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Corazón Viviente por alex solano

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Después de haber recibido el castigo-injusto en su opinión-de McGonagall, fue a sus aposentos en Slytherin, debía quitarse el olor a cloro y jabón de las manos por estar lavando platos. Pero que sorpresita se encontró al cachar a Dobby en las cocinas, y este tan pronto lo vio desapareció en el aire, suponía que aún le temía, era justificado, en sus días de niño pomposo y malcriado no lo trato tan bien, pero tampoco tan mal como lo hacía su padre. Si fuera sincero... ese elfo estaba mejor que en las garras de los Malfoy.

Estaba cansado, tras lavar los trastes restantes del almuerzo y ayudar a Trelawney en su salón (y recibir tan escalofriante supuesta profecía) tenia las pestañas convertidas en concreto, pero nada que el café legendario de Goyle no soluciones. Ya no es tan sorpréndete saber que Goyle tiene unas manos literalmente de dioses a la hora de la comida, el café que sirve le haría ver a todas las cafeterías del Londres mágico unos malditos ineptos. Creía que tendrá un gran talento en la cocina como Chef, el opinaba igual, pero lamentablemente su padre no.

Como quería ayudarlo a elevarse por los aires, pero el también era un ave cuyas alas están quemadas.

Algunos Slytherin tienen un sueño que se desvía del destino deseado de los grandes estándares sangre pura y padres; Blaise quería ser pocionista o comentarista de quidditch, Pansy una independiente diseñadora de modas y varitas, ella tiene un talento natural para ellas, Goyle en las artes culinarias, Astoria le comento una vez que le gustaría algo relacionado con la política. El personalmente quería ser pocionista porque le iba bien, pero ser escritor le era atractivo, pero bailarín de Ballet, aunque fuera una fantasía de niño seguía en lo mas recóndito de su mente.

Como todo buen Malfoy debe destacar en los bailes clásicos y de estirpe, junto con Blaise y Pansy recibieron clases privadas en la mansión de los Parkinson a los 7, y su maestra hablaba del lago de los cisnes, del cascanueces, de todas aquellas obras famosas por magos y muggles interpretadas en el escenario a maravillada, aunque disimuladamente porque no quería meterse en problemas.

Tan pronto su madre le mostro su patronus al comentarle con brillo en los ojos el lago de los cisnes, quedo enamorado del hermoso cisne brillante que volaba en la biblioteca, deseando con mucho anhelo saber cual seria el suyo. Pero Ballet era una fantasía momentánea que fue destruida por económica, administración de empresas, matrimonios, patrimonios, legal y lo ilegal, con una marca oscura de por medio.

Los sueños te hacen volar, pero hay cadenas, cadenas que impiden volar alto y perderte en las estrellas.

Miro el reloj, faltaba una hora para la cena, estando las 6 de la tarde de hecho, Pansy ya debió haber pateado la puerta de su habitación y abofetearle con las firmas por mandarle hacer los recados.

-¿Donna?-

Alzo su mirada, acomodase bien en el sillón de su habitación compartida, mirando a Goyle sucio de harina, pero tendiéndole una bandeja con un platillo muggle llamado Donnas, aquellas rellenadas por distintos tipos de glaseados, mermeladas y otras exquisiteces, espolvoreada con un polvo blanco fino que identifico como azúcar.

Se le aguo la boca al reconocer el relleno de chocolate en una que le sobresalía, tomándola educadamente con una servilleta, disfrutando del aroma dulce y tacto cálido que no hace mucho fueron sacadas del horno. Unas mordidas basto para que se dilataran las pupilas, comiendo algo rápido para disfrutar de otra mordida.

-te luciste. félicitations au chef, il a des mains prodigieuses- exclamo con un buen acento.

Goyle se sonrojo, murmurando un gracias torpemente, saliendo a la habitación a la sala común para ofrecer gustación a los demás.

Cocinar era un arte que se perfeccionaba con los intentos, Goyle cocinaba, pero no probaba, si no que le daba aquella que confía en su criterio estricto y honesto, no aceptaba mentiras, ni tampoco evasivas para que lo intentara mejor la próxima, quería la pura verdad, el estaba muy preparado para las críticas negativas, porque de ellas es que levanta.

Pansy ya debió haber llegado, le preocupaba mucho su tardanza, aunque podría haberse distraído por le camino con esas Hufflepuff que venden contrabando aquí en Hogwarts en los pasillos.

Después de estar acomodándose uno cuantos minutos en su sillón se dijo un basta, la incomodidad tanto en su mente como su espalda lo estaba matando. Mejor iba a prestar un libro en la biblioteca de encantamiento, de paso buscaba a Pansy para ir con a la oficina del director antes de la cena para cancelar el hechizo antes que sea demasiado tarde.

De camino a la biblioteca le fue relativamente tranquilo, demasiado en su opinión. No había muchos estudiantes, una tranquilidad inmensa con el eco de sus pasos. No había nadie en los finales que apareciera a reclamar venganza por una tetra, no había Potter persiguiéndolo, no encontraba a las contrabandistas.

Su estancia en la biblioteca fue rápida, ni miro el volumen que tomo por estar mordiéndose las uñas porque algo pasaba. miro de reojo alrededor mientras Irma pince llenaba la tarjeta de préstamo. A unas mesas al fondo estaba la usual melena esponjosa de Granger quemándose las pestañas por leer, a su lado estaba la hermana de Weasley con una cara larga. Miro de reojo el lugar si no estaba algún león de ojos verdes por ahí, suspirando tranquilo al no ver moros en la costa.

Recibió el libro tranquilamente y retomo su caminata por los pasillos que usualmente Pansy seguida de vuelta a las mazmorras. No la encontró en ninguna parte, ni siquiera en el baño de Myrtle, que Salazar lo llevara si no estaba en lo cierto que algo estaba sucediendo, y tenia mucho que ver con él.

-¡Draco!- volteo atrás para mirar a Astoria corriendo hacia él.

-Astoria, ¿Qué sucede...-

-es Pansy y Daphne- exclamo luego de recuperar un poco el aliento, acomodándose un mecho rebelde de su flequillo.

Se le helo la sangre, ¿Qué pudo pasarle a Pansy y a Daphne?

-¡¿Dónde está?!-

-¡en la enfermería!-

Corrió junto con Astoria por los pasillos y escaleras movedizas hacia la enfermería, con el corazón latiéndole rápido, deseando que nada grave le haya pasado a su fiel amiga, compartía la misma preocupación con la hermana de Astoria, aunque no fueran tan íntimos se protegían.

El olor a pociones con narcisos fue lo primero que olio al llegar, mirando las camillas blancas, algunas cubiertas con cortinas para la privacidad del paciente, con Madam Pomfrey revolviendo un armario en la esquina.

-Ah, señor Malfoy, supongo que está aquí por su amiga la señorita Parkinson-

-¿Dónde está?- la pregunta le salió algo mordaz, pero la enfermera ignoro estando acostumbrada a los Slytherin.

-aquí- camino a la cama numero 6 del lado izquierdo, abriendo las cortinas.

-¡Pansy!-

-Draco...-murmuro mientras se sobaba un poco la cabeza.

Suspiro algo de alivio al ver que no tenía herida alguna más que un moretón en la mejilla, con rastro de polvo en su camisa blanca, del resto no había nada fuera de lugar.

Miro a la cama vecina, la rubia aun no se despertaba, cual bella durmiente que no le afecta nada del exterior.

-¿esta bien?- pregunto Draco peinando los cabellos rubios de Daphne.

-inconsciente, nada grave, cuestión de media hora a una para que despierte- respondió Pomfrey desde su lugar.

No era algo de el hacer esto, pero con unos giros de varita pudo hacer crecer de la nada un ramo de orquídeas blancas en su palma, depositándolas en el pequeño jarrón a su lado con un te mejores en susurro.

-gracias Draco- agradeció Astoria.

-¿y tú Pansy?-

-Bah, no tengo nada- respondió mientras se recogía el cabello en una coleta.

-¿pero fue lo que les paso?-

-no lo sé, iba caminando hacia las mazmorras con Daphne y luego...luego nada- se sobo la cabeza.

-yo puedo contar lo siguiente, las encontré las dos desmayadas en pleno pasillo, le pedí al profesor Slughorn que me ayudara a llevarlas aquí- conto Astoria acariciando la palma de su hermana.

-gracias a Salazar...-murmuro al aire sobándose el entrecejo.

-no celebres todavía Dray, hay algo que debes saber- miro a su amiga.

Astoria comenzó a buscar en su bolso ante la mirada curiosa del rubio, sacando un trozo de papel de pergamino.

-¿Qué es eso?- entrecerró los ojos.

Astoria le dedico una mirada apenada, entregándoselo en la mano. Ante sus ojos grises parecía una pieza de pergamino común y corriente, pero Pansy no le mostraría estupideces solo porque sí. Solo era un trozo de papel con un nombre incompleto en ello.

Mierda...

Miro sin creerse el pequeño trozo de pergamino. Luego miro a Pansy sonriendo ante la mirada seria de ella. Astoria comenzó a preocuparse cuando el rubio comenzó a reír, pasando su mano por su cabello hacia atrás, como si le hubieran dicho el mejor chiste de gatos.

-no puede ser eso- negó.

-Draco, antes de caer inconsciente tenia todas las firmas conmigo-

Entonces el mundo comenzó a girar, como si de un terremoto personal en sus pies estuviera comenzando, perdiendo la risa descendentemente, creyendo con esperanza que se tratara una broma de las chicas.

-no puede ser verdad-

Entonces Astoria le mostro mas tiras de papel que fue sacando de su bolso, con la prueba tangible que no era una broma.

-esto es claro que es solo de una página, las encontré camino aquí, había otras que se notaban partes quemadas-

Era su fin...

Alguien había destruido el duro trabajo que había conseguido, reuniendo todas esas firmas, con la esperanza que siga en la oscuridad sus mas oscuros secretos, siendo destruidas literalmente ante sus ojos.

Se ahogo repentinamente con su saliva, parpadeando incrédulo, convencerse que era un sueño más, pero los aromas de pociones, la mano consoladora de Astoria en su hombro y la mirada seria de Pansy le probaban que no era mentira.

Miro su pecho, pensando que en cualquier segundo su corazón saldrá, volando por los pasillos de Hogwarts hacia su verdadero dueño, susurrándole sus mas profundos pensamientos, y claro, también sus más oscuros secretos.

No, no no no no...

Paso su rostro primero a la ira, prometiéndole aquel que hizo esto sufrir los crucios desde su propia mano, luego a la ansiedad, mañana era san Valentín, por ultimo al miedo y resignación, Harry Potter sabrá cual es el dueño de su corazón, y temía que haría con él.

-Draco, lo lamento-

-no Pansy...-

-es mi culpa que...-

-No.es.tu.culpa. Nadie la tiene- se cubrió los ojos porque sentía plenas rodaja de cebolla bajo de ellos.

-debí prever esto, sabía que todos se enterarían que yo recogería las firmas, debí ser más cuidadosa-

-Pansy, tu no tienes la culpa, fuimos descuidados, nada del otro mundo- trato de consolarla.

-pero tu...-

-lo que yo quería ya no importa, no hay tiempo, mañana es 14 de febrero, aunque intentáramos no obtendríamos la suficientes, la jornada comienza a las 7 de la mañana, es inútil intentarlo- intento sonreír, pero estaba seguro que le había salido una mueca de tristeza.

Después de una media hora a su lado, con Pansy amenazándolo de cortarle las pelotas si la sigue tratando como flor, resignándose a dejarla ir, en compañía de la mencionada y Astoria se fueron caminando hacia el comedor.

El encantamiento sería inevitable, por mucho que jure que reunió las suficientes Dumbledore necesita la prueba en físico, cosa que no tiene, y por mas que tenga de testigo a Granger ella no hablara.

El comedor nunca le pareció tan horrible, caminando a paso algo pesado, sentándose junto a Blaise que le pregunto en mudo a Pansy quien se había muerto.

Los de su alrededor no se atrevieron a preguntar, sabiendo la cara larga que tenía.

Su mirada gris fue al otro lado, observando a cierto león que conversaba animadamente con la menor de los Weasley. Se pregunto por una vez mas ¿Qué haría Harry Potter con su corazón? (en caso claro que logre tenerlo porque se encargara de que no suceda)

El hechizo del demonio comenzaba iluminado tu pecho, en luz roja comenzando como una débil vela encendida a equivalencia de un faro, indicando que comenzaba a tomar forma su amor de manera física y señal ridículamente estúpida que está enamorado. Por ultimo y no menos importante, esa cosa tomara vida, saliendo de su pecho, un estado puro de sus sentimientos y secretos en forma, volando directo a su dueño.

El que lo posea puede preguntarle cosas, porque un corazón que ama a su dueño no le negara nada, y era muy seguro que Harry Potter le preguntara asuntos que no tienen nada ver con su amor, mas por ejemplo de la marca que le quema el brazo y armario en la sala de los menesteres.

No, por supuesto que no, nunca tomaría importancia de sus sentimientos, ni le preguntaría las bellas cosas y dolorosas que sentía. Viéndolo con la pelirroja a su lado era un veneno a su alma, uno que ha aceptado ver cada día.

Miro su palma diestra, aquella que tiene tatuada sus mas leales amistades. ¿ellos aceptarían su amor? ¿ellos le apoyaran sabiendo lo que era? ¿lo que tenia que hacer? Cuando ha sido muy hipócrita de su parte apartarlos del lado oscuro y decirles lo feo que era Voldemort y que nunca se les una, siendo el un mortifago con un plan terrible.

La comida le supo agria, decidió solo tomar su jugo de calabaza con un biscocho que no le daba tanto asco tomar, el sabor de la derrota señores.

Como sea, el punto era que estaba perdido, al borde de no solo ser descubierto, si no ser rechazado cruelmente por el león de ojos verdes, y eso asusta, porque hay vidas en juego, un amor imposible, y el curso de una guerra, con una profecía de por medio.

Entonces entendió a que se referían con las estrellas.

Las estrellas son cuerpos celestes fríos, inalcanzables en el cielo, igual que los muertos, una tradición antigua que cuando morían magos su mágica convertía su alma en una estrella para acompañar a la luna que se acobijaba en su sabana oscura llamada noche.

Él se convertirá una estrella, y puede que no haya nada para evitarlo.

Sufrirá, de eso no hay duda, pero pensar que podrá acompañar a la luna con los astros podía ser un consuelo, mirando en la tierra a sus amigos y a Harry Potter.

 

 

 

Notas finales:

¿sera que sigo escribiendo? :v


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