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JUNJOU SEKAI ONE SHOTS por Big Rabbit

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Notas del capitulo:

TRIFECTA AU

Yokozawa Satoru y Yokozawa Kanae se casaron cuando eran muy jóvenes, llenos de alegría, sueños e ilusiones. En aquel momento ambos habían acabado de salir de la universidad, y decidieron abrir una academia de dibujo. Con el tiempo, pudieron comprar los dos pisos que había arriba y prácticamente, trabajar desde casa.

Los primeros años fueron duros, pasaban muchísimas horas trabajando y tuvieron que esperar a tener descendencia.

El primer hijo fue un hombre, y lo llamaron Takashi, fue un niño muy guapo, de cabellos negros y ojos castaños parecidos a los de su madre. Sus padres y familiares se pusieron muy contentos ya que había sido muy deseado. Al cabo de cinco años, su felicidad se completó con la llegada de su segundo hijo. Aunque querían una niña, quien vino al mundo fue Yokozawa Takafumi, un niño extraordinariamente guapo, con el cabello tan negro que tenía reflejos azules, como azules eran sus ojos, de un azul grisáceo oscuro poco común, por eso todo el mundo se giraba a verlo.

Takashi, el mayor, y Takafumi, eran muy diferentes. Mientras Takashi se parecía a su madre, era práctico y resolutivo, Takafumi, a pesar de su cara de pocos amigos, era alegre, soñador y le gustaban mucho los niños y los animales. En eso se parecía a su padre, y también en su aspecto físico y pasión por el dibujo, tanto que solía decirle a su padre que lo ayudaría en cuanto fuese un poco mayor, y que luego él continuaría con la academia.

Cuando nacieron los niños, su madre dejó de trabajar, la academia iba bien, habían contratado un par de profesores nuevos y se lo podían permitir.

Pero a medida que los niños crecían, la señora Yokozawa empezó a sentirse como si hubiera malgastado su vida. Envidia y soledad.

Soledad, porque sus hijos se iban haciendo mayores y no la necesitaban tanto. Porque su marido trabajaba todo el día en la dichosa academia que les había robado la vida y la juventud.

Ella, de joven, había sido soñadora, al igual que su marido. Pero ahora, ¿de qué le había servido? Para ver la vida pasar... Aún era relativamente joven, se conservaba bien...

¿El resultado? Se enamoró de su cuñado, Yokozawa Kentaro, el hermano mayor de su marido, un abogado viudo sin hijos.

Para entonces, sus hijos ya eran mayores y ya tenían sus carreras establecidas. Mientras Takashi había vivido algunos años en el extranjero y ahora había conseguido un buen trabajo en un banco, Takafumi había heredado la personalidad de su padre, había estudiado Bellas Artes y trabajaba en la academia dando clases de dibujo a niños pequeños.

Y el día menos pensado, ocurrió. Kanae dejó la casa y se fue con su cuñado. Firmar los papeles del divorcio fue duro, puesto que Satoru aún estaba muy enamorado de ella. Y eso ocasionó dos bandos. El hijo mayor, Takashi, nunca se había llevado muy bien con su padre, por lo que apoyó a su madre y a su tio, mientras que Takafumi, al estar tan unido a su padre, nunca perdonó del todo a su madre por tomar aquella decisión, ocasionando que la relación madre-hijo se resintiera bastante.

Los dos pisos situados encima de la academia de dibujo quedaron de la siguiente manera: el primer piso para el señor Yokozawa, y el segundo piso para el joven Takafumi.

No obstante, a Takafumi le gustaba su vida. Daba clases de dibujo a niños pequeños, pero en ocasiones montaba talleres de dibujo para adultos, que también eran muy divertidos. Tenía bastante tiempo libre, que aprovechaba aprendiendo idiomas, leyendo, viendo películas o visitando a algún amigo, aunque no tenía muchos.

Había tenido varias parejas. Cuando era más joven había salido con chicas, pero su última relación había sido con un hombre, que ahora era su mejor amigo. Deseaba tener pareja, pero tampoco se complicaba mucho la vida. Algún día llegaría la persona adecuada, daba igual que fuese hombre o mujer.

Pero, sin previo aviso y a traición, todo se truncó.

---

El año en que Takafumi cumpliría 28 años, el invierno fue crudo, y la salud de su padre empezó a decaer. El señor Yokozawa fingía estar bien, pero Takafumi sospechaba algo y empezó a trabajar más tiempo en la academia junto a su padre, también pasaba a verlo todas las noches para asegurarse de su salud.

La noche anterior había ido, y su padre estaba bien, algo cansado pero bien, por lo que Takafumi se fue a su apartamento, confiando en que al día siguiente, como tocaba, su padre abriría la academia.

Pero al llegar la mañana, la academia estaba cerrada, y su padre no daba señales de aparecer por allí. Takafumi, extrañado, lo llamó al móvil varias veces, y al no contestarle decidió ir a su casa.

Lo recibió el cuerpo sin vida de su padre, tirado en el suelo. Había tenido un ataque al corazón mientras dormía y no había podido pedirle ayuda a nadie. Fue un momento terrible en la vida de Takafumi, que en estado de shock, llamó a los servicios de emergencia.

Llegaron pronto, pero a Takafumi le pareció eterno, y fue algo que marcó su vida. Tanto, que llegó a sufrir varias crisis de ansiedad y los médicos tuvieron que administrarle una medicación muy fuerte que lo dejó muy embobado, pero por lo menos consiguió reducir el dolor y el desconcierto.

El funeral fue corto pero emotivo, con la presencia de muchos jóvenes y no tan jóvenes que habían llegado a amar el dibujo gracias a Satoru, y también asistieron su ex esposa, su hijo mayor y su cuñado.

Takafumi, al estar bajo los efectos de la medicación, no pudo reaccionar conscientemente al funeral y a todo lo que vino después, así que aceptó quedarse en casa de su madre y su tío, y también aceptó cuando le dijeron que ellos se encargarían de todo. Ahí cavó su propia tumba.

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Yokozawa Kentaro era un exitoso abogado. Viudo desde muy joven, no tuvo hijos ni se relacionó con mujeres desde la muerte de su primera esposa, por lo menos hasta que llegó su cuñada. Se dedicó de lleno a su trabajo, ganando así su fama. Pero las malas lenguas decían que no tenía ningún escrúpulo, y que iba a por todas incluso si fuera contra otro miembro de su familia.

Aunque era el triunfador de la familia, tenía envidia de su hermano pequeño, porque tenía algo que él no pudo conseguir: a Kanae. Y cuando se pusieron a vivir juntos encontró la forma de vengarse de él... A través de su hijo más parecido, Takafumi.

Cuando Satoru y Kanae abrieron la academia y quisieron comprar la casa de encima, Kentaro ya era conocido y aceptó prestarles una cantidad de dinero, y quedaron en devolvérselo poco a poco. Pero eso no había quedado claro ya que no habían firmado ningún contrato, al menos ninguno que Satoru o Takafumi conocieran.

Por lo que Kentaro se alió con su sobrino mayor, Takashi, para quedarse con una parte de la casa donde había vivido y trabajado la familia Yokozawa. Takafumi no tenía mucho dinero, por lo que no podía comprar la parte de la casa correspondiente a su hermano y a su tío. Y le dieron un ultimátum. Le ofrecieron una miseria por su parte de la casa y lo echaron a la calle, sin casa y sin academia. Y cuando se decidió a pedirle ayuda a su madre, descubrió que también se había aliado con ellos y no quería saber nada de él.

Takafumi se vio en la calle, sin la ayuda de su familia, sin casa y sin trabajo, y no tuvo más remedio que aceptar la ayuda de su mejor amigo.

Takano Masamune, editor, casado con el heredero de otra editorial, Onodera Ritsu. Gozaban de una buena situación económica, así que no tuvieron ningún problema en acoger a Takafumi en su casa y ayudarle a encontrar un trabajo.

Los primeros días sólo trataron de ayudar a su amigo a que volviera a ser aquel joven alegre y soñador que amaba el dibujo, los niños y los animales.

Porque Takafumi ya era consciente de que lo había perdido todo. Todo por lo que había luchado... Su vida, tal y como la conocía, había desaparecido. Y era el momento de construir una nueva.

Takafumi estaba muy preocupado, ya que no sabía cómo se ganaría la vida a partir de ahora. Y aunque a Takano y Onodera no les importaba tenerlo en casa, no quería ser una carga, y sus preocupaciones iban en aumento.

Un día, al regresar del trabajo, Takano Masamune le dio una gran noticia a Takafumi. Uno de sus superiores, editor general de manga, estaba buscando canguro, hombre o mujer, que pudiera vivir en su casa. Al ocupar un puesto destacado en la editorial, ese hombre trabajaba muchas horas y en ocasiones viajaba por trabajo. Y como era viudo, no quería dejar a su hija sola y desatendida. El trabajo de Takafumi consistiría en llevar a la niña al colegio, recogerla y básicamente, estar con ella.

Takafumi no se lo pensó dos veces. Con ese trabajo, tendría las mañanas libres,y aunque por la noche tuviera que quedarse en aquella casa, tampoco se le ocurría nada mejor. No tenía planes, tampoco tenía dinero, y el sueldo que ofrecía aquel señor, era bastante bueno. Así que fue a la entrevista.

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Kirishima Zen, el padre de la niña que cuidaría Takafumi, era alto, con el cabello castaño rojizo algo revuelto y ojos castaños. Apenas sonrió y a Takafumi le impuso desde el primer momento. Era editor en jefe del departamento de manga shonen de una editorial, pero recientemente lo habían ascendido a editor general de manga, por lo que su trabajo había aumentado bastante y necesitaba alguien que cuidase de su hija.

Debido a ese ritmo de trabajo, parecía que tuviera prisa. Le enseñó rápidamente la casa a Takafumi. Una residencia grande, sin ser ostentosa. Dejaba ver el buen gusto del propietario y tenía dos plantas. Takafumi viviría en una habitación de la planta baja, grande, con ventanas que daban al jardín y un enorme escritorio en el que podría sentarse a leer o a dibujar por las mañanas. Ese panorama animó a Takafumi, que no tardó en acomodar sus pocas cosas en aquella habitación y conocer a los demás integrantes de la casa. 
Antes de recoger a la niña, que se llamaba Hiyori, del colegio, estuvo hablando con Yui, la chica que cocinaba y limpiaba la residencia Kirishima. Ella le contó algunas cosas sobre su futuro jefe. Se había casado muy joven con su amor de secundaria, Sakura, y se quedó embarazada casi enseguida. Pero al poco de nacer la criatura, empezó a sentirse mal... Y el resultado fue un cáncer que se la llevó antes de que Hiyori cumpliese su primer año. Kirishima Zen lo pasó muy mal, y se volcó en su hija y en su trabajo. No obstante, Hiyori era una niña triste. Aunque aceptó bien a Takafumi y era tranquila y obediente, también era retraída y no sonreía.

Poco a poco, Takafumi se acostumbró a la rutina del hogar de los Kirishima. Por la mañana, después de dejar a Hiyori en el colegio, desayunaba en una pequeña cafetería y se iba a su habitación a pasar el rato leyendo, dibujando y pintando. Recuperó su pasión por el dibujo y la pintura, y eso unido a su nuevo trabajo fue una válvula de escape para Yokozawa Takafumi. Por la tarde, iba a buscar a Hiyori al colegio, y poco a poco se fueron haciendo amigos, hasta el punto de que ella, en privado, lo llamaba onii-chan.

Hiyori iba a un selecto colegio privado, por capricho de sus abuelos, pero era bastante tradicional y la niña solía llevar muchos deberes para casa. Encontró un buen aliado en Takafumi, pues él había sido muy buen estudiante y la ayudaba con sus tareas; además de que siempre le gustaron los niños y se llevaba especialmente bien con ellos. Así que pronto se instauró la misma rutina: Takafumi recogía a Hiyo del colegio, la ayudaba con sus deberes y luego hacían cosas divertidas juntos, dibujaban, pintaban, incluso se habían atrevido a cocinar juntos.

Al principio Hiyo estaba un poco desconcertada, pero no tardó en soltarse y se lo pasaba muy bien con su onii-chan, y viceversa, pues Takafumi pensaba que era una niña especial.

Kirishima Zen llegaba tarde del trabajo, acostaba a Hiyo y luego se quedaba en su despacho adelantando asuntos pendientes o viendo la tele. Hablaba lo justo con Takafumi, sólo asuntos de la niña, pero este último empezó a sentir algo hacia él, pues le resultaba atractivo. Pero pensaba que era una locura, Kirishima Zen nunca se fijaría en alguien como él.

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Al cabo de dos meses de la llegada de Yokozawa Takafumi a la residencia de los Kirishima, éste último lo llamó a su despacho.

-Yokozawa, quiero hablar con usted. Venga a mi despacho. 
-De acuerdo. 
Lo guió a su despacho y se sentaron frente a frente. 
-Quiero decirle... Que me ha sorprendido. No pensaba que usted lograría en meses lo que yo no he logrado en años... Veo a mi Hiyo más feliz que nunca y eso es gracias a usted. Así que me gustaría preguntarle, ¿se siente a gusto en esta casa? 
-Sí, estoy a gusto. Y su hija Hiyori es un encanto, hemos logrado llevarnos muy bien.

Al ver la mirada de Zen, Takafumi se dio cuenta de que no era tan serio y amenazador como parecía. Simplemente era muy tímido y parecía no saber cómo llevarse bien con la gente.

Después de esa conversación, cuando Zen tenía algun olan con su hija los fines de semana, invitaba a Takafumi también. Siempre le decía que no estaba obligado a ir, y que si no le apetecía, no fuera. Pero Takafumi siempre aceptaba. Y de esa manera, empezaron a conocerse, a hablar más. La coraza alrededor de Kirishima Zen se iba derrumbando poco a poco y de vez en cuando le dirigía algunos comentarios a Takafumi que le gustaban más de lo que alguien pudiese imaginar. Por ejemplo, siempre le decía a Hiyo que Takafumi era muy alegre e inteligente, eso lo hacía tener esperanzas, pero pronto se olvidaba de ello, pensando que Zen sólo quería ser amable.

Estaban cerca del verano, y terminar el curso, Hiyori se fue una semana de campamento. Takafumi y Zen se quedaron solos, y éste último propuso que cenaran fuera, en un restaurante italiano que había cerca.

Takafumi notaba a Zen bastante nervioso, pero él no lo estaba menos, ya temía que quisiera despedirlo, mucho menos estaba preparado para lo que le dijo.

La cena fue bien, pero el ambiente estuvo algo tenso, como si faltara Hiyo oara caldear los ánimos y llenar los incómodos silencios que había entre Zen y Takafumi. Pero, al acabar de cenar, la confesión surgió espontáneamente.

-Yokozawa... Takafumi, ¿puedo tutearte? Tengo miedo de equivocarme y de que tú te sientas incómodo... Eres muy importante para mi Hiyo y le dolería perderte, por eso he callado durante tanto tiempo... Pero si no te confieso mis sentimientos ahora mismo, me voy a volver loco. Te amo, Takafumi. No puedo sacarte de mi cabeza. Me encantan tus ojos, tu cabello, tu sonrisa, tu cara de pocos amigos, la manera en que te preocupas por la gente, en especial por Hiyo... La forma en que te enfrentas a la vida, aún después de todo lo que has vivido tienes fuerzas para sonreír... Cuando vamos a comer fuera con Hiyori,hay gente que piensa que somos pareja, y eso me hace sentir orgulloso. Takafumi... Si no sientes lo mismo que yo, te pediría fingir que no ha pasado nada... Pero a veces, me miras de una forma que me da esperanzas... Pienso que podrías sentir algo por mi, y lo más importante: estoy seguro de que podríamos ser felices juntos.

Takafumi se quedó impactado por la súbita confesión, y sólo pudo mirar a Zen con los ojos muy abiertos, hasta que al final lo abrazó y sacó la fuerza suficiente para responderle:

-Zen... Nunca pensé que esto pudiera ocurrir. Llevo meses enamorado de ti, creyendo que eras un imposible... -Zen no lo dejó acabar y lo besó. Un beso que borró todo el dolor y la angustia del pasado, y que fue el comienzo de una nueva vida, más plena que la que ambos habían tenido antes.

Kirishima Zen, Yokozawa Takafumi. 
Llegar al amor les costó, pero ahora que lo tienen, saben que todo valió la pena.

 

FIN

Notas finales:

Ohhh... Fue tan cursi que me dio pensa releer. 


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