miedo de que si me descubrían nos lastimaran a todos, y más aún de perder su amor si se enteraban de lo que soy-

 

--eso jamás—  volvió a abrazarla, no quería que su madre tuviera miedo y pensara que su propia familia dejaría de quererla por algo así, si lo había ocultado fue solo para protegerlos a todos  --¿por eso no querías que viniéramos aquí?—

 

-sabía que los demás me iban a reconocer y con el tiempo ustedes se enterarían-  en ese momento Mitobe recordó la primera vez que vio a Satsuki y cómo ella le había dicho reconocer su rostro, ahora entendía que lo dijo porque él tenía los mismos ojos de su madre, o eso era lo que siempre le decían.

 

--¿y tú qué haces?—  preguntó después ya más relajados y ahora con curiosidad, porque nunca creyó verla hacer algo extraordinario.

 

-yo no tengo grandes poderes, pero sé mucho de la naturaleza  especialmente del agua porque ahí pertenezco, por eso sé de remedios, plantas y flores, pero no cultivar porque eso requiere cuidados constantes y ese tipo de plantas no se mantienen solas, considérame una ‘’hechicera de la naturaleza’’ no una bruja, definitivamente no una bruja-  bromeó pero también haciendo énfasis en la diferencia.

 

--increíble--  se llevó las manos a la cabeza y después las alejó extendiendo los dedos  --¡wow!—  por fin la mujer volvió a reír y ayudó a Mitobe a recostarse para que descansara  --dime más--

 

-te contaré… yo vivía en el bosque, en los árboles junto a un estanque, era un lugar hermoso siempre verde y lleno de flores pero me sentía muy sola-  decía mientras lo arropaba como si fuera pequeño  -un día apareció un joven muy apuesto-

 

--papá—

 

-así es, y pidió un deseo lanzando una moneda de oro a mi estanque ‘’deseo una compañera que me ame de verdad y seamos felices juntos el resto de nuestras vidas’’-

 

--cursi—  bromeó burlándose.

 

-Jaja, yo pensé lo mismo al principio, pero se me ocurrió un plan, no podía presentarme frente a él como realmente era así que le hablé a través del viento  ‘’haré que te amen para siempre, pero a cambio me entregarás a tu primer hijo para criarlo yo’’-  notó la mirada dudosa de Mitobe  -lo sé lo sé, pero pensé que así ya no estaría sola, aunque…-  rio  -él era tan torpe, tan inseguro, que ninguna mujer se fijaba en él- 

 

-…- también se rio, siempre imaginó que su padre por haber sido un hombre de buena familia y adinerado tuvo muchas mujeres en su juventud.

 

-me di cuenta de que no iba a lograr cumplir nuestro trato por si solo así que tuve que interferir, me presenté con la forma que tomaba para trabajar en el hospital, esta-  dio un giro antes de regresar a la mecedora al lado de la cama  -me hice su amiga y lo enseñé a vestirse mejor, a ganar confianza, pero me sorprendió ver que por naturaleza él ya era muy dulce y noble, y antes de darme cuenta me conquistó a mí-

 

-…-  Mitobe se llevó una mano al pecho  --hermoso--

 

-él también se enamoró de mí, nos casamos poco después y con el tiempo, y por decreto, como fue el acuerdo en primer lugar, su primer hijo fue el mío también… y ese fuiste tú mi amor-  le acarició la mejilla ya con los ojos húmedos  -por eso me duele pensar que comprometiste tu vida ¿por qué decidiste hacer algo así?-

 

--…no quería que ellos murieran--  respondió rompiendo a llorar y su madre se levantó para poder abrazarlo, comprendiendo a lo que se refería y ahora sabiendo la razón de que sus hijos más pequeños sanaran tan repentinamente.

 

-oh cariño-  lo entendió pero eso no le quitaba la pena de que hubiera aceptado dar su propia vida a cambio.

 

A pesar de todo Mitobe logró dormir unas horas esa noche y por la mañana sentirse bien y seguro de que lo dejarían salir del hospital, pero eso sería más tarde, hasta entonces el enfermero le sugirió caminar un poco para recuperar por completo su movilidad y por supuesto Murasakibara se ofreció a ayudarlo.

 

-¡bien! Vendré por ti en un momento-  le dijo desde la puerta para luego regresar a su habitación mientras Mitobe se preparaba.

 

-por cierto…-  comenzó su madre ayudándolo a ponerse el abrigo aunque para entonces ya pudiera hacerlo por si solo  -mientras tú dormías ese muchacho dijo algunas cosas sobre ti-  Mitobe de inmediato sintió que el corazón se le saldría del pecho, siendo ella su madre, obviamente el médico le contaba todo lo que sucedía que tenía que ver con él  -tú me dijiste que se conocieron en tu fiesta pero él contó algo diferente, que ustedes dos están… ¿juntos?- 

 

¿iba a mentirle también a su madre? No podría mantener en pie dos mentiras al mismo tiempo, por un lado haciendo creer a los amigos de Murasakibara que si estaba con él, pero a su familia que no era verdad, tarde o temprano ambas partes chocarían y habría más problemas todavía.

 

-…- era obvio que su madre aún no sabía que Murasakibara era también el demonio que le quitaría el alma a su hijo, y a Mitobe eso le pareció lo más conveniente para evitar una posible confrontación, ya que sin duda ella haría lo posible para alejarlo de su hijo, y eso traería consecuencias al trato que tenía con Atsushi  --porque lo salvé debió enamorarse de mí--  su madre levantó una ceja.

 

-¿y tú qué piensas hacer?-

 

--me hace falta un amigo—  dijo algo que la mujer sabía que era verdad y con lo que él tendría una excusa para seguir con Murasakibara  --pero le diré que no me interesa—

 

-de acuerdo, solo no seas muy severo y no le rompas el corazón-  le creía, aunque Mitobe sabía que si Murasakibara iba a seguir en plan de pareja, tarde o temprano su familia notaría que había algo más entre ellos.

 

-¿estás listo?-  llegó Murasakibara para llevar a Mitobe a su caminata por el hospital. Obviamente su madre no los acompañaría, Mitobe ya conocía su secreto pero ella no quería ser reconocida y descubierta por el resto del personal del hospital. Murasakibara no dudó en tomar a Mitobe del brazo y caminar así con él por los pasillos.

 

-buenos días ¿cómo se sienten hoy?-  a su caminata se unió el enfermero que Mitobe ya había conocido e iba saliendo de otra habitación.

 

-estamos bien, ya podemos regresar a casa-

 

-eso lo decidirá Midorima más tarde-

 

--¿Midorima es el jefe del hospital?--  preguntó Mitobe a Kuroko.

 

-así es, sus poderes lo hacen un gran doctor, puede detectar enfermedades por medio del olor de la sangre de los pacientes así que de inmediato sabe lo que pasa y cómo tratarlo, también sabe reconocer emociones como el miedo, preocupación o tristeza, lo que ayuda a la hora de atender niños-  Mitobe entonces recordó que Midorima había tenido una actitud extraña hacia él y se preocupó pensando que también estaría detectando que mentía.

 

--fascinante--  respondió simplemente.

 

En el trayecto vieron a varios médicos y otros miembros del personal atendiendo a los pacientes, Kise los saludó desde una habitación donde tocaba una flauta y jugaba entreteniendo a varios niños que se encontraban en el hospital, luego pasando por los ventanales con vista hacia el jardín, vieron a Satsuki recolectar flores para las habitaciones, flores que de inmediato volvían a crecer en el mismo lugar y de ese modo el jardín se conservaba hermoso.

 

-le gusta que cada habitación siempre tenga flores frescas, eso alegra a las personas, y a ella misma-  explicó Kuroko. Más adelante llegaron a un salón donde también daban terapia con animales, pero las dos criaturas que tenían ahí siendo usados para dar paseos en su lomo a algunos niños o solo siendo acariciados por personas que necesitaban relajarse eran completamente intimidantes, incluso Mitobe dudó en seguir avanzando hacia ellos pero si estaban allí significaba que eran seguros, ¿cierto?, y apretando un poco más el brazo de Murasakibara siguió caminando hasta el salón con aquellos dos lobos gigantescos que más que lobos parecían un par de osos aunque con patas más largas y estilizadas, sin duda esos eran los responsables de los aullidos que había escuchado antes  -no temas, son nuestros amigos también-  tranquilizó, pero los lobos al escuchar la voz del enfermero de inmediato levantaron las orejas en su dirección y lo miraron comenzando a menear el rabo  -aquí vienen- 

 

Los canes se alejaron cuidadosamente de las personas que atendían y después corrieron hacia el enfermero a toda velocidad, Mitobe dio un paso atrás ocultándose detrás de Murasakibara pero antes de que las bestias llegaran a su lado Kuroko usó un atomizador para disparar un pequeño chorro de agua a ambas criaturas que frenaron su carrera y regresaron a su forma humana.

 

-¡maldición Tetsuya odio que hagas eso!-

 

-¡Kuroko, no tenías que hacerlo!-  Se transformaron en dos hombres un poco más altos que Mitobe y bastante más que el enfermero que aun así parecía ser quien estaba a cargo de ambos, uno de cabello rojo y el otro con cabellera azul oscuro y la piel morena, los dos vistiendo ropa cómoda y de aspecto campestre con los brazos descubiertos, y aunque ya no estaban convertidos en lobo conservaban las orejas y cola.

 

-Kagami, Aomine, no deben dejar sus tareas con los pacientes solo por venir a verme, yo los llamaré si hace falta-

 

-¿eh? ¿y quién es él?-  preguntó luego el de cabellera azul olfateando algo en el aire y después señalando a Mitobe que aún se asomaba desde detrás de Murasakibara.

 

-él es quién me salvó-  respondió orgulloso el demonio haciendo al mencionado avanzar hacia sus dos amigos para conocerlos.

 

-…- aún algo nervioso Mitobe estiró la mano hacia ellos para saludarlos y el de cabello rojo por instinto colocó la mano sobre la de él mientras su cola se movía de un lado para otro, un gesto que a Mitobe le recordó al truco de algún perro y gracias a eso pudo relajarse.

 

-ah sí, el humano con quien te involucraste-  dijo después el otro sin afán de menospreciar a Mitobe pero no pudo evitar que su comentario sonara así, por lo que recibió otra descarga de agua por parte del enfermero  -¡ahh! ¡basta Tetsuya!-

 

-mejor sigan con su deber, si hacen todo bien después los tres podemos salir-

 

-¿¿los tres??-  dijeron ambos al unísono mirándose el uno al otro sin estar muy conformes de compartir a su amigo y comenzando a gruñirse, por lo que Kuroko una vez más levantó el atomizador en su dirección y ambos cesaron su pelea de inmediato antes de recibir una descarga y regresando al salón, volviendo a convertirse en lobos.

 

-yo también tengo cosas que hacer, ustedes sigan ¿por qué no van al jardín?-

 

-es buena idea, entonces te veremos después Kuroko-  Murasakibara se despidió por ambos y siguió su paseo con Mitobe hasta llegar al jardín donde Satsuki aún recolectaba flores en una canasta.

 

-¡hola! ¿ya estás mejor?- preguntó a Mitobe y él asintió sonriente  -me alegro, voy a poner flores en las habitaciones ¿Yosheiko sigue allá arriba? No he tenido oportunidad de hablar con ella-  preguntó la joven pero ahora a Mitobe no le extrañó que conociera bien el nombre de su madre, ahora entendía la conexión.

 

--¿eras amiga de mi madre?—

 

-algo así, la conocí por poco tiempo porque ella se fue poco después de que yo llegara aquí, yo la llamaba Yosei, congeniamos bien porque somos muy parecidas, ambas creadas por la naturaleza, seres del bosque y el agua, ya lo sabes ¿no?... pero ella encontró un amor con el cuál es feliz, yo aún lucho por el mío contra dos bestias pulgosas-  se refirió a Kuroko.

 

--supe lo que era hace poco, nunca nos dijo nada—

 

-ya veo, y no la culpo, cuando vives entre humanos hay que tener cuidado o se asustarán-

 

--si, ya lo vivimos una vez—

 

-que terrible, a muchos en este hospital, no, en el pueblo les ha sucedido eso, pero ahora es como un gran refugio donde todos vivimos en paz con nuestras familias, bueno, iré a repartir estas flores-  Mitobe estaba disfrutando la experiencia de conocer más seres como Murasakibara, de repente la imagen que tenía de todas las criaturas de los cuentos y mitos había cambiado, resultaba que eran igual que todos, solo que con poderes especiales, incluso ahora veía a Atsushi como un ser totalmente diferente a aquél demonio que se le apareció por primera vez en el establo de su cabaña.

 

-¿sucede algo?-  preguntó al notar que lo observaba pero Mitobe solo negó con la cabeza y después apartó la vista, ambos buscaron un lugar donde sentarse en ese jardín y descansar allí un rato antes de volver a su habitación  -espero que ya podamos ir a casa-

 

--¿dónde vives tú?—

 

-los demás me dijeron que es una casa con más personas como yo pero no recuerdo nada de ese lugar, también dicen que no pasaba mucho tiempo allá, que prefería volar a todas partes y sentarme en el tejado del hospital, tal vez por eso no lo recuerdo mucho, no era importante-

 

--¿no dormías?—

 

-nosotros no necesitamos dormir, podemos hacerlo pero no nos es necesario como a ustedes, y cuando lo necesitamos es para recuperarnos de heridas como las de aquella pelea- 

 

--entiendo—

 

-esto es lindo, me gustan los lugares así, en especial cuando son claros en el bosque con césped verde y mucha luz-  ese comentario hizo a Mitobe recordar el lugar de reunión que tenían en su antigua casa, ahora sabía por qué lo había elegido.

 

--también me gusta el bosque, debe ser algo que heredé de mi madre—

 

Mientras conversaban no notaron a la mencionada mujer observándolos por una ventana, aun dudando por qué su hijo pretendía tener una relación con ese joven, pero al menos ya tenía un amigo y no quería romper ese lazo tan inusual.

 

-buen día-  saludaron detrás de ella y al girarse se encontró con Satsuki que entraba con su canasta de flores.

 

-Momoi, hola-  saludó cordial pero también algo apenada acomodándose el cabello detrás de la oreja  -lamento haberte ignorado estos días-

 

-no hace falta que te disculpes, entiendo que quisieras proteger a tu familia alejándote de todo esto-

 

-sí, pero ahora que vivimos aquí de nuevo ya no tiene sentido ocultarlo-

 

-¿volviste al pueblo? ¿también trabajarás aquí otra vez?-

 

-no lo creo, aunque si no nos recuperamos de lo que sucedió recientemente… y si mi familia no me abandona por lo que soy, tal vez pueda volver-

 

-no digas eso, tu familia te ama… pero por si acaso conozco a unas súcubos que pueden darte un encantamiento de seducción para que tu hombre no pueda alejarse de ti-  bromeó logrando sacarle una sonrisa a su vieja amiga.

 

-espero que no haga falta-  respondió al juego  -ojalá los demás reaccionen igual de bien que Rinn si se enteran-

 

-seguramente si, aunque supongo que para él fue fácil de asimilar ya que ya sabía de nuestra existencia gracias a que sale con Murasakibara-

 

-¿ese chico con quién está? ¿por qué lo dices?-

 

-pues es un demonio y ya se conocían-  de nuevo el semblante de la mujer cambió esta vez al mismo de seriedad que tenía al principio aunque por dentro sintiendo un gran temor como cuando descubrió la marca en el cuerpo de su hijo, y de repente comprendió por qué Mitobe insistía en seguir con ese joven  -¿Yosei?-  llamó la chica confundida por su reacción y sin entender la gravedad de lo que había revelado.

 

-…si, debe ser eso-  respondió calmadamente pero aún con esa expresión de miedo y observando a los dos muchachos en el jardín  -disculpa-  después volvió a sonreír y salió de la habitación dejando ahí a su amiga.

Notas finales:

Gracias por seguir conmigo y espero estén disfrutando conocer más de esta historia y más personajes, habrá otros proximamente, hasta el próximo capítulo. 


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