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UN ESPACIO PARA EL AMOR por suicidal teddy

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Jordan soñando despierto

 

Me llamo Jordan. Soy más o menos alto, rubio, delgado y de ojos marrones. En unos días cumpliré dieciocho años y estoy emocionado porque lo he esperado por mucho tiempo; tanto que me la pasado sonriendo como un tonto, pensando en lo que sucederá dentro de poco.

 

El motivo se resume, en una palabra; Daniel. Sí, es mi novio y es casi diez años mayor que yo. Llevamos saliendo ocho meses y no es precisamente una relación amorosa. Ni siquiera es mi novio de verdad. Debido a mi edad, me propuso, cuando por fin pude atraparlo. No fui tan ingenuo como para creer que eso no llevaría a otro tipo de trato, pero me equivoqué; en todo este tiempo Daniel no ha pasado de revolver mi cabello o dejar que me apoye en su hombro cuando vemos alguna película en su departamento. Un fiasco. En nuestro primer día me dijo que las cosas cambiarían cuando sea lo suficientemente maduro. Mis pelotas. Todos mis amigos ya tienen mucha más experiencia que yo y en mi historia solo tengo dos besos que le robe cuando apenas nos estábamos conociendo.

 

Obviamente “madurez” implica que, para poder pasar al otro nivel, debo cumplir dieciocho. Así que estoy decidido a que, llegada la fecha, por fin pueda tener un noviazgo de verdad.

 

- Jordan. Te estoy hablando. ¿En qué piensas tanto? -  me preguntó Mark.

 

Mark, es un chico alto, de cabello negro, ondeado y ojos verdes e infantiles. Tiene veintidós años y lo conocí el mismo día que a mi novio; de hecho, ambos son mejores amigos y, en un principio, Mark estaba enamorado de él. Hasta que conoció a su exnovio con quien tuvo una mala relación y una ruptura terrible. Con el tiempo nos habíamos convertido en buenos amigos y formaba parte de lo que yo llamaba para mí mismo, el club de los leopardos – solo porque me gusta ese animal - ya que no solo nos reunimos con frecuencia, sino que todos representamos el mismo lado en nuestras relaciones románticas.

 

-Estoy pensando en mi cumpleaños - respondí distraídamente- y estoy decidido a tener relaciones con Daniel. Como sea.

 

Sean, el tercer miembro del club casi se atora con el jugo de naranja que estaba tomando. Es delgado, de piel acanelada y rasgos asiáticos. Como ellos, parece que hubiera bebido de la fuente de la juventud; tiene veintiséis, pero aparenta unos diecinueve. Además, posee una personalidad dulce como ninguna. Nuestras reuniones suelen hacerse en su departamento, a donde se mudó después de terminar con su novio.

 

- Eso fue muy directo - repuso Sean limpiándose con una servilleta -.Demasiado.

 

- No sé qué pasará por su cabeza - intervino Mark .. A veces me da la impresión de que piensa respetarte hasta la muerte. En esta situación nadie puede decir que ustedes son más que amigos.

 

-Eso no puede ser - ladré - ¿ O es que acaso no me quiere? - me atreví a formular.

 

 

- Imposible-dijo Mark rápidamente-.Daniel te ama.

 

- Hablando del rey de Roma - comentó Sean abriendo la puerta -. Ya están aquí.

 

Daniel entró al departamento, pero no estaba solo. Junto a él vi por primera vez al famoso George, el nuevo amigo de Mark. Era mucho más guapo de lo que imaginé. Tan alto como Mark, con el cabello rizado y ojos marrones grandes, con pestañas largas. Inmediatamente sentí unos celos absurdos, quizá por la forma en la Daniel llevaba todas las compras de la comida y le sonreía encantado.

 

Para mi sorpresa, había una tercera persona con ellos; un joven delgado, de poco menos de un metro ochenta, con rasgos asiáticos, pero no como los de Sean. El desconocido tenía la piel pálida, como los coreanos o japoneses. De hecho, se parece uno de los cantantes de kpop que escucha mi hermana, solo que sin la ropa extravagante y con lentes de medida.

-        Enano - me dijo Daniel -. Te presento a Minkyu y George. Ya el resto los conoce. Este es mi amigo Jordan- agregó dirigiéndose a ellos.

Amigo.

Esa palabra hizo eco en mi cabeza. ¿Acababa de negarme descaradamente?

 

 

 

Min Kyu a poco de sufrir un infarto

 

Las dos cualidades de las que estoy más orgulloso son mi intelecto y mi dedicación. ¿Por qué no? He conservado una beca en una universidad carísima, al menos para mí, y en dos semestres acabaré la carrera de Derecho. Claro, para ello he tenido que sacrificar mi vida social, especialmente la romántica, ya que mantener el primer puesto en el ranking académico requiere de mucho tiempo y esfuerzo.

 

Desde hace tres meses comencé a trabajar en la popular cafetería que queda al frente de mi universidad. El puesto lo conseguí gracias a George, uno de mis mejores amigos y compañero de estudio. El posee una beca parcial y, entre tanto niño adinerado, fue como encontrar a un camarada en el primer día de clases. Es una persona bastante calmada y algo callada, con repentinos momentos de franqueza, como aquella vez que, mientras estudiábamos, me confesó que le gustaba un hombre. De esa forma me enteré de su orientación sexual. Me hubiera gustado contarle que yo también le iba a los chicos, pero aún no estaba preparado. Solo quería enfocarme en obtener buenas notas.

 

Estaba precisamente de turno en la cafetería cuando volví a ver a Luca. Como olvidar su hermoso rostro, su cabello castaño, corto y ondeado, sus labios rosados y perfectos. La ilusión y envidia de media facultad. Confieso que no reconocí su voz cuando me dicto su pedido. Sin embargo, al levantar la vista, me di con esa sonrisa seductora de quien sabe que es blanco de muchas mujeres. Quedé en shock. Abrí la boca para decir algo, pero tenía la mente en blanco. ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? Comencé a preguntarme mentalmente. Si realmente no nos conocemos. Es decir; todo el mundo sabe quién es Luca, pero jamás había hablado con él y ni siquiera llevábamos cursos juntos. Es más, hasta donde tenía entendido, había dejado la universidad. De repente estaba allí, robándome la tranquilidad.

 

 

-        Dos cafés americanos- repetí con hilo de voz.

La transacción fue tortuosa. La vergüenza de parecer avergonzado hizo que perdiera el control del lector de tarjetas de crédito y por poco estalla en el suelo. Cuando por fin se alejó en dirección a una de las mesas, George me susurró.

-        ¿Ese no es el tipo que ingresó un año antes que nosotros? ¿El que trae muertos a todos? Así que regresó - miró en dirección a Luca mientras preparaba su pedido.

 

-        Ah sí- respondí como quien acaba de darse cuenta.

 

-        ¿Cómo me dijiste que se llamaba?

 

-        No me acuerdo - de repente sentí que nuestras voces resonaban por toda la cafetería. Tal vez era solo mi repentina paranoia.

 

-        Justo ayer me hablaste de él- replicó con tranquilidad y giró el vaso que acababa de servir -. Aquí lo escribiste. Dice Luca.

 

-        ¡No! - me cubrí la boca instantáneamente. ¡Había escrito su nombre sin preguntárselo!

 

-        Sé en lo que estás pensando, pero descuida. No creo que lo malentienda ─ George me sonrió sinceramente -. Ya terminó nuestro turno. Adelántate. Entregaré este café y te alcanzo. ¡Luca! - llamó acercándose a la zona de entrega de pedidos.

 

Mientras me quitaba el uniforme, me convencí de que estaba exagerando. Me aterraba la idea de que Luca creyera que estoy enamorado de él, lo cual no es cierto, pero mi personalidad no podría vivir con esa confusión. Luego pensé que Luca tendría que ser muy ególatra para llegar a esa conclusión sobre mí, un desconocido y además un hombre.

 

-         Un amigo vendrá a recogerme - comentó George mientras salíamos por la puerta trasera -. Veremos un partido de béisbol. Acompáñame - parpadeó como cada vez que suplicaba algo─. He sido arrastrado por las circunstancias.

 

Apenas le eché un vistazo al amigo de George, supe que se trataba de la persona que le gustaba. Él me había dicho que era algo mayor, como de treinta años. Se llamaba Daniel y resultó ser bastante agradable, particularmente amable con mi amigo. Los sentimientos eran recíprocos. Sentí un poco de envidia por ellos y hasta comenzaba a lamentarme cuando Daniel comentó que casi todos en la reunión no eran heteros. Entonces me pregunté si era posible conocer a alguien en poco tiempo. Inmediatamente me deshice de esa idea. Primeramente, debía graduarme, con honores de ser posible.

 

Nos esperaban cuatro chicos; Mark, Sean, Alex y Jordan. A este último no lo conocía y en realidad se trataba de un muchachito, casi un adolescente. Parecía bastante enojado y se dedicó a desquitarse con su hermano Daniel -asumo- haciendo comentarios bastante irrespetuosos. La situación empeoró cuando Daniel le prohibió probar ni una gota de alcohol.

 

- Para tu información he tomado varias veces con mis amigos - protestó Jordan con la cara roja de la ira.

 

-        ¿Así? Te felicito - respondió Daniel con ironía -. Es más; no sé por qué hoy estás tan histérico ¿No ha puesto la marrana? - le preguntó con tono burlón. El tipo tan amable que conocí al principio disfrutaba de molestar a su hermano.

 

Jordan lo miró dolido. Estaba a punto de llorar. Me pregunté qué podría haber pasado entre ellos, así que me dediqué a observarlos durante todo el partido. No volvieron a dirigirse la palabra hasta el medio tiempo, cuando Daniel aprovechó que los otros se habían ido a traer más comida, se sentó a su lado y pasó su brazo sobre sus hombros.

 

- Ven acá- le dijo con voz conciliadora.

 

- No quiero. Vete - Jordan le propinó un codazo.

 

- Dime ¿por qué estás tan enojado?

 

- Eres un imbécil.

 

- Ok, lo soy - Daniel le sonrió.

- Lo eres.

 

- Así es.

 

- Entérate de que no me he olvidado de nada - reclamó Jordan, pero lo abrazó por la cintura.

 

Aquella escena fue muy extraña, creo que incluso la imaginé porque para ese momento ya estaba medio borracho. Me prometí seguir custodiándolos, pero el alcohol no me dejo pensar con claridad. Al final, para mi pesar, fui el único que terminó en estado etílico. Incluso Mark bromeó conmigo durante todo el trayecto a mi casa por haber terminado así con tan poco alcohol.

 

- Déjame aquí- le dije -. La vivienda universitaria está a dos cuadras.

 

- ¿Estás seguro? - preguntó Mark.

 

- Sí. Llévate a George, él vive un poco lejos - tenía que salvar el orgullo que me quedaba.

 

- Está bien. Entonces nos vamos.

 

Caminé como flotando a lo largo de una cuadra. Me encontraba a la espalda de vivienda y, debido a la hora, esa calle no era muy transitada. Entré por un callejón para cortar camino; había dado unos cuantos pasos cuando me topé con dos personas. Una estaba apoyada contra la pared y la otra estaba casi encima suyo, unidos en un beso apasionado. Seguí caminando para pasar por su lado cuando caí en la cuenta de que se trataba de dos chicos. Es más, uno de ellos me parecía familiar. Me saqué los lentes para limpiarlos con la tela de mi camiseta. El de la izquierda se giró hacia a mí y con la luz de la luna, lo reconocí. Era Luca.

Luca.

Luca besándose con otro chico.

 

- Lo lamento- arrastré las palabras. Me di media vuelta y corrí por donde había venido, con el corazón latiéndome a mil.

 

En medio de mi borrachera, apenas podía pensar en mis actos; estaba en piloto automático. De repente, sentí que alguien me jaló del brazo con fuerza, la imagen a mi alrededor giró y mi cuerpo golpeó el concreto.

 

- Creo que me he caído- me quejé. Abrí los ojos y el perfecto rostro de Luca estaba a centímetros del mío. Sus ojos de color avellana se distinguían a pesar de la oscuridad.

 

Su mirada era abrasadora, imponente e intimidante. Me puse de pie en un salto y corrí hacia mi edificio.

 

Esperaba no verlo otra vez.


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