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ESQUIZOFRENIA por juda

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Franchesco quiso entrar al consultorio con Seba pero Maariana lo sostuvo por el brazo y negó con la cabeza.

El lunes había transcurrido con normalidad y eso le dio esperanzas a Seba, la crisis ahora le resultaba lejana, como si no hubiese existido.

No le contó que tenía una laguna mental, habló sobre la relación que tenía con Franchesco, el rompimiento, cómo había salido con Nicolás y el retorno a la relación con su pelinegro.

El doctor dejó de sonreír cuando le contó que regresaría a su casa.

-¿Tuviste problemas en la casa de tu amigo?

-No, pero tampoco quiero aprovecharme de su generosidad -le mintió.

-Seba, ahora que estás trabajando ¿no crees que es hora de ahorrar un poco y alquilar algo para ti?

-Vivir solo?? -preguntó con los ojos inmensos. No se le había cruzado por la cabeza, en ese segundo se visualizó en una casa pequeña, llena de libros, escuchando música tranquila mientras comía un alfajor de chocolate y miraba el atardecer, pero la sonrisa que le había trastocado la cara cuando se imaginó, se disipó levemente. -No podría, mi sueldo es pequeño, no me alcanzaría para el alquiler de una casa y mandarle plata a mi madre.

-Seba, no te estoy diciendo que te olvides de tu mamá, simplemente que pienses en tu salud mental. Es un ambiente nocivo. Creo que deberías actuar con un poco de egoísmo a favor de tu persona.

-¿Egoísmo?

-Pensar en ti, Seba. Me dices que regresas a tu casa porque tu madre te necesita y no quieres molestar a tu amigo. Me cuentas que la pasaste muy bien con este amigo con el que fuiste a tomar un café y con el que compartes el gusto por la literatura pero estás regresando con tu ex que de un momento a otro dejó de escribirte y te dejó sin darte una explicación. ¿Por qué te boicoteas? ¿No crees que mereces construir tu propia felicidad? 

-Mi madre no tiene un sueldo, si yo no trabajo el hombre que vive con ella no colabora y a ella no le alcanza para comer, es así de simple. No puedo dejar que mi madre pase hambre. Con relación a Franchesco... él ya me pidió disculpas. -contestó con voz baja.

-No te estoy diciendo cómo debes arreglar tu vida ni que hacer, simplemente te digo que pienses más en ti. Ahora bien, aumentaré la dosis de tu ansiolítico, intenta pasar el tiempo tranquilo. Si hay peleas en tu casa, te recomiendo que te vayas a otro lugar. Habla con tu madre, cuéntale por todo lo que estás pasando.

-Lo haré -mintió nuevamente.

El pelirrojo tomó la receta, se despidió dándole un apretón de manos y salió.

Franchesco y Mariana lo esperaban afuera, Seba les sonrió cuando los vio levantarse al mismo tiempo.

-Está todo bien, me aumentaron el ansiolítico nada más -les dijo, Mariana sonrió sacando todo el aire que tenía oprimiéndole el pecho e iba a abrazarlo cuando Franchesco la empujó disimuladamente y se apropió de Seba.

Mariana sonrió, a diferencia de Tomás, Mariana creía firmemente que ese pelinegro posesivo y celoso, le haría bien a Sebastián.

***

Tomás lo vio salir con su bolso.

-Si la cosa se pone de nuevo mala, ya sabes que puedes volver, ese cuarto no se utiliza.

Seba lo quedó observando un momento, "ese cuarto no se utiliza"... ¿y si les pedía que le rentaran el cuarto? no sería tan caro como alquilar una casa y se sentiría menos culpable si pagaba por el lugar, luego pensó en Franchesco, a Fran no le gustaría.

Suspiró.

-¿Te quedas? -le preguntó sonriendo cuando lo vio dudar.

Franchesco, pondría el grito en el cielo y no quería arruinar la reconciliación, lo había extrañado horrores.

-No me quedaré, pero si pasa algo en mi casa, regresaré corriendo, así que dile a Mariana que no llene el cuarto de sus cachivaches.

Tomás le regaló una sonrisa triste y alzó los brazos, Seba se apresuró a ellos y dejó que lo abrazara. El castaño estaba parado en el corredor y desde donde estaba podía ser visto por Franchesco, no se sentía mal sabiendo que lo había hecho a propósito; mientras tenía al pelirrojo fuertemente abrazado, podía ver al pelinegro como se ponía tenso, fruncía el ceño y la mandíbula se le endurecía. No le sacó los ojos de encima, es más, sonrió cuando levantó una mano y acarició suavemente el cabello rojo de Seba.

-Sebastián nos vamos? -gritó Franchesco desde el comedor y el pelirrojo se separó de Tomás, le sonrió y volteó para retirarse.

El pelinegro le dio la mano. Seba les dijo adiós con una sonrisa y antes de salir, Tomás gritó:

-Oh cierto, Seba! Nicolás estaba entusiasmado con la cita que tuvieron el último día en el ciclo de cine. Me dijo que tu le escribirías, lo harás tu o quieres que le diga algo yo?

-Hijo de puta -siseó Franchesco mientras regresaba para enfrentar al castaño, Seba lo tomó por el brazo y lo arrastró afuera mientras fulminaba con la mirada a Tomás.

Salieron juntos, el pelinegro tenía los puños cerrados con tanta fuerza que a Seba le costó abrirlos para que le diera la mano.

Caminaron en silencio hasta que Franchesco se paró y lo enfrentó.

-Esa mierda con el que saliste... te tocó?

-No!

-Te besó?

Silencio de dos segundos.

-No.

-Dudaste, te besó!

-Franchesco, estábamos separados.

El pelinegro se tomó de la cabeza desesperado, hizo dos pasos lejos de Seba, giró en redondo mientras se tironeaba del cabello, regresó apurado y se adhirió a su cuerpo.

-No vayas a tu casa esta noche, pásala conmigo, en mi cuarto. -le susurró mientras le mordía el cuello. El pelirrojo jadeó cerrando los ojos. -Quiero que me cojas, me encantó cuando me la metiste la última vez, quiero más. Llename con tu leche. Dale. Dale! Quiero que me rompas entero.

Seba se estremeció entero, le agarró con fuerza del cabello, lo tironeó hacia atrás y le pasó la lengua por toda la extensión del cuello.

Franchesco gimió fuerte y llevó la mano a la entrepierna de Seba, sonrió complacido cuando lo notó semierecto. ¡Eso quería! Saber que seguía excitando a su pelirrojo.

-Dale mi amor, quiero el culo lleno de tu leche. -rogó Franchesco.

-Hijo de puta -jadeo Seba, tirándolo contra un muro y aprisionándolo con su cuerpo, friccionando fuertemente su pija contra la de él mientras metía las manos por debajo del suéter del pelinegro y le pellizcaba los pezones.

Seba había tomado la pastilla, era una dosis más elevada de lo que solía tomar y tenía miedo de que su erección no fuera la suficiente como para llevar a cabo lo que Franchesco le pedía. Su organismo necesitaba acostumbrarse a la nueva medicación, pero no le diría eso a su pelinegro, no quería que lo tratase como a un discapacitado. Lo arrastró hasta una esquina oscura, lo metió dentro de los matorrales de una casa abandonada, se puso de rodillas en medio de la suciedad, le bajó el pantalón con ansias y se metió toda la pija de Franchesco en la boca.

La chupó con fruición, dándole énfasis al glande, deleitándose con el sabor del líquido preseminal, era una de las maravilla más grande chuparle la pija, se metió en la boca los testículos, los saboreó. Lo hacía todo con ruiditos acuosos de por medio, gimiendo ante la exquisitez que estaba degustando.

Se la metía hasta que llegaba a la garganta y hacía arcadas cuando la pija le tocaba la úvula.

Franchesco había sacado el celular y lo iluminaba, quería verlo como le chupaba la pija, la dejaba babeada y se babeaba él también. seba cerró los ojos ante la luz pero puso el rostro debajo de la pija y se la pasó por toda la cara para que su pelinegro tuviera un espectáculo completo.

Cuando se la metió nuevamente en la boca y Franchesco pegó una embestida fuerte, una arcada le trajo bilis y se hizo a un lado para vomitarla, el pelinegro jadeó totalmente excitado, lo tomó del cabello y nuevamente le metió la pija en la boca y comenzó a penetrarlo con fuerza.

-Vomitá, quiero cogerte la boca hasta que vomites -le susurraba y a Seba le saltaban las lágrimas por el esfuerzo, se sacó su propia pija y comenzó a masturbarse para ver si lograba una erección mientras otra arcada casi lo hace tirar todo lo que tenía en el estómago. Se agarró fuertemente ante los embistes violentos de Franchesco y lo escuchó gruñir con fuerza antes de recibir todo el semen directamente en su garganta.

-OOOOOHHHH DIOOOOOS -Gritó mientras le metía toda la pija en la boca y no lo dejaba alejarse.

Cuando por fin lo soltó, Seba cayó de culo, tosiendo.

Con las piernas temblando, Franchesco lo levantó, lo apoyó contra la pared y mientras el pelirrojo seguía intentado restablecer la respiración, le tomó la pija para masturbarlo y se dio con que estaba apenas erecta.

-Acabaste? -le preguntó confundido.

-Si, hace unos minutos -le mintió mientras guardaba la pija flácida en el boxer.

Pero Franchesco no se lo creyó, se habría dado cuenta, no era la primera vez que lo sentía tener un orgasmo, ya conocía sus ruiditos y espasmos. Seba no había acabado.

Sebastián ni siquiera se había excitado con él.


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