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La chica de la cafetería por Homotoru

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     Alizze acompañó a Taless a hacer una fila para pagar en la caja, pero estaban tardando más de lo normal ya que la farmacéutica era una mujer bastante grande y se tomaba su tiempo para cobrarle a los pocos clientes, que en su mayoría se veían jubilados. Incluso hasta se atrevían quedarse a hablar. Poco antes de que les toque ser atendidos, Taless notó como Alizze se volvía cada vez más tensa.
– ¿Quieres que nos vayamos? – Preguntó él – Podemos ir otro día, no te sientas obligada.
Ella levantó la vista, no esperaba que él le sugiriera eso, se la notaba muy nerviosa – No, está bien. – Respondió – Yo quiero.

Cuando finalmente les tocó pagar, la señora los miró a ambos y a los productos: pañuelos descartables, ibuprofenos (Aunque ni los necesitaba), un par de preservativos y lubricante.
– ¿Son pareja? – interrogó la mujer, mirando a Taless especialmente con una mal ojo.
La pregunta fue bastante personal, Taless no lo tomó como una pregunta inocente ¿Era necesario meterse? Estuvieron esperando más de lo que debían, sólo tenía que cobrarles y ya: – ¿Le importa? – contestó molesto.
La mujer miró a Alizze – Pues si ella es menor de edad, sí. – argumentó, como si eso le daría un derecho a meterse. Aunque eso le dio algo de sentido, pensó Taless “Tal vez piensa que la estoy obligando”.
Alizze negó con la cabeza y sacó su identificación, mostrándosela a la mujer. La farmacéutica se quedó callada y él pagó, por fin. Al irse miró la dirección del lugar, así sabría que no tendría que volver allí.

Caminaron juntos en la noche mientras Alizze se guiaba por Taless, quien conocía mejor la ciudad. No tenían apuro, puesto que él no aumentaba mucho el paso, esperando que ella en algún momento se arrepintiera y le dijera que no estaba lista. Pero no sucedió.
A la tarde el clima fue agradable aunque más caluroso de lo normal y la humedad, de a momentos, lograba que se tornara pesado. 
Cuando llegaron ya era de noche, Taless volvió a preguntarle si ella estaba segura y nuevamente respondió que sí. Él se acercó a la ventanilla y pidió una habitación, ya conocía el lugar así que estaba seguro que nadie los molestaría. Pero el hombre de la ventanilla y le preguntó si era para dos horas o toda la noche. Taless miró a Alizze, ella había escuchado.
– ¿Toda la noche? 
Alizze se sonrojó y meneó la cabeza afirmativamente, un poco tensa.
– Entonces sí, para toda la noche. – dijo Taless.
El hombre interrogó de la misma forma que la farmacéutica: – ¿Puedo ver tu identificación? Y también el de la chica.
Ella se sorprendió y se lo alcanzó, por supuesto que Taless se molestó. Pero no le dijo nada esta vez y finalmente les dieron la llaves, era en un 2do piso.

Antes de que subieran por el ascensor, Taless se quejó: – No puedo creerlo. – Refunfuñó – ¿Acaso tengo cara de depredador de menores? Dos veces en un día. Increíble.
Alizze se rió: – No lo sé ¿Lo eres?

A él le hizo un poco de gracia, al menos ella mantenía su humor no-tan-malo y justo llegaron a su piso en cuestión de segundos. Taless abrió la puerta y era un mono ambiente con un baño. No había televisión ni nada de esas cosas de hoteles comunes, con pocos enchufes pero lo bueno es que había un aire acondicionado funcionando.
Taless dejó la bolsa de compras en una mesa y se sentó en la cama, para luego quitarse los zapatos. A decir verdad, él no prestaba atención en Alizze, puesto que ella fue directamente al baño. Sin embargo cuando levantó la vista, ella apareció frente suyo y de un segundo a otro se abalanzó sobre él, cayéndose encima para besarlo pero mordiéndolo por error. Obviamente él no esperaba ese tipo de situación.
– Wow. – Murmuró él – No es necesario que me ataques por sorpresa– Comentó él sonriendo, aún teniéndola encima suyo. Ella se avergonzó, por lo que intentó quitarse de él hasta que la detuvo. 
– No dije que te fueras. Me gusta que estemos así ¿Y a ti?
Alizze asentó afirmativa, llevó sus manos en el pecho de él y lo miró. Él no dijo nada, sabía que ella intentaba hacer lo mejor posible en tener iniciativa, algo que le causó mucha ternura. 
Ella desabrochó botón por botón de la camisa de él, pero antes de que pudiera terminar Taless terminó quitándoselo por completo y lo tiró al suelo. Alizze nunca lo había visto de esa forma y si bien ella era de sonrojarse seguido, esta vez se notaba que hasta sus orejas ardían.

Taless sabía que esta vez no sería como todas las veces que estuvo con otra chica, sino que debía prepararla adecuadamente ¿O quizá ella sabía cómo hacerlo sola? Sin embargo, cuando la vio intentando quitarse su vestido azulado, notó que le temblaban las manos. No, ella no tenía idea de cómo prepararse sola.
– Alizze, tengo que lubricarte.
Ella se sorprendió y bajó la mirada.
– No hacía falta que lo digas en voz alta. – Y finalmente logró bajarse el cierre trasero del vestido. Llevaba un sostén perlado con un poco de relleno, no mucho a decir verdad, sin embargo ella no se lo quitó. Aunque no tenía un busto femenino, aún así se avergonzaba por mostrarse. Taless la vio tan delgada y diminuta a su lado, que no se resistió a acercarse para besarla otra vez.
Luego de separarse, hizo un cambio repentino de posiciones y esta vez él estaba encima. Aprovechó para tomar lo que habían comprado y lo puso a un lado de la cama. Alizze lo miró y terminó de quitarse el vestido, dejándolo caer al suelo. Ahora él la veía en ropa interior y sabía que debajo de esas bragas, estaba el porqué la despreció tiempo atrás. Taless la tomó desprevenida y la llevó hacia él, ella se sostuvo de sus hombros y apoyó sus rodillas en la cama. 
– Me detendré si te duele. – avisó él, acariciándola por la espalda y bajó con cuidado por toda su columna vertebral hasta llegar a su ropa interior. Antes de meterse, tomó el lubricante a base de agua y se lo manchó en el dedo índice. En pocos segundos, humedeció la entrada anal de ella y al primer contacto ella se agitó.
– ¿Estás bien? ¿Sigo?– preguntó Taless, buscando la mirada de ella pero sólo escondió más su rostro hundiéndolo en el hombro de él.
– Sí, continúa.

No le prestó atención a cuánto tiempo le costó lograr dilatarla adecuadamente, pero tomó más de lo que esperaba. Para estar más seguro, lo hizo dos veces y Alizze resguardó muchos de sus jadeos. Le daba pena preguntarle si le gustaba aunque seguro era para arruinar el momento, así que permaneció en silencio. 
Cuando supo que Alizze estaba preparada, se lo dijo y ella finalmente se desnudó frente a él. Taless esta vez fue quien se avergonzó, no por rechazo, sino que le parecía bellísima así tal cual era. Notó que ella ya estaba bastante erecta, a diferencia de él.
Entonces sí, definitivamente ella disfrutó de su lubricación. Con ayuda de él, Alizze se acostó en la cama y complemente vulnerable, se abrazó a ella misma. No hacía falta decir qué venía después.
– ¿No te doy asco? ¿No te arrepientes?
Taless lo negó: – Para nada. – Atontado por la belleza de Alizze, fue él quien se terminó de desnudar y subirse a la cama. 


Varias horas después Taless no pudo dormirse a diferencia de Alizze, quien lo abrazó antes de caer en sus sueños. No estaba seguro si fue lo correcto acostarse con ella, después de su horrorosa actitud Alizze siempre lo aceptó. 
Taless la amaba mucho más de lo que creía, pero ellos ya no eran pareja y tampoco podrían llamarse amigos. Esta vez quería que su relación no fuese tan apurada como al principio, a pesar de que momentos antes estaban teniendo sexo.

A la mañana siguiente Taless despertó con Alizze discutiendo por teléfono en el baño, probablemente con su madre o sus tíos. Ahora que lo recordaba, ella en ningún momento les llamó para avisarle que no regresaría así que seguro la estaban retando.
Taless se levantó desnudo y al acercarse para escuchar la conversación, ella cortó y sollozó un poco. Él tocó la puerta del baño: – ¿Qué sucede?
Alizze abrió la puerta, pero se sorprendió al verlo sin ninguna vestimenta y se sonrojó.
– Es… Mamá. Le dije anoche que volvería a la mañana y apagué el teléfono para que no nos interrumpiera. Está enojada.
Taless se rascó la cabeza, aún un poco aturdido por despertarse de repente: – ¿Y te preguntó en donde estuviste?
– Claro que sí.
Él arqueó las cejas, esperando algo más en su respuesta.
– Le dije que estuve contigo. Pero no dije nada que estamos en un hotel.
Taless se rió – Por supuesto que ella no sospecha para nada que te acostaste conmigo.
Alizze no sabía si reír, o llorar.
– ¿Es muy obvio?
Tentado de responder con sarcasmo, contuvo sus ganas. Sabía que ella podía verse inocente, pero a veces se pasaba. Sin embargo, notó que la había llenado de besos en todo el cuello hasta incluso en el pecho. Y si su memoria no le fallaba, también en partes de los muslos en las piernas de Alizze. Fue bastante apasionado y ella no se quedaba atrás, también le dejó un beso pero eso era nada comparado con lo que él hizo.
– ¿No te viste a un espejo?    



  






 


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