Esta noche
Escucha mi voz
Que es el regalo perfecto
Porque solo puedo darte esto
JongHyun colocó la portátil en la mesa del comedor, un pequeño muffin y le enterró una vela color rosa en el medio. Buscó un encendedor en lo que esperaba que la video llamada que estaba haciendo fuera respondida. Lo había dejado sobre la refrigeradora, pero no estaba. Frunció el ceño, y fue hacia la cocina, hallándolo.
—¿Hyung?
La voz de KiBum lo sorprendió, porque no había escuchado el sonido de la llamada siendo aceptada y regresó al comedor.
—Feliz cumpleaños a ti —cantó, apareciendo frente a la pantalla. Encedió la vela, viendo al hombre del otro lado sonreír avergonzado—, feliz cumpleaños a ti. Feliz cumpleaños, amado KiBum... Feliz cumpleaños a ti.
El menor dio una corta carcaja, alegre, y cubrió su rostro, abochornado, provocando que JongHyun riera de ternura por aquella reacción de su novio. Le encantaba verlo tímido, y aún más sabiendo que él lo ponía en ese estado.
—Déjame ver tu rostro, amor.
—No quiero —se quejó en tono berrinchudo, aumentando la ternura en JongHyun.
—No podrás soplar la vela si no te quitas las manos —canturreó.
Eso provocó que el otro se riera, mostrando su rostro al fin, ligeramente sonrojado. Sin embargo, la emocion en sus ojos era inegable y hermosa.
—No puedo creer que lo estés haciendo ahora. Es media noche en Corea.
—Pero tu cumpleaños —aclaró JongHyun—, y eso es lo importante.
KiBum rio, acomodándose más en la silla. Estaba en la biblioteca, en un cubículo que pidió prestado.
Él estaba en Nueva York, haciendo un curso de dos años en el idioma inglés, y no podía viajar de regreso a Corea más que en Navidad y Año Nuevo. Dos años en lo que no podría verse mucho tiempo con su familia, ni con la persona que más amaba en el mundo: JongHyun.
—Acá faltan como trece horas para mi cumpleaños.
—¿Por qué le pones tantos peros a mi celebración? —cuestionó el mayor, en lo que arrugaba el ceño y hacía un puchero—. Dime que no quieres que lo celebre y yo me voy —dramatizó.
KiBum rio de nuevo, porque sabía que no lo haría. A JongHyun no le gustaban los cumpleaños, pero cuando se trataba del suyo, no lo olvidaba y siempre trataba de sorprenderlo de alguna forma. Ese año, aunque lejos, también lo había hecho.
—No es eso —replicó, agachando la mirada.
El mayor sonrió triste y suspiró.
—Lo sé.
Claro que lo sabía. La distancia entre ellos era enorme, y a veces sentían que no podrían continuar con la relación, no de esa forma, pero el amor que se tenían era demasiado grande como para que algo tan insignificante como un océano los separara.
—Te extraño —confesó KiBum, mirándolo significativamente.
JongHyun puso su mano en la pantalla, siendo imitado por su pareja.
—También yo —susurró, poniendo sentimiento en cada palabra—. Lamento que este año solo pueda regalarte mi voz.
KiBum sonrió, acariciando la pantalla con su pulgar, como si con ello pudiera acariciar la mano contraria.
—Tu voz es el mejor regalo de todos. Es perfecta —murmuró lo último, como si fuera un secreto.
Las lágrimas se agolparon en los ojos de ambos, sintiendo más que nunca la distancia en ese momento. Debían estar felices, lo sabían, pero la situación no era del todo para serlo. Una lágrima cayendo de su ojo derecho, hizo reaccionar a KiBum, quién sorbió la nariz y se acomodó en el banco, también haciendo reaccionar a JongHyun.
—También tengo ese muffin. —Señaló el postre—. Espera un poco.
KiBum se puso de pie, saliendo del enfoque de la cámara. JongHyun escuchó el sonido de una puerta abrirse y cerrarse, y esperó paciente, limpiándose la comisura de sus ojos, preguntándose qué estaba haciendo el menor. Se acomodó el cabello y se arregló la camisa cuando lo vio regresar con un muffin dentro de una envoltura.
—Ahora tengo postre, un postre tuyo.
JongHyun rio, emotivo debido a ello. Cuando quería, KiBum también podía ser romántico y cursi.
—Entonces soplemos la vela.
KiBum sonrió y asintió, y tras la cuenta de tres, el menor sopló hacia la pantalla, aunque fue JongHyun quien verdaderamente apagó la vela. Aplaudieron después de eso, sintiéndose felices.
—¿Pediste un deseo? —El menor asintió. JongHyun sonrió, sorprendido—. ¿En qué momento?
—Mientras contabas. —Sonrió, dándole un mordisco a su postre—. No sería un cumpleaños si no pido un deseo.
JongHyun apoyó su mentón en su mano, mirando al hombre frente a él, terminar de devorar el pequeño postre.
—Estoy muy enamorado de ti, Kim KiBum.
Esa repentina confesión tomó al aludido por sorpresa, quién lo miró con los ojos bien abiertos. Se relamió los labios, terminando de comer lo que tenía en la boca, antes de reír entre dientes, divertido y encantado.
—Vaya, empezaré a cumplir años más seguido tan solo para escuchar esa frase. —El mayor rio divertido, y le dio una mordida a su muffin—. También te amo, JongHyun.