Es extraño, tus ojos, tus pupilas
No malinterpretes, pienso que es atractivo
Abrieron la puerta a trompicones, porque no podían hacerlo correctamente. Sus manos estaban ocupadas tratando de quitar la ropa del otro y no querían dejar de hacer eso para ocuparse de algo tan simple como la puerta.
Sobre todo, porque no querían perder tiempo.
JinKi la cerró con el pie, y avanzó hacia la cama, llevando al otro consigo. Se recostaron sobre el colchón, JongHyun bajo JinKi.
—¿Estás seguro de esto? —preguntó JongHyun tomándolo del rostro, su respiración agitada.
JinKi vio los ojos con pupilas rojas que eran los del otro hombre, y pudo ver la lujuria brillando en ellos.
—Claro que sí —gruñó, besándolo de nuevo.
JinKi sabía que no sería la primera vez para ninguno; JongHyun tenía más de dos mil años de vida, y él había tenido pareja antes. Sin embargo, se sentía como si lo fuera porque sería la primera vez que lo harían con la especie del otro, y, lo más importante, entre ellos.
Retomaron el beso salvaje y desordenado en lo que JinKi se colocaba en medio de las piernas de JongHyun; él coló sus manos por la camiseta del hombre y acarició su abdomen, provocándole un escalofrío.
—Estás helado —murmuró sobre los labios de JongHyun.
—Soy un vampiro, amor. ¿Qué esperabas?
Ah, JinKi se había derretido tan solo de escuchar ese sobrenombre.
Aunque una relación entre ellos era prohibida, eso no les había importado. No obstante, habían sido lo bastante cautelosos para mantenerla en secreto. Si alguien se enteraba, los acuerdos entre sus razas se verían afectados, o bien ellos serían asesinados en frente de toda la comunidad como una advertencia para otros que quisieran hacer lo mismo. Y, aun siendo conscientes de eso, no pudieron detener el amor que nació en ellos. Habían tenido citas, habían hablado por cartas, incluso estuvieron a casi nada de que los descubrieran. No podían entender por qué era malo que se amaran, por qué sus especies se odiaban tanto. Ellos lograron descubrir que no era difícil amarse, ¿por qué los demás no podrían entenderlo?
Las caricias continuaron subiendo por el abdomen de JinKi, hasta que JongHyun se cansó de tener la tela interponiéndose que levantó la camiseta. JinKi se irguió para sacársela, y cuando la tuvo fuera miró a los ojos del vampiro: sus pupilas rojas lo miraban con asombroso.
—¿Qué ocurre?
JinKi parpadeó. De pronto estaba estático, temeroso de haber hecho algo mal.
—Tus ojos... —murmuró JongHyun, incorporándose y apoyándose en sus codos.
El hombre lobo entonces comprendió.
Un gran nerviosismo lo poseyó, y sintió su corazón latir más rápido que hacía unos segundos atrás. Giró el rostro, porque la sorpresa en los ojos ajenos lo estaba matando. Aunque no había temor, o algo parecido, el hecho de que lo viera como si fuera un ser completamente extraño le estaba estrujando el corazón.
—Ah... Nosotros... Quiero decir, mi especie... Nuestros ojos... -Hizo ademanes, como si con ello pudiera explicar algo—. Perder el control... —Pasó las manos por su cabello, frustrado por no poder terminar ni una sola frase porque no podía pensar con claridad. Nunca antes le había ocurrido algo como eso, nunca le había preocupado el color en sus ojos.
No hasta ese momento.
Cuando la emoción que sentían en una situación determinada era intensa, sus ojos cambiaban de color: a algunos se les ponía azules, a otros verdes, y unos pocos, sobre todo los de alto rango, se tornaban de dos colores, uno en su color natural, y el otro verde o azul. JinKi era heterocromo en ese momento, con un ojo azul.
Estuvo por salir de la cama, pero el vampiro lo detuvo. Se sentó como pudo, y acunó su rostro con sus manos tratando de hacer que lo mirara, pero no estaba funcionando. Jonghyun aplicó algo más de firmeza, logrando que, al menos, girara su rostro.
—Hyung, mírame —pidió con tono suave.
JinKi sonrió, irónico. JongHyun era el verdadero hyung en esa habitación, pero no comentó al respecto y lo obedeció.
—No hay problema —informó, acariciando sus mejillas, haciendo temblar al otro tanto por el toque como por la frialdad de sus manos—. Es extraño verlos, pero no lo tomes a mal —aclaró veloz—, es... atractivo. Son hermosos —confesó en un susurro, con sus ojos llenos de adoración.
JinKi sentía que se estaba sonrojando.
—No tienes que mentir, Jjong.
—No lo hago, JinKi.
Se acercó y lo besó suave, despacio, como si tuvieran todo el tiempo del mundo para hacerlo, sin importarles que pudieran ser descubiertos, o que era prohibido. Se besaron para reafirmar su amor.
—De haber sabido que tus ojos cambiaban de color, te hubiera seducido antes.
JinKi rio por el comentario del otro, contagiándolo, y lo besó de nuevo, recostándolo con suavidad sobre la mullida cama. La ligera conmoción de antes le había hecho notar que, por cómo iban, no hubieran disfrutado de manera correcta del momento.
Sí, no tenían todo el tiempo del mundo, pero por esa noche creerían que sí.