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Corazón Viviente por alex solano

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Hoy era 11, el día del partido, hace tiempo que dejo de entrenar quidditch, predecir su desempeña miento en el campo seria un 14% de lo que normalmente daba, se había salido del equipo dejando Harper su puesto, tratar de matar a un anciano hábil en las artes de la mágica no era tan sencillo, por supuesto que tampoco tratar de encontrar alguna idea de arreglar el armario evanescente, realmente quería golpear a Peeves por dejarlo dañado. El que este participando de nuevo de las viejas actividades antes de tomar la marca le daba un cosquilleo en el pecho, su orgullo y misión no le permitían siquiera descansar un rato, la vida puede ser larga como también un destello de colores momentáneo, votaba más por la segunda, y el saber que muy pronto esto será inexistente le asustaba. ¿Por qué no permitirse disfrutarlo mientras duraba? Esta ha sido la mejor semana que ha tenido en mucho tiempo; las travesuras, los castigos, la cara de su rival cubierta en polvo le recordaba tanto a su viejo yo, un ave que aun tenía la poca libertad que le queda antes de emputarle las alas con la marca tenebrosa.

Eso sería lo más gráfico, le gustaba los sinsajos, fue uno que estuvo encerrado en una jaula de oro como los estándares que tenía en cumplir para ser el hijo perfecto, uno que ni siquiera podía reír sincero o brincar en charcos de agua después de la lluvia. Un sinsajo que le fueron quemadas las plumas por un castigo y marca que lo consumía. Solo por esta vez se permitiría volar una vez mas antes que sus alas se quemen por completo y caiga en la oscuridad, sin poder volar de nuevo.

Haber pensando lo anterior, tan bello como profundo conlleva la siguiente duda.

¿Cómo carajos salgo de aquí?

McGonagall le ha cobrado todas el día de hoy, haciendo sus deberes extra en un escritorio, a lado de la animaga, que lo veía de reojo mientras seguía escribiendo sus notas para la clase próxima.

Pensó que lo cuidaría el conserje con su gata, podría escapar de ellos, pero siendo la maga complicaba mucho las cosas, mas porque esta muy enterada de su apuestita con Potter, y siendo la jefa de su casa quiere que gane, o eso es lo que piensa.

Quería llorar, Snape volvió a irse, sin siquiera darle una mano antes de hacerlo. El partido seria después del almuerzo, y ya casi seria medio día.

 

 

-Blaise ¿todo listo? - Harper se caracterizaba por hacer lo que este siempre a su alcance de ganar, y esta no seria la excepción, el buscador como el rubio seria una buena ventaja para el partido de hoy, pero ha estado castigado desde las horas de la mañana con la vieja gata, manteniéndolo literalmente cerca de sus ojos. ¿Cómo burlar a la subdirectora? No tenía idea, pensó que sería el conserje el encargado de vigilarlo, pero parece que Malfoy ha ganado una cierta fama y prefiere la animaga supervisarlo ella misma.

No era simple coincidencia que sea hoy que se le dio por cuidarlo, esa señora quiere que gane su león favorito el día de hoy, no es secreto la gran apuesta que el príncipe de las serpientes y el león alfa hicieron hace dos días.

Miro a la mesa gryffindor, notando como los de equipo rojo los veían de reojo desde su mesa, pensando que sería fácil vencerlos ahora que el problema x ha sido solucionado.

Que un rayo lo parta si no consigue que Draco Malfoy no salga de ese despacho a jugar, porque ya esta casando de esas miraditas de superioridad por parte de los leones solo porque tienen al niño que vivió. Es de fama que el único que le ha dado frente con una escoba en mano detrás de la Snitch es el heredero albino, no sabia de los demás, pero el quería ver por una vez a los leones de rodillas.

 

 

El rubio se mordia las uñas a pesar que le da asco y arruinaría sus perfectas manos, en menos de media hora es el comienzo del partido, a tras de la puerta del despacho había escuchado las voces de los estudiantes murmurando de lo interesante que será el partido del día de hoy.

Que Merlín o Salazar lo perdonen, pero maldeciría a McGonagall con tal de escapar, conocía algunos trucos de aturdimiento, pero era McGonagall, y sabe perfectamente cómo lidiar con un Malfoy, de lo que dará y puede ser capaz de hacer con tal de conseguir exitoso su objetivo.

Pero no por nada tiene esas arrugas, aparte de la vejes claro está, duelista era a la altura, además tener una gran experiencia que sobrepasa la suya, así que rogaba que su juventud y ventaja de no partirse la cadera cada vez al agacharse le da alguna ventaja, por salía hoy si o sí.

Golpearon la puerta

-adelante- permitió el paso la señora siguiendo su labor.

Un sonido de un objeto con lago de peso sonó, el rubio miro la puerta, observando extrañado a la bola negra que entro en vez de un alumno.

Miro a McGonagall, que levanto la vista al no percibir a la persona que toco la puerta, mirando con ceño arrugado a la bola.

-¿pero que es eso?- se quejó, murmurando quejas de los estudiantes, levantándose de su asiento.

Antes de tomarla la bola comenzó a moverse, el rubio se permitió sentir un poco de temor, como cuando ve doxis en sus cortinas, mirando atento a la esfera que se removía en su sitio.

A la esfera oscura de repente de salieron ojos, un par seguido de otro, parpadeantes con un ocho en total. Ambos en la oficina se quedaron quietos, no creyéndose lo que pasaba a sus ojos. se paro encima de su silla como madame mirando una rata cuando le salieron 8 patas, la bola se había transformado en una acromantula.

No le gustaban los insectos, excepción de las mariposas y polillas, del resto tanto mágicas como comunes les tenia pavor, aun recordaba como su madre se trajo 5 gatos para cazar una rata enorme en su mansión, pero terminaron persiguiendo a los pavos reales que a la plaga.

McGonagall viendo de rojo que el rubio no haría nada, saco su varita para hechizarla. Antes de conjurar siquiera algo de sus labios la araña salto, en un parpadeo estaba en el pecho del rubio.

-¡Quíntenmela!- chillo, cayendo de espalda al suelo, golpeando a la araña, que salto pegándose en la pared.

McGonagall intento hechizarla de nuevo, pero el arácnido encontró atractivo su sombrero, saltando encima de él.

-¡mierda!- si el grito masculino del albino estuvo fuerte, no fue comparado con la animaga que se quitó el sombrero de un tirón, lazándole al otro lado del salón.

La acromantula camino hacia ellos, saliendo del sombrero, con sus ojos enfocados a ambos.

-¡cómetela a ella!- se refugió detrás del escritorio, maldiciendo que la maestra tenga confiscada su pluma.

-¡señor Malfoy!-

-¡usted está más buena que yo!-

Se le helo la sangre cuando detrás de ella salió una igual, parpadeando sus ojos oscuros curiosa, el techo pegada había una igual, cuando quisieron acercarse les lanzo su zapato de charol, pegándola a una, multiplicándola en otra al instante, le siguió la maceta del escritorio y retrato de ella.

-¡deje de lanzarles cosas Malfoy!- le pego una manotazo a su mano.

Ahora para su pesadilla había una docena, atrincherándolos detrás de escritorio, ni hablar de las que estaban pegadas en el techo.

Lanzo un embrujo contra ellas, pero fue esquivado con rapidez, una del techo lanzo una telaraña pegando su mano, las de arriba comenzaron a bajar con la tela, seguidas de las otras que comenzaron a tejer alrededor de ellos. No fue hasta que tuvo una pegado en su brazo que grito, pero otras tres mas se le unieron, enredándolo con la fuerte tela, inmovilizando sus brazos y piernas. Miro a la profesora que comenzaba a colgar del techo, casi pareciendo una oruga con esas capas de tela blanca a su alrededor.

Cuando parecieron ya terminar de enredarlos, todas las arañas lo rodearon en el suelo, con esos ojos parpadeando curiosas, sudo frio cuando una se paró encima de su pecho, examinándolo.

Como si fuera hormigas lo levantaron con 4 patas y el resto en el suelo caminando hacia la puerta, no presto atención en como pudieron abrir la puerta, acaban de secuestrarlo unos insectos y dejar como gusano a la animaga en su oficina.

Les fue aterrador para los Hufflepuff ver como un Malfoy amordazado era cargado por más de una docena de acromantulas por los pasillo, casi desmayándose del miedo, la señora Norris ni se metió, corrió erizada en dirección contraria.

Cuando ya estuvo libre del Shock, pudo recibir el sol directo en su rostro, dándose cuenta que estaban saliendo del castillo. Soltó un quejido al sentir como lo soltaban de repente en el suelo.

-lo veo y no lo creo-

El rubio gruño, removiéndose para liberarse de la mordaza y ataduras.

Enfoco su mirada al par de botas cerca de su rostro, levanto la mirada hacia el dueño.

-¿te divertiste?-

Púdrete Harper.

-el partido comienza en 5 minutos, suéltalo de una vez- Roseta, una pelinegra de ojos marrones gruño.

-Blaise- chasqueo los dedos.

El italiano se rio un poco más de lo visarlo que era ver a su mejor amigo así, tomando las tijeras encantadas, cortando las telas de su boca.

-¡malditos idiotas! ¡¿Qué no pudieron sacarme de otra forma?!- grito indignado mientras era liberado de la telaraña.

-había poco tiempo, esto es lo que pude conseguir, no te quejes, a parte que disfrutamos de los gritos de niña al otro lado de la puerta- se rio la femenina.

-marica- burlo el moreno terminando ya su trabajo.

-¿Quién de nosotros anda tras el culo de un pelirrojo?- pregunto sarcástico.

-mejor bésense de una vez, muevan el culo que los esperan- Pansy hizo acto de presencia.

Los cinco corrieron al estado de quidditch, Draco hizo una mueca al ver el antiguo uniforme de quidditch de Slytherin de 1940, un diseño viejo y algo desgastado, pero agradeció al menos que lo hayan lavado. No dijo nada cuando vio la vitrina de trofeos rota, donde estaba antes el uniforme, no hacia falta ser un genio para saber que no pudieron dar con el hechizo.

Un par de encantamientos y el uniforme le quedaba justo, era parecido, las protecciones en brazos, hombreras, rodilleras y canilleras eran marrones, aunque se veían que sufrieron muchos golpes en sus días de gloria. El pantalón era negro, lo mismo para la parte de arriba que era muy elástica de manga larga, tapando su vergüenza del brazo. La túnica que se utiliza usualmente es manga larga, esta no tiene mangas, como de forma de chaleco color verde con cola larga llegando a sus tobillos, evidenciando que era alguien casi de su altura el que le perteneció esto.

Si, el contrastaba mucho con los demás de su equipo, pero según las reglas del quidditch en la escuela, no había nada que no prohibiera que utilizará un uniforme antiguo, siempre y cuando sea de quidditch en toda regla y de su casa.

No boto palabras de animo como los leones, solo con miradas calculadoras se entendían que ganar hoy lo era todo, no habría otra oportunidad.

Aquí presentes todos sabían que lo pasaba detrás de las barreras del colegio, y les era de conocimiento que tal vez nunca volverían a ver sus rostros otra vez, estando lejos entre ellos o muertos, porque hay muchas maneras de no ver la luz del sol. Saben lo que se aproximara, y por ello saben que este día podría ser el ultimo partido de quidditch con Gryffindors, uno libre antes de que la oscuridad invada el mundo mágico inglés. Hoy era dar todo de si, disfrutar los ultimo aires de respirar algo de libertad antes de ser consumidos por las llamas de la guerra. Algunos se irán del país, otros se quedarán a ver qué pasa, los del medio no saben a donde parar, el resto era probable que serían sometidos bajos la voluntad del ser despreciable.

Caminaron hacia el campo verde, recibidos por la brisa y gritos de los estudiantes, con las butacas llenas hasta mas no poder, resaltando las olas de los leones y las banderas blancas y verdes de las serpientes agitándolas en el aire.

En medio del campo ya estaba formado en una línea los jugadores rojos, siguiendo el protocolo Harper lidero a la fila, seguido de las cazadoras, los golpeadores y guardianes, por ultimo y no menos importante el buscador, Draco Malfoy.

Al formarse delante de los leones, algunos miraron de reojo al uniforme del Malfoy, luego a Rolanda Hooch, preguntándole con los ojos si era legal. La bruja miro con ojos entrecerrados al rubio, sospechando si era ideal o no permitirle jugar. Los ojos ardiendo en llamas plateadas del heredero le hicieron sonreír de lado, que importaba, seria entretenido este partido.

-capitán Harper, ¿y su anterior buscador? -

-prefirió no jugar, Malfoy lo reemplazara-

Harry desde el otro lado de la fila miro al rubio, resaltante como luciérnaga entre su equipo, con los ojos plateados ardiendo de reto y determinación hacia él. El latido de su corazón se acelero en su pecho, con ese calor apoderándose en su corazón como era usual en estas ocasiones.

Así que va muy enserio...

El moreno no pudo evitar sonreír.

Se relamió los labios, con el hormigueo en su cuerpo. Ese rubio nunca la dejaría las cosas fáciles, y le encantaba tanto que alguien tan indomable como el albino pueda darle pelea como ningún otro lo había hecho.

-muy bien, Malfoy puede jugar- dio el visto bueno.

Los saludos comenzaron, con apretones demás fuerza hasta quebrar la mano, para hacerles saber al rival que este partido sería muy diferente.

Al momento de estrechar las manos el príncipe y el león, la magia chispeo en una flama, manteniendo el contacto por unos minutos, viéndose a los ojos.

El guiño del ojo del moreno le desbalanceo, no creyéndose lo que ocurrió, se obligó apretar el corazón para no reaccionar de forma indebida como lo era en la soledad de sus aposentos, sacándole la lengua, dando media vuelta, ondeando la túnica hacia su equipo.

-¡escobas en el aire!-

Un golpe con el pie en el suelo y todos se elevaron en el aire, tomando sus posiciones.

El corazón lo escuchaba en sus oídos, silenciando los gritos emocionados del público, con la vista fija en el moreno que tampoco le quitaba sus ojos encima.

Era diferente

Hay algo diferente

El silbato sonó.

 

 

 

digan sus opiniones y me animo a seguir publicando.

 


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