Spencer Reid se despertó poco antes de que sonara su alarma, las pesadillas que loa atormentaban no le permitieron dormir más, el peso de la culpa y los pecados ajenos estaban pasando la cuenta y no sabía cuánto tiempo más podría ocultar su verdadera naturaleza a su equipo.
En la UAC nadie sabía su verdadera identidad ni procedencia y esperaba que por la seguridad de ellos, su familia, jamás la descubrieran. Él se encargaría de eso aunque le rompiera el corazón mentirle a su familia y la culpa empeorara su condición.
Flash back
Él era un ser conocido como Aki o devorador de pecados, el único residente en esta dimensión, llegó cuando aún era un niño escapando junto a su madre de la destrucción que azotaba su tierra natal, la dimensión Kos, con la ayuda de su padre en mago muy poderoso que se sacrificó por el bien de su familia. Desde ese entonces vivió como un humano normal, ocultando gracias a la magia heredada de su padre los tatuajes que cubrían sus brazos como cicatrices que los pecados devorados.
En su tierra natal cuando una persona es consumida por sus pecados y culpas, enferma gravemente y la única cura consiste en extraer y materializar esos pecados en forma de enormes bestias hechas de sombras para que un aki las enfrente, si ese aki logra matar a dicha bestia esta pierde su forma volviéndose una especie de humo negro que se introduce en la boca del aki para que la devore, dejando una marca permanente en forma de tatuaje de la bestia vencida en su piel, este proceso es muy doloroso para el devorador ya que la culpa se vuelve parte de él y la marca se forja como fuego que quema cada parte de su cuerpo hasta que se asimila por completo. La mayoría de los aki muere a temprana edad ya sea derrotado por la bestia a la que intentan devorar o preso que la culpa de los pecados ajenos que les arrebatan la cordura y extinguen su vida.
Spencer llego a la tierra a la edad de 10 años junto a su madre quien había alcanzado el límite de un aki y poco a poco cedía a la locura del peso que cargaba, los pecados ajenos se volvían propios impidiéndole vivir su vida con normalidad. Spencer recibió su herencia al poco tiempo de llegar a la tierra, sus pupilas se tornaron blancas, característica principal de los aki y supo que el trabajo de su madre cargaba ahora sobre sus hombros.
Con el paso de los años aprendió a vivir como una persona normal, los lentes de contacto ocultaban sus pupilas blancas y al estar en la tierra no debía preocuparse por devorar pecados ya que estos no se materializaban como en su tierra, sin embargo, al cumplir 15 años, los mensajeros de Kos los encontraron y obligaron a ocupar el cargo de madre como aki del rey y cada cierto tiempo cruzaban a esta dimensión para llevarlo al palacio de kos a cumplir con su trabajo devorar pecados.
Spencer se miró al espejo con su torso desnudo aún mojado por su reciente ducha, y comenzó a observar cada tatuaje, partiendo por sus brazos. El derecho estaba completamente cubierto por los dibujos de las bestias devoradas, casi no se podía ver su pálida piel bajo los tatuajes, en el izquierdo un enorme dragón serpenteaba desde el hombro hasta la muñeca enroscando su cola al final como una pulsera, su torso mostraba un enorme león en el centro de su pecho y el resto estaba manchado con pequeñas bestias que cubrían gran parte de este sumando un abanico de cicatrices y hematomas ganados durante los enfrentamientos.
Miró un largo rato cada dibujo recordando con exactitud cada pecado consumido, envidia, odio, mentira, violencia, sin embargo sabía que ninguno de ellos le pertenecía o al menos eso se repetía constantemente para poder ahuyentar el dolor, la culpa y la locura que lo acechaban. Al cabo de un rato que consideró prudente se dispuso a arreglarse para el trabajo, no podía permitirse llegar tarde, respiro profundo invocando su magia, poco a poco fue borrando cada tatuaje dejando ver su piel pálida, esta era una tarea muy agotadora y difícil ya que debía mantener la concentración durante todo el día para ocultar las marcas, sin embargo los años de experiencia le facilitaban las cosas. Al cabo de unos minutos se terminó de alistar y salió de su departamento rumbo a su trabajo el que consideraba segundo hogar, donde estaba su nueva familia.