Un chico con su piel magullada por los recientes golpes, los cuales eran cubiertos inútilmente por una gorra, cojeaba hacia su casa. Era la tercera vez en la semana que pasaba lo mismo, una pelea
La vida lo estaba cansando un poco o tal vez demasiado, ¿acaso siempre tenía que ser así? Él solo quería vivir tranquilamente pero no, el destino parecía empeñado en querer joderle la existencia. Pues bien, lo haría
En vez de ir como todas las noches a su hogar se desvió a las edificaciones abandonadas. Con algo de trabajo subió las escaleras hasta la terraza, que venía haciendo un doceavo piso. La brisa nocturna golpeaba en sus heridas y sin prisas se acercó al borde, miró hacia abajo y los autos pasaban, las luces de la ciudad adornaban la misma y las personas parecían pequeñas hormigas caminando
Todo tan normal, todo tan tranquilo. ¿Qué importaba si acababa con su vida? A nadie le importaba y la vida seguiría igual, él era innecesario para esa sociedad de personas ocupadas y que preferían mirarte desde arriba y burlarse antes de darte una mano.
En un mundo así, era mejor morir que vivir
Con esos pensamientos se subió en el pequeño muro con las manos a cada lado de su cuerpo y una sonrisa se formó en sus labios mientras se dejó caer al vacío
Adiós vida de mierda
Su cuerpo caía a gran velocidad de las alturas, cerró sus ojos, el potente viento le molestaba, comenzaba a sentir los músculos faciales entumecidos y dejó de pensar, si iba a morir no quería hacerlo con ideas de lo mierda que era su vida
El pavimento ya debería estar cerca, pero sintió que su cuerpo era elevado nuevamente por su mano derecha. Al instante abrió los ojos
-¿Qué diabl… - su queja quedó suspendida como lo estaba él ahora al ver que era una persona la que evitó su caída, un chico de cabello purpura vestido de blanco y azul cielo lo sostenía con fuerza con ambas manos, esto lo suponía por como la cara del chico estaba, con las cejas levemente fruncidas, mordiendo su labio y los ojos cerrados fuertemente
Aún no salía de su sorpresa cuando vio un par de alas blancas moverse por su cuenta en la espalda del chico, se removió haciendo que su mano resbalara de las contrarias y comenzara a caer nuevamente pero esta vez sus ojos no se cerraron, no podía.
El chico se lanzó en picada hacia él con el rostro bañado en preocupación, el chico lo agarró por la cintura haciendo que por inercia él se sostuviera por los hombros del contrario. Sus ojos hicieron contacto, negros contra celeste y para cuando volvió en sí, ya sus pies estaban en el firme suelo. Con rapidez se alejó del desconocido con alas, este ni reaccionó solo lo miraba desaprobatoriamente
-¿Estas bien? – preguntó el chico alado, él giró al escuchar la melodiosa y pausada voz que había roto el silencio
-No es tu problema- dijo tajante - ¿Acaso no notaste que estaba a punto de suicidarme? – continuó sonriendo torcidamente, el otro lo miró frunciendo las cejas y bajando la comisura de sus labios, triste, parecía triste en ese instante
-Lo sé, por eso lo hice – se acercó un poco al castaño – No puedo dejar que mueras – esto sacó una risa el mayor, para nada divertida
-¿Te escuchas? No me conoces, no te conozco – puso su dedo índice en el pecho del chico de cabello llamativo y lo empujó un poco – No te metas en mi vida, niño
-Debo hacerlo – sus ojos brillaron como si fuera a llorar – Debo cuidarte – sus manos se aferraron a los hombros del castaño – Porque soy tu ángel guardián – si no fuera por lo serio que estaba el desconocido hubiera reído hasta que su estomago doliese
-¿Qué quieres decir? ¿Estás loco, mocoso? – alejó su mano como si quemara
-No, es mi deber salvarte – esto provocó gracia al pálido
-Salvas a otros pero… - lo miró de arriba abajo sin ningún disimulo - ¿Quién te salva a ti? – un sonido suave llegó a oídos del castaño, la risa del ángel
-Si tú estas a salvo, yo lo estaré Yoongi – dijo con sus labios estirados en una sonrisa brillante
-¿Cómo demonios sabes mi nombre? – dijo algo alarmado pero bien disimulado, estaba alerta justo ahora
-Ya te dije, soy tu ángel guardián – acomodó su cabello purpura hacia atrás dejando ver su frente – Mi nombre es Jimin – le tendió la mano pero como Yoongi no la tomó la retiró con lentitud y algo avergonzado
-Pues lo siento… ¿Jimin? – hizo como si no recordara el nombre que acababa de escuchar – Pero no te necesito, así que si eres un ángel realmente – comenzó a caminar alejándose del chico con alas – Regresa al cielo