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Lo más cercano al amor. por Tylenol Liquido_61

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Notas del fanfic:

Cómo saben Kuroko no Basket y sus personajes no son de mi propiedad, son obra de Fujimaki Tadatoshi, yo sólo los uso para protagonizar mis historias sin lucrar con ello.

Notas del capitulo:

Ellos sólo podían y debían ser amigos y eso debía bastar para calmar a sus corazones desesperados por algo más que no podía pasar.

   Las cosas eran tan complicadas siempre.

La cosa más compicada del mundo podía ser el amor.

Se gustaban. Entre ellos había esa aasfixiantetensión y ligera química, la forma en qué uno veía al otro cómo si fuera lo más maravilloso de toda la existencia. Y como el contrario correspondía con una mirada que indicaba algo parecido a un brillo ilusionado.

Ambos sabían sobre sus sentimientos. Hyuga (y todos en realidad) sabía perfectamente la forma en que su compañero se sentía hacia a él, lo consideraba algo asqueroso. Pero no el hecho de que el idiota más alto gustara de sí, lo asqueroso era que se sentía del mismo modo.

Se querían y apreciaban, igual que a los demás pero de forma diferente. Entre ellos estaba esa conexión de sentimientos mutuos y correspondidos.

Pero lo suyo simplemente no podía ser. Sus personalidades chocaban de manera demasiado agresiva y violenta, juntarlos sería como intentar mezclar agua con aceite, como lanzar un fósforo encendido a un charco de gasolina.

Y lo sabían perfectamente, que por más que lo quisieran las cosas no podrían acomodarse, que uno no cambiaría por el otro. Era más por orgullo, cobardía y egoísmo que otra cosa. Y tal vez un poco de miedo.

Era una sensación quemante en su pecho. La necesidad de querer más que sólo chocar los puños y querer tomarle de la mano y de calmar su ira con besos en vez de palabras, acercarse y tirar las barreras del contrario sin ser golpeado o insultado, pero era imposible.

Algunas veces había intentado ser menos él; tener más tacto y ser menos arisco. Dejarse llevar por el patético sentimentalismo y dejar al otro acercarse. Pero simplemente no podía, ni quería. Ya tenía más que suficiente con seguirse atraído a otro hombre.

Era un eterno tira y afloja sin ceder del todo. Era un fuego ardiente e implacable.

 

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—Hyuga, nunca llegaremos a nada si ésto sigue así.

Aprovecharon a que ya todos se habían ido para tener ese efímero momento donde todo se aislaba y podían tener siquiera una conversación respecto a eso que pasaba entre ellos.

—Si dejaras de presionarme tanto...

Soltó desviando la mirada y empujando al más alto, quién le tenía acorralado contra los casilleros con una mano a cada lado de su cabeza y su gran cuerpo casi presionando contra el propio.

—Apenas puedo respirar cerca de ti sin que entres en pánico ¿De qué hablas? —Dijo Kiyoshi alejándose sólo un par de centímetros, pero sin quitar sus manos de los casilleros.

La voz del castaño sonaba un poco burlona, pero en realidad ocultaba muy mal la tristeza que los constantes rechazos del otro le producía.

Ah... Sólo déjame entonces. Riko dijo que hay una chica de nuestra clase interesada en ti, vete con ella, y se acaba toda ésta mierda.

—Yo no quiero a ninguna chica, ni nadie en general. Respeto nuestros sentimientos.

Si él contaba ésto algún día, como una anécdota deprimente sobre su asquerosa vida amorosa de preparatoria, nadie le creería que vio actuando de ésta manera a  Kiyoshi "Corazón de Acero" Teppei. De manera tan lamentable y seria, y sin una pizca de su desesperante positivismo.

—No somos exclusivos, de hecho, no somos nada. No hay nada qué respetar en primer lugar.

Seguía sin ser capaz de voltear a ver al más alto porque, Dios, quería que todo eso acabará de una buena vez. Ninguno de los dos avanzaba de ninguna manera y lo mejor era al menos tratar de estar con otras personas. Lo suyo no podía (y creía que no debía tampoco) ir más allá de una amistad.

—Tú me quieres y yo a ti. Eso es bastante a lo cual tenerle respeto.

—Lo que yo sienta no debería importarte, en realidad debería ser lo último en tu lista de prioridades, búscate una novia o le que sea y olvídate de ésto. Sólo te haces daño...

Y me haces daño a mí. Quiso decir. Pero no quería verse más débil de lo que ya seguramente se veía.

—Pero... Si te dejo, ¿Qué hago con ésto que siento?

La voz de Kiyoshi se escuchaba ligeramente ahogada, quizá aguantado las ganas de llorar igual que él.

Su cuerpo tembló cuando repentinamente una de las grandes manos de Teppei le acarició el brazo con cuidado hasta llegar a su muñeca y tomarla, sintiendo la calidez de la piel del contrario contra la propia. Su mano se hizo un puño, tomando la camiseta entre sus dedos, cuando fue dirigida al pecho del más alto. Dónde podía sentir los latidos desesperado del corazón de Kiyoshi, casi parecía que su corazón estaba por salir de su propio cuerpo para chocar contra el de su compañero.

—Yo qué sé...

Logró decir. Las lágrimas rodaban por sus mejillas. Era una angustia odiosa. Tener lo que más quieres justo frente a ti pero siendo imposible tomarlo.

Se sentía patético, minúsculo contra la ola de emociones que le pateaban el corazón sin piedad alguna. Era tan lamentable. Pero su terquedad podía más que lo qué dictaban su cerebro y su corazón.

Simplementeya no podía con eso. Soltó la camiseta del más alto y con algo de miedo rodeó la cintura del gigante en un abrazo flojo, pegó la cara a su pecho para llorar silenciosamente, mientras el castaño le acariciaba la espalda y dejaba un beso en su cabeza.

Sorbió la nariz y se separó repentinamente del otro, recuperando la compostura con un ligero dolor de cabeza.

—Ya sé lo que sientes y tú sabes lo que yo siento, y también eres consciente de qué no hay modo de que ésto vaya más lejos. No tenemos nada y nunca lo tendremos... Te quiero.

Dijo en un susurro que dudaba hubiera sido escuchado y se paró en la punta de sus pies para pegar sus labios a los del otro en un beso rápido y fugaz, imposible de ser siquiera disfrutable o memorable, se separó tan rápido como actuó para el beso y aprovechó el shock del gigante para salir de la prisión de cuerpo y metal e irse.

Sin ver atrás, tomando sus cosas del suelo, e ignorando el latir desbocado de su corazón y los regaños de su propia mente. No importaba qué; se iba a esforzar para que lo único que intercambiara con el otro fuera relacionado solamente con el club. Más tarde podría arrepentirse de sus desiciones y su estupidez. Ahora era demasiado inmaduro para tomarse en serio siquiera sus propios miserables y nauseabundos sentimientos. 

Ellos sólo podían y debían ser amigos y eso debía bastar para calmar a sus corazones desesperados.

Con la simple complicidad de saber qué el otro se sentía igual bastaba.

Notas finales:

Espero les haya gustado.

 

Hasta la próxima.~


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