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Gema gitana. por darkness la reyna siniestra

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Notas del capitulo:

Hola mis personitas bellas y hermosas, después de un millón de años actualizaré esta historia, deseo de corazón que les guste el nuevo cap. Cualquier cosilla que deseen cominicarme, será recibido y agradecido en un review, gracias por esperar, por leer y por si acaso, gracias a los que comenten regalandome su valiosa opinión. Disfruten el capítulo. :)

 


Capítulo V: “Contacto”


 


 


—¿Qué tal les ha perecido la velada, hijo, amor? —Kardia tenía una enorme sonrisa en el rostro mientras su mano derecha sostenía la de su esposo, Milo sonrió al ver como Dégel se sonrojaba por la acción de su padre.


—Ha sido perfecta, padre —el menor bebió de su copa de vino.


—Nuestro hijo tiene razón, todo ha sido maravilloso —sonrió con elegancia el galo.


—Me alegra mucho que hayan disfrutado este momento.


La comida había transcurrido amena para la pequeña familia, Kardia de un elegante movimiento llamaba la atención de uno de los meseros para que éste pudiera llevar la cuenta. Mientras esto ocurría, Milo notaba como Dégel veía desde el amplio ventanal al exterior donde cada vez la música sonaba más alegre e incluso se veía mayor movimiento de personas posiblemente transeúntes que llamados por los sonidos y los bailes se acercaban a ver.


—Padre, ¿podríamos ir a ver el espectáculo que hay en la plaza de enfrente? —Milo sabía el deseo del peli-verde de presenciar aquellos números artísticos, por ello había querido que fuesen.


—¿Mmmh? —Kardia se mostró interrogante— No lo sé, hijo. ¿Tú qué opinas, mi cielo? —preguntó a Dégel quien le sonrió a Milo.


—A mi me gustaría ir, se ve muy interesante y alegre…


—Bien, entonces si ambos quieren ir, vamos allá.


El médico pagó la cuenta con propina incluida y ayudando caballerosamente al francés, se pusieron de pie para abandonar el restaurante y poder ir a donde aquel montón de personas parecían divertirse, aplaudiendo con alegría.


 


- o - ’ - o -


 


—Ya has quedado dulzura, no puedes demostrar que has estado llorando, mi niño —Shaina había limpiado las lágrimas de Camus y lo había ayudado a retocar el maquillaje de sus ojos que se le había estropeado por lo mismo aunque fueran toques mininos.


—Gracias mamá, gracias por no juzgarme…


La bella mujer tomó el rostro del menor entre sus manos y sonriendo le besó la frente con gran amor.


—Mi amor, yo nunca te juzgaría, no importa lo que hagas, no importa lo que ocurra yo nunca dejaré de amarte. Ni a ti ni a tus hermanos, ustedes son el mayor tesoro que tengo.


Tras aquellas dulces palabras ella lo cobijó en un cálido abrazo cargado del tibio amor de una madre pura. Camus respondió la caricia rodeando la femenina cintura con sus brazos, y descansando su mejilla izquierda en el hombro derecho de Shaina.


—Yo también te amo… mamá…


No importaban los orígenes, no importaban las circunstancias ellos eran madre e hijo y mientras Shaina tuviese vida, ella siempre protegería a ese hermoso bebé que ahora era esa gema gitana que le regalaba su calor mediante un abrazo amoroso. A pesar de lo difícil que fue en un inicio, no se arrepentía de nada. Amaba a Camus como a sus otros dos hijos y ese amor nada ni nadie lo arruinaría.


—Bien, vamos cariño, tu turno se acerca y ya nos hemos tardado. Tú padre se preocupará por nosotros —sonrió acariciando la tersa mejilla masculina.


—Está bien mamá, volvamos con papá y con mis hermanos.


Shaina lo rodeó con uno de sus brazos por la espalda y así se fueron de nuevo a donde Albiore les esperaba con una sonrisa junto con Hyoga e Isaac.


—¿Adónde se habían metido? —Albiore se levantó de su lugar para cuestionar aquello con una sonrisa al ver llegar a su hijo mayor y a su esposa— Tu turno casi se acerca hijo, no me vayas a salir con que estás nervioso —palmeó el hombro derecho de Camus, quien negó con una sonrisa calma.


—Claro que no papá, he hecho esto muchas más veces de las que recuerdo, estoy muy emocionado porque llegue mi turno de participar —respondió con entusiasmo.


—¡Camus será la gema de la noche! —gritó Hyoga lleno de júbilo por ver a su hermano mayor ejecutar aquella bella y alegre danza que tanto les gustaba practicar a la orilla del lago a donde muchas veces fueron a jugar y a pasar la tarde.


Camus sonrió con cariño a Hyoga y lo abrazó amorosamente, sus hermanos menores lo eran todo para él, y era por ellos que estaba dispuesto a llevar a cabo aquel baile, se lo dedicaría especialmente a esos dos pequeños.


—Así es, nuestro hermano Camus será el que más brille esta noche. Todos se quedarán boquiabiertos cuando te vean hermano —apoyó esta vez Isaac que se levantaba de su lugar para animar más al peli-turquesa.


—Gracias, mis pequeños, espero de corazón no defraudarlos y poder dedicarles a ustedes mi alegría al danzar —el hermoso joven ahora abrazaba a los dos menores quienes también le apachurraban con cariño.


Aunque era una escena por demás hermosa entre la familia, una persona no muy lejos de ahí miraba todo con odio y molestia.


—Disfruta lo más que puedas, maldito bastardo, porque planeo hacer que la alegría de la que tanto alardeas se te termine de golpe —Afrodita se alejó molesto del sitio, quizás no fuera esa la noche en la que destruiría a Camus, pero ya pronto se las ingeniaría para lograr su cometido de sacar al joven de su camino.


Mientras todo aquello ocurría entre los gitanos que se aglomeraban de un lado a otro de la plaza, Kardia y su familia llegaban caminando con un poco de dificultad entre el gentío que miraba lo que se hacía en el centro, Dégel tomó la muñeca derecha de Milo para no perderlo entre la multitud en lo que el peli-azul mayor lo sujetaba a él para que no fuera arrastrado por el mar de personas que iban y venían buscando hacerse lugar, hasta que finalmente pudieron salir de entre la gente para posicionarse en una de las esquinascerca de un frondoso árbol decorado con luces y adornos de colores y donde una pareja con dos adolescentes aplaudían y celebraban alegres lo siguiente que sería anunciado.


Los de cabellera azul y el de cabellos verdes se acomodaron justo a tiempo para ver como un hombre musculoso de cabellos rojizos hasta los hombros y ojos verdes se colocó al centro del espacio donde se llevaban a cabo las presentaciones para anunciar el siguiente espectáculo.


—¡Señoras y señores! —empezó el hombre con viva voz— ¡A continuación presenciarán una danza exótica y bella como ninguna otra interpretada por nuestro consentido, que ilumina donde quiera que va! —unas luces comenzaron a brillar iluminando el centro a donde una figura con velo se paró— ¡Con ustedes, Camus, la gema gitana! —concluyó el hombre para pronto apartarse y dejar el “escenario” libre al nombrado que adoptó una pose para esperar que la música iniciara a sonar y poder así comenzar su danza.


Los aplausos y exclamaciones de alegría no se hicieron esperar, el número de Camus era el más esperado de aquel evento pues se sabía que el muchacho poseía un talento mágico a la hora de ejecutar su baile, el nombre del peli-turquesa fue coreado con esmero instándolo a hacer su mejor esfuerzo, poniendo una sonrisa en sus hermosos labios bajo el velo traslucido de color azul que cubría su cabeza.


Mientras tanto entre el publico un escalofrío se hizo notar en el cuerpo de uno de los presentes, los ojos de Dégel se abrieron cual platos al escuchar aquel nombre, uno que llevaba tatuado a fuego en sus más dolorosas memorias, los latidos de su corazón fueron en aumento al recordar a quien tenía destinado ese nombre. Las manos se le pusieron heladas de pronto y un sentimiento de ansiedad recorrió cada poro de su piel al querer ver al joven que en medio de la muchedumbre, comenzaba a realizar sus primeros movimientos con las manos como imitando el andar de las serpientes.


La música dio comienzo con un ritmo misterioso pero atractivo, era un sonido rítmico aunque lento que hacía a Camus mover las caderas de maneras sensuales junto con sus manos. En un rápido y elegante movimiento se quitó el velo que cubría su rostro dejando a los presentes apreciar su masculina belleza, movía las piernas con coordinación y maestría para luego girar primero a la izquierda, luego a la derecha para terminar moviendo las caderas a ambos lados con perfecto dominio recordándole a muchos quizás una danza árabe pero con un toque del joven que realizaba tal acto. En un determinado momento, un giro llevó a Camus a pasar por donde estaban los miembros de su familia mirándolo maravillados pero también cerca de tres hombres de trajes elegantes que habían sido hechizados por sus movimientos cargados de una seducción refinada.


Milo no perdió detalle del gitano desde que éste descubriera su rostro para usar el velo como un elemento para mejorar su presentación, lo hermoso del muchacho lo capturó por completo viéndolo en un momento dado hasta con deseo. Le parecía el joven más bello que hubiera visto alguna vez, su blanca piel contrastaba a la perfección con su traje que aunque extravagante no dejaba de ser coqueto a su punto de vista, los labios con una sonrisa discreta y sus ojos azules tan fríos que hasta parecía que le daba aún más realce a su encantadora faz.


Dégel por otro lado pudo apreciar la cara de Camus reconociéndolo casi de inmediato. Era el mismo joven que chocó con él esa tarde, si, no había ninguna duda y ahora sabía que su nombre era Camus. El heredero no pensaba que todo aquello fuera una simple coincidencia, desde la primera vez que vio al menor algo dentro de él vibró, como si su cuerpo reaccionara al del muchacho gitano de alguna manera, como si la sangre llamara, además de que el color de cabello de Camus era el mismo que recordaba tenía su bebé en aquel pequeño mechón al frente de la cabeza, ese detalle era algo que nunca pudo borrar de su memoria y él lo atesoraba como la manta celeste que le había quedado como única evidencia de que su hijo estuvo entre sus brazos alguna vez.


Camus seguía danzando absorto de lo que estaba provocando en algunos de los presentes, sintiendo como las melodías y palabras de aquella canción se apoderaban de su cuerpo haciéndolo crear todos los movimientos hipnóticos que enloquecían a su publico. La gente aplaudía entusiasmada, él miraba los rostros sonrientes y vivaces hasta que se topó con uno que no recordaba haber visto antes, era un hombre realmente atractivo, bastante guapo si se le quiere decir de algún modo, de labios carnosos y sonrisa seductora, mirada ardiente de ojos turquesa que le miraban con fascinación, interés y deseo mal disimulado, no supo por qué fue pero Camus se sintió intimidado e incómodo con la forma en que ese joven le veía. Después de lo que ocurrió con Surt era fácil que se sintiese acosado con una simple mirada de un extraño.


Algo dentro de Milo ansiaba saber de ese muchacho tan bello, una corazonada le decía que algo los unía pero desconocía el lazo.


—Así que tu nombre es Camus… —susurró para si el escritor con la mirada perdida en la estrecha cintura ajena y lejana.


—Ese joven es muy talentoso. ¿No lo crees, mi príncipe? —le habló Kardia a Dégel sacándolo de su ensimismamiento.


—¿Ah? —Dégel estaba perdido— Perdona amor, ¿dijiste algo? —quiso saber apenado por no prestarle atención a su esposo.


Kardia le sonrió con calma.


—Te comento que ese joven tiene mucho talento —le dijo con cariño—, ¿estás cansado, quieres que nos vayamos ya?


—N-no por favor, no estoy cansado. Por favor terminemos de ver la danza del joven… —pidió volviendo a enfocar sus irises violetas sobre Camus.


Kardia no comprendía que le estaba pasando a su esposo, pero no quiso incordiarlo más por lo que también se concentró en ver el baile del menor. Algunos segundos después de que el médico se fijara en el peli-turquesa lo recordó. Era el mismo chico que había chocado con Dégel en la tarde, el que le había recordado a su hijo perdido, miraba al joven y notaba en cada rasgo similitudes con su peli-verde, Kardia imaginaba que así debió haber lucido su pareja a la edad del gitano ya que se parecían bastante con la diferencia del color de cabello y de ojos.


El baile llegó a su fin con algunos movimientos finales de los brazos en concordancia con las manos y unos cuantos movimientos de caderas y giros. Cerrando con broche de oro una vuelta completa que sacudió el largo y brillante cabello para detenerse en una delicada pose con la mano derecha a la altura de su rostro y la izquierda sobre su cintura.


Los espectadores aplaudieron y virotearon ante el espectáculo que habían presenciado, todos estaban emocionados ante las habilidades de Camus quien agradecía con humildad el apoyo que se le estaba brindando. Shaina, Albiore, Hyoga e Isaac lo recibieron cuando se hubo acercado a ellos y lo abrazaron orgullosos de él.


—¡Camus estuviste fantástico! —Hyoga no podía contener su emoción y abrazaba al mayor con esmero.


—¡Si hermano, todo el mundo estaba enfocado en tu danza! —secundó el peli-verde orgulloso.


—Me alegra mucho que les haya gustado, me esmeré porque ese baile estaba dedicado a todos ustedes, mi amada familia —sonrió abrazando a los mayores y a los menores.


—Eres increíble hijo, estoy muy orgulloso de ti —le abrazó Albiore con emoción.


—Muchas gracias papá, mamá, hermanitos, ustedes me dan el valor para hacer esto y más…


Las personas al rededor de la familia felicitaban al peli-turquesa, diciéndole halagos y demás críticas positivas que hacían sonrojar al hermoso joven. Mientras que muy cerca de ellos otra pequeña familia les miraba con atención, sobretodo un peli-verde y un peli-azul de ojos turquesa. Ambos miraban el mismo punto con intereses distintos.


Dégel sentía la necesidad de acercarse a Camus, de hablarle y no se iba a marchar con las ganas de hacerlo, comunicó a Kardia que se acercaría al muchacho para felicitarlo por su presentación tan bien ejecutada y de paso, aprovecharía para cerciorarse de algo que le tenía pensando desde que le viera el rostro.


Kardia accedió a dejar ir a su esposo hacia aquel alegre grupo de gitanos pues detrás del oji-violeta iría Milo para cuidarlo.


—Buenas noches —saludó a la familia una vez estuvo frente a ellos. Todos le miraron aún con las sonrisas en sus rostros—, mi familia y yo hemos visto la danza tan hermosa del joven Camus y he sentido el deseo de venir a felicitarle por tan esplendida presentación.


Camus reconoció al instante a Dégel, y se acercó a él para poder responder a sus intenciones.


—Muchas gracias por venir a decírmelo, me honra mucho que mi humilde danza le haya gustado —hizo una pequeña reverencia con su cabeza—, yo lo he visto antes, usted es el señor al que casi hago caer esta tarde, en verdad lamento mucho eso. En ese momento solamente deseaba llegar al lado de mi madre… —dijo con la mirada triste al recordar lo que había pasado con Surt en el lago.


La palabra “madre” fue una vibración poderosa en el pecho de Dégel, el joven tenía una madre entonces quizás no era la persona que él había pensado, sus esperanzas se hacían añicos en ese momento.


Milo que había escuchado sobre algo de hacer caer se acercó más a Dégel para saber que había pasado entre su papá y ese gitano.


—¿Cómo es eso de que casi te hace caer, papá? —cuestionó el poeta con el ceño fruncido, interrumpiendo lo que el peli-verde iba a decirle al otro chico.


Cuando Camus vio de quien se trataba aquel muchacho, se puso nervioso puesto que era aquel de mirada turquesa que lo había incomodado mientras danzaba. Algo tenía ese hombre que le hacía sentir extraño.


—No fue nada hijo, es sólo que quise caminar por la plaza esta tarde con tu padre y al ir caminando, el joven Camus corría y chocó conmigo pero no pasó nada grave —le sonrió para restarle tensión al asunto, pero aquello no le hizo ni pizca de gracia a Milo.


—En verdad estoy muy apenado con su padre por ese incidente joven, realmente no era mi intención causarle ningún daño, fui muy tonto para no ver por donde iba —se disculpaba apenado.


—Bastante tonto realmente —contestó Milo viéndolo con frialdad desdén.


Le había tomado demasiado cariño a Dégel, para él era como su papá y no iba a permitir que nadie y menos un gitano hozara lastimar a uno de sus seres amados. Para el escritor el heredero había sufrido demasiado en la vida, no iba a permitir que nada ni nadie lo lastimara.


El comentario de Milo lejos de molestar a Camus lo puso triste y Dégel lo notó, ver la tristeza en esa cara de ángel le dolió en el corazón. Amaba a Milo como su hijo pero no dejaría que tratara mal a Camus.


—Milo hijo no seas grosero, el joven Camus no tenía la intención de lastimarme de ningún modo —le dijo al griego con un tono un poco frío—. Disculpe a mi hijo joven, yo soy el que está apenado con usted porque no pude ayudarlo, quizás corría porque necesitaba ayuda y yo lo asusté —le dijo ahora a Camus.


Milo ya no dijo nada y solamente volteó el rostro con notable molestia hacia otro lado.


—¡No! No para nada es culpa suya, en verdad su hijo tiene razón, debo tener más cuidado para no lastimar a nadie. Agradezco sus felicitaciones señor… —se detuvo al notar que no sabía el nombre del otro.


—Mi nombre es Dégel, mi niño, ha sido un gusto poder verte y hablar un poco contigo, espero podamos hacerlo en alguna otra ocasión, por ahora te dejo para que vayas con tu familia que se ve que te están esperando, igual mi esposo espera por nosotros para volver a casa. Cuidate mucho pequeño, y que sigas bien —le regaló una cálida sonrisa que llegó al corazón del peli-turquesa, no sabía por qué sería pero tenían el enorme deseo de abrazarse y sin decir palabra alguna así lo hicieron. Se abrazaron embargándose ambos del calor del contrario, uno que a pesar de ser desconocido era realmente confortante. Como si fuese el contacto ansiado entre un padre y un hijo…


 


 


 

Notas finales:

Les dejo el link de la canción que baila nuestro copito. Hasta el próximo capítulo. Sigan bell@s ;)

https://www.youtube.com/watch?v=ADGTQshBcq4


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