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No lo hagas, Stiles ||Sterek|| por Dark_Ness

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     Stiles tenía sueño.
 
     Un sueño de esos que le dan a las personas después de comer un buen almuerzo. De esos que te dan ganas de lanzarte a tu cama o cualquier lugar cómodo para dormir hasta el año siguiente. De esos que simplemente no puedes tener cuando ya eres adulto y estás a mitad de semana.
 
     Stiles pues, estaba en su casa durante el descanso del almuerzo que le daban en su trabajo; había almorzado un buen plato de pasta de esos que lo dejaban con el estómago lleno, y tenía el sueño acomodado. Pero simplemente no podía dormir; puesto que la jornada iba a ser larga y a penas era mediodía.
 
     Entonces, quejándose por ser un adulto en una vida responsable, se levantó de la mesa. Tenía que lavar los platos.
 
    Pero lo más triste es que el lavavajillas estaba descompuesto; y la montaña de trastes sucios que estaban acumulados en el fregadero no era normal.
 
      ¡Aiden había vuelto a dejar el desastre en la cocina, cuando claramente Stiles había sido específico en que no le gustaba eso!
 
     Stiles quería estrangularlo.
 
— ¡Aiden! —alzó la voz, para hacerse escuchar en aquella enorme casa. Su tic nervioso que tenía en el ojo izquierdo le había vuelto después de años de haberse curado; y eso significaba una cita con el doctor otra vez— ¡Te estoy hablando, muchacho! Ven acá antes de que vaya yo allá.
 
    Entonces unos pasos apresurados se escucharon en la escalera.
 
— ¿Qué pasó? —una voz un poco más joven se escuchó a la espalda de Stiles. Sonaba como si de verdad tuviera miedo de no saber que había pasado. Eso sacó más de quicio a Stiles.
 
— ¿Me preguntas que pasó? —Stiles se giró hacia Aiden, encarandolo para darle así más drama a la situación. El chico estaba con la pijama todavía, el muy descarado, y encima llevaba puesto los auriculares de Stiles mientras tenía el cabello revuelto— Se supone que esa es mi jodida línea, chico. ¿Me puedes hacer el favor de explicarme por qué esto está aquí?
 
     Stiles señaló la montaña obscena de platos y el chico palideció aún más, si es que ya era posible.
 
—Pues...
 
    «Olvidé que tenía que lavarlos». Pensó Stiles, escuchando la voz del adolescente en el proceso.
 
—Olvidé que tenía que lavarlos —imitó el pensamiento de Stiles; y Dios; el hombre estaba a punto de tener un aneurisma ahí mismo—. ¿No le vas a decir a papá, verdad?
 
     «Por supuesto que Derek se enterará de esto».
 
— ¿Tú qué crees? —Stiles inclinó la cadera hacia la derecha mientras se cruzaba de brazos. Había heredado la pose de mamá de su mamá cuando se enojaba; y sólo el creador sabe cuánto miedo le tenía Stiles a esa pose en sus tiernos tiempos de adolescente— Pasaste todo el día metido en casa, ensuciando platos y fuiste incapaz de lavarlos. ¿Qué acaso te criaron los lobos? 
 
     El chico bajó la mirada apenado mientras se levantaba las mangas de su camisa. Stiles ocultó una sonrisa de satisfacción cuando su hijo se puso a lavar todos los platos que estaba sucios.
 
—Sigo sin creer de donde sacaste tantos trastes para ensuciar, si prácticamente solo usamos tres —Stiles le pasó todos los platos que él había ensuciado a su hijo, y la mirada de tristeza fue una compensación bonita—. Espero que cuando llegue esto no se repita.
 
—Sí paps, no se repetirá. —respondió el muchacho mientras enjuagaba los cubiertos.
 
     Entonces Stiles sonrió y beso el cabello oscuro de su bebé. A pesar de que Aiden Hale Stilinski era un severo caso de desastre, Stiles lo amaba con todo su corazón. El chico le había iluminado la existencia cuando lo tuvo por primera vez en sus brazos; y seguía sin creer que ya de eso habían pasado dieciséis años.
 
     Stiles todavía creía que seguía estudiando en secundaria mientras suspiraba por Derek Hale en secreto.
 
     Y era tan bizarro como de eso ya había pasado veinte años. Veinte años en donde lloró, rió, amó, se emocionó y experimentó tantas cosas que hoy lo hacían sonreír cuando recordaba aquellos momentos.
 
     Entonces cuando el reloj de Stiles sonó, dándole entender que ya era hora de regresar a su trabajo, él se despidió de su hijo una vez más y caminó hasta donde estaba su Jeep. Ese era otro amigo fiel que seguía conservando a través de los años, a pesar de que tenía otro auto más.
 
    Y de camino al trabajo se dio cuenta que no había visto a Derek en todo el día.
 
***
 
     Cuando Stiles llegó a su casa eran cerca de las diez de la noche.
 
    Su muy hijo de puta jefe se le había ocurrido la maravillosa idea de dejar al personal horas extras para cerciorarse de que todo iba viento en popa; y Stiles estaba ideando mil y un ideas de cómo asesinar a un viejo ridículo de sesenta años y salir indemne en el proceso.
 
     Él tan solo quería llegar a su camita y acostarse a dormir.
 
    Pero lo que encontró en la sala —cuando encendió las luces— fue a su bello bebé encima de una chica dándose besos que Stiles le dio a Derek después de tres años juntos.
 
— ¡Papá! —Aiden se separó como si quemara de la muchacha, quien se sentó recta como un pilar y se acomodó el peinado.
 
     Stiles estaba tan cansado que ni siquiera reaccionó correctamente. Sólo observó que su hijo y le dio a entender que al siguiente día hablarían. Entonces Aiden asintió con el rostro pintado de toda la gama de tonos rojos y acompañó a su amiga a su casa.
 
     Él ya estaba demasiado viejo cómo para escandalizarse por algo que ya había hecho en la flor de su juventud.
 
    Por lo cual subió las escaleras y se desalojó a ropa durante su recorrido. 
 
     Al entrar a su cálida habitación descubrió que no solamente estaba acompañado, sino que su pareja seguía igual de bueno como el primer día que lo vio. Stiles tocó su alizana de bodas como un viejo hábito y sonrió mientras la silueta tranquila y durmiente de Derek le alegraba la noche.
 
     Entonces Stiles se hizo espacio en la cama después de quitarse la ropa y se acostó al lado de su esposo, el cual se acomodó de tal forma que hizo una cucharita con él. Stiles besó sus manos antes de cerrar los ojos y dormirse por fin un ayuda de la calidez de su Derek, de la suavidad de sus sábanas y de la tranquilidad de la noche.
 
***
 
   Si había algo que Stiles agradecía bastante, era el momento en donde le pidieron a un total desconocido el favor de comprarles bebidas alcohólicas a un par de niños menores de edad. Porque no ers tanto la alegría de probar algo fuerte y barato; sino el hecho de que así había conocido a su amigo, su amor platónico, al hombre le rompió el corazón, el que lo reparó y con el cual pudo hacer una linda familia.
 
      Derek siempre sería el nombre que Stiles tendría en la mente desde siempre. Al levantarse, durante el transcurso del día y antes de irse a dormir en la noche.
 
    Y Stiles estaba seguro de que Derek también pasaba por lo mismo. O al menos eso creía después de cada mensaje que le enviaba Derek conforme pasaba el tiempo.
 
     Stiles era feliz. Derek lo hacía feliz. Aiden lo hacía feliz. 
 
     Y que el mundo se jodiera si alguien le decía que no lo merecía.
 
———
 
Notas finales:

Aiden es la representación de mi esta tarde cuando “accidentalmente” olvidé lavar los platos.

 


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