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Deseo a una estrella por Alei sama

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Notas del fanfic:

Hola! realice este fic en base a 4 palabras que son: Estrella, Alegria, Rojo y Danza"

Espero que les guste :D

todos los personajes pertenecer a Fujimaki-sensei, yo solo los uso para escribir historias. 

¿Alguna vez te has sentido culpable por tener algún gusto?

¿No?

 

Pues a Aomine si le pasaba.

Desde que era muy niño, a él le gustaba la danza. Admiraba con fuerza a las bailarinas de ballet y a las gimnastas.

 

Le encantaba ver como hacían piruetas y saltos.

 

Entonces, a la edad de 6 años le rogó y le imploró a su madre que lo inscribiera a clases de ballet.

 

La situación fue complicada. A su edad tan corta no entendía porque tenía que mantener ese pequeño detalle en secreto de su padre. Pero fue la única condición que le puso su madre.

 

Entonces no le dio mucha importancia y le juró a su madre jamás decirle nada a su padre.

 

El pequeño Daiki estaba encantado.

 

Su mamá le compró un unitardo color negro y unas zapatillas de danza. Y así fue como comenzó una nueva rutina en la vida del niño.

 

Todos los martes y miércoles, después de la escuela el niño corría a su casa, su madre lo esperaba sentada en la sala con una pequeña maleta y ambos emprendían un viaje hacia el metro para así, poder llegar a la escuela de danza.

 

Aprendió ballet rápidamente, de hecho, siempre fue bueno, o eso decían sus maestros. Era un pequeño prodigio de la danza.

 

En su casa, en su tiempo libre y cuando nadie lo veía, se ponía a practicar sus estiramientos mientras veía la televisión.

 

Otra cosa que le gustaba mucho eran los musicales. Las coreografías elaboradas eran su delirio. Siempre le gusta intentar replicarlas y bailar frente a la televisión.

 

Pero en ese mismo año, durante la navidad su padre, (un oficial de policía muy reconocido cabe destacar) le obsequio al niño un balón de baloncesto.

 

El pequeño Daiki miró el balón con el ceño fruncido y una ligera mueca de disgusto. Cuando esaba a punto de rechazar el balón su mamá le miró y le negó con la cabeza.

 

- ¿Te gusta tu balón? - preguntó su padre.

 

Entonces Daiki obedeciendo a su madre cambió su semblante de disgusto a una pequeña sonrisa fingida y asintió con la cabeza.

 

- Sí, si me gusta. - respondió.

 

Su padre lo abrazó y muy felizmente le contó su plan.

 

- El siguiente año, justo antes de que cumplas 7 años te inscribiré a un club de baloncesto para que puedas aprender a jugar y puedas jugar contra tu viejo.

 

Daiki suspiró desanimado. No quería aprender a jugar baloncesto, ese deporte ni siquiera le gustaba.

 

Pero su padre cumplió con su palabra y le inscribió a un club de baloncesto.

 

Entonces martes y miércoles iba a clases de ballet y los viernes y sábados iba a su club de baloncesto.

 

Al principio fue complicado, todo ese ejercicio dejaba exhausto al niño, pero después de un tiempo se acostumbró.

 

Se sentía muy feliz. Sentía una alegría y una plenitud pura cuando se encontraba en un piso de duela realizando vueltas y giros, pero esa felicidad desaparecía cuando pisaba un suelo de duela y escuchaba el sonido chirriante de los tenis contra la duela y el sonido del balón rebotando contra el mismo. Ese sonido no era hermoso, no había gracia, era brutal.

 

- Mamá, no me gusta el sonido que hago cuando piso la duela de mi club, siento que lastimó a la madera. La madera de mi club no cruje así porque me muevo con más delicadaza. ¿Qué debería hacer para no lastimarla?

 

La madre del niño sintió su voz temblorosa y sus ojos inundados de lágrimas, simplemente abrazo al niño y le acarició el cabello.

 

Se acercaba la primavera, y la academia de ballet preparaba un hermoso recital para recibirla.

 

Nuestro pequeño Daiki audicionó para ser el protagonista de la obra y claro que se quedó con el papel.

 

Le puso dedicación absoluta a la práctica para la obra, era muy importante para él que todo saliera perfecto. Se sentía tan feliz de poder brillar como una estrella en el escenario.

 

Sin embargo esa felicidad no duró siempre.

 

Una molesta alarma sonó despertando al moreno alejándolo de los brazos de morfeo y este soltó un gruñido y una maldición por lo bajo.

 

No quería ir a la universidad, la verdad nunca quería ir a la escuela.

 

Abrió las cobijas para salir de la cama y rápidamente una helada ventisca le crispó la piel.

 

Hacía un frío del demonio.

 

Pues claro, faltaban exactamente 2 días para la navidad, era decir, era 23 de diciembre. Tenía que ir a la universidad a entregar un estúpido proyecto de una estúpida materia para una estúpida maestra.

 

Un ensayo de apreciación artística a algún arte.

 

Aomine hizo lo que pudo. Eligió un arte al azar, la pintura y escribió una zarta de idioteces. No le dio ni personalidad ni presentación a su triste ensayo de apenas 2 cuartillas y media. La mínima era una cuartilla y lo máximo era 4 cuartillas.

 

Hizo el intento o algo así.

 

Se estiró en su lugar y se levantó descalzo de la cama, dormía con poco ropa, bueno, sólo dormía con los boxers puestos, no usaba pijama o algo así. Era molesto según él.

 

Entonces entre su ropa revuelta y amontonada sacó un arrugado pantalón de mezclilla negro. Lo sacudió un poco para quitarle la pelusa de encima y se colocó. Ahora revolvió aún más la ropa y sacó una playera de manga larga con cuello en V color gris. Se la colocó y se dirigió al baño, se lavó la cara y acomodó su despeinado cabello, se miró un poco al espejo, se perfumó y salió del baño con dirección a la mesa de la sala. Tomó su ensayó, lo metió en un folder y enterró en alguna parte de su mochila su trabajo.

 

Tomo su abrigo color verde que estaba desparramado en el sofá, se colocó sus zapatos, unos botines militares negros y salió de su casa con todo en las manos.

 

Conformé caminaba se iba acomodando todo, se colocó el abrigo, se colgó en un hombro la mochila y bajó por las escaleras.

 

Revisó sus bolsillos y revisó que todo estuviera en orden: celular listo, dinero listo, cartera lista, llaves del departamento listas. Si. Todo en orden como debía ser.

 

Si preguntaban, sí, siempre había sido así de desordenado. Caminó lentamente hacia la estación de trenes y miró un anuncio que le llamó un poco la atención.

 

Un brillante y llamativo cartel anunciando el 10mo aniversario de la famosa película. "The Greatest Showman" miró el cartel un par de segundos y después lo pasó de largo.

 

La estación estaba atascada de gente, lo que era de esperarse por las fechas. A empujones logró entrar en el tren y 4 estaciones después, como pudo se bajó.

 

Caminó hasta salir de la estación y después caminó unas largas calles hasta su plantel es cuál, era enorme.

 

Olor a azúcar y pino, luces de colores, los colores verde, blanco u rojo en todo su esplendor, la gente gastando innecesariamente en regalos que posiblemente nunca más en su vida usaría pero que aún así compraría.

 

Ah... Que linda era la navidad.

 

Aomine siempre negaba con la cabeza cada vez que veía a una señora cargando con 5 cajas sin poder ver pon donde caminaba empuñando a todo mundo. Pero así eran las fechas y así era la gente.

 

La verdad era que no le gustaba la navidad. Le traía muy malos y amargos recuerdos de su niñez. Y ahora sus 18 años le acusaban cierto conflicto. Además, no tenía con quien celebrar la navidad. Ni padre o madre para visitar u obsequiar algo.

 

Era él y su soledad y él estaba bien con eso.

 

Sintió un escalofrío recorrer su espalda, le invadió la sensación de estar siendo observado por alguien y sin disimulación alguna se giró para ver quien le observaba pero no logró distinguir quien le miraba, volteó en todas las direcciones y al final no encontró nada.

 

Cauteloso, se metió a la escuela el moreno y fue a la sala de profesores, entró y puso su trabajo con los otros. Y salió del edificio lanzando un gran bostezo.

 

- Oye...

 

El moreno se giró a la derecha para ver a la persona que le hablaba. Y simplemente frunció el ceño.

 

- ¿Diga? - respondió Aomine.

 

- Quisiera hablar un poco contigo... - respondió esta persona.

 

Aomine miró muy sospechoso al tipo. Tenía una chaqueta blanca puesta, la capucha le cubría la cabeza y respiraba muy irregularmente.

 

Posiblemente era un drogadicto.

 

- No, lo siento, tengo cosas que hacer. - respondió Aomine sacudiendo la cabeza y tratando de alejarse de ahí.

 

- ¡Espera! ¡Es importante! - le insistió el otro.

 

Aomine negó con la cabeza y comenzó a alejarse, el chico de la capucha apretó ambos puños y mordió ligeramente su labio para tomar valor.

 

- ¡Te conocí de niño! ¡Necesito hablar contigo! Yo... ¡Te acompañé a la academia cuando eras niño! - exclamó el chico desesperado.

 

Aomine se detuvo en seco y se giró para mirarlo con una mirada asesina. Se acercó rápidamente al joven y lo tomó de la chaqueta con fuerza.

 

- ¿¡Quién mierdas eres y qué quieres?! - preguntó amenazándolo el moreno.

 

El joven de capucha solamente tragó en seco y guardó silencio.

 

- ¿No me vas a responder? ¿Acaso es una broma? ¿Entonces quién te contó de la académica? ¿¡EHH?! - a Aomine se le terminaba la paciencia.

 

Después del silencio sólo chasqueo la lengua fastidiado y empujó al joven con fuerza.

 

- No me vuelvas a buscar. O te parto la cara. - amenazó fieramente el moreno.

 

El joven de blanco sacó un papelito todo arrugado de su chaqueta, suspiró derrotado y se bajó la capucha.

 

- De verdad tengo que hablar contigo. Es muy importante. Yo... Me llamó Kagami Taiga. Debes de ver esto. - Kagami le entregó el papelito a Aomine y este solo alzó la ceja.

 

Aomine desdobló el papelito y todo se tornaba cada vez más extraño.

"Cuando cumpla 18 deseo poder ver a Kagami durante la navidad de nuevo para que vea lo feliz que soy y poder darle un fuerte abrazo"

El moreno miró aturdido al pelirrojo y alzó los hombros.

 

- ¿Y esto? - preguntó Aomine.

 

- Debemos ir a un lugar con menos gente y hablar. - insistió el pelirrojo.

 

Aomine lo miró fijamente. Y se percató de que las manos del chico estaban azules, sus labios temblaban por el frío y que respiraba de esa manera por el frío que hacía. Aomine sintió una pequeña culpa por dejarlo así en el frío. Se veía a leguas que esa chaqueta tan delgada no calentaba nada.

Pero la situación era tan extraña que le costaba confiar en él.

 

"Si intenta algo raro le golpearé en la cara" se dijo a sí mismo el moreno.

 

 

- Esta bien, te daré 10 minutos para que me hables de eso que dices es tan importante.

 

El pelirrojo asintió con la cabeza. Aomine le hizo una seña con la cabeza para que lo siguiera y llegaron a una cafetería cercana a la universidad.

 

- Te invito algo para que entres en calor. ¿Qué quieres? - ofreció Aomine sacando la billetera de su abrigo.

 

- Ah... No sé. Lo mismo que tú está bien... Creó. - respondió dudoso el pelirrojo.

 

- ¿Seguro? - preguntó Aomine alzando una ceja.

 

- Si... - Respondió Kagami mirando el lugar un poco asombrado.

 

- Dos americanos express. - Aomine suspiró derrotado. - Al de él quiero que le ponga azúcar y canela por favor. - mencionó señalando a Kagami que estaba muy atrás de él.

 

La empleada sintió con la cabeza y le respondió que en un momento alguien le llevaría la orden a la mesa. Pagó en caja y se fue a sentar a una mesa alejada de la gente.

Kagami se sentó frente a él y ambos guardaron silencio.

 

- ¿Y bien? - preguntó Aomine.

 

- ¿No me recuerdas? - preguntó Kagami.

 

- Admito que tu cara se me hace particularmente familiar. ¿Y? ¿Eso qué tiene que ver? - respondió Aomine recargando sus codos en la mesa.

 

- Tiene todo que ver. - respondió Kagami derrotado.

 

- Dijiste que... Ibas conmigo a la academia cuando era niño. ¿También ibas a la academia? - cuestionó Aomine.

 

- No. Yo iba a dejarte a la academia cuando tu madre enfermó. - respondió Kagami.

 

- Imposible, yo me fui solo a la academia durante ese tiempo. - corrigió el moreno.

 

- ¿De verdad no me recuerdas? - insistió el pelirrojo.

 

- Ya te dije, me suena tu cara. Pero no tengo idea de donde te he visto.

 

Respondió con una simpleza que hasta era sínica. En ese momento una empleada dejó ambas bebidas en la mesa y se retiró.

 

- Bueno. Yo invitó. Suerte. - cuando Aomine estaba dispuesto a levantarse de la mesa Kagami suspiró de nuevo.

 

- Aomine Daiki, nacido el 31 de agosto a las 3:04 de la tarde un jueves lluvioso. Tu comida favorita es la hamburguesa teriyaki, tu color favorito el azul, tu película favorita "The Geatest Showman", tu deporte favorito la gimnasia y tu pasatiempo la danza. Tus padres se divorciaron cuando tenías 9 años, viviste un tiempo con tu madre pero te dejó a tu suerte por otro hombre, se casó de nuevo y volviste a vivir con tu padre, el cual también te dejó a tu suerte cuando tenías 14, te echó de la casa porque él siempre pensó que eras homosexual y el departamento que tienes te lo compró tu abuelo antes de morir. De mesero por las noches. Y eres la estrella del equipo de baloncesto de la universidad. -soltó al aire el pelirrojo y Aomine de dejó caer en su silla.

 

Tenía la boca ligeramente abierta por la impresión y un escalofrío le recorrió de nuevo. Ahora no estaba enojado. Estaba aterrado.

 

- ¿Quién...? - ni siquiera terminó la pregunta cuando ya Kagami había respondido.

 

- ¿Me contó todo eso? - Kagami alzó una ceja. - Yo te acompañe durante toda tu niñez. Te conocí justo después de tu lesión antes del recital de primavera. Cuando tenías 6 años.

 

Aomine frunció el ceño y un vago recuerdo viajó a su mente. Era un niño, estaba llorando afuera de la academia de ballet porque ya no podría participar en el recital por su tobillo torcido. Se había caído durante un entrenamiento en el club de baloncesto.

 

Él de verdad quería dejar el club de baloncesto. Siempre le dejaba moretones o raspaduras. Y eso no le gustaba.

 

Entonces alguien de acercó a su lado, se sentó junto a él le habló de forma suave.

 

- ¿Estás bien?

 

El pequeño se encogió en su lugar y abrazó sus piernas asintiendo con la cabeza.

 

- Te había visto antes, el jeté que hiciste hace unos días fue impresionante. - le ánimo el contrario. - Eres muy bueno.

 

Aomine lentamente fue levantado su cabeza y miró junto a él a un joven pelirrojo muy alto que le sonreía amablemente. Estaba vestido con una playera negra, unos pantalones de mezclilla azules y unos converse blancos.

 

- Me llamo Kagami. Kagami Taiga. Desde hoy seré tu amigo, mucho gusto.

 

Aomine ladeó su cabeza un poco y sorbió su nariz la cual moqueba por el llanto.

 

"No llores más, siempre voy a estar aquí contigo, así que anímate"

 

Esas palabras y esa sonrisa. Eran imposibles de olvidar. El moreno comenzó a negar miles de veces con la cabeza y sintió que todo el oxígeno se separaba de su cuerpo.

 

- Creó que me voy a desmayar... - soltó Aomine al aire y el pelirrojo se levantó corriendo para ir a un lado del moreno y evitar que de cayera del asiento. Apenas el pelirrojo tocó el hombro del peliazul este soltó un grito. - ¡WHAAA! ¡No me toques! Esto es un sueño, si debe ser un sueño, es una broma, si, es eso.

 

- Aomine ¿Estás bien? - preguntó preocupado el tigre.

 

- ¡No! ¡No estoy bien! ¡Esto es imposible! ¡Tú eres un jodido ser imaginario! ¡Tú no existes! ¿¡Cómo demonios estás tocando mi hombro en este momento!? - exclamó alterado el moreno.

 

- ¡Basta! ¡Escucha! ¡Este fue el deseo que pediste! - le recordó el pelirrojo tratando de calmar al moreno.

 

- ¡Deseo una mierda! ¡Yo no recuerdo eso! - forcejeó el moreno con el pelirrojo. - ¡Vete al más allá o a donde sea que pertenezcas!

 

En ese momento una gota de sangre cayó encima de mesa, ambos detuvieron sus movimientos y se miraron entré sí.

Aomine abrió los ojos con sorpresa y tomó todas las servilletas de la mesa para dárselas a Kagami el cual se encontraba sangrando de la nariz.

 

- ¿La sangre... Es mía? - preguntó Kagami en shock.

 

- Si. Así es genio. - Aomine de levantó de su asiento y sentó a Kagami a la fuerza.

 

Aomine hizo presión sobre el tabique del pelirrojo pero el sangrado no parecía parar.

 

- ¿Te sientes bien? - preguntó Aomine.

 

- Me estoy... Mareando un poco. - respondió Kagami aturdido.

 

- Ni se te ocurra desmayarte ahora, ¿¡Qué puedo hacer por ti?! - preguntó Aomine preocupado ya que el pelirrojo no se vía nada bien.

 

Al final Kagami terminó desvaneciéndose.

 

- ¡Mierda! ¡Necesito ayuda aquí!

 

Se hizo un desorden descomunal. Los encargados ayudaron a Aomine a mover a Kagami a la sala de descanso de los empleados donde lo recostaron en un sofá, uno de los que trabaja ahí tenía conocimientos de paramédico y después de una revisión rápida se dedujo que se había desmayado por estrés. Lo mejor era que descansará por ahora y que después comiera algo y descansará en casa.

 

Aomine de quedó a su lado y le miró fijamente.

 

¿Por qué aparecía ahora? ¿Para ver lo miserable que era su vida? No estaba feliz ni conforme con lo que era hoy en día.

 

Kagami jugó un papel muy importante en su niñez, le apoyó tanto como pudo. Y así como llegó, se fue.

 

Aomine leyó de nuevo el papelito que tenía entre las manos y lo leyó de nuevo.

 

Ya recordaba ese día. Fue una navidad oscura y fría. Su madre estaba hospitalizada y su padre estaba fuera de casa bebiendo.

 

No tenía cena, no tenía compañía. Recuerda que ese día, asomándose por su ventana. Mirando hacia el cielo vio a una estrella brillante entonces cerró los ojos y tratando de tragarse su llanto deseo desde lo más profundo de su corazón.

Que Kagami volviera, se dijo a sí mismo convenciéndose que sería feliz cuando tuviera 18 y quería que Kagami viera lo feliz que era, la alegría que sentía y lo bien que la pasaba.

 

Era un niño, no podían juzgar su inocencia e incredulidad.

 

Pero un deseo navideño, de un niño deprimido ¿podía hacerse realidad?

Porque había hecho que una persona imaginaría, su amigo imaginario de la infancia, se hiciera tangible. Eso era prácticamente imposible pero no tanto porque estaba pasando en ese momento.

 

Miles de recuerdos más azotaron su mente, recuerdos que quería dejar enterrados en su memoria.

 

Soltó un profundo suspiro y se rasco la nuca incómodo.

 

- ¿Estás bien?

 

Aomine escuchó una voz a sus espaldas y se giró rápidamente para mirar a un Kagami recostado y muy pálido.

 

- Esa debería ser mi frase. ¿Cómo te sientes? - preguntó Aomine inclinándose un poco.

 

- Cansado, nunca había experimentado algo así. -respondió Kagami débilmente.

 

- Supongo que es algo normal viniendo de ti. - respondió Aomine suspirando.

 

- Perdón por preocuparte así. - se disculpó Kagami.

 

Aomine no dijo nada más, después de un rato Kagami recuperó un poco la fuerza para levantarse. Aomine miró la hora en su celular y sería una pésima idea regresar en tren, ya que era hora pico y con Kagami en ese estado, podría desvanecerse de nuevo.

 

- Te voy a llevar a mi departamento y veremos que hacer, sigueme iremos caminando, tomáremos un atajo por el parque. - respondió Aomine.

 

Ambos caminaron en silencio.

 

- ¿No vas a decir nada? - cuestionó el moreno.

 

- ¿Sobre qué? - respondió Kagami.

 

- ¿Que ha sido de ti en todo este tiempo? Nos has cambiado ni un poco a como te recuerdo.

 

- Porque yo no puedo envejecer. Yo controló mi imagen y esta edad siempre fue es la mejor opción. Así aparento madurez para un niño, puedo inspirar seguridad con mi altura y mi complexión. - explicó el pelirrojo. - Y... Estuve trabajando, cuidando de algunos niños.

 

- Cuidando... ¿Puedo preguntar que eres exactamente? Ya no tengo 7 años ¿Eres un fantasma, un espíritu, o algo así? - insinuó el peliazul.

 

- Soy un amigo imaginario, esa es mi naturaleza. No tengo ninguno recuerdo. Sólo un día estaba en una habitación blanca, me asignaron este color de piel y cabello. Podía moldearme como yo quisiera, podía ser hombre o mujer. Me enseñaron que lo más importante de mi existencia era hacer feliz a un niño. Nada más eso. - respondió Kagami alzando los hombros. - También... Cuando un niño crece y entra en una etapa rebelde y comienza a negar mi existencia eso me causa un daño permanente. Podría llegar a desaparecer por algo así.

 

- ¿Eres como Tinker bell? Si no creen en las hadas, ella muere. - respondió Aomine.

 

Kagami lo miró fijamente y después soltó una carcajada por Treme da analogía que había sacado el moreno.

 

- Sí. Algo así. - respondió riéndose el pelirrojo.

 

- Ya veo.

 

- ¿Por qué dejaste la danza? - preguntó Kagami.

 

- Tú bien sabes porque la dejé. Ya no tenía razón para bailar. Mi familia se esfumó gracias a eso. - respondió con simpleza el moreno.

 

- Sabes que no fue tu culpa. - respondió Kagami.

 

- Mi padre se desquitó con mi madre, después de eso mi madre comenzó a odiarme y al final. Terminé solo y sin familia. - contestó con un tono frío y amargo en la voz el moreno.

 

- No necesitabas la aprobación de los demás para hacer lo que más te gustaba. - atacó el pelirrojo.

 

- Mira, de alguna manera me da alegría verte. Pero no tienes la más mínima idea como demonios me sentí. Así que agradecería que no te metieras en esto. - limitó el moreno.

 

Kagami no dijo más y caminó detrás del moreno. Un incómodo silencio hizo pesado el ambiente entre los dos.

 

Al final, llegaron al departamento del mayor y subieron las escaleras. Aomine abrió la puerta y dejó pasar al pelirrojo.

 

- Es un desastre... - mencionó Kagami mirando con asco el lugar.

 

- Si. Casi no limpio. Siempre estoy en la escuela o en el trabajo, sólo llegó a dormir. - se excusó el moreno.

 

Lo último que recordaba el moreno era estarle gritando a Kagami. ¿Por qué?

Ah... Porque Kagami quería mirar esa película que tanto le gustaba. Quería hacer las cosas que antes hacían y él se negó diciendo "no soy un niño"

Kagami le respondió que no era necesario ser un niño para saber divertirse y en un arrebato de ira le gritó una zarta de estupideces.

 

- ¡Entiende! ¡Por dios! ¿¡Crees que apareciendo en mi vida de nuevo todo se iba a solucionar de nuevo?! ¡La vida no es tan fácil Kagami! ¡Eres un ente inexistente! ¡No eres real! ¡Al final vas a desaparecer de nuevo de mi vida y nunca recordaré esto! - le gritó furioso Aomine.

 

Kagami simplemente negó con la cabeza y tomó sus zapatos con sus manos salió corriendo del lugar. Dejando la puerta abierta de par en par.

 

Aomine soltó un gruñido de desesperación y azotó la puerta cerrándola de un golpe.

 

¿Por qué se encontraba tan molesto? Ni siquiera estaba molesto con el pelirrojo, estaba molesto consigo mismo. Estaba frustrado por sentirse confundido y se había desquitado con Kagami que lo único que quería era animarlo.

 

Aomine tomó las llaves de su departamento y salió corriendo detrás del pelirrojo para tratar de alcanzarlo. Salió del departamento y comenzó a correr hacia adelante.

 

Le dio vuelta a la manzana, recorrió todo su barrio y ni una señal del pelirrojo.

Suspiró frustrado y le soltó un fuerte puñetazo a un poste de luz que estaba cerca.

 

Como último recurso, corrió al parque que había recorrido con anterioridad junto al chico. El parque era inmenso y estaba cubierto de nieve. Sin perder la esperanza buscó desesperadamente por el parque. Justo cuando estaba a punto de darse por vencido a lo lejos, entre los arbustos vio a una persona tirada boca abajo en la nieve.

 

Se alarmó al instante y corrió hacía esa persona. La giró lentamente y efectivamente se trataba de Kagami. Su nariz sangraba de nuevo, estaba frío como un témpano de hielo y estaba pálido a más no poder.

 

"Cuando alguien niega mi existencia eso puede causarme un daño permanente" genial Aomine. Felicidades, esto es tu culpa.

 

Cargo a Kagami como pudo por encima de su hombro y caminó lenta y tortuosamente por las calles, eran casi las 2:00 am. Ya era 24 de diciembre. Día de noche buena.

 

No había personas por la calle y las pocas que pasaban miraban de forma extraña al moreno por cargar de esa manera al chico, finalmente llegaron al edificio y sin más opción Aomine arrastro a Kagami por las escaleras. Ya que el pasillo era muy estrecho como para cargarlo y estábamos hablando de subir 7 pisos cargando a un joven adulto de casi 90 kilos.

 

Casi como una plegaria, Aomine llegó a su piso y dando su último aliento de batalla llevó a Kagami del pasillo a su habitación. Lo aventó en la cama y recuperó todo el aire perdido.

 

Calentó bolsas de agua y las colocó debajo de las cobijas además le tapó con 3 cobertores. Le dejó en su cama y cuando su cuerpo entró en calor le dejó dormir en si cama. Él se fue a echar al sillón y pensó.

 

Entre pensamiento y pensamiento logró quedarse dormido. Despertó un par de horas después y miró la hora. 9:10 am, se estiró un poco en su lugar y de dirigió al baño, se dio una ducha rápida y con una toalla atada a la cintura de metió a su habitación buscando un poco de ropa para colocarse, sacó unos boxers limpios, tomó un pantalón de mezclilla negro y una camiseta de manga larga color beige, se dirigió a la cocina y preparó lo que todo japonés debe saber preparar. Curry.

 

Puso el arroz a cocinar, la carne a cocer y picó unos cuantos vegetales. Preparó un poco de té y sirvió todo en la mesa. Se adentró en su habitación y movió ligeramente a Kagami.

 

- Es hora de despertar. Ven, vamos a desayunar.

 

Kagami lentamente abrió los ojos y asintió ligeramente con la cabeza. Aomine le ayudó a incorporarse y lo sentó frente a él en la mesa.

 

Kagami miró todos los platos en la mesa abrió los ojos. El olor picante del curry le cosquilleaba ligeramente en la nariz.

 

Ambos desayunaron felizmente en ese momento. Aomine sentía una alegría inmensa cuando Kagami le daba un bocado a la comida y decía que era exquisito.

 

Aomine le ofreció ver la televisión. Le ofreció ver la película por la que habían peleado ayer.

 

- Escucha, Aomine. Después de la navidad yo regresaré a ser lo que era antes.

 

- Está bien, aprovechamos el tiempo.

 

Pero...

 

- Tetsu... Soy una persona de lo más egoísta.

 

- ¿Qué hiciste ahora? - preguntó la pequeña sombra mirando a Aomine sin expresión alguna en el rostro.

 

- Lastimé a una persona muy importante para mí.

 

Aomine sintió una daga en el corazón. Después de ver la película le dijo al pelirrojo que iría rápidamente al mini súper a comprar unas cosas.

Sólo lo dejó sólo 10 minutos... Pero cuando volvió se encontró al pelirrojo tirado en el suelo hecho bolita sujetando su pecho con fuerza.

 

"Es inútil.. Si el deseo no se completa como es debido... Yo me desvaneceré"

 

Aomine le contó su situación a su mejor amigo y esperó un consejo, lo que fuera le venía bien. Entonces la pequeña sombra le respondió.

 

- Desde que te conozco nunca te vi bailar ni una vez, pero por eo tiempo que te conozco yo diría que nunca bailaste por tu madre, bailabas porque había otra persona aún más importante que te aplaudía. Siempre me pregunté porque eras tan cerrado con tus sentimientos. Aomine-kun, creó que es hora de que te aceptes tal y como eres. Si quieres bailar hazlo. No te va a quitar hombría aceptarlo.

 

Kagami se estaba desvaneciendo. El 24 de diciembre no pudo ni levantarse de la cama, no pudo comer porque todo alimento que ingería lo terminaba vomitando.

 

Aquella conversación que tenía con su mejor amigo la tuvo el 25 de diciembre por la mañana.

 

Entonces lo decidió.

 

Bailaría una vez más.

 

Antes de irse esa mañana Aomine besó la mejilla de Kagami gentilmente y lo aceptó todo.

 

Por la noche. Kagami dejó de sentir ese dolor en el pecho que tanto le torturaba, se giró para buscar a Aomine y lo único que encontró fue una nota.

 

"Te esperó en el gimnasio de la escuela antes de medianoche, llévate mi abrigo y no tardes"

 

Kagami miró la hora y eran las 10:30 de la noche. Salió del departamento y tomó el abrigo del joven para caminar rápidamente por las calles hasta la universidad del chico.

 

Aomine se encontraba en el gimnasio preparando todo y lo más importante. Estirando sus músculos.

 

En ese momento recordó una pregunta de cuando era un niño.

 

- ¿Cuál es tu canción favorita de The Geatest Showman?

 

Y él respondió...

 

- Never Enoungh.

 

 

Aomine miró a Kagami parado en la puerta del gimnasio de la escuela. Tragó en seco y un par de reflectores del gimnasio se encendieron.

 

-Está aquí. - Avisó Aomine a su pequeño cómplice.

 

Kagami miró a su alrededor. En el centro del gimnasio, en la parte de las estructuras metálicas que sostienen los aros de baloncesto estaban bien sujetas un par de largas telas rojas.

 

Aomine llenó de aire sus pulmones y tras bambalinas un pequeño peliceleste estaba junto al equipo de audio de la escuela. Aomine le hizo una seña y una melodía vaga melodía de piano comenzó a sonar por todo el lugar.

 

Kagami miró todo el lugar y trató de localizar al moreno con la mirada.

 

Aomine traía un largo abrigo negro junto a una capucha que cubría su cabeza. Sus manos le temblaban al igual que sus piernas, hacía años que no hacía algo así.

 

Se despojó del abrigo y dejó ver al pequeño peliceleste su vestimenta, llevaba sólo un pegado short de licra y nada más. En sus pies unas tobilleras y en sus manos unas muñequeras como las que usan los gimnastas. Su corto cabello lo tenía peinado hacía atrás y en sus ojos un hermoso y llamativo delineado color rojo.

 

El moreno soltó un último suspiró y salió a escena. Hizo a un lado el telón verde de su escuela y la melodía se detuvo.

 

Kagami encontró con la mirada a Aomine y sus ojos se abrieron con sorpresa. Sintió que su corazón comenzaba a latir más rápido de lo normal. Justo cuando estaba a punto de correr hacia él la melodía que antes sonaba vagamente ahora sonó sonaba más fuerte.

 

Aomine se arrodilló en la fría duela de madera y comenzó con su rutina.

 

Kagami miro atento en todo momento al moreno. Al inicio el peliazul simplemente movía sus manos de manera lenta y delicada, hacía adelante, las desplazaba hacia los lados y después las juntaba de nuevo colocando una palma sobre otra estirando sus brazos de nuevo hacia arriba, ladeaba su cabeza con delicadeza y cerraba los ojos por momentos.

 

"I'm trying to hold my breath"

 

La primera frase de la canción se escuchó y Aomine se puso de pie. Estiró su pierna derecha hacia adelante y dobló su rodilla.

 

"Let it stay this way"

 

El moreno se paró en puntillas y en un rápido movimiento con la pierna izquierda soltó una patada al aire levantando lo más que podía la pierna, cuando bajó la pierna su centro de gravedad que era la pierna derecha giró rápidamente aterrizando del lado contrario.

 

"Can't let this moment end"

 

El joven dio grandes zancadas acercándose rápidamente hacía donde estaba el pelirrojo. Sonrió ligeramente y simuló acariciar suavemente la mejilla del tigre.

 

"You set off a dream in me"

 

Aomine dio un paso hacia atrás y dio una típica tirueta de ballet alejándose de nuevo, relajó el cuerpo y volvió a mover con suavidad los brazos hacia arriba mirando fijamente el reflector que se encontraba arriba de él.

 

"Getting louder now

Can you hear it echoing?"

 

Sincronizando perfectamente con la musica Aomine comenzó a retroceder un poco más para tomar impulso, soltó un suspiró rápido y comenzó a dar rápidas y largas zancadas, justo en la tercera zancada se impulsó con la pierna derecha hacia arriba lo más fuerte que pudo realizando un jeté perfecto.

 

 

"Take my hand"

 

El moreno aterrizo justo frente al pelirrojo y extendió su mano hacia el frente, dándole a entender a Kagami que tomará su mano, sus manos apenas se rozaron cuando Aomine ya estaba ordenado al pelirrojo

 

 

"Will you share this with me?"

 

Aomine tomó con fuerza el hombro de Kagami y lo jaló con rapidez para que este se girara a verlo, el moreno acercó su rostro al del pelirrojo.

 

" 'Cause darling without you"

 

Sus respiraciones chocaron por un segundo, Aomine susurró esas palabras al oído del tigre junto al ritmo de la canción.

Después un cambio rápido en la musica causó que Aomine se alejará corriendo de ahí.

 

"All the shine of a thousand spotlights"

 

Aomine se lanzó de un brinco a la tela y se sujetó con fuerza, comenzó a trepar con fuerza y rapidez.

 

 

"All the stars we steal from the nightsky"

 

Una genuina sonrisa de felicidad apreció en el rostro del moreno, y separó la tela en dos. Enredó sus mano y sus pies en ambas telas.

 

"Will never be enough

Never be enough"

 

Cantó esta estrofa para sí mismo el joven, y comenzo a separar las piernas aseguradas por las telas, soltó su mano derecha curvandola hacía arriba y con la izquierda se equilibro

 

"Towers of gold are still too little"

 

Juntó de nuevo ambas telas y enredó su pie derecho para mantenerlas juntas, con sus manos las separó de nuevo y empujó hacia adelante con sus manos y con su pierna izquierda empujó hacia atrás formando una hermosa curva con su pierna.

 

"These hands could hold the world but it'll"

 

Pasó su pierna izquierda hacia adelante la apoyo contra la tela que sigetaban sus manos y apoyó su espalda contra la tela trasera, cuando estuvo seguro se soltó y alzó ambas manos hacia arriba.

 

"Never be enough

Never be enough"

 

Aomine tomó la tela con fuerza con ambas manos, y zafó sus piernas. Dio un pequeño suspiro y se balanceó en forma de 8 pasando la tela desde su cintura hasta entre sus piernas. Cuando estuvo firme de la cintura pasó la tela por su pierna derecha un par de veces más.

 

"For me

Never, never

Never, never

Never, for me"

 

Kagami conocía a la perfección cada una de las acrobacias que hacía y el risgo que corría. Aomine se encontraba a unos 3 metros del suelo, un movimiento en falso y podría caer.

 

Aomine se quedó quieto un segundo y después se dejó caer hacia abajo. Kagami se sorprendió por un momento al pensar que estaba a punto de caer, pero por la forma en la que había enrollado las telas el joven alrededor de su cuerpo lo mantenían firme.

 

Aomine pasó se pierna izquierda por detrás de la tela y se sostuvo, arqueo la espalda y tomo la tela que tenía enredad en la pierna derecha, tiró de ella y atrajo su pierna hacía su hombro, hizo un pequeño remolino con la tela y ese impulso hizo que comenzará a girar lentamente.

 

"For me

Never enough

Never enough

Never enough

For me

For me

For me"

 

Por la mente del pelirrojo comenzaron a pasar algunos recuerdos que compartió con el moreno cuando apenas era un niño.

 Recordaba a Aomine muy alegre cuando iba al teatro a ver una obra musical.  Muy alegre cuando iba al circo a ver a las trapecistas. Muy alegre cuando veía a las gimnastas realizando sus rutinas.

 

Recordaba sus ojos brillantes cuando él le mostraba un nuevo salto que habia aprendido en la clase de ballet.

 

Era ese Aomine, el que había estado buscando estos días. No el joven amargado con la mirada apagada.

 

Sin darse cuenta, sus ojos comenzaron a lagrimear y sin poder evitarlo, Kagami rompió en llanto. Estaba tan orgulloso de Aomine que no podía evitar sentir una nostalgia enorme al verlo así.

 

Aomine miró desde arriba como Kagami lloraba y su corazón se agitó. Sintió un cosquilleo en los ojos pero se negó a llorar en ese momento. Se soltó por un momento y después se impulsó hacia arriba, se desenredo y después se balanceó para quedar con la cabeza hacia abajo y enredar sus piernas en las telas hacia arriba.

Se pasó las telas por encima del pecho y por detrás de los hombros y se estiró, para quedar completa derecho.

 

"All the shine of a thousand spotlights

All the stars we steal from the nightsky

Will never…"

 

La última acrobacia se acercaba. Aomine desenredo los pies y se dejó caer, una peligrosa caída se dio y se vio la tela desenredarse rápidamente. Una caída segura se veía venir, cuando Aomine quedoa un metro del suelo sujeto por los hombros.

 

Aomine se desenredo y bajó ese metro de diferencia de un saltó. Antes de poder alzar la vista de nuevo sintió como un cuerpo impactaba bruscamente contra él.

 

Aomine envolvió en un cálido abrazo al pelirrojo.

 

- ¿Cómo te sientes? ¿Aún duele? - preguntó suavemente el moreno.

 

Kagami no podía hablar. Estaba tan extasiado con la presentación que sus palabras de habían ido.

 

- No... - murmuró Kagami con muchísimo esfuerzo.

 

Aomine suspiró aliviado, había podido evitar un dolor inmenso en el pelirrojo y aunque este desapareciera, quería despedirlo como era debido aunque fuera sólo una vez.

 

Antes de Aomine pudiera decirle algo más, se escucharon un par de aplausos donde estaba el escenario escolar. Fijo su mirada ahí y vio a sus compañeros de equipo aplaudiéndole.

 

Su corazón se detuvo por un segundo y perdió el aire.

 

La generación de los milagros se vio entre su y discretamente de sus abrigos sacaron una rosa roja. Le sonrieron de nuevo al moreno todos lanzaron la rosa para después hacer una seña (cada uno a su manera) de que toda la presentación había estado bien.

 

Kagami le dio una pequeña palmada en la espalda a Aomine y este sonrió ligeramente, estiró su brazo derecho hacia arriba y reverenció a su poco público en ese momento.

 

Kagami se quitó la chamarra y se la colocó en los hombros a Aomine.

 

- Gracias, me hiciste recodar lo feliz que era cuando hacía lo que más me gustaba. - mencionó Aomine.

 

- Yo no hice nada realmente fuiste tú el que...

 

Aomine tomó a Kagami de la nuca y le plantó un beso en los labios. Kagami se sobresaltó demasiado, casi con reflejos gatunos dio un salto hacia atrás y se alejó del moreno. Aomine solamente se carcajeó un poco y le dedicó una sonrisa burlona al tigre.

 

La generación milagrosa se quedó impactada. Akashi se limitó a negar un poco con la cabeza con una diminuta sonrisa en el rostro, Midorima se acomodó los lentes desviando un poco la mirada, Kise abrió los ojos tanto como pudo mientras le cubría los ojos a la pequeña sombra y Murasakibara no de dio relevancia alguna, solamente sacó unos dulces de su abrigo y continuó comiendo.

 

Después de esa romántica escena, todos los presentes se retiraron, no sin antes felicitar como era debido al moreno. Al final Kagami y Aomine se quedaron dentro del gimnasio completamente solos.

 

Sí el performance del moreno lo había dejado sin palabras el beso lo había dejado totalmente mudo.

 

- Te amo. - confesó Aomine en medio del silencio.

 

Kagami miró al moreno con tristeza.

 

- Estas consiente que no puede haber nada entre nosotros. No soy real. - respondió Kagami desanimado.

 

- No me importa. Este momento es real, lo que siento por ti es real, tú en éste momento eres real. - Aomine abrazó lo más fuerte que pudo al pelirrojo. - Mi felicidad en este momento es real. La felicidad de aquel entonces lo fue y hoy también lo es. Yo no pude haberte imaginado, eres demasiado perfecto para haber salido de mi mente. Lo que significa que eres real para mí...

 

Kagami se aferró con fuerza al moreno. No podía hacer nada para cambiar el resultado final, eso era algo que estaba fuera de su control.

Aomine miró de reojo el reloj que estaba en la pared del gimnasio, la navidad estaba a punto de terminar y con ello... Estaba a punto de perder la virtud de poder abrazar a Kagami como lo hacía en esos momentos.

 

Sí tan solo no hubiera perdido tiempo peleando y negando su forma de ser, no habría perdido tanto tiempo.

 

11:59 pm, el moreno definitivamente no quería ver el avanzar de las manecillas, le dio un último beso al pelirrojo en la mejilla y miró fijamente sus ojos. Sus brazos abrazaban protectoramente la cintura del más bajo pegándolo contra su cuerpo.

 

Aomine miró de nuevo el reloj y eran las 12:03 am, alzó una ceja incrédulo y separó a Kagami.

 

- ¿Me mentiste? - preguntó Aomine confundido.

 

- ¡Claro que no! ¡Idiota! - Kagami cruzó sus brazos ofendido y le dio la espalda a Aomine.

 

- Entonces...

 

Kagami caminó hacia las rosas y trató de alzar una, atravesó el delgado tallo con sus manos, no podía cogerla.

 

- Mi tiempo se terminó. - suspiró derrotado el pelirrojo. - Fue muy divertido. Gracias, me alegra que hayas vuelto a ser un poco a como eras antes. Adiós.

 

El pelirrojo comenzó a caminar hacia la salida del gimnasio y Aomine le miró.

 

¿Se marchaba? ¿Se iba así nada más? Ni siquiera le había dado una contestación a la gran confesión que le había hecho.

 

- ¡Espera! - le suplicó el moreno.

 

- ¿Qué pasa? - respondió secamente Kagami dándole la espalda.

 

- ¿No dirás nada? ¿De verdad te vas a marchar así nada más? - cuestionó Aomine.

 

- No hay nada que decidir. - respondió con simpleza el más bajo.

 

- Te confesé mis sentimientos. Merezco una respuesta clara. ¿Me correspondes o no? - presionó Aomine.

 

Kagami se giró lentamente para verle a los ojos. Y el moreno se encontró con una mirada apagada y sombría.

 

- Eres correspondido. - respondió Kagami en un murmullo. - Siento lo mismo por ti que tú por mi. Pero...

 

Kagami sonrió ligeramente para sí mismo y una lágrima corrió por su mejilla.

 

- Es imposible...

 

Aomine no soportó verle así, corrió hacia el para abrazarle. Le importó poco el hecho de que podría atravesarlo y pasarlo de largo.

Pero eso no pasó, Aomine chocó bruscamente contra él y ambos perdieron el aliento.

 

Kagami negó varías veces con la cabeza y Aomine lo apretó más fuerte contra su cuerpo.

 

Esa fue la noche más rara para ambos. Después de un largo rato así Aomine finalmente comenzó a sentir frío. Se cambió de ropa y tomó la mano de Kagami y así se fueron todo el camino hasta el departamento del moreno.

 

Kagami era lo que inicialmente había sido. Un amigo imaginario y ya, cuando el deseo de cumplió la magia se esfumó y volvió a ser traslucido e invisible.

 

Pero algo extraordinario había pasado entre ambos. Cada vez que el cuerpo de Kagami entraba en contacto con el cuerpo de Aomine este se volvía sólido.

 

Pasaba de ser un simple amigo imaginario. Algo inexistente a sse un ser humano como Aomine.

 

- ¿Has escuchado eso de... El amor es la fuerza más poderosa del universo? - preguntó Kagami sentado entre las piernas del moreno. - Tengo mis teorías... Pero creo que es eso.

 

- ¿Estás diciendo que... El amor que siento por ti es tan fuerte que soy capaz de cambiar tu propia naturaleza? - preguntó Aomine recargando su barbilla en el hombro de Kagami.

 

- Si... Eso creó. "El amor es capaz de cualquier cosa" eso dicen. - respondió Kagami.

 

- Joder. ¿Te saqué de un cuento de Disney? Es tremendamente cursi eso. - dijo Aomine al aire sin intensiones de ofender.

 

- Lo es. Pero gracias a eso puedo estar aquí contigo. Hasta el momento en el que dejes de amarme. - recalcó el tigre.

 

- Nunca dejaré de amarte. - aseguró el moreno con una sonrisa ladina el el rostro.

 

- ¿Cómo puedes estar tan seguro? - cuestionó el pelirrojo.

 

Aomine abrazó a Kagami firmemente y la plantó un tierno beso en la mejilla.

 

- Nunca dejaré de amarte, la alegría que siento estando a tu lado es algo genuino e irreemplazable. - respondió Aomine orgulloso de sus palabras.

 

Kagami sonrió satisfecho y cerró los ojos. No podía agradecer más al cielo por haber concedió aquél deseo a esa estrella.

Notas finales:

Perdonen si hay algun error ortografico, lo escribi en 2 dias :c

 

Espero que les haya gustafdo :D

gracias por leer <3


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