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El complemento de Ryan por Kenza

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Notas del capitulo:

Muchas gracias a las personitas que le dieron una oportunidad a la historia, siempre he querido desarrollar bien la trama sin ser jodidamente cliché con algunos temas sensibles,, así que me tomé un tiempo con la historia, más los personajes. Una vez más, gracias por pasar a leer "El complemento de Ryan" ^^

—Parece que alguien pasó una buena noche, —Maggie se echó a reír cuando Ryan despertó de golpe, había llegado temprano a casa justo para dormir apenas unas horas antes de ir a su primer día de clases. 

 

—Vamos, ¿cuál es su nombre? —pregunto su prima que yacía sentada en los pies de la cama. 

 

—¿Acaso vas a atormentarme todo el día? —Ryan soltó un chasquido mientras agarraba nuevos boxers, sus vaqueros desgastados y una camisa gris de manga larga que se desabotonaba en la parte superior.

 

—Por supuesto, —Maggie sonrió mientras le daba un mordisco a su Dona glaseada, Ryan simplemente sacudió la cabeza mientras miraba el reloj de pared y entrando en pánico a los segundos de haber visto el horario; ¡iban a llegar tarde! 

 

—¿Puedes calmarte? —Maggie suspiró cuando vio que Ryan comenzaba a acelerarsé como un colibrí. 

—No vamos a llegar tarde. Tú tranquilo, será mejor que te espere en la planta baja, y una cosa más... —detuvo sus pasos justo en el marco de la puerta. —¡Quiero que me cuentes todos los chismes! —Ryan no tenía ningún chisme para contarle, pero si con esa condición salía de su habitación, entonces estaría de acuerdo en inventar cualquier cosa.

 

Finalmente pudo estar dos minutos en paz, había ido al baño a higiénisarse, lavando sus dientes y luego secándo su rostro con la pequeña toalla que siempre tenía a mano, se vistió de prisa antes de sentarse en el borde de la cama y colocarse sus Vans favoritas de color verde oscuro. Tomo su móvil que afortunadamente no había perdido la noche anterior, y así la manga de su camisa se estiró hacia atrás para revelar las rayas blancas verticales que siempre estarían en su piel.

 

Incapaz de ver las cosas que le causaron mucho dolor, rápidamente movió su camisa de nuevo en su lugar, agarró su mochila y corrió escalera abajo para comenzar un nuevo capítulo de su vida.   

 

 

••••••••

 

 

Todas las escuelas secundarias eran iguales y Rockwood no era diferente. Con sus corredores alineados y casilleros de color bordó, grupos clichés de porristas y deportistas, Ryan había salido de un infierno para meterse en otro. Pero solo si él dejaba que se convierta en un infierno; nadie, excepto Maggie lo conocía, lo que significaba que podía pasar desapercibido y comenzar de cero. Sin embargo, no tenía el coraje para eso; y la mayoría de los estudiantes nuevos se les daba bien socializar, pero él no era el caso, Ryan solo quería terminar el secundario antes de que alguien notará su existencia.

 

Sin embargo Maggie no estaba dispuesta a dejar que eso sucediera. Como una de las gimnastas principales del club de deportes de Rockwood era popular y cuando Ryan se dirigía directamente a la recepción, Maggie lo sorprendió tomándolo de su mochila y tirando de él hacia ella.

 

—¡Oye! —Ryan se quejó cuando ella casi le quita el hombro de su articulación. 

 

—¿A dónde crees que vas?

 

¿Maggie lo estaba interrogando para conseguir sus horarios? Quería creer que no. 

 

Ryan quito la mano de su prima que aún seguía sosteniendole fuertemente y frotó su hombro izquierdo  donde había hecho presión. 

 

—Primero te presentaré a mis amigos, —le enseñó una sonrisa genuina, su cabello rubio caía ondulado perfectamente sobre sus delgados hombros y su rostro tan pintoresco como angelical solía cautivar a la gran mayoría de la gente que la conocía por primera vez, pero Ryan sabía perfectamente que era todo lo contrario a lo que solía aparentar. 

 

—La clave de la escuela secundaria es a quién conoces y con quienes debes socializar. 

 

—¿En serio? —Ryan suspiró sarcásticamente. 

—Siempre pensé que los que se creen superiores solo se codean con esa clase de gente y a los demás alumnos los ven como bichos raros, y lo sabes. 

 

—Oh, ese comentario fue tan desafortunado de tú parte, —Maggie apretó la mano contra su pecho antes de darle una mirada de muerte y él sabía que no se libraría de ella con facilidad. 

 

—Bien, —suspiró Ryan, sabiendo que no había manera de salir de eso. 

—Pero que sea rápido, realmente tengo que ir a la recepción. 

 

—Sí, sí, —le dio una palmadita en el pecho en señal de conformidad para seguido enganchar su brazo a través del de su primo y así lo dirigió a donde estaban estacionados un BMW, un Audi e incluso un Porsche.

 

Ryan no creía que nadie en Rockwood fuera tan rico como para poseer un Porsche. Obviamente, estaba equivocado si la casa que había dejado apresuradamente esa mañana era algo por lo que deducir. No, sacudió la cabeza para no pensar en eso.

 

—¡Maggie! —Un grupo de chicas chilló repentinamente amenazando con reventar sus tímpanos, desde donde estaban apoyadas contra el brillante Audi R8 rojo, una de ellas corrió rápidamente hacia donde se encontraban para abrazar a su prima con efusivad.

 

—¿Quién es él Maggie? —Las chicas sonrieron mientras se íban acercando, mientras tanto comenzaron a girar su cabello alrededor de sus dedos.

 

—Su nombre es Ryan, —Maggie exclamó, nunca se había imaginado que estaría tan emocionada de presentarlo ante sus amigas, realmente se sintió muy incómodo y no tenía idea de cómo demonios iba a salir de allí.

 

Maggie y su tía Rose, Le habían salvado la vida cuando lo sacaron de ese hospital psiquiátrico.

Estaba seguro de que podría haber intentado suicidarse nuevamente si no lo hubieran sacado de ese lugar perturbante.

 

—Un placer, Ryan, —una chica de cabello rojizo dio un paso adelante y apoyó una mano en su hombro. 

—Mi nombre es Lara, ¿qué tal si nos ... —Ryan levantó una ceja y ella avanzo un pasó más quedando a centímetros de su rostro pero no pudo seguir hablando por la interrupción de su prima.

 

—¡Lara! —Maggie vocifero dando un paso adelante y desenredó a su amiga del cuerpo de Ryan.

 

—No creo que seas la primera opción de Ryan, ya que él ...

 

—¡Estoy Ocupado! —Ryan interrumpió a su prima antes de que ella continuará hablando y le diga a medio mundo que es homosexual. 

—Te he dicho que debía ir a pedir mis horario antes de que comience la primera hora de clases.

 

Maggie lo miro inquisitivamente, ella no tenía derecho a decirle a toda la gente que conocía sobre su sexualidad. Si Ryan quisiera que alguien supiera, entonces lo diría él mismo y realmente no estaba seguro de sí aún estaba preparado para que todos lo supieran. 

En su anterior escuela todos se habían enterado y no habían tomado la noticia de la mejor manera; de hecho sucedió lo contrario y Ryan no quería que se volviera a repetir. Solo le faltaba un año para terminar el secundario y no iba a pasarlo escondido en la oficina del director mientras esperaba a que los demás alumnos se fueran.

 

—¿Supongo que te veré en el almuerzo? —asintió comenzando a despedirse de su prima y de las amigas de ésta, cuando el rugido de un motor V6 llenó sus oídos.

 

Ryan y la mayoría de los alumnos que se encontraban en el estacionamiento detuvieron lo que estaban haciendo para voltear y ver el elegante Chevrolet Camaro gris mate rugiendo en el estacionamiento antes de estacionarse justo al lado del BMW. Ryan sabía que debía haberse ido, pero estaba intrigado por ver quiénes podían ser los padres que podían permitirse tales lujos y siendo sincero, solo estaba un poco molesto por la gente que se daba tales caprichos a costa de su riqueza, para la gente adinerada era lo más natural costearse tales lujos.

 

Pero cuando el dueño del Chevrolet salió del coche con gafas de sol de aviador colgadas arrogantemente en su nariz, Ryan se dio cuenta de que no debía haberse quedado esperando como un viejo chusma. Era solo otro niño rico que probablemente era el jugador principal de algún club de fútbol en la escuela y seguramente hasta capitán del equipo.

Pero cuando Ryan se digno a dar media vuelta y marcharse del estacionamiento, el chico se quitó las gafas de sol y estaba seguro de que acababa de tener un ataque al corazón. Aún era joven y en su familia no habían antecedentes de ataques cardíacos, pero estaba seguro, más allá de toda duda, de que mientras miraba aquellos profundos ojos verde esmeralda a través del capó de su automóvil definitivamente se estaba quedando sin aire.

 

Comenzó a respirar rápido cuando lo vio atravesar las puertas dobles del pasillo, Ryan estaba seguro de que no lo había visto. No podía haberlo visto; ni siquiera había mirando más allá del estacionamiento. Ryan no sabía por qué estaba nervioso y asustado. Sabía que Maggie había captado perfectamente su reacción; Esa chica tenía ojos de halcón para cualquier cosa que le convenía. Pero esa no era su mayor preocupación en aquel momento. Su mayor preocupación era que Liam, el chico del club, el chico con el cual se había acostado la noche anterior, no era otro que un alumno de la secundaria Rockwood.

 

 

•••••••••

 

 

 

Ryan sostenía su bandeja de almuerzo apoyando su espalda contra la pared, un mar de estudiantes caminaba en todo el pasillo buscando lugares libres  o simplemente conversando entre ellos, miró si alguna mesa estaba desocupada hasta que vio a Maggie sentada con su habitual grupo de gimnastas y futbolistas. Tras estudiar más la escena, Ryan no encontró a Liam dentro del grupo así que pudo seguir respirando con tranquilidad. Tal vez almorzaba en otro lugar. Tal vez ni siquiera comía la comida de la cafetería.

 

Sabía que estaba siendo un poco paranoico incluso si lo pensaba, pero ¿por qué tenía que pasarle esto? La única noche que decidió hacer algo divertido y dejar su pasado atrás pasaban sucesos desastrosos, el destino definitivamente quería joderlo.

 

Ryan dejó de torturarse con pensamientos que le hacían mal así que simplemente se decidió en escabullirse y comer su almuerzo en el... 

 

—¡RYAN! —Maggie gritó desaforada con aquella voz chillona que la caracterizaba. Apretó sus ojos y maldijo internamente, ya era demasiado tarde tenía que haber hecho su movimiento antes. Incapaz de escapar de su prima, Ryan dejó de ocultarse detrás de la pared y caminó hacia la mesa donde Maggie estaba sentada junto a su grupo de amigos. Lo intimidaba el solo hecho de cruzar mirarada con aquellas personas que se creían seres celestiales y superiores con el poder de juzgar a toda la secundaria.

 

Maggie le sonrió mientras le arrebataba la manzana de su bandeja. 

—¿Cómo te ha ido en tus primeras clases? ¿Ya has tenido al señor Walker en Matemática?

 

—No, —Ryan le quitó la manzana justo antes de que ella le diera un mordisco 

—y consigue tu propia manzana.

 

—Oh, que sensible eres, —suspiró mientras comenzaba a comer su propia ensalada mixta que estaba terminando. 

 

Noto como un par de chicos sentados a un lado de Maggie comenzaron a mirarle extraño, no podía confirmar si sus miradas denotaban molestia o incomodidad. Escucho como una voz profunda le habló sacándolo de sus pensamientos

 

—Así que tú eres ¿Ryan? —el mencionado levantó la vista de su bandeja para ver a un chico atractivo inclinado sobre la mesa y sonriéndole. Su piel era de un ligero color caramelo, bastante llamativo cabe destacar, su cabello negro azabache estaba correctamente cortado en un estilo desordenado, tal como suelen usar los adolescentes en tendencia y sus ojos eran de un color pardo bastante claros. 

 

—S-sí, —Ryan tosió. 

 

—Soy Jake, un placer —el muchacho extendió su mano para que Ryan la estrechara y con un poco de vacilación logró saludarle correctamente.

 

—Maggie me ha hablado de ti, —el estado de ánimo de Ryan instantáneamente decayó cuando le lanzó una mirada a su prima por encima del hombro, pero ella simplemente se encogió de hombros y siguió hablando con una de sus amigas.

 

Ryan y Jake aún seguían dándose la mano, algo torpemente. Así que un poco avergonzado, Ryan soltó su mano con una risa nerviosa.

 

No sabía muy bien porque se distrajo, pero cuando miró por encima del hombro de Jake, inmediatamente su cuerpo se congeló, en el otro extremo de la cafetería se encontraba Liam, con aquellos ojos verde esmeralda que lo miraban amenazantes. 

 

 


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