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ESQUIZOFRENIA por juda

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Al siguiente día su madre le escribió para decirle que todo estaba en calma, pero cuando Tomás insinuó que podía quedarse cuanto tiempo quisiera, le respondió que todavía no regresaría porque había quedado con su amigo en salir a buscar trabajo y la madre estuvo de acuerdo.

La mujer necesitaba que sus hijos trabajaran porque lo que el hombre llevaba al hogar, se iba casi siempre en alcohol.

La hermana de Tomás trabajaba en una librería, una vez que se descubrió su condición y pudo ser medicada, era perfectamente funcional.

La chica era mayor que todos, tenía 24 años y era la mujer más hermosa que Seba había conocido.

Era el cuarto día en la casa de su amigo cuando llegó la mayor, entró entusiasmada y fue directamente hasta donde estaba el pelirrojo.

-Seba, sé que te gusta el terror y pensé en vos cuando trajeron un nuevo cargamentos de libros. En la tanda siempre hay algunos con daños que no pueden ser vendidos, a este se le rompió la contratapa pero está impecable. Es de Sthepen King. ¿Lo has leído antes? -preguntó mientras se paraba junto a la mesa y ponía el libro en el centro -La novela se llama The shining.

El pelirrojo estaba preparando la mesa mientras Tomás terminaba de hacer el almuerzo. Mariana recién regresaba de la librería y se disponía a ayudar.

Seba tomó el libro con los ojos y la boca abierta.

-Por supuesto que conozco a King. Gracias Mariana, no demoraré en leerlo y lo cuidaré como a mi vida.

-Leí esa novela hace mucho, el libro es tuyo, no hace falta que lo devuelvas.

Tomás los observó divertido: Mariana estaba parada con los brazos cruzados en el pecho con aire de satisfacción y Seba saltaba en el lugar mientras hojeaba el libro.

-Niños, que les parece si van a la esquina y compran algún refresco?! en lo posible alguno de limón.

Fueron los dos, en el camino se dedicaron a hablar de libros, esa era otra tremenda ventaja de estar en la casa de su amigo, con ellos podía hablar de literatura!!! en su casa ni Ale ni su madre leían.

El pelirrojo no tenía manera de comprarlos porque su poder adquisitivo era nulo, pero los bajaba de internet a su celular y los leía sin problemas.

Otros chicos de su edad tenían el teléfono ocupado con redes sociales, fotos y música, el de él tenía la memoria completa llena de libros!

Mariana le iba comentando sobre lo que estaba leyendo en esos días cuando sintió una mirada, volteó y los vio: Ale y Franchesco cruzaban la calle y éste último tenía los ojos clavados en él.

Tragó saliva sonóramente. Había tenido la esperanza de no ver al pelinegro en al menos un mes, hasta que lo que habían hecho hubiese quedado enterrado en lo más hondo del olvido.

Fingió no verlos.

Era evidente que iban en dirección al mismo lugar. Seba tomó del brazo a Mariana que ya giraba para entrar al comercio y lo tironeó.

-En la otra cuadra hay otro negocio y te apuesto que venden las bebidas más baratas.

-¿Te parece? -preguntó Mariana no muy convencida.

-Esqui -le gritó Ale.

-Ey! -respondió Seba en señal de saludo y sin mirar al pelinegro agarró fuerte del brazo a Mariana y la redireccionó.

Ale entró al negocio pero Franchesco quedó en la vereda, mirando como el pelirrojo huía con aquella chica alta. La conocía: Era la hermana rara de Tomás.

Ale se volvió cuando vio que su amigo no lo seguía.

-¿qué pasa?

-¿Seba está viviendo con esa gente?

-No, viviendo no. Está pasando un tiempo en esa casa.

-¿Por?

-No sep!

-¿Cómo que no sabes? Es tu hermano! Cuando no lo veía pensé que era porque estaba encerrado en su cuarto, no imaginé que seguía en la casa de Tomás.

-¿Y qué si sigue ahí?

Franchesco giró el rostro y observó a su amigo. Ale aun miraba como su hermano se alejaba con la muchacha alta.

-¿Realmente no te interesa? ¿y si no está tomando los medicamentos?

-Se los redujeron, no toma tantos ahora. Sólo dos pastillas al día y estoy seguro que las está tomando. Tranquilo.

-¿Y como estás tan seguro de eso?

-Porque El Esqui es responsable, no como yo -agregó entre risas y entró nuevamente al local para comprar cigarrillos.

Durante los cuatro días que había pasado desde el encuentro, Franchesco había rondado la casa constantemente. Por lo general era Ale el que iba a buscarlo así que tuvo que inventar mil excusas para ser él, el que cayera de improvisto en la casa de su amigo, pero las veces que estuvo ahí Seba no estaba y la puerta de su habitación se mantenía cerrada.

Ahora ya sabía por qué.

Imaginó que el pelirrojo lo evitaba encerrándose en su cuarto cuando lo escuchaba llegar, pero comprendía en ese momento que la situación era mucho peor... Seba estaba viviendo en la casa de ese tal Tomás.

Cuando la chica rara y el pelirrojo llegaron a la esquina siguiente y doblaron Seba volteó a verlo y las miradas se encontraron con intensidad.

Mierda!

Si no iba a poder encontrárselo por casualidad para hablar con él, debería hacerlo de manera directa.

-El celular! -pensó -tengo que conseguir el número de Seba.

Su amigo regresaba con los cigarrillos.

Sonrió.

-¿qué? -preguntó Ale cuando lo vio con esa cara extraña.

-¿Qué de qué? -devolvió Franchesco.

-¿Por qué sonríes?

-Porque la vida es roja -contestó riéndose mientras comenzaba a caminar.

-¿Sabías que estás loco? -le gritó Ale aun parado e intentando prender un cigarrillo.

-Seee. Hace un par de días me dí cuenta de eso.

***

Ya había pasado una semana del encuentro con Seba y por fin había logrado sacarle el celular a Alen sin que se diera cuenta. Su rubio amigo estaba en el baño y a él le temblaban las manos en la urgencia.

Destrabó el celular, se fue a los contactos y lo buscó. No estaba en la S. No estaba en la H de hermano.

Le iba a dar un infarto de los nervios, hizo un último intento y buscó en la E... ahí estaba: El Esqui.

Bufó mientras anotaba en un papel el número. 

Escuchó cuando la puerta se abrió y miró el sofá donde habían estado sentados jugando videojuegos, desde donde estaba tiró el aparato que cayó donde estuvieron sentados y corrió hacia la cocina.

Era el momento ideal, cuando Ale se metía en un juego, no había monstruo que lograse desconcentrarlo de la pantalla.

-¿Dónde estás?

-Voy a tomar un café, paso de esta jugada. ¿Quieres algo vos? -preguntó mientras agendaba el número en su propio celular. Sabía que su amigo diría que no y seguiría concentrado en el juego.

-No.

-Ok -se acercó hacia la sala donde estaba Ale sólo para asegurarse que estaba entretenido. Su amigo ni siquiera parpadeaba y estaba adherido al joystick.

Podría haber esperado a que el rubio se fuese a su casa para escribirle con tranquilidad, pero no podía con la ansiedad.

Había pasado una puta semana y no lograba sacarse de la mente lo que sucedió entre los dos.

Franchesco quería más. Franchesco quería mucho más.

Le vino a la mente la pija caliente de Seba y salivó... si! quería mucho más.

"Ey" escribió y mandó.

A los segundos apareció la notificación que estaba en linea y el corazón del pelinegro comenzó a zapatear en la caja torácica. Caminó nuevamente hacia la puerta para espiar que hacía su amigo: Ale seguía en su mundo.

"No te tengo agendado, quien eres?" preguntó Seba y a Franchesco le temblaron las manos.

-¿Qué haremos esta noche? -preguntó de pronto Ale a unos pasos de él, el pelinegro pegó un grito y se le cayó el celular.

Con horror vio como el aparato revotaba en el piso, se tiró sobre él y tocó la pantalla.

No se había roto y andaba. Suspiró aun con los latidos llenándole los tímpanos.

Miró a su rubio amigo con bronca, Ale tomaba agua divertido.

-Te has asustado -le dijo riendo.

-¿En serio? no me había dado cuenta.

-¿Qué travesura estás haciendo que te asustaste tanto? -preguntó acercándose y Franchesco bloqueó el celular y se lo puso en el bolsillo.

-Estaba hablando con Daiana.

Ale puso en blanco los ojos, la chica no le caía bien.

-Vas a salir con ella y no conmigo esta noche?

-No creo, ¿vos tenías pensado hacer algo?

-Jackson estará de nuevo esta noche en la entrada del Rapsodia. Podemos ir ahí.

Una notificación le sonó en el bolsillo y pegó un salto.

Ale lo observó divertido.

-¿En serio es Daiana? No sueles alterarte tanto cuando hablas con ella.

-Estaba hablando también con mi madre, tiene algunos inconvenientes.

El rostro de Ale se puso serio.

-Oh! ¿qué le pasa?

-Está muy resfriada -mintió

-Tranquilo, ya le pasará -le dijo dándole una palmada en la espalda y saliendo del lugar.

Franchesco tomó con desesperación el celular, lo desbloqueó con mano temblorosa y leyó el nuevo mensaje:

"Franchesco?"

¿Cómo lo había adivinado? 

Claro!!! Su ícono de perfil en el chat! Era una foto de él con Ale.

"Hola Seba" respondió.


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