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"Vacíos encontrados, la luna llora en tu mirada." por darkness la reyna siniestra

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Notas del capitulo:

Aquí el VII

 

- o - 🌙 - o -

 

El tic tac del antiguo reloj de su salón privado le anunciaba que la hora de su cambio estaba cerca, podía sentir un calor tenue emanar desde su pecho, la luna aún estaba llena como la noche anterior y muy probablemente seguiría así por algún par de días más. Aunque en realidad no le importaba las facetas de la luna puesto que según lo que recordaba su cuerpo se transformaría todas las noches en las que el satélite de plata se coronara sobre la noche.

Llenó sus pulmones de grandes cantidades de aire para poco después liberarlo en un sonoro suspiro. En su mente todavía estaba fresco el recuerdo de la conversación que sostuvo con el cangrejo, y otra vez sus acciones pasadas le trajeron el arrepentimiento. Pero lo que le hacía doler la cabeza era el que le había pedido al mayor que le dejara conocerlo. ¿Con qué cara se le había ocurrido pedirle eso a Cáncer cuando en más de una ocasión le había dicho que no debería estar en el Santuario?

—Seguramente ha de pensar que soy un maldito y estúpido loco —se dio una palmada en el rostro con decepción—. Pero en verdad, quiero conocer a ese Death que encontré en la playa, quiero volver a verlo sonreír, quiero que lo haga sólo para mi y por mi…

El momento cumbre estaba cerca, y aunque su mente era una vorágine de cosas, se dispuso a abandonar la tranquilidad del templo de Leo con el destino de la vez anterior; iría a la playa a despejar su pensamiento con el arrullo de las olas danzantes.

 

- o - 🌙 - o -

 

Death ya estaba más recompuesto, se sentía más ligero al haber dejado que sus emociones fluyeran liberándolo así de su carga interna. Le había dado muchas vueltas al asunto de Aioria y su repentino interés en conocer cosas suyas. No comprendía porque el menor le venía a pedir eso si ya habían ocurrido muchos choques entre ellos que advertían con claridad que lo mejor es que cada quien tomara su distancia del otro para evitar caer en conflictos que no tuvieran fácil reconciliación, o en el peor de los casos, que ni siquiera tuvieran vuela de hoja. Era extraño a su parecer que alguien como el de Leo, siempre intachable, correcto y aceptado entre los demás guerreros, quisiera acercarse a alguien como él, con un pasado bañado en sangre y la frialdad de un asesino a sueldo brillando opaca en la mirada de un auténtico psicópata. Sin embargo, no podía dejarse convencer ante las “bellas” palabras del griego, no podía bajar la guardia, ahora menos que nunca debía hacerlo. Y lo único que le quedaba ahora era conocer los verdaderos motivos del león para que quisiera cambiar su trato con él.

—No te será fácil, gato altanero, claro que no te será fácil…

Su susurro rencoroso fue llevado por el viento de la noche, así como sus propios pies lo llevaban a aquel lugar donde sentía que la paz gobernaba su cuerpo, era raro pero le encantaba la playa cuando era iluminada por la luna, era algo que simplemente no podía evitar y amaba profundamente sentirse parte de la atmósfera que se transformaba a esas horas.

Más al llegar a la entrada principal de su templo, esa que conecta Géminis con Cáncer, sus pasos se detuvieron abruptos ante el recuerdo de lo que el santo de origen español le había dicho en la mañana que lo hubo acorralado. “—No quiero que vuelvas a salir de noche...—” La voz de Shura danzaba en su cabeza deteniéndolo de algún modo.

¿Y si Shura llegaba a buscarlo y no lo encontraba? Fue una poderosa interrogante que se formó en su cabeza. Aunque, si lo pensaba bien y si Shura había decidido seguir su pedido sobre confesarle abiertamente a Aioros sus sentimientos atrapados, era muy probable que ambos estuviese juntos en alguna parte del Santuario, o sino en el templo de Capricornio o incluso en el del arquero, todo podía pasar y aún siendo doloroso en su corazón, deseaba con toda su bondad que su adorado amigo fuera correspondido por aquel al que en el silencio de una intimidad torturante tuvo que representar en una imaginación auto-castigadora.

—Me causa dolor pero en verdad espero que ya no tenga que venir a buscarme. Yo sólo era su desahogo pero aunque no era mía, tenía su compañía por lo menos unos momentos.

Estaba decidido a no esperar por el otro y confiar en que Shura sería feliz, y si su ser querido es feliz, él lo sería también ignorando su propio pesar. Con ello en la mente y el corazón, Deathmask se dispuso a encaminarse hacia esa playa que ya lo conocía.

 

- o - 🌙 - o -

 

—¿La cantidad de azúcar te parece bien, Shura? —Aioros cuestionó revolviendo su propio café con una pequeña cuchara de plata.

—Está perfecta, te lo agradezco mucho —sonrió.

—Me alegra, pero ahora dime, ¿qué era eso tan importante que deseas hablar conmigo? Puedes decirme lo que sea, soy todo oídos.

Aioros le dijo con un gesto interesado y agradable instando al peninsular a hablar del tema que los llevaba a estar ahora tomando café en mutua compañía en el comedor de Sagitario.

Shura carraspeó en un gesto de nerviosismos, incluso comenzaba a sentir mucho calor de la nada dentro de esa habitación.

—Bueno, Aioros yo... Primero que nada deseo pedirte perdón por todo lo que ocurrió hace quince años atrás, el que yo te asesinara por ordenes del falso patriarca, el sufrimiento por el que tuvo que atravesar y soportar Aioria ante tu pérdida y ante el hecho de ser tachado como el hermano del traidor del Santuario... Ahora que estás de nuevo entre nosotros gracias a nuestra adorada diosa, quiero confesarte todo lo que tu sola presencia siempre causó en mi, y ahora más que nunca eso se ha intensificado hasta el punto de hacer que cometiera muchos errores de los que estoy completamente arrepentido pero que quiero que conozcas pues he venido a hablarte con la verdad…

La represión del menor era seria y su voz llena de tantas emociones no dejaban espacio a pensar que todo se trataba de una extraña broma. Aioros ante eso, adquirió una postura seria aunque no intimidante. Comprendía que Shura se estaba disculpando, posiblemente porque su cargo de conciencia no lo dejaba tranquilo aunque el arquero ya lo hubiese perdonado a él y a Saga también por lo que había ocurrido. Entendió después de muchas cosas que ni Géminis ni Capricornio habían sido enteros culpables y que todo lo acontecido sucedió porque la maldad siempre ha existido tanto dentro de los seres como mediante negativos sentimientos que se adueñan de guerreros poderosos para desequilibrar su raciocinio y provocar así grandes tragedias. Y eso era lo que sucedió con Saga, fue algo que el gemelo no pudo controlar por más que luchó, pero aquello había sido mucho más fuerte que él pero aún así no lo culpaba ni le guardaba ningún rencor. Aunque tampoco esperaba algo como una disculpa por parte del caprino.

—Comprendo lo que me estás diciendo. Pero quiero que sepas, Shura que todo eso ha quedado en el pasado, no te tengo ningún rencor ni te culpo por lo que pasó, tú aún eras un niño después de todo y... sólo seguías ordenes... —mostró una amarga sonrisa.

—Yo agradezco que no me odies, de corazón que si pero de igual forma hay mucho que debo confesarte para que puedas entender cuanto siento por ti, Aioros de Sagitario, mi mejor amigo, mi víctima y mi verdugo... Yo desde que supe diferenciar un sentimiento de otro sé que estoy absolutamente enamorado de ti... Te amo tanto, Aioros que llegué a lastimar a quien menos lo merecía al tener clavado tu recuerdo en mi alma y corazón como un poderoso cuchillo…

El joven de castaños cabellos se encontraba anonadado, podría haberse esperado cualquier cosa pero no lo que acababa de escuchar de esos labios españoles. La seguridad en las facciones y la voz de Shura fueron lo que no le permitía a Aioros un lugar hacia la duda, además de que el otro era uno de los caballeros más serios de la orden después de Camus y antes que Shaka por lo que sencillamente lo que escuchó no era parte de ninguna bromita sin gracia. Todo era cierto pero lo que más intrigaba al noveno santo eran esos errores que el menor había cometido en la desesperación de sus sentimientos por él.

—Shura, yo... yo nunca creí que tú pensaras en mi de manera romántica. Y a decir verdad estoy bastante sorprendido por lo que me has confesado —Shura suspiraba presintiendo que quizás Aioros no sentía lo mismo por él, pero había decidido ir a verle arriesgándose a recibir cualquier contestación por parte del mayor, por lo que simplemente esperó a escuchar lo que el otro hombre le estaba diciendo—. Pero... ya que tú tuviste el coraje suficiente para abrir tú corazón, quiero hacer lo mismo porque sé que no es fácil exponer este tipo de sentimientos al ser amado, por ello quiero que sepas Shura que, yo también te he amado desde que vimos juntos la lluvia de estrellas aquella noche dos días antes de que Saga te mandara a buscarme…

Shura abrió el doble de grandes sus ojos verde profundo, estupefacto perdido en el rostro sonrojado de un Aioros que en silencio y con calma había empezado a derramar algunas tímidas lágrimas que brotaban de esas hermosas turquesas que tenía por ojos. Shura rápidamente se levantó de la silla que utilizaba junto a la mesa para acercarse sin perder tiempo al otro caballero que enjugaba su llanto con un dejo de vergüenza.

Pronto el hispano se arrodilló frente al otro para tomar sus manos y besarlas con dedicación y todo el amor que para el castaño poseía.

—Aioros... me has dado la vida con la palabras que acabara de escuchar de tu dulce voz... Te amo tanto, Aioros, te amo…

Sin esperar más por parte del mayor, Shura se irguió de su posición para pronto levantar al otro de un sólo tirón de su propia silla y poder así abrazarlo con fuerza como si en cualquier momento Aioros fuera a desvanecerse sin que él lo hubiese sentido por completo.

Sagitario olía a girasoles recién bañados por el rocío, el calor de su cuerpo era una sensación deliciosa a criterio de Shura quien sentía la castaña cabellera haciéndole costillas en la mejilla derecha. Los labios del décimo guardián besaban con dulzura la piel expuesta del cuello griego mientras éste mismo sollozaba con una sonrisa de alegría en su rostro con los ojos cerrados y las largas pestañas brillantes por los pequeños cristales de agua que habían quedado atrapados.

—Yo también te amo, Shura... Mi pequeño me hubiera gustado tanto confesártelo desde que regresé a este mundo pero no pude, no me atreví a hacerlo cuando te veía tan cerca de Deathmask... Pensé... pensé que él me había quitado tu amor y la oportunidad de que alguna vez pudiéramos estar juntos…

Shura al escuchar aquella nueva confesión por parte de su amado sintió muchas cosas que lo golpearon como miles de ataques a la vez. Había lastimado a Death pensando en Aioros y ahora resulta que el nombrado siempre lo amó pero creía que su corazón pertenecía al santo de Cáncer quien a la larga sufría toda su frustración por no ser lo suficientemente valiente como para confesar sus sentimientos.

Si tan siquiera lo hubiera hecho antes, muchas cosas no hubieran ocurrido como lo habían hecho y nadie hubiera sufrido por amores imposibles, frustraciones o miedos irracionales. Que estúpido había sido para que tuviera que decidirse a hablar hasta que ya había cometido un acto que no tenía retorno por más que lo deseara.

—Oh, Aioros... Deathmask es mi amigo, pero al que siempre he amado es a ti... Tuve que haberte confesado mis sentimientos mucho antes de que cometiera un crimen horrible... —se lamentó separándose un poco del abrazo y volteando la mirada ya aguada de los ojos brillantes del arquero a quien la espina de la curiosidad sobre lo que su amado decía, le estaba comenzando a picar insistentemente.

—¿Qué es lo que hiciste, mi niño? ¿Qué fue eso tan malo que cometiste? —pidió saber colocando su mano izquierda sobre la blanca mejilla derecha del menor. Shura soltó un sollozo frustrado, tenía miedo de confesar su pecado y que Aioros se alejara asqueado de su lado, tenía miedo a que lo odiara.

—Aioros, yo lo siento tanto —se cubrió el rostro con ambas manos— ¡No te imaginas cuanto me arrepiento!

—Shura, confía en mi yo no voy a juzgarte. Por favor dime lo que ocurrió... —suplicó tomando las manos ajenas con suavidad para que el peli-negro lo viera a la cara.

Aioros pudo ver copiosas lágrimas correr por ese rostro serio ahora con una expresión de tristeza única.

Y Shura con la voz entrecortada respondió aún con el terror recorriendo su cuerpo por entero.

—Yo... abusé de Death una noche en la que me emborraché estúpidamente... Violé a Deathmask estando bajo los efectos del alcohol…

Y se quebró en llanto, los ojos de Aioros se engrandecieron en sorpresa, pero aún así no se sentía capaz de juzgar al otro, había sido un error que Shura prácticamente lamentaría por un buen tiempo sino es que por el resto de su vida…

 

 

Notas finales:

Lamento la tardanza, lo revisé dos veces más para evitar que se me fugaran algunos errores. Gracias por leer.


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