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Niñera por 1827kratSN

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Biberón…

 

 

Siguió todas las instrucciones que Lussuria le dejó anotado en un papel, de lo único que no estaba seguro —y que Lussuria no mencionó—, era cómo carajos saber si la leche estaba en el punto perfecto para que la niña la bebiera. Tampoco le dijeron si es que el mayor de esos mocosos seguía bebiendo de esa botella… ¡Al diablo! Si les llenaba la panza dejarían de quejarse así que preparó dos biberones.

 

—¿Alguna idea que aportar?

—Bashtado —el niño reía ante la nueva palabra aprendida y a Squalo poco le importó—. Bastado.

—Eso tienes que decirle a tu padre —sonrió cuando el niño asintió y cerró el pico—. Si, será interesante.

—Sante, sante.

—Bueno… —volvió a su incógnita inicial con esos dos biberones—, supongo que voy a tener que improvisar.

 

Una buena improvisación siempre lo sacaba de líos, como aquella vez cuando se acabó la carne de la mansión y al bastardo de su jefe se le antojó unas chuletas. Disfrazó unas berenjenas con mucho condimento y extra apanadura para que el idiota se lo tragara y dejara de quejarse. Así que haría algo parecido con la leche de esos dos mocosos.

Squalo salió al pasillo y tomó de la chaqueta al primer idiota que vio —fue al cascarrabias de ojos verdes que decía llamarse la mano derecha del décimo—, y muy delicadamente agitó un poco el biberón para que la leche se derramara en la cara del mocoso ese.

 

—¡Caliente! —la queja fue inmediata— ¡Carajo! —se limpiaba el rostro con desespero— ¡¿Qué crees que haces?!

—Maldición, ahora tendré que enfriarla.

 

Y sin decir más volvió a encerrarse en el cuarto con esos dos mocosos y puso las botellas debajo del grifo durante un rato. Para asegurarse volvió a aplicar el procedimiento anterior y le lanzó la leche al primero que se le atravesó. Mentiría si dijese que no le pareció divertido ver a Lussuria moverse cual gusano en reclamo de por qué le lanzaron leche de fórmula al rostro. Al menos pudo comprobar que la leche estaba perfecta.

 

—Ahora recuéstala sobre tu regazo —Squalo bufaba por millonésima vez mientras seguía las indicaciones de aquella mariposa—, con cuidado sujeta su cabecita con el interior de tu brazo. Así, así.

—¡¡Voi!! No tengo todo el día —y aun así trató de no ser grosero y priorizar la comodidad de la bebita.

—Aww que bonito —Lussuria miraba el cómo su vice capitán mantenía la botella de la bebita en la posición perfecta y ésta succionaba con tranquilidad—, te voy a tomar una foto para recordar este precioso momento.

—¡VOOIII! Deja eso de lado —le lanzó un juguete y luego suspiró. Se le olvidó el mocoso—. Oye tú… Sora —rodó los ojos cuando el mencionado asomó su cabeza por entre una torre de peluches coloridos—. Ven.

 

El niño era obediente, así que en menos de lo que duraba un suspiro lo tenía frente a él. Le dio la botella extra que fabricó y esperó, pero el niño ni se movió. Raro muy raro… aunque sinceramente no estaba de humor para pensar en qué otra cosa debería comer ese mocoso, así que insistió.

 

—Tómatela.

—No queyo —frunció su pequeño ceño y devolvió la botella.

—¿Por qué carajos no lo quieres?

—Queyo pué de banana —exigió con las manos en alto y una sonrisa.

—¿Y de dónde carajos voy a sacar eso?

—Squ-chan, recuerda que tienes cocineras a tu disposición. Reborn te dio control total sobre…

 

Pero Lussuria no pudo terminar su explicación porque Squalo le entregó a la bebita que seguía alimentándose sin prisa y salió al pasillo para gritarle a la primera mujer que usara uniforme de sirvienta que le facilitara lo que pidió el mocoso en menos de tres minutos sino correría sangre. Sí, tenía una forma muy sutil de pedir las cosas.

 

—Come, niño —le colocó el plato en el suelo y el mencionado felizmente tomó la cuchara y empezó a comer sin más.

—Toma —el pequeño castaño le extendió una cuchara con ese puré de color amarillento.

—Ah no, no quiero comer de tus babas.

—Toma —pero Sora insistió y, aun con desagrado, Squalo consumió el contenido de esa cuchara.

—Nada mal —admitió pues no era sólo banano lo que saboreaba, sino un toque de limón y algo más—. Comes bien, mocoso.

—Hasta parece que son tus hijitos~

—No te diviertas a mis costillas, maldita mariposa —miró feo a su compañero antes de tomar en brazos a la niña y sentarse junto al varoncito de esa familia.

—Eres muy malo, pero muy lindo, Squ-chan.

—¡VOOIII! ¡CÁLLATE!

 

 

Baño…

 

 

Los primeros días no tuvo que lidiar con “eso” porque un par de sirvientas lo ayudaron, pero ahora estaba ahí… sentado frente al primogénito de los Vongola quien balanceaba aquellas piernitas regordetas que estaban cubiertas por los pantalones azules y calzones de ositos.

¿Por qué estaba ahí? Pues al parecer el mocoso aun no sabía limpiarse solo y él tenía que estar ahí esperando a que el niño terminara para proceder a tomar un montón —muchísimo—, papel higiénico para cumplir con esa colosal tarea.

 

—Te estás pudriendo en vida —hizo una mueca antes de taparse la nariz y rociar aromatizante a su alrededor.

—Popó —reía el infante quien tenía las mejillas rojas por la “labor” en la que seguía.

—No me cuentes sobre tu vida y termina ya —exigió con fastidio.

—Cabé —informó y vio al mayor levantarse.

—No me pagan suficiente para esto.

 

Squalo reunió todas las fuerzas de voluntad que tenía para no vomitarse encima y limpiar el trasero del futuro décimo primer jefe mafioso de Vongola… algún día usaría esa información para molestar al mocoso, pero por ahora sólo quería acabar con eso rápido e irse.

Por suerte no hubo mayor contratiempo con eso… nada de no ser porque el mocoso se le escapó antes de que le lavara las manos y tuvo que correr por los pasillos en busca del cerdo que tendría como futuro jefe.

 

—¡Das asco, mocoso! —criticaba intentando agarrarlo una vez más, pero el infante sabía escabullirse fácilmente.

—No atapas —reía antes de meterse debajo de los muebles o correr por los pasillos.

—¡Lávate las malditas manos!

—¡Madita sea! —Sora fruncía su ceño antes de reír y salir corriendo de nuevo.

—¡Cuando te atrape de nalguearé por burlarte de mí! VOOOIII.

—Dime que no le enseñaste eso al niño… Dímelo por favor —no se esperó que ese niño de rizos lo interceptara en medio de su persecución— ¡DÍMELO! —casi suplicó.

—A un lado —bufó antes de empujar al mocoso—, tengo cosas que hacer.

—¡Sabes lo que nos hará Tsuna si es que Sora dice algo así frente a él! —Lambo hasta parecía querer llorar.

—No me interesa —rió antes de caminar—, después de todo… yo ya no estaré aquí para cuando eso suceda.

—POR FAVOR —ahora ya estaba llorando.

—Culpa al antiguo arcobaleno por esto.

 

Sí… dulce era la venganza. Si a él lo denigraron a ser la niñera de sus mocosos, que esos se aguantaran los malos modales que les dejaría a los niños porque sí, no iba a cambiar su forma de ser sólo por unos infantes con los que no tenía lazo alguno.

Aunque tampoco sería capaz de golpear a esos dos engendros del diablo —Reborn era el diablo—, porque admitía que las caritas de ese par eran lo más simpático que había visto en su vida. Sí… después de esos días les agarró un poquito de cariño.

 

 

Juegos…

 

 

Sinceramente no recordaba su infancia, o tal vez no la tuvo, como fuese, ahí estaba. Con la pequeña heredera dormida en su pecho, a la que cargaba en un canguro, babeando entre sueños —sí, era asqueroso, pero no se quejaba porque la mocosa dormida era un problema menos que enfrentar—, y con el niño exigiendo a que jugaran a algo.

 

—¿Qué quieres jugar?

—Buca, buca —ilusionado, el niño saltaba.

—Si tan solo entendiera tu idioma —suspiraba—. No te entiendo, así que explícate bien.

—Buca, buca —Sora señaló la mansión.

—Bu —pensó un poco y alternó su mirada del niño a esa mansión—, ¿buscar?

—Shi.

—Entiendo —miró al niño con cansancio—, entonces… ¿qué buscamos?

—Tú.

—Ah —Squalo bostezó porque sí, estaba cansado y esa niña no le hacía el trabajo fácil pues suspiraba entre sueños—, yo te diré qué buscar.

—Buco, buco —festejaba con infantil emoción.

—Busca el sombrero de tu papá —oh sí, se iba a divertir.

 

Todos en esa mansión sabían que Squalo estaba a cargo de los dos niños, así que no le decían nada si es que lo veían por ahí mientras estuviera con los mocosos esos… por eso la servidumbre ni le tomó en cuenta cuando empezó a caminar por la casa siguiendo al heredero desde el extremo norte, hasta el sur, de habitación en habitación y hasta se metió al despacho.

Squalo se reía internamente mientras seguía colocando los objetos más preciados de todos esos idiotas en el canguro junto a la niña, lanzándolos dentro del cuarto de esos mocosos o de su cuarto junto a este último, escondiéndolos hasta pensar en algún lugar donde arrojarlos después.

Ya tenía una fedora, unos dulces, unas cadenas, una espada, unos guantes de boxeo, unos chocolates, unas faldas recién compradas, unas corbatas, unos documentos que parecían importantes, y hasta tenía una tira de “globitos” empaquetados y de sabores. Se iba a morir de la risa cuando fuera el momento preciso.

 

—Eres un maldito genio, niño —sonrió cuando el pequeño castaño le dio un anillo de matrimonio que si mal no recordaba era de Reborn.

—Gacias —sonreía contento.

—Te has ganado un postre, vamos a la cocina —se guardó el anillo que tomaron del baño privado del líder y su esposo, y se lo guardó en el bolsillo.

—Fesas.

—Sí, sí, te comerás todas las fresas que te dé la jodida gana.

—¡Viva!

 

Squalo no se quejó cuando el pequeño niño le tomó de la mano y dio saltitos a su lado, tampoco soltó maldiciones cuando la baboseada mano de esa niña le agarró un mechón de cabello y lo tiró… por el contrario, se quedó en silencio mientras alimentaba a esos dos mocosos y a lo lejos escuchaba el alboroto de los primeros en darse cuenta de los objetos perdidos de la casa.

Se estaba riendo internamente.

 

—Parece que ya te acostumbraste a esto —sonreía Lussuria quien disimuladamente guardó un sobre de documentos antes de entrar a la cocina.

—Claro que no —sonreía mientras tomaba una fresa que Sora le daba y con su mano libre sujetaba el biberón de Ai.

—Te sienta muy bien el ambiente familiar, Squ-chan —halagó antes de sentarse junto al albino—. Es lindo verte feliz.

—¿De qué hablas?

—Estás sonriendo.

—Es que… —lanzó un par de carajadas cuando escuchó un disparo a lo lejos y miró a su compañero— seguramente esos imbéciles la están pasando mal sin mí.

—¿De quién…? —Luss se quedó con las palabras en la boca cuando recordó lo que pasaba en la mansión Varia—. Bueno… sin ti las cosas no son lo mismo.

—Espero que Bell esté muerto —sonrió con malicia.

—Siguen vivos~, maltratados pero vivos~ —rio por lo bajo.

—Ahora tal vez se lo piensen mejor andes de venderme como a un puto esclavo.

—Quién sabe… —Lussuria apretó la mejilla del castañito que le compartió una fresa—. Ya sabes que algunos no son tan inteligentes como tú y yo, cariño~.

—Bashtado —el niño miró la sonrisa de su niñera actual.

—Sí —Squalo le acarició la cabeza— es un jefe bastardo y que se joda el pelotón de raritos también.

 

 

Continuará….

 

 

 

Notas finales:

 

Krat se está riendo jajajja, es que algunas cosas son graciosas si Squalo las hace.

Yo sólo espero que lo estén disfrutando~

Muchos besos y abrazos~

Los ama: Krat~


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