Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

ESQUIZOFRENIA por juda

[Reviews - 15]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Sábado y domingo, el que iba a ser su primer fin de semana juntos, Seba lo pasó devorando libros, Franchesco tomando alcohol.

El fin de semana terminó y el lunes se le antojó como un insolente que se presentaba sin darle respiro ¿cómo es que el tiempo seguía fluyendo sin fijarse que aun le dolía el pecho pensando en él? La semana se alzaba ante sus ojos y no había otra cosa que seguir transitando los días.

El jueves mientras se disponía a almorzar con sus amigos, Tomás lo enfrentó.

-Tuve la mala idea de decirle a Nicolás que vos le escribirías un puto mensaje y que me habías pedido su número de mierda, desde ese día no para de preguntarme cuando chotos le vas a escribir.

Seba volteó a mirarlo y Mariana hizo lo mismo.

Tomás por lo general no tenía ese vocabulario, pero parecía de muy mal humor.

-Ya lo mandé a la mierda y le dí tu puto número para que me deje de joder porque me tenía las pelotas llenas de tanto mensaje al pedo!

Seba no se animó a protestar, es más, se vio tentado de reírse, miró con disimulo a Mariana y la mayor se había tapado la boca con una servilleta pero podía notarle las orejas rojas y los ojos totalmente cerrados en un intento de no largar la carcajada, porque Tomas podía tenía el mejor humor del mundo y ser todo sonrisa y luz, pero cuando se enojaba... se enojaba! y si se reía lo más probable es que le tirara con la olla llena de comida por la cabeza.

Una notificación de mensaje sonó en el celular de Seba y Tomás lo miró con el ceño fruncido.

-Si es Nicolás le dices que estamos comiendo y que no se convierta en un puto acosador telefónico porque esos sonidos me ponen de mal humor y voy a terminar pateándolo en el culo para que deje de joder. Hace media hora que descanso del ruido de esas benditas notificaciones y ahora suena el tuyo!!!

Seba miró rápidamente su celular, el mensaje traía el nombre de Nicolás así que directamente apagó su aparato y lo puso a un lado.

Tomás respiró con normalidad cuando lo vio hacer eso y le dedicó una sonrisa.

-Gracias -dijo mientras se sentaba dando un suspiro -y perdón por el exabrupto.

Mariana no pudo más y largó la carcajada con la cara llena de lágrimas por haber estado aguantando tanto tiempo.

***

"Hola Seba, Tomás me pasó tu número, espero que no te moleste que te esté escribiendo"

"Hola Nicolás, no me molesta!"

"Quisieras salir a tomar un café esta noche?"

Seba bajó el celular y cerró los ojos... lo quería? quería ese café?

Estaba en el trabajo, había salido unos minutos para descansar y responder los mensajes.

Miró el aparato.

En realidad no quería, lo de Franchesco había surgido sin buscarlo, él aun no se sentía lo suficientemente seguro de su cordura, de su salud mental. No buscaba nada, no quería nada!

Su madre seguía insistiendo que regresara a la casa, que hacía falta su sueldo para poder subsistir, que ella lo había criado y que era hora de devolver un poco de todo lo que había invertido en su educación, eso lo tenía ansioso; más el tema de Franchesco que aun dolía.

"Será sólo un café para conversar de libros" le dijo Nicolás ante el silencio, adivinando que Seba estaba indeciso.

Sonrió.

¿Por qué no?

Las cosas no habían salido bien con el pelinegro, pero era tal vez porque había elegido mal.

¿Qué podía pasar? Era solo un café.

"¿Dónde nos encontramos? Tiene que ser después de las 22 hs."

"Tengo vehículo, te busco a esa hora en lo de Tommy, te parece?"

Iba a preguntar cómo es que sabía que estaba en la casa de Tomás, pero se imaginó a su amigo, cansado de las notificaciones, dando más información de la que debía con la sola intención de que Nicolás dejara de escribirle.

No quería que lo vieran los vecinos y empezaran a crear toda clase de chismes en torno a lo que hacía, pero pensó en Franchesco, sí Ale sabía lo de esa tal Nancy es porque se había mostrado en público con ella.

"A las 22 estará bien, te estaré esperando"

"Entonces nos vemos en un rato!"

***

El lunes Franchesco se fue a su casa sin ir al bar con Ale, le dijo que no tenía ganas de socializar y su rubio amigo aprovechó para ir a lo de Cesar.

El martes se encontró con el paliducho en la puerta de la escuela y solo miró a su amigo cuando pegaba un salto y se colgaba de la espalda del antipático mientras se alejaban los dos envueltos en su burbuja.

Llegó a su casa y se tiró en la cama, no iba a llorar ni a sentirse triste, Seba no lo merecía. Que se quedara con sus amigos frikis y que le dieran por el culo mientras hablaban de literatura, no le interesaba.

Se lo imaginó de espaldas entre libros mientras Tomás lo penetraba y se tapó la cara con la almohada para ahogar el grito y que su madre no se asustara.

Si él hubiese contestado los mensajes y le explicaba que la puta Nancy no existía, no lo habría perdido tan fácilmente, le había hecho el trabajo sencillo a ese tal Tomás, se lo había entregado en bandeja de plata, debería haber luchado, peleado. Pero era la primera vez que le pasaba, siempre eran las chicas o ellos los que andaban por detrás de sus pasos, era la primera vez que alguien lo dejaba por alguien más y se sentía del asco.

Salió y fue hasta la casa de Tomás, estaba por tocar el timbre cuando escuchó la voz de Seba diciendo que saldría a comprar un refresco y entró en pánico, cruzó la calle corriendo, se ocultó detrás de unos árboles y lo vio salir acompañado de Mariana.

La chica rara hablaba animádamente y Seba solo la escuchaba, los siguió desde la vereda del frente, amparándose en la oscuridad. Su pelirrojo hizo todo el camino en silencio, con la cabeza gacha. En un momento Mariana le pasó un brazo por los hombros y le dijo que levantara ese ánimo.

¿Estaba triste?

¿Sería posible que estuviera triste porque lo extrañaba tanto como él lo hacía?

Los siguió de regreso y cuando entraron, se quedó observando la casa durante una hora más hasta que no sintió las manos de tan congelado que estaba y regresó a su hogar.

El miércoles hizo el mismo trabajo.

El jueves también, tenía la esperanza de que en algún momento podría animarse a cruzar la calle y encararlo... la rutina hubiese sido la misma si no habría aparecido ese auto.

Franchesco frunció el ceño cuando se estacionó en la casa de Tomás.

Bajó un flaco alto, tocó el timbre, abrió la puerta su pelirrojo (estaba hermoso, con una bandana blanca en el cabello, un suéter de cuello alto negro y jean oscuros), escuchó cuando se despedía de Tomás y Mariana, se acercaba al auto por el lado del copiloto, subía y partían.

Vio a Tomás que los observaba por la ventana con una sonrisa amplia.

El auto ya había desaparecido y Franchesco aun tenía la boca abierta.

¿Qué mierda había sido eso?


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).