Incluso si por el momento estás con alguien, no me siento incómodo
Cuando estoy frente a ti y nuestros ojos se encuentran
No tengo una sola preocupación
Tú también sabes de esto, baby, tenemos el mismo sentimiento
—Por última vez, Kim JongHyun, aléjate.
KiBum dejó el libro en la estantería, en lo que se movía a otra, en otro pasillo, esperando que ese sunbae se alejara y lo dejara tranquilo. No podía entender por qué estaba tan empecinado en él, habiendo tanta gente a su alrededor que morían porque él los mirara, aunque fuera una vez.
—No quiero —refutó el mayor, siguiéndolo.
KiBum rodó los ojos, y respiró profundo decidiendo ignorarlo, solo porque era lo que creía mejor, y lo que parecía funcionar algunas veces.
—¿Por qué no aceptas una salida conmigo?
—Porque ya tengo pareja, JongHyun.
—¿Por qué no me dices hyung?
—Porque no quiero.
—¿Por qué?
—¿Es que tienes cinco años, o qué ocurre contigo? —KiBum miró al mayor con el ceño y los labios fruncidos, esperando que notara cuando le molestaba su presencia, y que fuera bastante inteligente como para irse.
JongHyun sonrió de manera encantadora, y él solo rodó los ojos.
Este idiota…
—No importa que salgas con Choi. Él no es tu tipo, y cuando te des cuenta de eso, yo estaré aquí.
KiBum acarició su propia cien, esperando tener más paciencia con ese sunbae loco que creía que dejaría a MinHo para ir tras él. Choi era encantador con él, no tenía motivos para dejarlo por un sunbae atrevido, confianzudo, y atractivo.
Se reprendió mentalmente por lo último, y miró a los ojos de JongHyun.
—No dejaré a MinHo, ¿entiendes?
JongHyun solo sonrió.
Desde que había visto a KiBum, se dijo que sería su novio. No importaba lo que tendría que hacer, el menor se enamoraría de él y vivirían felices para siempre. O eso pensaba hasta que supo que el alto Choi MinHo era la pareja de su amado.
No era justo; si a KiBum le gustaban altos, podía darse por perdido.
Por eso, optó por otras técnicas, y aunque todas parecían fallar, siempre, al final de cada pequeña conversación que tenían había una mirada en KiBum que lo hacía continuar, que lo mantenía con esperanza. Y JongHyun se aferraba a ella.
Al lado del menor, JongHyun perdía el miedo, la desesperanza, y todas las preocupaciones de su vida desaparecían, como por arte de magia. Por eso lo quería a su lado. Además, claro, que se había enamorado de él.
Lo había observado de lejos, y de cerca; sabía de su noble corazón, de la lealtad hacia los suyos, de su determinación para las cosas que quería, y de sus sueños. No le pregunten cómo hizo, pero hubo una vez en que pudo hablar tranquilamente con el menor y éste le dijo que su sueño era el mundo de la música. JongHyun se enamoró todavía más, porque también era su sueño.
KiBum era perfecto para él, no para el cara-de-rana Choi.
—Lo entiendo —replicó JongHyun—, tan solo me tomará más tiempo hacerte desistir de esa idea de continuar con él.
KiBum suspiró y solo entonces miró al mayor. Sus ojos oscuros, que lo miraban con intensidad, siempre habían logrado hacerlo temblar, y se detestaba por eso, porque no debía provocarle nada. Él no era su novio, no le interesaba en lo más mínimo. Y el temblor en sus rodillas era porque su clase de gimnasia lo había dejado cansado, no porque el otro estaba más cerca de lo normal. Y el ritmo acelerado de su corazón era debido al coraje.
Sí, no se sentía atraído por el mayor.
—Kim, en serio, ríndete. No conseguirás nada.
A JongHyun le dolía cuando era así de cortante y duro, pero tenía que soportarlo, porque quería conquistarlo. Las batallas que valían la pena eran difíciles, al igual que esa.
—Eso ya lo veremos —comentó con la voz una octava más baja—. Te veo mañana, Bummie. —Le guiñó el ojo, y se marchó, con las manos en los bolsillos y el paso tranquilo.
KiBum suspiró pesado, pensando que al fin se había librado del odioso sunbae y que tendría algo de paz, pero la voz de MinHo lo hizo pegar un respingo.
—¿Qué quería JongHyun hyung?
KiBum se llevó una mano al pecho, queriendo controlar los latidos locos de su corazón. Entre MinHo y JongHyun le daría un infarto. Miró por última vez el camino por el que se había ido el mayor, y se giró hacia su novio.
—Preguntaba por TaeMin —mintió, sin saber muy bien por qué lo hacía. Tomó el libro que había escogido del estante y lo elevó a la altura de sus ojos—. Ya tengo el libro, continuemos estudiando.
Se escabulló hacia la mesa en la que había estado sentado con MinHo, antes de tener que ir por ayuda a uno de los tantos tomos que poseía la biblioteca de la escuela y encontrarse con JongHyun. Se sentó al lado de WooHyun, y carraspeó, en lo que se recuperaba de todo lo que Kim le provocaba, aunque tan solo fuera ira, porque ese sunbae loco no podría provocarle otra cosa que eso. O eso deseaba.