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Dilo primero por Na Na

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Notas del fanfic:

Inspirado en Say it first, de Sam Smith

Notas del capitulo:

Hola! :D

Durante estos días estaré subiendo fics de esta pareja, así que si quieren pasarse por aquí y leerlos, estaré agradecida :3

 

JongHyun estaba preocupado por la situación. Y, en realidad, no tenía qué, pero no podía evitarlo, no cuando lo atormentaba por las noches y no lo dejaba dormir. 

Metió sus manos en los bolsillos de su abrigo y se encogió de hombros esperando refugiarse del frío. Era un nevado día de enero. Caminaba hacia el departamento de JinKi, algo lejos del centro. La idea de caminar le había agradado, pensando en que disfrutaría del frío; sin embargo, estaba helando más de lo que pensó y ahora trataba de mantener algo de calor corporal. 



Iba a paso ligero, pensando. Ese día había despertado ansioso y con deseos de cambiar su vida, pero sabía que tenía que ir con cuidado. Quería cambiar solo un pequeño detalle que, al final, cambiaría todo.  



JongHyun y JinKi llevaban un año saliendo. Más que salir eran pareja, aunque nunca lo habían formalizado. JongHyun apreciaba mucho al mayor, le encantaba estar a su lado y pasar tiempo con él; le gustaba poder apoyarse en JinKi, y que JinKi se apoyara en él. Tenían algo estable, a pesar de que no eran oficialmente novios. Aunque todos sabían de su relación. 



Se detuvo en una intersección, viendo los autos pasar frente a él, y suspiró. Él deseaba cambiar las cosas, pero no lo haría. 



JinKi había sido algo torpe al inicio de conocerse, y eso le había gustado a JongHyun, esa torpeza inocente que tenía el mayor. Le gustaba verlo sonreír, cómo sus ojos se perdían, pero su rostro se iluminaba por completo. JinKi era un sol. Su sol, y el menor deseaba que fuese así por mucho tiempo, pero no estaba muy seguro de ello. No con JinKi tan reacio de palabras. 



La relación de ellos era ligeramente peculiar. Muchos les decían que eran una pareja perfecta porque eran polos opuestos y lograban congeniar. Tal vez era cierto. Cuando ellos salían, JinKi solía escucharlo con atención. Aunque JongHyun hablara hasta por los codos, aunque le dijera que su actual presidente estaba haciendo mal las cosas, o que le dijera su teoría sobre la creación de la vida, el mayor lo escucharía. Y haría ademanes, muecas, asentimientos y le daría su opinión en pocas palabras, porque JinKi era así, un hombre de pocas palabras, pero de muchas acciones. 



Cruzó la calle algo rápido y retomó su paso lento cuando se halló en la acera. 



JinKi era una persona algo cerrada, pero de buena memoria. Al menos con él y sus amigos más cercanos. Tenía detalles con ellos que tal vez alguna otra persona no tendría, y JongHyun lo sabía porque solía gozar de ellos. La primera vez que JinKi había compartido unas oreo con él, le sacó la crema de las galletas. El mayor se sorprendió, le dijo que la deshonra caería sobre él y sobre su vaca*, y aceptó gustoso la crema. Desde entonces, cuando va a casa de JinKi, el alto le ofrece galletas sin crema. ¿Quién tendría ese tipo de atenciones con sus amigos? Solo JinKi. Quizá alguien más, pero no le interesaba por el momento. O como cada vez que llegaba y le arreglaba el cabello y le acariciaba las orejas; JongHyun amaba y se derretía cuando hacía eso. O cuando veían una película y JongHyun lloraba y el castaño lo abrazaba y lo consolaba con palabras dulces. 



JongHyun se había enamorado de JinKi. 



Se había enamorado de ese raro y tierno castaño, y no había hecho nada para detenerlo. Sin embargo, JongHyun no sabía si JinKi sentía lo mismo por él. Y, vamos, que había tenido muchas ganas de decirle que lo amaba; que no le importaba si el resto del mundo los juzgaba porque estaría con él, que quería pasar el resto de su vida a su lado y ver las pasitas en que se habían convertido; gozar con él de todas las cosas maravillosas que el mundo les ofrecía, y sobrellevar con él todas las dificultades que la vida les pondría. JongHyun podía deshacerse en palabras y sabía que JinKi lo escucharía atento y... ¿feliz? ¿Qué tal si no? ¿Qué tal si él no lo amaba? El pelinegro se torturaba con esos pensamientos, pero no haría nada al respecto. No porque fuera un cobarde. JongHyun sabía que tendría el coraje y la valentía necesarias para decirle eso y mil cosas más. Sin embargo, su pasado lo detenía. 



JongHyun había tenido algunas relaciones antes. Todas habían empezado bien, con las cosas de maravilla, pero todo cambiaba cuando era él quien decía primero "Te amo" o "me he enamorado de ti", o algo similar. Sus relaciones no duraban más que unos meses y terminaban mal. JongHyun no quería eso. 



Tenía la teoría, teoría que no le había mencionado a nadie, que como él se confesaba primero, su relación terminaba. Así que él esperaba que, esta vez, fuera JinKi quien lo dijera primero, solo para asegurarse de la duración de su relación. 



Llegó al parque cerca del edificio donde vivía el mayor. Miró la hora en su reloj de muñeca y vio que había llegado 20 minutos antes de la hora de la cita. JinKi le había pedido que fuera a cenar a su casa y él no se negó. Y, como había llegado antes, decidió pasear un rato por el parque. 



JongHyun sabía que lo que sentía por JinKi no lo sentía por nadie más, ni por ninguna otra de sus parejas en el pasado. El mayor era alguien muy cálido y había logrado introducir esa calidez en su corazón. El pelinegro podía sentir que JinKi era lo que él necesitaba para ser feliz, lo que quería en una persona. JongHyun podría ser mucho más feliz con JinKi de lo que ya era. Pero él necesitaba que fuese el mayor quien lo dijera. No quería arriesgarse. 



Suspiró y se puso de pie de la banca en la que descansaba. Ya era hora de ir a casa de JinKi. Caminó hacia el edificio frotando sus manos y al llegar presionó el botón del departamento del mayor. 



¿Quién? 



El pelinegro sonrió al oír la voz del mayor y respondió con su propio nombre escuchando a la puerta abrirse, y no borró la sonrisa mientras subía hacia el departamento y tocaba la puerta. De hecho, la acentuó al ver a JinKi con una enorme sonrisa. 



—¡Bienvenido! —dijo con un entusiasmo contagioso. 



El pelinegro rio entre dientes, encantado, y entró al recibidor. 



—Huele bien —comentó, sacándose el abrigo. JinKi lo tomó y lo colgó en el perchero. 



—Hoy me decidí por comida extranjera —indicó sacándole el gorro de lana que JongHyun llevaba. JinKi entró al departamento y esperó a que JongHyun se calzara las zapatillas y lo mirara—. Ven —le pidió y el menor obedeció. 



El castaño le acomodó el cabello y bajó sus manos hacia sus orejas, acariciando los lóbulos con sus pulgares. JongHyun no se resistió ante el impulso de cerrar los ojos y abandonarse a la cálida sensación de JinKi acariciándolo. El mayor sonrió complacido ante el rostro del menor y besó la punta de su nariz. 



—Está fría —murmuró al separarse. 



—Está helando afuera —explicó JongHyun. JinKi negó con la cabeza. 



—Y no traes bufanda —comentó yendo hacia la cocina. 



El pelinegro se encogió de hombros y lo siguió. Jinki le indicó que se sentara en la mesa, mientras servía la comida, pero el menor se sintió en la necesidad de ayudarlo ya que no había llevado nada consigo. Lo ayudó colocando todo, y abriendo el vino y sirviéndolo. El dueño de casa encendió las velas que había en el comedor, y entonces se sentaron a comer. Hablaron de cosas insustanciales, lo que había ocurrido en el día, o de lo que había ocurrido en el día de sus amigos. JongHyun se sentía a gusto, y muy cómodo, incluso si hablaran del clima. 



Se sintió agradecido de haber conocido al mayor, y el pensamiento de que merecía ser amado lo asaltó. Jinki en verdad lo merecía, y lo era, pero temía decírselo. 



Suspiró pensando que tal vez era el mayor quién esperaba precisamente eso, que él se lo dijera. 



—JongHyunnie —llamó el mayor, atrayendo su atención—. Tengo algo que darte —anunció el mayor, terminando de guardar los platos ya limpios. 



JongHyun, que estaba apoyado en un mesón, lo miró curioso. 



— ¿Algo que darme?   



El mayor asintió bebiendo de su copa de vino. 



—Sígueme —pidió caminando hacia la habitación. El menor lo hizo. 



Se peguntaba qué sería. Todavía no era su cumpleaños, y Navidad había pasado hacía mucho. Aún no cumplían un año y no tenían nada más que festejar. Quizá JinKi le había comprado algo en un capricho. Sonrió ante la idea. 



Ingresó a la habitación encontrándola completamente ordenada. Siempre le había causado curiosidad cómo alguien podría ser así de ordenado. Vio a JinKi dejar su copa en el buró y abrir el cajón, sacar una pequeña caja con moño y encararlo. 



—Para ti —dijo con emoción mal contenida, extendiendo la caja en su dirección. 



El pelinegro sonrió encantado. Tomó el obsequio con ambas manos e hizo una corta venia, provocando que el mayor riera entre dientes. Le preguntó con la mirada qué era, pero éste lo instó a abrirla. JongHyun no se hizo esperar y lo hizo, sorprendiéndose de ver una pequeña caja de gamuza en el interior. 



Miró al castaño con los ojos bien abiertos, quién le sonrió ligero. 



—Sácala —pidió. JongHyun lo hizo. 



El alto tomó la caja más grande y la lanzó a la cama sin perder de vista al menor, viéndolo abrir el obsequio. JongHyun casi jadeó ante lo que veía. 



—JinKi, estos... 



—Son anillos de pareja —interrumpió. Los ojos de JongHyun se estaban llenando de lágrimas, y sin importarle eso, lo miró a los ojos—. Te los he querido dar hace tiempo, pero no encontraba un buen momento para hacerlo, ni la valentía para decir lo que diré. 



El pelinegro contuvo la respiración, y JinKi respiró profundo. 



—Estoy enamorado de ti, JongHyun. 



El menor respiró de nuevo, pero de manera agitada. No podía creer lo que estaba pasando, lo que estaba escuchando. Le parecía una maravillosa casualidad. 



—Sabes que soy alguien de pocas palabras —continuó el mayor—, así que quiero demostrártelo de esta forma. —Señaló los anillos. Tomó uno de ellos, su mano temblando por completo, y aun así tomó la mano de JongHyun y se lo puso—. Con este anillo te expreso mis sentimientos, mi compromiso hacia ti para con este amor —expresó en voz baja, íntima. 



JongHyun sorbió su nariz; estaba llorando de felicidad. Tomó el anillo de la caja, también temblando, y lo puso en la mano de JinKi. Todas las palabras que pudo haberle dicho, todo lo que había planeado decirle, expresarle, explicarle, se fue de su mente. Estaba tan sorprendido que no podía decir nada. 



—También te amo, JinKi. 



JinKi le sonrió cálido, feliz y enamorado. Entrelazó su mano con la de JongHyun, y con la que estaba libre enjugó su rostro. 



—Sé mi novio, Jjong. 



El aludido se mordió el labio queriendo contener más lágrimas. Estaba abrumado de tanta emoción, que debía salir de alguna forma. Se halló así mismo asintiendo varias veces. 



—Seré tu novio, JinKi. 



El aludido rio entre dientes, feliz de esa respuesta y en un impulso unió sus labios con los de menor. No había labios queriendo dominar a los otros, o lenguas deseando explorar, solo sentimientos. Solo amor inundándolos. 



—Quédate esta noche —susurró contra sus labios. 



JongHyun sintió un escalofrío recorrerle el cuerpo, y apretó más la mano de JinKi antes de responder. 



—Me quedo esta noche. 

 


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