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Por ti por Emmyllie

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Notas del capitulo:

Infinitos agradecimientos por sus hermosos e inspiradores reviews a:

Gine Haise ♥

GokuKawaii ♥

Loretta Mink ♥

Martina Sánchez ♥

Caroly23 ♥

¡Son lo más! Atesoraré siempre en mi pequeño y oscuro corazón, todas y cada una de sus bellas palabras. La inspiración de este capítulo se las debo en un 100% a ustedes, quienes me hicieron ver que era una absurdez abandonar la historia sólo por culpa de un impulso del momento. ¡Las amo! En serio mil gracias por todo su apoyo <3


Son las 00:45 h del domingo 19 de mayo, o sea que han pasado 3 semanas exactas desde la última actualización. Me retrasé un poco con el capítulo, pero al menos no fueron los 2 meses que estúpidamente dije que me ausentaría :(

Les traigo el capítulo que gatillará uno de los conflictos centrales de la historia. Se vendrá mucho drama a partir de aquí, ya que es tiempo de que uno de los personajes se corrompa...

Sólo espero no perturbarlos demasiado e.e

Tal parece que Wiss no le contó toda la verdad a Goku a cerca de su hermano...

¡A leer!

Capítulo 10: Custodio de su Amor

Una vez solo, Wiss suspiró hondo, contemplando con gesto apesadumbrado a través del portal.

–Mucha suerte, Son Goku.

–¿Por qué no le dijiste toda la verdad?

Tras él, otro hermoso ángel hizo su aparición, cuestionando su proceder en un tono algo severo.

–No tendría caso hacerlo, Vados– contestó, volteándose a ver con semblante sereno a la recién llegada. –Basta con lo que ya sabe, de lo demás deberá darse cuenta por sí mismo– añadió.

Su hermana hizo una mueca, en sus ojos azules cual cielo haciéndose evidente su descontento.

–Pero omitiste un trozo sumamente relevante de la historia– le reprochó, frunciendo el ceño con aprehensión. –¿Haz pensado en qué sucederá cuando Kakarotto obtenga la consciencia de su verdadero yo? Al no contarle todo, dejaste a Goku sin armas para enfrentar aquello– reprendió.

–Oh, pero claro que sabrá enfrentarlo– sonrió pletórico Wiss, su emoción siendo tan grande que desbordaba en su mirada. –No te atrevas a subestimar un amor tan inmenso e inquebrantable como el suyo, mucho menos ahora que todo está conspirando a su favor– comenzó a andar, siendo seguido muy de cerca por la otra. –Además a mí no me concierne tomar participación en una historia que no sea la que se me encomendó, recuerda que Son Goku no fue el único que imploró por una segunda oportunidad– acotó con calma, girándose a ver a su congénere con suspicacia.

Vados dejó escapar una risilla irónica, no quedándole más remedio que mantenerse al margen.

–Oh, pequeño Black– clamó abatida, observando el cielo. –Espero hagas las cosas bien esta vez…

~~~

Horas antes…

En una de las habitaciones más apartadas de la casa en las montañas, dos jóvenes lidiaban con una situación de alta complejidad. Recostado boca arriba sobre una de las dos camas individuales que tenía el cuarto, el mayor de los gemelos Son perdía cada vez más sangre por sus heridas. Raditz acababa de llamar a una ambulancia, seguro de que no contaba con los medios para actuar debidamente ante el estado de su hermano, pues estaba claro que requería atención profesional.

Por indicación de la operadora de emergencias, el mayor de los hijos de Bardock contenía el sangrado como mejor podía, ayudándose del enorme botiquín de primeros auxilios que por fortuna tenía a mano. Vegeta y él hacían todo por mantener estable a Black, procurando guardar la calma y estar lo más centrados posible para afrontar adecuadamente tan grotesco panorama.

–No dejes de presionar– demandó el joven estudiante de medicina, cortando un gran trozo de gasa e impregnándola de desinfectante para así cubrir con ella una de las muchas laceraciones.

Saiyan asintió, procurando apretar bien la zona para impedir que aquel rojizo flujo continuara emanando. Tenía los dedos de ambas manos impregnados de aquel carmesí y vital líquido, el cual brotaba rápidamente y sin control alguno desde los profundos cortes que Goku se había hecho en las muñecas. El chico de cabellos largos vendaba lo mejor que podía cada uno de ellos, utilizando al máximo los recursos con que contaba el kit de primeros auxilios que él mismo equipó como medida de precaución. Sin embargo eran inútiles los vendajes, ya que la hemorragia parecía agravarse cada vez más, llegando al punto de teñir de rojo tanto el cobertor como las sábanas.

–Mierda– masculló Raditz, empezando a desesperarse. –¿Cuántos cortes se hizo? ¡No deja de sangrar!

–¡¿Por qué demonios no lo suturas y ya?!– se alteró el chico de cabellos en flama, viéndose notablemente afectado con la dantesca escena que montaba Black desangrándose sobre la cama.

–Porque se cortó las venas, es imposible suturarlas– aclaró Raditz, frunciendo el ceño fastidiado.

De pronto éste empezó a temblar incontrolablemente, su piel de golpe perdiendo color. Su respiración, que hasta ese instante era agitada y constante, se desaceleró tanto que en cuestión de nada parecía casi inexistente, su pecho apenas subiendo y bajando ante cada débil inhalación.

–No… no, no, no… ¡No!– el mayor de los hermanos apretó lo más posible el nuevo vendaje que en ese momento ponía, en sus ojos instalándose un pánico abrumador. –¡Está entrando en shock!

Saiyan enarcó una ceja confundido, no obstante al ver como Raditz agarraba el móvil y volvía a llamar a emergencias, entendió que el crítico estado de Goku acababa de agravarse incluso más.

Abrazó a Kakarotto con fuerza, conteniéndolo lo mejor posible entre sus brazos, mientras un equipo de paramédicos asistían a Black. Uno lo conectaba a un cardiograma portátil, otro le inyectaba en las venas del cuello un antibiótico y otro insertaba una vía central en su pecho para hacerle lo antes posible una transfusión sanguínea, pues su cuerpo entraba en colapso debido a la cantidad de sangre que no paraba de perder a través de sus heridas. Pronto lo colocaron en una camilla transportable y en segundos lo subieron a la ambulancia, siendo Raditz el elegido para acompañarlo hasta el hospital. Según lo dicho por los especialistas, su estado era muy alarmante.

–Todo estará bien– susurró a modo de consuelo, besando los cabellos de su novio. –Él estará bien…

El menor sollozó, la visión de su hermano así de vulnerable calando demasiado hondo en su ser.

–¿Por qué lo hizo?– inquirió en un entrecortado susurro, alzando el rostro empapado en lágrimas.

Vegeta no respondió, limitándose a limpiar el cauce de su llanto para volver a abrazarlo después.

Y aunque no lo demostrara, estaba tan o incluso más aturdido y preocupado por el estado de Black. Todavía sentía impregnado en su nariz el aroma metálico de su sangre, aun percibía contra su piel el toque frío, gélido que emanaba su cuerpo. No entendía qué había sucedido, cómo era posible que alguien con una personalidad tan fuerte, optara por intentar suicidarse tan de súbito. Sin mencionar que en su corazón continuaba vívido un temor abrumador, una parte suya, muy oculta y reprimida, muriendo de deseos por irse lo antes posible de allí para poder estar con él.

Notó un peso sobre su nuca y al voltear la cabeza, vio que Lapis lo observaba con el ceño fruncido, en sus ojos plasmado un recelo tan palpable y fulminante que prefirió ignorarlo por su bien. Aquella mirada gritaba “Es tu maldita culpa”, sin que Saiyan pudiera entender el por qué.

–Ve por tus cosas– le pidió Vegeta a Tarble, terminando de ponerse una chaqueta limpia. –Y trae las de Raditz también– añadió en tono serio, emprendiendo rumbo escaleras arriba. –En media hora nos vamos, así que date prisa– ultimó, apresurando el paso hasta perderse en una esquina.

Su hermano asintió con la cabeza, permitiéndose soltar un largo y audible suspiro. Siguió los pasos del mayor y tras verificar que Kyabe igual estuviera al tanto de la decisión, se dispuso a empacar sus pertenencias y las de su novio, notando un amargo sinsabor anudándole la garganta.

En cuanto entró a la habitación que compartían, el chico de peinado en forma de flama encontró a su novio de pie frente a un gran ventanal ubicado en uno de los costados, observando con expresión ausente a través del cristal. Caminó hasta él y lo rodeó por la espalda en un suave abrazo, sonriendo al sentir como éste recibía el contacto sin siquiera dudar, reposando la cabeza en su hombro en gesto decaído. Los bolsos de ambos yacían colocados sobre la cama, señal de que el menor de los hermanos Son ya se había dado a la tarea de dejar bien empacadas sus cosas.

–Sé que estás asustado, pero por más que cueste, debes mantener la calma– Vegeta susurró a su oído, dejándose embriagar por aquella deliciosa fragancia que exudaba cada partícula de su piel.

Kakarotto no respondió, permitiéndose consolar en aquel abrazo que le infundía gran protección.

–¿Por qué lo hizo?– preguntó tras varios minutos en silencio, separándose del mayor para mirarlo a los ojos con tanta confusión y angustia, que irremediablemente lo contagió de su doloroso sentir.

–No lo sé– le respondió tras un inaudible suspiro, tratando de verse impasible, pero sin exagerar.

Volvieron a abrazarse y así estuvieron un buen rato, decidiéndose a bajar tras varios minutos.

Con lo sucedido las ganas de todos por continuar un día más allí se habían esfumado, tornando el ambiente entre ellos excesivamente silencioso y denso. En menos de una hora ya se encontraban reunidos al interior de la casa rodante, más que decididos y dispuestos a emprender su regreso.

Vegeta se colocó frente al volante y Kakarotto se sentó a su lado en el lugar del acompañante, mientras Kyabe, Lapis y Tarble se acomodaban en un sitio al azar, no soltando ni una sola palabra. El motor ronroneó al girar la llave y el vehículo se puso en marcha, dando por terminado un fin de semana que auguraba ser maravilloso, pero que acabó del modo más dramático y fatal.

Tras cuatro horas de silencioso viaje llegaron a destino, Vegeta optando por dejar a Kakarotto y Lapis con Bardock, para que así los tres se dirigieran hasta el hospital donde Black había sido trasladado. Le prometió que apenas llevara a Tarble y Kyabe de vuelta a casa, tomaría su auto y de inmediato iría hacia allí para acompañarlo. Fue inevitable que los señores Saiyan cuestionaran el apresurado regreso, no obstante el mayor de los hijos le dejó el trabajo de explicar los motivos a su hermano menor. Tarble argumentó sus razones y antes que el interrogatorio comenzara, el chico de cabellera en forma de flama desapareció del lugar para ir con su amado novio.

Al entrar al centro clínico preguntó en el mesón de informaciones por Black, recibiendo de boca de la enfermera encargada de darle respuestas un escueto y seco “Piso seis, Unidad de Terapia Intensiva”. Rápido se encaminó al ascensor, llegando en menos de un minuto a la sexta planta del enorme lugar, encontrándose a Bardock, Kakarotto y Lapis en la sala de espera. En cuanto lo vio el menor de los gemelos se abrazó a él, mientras el padre de familia le agradecía por estar allí apoyando al más joven de sus hijos y el ojiazul lo recibía con otra mirada de genuina antipatía.

Decidió quedarse ahí toda la noche, confortando a su pareja, pese a su propia incertidumbre.

Hasta que un hombre de cabello entrecano y característica bata blanca salió a hablar con ellos, llevando consigo una tablilla con papeles que contenían información del estado actual de Black.

–¿Cómo está mi hijo?– demandó saber Bardock, siendo el primero en abordarlo al verlo.

–Estable– fue su respuesta, mientras leía el informe. –Controlamos la hemorragia y le hicimos un lavado de estómago, ya que había consumido una alta concentración de Metanfetaminas– le dedicó al patriarca de la familia una mirada seria, enarcando una ceja al ver el increíble parecido entre su paciente y uno de los muchachos que lo acompañaban. –Goku intentó suicidarse, señor Son. Por tanto le recomiendo una consulta psiquiátrica y mucho control parental a partir de ahora, porque es probable que el suceso tienda a repetirse más de una vez– expuso con calma.

Estaba claro que el médico era experto en casos así, ya que actuaba con exceso de tranquilidad a la hora de hablar y por supuesto la sugerencia que había hecho era en base a experiencias similares. Bardock asintió con el ceño fruncido al escuchar sus palabras, soltando un insulto entre dientes en cuanto el profesional de la salud dio media vuelta sobre sus pasos e ingresó a través de una puerta.

Raditz por su parte intentaba averiguar lo más posible con sus compañeros que hacían la residencia justo en aquel hospital, siendo así como descubrió con antelación que Goku estaba completamente fuera de peligro. A su familia sólo le quedaba esperar que despertara, por suerte la rápida intervención médica logrando salvar su vida. Había tenido mucha suerte de no cortar ninguna vena principal, resultando así su intento de suicidio en un acto totalmente en vano.

Poco antes del amanecer, Kakarotto acompañó a su padre a tomar algo a la cafetería, mientras Vegeta se quedaba en la sala de espera. Sin imaginar que, justo en ese momento, Black mostraría signos de estar pronto a despertar, lo cual el Doctor saldría a anunciar, sugiriéndole que entrara.

~~~

Actualidad…

Al ver sus intenciones de doblar el brazo, Vegeta se apresuró a evitarlo, sujetándolo suavemente.

–Quédate quieto– le indicó, observándolo con extrema seriedad. –Tus heridas no han cerrado del todo y ante el más mínimo movimiento podrían volver a abrirse– frunció el ceño, haciendo una mueca, mientras se cruzaba de brazos y su mirada se volvía desconcertada. –¿Por qué lo hiciste?

Black desvió el rostro, evitando que sus ojos hicieran contacto visual con los del otro. Se mordió el labio en gesto nervioso, un particular ardor bastante familiar punzando en sus muñecas. De pronto su actitud era inusual a ojos de Saiyan, pues ese amague de incomodidad jamás creyó presenciarlo en él. Por lo general el gemelo mayor sabía guardar muy bien la compostura, por lo que verlo así de vulnerable y nervioso le produjo gran incertidumbre. Sin mencionar, también, un repentino asomo de ternura que, por supuesto, no se admitiría a sí mismo ni sometido a tortura.

–No tengo por qué responderte eso– masculló, tratando de mantener a flote su habitual carácter.

Vegeta resopló por lo bajo, descruzando los brazos y acercándose más hacia la camilla donde el menor yacía recostado. Arrastró la silla dispuesta para las visitas y se sentó allí, acodándose en sus muslos y acomodando la barbilla entre sus manos, sin parar de escrutarlo fija e insistentemente. Black frunció el ceño, entrecerrando los ojos con hastío, mientras en su interior se desbordaban los sentimientos de anhelo y añoranza producidos por sus recuerdos recuperados.

–No pensé que fueras tan débil– dejó caer Saiyan, enderezándose con arrogancia en su posición.

Fue el turno de Goku para resoplar, mientras su mirada se entornaba más y sus labios se fruncían en una mueca de genuino disgusto. Se acomodó de lado sin importarle el dolor de sus heridas, de modo que quedara frente a frente con el mayor, decidido a no dejarse intimidar por sus palabras.

–No sabes nada de mí – espetó, su voz oscurecida por la rabia. –Así que deja de decir estupideces.

Vegeta le sonrió de lado, apartándole un mechón de la frente en un gesto imprevisto e impropio.

–¿Por qué lo hiciste?– preguntó otra vez, no apartando la mano de su rostro. –Si respondes me iré.

Éste se sintió morir, el caudal de anhelo y añoranza desbordándose en su pecho incluso más. Apreció una suave caricia en su mejilla, haciendo que la palidez de su piel adoptara un leve rubor que lo hizo ver adorable. Puso una mano sobre esa que lo acariciaba, sus ojos fundiéndose con los del contrario en una mirada tan profunda e intensa que estremeció su cuerpo de pies a cabeza.

–Vegeta…– susurró embelesado, su verdadera identidad tomando absoluto control de la situación.

Sentir el roce de esos dedos sobre su piel, tenerlo así de cerca, poder aspirar su masculina fragancia, lograba enloquecer sin piedad sus sentidos, arrebatándole la cordura sin marcha atrás.

–¿Por qué?– esta vez la pregunta fue hecha en un susurro, una sombra de preocupación velando esa mirada oscura y penetrante que seguía siendo su perdición. –Casi te desangras en mis brazos…

–Yo… yo no…– no era capaz de formular una frase coherente, el influjo de esos ojos contemplándolo de aquella manera tan fija e insistente, suprimiendo toda actitud racional en él.

Lágrimas eclipsaron sus pupilas, obligándolo a apretar los párpados con fuerza. La mano que yacía en su mejilla se deslizó fuera de su alcance, produciéndole una dolorosa sensación de vacío.

Vegeta al reparar en que perdía control sobre sus emociones, decidió ser racional y apartarse del causante de aquello, optando por levantarse de su lugar y encaminarse rumbo a la salida. Sin mirarlo volvió a hablar, negándose al hecho de que sus latidos se desbocaban sintiéndolo cerca.

–Es cierto, no tienes por qué responderme– espetó en tono frío y desinteresado, abandonando sin más la habitación, seguro de que si se quedaba más tiempo allí, sus sentimientos lo desbordarían.

Goku reprimió un grito de frustración, sintiéndose horriblemente perdido en aquella realidad.

–Habría preferido seguir viviendo en la ignorancia…– musitó consternado, observando abatido como sus vendajes se teñían de carmín.

La dualidad entre su alma y espíritu era implacable, dentro suyo desatándose una batalla campal.

El joven de cabellos en forma de flama caminó a paso veloz fuera de aquel recinto hospitalario, su corazón contrayéndose más y más a medida que crecía la distancia entre Goku y él. Su estómago se comprimió desagradablemente al caer en cuenta de lo cerca que una vez más estuvo del hermano de su novio, su mente recriminándole que era un estúpido de proporciones épicas.

¿Por qué le costaba tanto ignorar los sentimientos que surgían cuando estaba con Black? ¿Por qué la atracción que los unía parecía crecer con el pasar del tiempo? ¿Qué clase de mala broma del destino era aquella? ¡Goku estaba completamente prohibido para él! ¡Ni en sueños podía amarlo!

Detuvo en seco su andar al razonar sus pensamientos, reusándose a la idea por mucho que a esas alturas fuera ya una verdad irrefutable. Vegeta estaba negado a aceptar que lo que sentía por el gemelo mayor pudiera ir mucho más allá de mera y simple simpatía, su amor por Kakarotto superponiéndose como una barrera impenetrable sobre ese caudal de sentimientos tan indebidos.

No podía permitir que las emociones dominaran su accionar, mucho menos ahora que la relación con su adorado chico de cabellos alborotados iba así de bien. Éste había dejado todo para estar a su lado, incluso su realización personal fue relegada a segundo plano sólo para mantener en pie su relación. ¿Cómo podía siquiera considerar el amar a alguien más? ¡Era una completa estupidez!

Era inaceptable, impensable, inadmisible. No podía ser tan mezquino, Kakarotto no lo merecía.

No importaba cuán embelesados quedaran sus sentidos si percibía suficientemente cerca la calidez que desprendía el cuerpo de Black, no importaba cuán desbocados se volvieran sus latidos si se perdía en esos ojos tan oscuros e infinitos cual universos. Goku era para él como la droga más letal y prohibida, por ello debía alejarse lo más posible antes de que fuera demasiado tarde.

No era idiota, tenía claro que al gemelo de su pareja no le era indiferente, pues notaba el nerviosismo que dominaba su actitud siempre que se hallaban a solas o demasiado cerca. Ese leve estremecimiento al rozar su piel, la aceleración casi imperceptible en su cálida respiración. Ambos sentían lo mismo, a ambos los dominaba la atracción. Sin embargo por el bien de terceros debían poner cuanta distancia les fuera posible, ya que era absurdo dejarse llevar por emociones que no tenían por qué estar allí. Por más real que fuera su sentir, sabían que rayaba en lo ilícito.

«Kakarotto no lo merece…»

En cuanto tuvo a su mejor amigo lo suficientemente cerca, Lapis le propinó un zape bastante fuerte en la cabeza, haciéndolo soltar un quejido por lo bajo y mirarlo con expresión homicida. Pero antes de poder fulminarlo con un comentario mordaz, Goku notó la preocupación vívida en los ojos del contrario, produciendo en su pecho un amague de remordimiento por demás molesto.

–¿Eres estúpido o qué?– escupió el ojiazul, dejándose caer en la silla junto a él. –¿Qué demonios pretendías, Goku?– observó con recelo los vendajes en sus muñecas, el asomo de inquietud en su mirada volviéndose aun más evidente. –¡Casi te mueres, grandísimo tonto! ¿Acaso estás demente?

–Deja de gritarme– le increpó, frunciendo el entrecejo con fastidio. –Además no tengo por qué…

Calló cuando unos brazos se enredaron alrededor de su cuerpo, apretándolo con fuerza en un contacto increíblemente fraternal. Sus barreras cayeron y como mejor pudo correspondió al abrazo, sintiéndose horriblemente culpable de haberle hecho pasar algo tan vil a su mejor amigo.

–Ho paura per te… (Temo por ti…)– musitó Lapis, evitando el contacto visual, debido a la vergüenza que lo embargaba. –So che non stai bene (Sé que no estás bien)– alzó el rostro de su pecho, penetrando con sus brillantes zafiros los intensos ónix del contrario. –So che ti succede qualcosa (Sé que algo te sucede)– ultimó, su voz bastante seria. –Puoi fidarti di me… (Puedes confiar en mí…)– le sonrió conciliador, todavía bastante azorado, aunque intentando no demostrarlo demás. –Sai che puoi dirmi qualsiasi cosa (Sabes que puedes contarme lo que sea).

Black suspiró, desviando el rostro, por segunda vez en poco menos de una hora, sólo para que sus emociones no pudieran ser fácilmente leídas por medio de la infame transparencia de sus ojos. Lapis le hablaba en su idioma natal sólo si creía que la situación era demasiado seria, lo cual le daba a entender que no se quedaría tranquilo hasta obtener una respuesta suficientemente favorable para disipar sus muchas dudas. Resignado dejó que, aquél a quien consideraba su persona favorita, se acomodara mejor junto a él, quedando así ambos recostados mirándose de frente, colocados de costado sobre la dura superficie del colchón que tenía aquella camilla.

–Aunque te lo cuente, sé que no me creerías– replicó en voz trémula, reprimiendo un quejido al notar como se intensificaban las punzadas de dolor en sus muñecas. –Supera toda lógica que puedas tener, incluso yo sigo intentando internalizarlo como la realidad que es– ultimó, abatido.

–Pruébame– le propuso el ojiazul, deseando entender tan abrumador cambio en su personalidad.

Su amigo exhaló un audible suspiro, desviando la mirada para no hacer visible su funesto sentir.

–Crees en… la reencarnación?– inició dubitativo, manteniendo sus ojos ocultos bajo el flequillo.

Éste guardó silencio unos segundos, aumentando el creciente nerviosismo que invadía a Black.

–¿Por qué debería no hacerlo?– alegó, sonando bastante sereno. –Después de todo, mucha gente asegura que la realidad es capaz de superar a la ficción– añadió, dedicándole una suave sonrisa.

El menor asintió, reprimiendo un gesto de dolor al sentir como sus heridas empezaban a ardder.

–Yo…– continuó, conteniendo el aire unos segundos. –Yo soy una reencarnación– soltó de golpe.

Lapis abrió sus ojos sorprendido, incorporándose en sus codos para poder observarlo a detalle. Goku insistía en evitarle la mirada, manteniendo sus pupilas fijas en un punto cualquiera del blanco techo. Sus labios tan juntos que formaban una fina línea en su rostro, varios mechones azabaches cubriéndole parcialmente los párpados y su cuerpo dándole gradualmente la espalda.

–¿Qué?– exclamó atónito, sus zafiros reflejando incredulidad pura. –Espera, espera… ¿Que tú qué?

Sin importarle el dolor de sus cortes, ni el repentino mareo que atacó sus sentidos al hacerlo, Black se incorporó sin reparo alguno sobre aquel duro colchón, bufando hastiada y audiblemente.

–Sabía que no me creerías– masculló entre dientes, sintiéndose un completo desastre. –Sólo olvídalo y ya, ¿sí? Haz de cuenta que nunca te dije nada y… agh, soy un idiota– se regañó, harto.

–No… hey, no– replicó el ojiazul, apurándose a ponerse frente a él. –No es que no te crea… diablos, es que… es difícil de creer, pero…– negó con la cabeza, consciente de que sólo lo estaba arruinando más. –Sólo explícamelo bien, ¿sí? No puedes pretender que me quede tan campante al escuchar que mi mejor amigo es la reencarnación de quizás quién– ultimó, sumamente incómodo.

Su compañero volvió a suspirar, enfrentando por primera vez sus ojos. Su mirada irradiaba incertidumbre pura, claramente hasta para él siendo toda una odisea asimilar aquella situación.

–No me pidas que sea coherente con lo que diré, porque  está claro que no podré– retomó su aclaración, su voz siendo apenas audible. –¿Te acuerdas de esa serie de visiones extrañas de las que vagamente te hablé hace unos meses?– Lapis asintió en silencio. –Bien, tal parece que mi subconsciente buscaba el modo de evocar recuerdos pasados mientras dormía, por lo que esos sueños no eran más que experiencias reales que viví en mi anterior vida– explicó, cada palabra antojándosele increíblemente su real. –Durante el tiempo que estuve inconsciente, visité una especie de limbo, donde me encontré con un ser divino llamado Wiss, quien me devolvió de golpe todos mis recuerdos perdidos. Ahora sé que mi nombre era Son Goku Kakarotto, que existí en una línea temporal alterna a esta y que al morir me fue concedida la oportunidad de volver a nacer.

Tras lo dicho los rodeó el silencio, roto sólo por los pasos y las voces de los doctores que pasaban fuera de la habitación. Al cabo de unos minutos Lapis habló, denotando abrumadora tranquilidad.

–Entonces… ¿Tu hermano y tú fueron una misma persona antes de existir en esta vida?– meditó, posando una mano en su barbilla en gesto pensativo. –¡Vaya locura! Aunque me intriga bastante…

Black quedó momentáneamente atónito, admirado con lo astuto que podía llegar a ser su amigo.

–Lo sorprendente es que hallas sido capaz de dilucidarlo tan rápido– exclamó, mirándolo boquiabierto. –¿Cómo rayos llegaste a semejante conclusión tan fácil?– demandó saber, incrédulo.

–Simple lógica– le sonrió, encogiéndose de hombros con desinterés. –No es tan difícil, ¿sabes? Tú te llamas Goku, tu hermano Kakarotto, ambos son tus nombres en tu vida pasada. Es fácil teorizar que antes eras un mismo ser y ahora, por alguna razón, son dos– dedujo, muy seguro de sí mismo.

Goku chistó la lengua, resoplando por lo bajo. ¿Cómo era posible que Lapis se lo tomara tan bien?

–Por eso estás así– más que una pregunta, fue una afirmación. –Por eso intentaste suicidarte…

Black negó con la cabeza, soltando en un largo y sonoro suspiro, todo el aire retenido en sus pulmones. Alzó su mirada y la conectó a la del mayor, buscando el mejor modo de aclararlo todo.

–Yo… yo tuve un lazo muy fuerte con alguien… un lazo muy intenso e irrompible– comenzó. –Pero las cosas no salieron como las planeamos y…– contuvo un suspiro, el caudal inmenso de emociones de su verdadera identidad invadiendo de tristeza y angustia su corazón. –Todo terminó muy mal…

–Y ese alguien también está en esta vida, ¿no es así?– caviló el ojiazul, contagiándose de su sentir.

–Sí– murmuró Goku, un cúmulo de lágrimas agolpándose en sus ojos. –Al igual que yo, él obtuvo la oportunidad de renacer. Pero, a diferencia de mí, no recuerda absolutamente nada– explicó, luchando por mantener serena su voz. –Sólo siente que algo lo une a mí, pero no entiende qué es.

–Y… ese alguien… ¿Es…?– exigió saber su amigo, no pudiendo más con su creciente incertidumbre.

El joven de rebeldes cabellos azabaches meditó unos segundos su respuesta, no muy seguro de si sería apropiado o no revelar semejante verdad. Y es que, si bien Lapis era la persona en quien más confiaba a esas alturas de su vida, algo dentro de él le temía a cruzar los límites de lo que era políticamente correcto a ojos de los demás, consciente de que sus sentimientos por el novio de su hermano, pese a ser tan puros que habían trascendido vidas, eran totalmente prohibidos.

No obstante no pudo continuar cavilando nada más, ya que la puerta de la habitación se abrió, dando paso a Bardock, Kakarotto y Raditz. Su padre lo observó en silencio, su hermano mayor suspiró aliviado al verlo ya despierto y su gemelo, sin reparos de ningún tipo, se apuró a darle un abrazo, contacto al cual Black correspondió al instante sin tener el valor ni las ganas de negarse.

–Eres un idiota– gruñó Kakarotto, rompiendo el contacto para verlo de frente. –¿Por qué lo hiciste?

Goku suspiró, un remordimiento punzante instalándosele en el corazón. Ahora que sabía la verdad del por qué de sus visiones, no podía evadir tener sentimientos encontrados por el menor de ambos, el cariño y el rechazo meyando en él con igual intensidad, una parte suya apreciándolo a pesar de todo, pero otra más oscura no pudiendo evitar repudiarlo por apropiarse de su identidad.

–No lo entenderías– espetó en tono serio, reprimiendo sus emociones. –Y créeme… es mejor así.

Kakarotto se limitó a observarlo con una ceja alzada en confusión, notando el repentino cambio en su actitud. De pronto sentía algo extraño, diferente en Black; casi como si se tratara de otra persona. Se veía muy tenso, contenido; incluso el trato hacia él no era igual, pasando de ser espontáneo y fraternal, a forzado y notoriamente cortante. ¿Qué diablos le sucedía a su hermano?

Se apartó para que Raditz pudiera acercarse también, dejando escapar un consternado suspiro. Entonces su móvil empezó a vibrar insistentemente, en la pantalla parpadeando el nombre de Vegeta. Se disculpó y salió del cuarto para tener privacidad, percibiendo de pronto el ambiente en demasía denso. Se apoyó en una pared y contestó la llamada de su novio, bastante agobiado.

–Hola, Vege– saludó, su voz reflejando a la perfección su desalentador sentir.

–¿Qué tienes, bebé?– demandó saber Saiyan, captando enseguida su desánimo. –¿Estás bien?

–Lo estoy– mintió Kakarotto, sintiéndose un tonto por dejarse afectar por el extraño actuar de su gemelo. –Me siento cansado, es todo– optó por omitir la verdad, reusándose a preocuparlo demás.

Vegeta no creyó al cien porciento su excusa, pero prefirió fingir para no hacerlo sentir incómodo. Además el menor no sabía que él estaba al tanto de que Goku había despertado ya, pues huyó de la escena por culpa del desborde de sus emociones prohibidas, justo antes que ellos regresaran.

–Estoy en el departamento– informó, terminando de entallarse los jeans, ya que recién se había dado una larga ducha con agua fría para despejar aunque fuera un poco el desastre en su cabeza. –¿Quieres que vaya por ti?

–Sí– aceptó él, viendo de soslayo a Lapis, que acababa de salir de la habitación, portando en su rostro un semblante de resignación pura. –Black despertó hace un rato, papá y Raditz están con él ahora. Y no sé qué tiene, pero se portó muy distante conmigo– terminó contándole, dibujando en su rostro una mueca dolida. –Así que lo mejor será irme, necesito una ducha y dormir unas horas.

–Entonces voy para allá– señaló su novio, tomando las llaves del auto. –En diez minutos llego.

–Está bien– aceptó Son, el ojiazul y él caminando a través del pasillo por acuerdo tácito. –Te amo.

–Yo más– respondió su pareja, tras lo cual la llamada finalizó, forzándolo a guardar el celular.

Junto a Lapis subió al ascensor, presionando el botón para bajar hasta el primer piso. No fue difícil que entre ambos se formara un ambiente bastante grato, hablando de trivialidades al azar.

Minutos después, ya al exterior del recinto, decidió escribirle un mensaje a Raditz, informándole que iría al departamento para ducharse y descansar un poco, el cual él respondió diciéndole que con Bardock harían exactamente lo mismo, pues Goku les había pedido que lo dejaran a solas.

«No es sólo conmigo…» Razonó Kakarotto, cada vez más confundido. «¿Qué te sucede, hermano?»

~~~

Semanas después…

–¿Estás seguro de esto?– inquirió consternado Lapis, viendo con recelo el bolso de viaje a medio llenar que yacía sobre la cama de su mejor amigo, al interior del cual empacaba sus pertenencias tan resueltamente que el pelinegro mayor no sabía a ciencia cierta qué pensar. –¡Contesta, Black!

–Muy seguro– asintió, sin dejar de ejecutar su labor. –No quiero estar ni un solo minuto más aquí.

–Pero…

Su compañero se giró a mirarlo, en sus ojos haciéndose patente una abrumadora determinación.

–¿Quieres quedarte?– lo cuestionó, increíblemente serio. –Quédate entonces, no hay problema.

–Goku– éste sujetó sus manos, conectando sus miradas. –¿Por qué no me dices qué está pasando? ¡Desde que saliste del hospital te comportas extraño! ¡Ni siquiera quieres hablar conmigo!– increpó, forzándolo a sentarse junto a él en el colchón. –Sé que tal vez estás agobiado por aquello de tu verdadera identidad, pero no es justo que hasta a mí quieras excluirme de tu vida– le recriminó, claramente dolido. –¿Qué obtienes huyendo? ¿Es así como vas a enfrentar las cosas?

–¡Sí!– exclamó Black, soltándose bruscamente del agarre. –¡Y no es de tu puta incumbencia cómo demonios se me ocurra enfrentar esta maldita situación!– lo encaró, levantándose de su lugar con el ceño fruncido y las manos hechas puño. –¡Ya déjame en paz! ¿Tanto te cuesta entender eso?

–¡Deja de portarte como un maldito crío asustado, ¿quieres?!– retrucó por su parte el ojiazul, poniéndose de pie también con igual disgusto y determinación. –¿O qué? ¿Crees que huyendo como una asquerosa rata cobarde podrás librarte de tu realidad?– lo agarró de los hombros, zarandeándolo un poco para espabilarlo. –¡Reacciona ya! ¡No resolverás nada lléndote de aquí!

El silencio posterior fue denso y agobiante, ninguno de los dos apartándole la mirada al contrario.

–Te odio– masculló entre dientes el gemelo mayor, dejándose caer con pesadez sobre la cama, mientras cubría su rostro con ambas manos. –¿Por qué tienes que ser tan entrometido, Diecisiete?

El mencionado sonrió pletórico, sentándose junto a él sin tomarle parecer a su ceñuda expresión.

–¿Cómo me llamaste?– indagó, su voz adquiriendo matices bastante encantadores.

–Diecisiete– repitió Goku, esbozando en sus labios una sonrisa bastante suave y sincera. –¿Por qué?

–¡Me recordaste!– exclamó él, no pudiendo evitar que sus ojos fueran invadidos por la felicidad.

Su amigo asintió en silencio, correspondiendo al cálido abrazo con que Lapis selló aquel instante.

–Sigues siendo un cursi de primera– se burló Black, riendo ante el leve golpe con que le reprochó.

–No mates el ambiente, niñato insufrible– replicó, sonriendo sinceramente feliz y agradecido.

Increíblemente, la vida le había brindado a Goku la dicha de recuperar a un gran aliado, pues no sólo él había recuperado recuerdos de su anterior existencia, sino que Lapis ya llevaba varios días teniendo plena consciencia de cuál era su verdadera identidad. El destino parecía querer conspirar a favor del joven Son esta vez, devolviéndole a una de las personas que más lo apoyaron y cuidaron durante el tiempo más crucial y decisivo en su pasado.

–No sé qué hacer– musitó sin romper el abrazo, corazón y mente luchando a muerte dentro de él.

Diecisiete suspiró agobiado, apartándose lentamente de su amigo. Limpió con sus pulgares el par de lágrimas que osaron rehuir sus negros ojos cual universos infinitos, calándole en lo más hondo el verlo así de vulnerable y conflictuado. Pero ahora que ambos estaban en la misma sintonía, esperaba que le fuera más fácil orientarlo y guiarlo a través de los caminos más favorecedores.

–Quédate, Goku– lo instó, observándolo con determinación. –Quédate y lucha por recuperar lo que por derecho te pertenece.

Éste soltó una risa amarga, agachando la cabeza hasta que su azabache flequillo le cubrió los párpados, una horrible sensación de vacío y culpa invadiéndole el pecho, robándole un suspiro.

–Vegeta no es mío– objetó, mordiéndose con fuerza el labio inferior. –Pero, ¿sabes qué?, está bien. Kakarotto lo hace feliz, porque cumple al pie de la letra con todas sus espectativas– sonrió tristemente, alzando el rostro y dejando ver su mirada invadida de congoja. –Él lucha por lo que quiere sin importar qué deba sacrificar para lograrlo, sin mencionar que posee una determinación y fortaleza admirables– señaló, apoyando una mejilla en su mano. –Él es todo lo que yo no pude ser…– admitió en un susurro, el odio contra sí mismo deslizándose por sus venas cual serpiente.

–Suficiente– espetó Lapis, gruñendo sonoramente. –Deja de hablar así o te juro que te golpearé.

El menor sonrió de lado, levantándose una vez más para continuar empacando sus pertenencias.

–Ni te atrevas a impedir que me vaya– le advirtió apenas lo vio abrir la boca para replicar, volteándose a dedicarle una mirada tan intimidante que lo forzó a guardar silencio por su bien.

–El nuevo tú asusta– musitó para sí mismo, resignado a renovar su táctica para hacerlo reaccionar.

En eso el móvil de Black comenzó a sonar insistentemente, haciéndolo soltar un insulto por lo bajo. Pero al ver el remitente de la llamada, todo dentro de él se tensó, poniéndolo en alerta.

–Es Zamas– masculló, la lucha entre corazón, mente, alma y espíritu reanudándose en su interior.

Diecisiete le dedicó una mirada escrutadora, notando al instante el brusco cambio en su actitud. Y es que claro, al tener absoluta consciencia de su verdadera identidad, sería inevitable que Goku empezara a rechazar a quien era su pareja formal en esa realidad, pues los recuerdos de las muchas atrocidades que éste cometió contra él, abrirían una brecha irreparable en su relación.

–Si quieres yo…

–No– negó él, escudándose tras su máscara de hostilidad e indiferencia. –Esto no puede ganarme.

Por mero impulso contestó la llamada, invadiéndolo una sensación sumamente difícil de describir.

–Hola…

–Black– pronunció en tono gélido el mayor, produciéndole un repentino e intenso escalofrío. –Me harté de tenerte tan lejos– espetó, notándose bastante irritado. –¡Ni siquiera sé si seguimos juntos! ¿Sabes cuán humillante es eso para mí?– reprochó, causando en Goku una intensa mezcla de nerviosismo e incomodidad. –Así que tomé una decisión…

–¿Cuál?– indagó con el tono más firme que pudo, su mente siendo azotada por terribles recuerdos.

–Estoy en Tokio…

Notas finales:

¡Chan, chan, chan! *mediocre intento de música de suspenso* ¡Zamas has returned, bitches!

Pobre de Black bebé, le llueve sobre mojado uwu

¿Qué pasará ahora? ¿Cómo se tomará Goku el regreso de Zamas? ¿Qué sucederá con su relación ahora que recuperó sus recuerdos? ¿Será que Zamas se corromperá? ¿O lo dejará ir fácilmente con tal de verlo feliz?

¡Diecisiete también reencarnó! Y es material más que dispuesto para ayudar y cuidar a Black en todo y de todos *-*

Vegeta por otra parte superpone el amor que siente por Kakarotto, por sobre los intensos y muy puros sentimientos que siente por Black. ¿Será que valdrá la pena hacerlo? ¿La relación del VegeKaka continuará en pie a pesar de todo? ¿O algo gatillará un quiebre inevitable?

¿Qué personaje creen que sea el primero en corromperse?

¡Esto y más en próximos capítulos de su dorama favorito! X'D


¡1927 lecturas! wow... ya casi llegamos a los 2k *o*

¡Los amo! En serio llenan de colores mi oscuro corazón :3

Gracias por todo su apoyo, aunque sean lectores fantasmas xD

Los aprecio y valoro como no tienen una idea mis amores <3


Próxima actualización: sábado 01 de junio :)

Y si no alcanzo, ya saben que máximo una semana después jeje

¡Ciao!


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