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La chica de la cafetería por Homotoru

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6 de junio del 2018

Como siempre, cuando apenas amaneció Alizze abrió la cafetería y estuvo sola casi toda la mañana, limpiando un poco y escuchando música al mismo tiempo. Nuevamente solían comprar algún postre que otro, pero nadie se quedaba así que no había tazas que limpiar ni bebidas por hacer.
Desde el día domingo que no veía a Taless, quien estuvo trabajando sin parar e incluso tenía un examen muy temprano, pero sí estuvieron charlando aunque ella prefería no molestarlo. No podía creer que su familia lo conoció y de la peor forma, ya que ni siquiera tuvo la oportunidad de presentarlo adecuadamente... Ahora sus padres entendían las veces que solía llegar tarde, o cuando se quedaba a dormir en la casa de una "amiga". Pero al menos ellos no hicieron ningún comentario negativo respecto a él, ya que no lo volvieron a nombrar... Hasta que su madre en la noche anterior, a la hora de dormir, se le ocurrió sugerirle que lo invite a la boda de su prima que casaba el sábado. Alizze le respondió que le preguntaría, aunque no sabía si hacerlo.
Desde que había comenzado la transición y las hormonas, sus primas aún la trataban como "él" y lo llamaban con su antiguo nombre. Por supuesto, Alizze al principio lo toleró, ya que nunca la tomaban en serio. Sin embargo ella decidió cortar lazos y no las veía desde que tenía 15 años. Así que verlas en la boda, después de tanto tiempo, harían las cosas incómodas. Ni hablar si Taless estaba con ella, pero al menos estaría con él alejado de los demás. No sabía si era necesario presentarlo a toda la familia, y tampoco mantenía la esperanza que esa rama de su familia la tratarían bien. Llena de dudas, prefirió esperar hasta verlo.


Pasado el mediodía Alizze atendió a un par de clientes y tuvo que preparar varios cafés, un par cortados y algún que otro submarino. Al menos el trabajo mejoró y luego de las 13 hs, ya nadie venía y ni siquiera su tía Martha pasó para quedarse.
Cuando Alizze se dispuso a cocinarse sola, y al referirse a "cocinarse" era preparar un simple sándwich, Taless apareció sin previo aviso. Ella no lo vio, así que él se hizo pasar por un cliente desconocido.
– ¿Podrías atenderme? – dijo en voz alta, y desde la cocina Alizze respondió:
– Sé que eres tú. Podría reconocer tu voz a kilómetros. –rió y se asomó al mostrador, donde él llevaba su mochila y en mano unas bolsas. Taless se veía más que exhausto, terriblemente despeinado y ni hablar de sus ojeras. Pero aún así, él sonrió al ver a su novia.
– Hey te ves muy... Cansado. – Comentó Alizze y se acercó para saludarlo con un beso corto en los labios – Déjame ayudarte ¿Cómo te fue?
– Lo sé, estuve un poco estresado porque había muchas cosas que me faltaban, pero terminé bien el examen. Hice todo, espero tener suerte. – respondió Taless, apoyando las bolsas en el mostrador.
Alizze lo invitó a pasar y le ofreció prepararle un sándwich, pero él tenía otros planes.
– Cuando salí pensé si íbamos a comer juntos. Así que traje canelones, los compré en una casa de comidas y aún están calentitos. – Taless abrió la bolsa y en unos recipientes había bastante comida, el doble de la que solían comer ellos al ir a restaurantes.
– ¡Genial! – Contestó entusiasmada – Hace mucho no como canelones.

Alizze preparó la mesa y Taless colocó la comida en platos, así no debían de utilizar los recipientes de plástico. Como se trataba de una hora poca transitada, comieron en una de las mesas para clientes y nadie los molestó, ni siquiera apareció Martha con Circe, ni Robert.
Durante la comida Taless no paraba de nombrar en lo nervioso que estuvo la noche anterior, tanto que fue a la universidad sin dormir y en ayunas. Por supuesto, Alizze lo regañó y él se justificó con que siempre le sucedía lo mismo. Los nervios le jugaban muy en contra, pero nombró que al terminar el examen se quitó el peso de encima y sólo deseaba ver a Alizze. Ella se sonrojó y Taless lo notó.
– Si tuviera un mejor empleo ¿Vivirías conmigo?
Alizze se atragantó con su comida, claro que la tomó por sorpresa. Y él se rió mientras le daba unas palmadas en la espalda.
– ¿Estás bien?
Ella sacudió la cabeza afirmativamente.
– A veces me surgen estas tontas ideas, no quise incomodarte. – Afirmó, desviando la mirada – Tengo que dejar de ser intenso.
Por suerte ya se le había pasado, pero Alizze bebió un poco de jugo y logró pasar la comida.
–Es que no me imaginaba viviendo con alguien más aparte de mis padres... Hasta recién. Siempre logras hacer que me ponga como imbécil, me da mucha vergüenza.
Él sonrió pícaro: – Lo decía en plan futuro. Por ahora estoy muy feliz estando en este tipo de relación.
Alizze asentó y recordó lo que su madre le dijo:
– Este sábado a la tarde tengo que ir a un casamiento con mis padres. Si quieres venir, estás invitado.
– Sí, me encantaría. – Respondió terminando de comer su plato – ¿Quiénes se casan?
– Una prima mía. Si te soy sincera, no nos llevamos muy bien ni tampoco trato con ese lado de la familia. Así que voy por la comida.
Taless arqueó las cejas – Comida gratis, eso me agrada. Pero si se llevan mal no te conviene ir, quizás te incomoden.
Alizze sin terminar su plato, se llenó completamente. Estaba muy delicioso, pero su estómago no le permitía más.
– Estaré bien. Si vienes entonces ahora te dejaré por mensaje la dirección y nos vemos allí. – tomó una servilleta de papel y se limpió, Taless hizo lo mismo.
–El viernes es mi descanso así que pediré que me lo cambien al sábado, seguro algún compañero querrá ese día.



Sábado 9 de junio

Alizze se levantó a las 7 am para prepararse antes que su madre, quien tardaba muchísimo en el baño y solía usar casi toda el agua caliente, a pesar que era verano. Se enlistó a su manera, con tiempo y sin apuro durante esa hora que tuvo a su favor. Al salir de ducharse, se cruzó a su padre que también madrugó por la misma razón que ella y se sonrieron mutuamente.
A las 8 am ella se vistió con vestido celeste, sin mangas y bastante fresco. En los pies utilizó unas sandalias simples y preparó su cartera, aunque mucho no iba a llevar. Pasó el secador en su cabello y al terminar se lo ató con un broche blanco, y en aquel momento escuchó los pasos de su mamá, percatándose que faltaba muy poco para salir.
Al mirarse al espejo, se sintió bonita y eso la puso de buen humor, así que intentó probarse un poco de maquillaje. Tomó un delineador y se lo pasó por el parpado de sus ojos, aunque tuvo la sensación que uno salió mejor que otro pero como su flequillo tapaba cierta parte, no le prestó atención. Como no sabía utilizar las sombras adecuadamente, prefirió usar un poco de base y sellarlo con un polvo, y cuando pensaba terminar, guardó un lápiz labial rojo en su cartera. Tal vez lo utilizaría.

Casi a las 9 am, Alizze ya preparada al igual que su padre, esperaban en el living casi dormitándose con el aire acondicionado prendido hasta que el teléfono de ella comenzó a sonar. Al mirar la pantalla, se esfumó hacia la cocina para hablar en privado con Taless quien le preguntó si ya habían partido hasta el casamiento. Alizze lo negó y Taless le dijo que iba a pasar a buscarla.
– ¿Qué? ¿Ahora?
Él sonaba entusiasmado: – Sí, de hecho estoy llegando.
Antes que ella pudiera decir algo más, escuchó una bocina del lado de la calle. Con terrible vergüenza, Alizze se asomó por la puerta y vio a su padre mirar por la ventana. Sin otra opción tomó su llave y salió a la vereda, dispuesta a decirle a Taless que no tenía porqué venir directo a su casa, pero cuando él salió del auto Alizze se tragó sus propias palabras. Él llevaba un traje formal color beige, camisa blanca y corbata negra, además de que esta vez tenía todo el cabello peinado hacia atrás. Alizze se sonrojó y se acaloró aún peor, no esperaba que él viniera vestido como si él fuera el que se estaba por casar.
– Buenos días. – dijo actuando como si ya fuera una costumbre buscarla en su casa.
Alizze no dijo nada por unos momentos, pero lo invitó a pasar y una vez dentro ella preguntó:
– ¿Por qué el traje?
Él no entendió la pregunta: – ¿El traje? ¿No es un casamiento?
– Sí, pero pensé que vendrías informal, parece que te vas a casar.
Taless se desabrochó el saco: – Y tú eres la novia. – Dijo pícaro – No lo sé, es la primera vez que voy a una boda. Supuse que era algo formal.
El padre de Alizze miraba desde lejos y antes que ella pudiera presentarlo adecuadamente, no perdió la oportunidad de halagar a su pareja.
– Te ves demasiado bien. Y también hueles muy rico. – Dijo en voz baja – Más que de costumbre.
– Tú también estás preciosa. Te besaría ahora mismo, pero no sé como lo tomará tu padre.

Alizze los presentó, a pesar de que ambos ya se conocían y mantuvieron una breve conversación, esta vez al menos ella estuvo presente. Su padre parecía caerle bien, pero hubo un corto silencio que la mamá de Alizze cortó, avisando que se encontraba lista para salir. Por supuesto se apuraron al salir, los padres por un auto y la pareja por otro.

El viaje no fue largo y el tráfico fue de lo más rápido, si bien los familiares residían en otra ciudad pudieron llegar a tiempo. Antes de que se bajaran del auto, Alizze le pidió a Taless que no le de ninguna muestra de afecto en medio de la boda.
– ¿Por qué? – Preguntó él, bastante consternado – ¿Ni siquiera puedo besarte?
Ella negó con la cabeza: – Aunque haya pasado un tiempo desde que salimos, creo que hoy no pasará nada si no somos como tal. – Sin embargo, la realidad era que Alizze no deseaba que supieran que tenía un novio. Tal vez hubiera sido lo mejor no invitarlo, ella ya se estaba arrepintiendo. – Además viene mi hermana con su prometido, estaremos con ellos.
– ¿Tu hermana Anna?
Alizze asentó: – Sí, y su novio se llama George. Seguro estarán por llegar.


La boda tan esperada fue todo lo que Taless no imaginaba. No fue la típica boda católica en una iglesia donde los novios se casaban en un altar mientras leían sus votos al frente de un clérigo. Todo lo contrario, sólo fue civil a pesar de que esa rama familiar sí era religiosa. Pero el gast0 que conllevaba organizarlo lo invirtieron en la fiesta posterior.
A pocas manzanas del recinto, había un salón donde se llevaba a cabo la celebración. Siendo casi de noche, la música y la comida no se hicieron esperar. A pesar de que en el casamiento civil no habían tantas personas, en la fiesta asistió el doble de los presentes.

Alizze bailó poco y nada, puesto que su hermana tampoco lo hacía y tuvieron más tiempo para charlar entre ellos cuatro. Anna le contó que tal vez pensaba en tener un bebé pronto, algo del cual los demás apoyaron su idea.
Cada media hora pasaban varios invitados a saludarlos, aunque no conocían a nadie realmente pero se los notaba borrachos. George le ofreció una bebida alcohólica a Taless y Alizze, pero él se negó alegando que debía conducir para llevar a su novia a su casa mientras no le quitaba la mirada a Alizze. Ella aceptó la bebida de inmediato y la tomó de un trago, algo avergonzada.
Por otro lado, le pareció agradable el sabor de la bebida y fue a buscar a por más. No solía beber alcohol seguido, excepto la vez que fue a la discoteca con Taless, pero hoy quiso aprovechar que era todo gratis.

Casi a medianoche bailaron los novios el vals y luego de ello, el dj puso música electrónica mezclada con los éxitos del presente. Alizze, medianamente borracha, se dignó a ir al baño luego de aguantárselo por horas. Taless le dijo de acompañarla, pero la testaruda se fue sola.
Entró sola y cuando estaba por salir, escuchó hablar a dos chicas que se arreglaban en el espejo.
– Me dijo mi novio que tiene un primo que se disfraza de mujer, pero aún no lo vio.
La otra chica se rió: – ¿Un travesti?
– Sí, no tengo nada en contra de que sea gay. Pero ¿Es necesario que se vista como una mujer? Nunca va a ser una realmente.
– Tal vez se vista muy bien, aún no me crucé a alguien que parezca raro.
Ambas chicas parecieron hablando del tema mientras salían del baño. Alizze se quedó muda y aguantó sus ganas de llorar, o de tirarle algo a las chicas. Esperó varios minutos para que no la vieran salir y quizá notasen que ella era el "travesti" que hablaron.
Se lavó las manos y dejó su cabello suelto, llevándolo hacia adelante y salió del baño. Apenas dio pocos pasos que Taless la detuvo:
– ¿Estás bien?
Ella no esperaba cruzárselo tan rápido. Se suponía que estaba con su hermana y el novio: – Sí ¿Qué haces aquí?
– Tardaste mucho, así que me di cuenta que tal vez te sentías mal.
"Siempre atento." Pensó ella: – Sólo un poco. Creo que ya deberíamos irnos.
– Entonces iré a buscar el auto.
Alizze estuvo de acuerdo: – Vamos.
– No, mejor espérame aquí con tu hermana. Cuando traiga el auto te mando un mensaje así sales, no tardaré mucho pero está a unas manzanas de aquí. Tengo que caminar y eso, así que de paso voy a fumar un poco.
Alizze aceptó, aunque no soportaba estar un segundo más en la fiesta, fue directamente a la mesa donde estaban Anna y George para despedirse.
– Wow ¿Estás bien? – preguntó su hermana.
– Sí ¿Por qué? ¿Me veo borracha o algo?
Anna la miraba preocupada: – Ya estabas borracha y alegre, ahora te ves bastante decaída ¿Vomitaste o algo?
– Para nada, estoy cansada. Ahora me voy, necesito dormir en mi cama.
Anna le sonrió: – ¿Tu "amigo" te va a llevar? Era algo tímido, pero agradable, tendrías que habérmelo presentado antes.
George le siguió la corriente: – Anna, recuerda que yo también soy tu "amigo".
Alizze se sonrojó: – No es gracioso. – En aquel momento el teléfono sonó y leyó el texto de Taless "Estoy yendo, espérame afuera" – Y ahora tengo que irme, mamá y papá saben que me voy con él.
– ¿Con tu "amigo"? – dijeron Anna y George al mismo tiempo.
Ella los ignoró, sabía que si se enojaba iba a caer en sus trampas y los saludó apurada.
Alizze salió por la puerta principal y no se cruzó a sus padres como para saludarlos, pero no iba a regresar a la fiesta sólo para eso. Ella esperó afuera y se sentó en uno de los escalones de la entrada donde escuchó pasar a alguien. Cuando levanto la mirada, era uno de los primos con los que peor se llevaba.
– ¿Alex? ¿Cómo te atreves a venir a la boda así?
Ella bajó la mirada y se levantó, alejándose: – Ya me iba.
– Es increíble que te atrevas a venir. Ya les advertí que no te invitaran y lo hicieron igual. Al menos hubieras tenido la dignidad de vestirte como hombre.
Su primo olía a alcohol y se acercó a ella, de forma intimidante. Ella intentó calmarlo y dio varios pasos: – No volveré. – Y sin querer, sonrió de los nervios – Es más, me estoy yendo ahora mismo así que no tienes porqué preocuparte de esto... Además pasó un tiempo desde que no nos vemos, ya somos adultos. No tenemos que pelear como antes.
Pero él se acercó: – No, de hecho me tienes harto. Eres un ridículo, todo el mundo sabe de ti, incluso mi novia.
Alizze recordó a la chica del baño, nombrar a un "novio" y ahora sabía que se trataba de él. Sin embargo, intentó contenerse las ganas de echarse a llorar. O de intentar golpearlo. Sabía que cualquiera de ambas lo provocaría peor. Cuando solía ser "Alex" no podía ganarle en ninguna pelea, y ahora de adultos mucho menos.
No obstante, antes de que su primo pudiera hacer o decirle algo más, apareció Taless y lo empujó:
– ¿Qué mierda te pasa con mi novia? – No dudaba en defenderla, además de que tenía la ventaja de ser mucho más grande del primo molesto. Taless estaba con un cigarro en la mano y su expresión era una del cual Alizze nunca había visto. De hecho, nunca lo vio enojado.
Su primo cedió un poco al verse intimidado, pero se rió: – ¿Novia? Mira hermano...
– No soy tu hermano, no la vuelvas a molestar.
El otro se calló y Alizze jaló del brazo de Taless: – Es mi primo, está borracho y es un idiota. No le des importancia. Vámonos.
Taless no le hizo caso y se arrimó a él, esta vez, intimidando al intimidador: – No Alizze, no me importa qué sea. Si vuelves a acercarte a ella, te mato.
El primo no se quedó atrás, a pesar de que le temía a Taless: – Lo que faltaba, que un gay me amenace de muerte. No sabes defenderte Alex y dependes de otros.
Taless no le prestó atención a la palabra "gay" al estar tan molesto: – No me llamo Alex.
– Por supuesto que no, ni te conozco. – Señaló a Alizze – Él se llama así, antes de que se cambiara de documento. No importa qué nombre elijas ahora, siempre serás un hombre.
Luego de oír aquello Taless no entendió lo que quiso decir y no dijo nada, pero miró a Alizze. Ella insistió en ir al auto y Taless no le quitó la mirada al hombre en ningún momento al irse.

Cuando subieron al auto, Alizze reprimió todas sus ganas de llorar y Taless arrancó el auto, callado.
Pasaron varias manzanas hasta que Alizze lo observó de costado y bajó la vista. Él no le devolvía la mirada.
– Dime que es mentira.
Ella volvió a mirarlo.
– ¿Qué cosa?
Taless la miró un segundo de reojo y siguió conduciendo: – Lo que dijo ese imbécil.
Alizze titubeó un poco: – Yo... Eh. – tragó saliva. De repente quería llorar, vomitar. Taless paró el auto en un semáforo y la miró fijo, esperando una respuesta. Ella no soportó la mirada y lo dijo de una vez: – Soy mujer transgénero.
Al decirlo Alizze vio que Taless llevó una mano en su frente y cerró los ojos: – Mierda... – suspiró – Todo este tiempo me mentiste.
Ella se alarmó: – Nunca te mentí, no soy diferente a una mujer cisgénero.
– Sí, no eres diferente. – Respondió sarcástico – Excepto por el detalle de que sí eres hombre.
Alizze mordió sus labios, sin embargo ni así pudo lograr que no llorara.
– Lo siento. Yo tenía miedo de esto, que no me aceptaras. Quería darte tiempo para decírtelo porque te amo y no quiero perderte.
Taless no respondió y pasaron varias manzanas. Alizze siguió llorando:
– Dime algo. No puedes quedarte callado.
Él no volvió a mirarla: – No tengo nada que decir. Te dejaré en tu casa y no nos volveremos a ver.

 


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