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Corazón Viviente por alex solano

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Draco abrió otra vez los ojos para solo gruñir, apretando los dientes fuertes, mirando a su pecho que se iluminaba cada vez más como fogata que nacía.

Ante los tres para su congelante asombro, un capullo comenzó a crecer desde el lado izquierdo de su pecho, aumentando el tallo, creciéndole espinas filosas, naciendo pétalos largos que fueron agrandándose, tiñéndose de rojo, aumentando su tamaño y grosor.

-¿una rosa?- fue todo lo que pregunto Pansy, mirando con miedo aquel capullo en el pecho de Draco, que seguía creciendo.

El rubio miro en pánico como seguía aumentando de tamaño, Blaise empuño su varita amenazante, estando atentos al capullo.

Para esos angustiantes segundos, el capullo dejo de crecer aparentemente, con el rojo intenso de sus pétalos enormes, el verde profundo del tallo grueso, y las espinas más afiladas que una rueca de Aurora, comenzando a tener un brillo en su interior, algo tenue que fue creciendo en intensidad, teniendo el capullo un tamaño equivalente al de un Melón.

-¿la cortamos?-pregunto dudoso al fin el rubio.

-¿eso se puede?- interrogo Pansy con sospecha, mirando con recelo el capullo.

-Blaise, córtala-

-¿estas seguro? No sabemos que pasara si lo hago- se rasco la nuca.

-voy a tocarla- agarro una ramita.

-¡no Pansy! ¡¿Qué pasa si te hace algo?!-

-por favor, ¿qué puede hacer una maldita flor? Y si no estás muerto, entonces no hay que alarmarse- pincho con la punta el capullo.

-¡Ay! ¡maldita! ¡eso me dolió! - chillo el rubio en sus brazos, sobándose alrededor del tallo.

-¿de verdad?- toco otra vez, ganándose un manotazo del albino.

Blaise soplo por la punta, moviéndola ligeramente, sacándole un corrientazo al Malfoy, haciéndole temblar.

-no puedo cortarla, se nota que está conectada a tu cuerpo y tiene sensibilidad-

Dio un brinco atrás cuando vio movimiento de parte del capullo, empuñando varita. Draco que había sentido trago saliva, apegándose al pecho de Pansy, sin importarle sentir el maldito plátano, que le envolvió en brazos, mirando con miedo al capullo que se movía.

Se les salió un jadeo cuando aparentemente comenzó abrirse, bajando pétalo por pétalo de manera lenta y delicada.

Fueron unos minutos interminables de incertidumbre, helantes y llenos de preocupación, pensando mil posibilidades, pero solo una acertada podría ser, preparándose para lo peor.

Al abrirse completamente, luciendo unos pétalos tan inusualmente rojos, espesos y oscuros como lo era la sangre, grandes y fuertes como rosa de Blancanieves, mostro en su interior una cosa alada, difícil de determinar que era, oculto en unas larga alas de color carmesí oscuras, con algunas de degradados en matices rojos, y el resto teñido del vino de las uvas más virgen que se conozca.

-¿un pájaro?-

-no estúpida, un perro- rodo los ojos el moreno.

Se hicieron un poco para atrás cuando aquellas alas comenzaron a bajar lentamente, como delicadas hojas de papel, retrayendo las largas plumas, revelando poco a poco un fino pico, unos ojos negros llenos de curiosidad, y leves piares hermosos al oído.

Draco se quedo quieto, mirando al ave, que se paro en sus patas, aleteando y ladeando la cabeza hacia él, reconociéndolo, como si lo conociera de toda la vida.

-¿qu-que es?-tartamudeo.

-yo...creo que es una golondrina-dijo inseguro Blaise.

-¿estas seguro?-pregunto tragando saliva, mirando al ave que no aparataba su mirada de él.

-bueno, el color no es normal, y es un poco grande, pero creo que es una, yo siempre las veo cuando viajo a Australia- escaneo con la mirada al carmesí pájaro.

Draco lo miro, aun parpadeando sorprendido, mirando la bella ave de color sangre, preguntándose qué tan común es esto.

Para nada, esto es más raro que Potter con un cepillo.

El ave aleteo y se posó en el cabello de Pansy, piando y moviendo sus patas pequeñas, viendo el mundo nuevo a su alrededor.

La flor que nació de su pecho comenzó a morir, envejeciendo rápido, comenzando a marchitarse, cayendo los pétalos al suelo, se preocupó de eso, pero el rastro que una vez creció algo ahí comenzó a desvanecerse, como si nunca hubiera salido algo ahí.

-ok, ¿Qué demonios está pasando? - quebró el silencio Pansy, sin atreverse a tocar la golondrina que estaba parada encima de su cabeza.

-¿y acaso crees que yo sé?- se incorporó lentamente del pecho de su amiga, haciendo una pequeña mueca de dolor.

-yo tengo una teoría...pero no te gustara-murmuro el italiano.

-escupe-

-no hay que ser genio para unir cabos Draco, ¿acaso olvidaste el hechizo del viejo? - alzo la ceja.

Bastaron solo unos segundos, tan solo unos para quedarse frios como el hielo, abriendo los ojos en sobremanera, alejándose de Pansy exageradamente, mirando a la golondrina que piaba a su dirección.

-¿me estas diciendo que tengo de corazón un maldito pájaro?-pregunto incrédulo y tembloroso.

-no idiota, el amor puede tomar alguna forma simbólica, no necesariamente de un puto corazón, puede ser...¡no se!, esa cosa- señalo al ave.

-¿pues que demonios significa una golondrina?-

-¿me viste cara de diccionario?-

Miro a los ojos a la golondrina, que se acomodaba en el cabello de Pansy con ternura e inocencia, viendo todo a su alrededor como si acabara de nacer, con la emoción de volar y descubrir lo que este mundo tiene que ofrecer.

De todo lo que podría ocurrir, definitivamente esto no lo vio venir.

Para nada...

No podía creer que esa ave sea la representación de su corazón en un estado físico, aquella que simboliza el cariño y lealtad por sus amigos, el amor de un hijo a su madre incondicional, y por supuesto, el desbordante amor en cantidades alarmantes por Harry Potter.

Oh Merlin, casi olvidaba, esa cosa en cualquier momento volara hacia el león alfa, y bueno, por obvias razones no puede dejarla ir.

-convierte algo en una jaula Blaise-pidió en murmuro.

-¿Qué?-

-Esa cosa ira tras Potter, necesitamos encerrarla ahora mismo- se acercó con cautela a la golondrina.

El moreno hizo lo pedido, tomando una roca cualquiera, transformándola en una jaula dorada para aves, abriendo la puertecita, listo para meterla.

-Pansy, no te muevas- susurro el pálido, acercándose con cuidado a la golondrina que le miraba.

Con cuidado acerco sus palmas abiertas alrededor de ella, dejo de respirar cuando movió las alas por un momento, acunándola con firmeza, pero no tan fuerte al ave, sintiendo al tacto de sus palmas una calidez inexplicable, tan buena y placentera al tocar que le tentaba no soltarla nunca, sintiéndose abrumado por la cantidad de sentimientos cálidos que le llegaban de repente a su pecho, palpitando su pulso a mil, caminando a Blaise que tenía la jaula lista.

Con delicadeza metió a la golondrina adentro, cerrando con cerrojo la puertecita pequeña, respirando al fin tranquilo.

-¿ahora ya estas tranquilo?-le interrogo el moreno.

-bueno, es un respiro, aún no termina el día-

-oh my gad, es hermosa- tomo la jaula de las manos de Blaise, acercando su rostro a los barrotes para mirarla más de cerca, encantada por el breve entonar del ave que le dedico al reconocerla.

-parece que me conoce-

-pendeja, esa cosa es el corazón de Draco, claro que nos conoce-rodo los ojos ante lo obvio.

-mejor vámonos de aquí, no quiero encontrarme con nadie y complique las cosas- se sacudió las ropas, haciendo una mueca por lo horrible que era la combinación, tentado a pedir por vía lechuza a Goyle que le traiga ropas decentes.

-creo que es algo tarde para eso-señalo Pansy a unos metros.

Fue como en cámara lenta que todo paso a sus ojos paso, dando media vuelta al castillo, murmurando oraciones a todos los santos de Slytherin, rogando que no sea quien es qué cree.

Por qué definitivamente eso seri muy gracioso... nótese el sarcasmo.

El rojo fue el primer color que vio, tragando un montón de saliva, tan pesado que casi se ahoga con ello. Un cabello pelirrojo fue como un crucio, con pecas que rajan a los excesivo y un modelo de escoba viejo. Ron Weasley caminaba hacia ellos, hablando con el segundo crucio que le dejo las rodillas temblando, una melena tan desordenada y el maldito libro en sus manos son inconfundibles a kilómetros, Hermione Granger camina junto con Dean y Ginebra su lado, y algunos mas del equipo de Gryffindor.

Tal vez se salvó del fatídico final, si no fuera porque segundos después, de la salida del castillo reconoció una cabellera indomable azabache, unos ojos tan verdes, y ese viejo y roto uniforme.

Ese fue el avada Kedravra a su corazón, Harry Potter como la peor de las torturas, casi cayendo al suelo, con la piel más blanca que raya a lo enfermo, la boca más seca que los emiratos árabes y la llameante sensación de su cuerpo consumiéndolo.

¡es enserio!

Pansy ahogo un grito, volteando de inmediato a ello, viendo como la golondrina comenzaba a cantar fuerte, aleteando emocionada.

Que lo llevara el diablo si no impide esta tragedia.

Fue el primero en reaccionar, con la adrenalina en su sistema, arrancando con pie fuerte en el suelo, levantando pedazos de tierra, tomando la mano de Pansy y correr lo mas lejos posible del campo de quidditch, con Blaise siguiéndoles a su lado.

-¿oye, ese no era Malfoy?-

La pregunta desde lejos que alcanzo a escuchar fue motivo suficiente para agarra a Pansy en sus brazos y correr lo más rápido que en toda su maldita vida, casi dejando a Blaise detrás, directo hacia las orillas del lago negro.

-se me cae la banana-

-deja el maldito plátano y no sueltes por nada en la vida la jaula-

-es una banana-

-me importa un pepino que sea una papaya-

Llegando de bajo de un sauce a las orillas del lago, pudo respirar tranquilo, por ahora. La golondrina no dejaba de cantar, aleteando en dirección hacia el campo de quidditch, desesperada por ir hacia su dueño.

Tan pronto pudo recuperarse de la adrenalina, sintió pena, y un dolor en su pecho al ver aquella ave, que cantaba y aleteaba desesperada por salir, mirándolo a él alternadamente.

¡Él esta allí! ¡tengo que ir!, podía entender en sus ruegos.

Tristeza...

Era demasiado triste, y comprendía la sensación.

Y entendió lo perfecto que un ave sea la representación de su amor.

Porque también era un pájaro, atrapado en una jaula, una hecha con marcas, fuego y amenazas, no quedándole otra que ser prisionero.

Si, quería salir de su jaula, destruir aquella que también es prisionera su amor, pero era lo mejor.

Pansy le tendió un pañuelo, y el hasta ahora no se había dado cuenta de las dos lagrimas que se escapan del ojo derecho.

Era tan injusto, pero era necesario.

Harry Potter debe seguir su curso, sin más obstáculos de los que tiene, para que derrote al señor oscuro.

-gracias Pans- se limpió la cara con la tela suave.

Su amor era un gran problema en estos momentos de crisis, un arma que le puede doblar en su contra, y su madre podría sufrir con ello estando sola en Malfoy Manor. El señor tenebroso no le tendrá piedad, y puede que le obligue a ser más cosas de las se arrepentirá toda la vida. Harry Potter no lo ama, y el aceptara que su felicidad no es con él, daba mucho miedo que se entere aquella verdad y sentir el filo de la navaja del rechazo en su frágil corazón. Y solo, solo tal vez en el caso que sea correspondido, ese amor no les llevara a ningún lado, menos ahora que está marcado y tiene un bando del cual servir.

De todas maneras...¿Por qué querría a un ave con las alas quemadas?

Mucha gente quiere aves con hermosas alas, el solo tenía plumas quemadas, sin poder volar, aunque quisiera, con una horrenda cicatriz que simbolizaba tanto, que no vería belleza alguna en él.

Harry Potter representa una causa, una en contra de lo que tiene en su muñeca.

¿Qué no le había hecho la vida un martirio cuando llego?

Estando en su lugar, no dudaría mandarlo a la mierda, porque le ha hecho la vida imposible desde primero, solo por un poco de atención, que lo mire, y no se olvide de él.

Quería tanto volar con su madre, por los cielos y sentir la suave brisa, cantar hermosamente en las mañanas, y comer chocolates hasta darle diabetes.

¡no era justo!

¡¿Por qué tenía que ser así su destino?!

Cuanto deseaba cambiar su vida por un simple mago, incluso por un ballenato, aquel ángel del mar que ve maravillas en el fondo de agua.

Se quebró en el pecho de Pansy, llorando, mientras era acariciado por sus manos.

Pansy vio con tristeza a Blaise, en una gran pena, consolando al rubio, como aquella vez que subió al manzano de su mansión, solo para bajarle una manzana a ella, llorando por su madre con el brazo roto, besándole la mejilla, partiendo la manzana verde por la mitad aquella vez.

Era cruel todo esto, pero entendían que era necesario, solo estando ellos para no dejar que se caiga más su príncipe, en consuelo y apoyo.

Se daban cuenta que solo eran unos niños, unos que no pueden chasquear los dedos y esperar a tener todo a la mano, esto no se resolvía con dinero, esto era algo más oscuro, solo ofreciendo la mano y tenerla, y entrar en la oscuridad juntos.

-Draco...-

El rubio miro a la jaula que le tendía Blaise, mirando en pena suelta a la golondrina, en una esquina, fría y tiesa.

Abrió la puertecita, sacándola con cuidado de allí, con sus ojos grises derramando más lágrimas al ver la avecilla muerta en sus manos, acunándola en su pecho.

Que tan dura podría ser la vida.

Acaricio con delicadeza la emplumada cabeza, deseando en su interior que haya tenido la libertad en el otro lado, con la culpa encima de que haya muerto en una jaula, sin poder volar, a causa suya.

-oh, cariño...-Pansy con cuidado la envolvió en su pañuelo, dejándola delicadamente en sus manos.

A pesar que la golondrina haya muerto, ese amor tan ardiente seguía ahí, consumiéndolo.

Le lloro a Pansy, entre sollozos diciéndole lo doloroso que ha sido todo, mandando al carajo el apellido Malfoy, y solo ser aquel príncipe rubio llorón que conocían.

El amor era un arma poderosa al igual que el odio, una con efectos horribles para aquel desafortunado que no pueda amar libremente.

Ahora entendía lo desesperado que estaba aquel que hizo las notas en ese libro, puede que hace muchos hubo alguien igual a él, tal vez llorando debajo de este sauce, igual de desconsolado.

Ahora lo entendía...

-tendré que pedirle disculpas a la madre de Potter-murmuro.

-¿Por qué Dragon?-murmuro Pansy, acariciando sus cabellos.

El amor era un arma poderosa, y aun muerta aquella ave, podía sentir las mismas brasas del amor creciendo lentamente, incluso después de la muerte de aquella ave, el amor seguía ahí, como la energía que no se puede destruir, sino transformar.

Él podía asegurar ahora, aunque no haya muerto, que, si en llegado caso alguien cegara su vida, el amor seguiría estando allí, incluso al otro lado. Y diciéndole a sus amigos, le dijo que Lily Evans era su heroína, porque su amor paso incluso aquel telón de la muerte, incluso aunque fuera algo insignificante, seguía ahí, indestructible, protegiendo aquel que ama.

Aunque fue una estupidez para ellos, les pregunto que hechizo utilizo ella, porque si llegara el caso de morir, al menos quería dividir su inmenso amor como escudo que protegerá a sus amigos, a su madre y a su amado león, de aquellas manos que quieren hacerles daño.

Porque eso quería ser, por una vez en la vida quería ser un valiente caballero que proteja a quienes ama, sin importarle que tan Gryffindor sea eso.

Hizo una pequeña mueca aquella punta en sus labios.

-no quiero...-se quejó.

-anda, solo un poco-

-no tengo hambre-

-anda Draco, muerde mi banana-

-¿sabes cómo sonó eso?-alzo la ceja el italiano a su lado.

Soltó una pequeña risa, sacando su rostro del pecho de Pansy, limpiándose cualquier rastro de lágrimas, con lo ojos algo rosas, mirando las pestañas cómplices de Pansy con la fruta en la mano.

Le llamo tonta, dándole una mordida, joder... necesitaba algo que comer.

-Dios, una perra estaría agradecida que le diera un plátano, pero tu desprecias la comida que te doy-

-es por eso que cuando salgamos el sábado te regalare una palma, para que expreses toda tu gratitud-

-¡oye!-

Draco solo pudo reír descontrolado, con algo de alivio, puede que su amor nunca se vaya, y no lo hará para su fastidio, y aunque Harry Potter nunca lo ame, será feliz si él lo es, no es que digamos que estará solo, Harry podría presumir de su gran número de amistades, pero el tenía las suyas, pocas pero tan leales, dispuestas a entrar de la mano a la oscuridad, igual cuando se tomaron de la manos para entrar a la casa embrujada del patio de la señora Zabini.

Pansy dio un grito asustada hacia el cadáver en sus manos, soltándolo asustado hacia el suelo.

El pañuelo que envolvía al cuerpo comenzó arder, y una llama empezó a nacer.

Un piar le hizo brincar de su sitio, y la tela ya consumida, unos ojos negros pequeños se enfocaron en los tres.

-¿Qué mierda...?-pregunto asustada Pansy

El ave de acicalo el ala, brincando a pequeños pasos en su lugar, como si nunca hubiera pasado nada.

-¿no...estaba muerta?-

-bueno...esa cosa fue hecha en parte con magia, y la magia no es algo que pueda matar-murmuro incrédulo el moreno.

No fue solo magia, pensó el rubio.

Si, el amor cruza distancias, no importa que tan grandes sean, igual que las golondrinas que vuelan alrededor del mundo, si eso no les detenía, la muerte mucho menos, igual que el amor de Lily Evans, así que...¿Por qué demonios se sorprende?

Ahí lo entendió, del porque su amor era una golondrina.

Una golondrina vuela sin importar que tan lejos este su amor, aleteando sin parar con tal de seguir en camino hacia el amor de su vida, incluso si hace falta volar en la niebla de la muerte.

Oh Merlín...

Y esa ave no importa cuántas veces muera, seguirá levantándose para volar hacia su dueño.

-Blaise, la jaula-

De repente el ave comenzó a desprender unas chipas, una que inicio una pequeña flama a su alrededor, y luego forrarse en llamas rojas, cual fénix inmortal, preparando vuelo hacia el cielo.

No...no, no, no, ¡no!.

-¡atrápenla!-

Él se lanzó hacia el ave con rapidez, siendo esquivado con facilidad volando hacia un lado, Pansy trataba de petrificala, dándole a todos lados menos a la juguetona golondrina.

Blaise pudo tomarla con la mano por escasos segundos, y rápidamente meterla en la jaula dorada para su alivio, algo brusco pero efectivo, aunque no espero que el ave tuviera tan fuerza que hizo elevar la jaula hacia arriba, con Blaise gritando desde unos 5 metros que le bajara, sosteniéndose fuerte de la prisión de su corazón.

-¡idiotas! ¡bájenme de inmediato!- gritaba, viendo con pánico como comenzaba a elevarse encima del lago negro.

-¡Blaise, suéltalo!- le grito Pansy al moreno que ya estaba a 14 metros de la orilla.

-¡¿estas loca?!- grito a la distancia.

-¡concuerdo! ¡¿sabes lo que pasara si suelta al maldito pájaro?!- chillo el rubio.

-todo tengo que pensarlo yo estúpidas- conjuro un fulgari, saliendo de su varita una cuerda brillante que fue disparada hacia la jaula, envolviéndose alrededor de ella.

-¡Blaise suéltate!-

-¡me voy a mojar!-

-¡no seas marica y cae al agua de una maldita vez!- sujeto con firmeza la varita, mientras el rubio se mordía las uñas nervioso.

El moreno se quejó una última vez, mirando el agua con aprensión, soltándose, cayendo de clavado al agua fría, comenzado a nadar a toda capacidad, no quería toparse con el calamar gigante.

Al momento que soltó la jaula, Pansy casi se vio arrastrada al agua también, tirando con fuerza, siendo arrastrada lentamente.

-¡Draco, por el amor a Salazar, ¿qué le das de comer a tu estúpido corazón?, ¿pedigree?!- tiro con fuerza.

El rubio reacciono, tomando de la cuerda con sus manos desnudas, ayudando a tirar hacia tierra firme.

El ave era fuerte, dándoles batalla para no salir mojados ellos, tirando con fuerza y que no escape.

Para su sorpresa, la golondrina comenzó arder de nuevo, comenzado a destruir la jaula poco a poco, que no le faltaba mucho para que se transformara de nuevo en una piedra.

Antes que siquiera estuviera en libertad, Pansy convoco una segunda cuerda mágica, pasando por los barrotes y atar al ave alrededor de su buche y cuello.

La jaula cedió, transformándose a su estado original, fue tanta la fuerza que salió dispara la golondrina, que la cuerda la horco, bajando lentamente hacia el agua, con un chapuzón se hundió, salpicando y provocando ondulaciones que chocaban en la orilla.

Apenas llego Blaise a la orilla, los tres se miraron entre ellos, y luego al final de la cuerda mágica que continuaba debajo del agua.

No, esto no sería así de sencillo, ese pájaro había muerto una vez, ¿Qué tan probable era que resucite una segunda?

Y el hecho que Pansy fuera jalada de manera repentina con fuerza, siendo arrastrada a toda potencia por el agua, cual deporte muggles de surf, la pregunta de inmediato fue contestada.

-¡detengan esta cosaaaa!- grito con el eco a lo lejos.

¿Por qué tenían que pasarles estas cosas?

 


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