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Chocolat Doré por Solecitoyanass

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El vaivén era rápido y constante, en la habitación únicamente se escuchaba el ruido de los cuerpos al chocar. A Harry le gustaba tomar el control a la hora de hacer el amor con su Dragón, pero también le fascinaba que Draco fuera el que llevara el ritmo. Era como si dominara cada parte de su ser y perdiera el sentido de la realidad. Se olvidaba por completo de todo y sólo podía pensar en ese cuerpo sudado, besándolo y llevando el ritmo, entregándole su cuerpo y su alma entera.

—¡Ah! Así, Si… Si, así —gemía sintiendo el miembro entrar y salir de su cuerpo. Las manos acariciando sus caderas le quemaban de placer.

Harry jadeaba su nombre ante cada estocada y movía las manos callosas a un ritmo veloz. La necesidad de sentir ese cuerpo sobre el suyo le hacían ser un poco brusco, dejando moretones por aquí y por allá, pero eso a Draco no le molestaba, al contrario, tomaba una faceta se sensualidad en la que irremediablemente despertaba la bestia que dormía en el interior de Harry.

—Harry —balbuceó—. ¡Voy a venirme!

—Ha-hazlo —respondió el otro sin abrir los ojos disfrutando del sonido de aquellos jadeos que inundaban sus tímpanos.

—No —negó disminuyendo el ritmo—, quiero que lo hagamos juntos.

Harry apretó con firmeza las caderas del rubio, levantándolo con facilidad. Draco se quejó pero permitió que el moreno lo recostara sobre la cama, retomando la labor.

—Harry, más —exigió entre jadeos—, mas fuerte.

Harry obedeció, él también ya se encontraba en su límite, por lo que tomó el miembro de su querido Dragón y comenzó a masturbarlo al mismo ritmo de las embestidas.

Todo era tan perfecto cuando estaba con Draco, era un hermoso sueño del que no quería despertar, tan decidido a disfrutar de lo que la vida le ofrecía por el tiempo que se lo permitiera. 
En cada sesión de sexo, no sólo le entregaba el cuerpo, sino la vida misma.

Tal como Draco lo deseaba, se vinieron al mismo tiempo; Draco manchando sus cuerpos y Harry inundando el interior de su amado. Todo en ese momento parecía tan perfecto, que incluso asustaba.

Draco se recostó sobre Harry, queriendo embriagarse por el calor del cuerpo bajo el suyo, acariciando el torso del cuerpo tan bien marcado.

—Mi madre llegará la próxima semana —informó de pronto.

Harry no dijo nada, tan sólo se dedicó a escucharlo.

—Quiero que venga pero eso significa que ya no podremos vernos tan seguido.

—Está bien —aceptó el otro, Draco arqueó una ceja—, no me mal entiendas, lo que quiero decir es que aunque yo no pueda venir a verte, tú puedes ir a mi casa, siempre que quieras, las protecciones estarán abiertas para que puedas entrar cuando quieras. Incluso te daré una llave para que entres al estilo muggle.

Draco sonrió y besó el pecho de Harry.

—Debo confesar —dijo de pronto—, que todo esto me parece tan perfecto. Tú y yo, de esta manera, jamás imagine que podía llegar a pasar. Todo me parece como un sueño y tengo miedo de despertar.

Era exactamente lo que Harry estaba sintiendo, comprendía perfectamente y eso le dolió, abrazó a Draco intentando transmitirle con eso un poco de seguridad. Besó su frente, intentando decir que al menos, mientras estuvieran juntos, todo iría bien y que no se preocupara más por el futuro.

Al poco rato, Draco se quedó dormido y Harry contempló una vez más su imagen. Todas las noches lo hacía, no quería olvidar ningún detalle. Quería recordar por la eternidad esos ojos grises tan llenos de tristeza que se ocultaban bajo unas largas y rubias pestañas, sus delgados y rojizos labios, la respingada nariz que le encantaba y que le ayudaba mucho a la hora de mostrar ese aire aristocrático. Su frente perlada por el sudor, las lindas mejillas sonrosadas y la delgada barbilla.

Quería recordar ese hermoso torso, tan delgado, su blanco pecho acompañado de dos rosadas tetillas, su fuente más sensible a la hora de hacer el amor; esas largas y torneadas piernas que culminaban en unas delgadas pero excitantes caderas y que decir de su redondo trasero, ese que siempre sobre excitaba al moreno, dejándolo duro al momento.

—Te amo Draco —susurró depositando un tierno beso en su frente.

Acomodó la sábana, para cubrirlos a ambos y se perdió en su propio sueño.

***

Tal como lo había informado, Narcissa Malfoy regresó a Londres una semana después. La mujer seguía teniendo ese aire de superioridad, algunos años mas tal vez, pero seguía siendo igual de bella que en su juventud.

Draco se sintió tan feliz de poder estar al fin con su madre que no tuvo tiempo de pensar en nadie más. 
Se dispuso a recuperar el tiempo perdido; abrazar a su madre en la intimidad de la mansión, hablar de banalidades y disfrutar del cariño que en ese último año le había hecho tanta falta.

Pasó un mes desde aquello, todo parecía bien hasta ese momento, sin embargo, la necesidad de ver a Harry comenzó a apoderarse de su mente. 
Fue entonces que decidió tomarle la palabra y aparecerse en el número 12 de Grimmauld Place. A consideración de Draco, el lugar era bastante sombrío y desagradable; definitivamente un lugar donde no le gustaría vivir. No se explicaba como es que Harry había soportado tanto tiempo vivir ese espeluznante lugar. 
Esperó algunas horas hasta que Harry se dignó a aparecer, cuando atravesó la chimenea, Draco corrió a su encuentro. Quedándose de pie frente a él, analizando cada aspecto del moreno.

Se veía ojeroso y más delgado que la última vez que lo vio, sus ojos verdes se veían marchitos. Draco se golpeó mentalmente por haberlo abandonado por tanto tiempo.

—Draco —exclamó como no creyendo que se encontrara ahí.

Draco se acercó y lo abrazó, sintiendo sobre su cuerpo, ya no esos músculos que siempre acariciaba ahora sólo había un poco de piel y la rigidez de los huesos.

—Estás mas delgado —expresó sin apartarse.

—Si, creo que es por el exceso de trabajo, casi no me da tiempo de alimentarme como se debe —dijo encogiéndose de hombros y riendo como si se tratara de algo muy gracioso.

Draco lo miró con  reproche.

—Esa no es una justificación valida —golpeó ligeramente su brazo—, vamos, te prepararé algo de comer —sonrió ante la respuesta afirmativa de Harry—. Y esas ojeras me dicen que no hasta dormido bien.

—Ya te dije que he tenido mucho trabajo, siempre hay personas que deben ser salvadas de las injusticias.

—No dejas de ser San Potter, ¿Eh? —Harry soltó una carcajada y Draco lo secundó.

Después de la cena hicieron el amor, tal como Draco había planeado, hablaron de las cosas que habían hecho durante ese tiempo y de nuevo hicieron el amor. El estar juntos era tan mágico, incluso Draco pensó que Harry se veía un poco mejor después de su visita. Era como si el estar juntos fuera necesario para que los dos pudieran subsistir y eso estaría bien, si no fuera porque la realidad le tiró la venda de los ojos.

Una mañana mientras tomaba el té, su madre le recordó algo que tarde o temprano tenía que afrontar.

—Draco —exclamó ella—, Sabes que tienes un responsabilidad como el último miembro de la dinastía de los Malfoy. Estás haciendo un muy buen trabajo, no te reprocho nada de lo que hasta ahora has hecho, pero debo recordarte que como el último Malfoy, tu deber es traer al mundo a un nuevo heredero.

Draco tragó en seco.

—Sé que debe ser difícil para ti, pero recuerda que tu padre así lo habría querido. Él sacrificó muchas cosas por ti, tú debes hacer lo mismo por lo que queda de su legado. Recuerda que si no te casas y formas una familia, el apellido Malfoy desaparecerá.

Su madre tenía razón, Draco tenía que formar una familia, era su obligación como sangre pura y también como el último de los Malfoy.

Pero en contra parte estaba Harry, el hombre al que amaba mas que a nada en el mundo. No quería dejarlo, pero tenía una obligación con su familia. Habló con Blaise al respecto y este le pidió, o mas bien, le exigió que no lo hiciera.

A Zabini no le agradaba Potter, pero sabía que ese idiota representaba la felicidad de Draco.

“Tal vez si le pides que sea tu amante”, había sugerido, ¡mala idea!, Harry Potter jamás se prestaría para eso. 
Bien, Draco Malfoy determinó que hablaría con Harry al respecto y dependiendo de lo que el otro le dijera tomaría una decisión.

***

Cuando Draco llegó a casa de Harry, lo encontró recostado sobre la cama, ahora se veía más demacrado. En seguida el rubio quiso llevarlo a San Mungo, pero Harry se negó.

—Es sólo fatiga —informó—, esta mañana el medimago vino a verme, me recetó unas Pociones —le señaló el lugar donde se encontraban—. No tienes nada de qué preocuparte, estaré bien.

—Está bien, prométeme que descansarás.

—Te lo prometo —aseguró con una tenue sonrisa— ¿Y se puede saber a qué debo el placer de tu visita? —preguntó formando en su rostro una sonrisa lobuda.

Draco sonrió ligeramente y desvió la mirada, miró alrededor de la habitación para ganar tiempo. 

—Tengo que hablarte de algo importante —dijo en voz baja. Harry lo miró fijamente esperando que el otro continuara—. Sabes que nosotros los sangre pura, dentro de nuestras tradiciones, tenemos obligaciones que debemos cumplir como herederos.

—Si, lo sé —confirmó el de cabello azabache—, aunque no estoy muy seguro de como funcionan esas tradiciones.

—Bien, mira, te digo esto porque hay ciertas obligaciones que, como último heredero de los Malfoy, me corresponde cumplir —Harry asintió no comprendiendo muy bien a lo que Draco se refería—. Es mi obligación hacer que la fortuna de nuestra familia prospere, en realidad en mi caso es traer de nuevo la fortuna que por culpa de la guerra perdimos; otra obligación es recuperar el buen nombre de nuestra familia y para eso debo ayudarme de la tercera.

—De acuerdo, por lo que entiendo es esa tercera obligación, que tú tienes, la causante de que ahora estés hablando de manera tan sería. Ve al punto Draco.

Draco sintió que perdía las fuerzas, pero no lo demostró, como todo buen Malfoy.

—Debo casarme y tener un heredero —tal como Harry lo había pedido, fue directo al punto.

—De acuerdo —aceptó Harry, sus ojos se llenaron de tristeza y aunque Draco lo notó, no dijo nada al respecto.

—¿Eso es todo lo que dirás? —aceptémoslo, sí estaba un tanto decepcionado por la reacción del moreno. Aceptaba que había esperado toda una escena de celos e ira contenida, tal vez que le rogara que no lo hiciera, pero esa reacción definitivamente lo descolocó.

—Bueno, como bien lo dije, no entiendo mucho de ustedes, pero algo que sí comprendo es el hecho de que yo no puedo ser un impedimento para que hagas tu vida. ¿Quién soy yo para impedirle a alguien que forme una familia? Siempre quise tener una, así que no se la voy a negar a nadie. Qué más me gustaría poder dar hijos, así tendrías un lindo heredero, pero soy un hombre, no puedo hacer milagros —Harry tomó la mano de Draco—. Cásate Dragón y forma una familia.

Draco no esperaba esa reacción tan pasiva y muy en el fondo esperaba que Harry le pidiera que no lo hiciera, por él, seguramente hubiera terminado por enviar al carajo las tradiciones de su familia, pero el hecho de que lo haya, incluso, motivado, despertaron en Draco la duda del amor que Harry profesaba sentir por él.

Dos meses después se celebraba la boda de Draco Malfoy y Astoria Greengrass.

 

Notas finales:

Antes de despedirme quiero decirles que la próxima actualización será el final de esta pequeña historia.

Gracias por leer y por sus comentario <3


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