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A QUÉ COSTO por TKarin

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Notas del capitulo:

El trato comienza.

-hermano, hermano despierta-

 

El hijo mayor abrió los ojos poco a poco esa mañana, tarde de hecho, bostezó y estiró su cuerpo para despertar mejor pero apenas recordó lo sucedido con ese demonio se levantó de la colchoneta tan rápido que se sintió mareado.

 

-Rinn ya es muy tarde-  lo apresuraban dos de sus hermanos, él en cambio estaba demasiado confundido porque se hallaba en la habitación de la que supuestamente había salido la noche anterior, miró a su alrededor y al verse en ese lugar comenzó a pensar que todo lo sucedido había sido un sueño  -¿te sientes mal?-  no supo si sentir alivio o preocupación por eso, por un lado, de haber sido un sueño seguía siendo una persona libre pero el futuro de su familia era incierto, y de ser verdad, ahora tenía una gran carga sobre sus hombros y un secreto que guardar, aunque se estaba preocupando de no ver ningún cambio todavía. Tal vez era demasiado pronto, salió de la habitación y de inmediato se dirigió a la de sus hermanos donde sintió pánico al no ver a ninguno en la cama, la predicción de ese demonio aún lo preocupaba y ahora temía lo peor; Salió de la casa para buscar a sus padres pero al mirar hacia el río toda esa preocupación se disipó dejando una sensación cálida en su pecho que casi lo hace llorar, los tres pequeños estaban sentados a la orilla del río, sonriendo y jugando mientras su madre limpiaba sus rostros con el agua fresca. El hijo mayor tuvo que agacharse un momento descansando las manos en sus rodillas para recuperarse de la impresión y también para evitar ponerse demasiado sentimental, no lo podía creer, aunque en el fondo lo esperaba, el demonio ya estaba cumpliendo su promesa comenzando por lo más importante, salvar a esos niños.

 

-Rinn ven aquí-  lo llamó después su madre al notar que se había levantado, él obedeció de inmediato pero lo primero que hizo fue abrazar a sus hermanitos completamente feliz de verlos de pie nuevamente. Por la hora, el padre de familia también iba llegando y cuando estuvo lo suficientemente cerca para reconocer a los niños, y ellos a él, el hombre dejó caer lo que llevaba en las manos.

 

-¡papá!-  se emocionaron los más jóvenes y su hermano mayor los soltó para que pudieran ir a darle la bienvenida a su padre quien se arrodilló en el suelo para abrazar mejor a sus hijos cuando estos llegaron hasta él, fue solo entonces que la mujer se permitió limpiarse las lágrimas del rostro, conmovida por la escena y claro también aliviada de que sus hijos por fin mejoraran, Mitobe se contagió de la emoción de su madre y tuvo que ir hasta ella para abrazarla; Esto era lo único que necesitaba, fue como si de repente todo estuviera bien y los demás problemas, el hambre y la pobreza no importaran.

 

Ese día fue inusualmente feliz para todos, los mayores pudieron olvidarse de lo que era estar preocupados todo el tiempo, había comida, los niños antes enfermos pasaron el día jugando con sus hermanos y también con el perro lo cual les pareció una sorpresa pues ellos no lo habían conocido hasta ahora.

 

-¿qué sucedió?-   fue la pregunta que todos tenían pero que el padre hizo a la hora de la cena.

 

-no lo sé, en la mañana despertaron como si nada-  fue la simple respuesta de la madre, como enfermera sabía que la situación fue inusual pero no podía quejarse, ver a sus hijos sanos de nuevo era lo que más deseaba. Mientras ellos discutían, su hijo mayor permaneció callado toda la cena sabiendo perfectamente las respuestas a lo que los demás se preguntaban pero temeroso de revelarlo, prefería no involucrar a los demás ni revelar lo sucedido.

 

-…¿Rinn?-  escuchó, lo estaban llamando pero apenas lo notaba  -¿hijo sucede algo?-  él solo negó con la cabeza, sonriendo y comiendo como si nada pasara  -pensaba cazar desde mañana temprano en vez de ir a los caminos a vender ¿vienes conmigo?-  al joven le pareció bien, ya no se preocuparía de dejar a su madre y hermana al cuidado de sus hermanos.

 

-…-  respondió, o lo intentó, ningún sonido salió de su boca aunque desde su perspectiva había dicho ‘’si’’ claramente  -¿?-  se aclaró la garganta y repitió la respuesta de nuevo sin poder emitir sonido, esta vez incluso sus padres lo observaron algo preocupados, el muchacho se llevó la mano al cuello sin entender lo que sucedía >>lo siento, no sé qué pasa<< trató de explicar pero una vez más sin éxito.

 

-¿Rinnosuke qué pasa?-  preguntó extrañada su madre, de pronto el joven pareció muy angustiado, mirando hacia abajo y moviendo los ojos de un lado al otro comprendiendo lo que sucedía; Comenzaba a pagar los favores.

 

-¿Rinn?-

 

-…-  de la nada el muchacho suspiró con una sonrisa, mirando a los demás como si se avergonzara de su situación y movió la mano frente a él diciendo así que no sucedía nada, luego tomando un sorbo de agua y volviendo a aclarar su garganta, fingiendo que eso era pasajero y que todo estaba bien.

 

-ten cuidado por favor, creímos que te asfixiabas con la comida-  Mitobe asintió al regaño y después siguió aparentando calma y terminando la cena con su familia que no volvió a preguntar al respecto, estaban acostumbrados a su silencio así que no les preocupó demasiado que no hablara por el resto de la tarde, sin embargo Mitobe aunque aparentaba estar muy tranquilo ya estaba resintiendo el trato que había hecho, ahora tenía claro que así de pronto como comenzaron los beneficios, le llegarían las consecuencias. A la hora de dormir los padres no se confiarían y de nuevo la mujer se quedaría al cuidado de los niños y dejaría dormir a su esposo para que en la mañana estuviera bien descansado para salir a cazar.

 

El hijo mayor sin embargo simplemente no podía conciliar el sueño, todavía a veces intentaba susurrar palabras pero simplemente no era capaz de lograrlo. Todos los demás ya dormían así que no se percataron de ese maldito aleteo fuera de la casa, el cual Mitobe reconoció de inmediato, estaba afuera, lo vigilaba y daba vueltas sobre la casa ya sin disimulo alguno pues sabía que ahora el muchacho le pertenecía.

 

-¡!- de pronto lo escuchó aterrizar afuera, suaves pisadas en la tierra y después las patas del perro que abandonó su cama para entrar a refugiarse a la cocina bajo mesa. ¿Qué quería? Estaba demasiado cerca de su familia, su madre despertaba a cada momento para revisar a sus hijos y podía darse cuenta de su presencia, ella se aterraría y entonces quién sabe lo que pasaría  >>maldición<<  se atrevería a salir, caminó fuera de la habitación sin ser notado y buscó la lámpara de aceite que tenían en la cocina para comenzar a buscar al demonio, encendió el dispositivo pero inmediatamente después fue extinguido por una ráfaga de viento que lo hizo voltear hacia atrás, era nada menos que el demonio que ya lo esperaba.

 

-la luz nos delatará-  le advirtió  -sígueme-  indicó después y ambos se alejaron de la casa camino al bosque donde a Mitobe se le empezaba a dificultar caminar en la oscuridad, cuando la entidad creyó que una luz ya no sería visible desde la casa encendió una pequeña llama de color púrpura en la palma de su mano, fascinando a Mitobe y ayudándolo a ver mejor hasta que llegaron al lugar donde se vieron por primera vez  -vendrás aquí cuando quieras verme o cuando yo te llame-  se giró hacia él para comenzar a hablarle aún sin apagar el fuego  -habrás notado que ya tomé algo de ti-  el muchacho solo asintió acariciando su cuello  -¿tus hermanos están bien?-  preguntó solo por formalidad pues él ya sabía que sus poderes siempre funcionaban, solo entonces vio al humano sonreír y después, en un acto que no esperaba, inclinó un poco la cabeza agradeciéndole de esa forma ya que no podía hablarle  -ya no tendrán que preocuparse nunca más por ellos ni por ningún otro, incluso tus padres, solo tú pero a causa de nuestro trato-  Mitobe comprendía eso y al menos por ahora no lo mortificaba demasiado, la felicidad de ver bien a su familia podía más que el miedo  -te veré después-  extendió sus alas para alzar vuelo pero no sin antes pasar una de las largas mangas de su atuendo rápidamente sobre el fuego que emergía de su otra mano y así cambiar esa llama hacia la lámpara que Mitobe intentó encender en la cocina, la había aparecido de la nada y eso sorprendió al muchacho pero la aceptó para iluminar su camino de regreso a casa, al cambiar de manos la llama en la lámpara cambió de púrpura al naranja habitual  -soy Atsushi, por cierto-  acto seguido el demonio se elevó por el aire y se alejó en la oscuridad dejando al joven en el bosque.

 

>>Atsushi<<  pensó, ese demonio tenía un nombre y además dijo que podía llamarlo cuando lo necesitara, aunque a decir verdad Mitobe trataría de solo seguir el trato sin interactuar mucho con él, aún lo asustaba bastante, le agradecía que sanara a sus hermanos, claro que sí, pero eso no significaba que fuera un ser bueno.

 

El joven caminó de regreso a su casa pero cuando estuvo en la habitación y se dispuso a dormir simplemente no pudo hacerlo, pasó horas pensando en ese demonio y a su vez él desataba una nueva serie de preguntas... ¿había más criaturas como él en el mundo? Y no solo demonios, si él era real ¿también había hadas? ¿dragones? ¿faunos?... ¿brujas? Era demasiado que pensar, tal vez si terminaría llamando a Atsushi de nuevo para preguntarle todas esas cosas y que le explicara mejor lo que pasaba en el mundo el cuál ahora parecía mucho más interesante.

 

-Rinnosuke despierta- 

 

Incapaz de dormir durante casi toda la noche Mitobe se despertó con mucha dificultad en la madrugada para acompañar a su padre de cacería, empacaron algunas frutas que habían recolectado días antes y un poco de agua para el camino. Antes de partir ambos fueron a ver cómo seguían los niños que su madre cuidaba y se sintieron tranquilos al encontrarla a ella aún dormida a en paz y en la cama con los pequeños que no volvieron a tener problemas esa noche. Mitobe bostezaba bastante y caminaba de manera cansada por lo que sus pisadas eran más sonoras, aun así logró atrapar un par de faisanes disparándoles una flecha cuando volaban asustados por su presencia, además de esas presas se dedicó la mayor parte del tiempo a recolectar verduras y frutas silvestres, mientras tanto su padre había capturado algo mucho mejor, un ciervo tan grande que primero tuvo que encontrar a su hijo para que lo ayudara a cargar el animal de vuelta a la casa. Fue otro día sin complicaciones y en el que pudieron comer y también cenar, al igual que al día siguiente, y el siguiente y el día después de ese, la comida ya tampoco era problema, todas las cacerías eran exitosas y el bosque parecía tener frutos y ser verde en todas partes, la familia estaba encantada simplemente disfrutando de la abundancia sin siquiera imaginarse todo lo que había detrás de ello.

 

-¿Qué tal si damos gracias?-  sugirió la madre de familia una noche que todos estaban alrededor de la mesa listos para cenar, pero solo el hijo mayor pareció sorprendido por la propuesta  -es que hemos estado tan bien estos días, los niños han mejorado mucho, no hemos pasado hambre y podemos dormir tranquilos como no lo habíamos hecho en meses, creo que deberíamos agradecer lo que tenemos-  los demás estuvieron de acuerdo y la mujer extendió los brazos a los lados para tomar la mano de quienes estaban más cerca y ellos a su vez dieron la mano a los demás formando una cadena y bajando la cabeza para orar, Mitobe también participó estrechando la mano de sus hermanos pero no podía evitar preguntarse si era buena idea rezar a alguien que no tenía nada que ver con esas ‘’bendiciones’’  -Señor, gracias por cuidar de esta familia y escuchar nuestras plegarias-  ¿Dios se enojaría con toda su familia por algo que él hizo? ¿por romper las reglas? ¿O sería Atsushi quién se sentiría ofendido porque le daban crédito a alguien más? Y de ser así ¿eso les traería consecuencias y el trato se cancelaría? Eran las preguntas que pasaban por la mente del hijo mayor aunque obviamente no iba a comentar nada al respecto y no solo por la pérdida de su voz  -gracias por salvar la vida de mis hijos y te pedimos por una vida mejor para todos, amén- 

 

La noche llegó pronto, los padres volvían a dormir juntos en su habitación ya sin preocuparse de cuidar tan severamente de los niños quienes ahora dormían todos en la otra habitación, pero de nuevo era el mayor el que no conciliaba el sueño, tenía demasiadas preguntas y buscaría respuestas aunque eso significara ir al bosque de nuevo, pero esta vez, primero se sentó a la mesa con la lámpara, lápiz y una libreta de la cual arrancó una hoja para llevar ahí algunas dudas que tenía y esperaba Atsushi le contestara, al haber crecido en una familia con recursos había aprendido muy bien a leer y escribir, y aun cuando cayeron en la pobreza enseñar aquellas cosas a los más jóvenes fue prioridad pues sabían que la educación podía ser muy útil para conseguir empleos y abrirse muchas puertas.

 

Ni siquiera había llegado a entrar al bosque cuando la criatura que buscaba pasó sobre él  adelantándose a su lugar de encuentro.

 

-sabía que me buscarías-  le dijo cuando el joven llegó a aquel lugar y quién después de un saludo en forma de reverencia le extendió la hoja de papel que había preparado. El demonio no leía la mente pero ya esperaba que el joven tuviera más ambiciones, sin embargo lo que comenzó a leer fue una sorpresa; La carta no comenzaba con más peticiones, ni siquiera preguntas.

 

‘’Mi familia se encuentra muy bien, gracias por todo lo que has hecho’’ era la primera línea y al demonio le pareció curioso que un humano le diera las gracias por algo así a pesar de haber aceptado una condena a cambio.

‘’Sé que te enteras de todo lo que pasa con nosotros y nos viste hace un momento. ¿Estuvo mal que…?’’  Ni siquiera se molestó en terminar de leer esa frase.

 

-no me importan sus oraciones, hicimos un trato, tú lo sabes y lo estás pagando, solo eso importa y nada lo cambiará-  pudo ver la expresión de alivio del muchacho, continuó leyendo y satisfaciendo su curiosidad.

 

‘’¿hay más como tú?’’ Era la siguiente pregunta en la lista, la respuesta a eso era algo larga y sabiendo que los humanos eran tan curiosos y se interesaban mucho en cosas como esas, prefirió ponerse cómodo para tomarse el tiempo necesario en responder; Se agachó para sentarse en el césped y después con un gesto de su mano indicó al joven a acompañarlo, Mitobe obedeció de inmediato y él se acomodó frente a él sobre sus rodillas y las manos encima de estas una vez habiendo dejado la lámpara en el césped, que estando verde no corría riesgo de quemarse, estaba completamente atento esperando la respuesta del demonio

 

-sí, hay más como yo, y no hablo solo de demonios-  respondió tranquilamente mientras el otro abrió un poco la boca completamente maravillado de enterarse de eso, aunque eso le generó todavía más dudas que no sabía cómo expresar, por suerte Atsushi si leía sus expresiones al igual que la carta y continuó  -¿quieres una lista?-  preguntó como broma pero el muchacho respondió asintiendo repetidamente con la cabeza y sonriendo muy interesado en oír qué otras criaturas compartían este planeta  -bien-  suspiró dirigiendo después la mirada a los lados y hacia arriba tratando de recordar a tantos como le fuera posible  -más demonios obviamente, ángeles si-  dijo rodando los ojos al final de esa afirmación  -brujas y warlocks pero solo parecen humanos, no lo son, no hay humanos con magia, eso son supersticiones-  ante esa afirmación Mitobe sonrió de lado confirmando que las acusaciones contra su familia habían sido una estupidez de la gente del pueblo  -¿qué más? Ah sí, faunos y hombres lobo, vampiros también pero no chupasangre como en los cuentos, más tonterías humanas, tampoco dragones ni hadas pero si unicornios y elementales-  Mitobe ladeó la cabeza con una expresión confusa  -elementales, es decir, criaturas de luz, de agua, fuego, todo eso-  el joven asintió de nuevo encantado de ahora tener esa información  -no hay duendes pero si pequeños y débiles espíritus que habitan los árboles e incluso algunas casas, por eso a veces suceden cosas extrañas en las viviendas de la gente y se habla de fantasmas… falsos también, por cierto, si tienes alguno de los que mencioné en casa basta con plantar un jardín afuera para que se distraigan cuidando las flores y plantas y dejen tu hogar en paz-  algo despertó en el joven que acompañaba a ese demonio en el bosque, el terror que sintió cuando lo vio por primera vez e incluso la ansiedad de saber que lo vigilaba se habían ido y ahora era como si dos amigos charlaran tranquilamente  -claro que ahora somos menos visibles y activos que antes, nuestra presencia causó pánico y una época muy oscura para la humanidad, tratamos de hacer cosas buenas por ellos para que no tuvieran miedo pero no funcionó, la primera reacción de ustedes ante lo desconocido y lo que los supera es tratar de destruirlo, desaparecimos para mejor, tomando formas más… discretas-  le hizo una demostración desapareciendo en una pantalla de humo sus cuernos y alas y cambiando el color de su cabello a un castaño claro más natural, quedando ahora solo como otro humano y sorprendiendo al muchacho que se echó hacia atrás en el césped  -jaja, aunque a mí no me agrada mucho esta silueta-  volvió a la normalidad aun riendo por la expresión del humano pero cuando él también le sonrió de vuelta tuvo que cambiar su expresión a la cara seria de antes, no estaba acostumbrado a que los humanos se sintieran tan cómodos en su presencia  -tal vez ya conociste a alguien así pero ni lo notaste-  agregó antes de regresar su vista a la hoja de papel y responder algo más.

 

´´¿has hecho más tratos con humanos?’’ Esa pregunta cambiaba por completo el ritmo jovial de la conversación anterior, porque implicaba confesar que había tomado la vida de otras personas antes que la suya.

 

-… si ha habido otros antes que tú-  de inmediato la expresión de Mitobe cambió a una más seria  -pero ellos eran diferentes, humanos simples y ambiciosos que querían fortuna inmediata y nada más, y que por lo regular adelantaban su propia muerte a causa de sus excesos… debo reconocer que haberte ofrecido por tu familia fue algo que no había visto en toda mi vida-  Mitobe bajó la mirada algo apenado por lo que pareció un alago pero también nervioso de que le recordara que le había vendido su alma  -y teniendo un par siglos, eso es fascinante-  de repente Mitobe de nuevo cambió su expresión y se inclinó un poco hacia adelante curioso al escuchar esa confesión –tsk… tengo 730 años de edad-  Mitobe levantó las cejas sorprendido por esa cifra  -al llegar al punto en que maduramos y somos más fuertes dejamos de envejecer, algunos tardan más que otros en alcanzar su mejor estado, por eso hay demonios que parecen ancianos y otros como yo, a pesar de nuestra edad, nos vemos jóvenes por siempre-  el muchacho asintió entendiendo ahora un poco más sobre los demonios.

 

‘’¿Dios existe?’’

‘’¿De dónde vienen ustedes?’’  El demonio apretó los ojos casi molesto por la pregunta siguiente más que por la que le seguía.

 

-siempre quieren saber eso, creería que conocer un demonio es suficiente pero no-  suspiró  -sí, dios existe pero una vez más no como ustedes lo creen, es un ser que nació por la fuerza de la creencia colectiva de tantos y tantos humanos que cada vez se refugiaban más en su ‘’fe’’-  enmarcó esa palabra formando los símbolos con sus dedos en el aire  -todo en este mundo es energía, él también, poderoso y esculpido por la imagen que los humanos tienen, si ustedes creen que algo existe y se ve de cierta manera, muchos a la vez, puede que le den vida como sucedió con él-  observó al muchacho quien miraba al suelo intentando comprender lo que le decía respecto a la deidad que desde niño le enseñaron a respetar  -es extraño ¿verdad?-  llamó su atención  -enterarse de que lo que creías que te creó a ti en realidad fue creado por otros como tú hace mucho tiempo, casi desde el inicio de tu civilización… en cuanto a las criaturas como yo, los demonios somos el miedo y la desesperación que las personas han sentido desde esos mismos tiempos, todo lo contrario a tu dios y ángeles, por eso el conflicto, nosotros concedemos dones y bendiciones sin importar si es lo correcto o no, sin importar si es lo mejor para el equilibrio del mundo que ellos tratan de mantener ético y equilibrado-  iba a decir otra cosa pero primero observó al joven humano y pareció arrepentirse de lo que estaba por confesar, pero si él estaba tan interesado en todo esto tal vez debía escucharlo, además, ya estaban a salvo  -él planeaba quitarle un poco de carga a tu familia, con menos hijos en casa mantener a los demás sería más sencillo-

 

-¡!- Mitobe pareció mortificado >>¿esos eran los designios de dios?<< no le pareció justo ¿qué pasó con la compasión que según tenía hacia todos sus hijos? ¿por qué no solo les dio más recursos para que no murieran de hambre? Apretó los puños sobre sus rodillas y el demonio pudo notar que estaba abandonando todo en lo que solía tener fe.

 

-‘’trabaja de maneras extrañas’’ es lo que dicen ¿no?-  recuperó su atención  -él tampoco da nada sin pedir algo a cambio, ese si es el equilibrio correcto, pero no te preocupes que ahora yo ya te he dado lo que necesitan-  Mitobe trató de sonreír de nuevo pero era obvio que esta conversación estaba siendo demasiado para asimilar y aceptarlo tan tranquilamente  -… los espíritus de la naturaleza se dieron solos-  trató de cambiar de tema  -es lo que dije de la energía, la naturaleza por si sola tiene suficiente poder para crear todo tipo de criaturas-  el joven asintió y recuperó algo de su tranquilidad; De repente la lámpara que los iluminaba se apagó dejándolos a ambos en la completa oscuridad del bosque, pero no por mucho tiempo pues el demonio encendió sus propias llamas en la palma de la mano y dirigió una hacia adentro de la lámpara la cual volvió a brillar  -ve a casa-  el que se quedaran sin luz demostraba que habían estado mucho tiempo conversando, el día siguiente volvería a ser difícil para Mitobe quién una vez más había trasnochado.

 

-…-  se puso de pie e hizo otra reverencia antes de darle la espalda y comenzar a caminar de regreso a su hogar, el demonio solo asintió una vez y lo dejó marcharse, continuarían con las preguntas en otra ocasión, mientras tanto el demonio se quedó con la hoja de papel y la miró con la misma mueca que hizo cuando le preguntó acerca de Dios, quedaban dos preguntas más pero la última que había sido rayada casi hasta desaparecerla bajo el carboncillo del lápiz no le agradó en lo absoluto, alcanzaba a leerse a pesar de los esfuerzos del muchacho por borrarla.

 

‘’¿puedes morir?’’

Notas finales:


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