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Esperanza por natalia clow

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Llegó a la sala destinada para los miembros del seminario donde esperaba que estuvieran todos ya reunidos para hablar de los siguientes planes a seguir del equipo. Las caras de sus compañeros demostraban el alto grado de desgaste producto de la exagerada celebración.

Frederic estaba hablando con Sophie, Lean y Caladh acerca de diferentes bromas que sucedieron en la fiesta y de otros detalles que él ni se había dado por enterado por estar con el profesor, que por cierto no había llegado.

Se suponía que iban a verse, pero al final nunca apareció en su apartamento y ahora estaba en esta reunión con una bolsa con sus cosas. Quizás se había arrepentido de dejar ver su lado vulnerable y no quería crear más confianzas inapropiadas con él, no tenía ni idea.

— Hey Shaw ¿Cómo estuvo la visita del profesor en tu casa?

Frederic lo volvió el centro de la conversación con la notable intención de crear un espectativa de burla. No quería ser descortés con ninguno de ellos y mucho menos teniendo en cuenta que ellos fueron utilizados por el profesor que buscó la manera de meterse a su casa.

— Estuvo bien, vomitó y al día siguiente se fue.

La respuesta fue concisa pero no brusca, así que Frederic perdió su oportunidad de poder burlarse más. Sophie no hizo esfuerzo por disimular su interés en la inusual historia, tal parecía que ella no sabía que el profesor se había quedado en su casa.

— ¿Fue muy difícil el profesor? —Sophie volvió a retomar el tema.

— No, estoy acostumbrado.

— Es cierto, siempre tienes que hacerte cargo de sus cosas.

No era como si fuera un secreto los cuidados que tuvo de más con todos los asuntos del profesor. Quería desviar el tema, por lo que no tardó en postular nuevamente sus inquietudes.

— Quién sabe qué irá a pasar con nosotros, no nos han dicho nada.

Caladh se burló de su repentina intervención. Sacó de su mochila unos papeles y los colocó en el centro de la mesa.

— Yo iba a proponer que fuéramos a exponer a este congreso en Alemania, estamos a tiempo para postularnos.

— ¿Y quién va a pagar por todo?

— Tal vez no podremos ir todos, pero si va el profesor y uno de nosotros sería suficiente.

— Bueno, esa también es una opción.

La puerta de la sala se abrió en ese instante y el último integrante del grupo apareció. El profesor en jefe Ray Miller se presentó con un vestido de paño, su cabello perfectamente peinado y en compañía de un maletín que contendría el motivo de muchas noticias.

— Buenos días a todos.

— Buenos días.

Se sentó en la cabecera de la mesa donde dejó descansar el pesado maletín. Sin que nadie se lo preguntara se dispuso a dar explicaciones de su tardanza.

— Muchachos, vengo de hablar con el otro grupo de investigación del área de Fonología y tenemos noticias.

— ¿Qué pasó? —todos preguntaron inquietos.

— Vamos a hacer un estudio en conjunto con ellos y los resultados de la investigación se presentarán en los congresos de Canadá, Francia y Holanda.

Para todos el repentino informe era motivo de estupefacción sin reacción de euforia desenfrenada. Era una buena noticia, pero ellos habían pasado dos años y medio en una investigación de cuyos resultados estaban muy orgullosos y no quería echar en saco roto todo lo que se había logrado.

— Profesor, pero ¿y los resultados que ya tenemos?

— Eso no se ha perdido, pero no logré hablar con el decano al respecto. Sin la autorización de presentarnos en los congresos internacionales, es difícil costear todos los gastos.

Caladh y Lean demostraron sin mucho recato su inconformismo ante el sistema. Existían otros grupos en la facultad de Medicina que se esforzaban mucho menos que ellos y tenían más recursos para investigar y presentarse en congresos. El profesor Ray se esforzaba lo que podía por subir la reputación del grupo, pero las investigaciones de neurolingüística no estaban recibiendo el apoyo esperado.

— ¿Con esto no estaríamos descartando todo nuestro trabajo?

— Cálmate Caladh, no pienses que estoy rindiéndome con esto. Me esforcé tanto como ustedes en este proyecto y para mí no es una broma, es solo que tenemos que estar dando resultados antes de que nos quiten los pocos fondos que tenemos.

— Sé que podemos ir a congresos sin ser subsidiados por la universidad, podemos intentarlo. Si el profesor y uno de nosotros va, puede ser suficiente.

— No seas ridículo Caladh.

El profesor realmente se había molestado con la propuesta y todos conocían el motivo. Él estaba en contra de no darle el crédito a todo el equipo, ya que algunos de sus colegas solían presentarse con sus favoritos y al resto del grupo se le menospreciaba aunque hayan hecho parte.

Incluso se habían presentado casos en donde estudiantes demandaban a la universidad por haberles quitado el mérito de sus aportes. Él estaba harto de esas cosas así que no iba a acceder a ningún intento de dañar la visibilidad de los integrantes.

— Como están las cosas no vamos a ir a ningún lado. —Lean respondió con furia.

— No es que quiera aumentar la tensión, pero estoy de acuerdo con los muchachos.

Sophie por su naturaleza conciliadora no interviene en las conversaciones para generar discordia, pero probablemente en esta ocasión sí haya sentido que no era el camino correcto a seguir.

— Profesor, si esperamos a que el decano nos autorice, usted mejor que nadie sabe que no nos van a pagar ningún viaje a ningún lado.

— Si el profesor no quiere meterse en problemas, bien nos podemos presentar nosotros en representación suya.

Shaw dijo sus primeras palabras en la incipiente afrenta y sorprendió a los asistentes. Él compartía la opinión y deseos de sus compañeros, estaba orgulloso del trabajo hecho y no iba a permitir que pretendieran enterrarlo en una montaña de burocracia injustificada.

— En serio todos son unos tercos. Si van a pagarlo ustedes, entonces vayan,

— No queremos decir que no respetemos sus métodos profesor.

El enfrentar la mirada con fría rabia del profesor hizo que los pelos de la nunca de Shaw se pararan. Tal vez no se esperaba que incluso él se pusiera en su contra y según su historial de comportamiento era predecible que evitaba contrariar al profesor, pero en este momento eran sus métodos o los de él para conseguir el reconocimiento.

— Sin embargo, el profesor debe tener en cuenta estamos ante una oportunidad única de exponer a nuestro grupo al mundo académico. Ya sabe que queremos publicar en revistas también, esto no es un capricho.

— Shaw ¿Tienes con qué pagar el viaje, la inscripción, la comida y el hospedaje?

— Lo tengo, he estado ahorrando para este momento.

El profesor no le gustó la firme respuesta ni como lo había enfrentado, pero ante la imperativa determinación no tenía más opción que callar su opinión al respecto.

— Si lo disponen así, entonces hablen ustedes con la coordinación para pedir los permisos de ausencia.

— ¿En serio?

— No voy a interponerme si están dispuestos a tanto, pero no voy a ayudarlos con nada más.

El hecho de que no se opusiera ya era más que suficiente para ellos. Era una ilusión inalcanzable pensar que estaría en una cruzada por querer hacer cumplir sus deseos junto con el profesor. Shaw se sustrajo de la conversación y optó por evitar el enfrentamiento.

No necesitaba ser un experto en análisis actitudinal para darse cuenta que Ray estaba enfadado. Seguramente contemplaba a todo el grupo como unos niños inmaduros que no sabían cómo se movía el mundo de los adultos.

La reunión se alargó lo suficiente para que llegara la hora del almuerzo y para el mediodía se decidió parar con las conversaciones. Lean y Caladh se fueron hacia su apartamento concluyendo así cualquier conversación vespertina.

Sophie, Frederic y Shaw fueron a comer excluyendo a el profesor Ray, haciendo la salvedad que no era por descortesía sino por la incomodidad gestada por la discusión. El profesor fue el primero en salir y desaparecer de los ojos de todos.

Cuando estuvieron en el restaurante Sophie apartó una mesa alejada de la puerta principal, mientras que Shaw y Frederic compraban la comida. En la fila para llegar a la sección de autoservicio se gestó una conversación relacionada con la escena de hoy.

—Shaw, no me esperaba que fueras a salir a defender nuestro punto. Siempre has estado del lado del profesor para todo.

— Yo tampoco me esperaba que pudiese llevarle la contraria, pero esta vez realmente quiero que hagamos las cosas a lo grande, porque por no arriesgarnos es que seguimos en la sombra.

— En eso tienes razón, no se si lo que dijiste de los ahorros era verdad, pero lo callaste inmediatamente con eso.

— Es verdad, no te creas que solo me puse a hablar porque sí.

— Y bueno... —Frederic con una mirada seria lo ancló en sí—. Hay un favor que quiero pedirte.

Shaw estuvo confundido por un momento mientras llegó la confirmación de la petición hecha por Frederic. No era muy común que esto sucediera, ya que incluso con la personalidad despreocupada del bien conocido compañero, evitaba que las otras personas vieran su poca autosuficiencia.

— Quiero que te lleves a Sophie contigo.

— ¿Solo los dos?, pensé que serías el primero en querer ir.

— Esto ella no lo ha dicho pero en la fiesta lo confesó y realmente con eso me convencí de que tenemos que ayudarla.

— Sophie quiere presentarse a un doctorado en Estados Unidos, pero uno de los requisitos es haber presentado un artículo en una revista indexada, haber sido ponente en más de dos congresos y estar activa en un grupo de investigación.

— ¿Es algo tan urgente que no puede esperar?

— Ese es el problema, a su benefactor no le queda mucho tiempo de vida.

— ¿Qué benefactor?

— Sabes que sus padres no son los que pagan su educación o la mantienen sino es su padrino. Él en este momento está muy enfermo y si ella no logra conseguir la plaza a tiempo, tendrá que dejar todo para empezar a trabajar. Ya sabes que esta investigación no nos da muchos recursos económicos.

Shaw contempló la idea de perder a Sophie como investigadora e inmediatamente comprendió la posición de Frederic. Si había alguien que fuera apasionado a lo que hacía era Sophie, tenía aptitudes y la tenacidad propias para el trabajo, sería una gran pérdida si no lograba escalar más en el mundo científico.

— ¿Ella tiene algún dinero que le permita ir al congreso? Yo solo no podría llevarla a ella también.

— No te preocupes por eso Shaw. Yo voy a pagar todos sus gastos, pero quiero realmente apoyarla para que vaya.

— ¿Ya hablaste con ella?

— No le he dicho toda la idea, estoy seguro que me va a rechazar.

— Si ella al final no decide ir, no es que podamos hacer mucho.

— Confía en mí, yo voy a hacer que ella acepte.

Su turno de pagar por los alimentos llegó y no mucho más tarde se sentaron en la mesa que Sophie había apartado para ellos. Ella era una chica muy especial para todos en el grupo, no sólo por ser la única mujer si no también por su personalidad que le permitía hacer sentir a todo el mundo tranquilo. Siempre era muy atenta, servicial y honesta, gracias a ello consolidando su puesto como "la imprescindible".

Era una chica bajita, de 145 cm de estatura, muy delgada y de cabello corto. Era de piel blanca, cabello y ojos negros. A pesar de su contextura infantil, si se permite decirse así, tenía una personalidad fuerte que la encaminaba a sentirse como una belleza madura.

Frederic y ella comparten una amistad desde hacía más de 10 años, lo que los convierte en una dupla con un nivel de confianza totalmente distinto al resto de integrantes del grupo. Unos viejos conocidos aseguraban que ellos tuvieron algún tipo de relación romántica que terminó mal, pero al sol de hoy nunca se confirmó.

Para quienes rondaban a su alrededor no era de extrañar que tuvieran muchos detalles entre ellos, perdía todo el significado romántico al tener el contexto de sus actos de afecto, para los más cercanos les resultaba más fácil clasificarlos como hermanos.

Ahora que estaban llegando casi a los treinta, era de esperar que se esforzaran desesperadamente por abrirse paso en la sociedad incluso sacrificando muchos otros sueños. Probablemente para Sophie había llegado su momento de decidir y Frederic iba a estar totalmente dispuesto a ser ese trampolín para que ella no tuviera que renunciar a nada.

— Sophie, ¿qué opinas de irnos a la conferencia sin el profesor?

— Yo estoy de acuerdo. Tal vez no dije mucho en la reunión porque el ambiente estaba muy tenso, pero yo los apoyo.

— ¿Quieres ir?

— En este momento no tengo tanto dinero para pensar en eso, pero me gustaría.

Frederic miró de reojo a Shaw con la clara intención de comunicarle que tenía que decirle de alguna forma que ella es quien tendría que ir, pero el mensaje quedó en el espacio vacío entre sus cuerpos.

— ¿Qué tal un préstamo?

Sophie y Frederic conectaron sus miradas por las palabras dicha de Shaw, tal parecía que había sido muy obvio con su propósito.

— ¿Vas a prestarme el dinero Frederic?

— Claro que sí, si no te molesta.

— No me voy a negar en esta ocasión, realmente necesito ir.

Shaw le cogió a la mano a Sophie y la acarició, los dedos se entrelazaron. El contacto físico era meramente fraternal aunque no iba a negar que algunas veces sentía diferentes matices de "cariño" por ella, pero ni una vez estuvo entre las posibilidades una relación formal. Se sentía bastante cómodo con su amor platónico, ella era agradable hasta para ser un objeto decorativo de su vida romántica.

— Está decidido, ustedes son nuestros representantes en Alemania.

La feliz conclusión hacía poner en ridículo las preocupaciones imperantes de Frederic, pero de este nuevo capítulo el que tendría que aprender a lidiar con angustias propias y ajenas era Shaw.

***

La puerta de su apartamento le impedía el paso a un invitado que sería más apropiado hacerlo llamar "intruso". El profesor Ray estaba sentado sobre una pequeña mochila en donde suponía que tendría su ropa para quedarse esa noche. Shaw tenía esa sensación de que no se podría pasar por alto su irreverencia y que no sería una reunión natural.

Su presencia fue prontamente descubierta y el impacto de las miradas le hizo preguntar cómo había entrado hasta allí. Para ese punto era inútil pretender indignación con el personal de seguridad, seguramente a causa de la visita anterior, los guardias lo tomaban como un visitante bienvenido.

Las facciones de Ray se esforzaban por reunirse en su nariz, realmente estaba enojado. Para una persona normal que sucumbiera ante tal estado de indignación, tendría la voluntad de evitar el motivo de la misma. Evidentemente este no iba a ser el caso y con certeza se debería a que Ray quería saber quiénes eran los elegidos para presentar los resultados de la investigación.

— Buenas noches profesor.

— Hola.

Ray se levantó para cumplir su cometido de ingresar en el hogar, no pide permiso ni tiene actos de delicadeza. Abrió la puerta para acto seguido estar los dos dentro del apartamento. Ray dejó su maleta en la pequeña silla del comedor donde reposó junto a su pequeño cúmulo de pertenencias.

— ¿Nunca traes a ninguna chica aquí?

— Las traería, sino recibiera invitados inesperados.

Con la misma naturalidad que respirar el sarcasmo llegó como la única muestra posible de molestia por los caprichos de los que casi no tienen delicadeza. Shaw por motivos conocidos preferiría evitar ser molestado, tal vez tendría mucho más de qué arrepentirse si dejaba que su inconformismo gobernara sus acciones.

— Eres demasiado cobarde para traerlas incluso si no hubiese nadie en el edificio.

Ray se burló en su cara por la falta de contacto genital con una fémina, osándose a proferirlo con tal confianza por la certeza de su veracidad. Shaw contempló muy seriamente la pregunta "¿Por qué tengo que aguantar la grosería de este señor?". La admiración que sentía la mayoría del tiempo se veía obnubilada por los daños irremediables producto de su actitud irreverente.

— Tal vez sea precaución para que no se crean con la potestad de meterse en mi vida.

La lucha se iba por callejones que la alejaban de las palabras directas, pero la acercaban a los significados precisos. Estaban molestos, los dos compartían esa emoción y seguramente por la misma razón.

— ¿Con quién te vas a ir a Alemania?

— Con Sophie.

Una furia irrefrenable se excretó de cada poro del profesor Ray, a lo que Shaw estuvo en irremediable confusión. No tenía ningún motivo exacto para odiar a Sophie y no tenía ninguna razón para odiar esa organización.

El profesor se levantó y se paró a su lado con toda la autoridad que impuso en su expresión corporal. Tuvieron los rostros a escasos centímetros de colisionar, lo que compartían era la exhalación del contrincante.

— ¿Tienes algún problema con Sophie?

— El problema lo tengo contigo, me importa un comino quien sea que se vaya, pero que haya sido en serio que te vas a ir...

— No recuerdo en qué momento me convertí en una marioneta.

— No seas estúpido, ¿es que acaso no entiendes que yo te necesito aquí?

— ¿Para qué?

— ...

Ray lo empujó generando un retroceso del cuerpo inestable de Shaw que al final agrandó la brecha entre ellos. Shaw se repuso del traspié y levantó la mirada para descubrir al profesor encerrándose en su habitación. Corrió el poco espacio que los separaba para ser recibido por el bloque de madera que protegía el interior de su cuarto.

— Abra la puerta profesor, esto ya se está siendo muy molesto. Entiendo que esté afectado por la separación con su mujer pero, ¿por qué se desquitar conmigo?

Lo que pretendía ser un diálogo resultó en un monólogo de una voz ronca llena de ira. El comportamiento errático de Ray era evidencia de algo más grande que la soledad y la inestabilidad. Todo podría ser comprensible y excusable si se conociera la respuesta, sin embargo, el misterio sobre el mismo desprendía emociones negativas que entorpecen su comportamiento.

— Deje de comportarse como un niño y explíqueme qué es lo que está pasando.

— Yo ahora estoy pasando por un momento difícil y pensé contaba contigo, se supone que estarías ahí para mí.

— ¿Por qué cree eso?

— Siempre has estado silenciosamente detrás mío haciendo las cosas que yo no quería hacer, facilitandome la vida.

Esas palabras que fueron dichas con la intención de justificarse resultaron ser el aliciente de un insulto por parte de Shaw.

— Yo no soy un lameculos suyo profesor, no tome mi admiración por lambonería.

No alcanzó a ser un grito pero fue evidente la tensión con la que se imprimió la oración. Lejos de ser las palabras que se esperarían en esa situación, Ray gritó con desesperación.

—¡Debería ser así! ¡Deberías ser un lameculos conmigo y hacer todo lo necesario por tenerme contento!

Shaw no pudo aguantar más las incongruencias de su superior y alejando toda la posible formalidad del caso, se fue a buscar las llaves de la puerta de su alcoba. En la mesa de la cocina sacó un manojo de llaves y no tardó en identificar las que abrirían la puerta.

Era seguro que Ray había escuchado el tintinear de las llaves y se preparó para la irrupción de la improvisada fortaleza. Se recostó contra la puerta rogando que Shaw no tuviera más fuerza que él. Todas las necesidades no suplidas se revolvían en sí mismo para llegar a la satisfacción de que alguien se comprometiera a hacerlo sentir pleno. Quería que esa persona fuera su esposa, pero ahora con más certeza sabía que no iba a suceder.

Decir que fue repentino, sería mentir, el cuerpo de Ray terminó violentamente en el suelo por la fuerza transferida a la puerta con el empujón de Shaw. A pesar de medir casi lo mismo, para Ray que se encontraba en el suelo resultaba un gigante feroz que lo acechó. Se arrastró temeroso hasta sentir el apoyo firme de la pared.

Shaw no se detuvo, a cada paso dejaba menos tiempo para pensar y sus manos como ganchos mecánicos lo agarraron de los hombros para levantarlo y arrastrarlo fuera de la habitación. Lo estrelló contra el sofá y rápidamente botó a su rostro la maleta con la que vino.

— Váyase ya de mi casa, no voy a soportar más esto. No sé si está pretendiendo profesor poner a prueba mi paciencia, pero le recomiendo que no vaya más que esto.

Tal vez era la primera vez que veía esa expresión en el rostro de Ray, la expresión de sus ojos nunca había sido tan compungida, su cuerpo nunca había estado más asustado y su voz nunca había temblado tanto.

— Espera Shaw, te pido disculpas. Déjame quedar, lo siento, fui muy estúpido.

— No estoy bromeando, fuera de aquí.

Una característica que es difícil de esconder es la cobardía y para ese punto donde había hostilidad se hacía más evidente. Ray por su naturaleza metódica y al mismo tiempo empírica, se moldeaba según qué tan fuerte era el enemigo, pero en esta ocasión era un caso totalmente perdido.

Más tarde esa noche Shaw recrearía la escena rectificando todas las palabras que más tarde entendería que fueron un error, pese a ello el momento de afugia lo arrinconó a dejar salir su instinto de autoprotección.

— Si para lo único que me va a buscar es para ser el reemplazo de su esposa o de su perro, no vuelva a venir porque ya no va a ser bienvenido.

— ¿Qué demonios...?

Ray ya estaba de camino a la salida pero se devolvió para dejar en clara su postura, a lo que la resolución de ese encuentro fue un puño que se estampó en la boca del estómago del dueño del hogar.

La conclusión del intercambio fue un golpe irremediable de la puerta contra el marco que expandió un sonido violento por todo el edificio. Con esa despedida la figura del profesor prometió no aparecerse frente suyo de nuevo.


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