Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

"Vacíos encontrados, la luna llora en tu mirada." por darkness la reyna siniestra

[Reviews - 7]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Capítulo cinco arriba. Gracias a los que leen, si nada sucede y logro terminar el capítulo seis entre mis viajes en el transporte colectivo, lo publicaré mañana, disfruten la lectura.

 

 

- o - 🌙 - o -

 

 

La tensión era bastante pesada en la sala del trono de Shion, Shura se encontraba cerca de Deathmask, el lemuriano había tenido que salir para supervisar el entrenamiento físico en el coliseo pues el tiempo se fue volando y ya era hora. A Shion le preocupaba dejar solo al italiano cerca de Shura pero confiaba en que Aioria mantendría a aquel par vigilado y de hecho, en un disimulado susurro se lo había pedido encarecidamente antes de marcharse. A Leo le parecía por demás extraña la tensión que su superior mostraba ante la cercanía de sus dos compañeros momentáneos, era tanta que hasta le había concedido saltarse el entrenamiento con tal de que no dejara a aquel par, se encontraba de pie al lado de las enormes ventanas que Shion usaba para ver desde lo alto las casas zodiacales, disimulando no notar la conversación que los peli-cortos estaban teniendo, veía por el rabillo del ojo como Shura hincado frente a Deathmask con una rodilla en tierra, le hablaba en susurros en lo que Cáncer con la cabeza girada hacia la derecha se negaba a ver al español a la cara teniendo los ojos cerrados con una expresión apesadumbrada en el bello y masculino rostro.

—Giovanni, nunca quise que todo esto llegara a tanto... —Shura le tomó ambas manos, provocando que le dueño de las mismas temblara.

—Shura... te perdoné lo que me hiciste hace un año. Sabes bien que desde ese día hemos estado jugando a engañar —la voz del mediterráneo sonaba dolida—. Tú te engañas a ti mismo imaginando que soy Aioros el que está a tu lado, y yo... Yo me engaño al imaginar que sabes que soy yo mismo la persona que está debajo de ti…

Shura abrió grandemente sus ojos donde las irises verdosas y profundas se contrajeron.

—Death, perdoname... Yo comencé con esto en primer lugar. El día en que volvimos a este mundo, fue cuando volví a ver a Aioros sentí... sentí tantas cosas que pensé que me ahogaría de todo lo que tenía atorado en la garganta. Mis ganas de llorar del arrepentimiento que por años devoraba mi calma con pesadillas espantosas pero que nunca superarían los hechos reales y atroces que cometí en contra de suyo…

—Hubiera sido mejor que le confesaras tus sentimientos la noche de ese día que volvimos —puntualizó cansino—, así quizás no estuviéramos en esta situación tan bizarra.

—No, lo que tuve que haber hecho esa noche fue permanecer en mi templo y en mis cinco sentidos... Pero no lo hice y tú, mi mejor y más querido amigo pagaste la cuenta... Te rompí a pedazos esa noche, y no escuché tu llanto ni tus suplicas, menos cuando tu espíritu se partió en fragmentos que quedarían atorados en mi conciencia, haciéndome sangrar cada vez que recuerdo los sonidos y sensaciones... Y me arrepiento como no te lo imaginas y a pesar de que no puedo mitigar tu dolor, porque yo sé que aún te duele. Te sigo lastimando, Death y ya no quiero hacerte más daño, amigo, ya no…

—Estoy tan vacío, Shura... tengo un vacío inmenso en el pecho que sinceramente no sé ni como me levanto por las mañanas. No entiendo por qué estoy vivo, yo no lo merezco, todo y todos son demasiado buenos para mi. Lo único que hice bien al final fue darte la ilusión de un cuerpo que transformas según tus deseos. No fue tu culpa, estabas sufriendo y el alcohol sólo fue una simple excusa para liberar el cause que amenazaba con desbordarse cada vez que veías al arquero porque él te hace sentir vivo y muerto a la vez.

—Quizás tengas razón pero no debí quebrarte de ese modo, tú no tenías la culpa. Trataste de ayudarme a que me levantara de mi patetismo y yo te pagué ese favor castigándote. ¡Eso fue tan injusto, Death! —Shura comenzó a llorar, lágrimas copiosas pero silenciosas resbalaban de sus ojos, muriendo sobre sus manos y las de Deathmask que aún se mantenían entrelazadas y sobre éstas la frente del caprino. Death le vio con una mirada aguada y una sonrisa leve y llena de una dulzura melancólica.

Era la primera vez que ambos de abrían de esa forma. También fue la primera vez en mucho tiempo que el hispano le pedía perdón. Los dos eran tan culpables de lo que vivían, pero al mismo tiempo ninguno tenía culpa alguna sobre las desgracias que cayeron sobre sus sentimientos.

—Shura, si tan arrepentido estás en verdad, sólo puedes hacer algo para demostrármelo. La idea me duele pero es lo mejor, amigo... —cuanto le dolía decir esa maldita palabra, porque sabía bien que eso era lo único que él representa para el otro— Ve y confiésale a Aioros todo lo que me dices a mi al imaginándotelo cuando estás conmigo.

Shura lo miraba sorprendido, sus ojos se humedecieron superficialmente de nueva cuenta, Death indirectamente le estaba diciendo que se alejara de él, que siguiera sus sentimientos como una forma de redención a lo que había causado en su ser tiempo atrás. Que se fuera de su lado, que fuera feliz con aquel al que amaba y al que llamaba entre jadeos al tener los ojos cerrados mientras su hombría se fundía en el cálido interior de su amigo canceriano.

—Pero, Death... ¿En que te beneficia a ti el que yo le confiese a Aioros lo que siento? Sabes que en el caso de que él me aceptara tendría que alejarme completamente de ti? —le preguntó con aflicción apretando las manos del otro entre las suyas.

Deathmask suspiró sonoramente acariciando con sus dos pulgares parte de la piel de las manos españolas.

—Claro que me beneficia, eres mi amigo y tú felicidad es la mía aunque no la experimentes propiamente conmigo. Además, no quiero ser egoísta, no importa que debas alejarte de mi y dejar de hablarme, estuvimos así por un buen tiempo. ¿Recuerdas? Fue hasta un año que volvimos a hablar, ya te tuve lo suficiente imagino que el arquero tendrá mucho que hablar contigo, cosas que hacer y momentos por vivir y tienes derecho a hacer eso y más y si dejarme de lado es la moneda de cambio, no dudes en que lo aceptaré siempre y cuando tú puedas sentirte bien. A mi ya no me debes nada... A pesar de lo que trataste de hacerme hoy yo... aún te estimo, Shura por eso te pido que seas feliz por los dos.

Cáncer sonrió como pocas veces lo había hecho, su gesto era limpio, sincero, legítimo, honesto, nostálgico y cariñoso a la vez. Capricornio no pudo contenerse más y abrazó con fuerza al de cabellos azules.

Desde que sus pecados pasados habían sido limpiados de su alma al revivir nuevamente, Deathmask era un hombre completamente distinto, aunque no todos lo supieran, era alguien muy cálido, comprensivo y muy sensible pero ocultaba eso a sus demás compañeros dorados para evitar parecer débil frente a alguno de ellos, pasa evitar que los otros pensaran que podían pisotearle. Para decirse así mismo que él solo se bastaba, que si nadie había de confiar en él, él no confiaría en nadie tampoco.

El santo del quinto templo miraba todo sin interferir, ya no había peligro al dejar sólos a esos dos hombres que ahora se estaban —a su parecer— sincerando. Por lo que podía percibir Death ya no se encontraba nervioso ante la presencia del hispano, él aunque no le gustase admitirlo, ya no tenía nada más que hacer en el sitio y sin más decidió que lo mejor era marcharse a su templo, al coliseo. Realmente no importaba mucho el lugar al que fuera, simplemente deseaba alejarse de Death y Shura por un momento y pensar en muchas cosas. Sabía que tenía que disfrutar el tiempo que el sol besara la tierra griega pues cuando la luna tomara su trono al anochecer ya no podría andar con la libertad que como hombre tenía. Volvería a ser un enorme león que podría asustar a algún pobre desafortunado que deambulara de noche.

Aunque... con toda su fuerza deseaba que ese pobre desafortunado fuera... Deathmask.

 

- o - 🌙 - o -

 

 El atardecer estaba llegando, Aioria de pie en la entrada principal de su templo contemplaba embelesado como el día se desangraba y moría lentamente en las lejanías del horizonte. Su ser entero tembló al saber que la noche se acercaba minuto a minuto sin ninguna piedad con él, el león volvería, su cosmos se iría convirtiéndolo en una hermosa y peligrosa bestia que correría nuevamente hacia un océano que le saludaría entre ola y ola que los rayos de la reina plateada hicieran brillar como millones de diamantes con los que las sirenas se hicieran collares.

Su calma era lo único que se sentía aún a pesar de que debía prepararse para lo que inevitablemente venía ocurriéndole desde días atrás, nada podía hacer más ser paciente y esperar para que algún milagro pasara y recuperara su vida e incluso pudiera darle un pequeño giro quizás en torno a alguien con quien se había equivocado bastante…

Y como si con su mente lo hubiese invocado, el otro se dejó sentir viniendo en su dirección y el castaño claro pudo verlo subiendo con paso calmo las escaleras que venían del templo del gran cangrejo hacia el suyo. Aioria quedó fascinado al ver a Deathmask siendo alevosamente rodeado con el hermoso y sangrante halo de luz que el sol ofrecía como aliento final de ese día. Los azules ojos de un bello y exótico brillo metálico se iluminaban de un modo hechizante entre la sombra que creaba el cuerpo del mayor al darle la espalda al moribundo cielo. Y más pronto de lo que hubiera notado, tenía al oriundo de Italia frente a él con una expresión sin emociones.

—Aioria de Leo, debo hablar algo importante contigo. ¿Puedes concederme una audiencia?

La voz fría de siempre cargada de palabras protocolares salía de esos labios esponjosos de un tenue rosa. Aioria parpadeó digiriendo lo que le acababan de decir y sin más ceremonia accedió cerrando los ojos, asintiendo levemente con su cabeza y girando sobre sus talones al interior de su templo.

—Sígueme, si lo que deseas hablar es serio no puede ser tratado aquí afuera.

Death asintió con la misma mirada seria y fría, desconfiada, vacía…

—¿Deseas tomar asiento? —preguntó Leo a su visitante, éste pareció pensar quedarse de pie pero algunos segundos después aceptó el ofrecimiento.

—Está bien —el mayor tomó asiento en un sofá individual de la sala privada del templo, Aioria hizo lo mismo en el sofá al frente.

—¿De qué deseas hablar conmigo, Deathmask?

El dueño del templo tenía una idea de lo que el otro abordaría. Lo de la mañana en el templo de Cáncer con él y Shura no se iba de su mente.

—Sobre lo que viste hoy... en mi casa... —Death estaba bastante apenado, no encontraba las palabras correctas para expresarse, y Aioria pareció notarlo.

—Si lo que te preocupa es que le cuente a alguien, puedes estar tranquilo, Deathmask... —suspiró— Quizás no nos hemos llevado bien en nuestro pasado y desde que revivimos te he hecho mucho daño pero, no pienso seguir haciéndolo más. No le diré a nadie lo que vi entre tú y Shura —sonrió con calma.

Deathmask tenía los ojos el doble de abiertos por tal revelación del santo de Leo. No podía creer que Aioria fuera a cambiar su conducta y su trato con él. Habían sido muchos meses aguantando las indirectas bien directas de ese griego, sus miradas de odio y desprecio, sus gestos de molestia cuando concordaban en algún lugar, sus palabras hirientes. Incluso sus empujones “disimulados”. Cuantas veces tuvo que tragarse sus penas porque por lo que Aioria les decía a los otros éstos se alejaban de él como si su sola presencia fuera tóxica. Fueron muchas más de las que le gustaría recordar. ¿Y sin embargo ahora tranquilamente le decía que ya no iba a seguir humillándolo y lastimándolo? Aunque lo sintiera por el menor simplemente no podía creerle, no podía, ya no.

—¡Ja! —soltó con sarcasmo—¿Tú dejando de tratarme como basura? Es un buen chiste, Aioria de Leo pero la verdad es que ya no puedo esperar algo diferente de ti más que tus maltratos y tus gestos de odio hacia a mi. Sólo me conformo con que no uses lo que viste hoy para que otros me tomen por débil…

Ahora el sorprendido era el griego al escuchar la forma tan agresiva del otro de prácticamente echarle en cara todo lo desgraciado que había sido con él. Y Deathmask tenía razón. ¡Maldita sea que la tenía! El mayor lo detestaba, aunque no se lo dijera, sentía que lo odiaba por todo lo malo que le hizo sentir con su violento rechazo. Había confinado a Cáncer a una soledad que lo había llevado a actuar como el juguete de otro con tal de sentirse acompañado. Cuanto mal le había causado sin darle una sola oportunidad de redimirse ante él y los demás.

 

 

 

Notas finales:

Hasta el siguiente capítulo, gracias por regalarle un tiempo de lectura a esta humilde historia


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).