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ESQUIZOFRENIA por juda

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Tres meses después.

Franchesco estaba ingresando apurado, se le hacía tarde y se cruzó con Mariana que traía el rostro con signo inconfundible de enfado.

-¿Qué pasa? -le preguntó el pelinegro parándola del brazo, la muchacha alta salía tan apurada que no lo había visto.

-Quería verlo antes de entrar a trabajar pero está esa mujer ahí. No la soporto. Te juro que la miro y tengo ganas de hacerle entender por las malas, que si nuestro Seba está así es en gran parte por su culpa.

Franchesco sabía de quien hablaba, Mariana no le perdonaba a la madre de Seba por haber puesto la vida de sus propios hijos por debajo de la del hombre que les hizo la vida miserable durante tantos años.

-Ayer me fue imposible venir y hoy tenía la esperanza de verlo.

-No te preocupes, vení a la noche, si yo veo que ella sigue aquí a las nueve, te mando un mensaje, la sacaré para que tome algo y vos vienes.

El semblante de Mariana mejoró.

-Gracias, en realidad quería verlo. Lo soñé despierto -le contó con una sonrisa triste y Franchesco también sonrió.

Se abrazaron.

-¿Será que despierta? -le preguntó sin soltar el abrazo -yo soñé que los cuervos se iban -le contó Fran y los dos se apretaron el uno al otro, llenos de esperanza.

***

El pelinegro entró a la sala de espera, era el horario de visitas, ya estaba Ale sentado esperando su turno. Se sonrieron mientras se tomaban de las manos.

Tomás ya no venía, la primera semana se disculpó con la familia y dijo que no podía verlo así, que ya no regresaría. Nadie lo juzgó, sabían por Mariana que siempre estaba esperando noticias del pelirrojo y que lo lloraba todos los días.

-Mi madre está adentro, quieres entrar después? 

-No, entra tu, yo espero hasta que salgas.

Ale suspiró y apoyó la cabeza en el hombro de su amigo mientras miraba al policía sentado a la salida de terapia intensiva. El caso de Seba estaba calificado como homicidio pero había grandes atenuantes: la enfermedad mental era una y el hecho de haber sido acosado sexualmente era otro, cuando el psiquiatra del pelirrojo se presentó ante el juzgado y declaró, Ale y su madre lloraron abrazados porque desconocían lo que el hombre había intentado con el pelirrojo.

Si algún día Seba despertaba, iría a un centro psiquiátrico a cumplir una condena de unos cuantos años que aun faltaban fijar en el juicio.

Una luz roja se prendió a la salida de terapia intensiva y los amigos se sobresaltaron, varias enfermeras y un par de médicos se apresuraron hacia el lugar.

Franchesco contuvo el aire, Ale se paró pero él no tuvo fuerzas para imitarlo.

Mientras los médicos entraban, la madre de Seba salió con las manos en la cara, llorando, temblando entera.

El rubio se acercó a ella respirando con dificultad, ella lo miraba, quería decirle algo pero no podía, Franchesco desde donde estaba intentaba adivinar el gesto, el dolor.

La mujer lo abrazó y le susurró algo, Ale gritó mientras se aferraba a ella.

Fran se paró apoyándose en la pared, giró para irse, la espera había llegado a su fin. Se había quedado sin alma, sin el amor de toda su vida.

-Dice que los cuervos no comieron las migajas y que pudo regresar -gimió la mujer y Franchesco creyó no haber escuchado bien, volteó a mirarla. Ella se había apartado un poco del cuerpo de su hijo pero aun lo abrazaba -me dijo que te diga que los cuervos no comieron las migajas y que pudo regresar, que el agujero se está cerrando, que regresó por ti.

Franchesco se sentó nuevamente, levantó las rodillas hasta apoyarlas en el borde de la silla, las abrazó, escondió la cara entre ellas y lloró de felicidad.

***

Mariana había quedado en encontrarse con su hermano en el bar de la esquina del hospital, cuando llegó Tomás ya estaba tomando un café. La vio entrar y le sonrió.

-Pudiste verlo?

-No, estaba esa mujer, pero me crucé con Franchesco, esta tarde si ella sigue ahí la llevará a tomar algo para que yo pueda verlo. Cuando lo soñé estaba hermoso. -le dijo mientras le acariciaba el rostro a su hermano.

Pidió un café, cuando se lo traían, sonó el celular.

Se asustó al ver que era un mensaje de Franchesco.

"Mariana, todavía andas cerca del hospital o ya estás en tu casa?"

"Estoy en el bar de la esquina, con Tomás, qué pasa?"

"Dile a Tomás que venga, en una de esas nos dejan verlo"

"Franchesco, no entiendo"

"Seba despertó"

Mariana tiró el celular en la mesa y se tapó la cara para llorar con fuerza, Tomás se asustó, con las manos temblando tomó el aparato y leyó el último mensaje.

Se levantó y abrazó a su hermana. Era feliz viéndola llorar de felicidad.

***

Sebastian había ingresado al hospital tras su intento de suicidio con un pulmón perforado, un par de costillas rotas, una pierna quebrada y un hematoma intercraneal que derivó en una cirugía, con los estudios pertinentes descubrieron que el pelirrojo tenía un meningioma: un cáncer benigno, de crecimiento lento en el lóbulo frontal, el mismo era el ocasionante de las crisis psicóticas que había estado teniendo. Los médicos les informaron a los familiares que una vez extirpado, en teoría, debería tener una vida normal pero mientras tanto la justicia estipulaba que tenía que permanecer en un hospital psiquiátrico hasta que se constate que no era peligroso para él ni para el resto de la población.

El día que despertó, estaba su madre junto a él, la vio llorar e intentó preguntarle qué le pasaba porque no recordaba nada, pero tenía la voz ronca y le dolía la garganta cuando intentaba hablar. Tuvo un fogonazo de recuerdos cuando ella apretó la alarma para que llegaran los médicos y en un susurro, junto a su oído, le pidió que le diera a Franchesco el mensaje.

Recién al cuarto día dejaron entrar más gente que no fueran familiares, el primero fue el pelinegro.

Seba estaba en terapia intermedia.

El muchacho abrió la puerta y entró despacio, lo recibió una sonrisa de hoyuelos demoníacos.

Seba de por sí siempre había sido un hombre delgado y ahora tras los quince kilos perdidos, tenía los pómulos sobresalientes y los ojos hundidos en las cuencas. La piel estaba casi amarillenta y se plegaba con rudeza sobre los huesos visibles. En la cirugía tuvieron que rapar su melena roja, el cabello le había comenzado a crecer y aparecía de manera delicada delineando su craneo. Lo observó metido en un pijama gigantesco y no pudo hacer otra cosa que pensar que seguía siendo un dios griego.

-Intenté hacer memoria porque siento que hace como una semana que no te veo, y creo que la última vez fue la noche que Ale me presentó a Cesar, cuando peleamos, no te imaginas cómo te extrañaba! -gimió extendiendo los brazos huesudos en busca de un abrazo. -No recuerdo bien si después de eso volvimos a vernos o si nos reconciliamos, creo que seguimos peleados, no importa si no quieres seguir conmigo, en este momento necesito que me abraces, por favor. -y se lo imploraba con los ojos grandes enmarcados por profundas ojeras violetas.

Franchesco se sentó a su lado y lo abrazó intentando no lastimarlo, se lo veía tan frágil que tenía miedo de romperlo.

-Seba hace más de tres meses que no me ves.

-Pero para mi no, mi vieja me dijo todo el tiempo que estuve dormido y no puedo creerlo!!! para mi fue un cerrar y abrir de ojos.

-Es correcto: cerraste y abriste los ojos, pero no lo hiciste lo suficientemente rápido, la próxima vez intenta despertar antes -le contestó riéndose, tragando las lágrimas que peleaban por salir. Tenía la cabeza de su pelirrojo apoyada en su hombro, lo tenía abrazado y podía sentir cada hueso de su cuerpo.

-No lo recuerdo, ¿seguimos peleados? Tengo esa sensación... que no llegamos a reconciliarnos.

Negó con la cabeza.

-Sé que fueron 3 meses y si seguiste con tu vida yo lo entendería así ...

-No estoy con nadie -lo cortó -te estaba esperando!

-Volví.

-Si, los cuervos no comieron las migajas!!!

Seba dejó de abrazarlo y lo miró.

-Mi madre me contó que fue lo primero que le dije, pero no sé de que habla. No sé que quise decir y tampoco sé por qué lo dije!

Franchesco sonrió, era normal que su pelirrojo no recordara los momentos de la crisis psicótica.

Seba se puso serio.

-Te extrañaba Franchesco. Ignoro cuando podré estar contigo, así que será mejor que sigas tu vida, si no quieres venir a visitarme yo lo entenderé.

El pelinegro sonrió y le pasó la mano por el cabello cortísimo.

-¿Qué te hace pensar que podría seguir sin vos?

-Por que si ahora me tienes miedo yo lo entendería... lo maté. No recuerdo nada del momento, pero sé que lo maté, ya me lo dijeron. -la forma en que lo dijo no admitía arrepentimientos, Seba lo había matado y aunque no recordaba el momento, tampoco se arrepentía.

-Se lo merecía -le susurró sobre los labios -en el juicio tu psiquiatra contó lo que vos le habías dicho, si me lo hubieses contado... yo mismo lo habría matado con mis propias manos.

Seba sintió vértigo cuando los labios del pelinegro rozaron los suyos, cerró los ojos y abrió levemente la boca, Franchesco con toda delicadeza primero metió la lengua y luego apretó los labios a los de él. 

Para los tiempos de Sebastian, él volvía a besarlo después de casi una semana sin verlo. 

En cambio Fran intentó no violarlo sobre esa cama porque sus tiempos eran distintos, para él esos tres meses habían parecido una eternidad.


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