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Chocolat Doré por Solecitoyanass

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Notas del capitulo:

Ahora si... aquí el final de esta historia.

 

Espero les guste.

Draco paseaba como león enjaulado, hace apenas un rato, su esposa había tenido un fuerte mareo. Al instante llamó al medimago de la familia y en cuanto llegó, este se encerró en la habitación junto con Astoria y dos elfos.

En cuanto escuchó que abrían la puerta, levantó la vista, cuestionando con la mirada al hombre. 

—No se preocupe Señor Malfoy —respondió el medimago con una amplia sonrisa en el rostro. Astoria salió un momento después y se colocó al lado de Draco, ambos miraron expectantes al hombre que, por cierto, ya comenzaba a exasperar al rubio.

—Señores Malfoy —anunció—, ¡Felicidades, van a ser padres!

Astoria sonrió alegre, estaba tan contenta que pudo haber besado y abrazado a su esposo en ese mismo momento de no haber sido porque aun tenían al medimago en casa.

Después de agradecer los servicios del hombre y acompañarlo hasta la chimenea, Draco volvió con su esposa y le besó la frente en señal de agradecimiento.

El rubio no lo demostraba pero estaba realmente ilusionado por su futuro heredero.

“¡Por fin!”, se dijo, “He cumplido con todos mis deberes como único heredero de los Malfoy”. Había logrado restaurar la fortuna familiar, incluso la había aumentado un poco, tenía una bella esposa la cual pronto le daría un heredero. “Padre, seguro debes estar orgulloso de mí”, sonrió para sus adentros, aun cuando en su alma todavía residía la nostalgia de no haber hecho todo lo que él deseaba.

Pronto tendría que ir a atender sus negocios -todos relacionados con la venta de chocolates-, había inventado una forma en la cual todos los elaboraba de manera mágica, dando el mismo resultado que si lo hiciera con su propias manos. Junto a su esposa, se dirigieron al comedor, donde uno de los elfos ya los estaba esperando con el desayuno.

Astoria no cabía en su felicidad, después de intentarlo por tanto tiempo, al fin le daría un heredero a Draco. Ya quería contárselo a Dafne y a sus padres, seguramente le felicitarían y organizarían una pequeña fiesta para celebrar el acontecimiento.

Como todas las mañanas, Draco tomó la taza de té y con la otra mano levantó el ejemplar del Profeta, para enterarse de los acontecimientos más importantes del mundo mágico; como bien le había enseñado su padre, era indispensable que conociera bien el mundo en que se movía, cualquier situación que pudiera usar a su favor era un punto a favor de los Malfoy. 
Centró su mirada en la portada del periódico y antes de que pudiera darle un sorbo a su té, soltó la taza, la cual, cayó de lleno sobre el piso, partiéndose en pedazos y regando el líquido por el suelo.

—¿Qué a pasado? —preguntó Astoria bastante preocupada por el repentino cambio de humor de su esposo. Tomó el periódico para saber qué era aquello que había perturbado tanto a Draco—. ¡Oh por Merlín! —exclamó horrorizada, se llevó ambas manos a la boca, dejando caer el periódico en el suelo.

“HA MUERTO EL HÉROE DEL MUNDO MÁGICO”, decía el encabezado. 

¿Qué estaba pasando?, ¡Eso no podía ser verdad!, Harry no podía estar muerto. Sus ojos cristalizados y el picor en sus mejillas le revelaron que estaba llorando, pero no le importó, eso era lo de menos ahora. Con manos temblorosas levantó el periódico del suelo y se dispuso a leer.

Esta mañana recibimos la penosa noticia de que nuestro héroe, el chico que vivió y venció, nuestro querido Harry James Potter murió a causa de la enfermedad que padecía desde hace poco más de trece años.

Es una pena pensar que a pesar de el tratamiento proporcionado en San Mungo, no se logró librar de tan penoso trastorno. Como ya algunos de sus conocidos han comentado, Harry Potter pasó el resto de sus días internado en el hospital al lado de sus inseparables amigos Hermione Granger y Ronald Weasley, quienes hasta ahora no nos han dado una declaración al respecto.

“Yo no lo sabía”, pensó con pesar.

Se mantuvo en secreto para evitar la conmoción de la población” declaró el Ministro.

Hoy toda la comunidad mágica está de luto, por el hombre que nos salvó del que no debe ser nombrado cuando tan sólo era un niño.

Recordaremos con orgullo sus grandes hazañas y siempre lo llevaremos en nuestros corazones. 

¡Hasta siempre querido Héroe!

¡No, no, no!, ¿Porqué la vida le daba un golpe tan duro?, ¿Es que acaso era su castigo por haber sido el hijo de un mortífago? O tal vez sólo estaba pagando por los pecados de su familia.

Es que así ya no tenía sentido vivir.

Trece años, prácticamente desde que había vencido al señor Oscuro. Cuando se reencontraron, Harry ya estaba enfermo y no se lo había dicho.

“Estúpido Potter y su estúpido corazón de Gryffindor”, ahora comprendía por que Harry no lo había detenido cuando le dijo que iba a casarse, incluso lo había alentado, y él tan egoísta como siempre había creído que Harry no lo amaba lo suficiente. ¡Qué patético!, se avergonzó de sí mismo.

“Ahora comprendo”, se dijo, la última vez que lo había visto, Harry se veía demacrado  y él no se había detenido a observarlo mejor.

Habló con Astoria, le informó que asistiría al funeral. Ella comprendió a su esposo así que sólo se limitó a asentir y a desearle suerte en silencio; sabía que presentarse al funeral iba a despertar controversia entre las brujas y magos, pero también entendía que Draco quería ver una vez más a la única persona a la que había amado. De estar en la misma situación, ella habría reaccionado de la misma manera.

Esa noche se llevaría a cabo la ceremonia, así que Draco se mentalizó para lo que sea que llegara a ocurrir al estar en medio de una bola de brujas y magos que lo despreciaban, aun peor, Justo en el funeral de la persona que todos, creían había sido su mas grande enemigo.

Tomó la capa de viaje y se la colocó sobre la túnica. Esa tarde en específico, estaba haciendo un frío fuera de lo común, y mientras llovía, el viento soplaba frenéticamente. 
Al llegar al cementerio, sopesó el terreno desde lejos. Pudo ver al ministro, los miembros del Wizengamot, los miembros de la ED, y los que aun quedaban de la Orden, también vio a otros tantos que no reconocía (seguramente gente de la comunidad mágica que se creía con el derecho de asistir, a pesar de no haberlo conocido) y algunos reporteros. Ojalá los Gryffindor fueran lo suficientemente inteligentes para no armar una escena en pleno suplicio.

Caminó a paso lento y seguro, esquivando los charcos de lodo que ya se habían formado, afortunadamente para ese momento, ya había dejado de llover, representaba una gran ventaja, pues ya no tenía que estar cubriendo su cabeza con la capa.

Tal como lo predijo, una vez caminó entre la multitud, las miradas se centraron sobre él. Sin inmutarse, continuó con su aire altanero, la cabeza en alto y los pasos firmes. No quería dar ni siquiera un pequeño aire de debilidad.

En cuanto llegó hasta el frente; algunos miembros de la Orden y la ED, le miraron. Él permaneció imperturbable, aun cuando en el fondo sentía que se moría. Acto continuo, Granger volteó al notar la inquietud y escuchar los cuchicheos de los asistentes. En cuanto vio a Draco, sus ojos se abrieron como platos y le sonrió con tristeza.

Draco se sorprendió al ver esa sonrisa que iba dirigida a él, era como si le gritara que sentía su dolor, que no estaba solo y que se alegraba de ver que no se había olvidado de Harry. 
Vio que la chica se acercaba a Weasley y le susurraba algo al oído, cuando ella se apartó, él volteó a verlo de manera nada discreta. Draco se descolocó al ver que la comadreja estaba destrozado. Su rostro estaba bañado en lágrimas y al parecer no le interesaba que Draco lo viera tan vulnerable.

Vio que Hermione caminaba hacia él, -en ningún momento la gente dejó de cuchichear y señalarle, al parecer solo los mas allegados a Harry lo estaban ignorando-, tragó en seco, pensando en cuál sería el motivo para que Granger fuera a hablarle, a pesar de que después del colegio no se habían dirigido la palabra.

—Hola Malfoy —saludó la castaña, de cerca de notaba claramente que ella también había llorado mucho—, me alegra que hayas venido. A él seguramente le alegra que vinieras.

—Tenía que hacerlo —afirmó en tono sombrío—, después de todo lo que hizo… se lo debía.

Hermione negó con la cabeza, pensando en que Malfoy no dejaba de ser Malfoy ni siquiera en un momento como ese, pero qué más daba, si Harry se había enamorado de él, seguramente era porque debajo de ese duro y frío caparazón se escondía una cariñosa y agradable persona. Bien lo decía él: “Draco hace los mejores chocolates del mundo porque su corazón es tan inmenso y lleno de amor que alcanza para la humanidad entera “, sonrió para sus adentros ante el recuerdo. De nuevo miró a Malfoy, intentando hacerlo de la manera en que su amigo lo hacía; no como un mortífago, si no como un ser humano con defectos y virtudes.

—De acuerdo Malfoy —dijo con tono amable—, acércate más, me imagino que quieres despedirte de Harry.

“Estúpida sangre sucia”, pensó, por su culpa terminaría llorando frente a todos esos ineptos y definitivamente no quería que lo vieron de esa manera.

—No —dijo en tono firme—, Aquí estoy bien, no necesito despedirme.

—De acuerdo, será como quieras, solo…  —se acercó más a él y susurró—: no te vayas aún, necesito hablar contigo sobre algo importante.

Draco asintió y fijó su mirada en el féretro que ya estaban a punto de bajar. Sintió que su corazón iba a mil, tanto era el dolor en su pecho que no podía respirar. SU amado Harry había muerto, ¿Por qué?, no era justo.

Su corazón lloró en silencio, mientras otros se abrazaban y se apoyaban en sus compañeros para sostenerse, él tenía que aguantar en soledad, por primera vez en veintiocho años se sintió completamente perdido. No había nadie ahí para abrazarlo, para decirle que todo estaría bien, que Harry, su Harry, no estaba muerto y que todo era parte de una completa pesadilla, de la cual, debía despertar cuanto antes.

Al finalizar la ceremonia, las personas fueron retirándose poco a poco. Cuando ya casi no quedaban personas, solo algunos ex compañeros de colegio y la familia Weasley, Ron volteó a ver a Malfoy y por primera vez lo enfrentó.

Sus ojos emanaban ira y su boca estaba apretada.

—¿Qué haces aquí, Malfoy? —siseó. Draco no contestó, lo miró sin inmutarse.

—Ron, cálmate —pidió la castaña.

—Hermi, ese idiota no tiene nada que hacer aquí —exclamó con reproche.

—Déjalo Granger —intervino—, deja que haga un escándalo frente a la tumba de Harry.

Ron se acercó sin que pudieran preverlo y le soltó un tremendo trancazo en la quijada. Por el impacto, casi cae al suelo, pero pudo recuperar el equilibrio a tiempo, se masajeó la zona afectada y volvió la mirada altanera a Ron.

Los hermanos del pelirrojo rápidamente se acercaron para evitar que se abalanzara sobre Malfoy. Ron seguía luchando pero su madre intervino para calmarlo.

Hermione se acercó a Draco y lo tomó del brazo, el rubio se sorprendió pero no hizo nada para alejarla.

—Ven conmigo —pidió y Draco asintió.

Se aparecieron en Hosmeade, caminaron largo rato hasta llegar a un pequeño restaurante, que Draco no había visto antes, supuso que lo acababan de inaugurar. Granger debió llevarlo ahí porque nadie los reconocería.

Se sentaron lo más alejado que pudieron, en una zona casi oscura. Al estar uno frente a otro, Hermione tragó en seco y lo miró fijamente. 
—Disculpa a Ron, por favor —rogó la chica—. Está enfadado porque perdió a su mejor amigo, y solo buscó con quien desquitarse.

—Hoy, todos perdimos a alguien importante —aseveró con tono enfadado—, no esperes que lo entienda.

Hermione suspiró resignada, tal vez Malfoy tenía razón, al final todos veían en Harry a alguien importante y no se estaban desquitando con el primero que se les pusiera enfrente. 
—Tengo algo para ti —informó invocando un pequeño bolso negro. 
Draco la vio sacar un sobre y sintió que el corazón le ardía.

—Toma —estiró el brazo para acercarle el sobre—, Harry dejó esto para ti.

¡Oh Harry! Hasta el último momento había pensado en Draco.

“¿Por qué no me lo dijiste?”, pensó mientras tomaba el sobre.

—¿Qué enfermedad tenía? —se atrevió a preguntar.

Hermione resopló cansada y miró con tristeza al rubio. Draco ya se estaba acostumbrando a esa mirada.

—Cuando Harry enfrentó a Voldemort —Draco se estremeció—, absorbió una gran cantidad de magia oscura. Aparentemente, después del duelo, expulsó toda esa magia, algo que le ayudó mucho a la hora de vencer a Voldemort —de nuevo ese estremecimiento—. El punto es, que en su cuerpo se albergó una minúscula cantidad de esa magia, que después de un tiempo comenzó a desarrollarse. Al principio los medimagos de San Mungo drenaron esa magia, quitándosela en casi su totalidad, aseguraban que Harry podría tener una vida normal, siempre y cuando asistiera periódicamente a chequeos rutinarios para evitar que de nuevo se desarrollara, pero como nunca pudieron quitársela por completo esta volvía a crecer en su interior, afectando sus órganos vitales. Con el paso de los años, la magia en su cuerpo se desarrollaba mas rápido e iba consumiendo su energía, consumiendo poco a poco su vida. Los medimagos sospechaban que Voldemort usó un hechizo oscuro que debió alcanzar a Harry, todos estos años nos la pasamos buscando algún hechizo que se asemejara a los síntomas que presentaba pero fue en vano, no hallamos nada.

Draco entrecerró los ojos al sentir de nuevo el picor de las lágrimas amenazando con salir.

¿Por qué Harry no le había pedido ayuda?, aunque no le hubiera servido de mucho su ayuda, al menos se hubiera quedado a su lado hasta el último momento.

—¿Algo más que deba saber? —preguntó solo por romper el silencio en que se habían quedado.

—Antes de morir —pronunció Hermione, ya con unas cuantas lágrimas resbalando por sus mejillas—, me entregó la carta, dijo que te amaba mucho y que le alegraba saber que habías logrado todos tus propósitos.

Draco sintió como si una piedra se atorara en su garganta, pero resistió con fuerza, las ganas de llorar frente a Granger. Asintió desviando un poco la mirada, parecía que la castaña se había percatado del dolor que estaba por desbordarse de los ojos del rubio. Se levantó lentamente y se dirigió a la salida.

No hubo despedidas, ni palabras de consuelo, ninguno de los dos lo necesitaba, ninguno de los dos lo deseaba.

—Gracias— susurró la chica mientras caminaba por la calle—, gracias por haber amado a Harry.

Once años después…

El aire de la tarde golpeaba el pálido y fino  rostro, su suave cabello se agitaba, golpeando su frente de vez en cuando y tapando su ojo derecho.

—Papá —exclamó el pequeño Scorpius— ¿Qué estamos haciendo aquí? Me estoy aburriendo.

Draco reprendió con la mirada a su hijo, se acercó a él y lo tomó de la mano.

—Papá, mañana voy a Hogwarts, ya soy un niño grande no me agarres de la mano, no me voy a perder.

—Scorp, compórtate —exigió el mayor—, ven conmigo.

Caminaron por el sendero que llevaba hasta el hermoso jardín.

—Mira Scorpius —dijo Draco, cuando llegaron a su destino—, aquí se encuentra el hombre que salvó a todos los magos y brujas.

Su hijo abrió grande los ojos ante la sorpresa: — ¿Harry Potter, papá? —cuestionó motivado.

—Si —confirmó—, ¿Y sabes qué? —Scorpius lo miró embelesado— Gracias a él, nosotros estamos juntos.

—¿En serio? —su padre asintió—, me alegra que el señor Harry Potter nos haya dado esa oportunidad.

Draco sonrió al escuchar a su hijo, tan inteligente y vivaz, muy distinto a lo que había sido él. Scorpius se alejó, recorriendo el bello jardín que -a un año de la muerte de Harry- había crecido. La misteriosa forma en que había aparecido hizo que muchos sugirieron que era por el poder del cuerpo que yacía enterrado.

—Ese es mi hijo Scorpius —susurró, se sentó sobre la lápida, y jugó con los pastos que creían alrededor—, mañana se irá a Hogwarts. Estoy seguro de que será un gran Slytherin, un chico justo y sobre todo independiente. Estoy muy orgulloso de él.

«Lo hice bien, ¿Cierto? —miró a su hijo—; logré cumplir con todos mis deberes de Malfoy: Hice crecer la fortuna, recuperé nuestro estatus social y tengo un bellísimo hijo, que es mi todo.

Draco sacó la carta que hace once años Hermione Granger le había entregado. ¿Cuántas veces la había leído?, ya no lo recordaba.

Con un movimiento de varita la quemó, dejando que el viento se llevara las cenizas. Una vez más recordó las palabras de Harry, las que siempre llevaría en su corazón:

Querido Dragón:

Te preguntarás porque no te dije la verdad, la respuesta es sencilla, soy egoísta y demasiado Gryffindor para permitir que tú, el amor de mi vida, sufriera a mi lado.

Has sufrido demasiado, tanto que no merecías pasar por algo tan doloroso, como es el verme de esta manera. Es que si me vieras, estoy seguro de que te horrorizarías, efectivamente, me veo horrible y no quiero dejar de gustarte. Prefiero que me recuerdes como lo que fui, como el hombre que un día entró a una tienda de chocolates buscando  complacer a su prometida y terminó encontrando a la persona que llevaba años buscando.

Quiero pedirte una sola cosa: Por lo que más quieras, no dejes de hacer chocolates, gracias a ellos tuve el placer de enamorarme de la persona más hermosa que el mundo pudo llegar a tener (me alegra ser uno de los pocos que tienen el honor de conocerte tal como eres).

Debo confesarte un secreto, nadie sabe esto, ni siquiera Hermione y Ron, pero pienso que tú debes saberlo. Recordarás que un día me preguntaste en qué momento me enamoré de ti. Pues bien, aquí te confieso el motivo y la forma en que me conquistaste: 
Recuerdo que estábamos en el quinto curso, era día de San Valentín y como muchas de mis noches en Hogwarts, me escapé de la torre de Gryffindor para ir a dar una vuelta. Por cuestiones que no vienen al caso mencionar, terminé merodeando muy cerca de las mazmorras, entonces me topé con Pansy Párkinson, esa loca me acorraló y me pidió que la besara (Si, no te sorprendas)  ¿Cómo es que saliste con ella?, realmente era bastante extraña, bueno, volviendo al tema; obviamente me negué, pero ella no me dejaba ir, estuvimos discutiendo por mucho tiempo hasta que Párkinson sacó un chocolate de su bolsa.

Yo la miré con incredulidad, no tenía idea de qué pretendía con mostrarme aquello y con una sonrisa latina, me lo ofreció a cambio de dejarme besar, ¿Qué hubieras hecho tú si te aseguraban que ese era el chocolate más exquisito del mundo?, al principio no lo creí, pero ella se veía tan sincera y yo, también soy debió al chocolate, lo sabes bien, así que acepté el trato. Yo tomé el chocolate y ella me besó, para serte sincero, no importó, ni me importa ahora, lo que realmente fue importante es que, cuando llegué al dormitorio, cerré las cortinas de mi cama y lo probé en la oscuridad de la habitación.

Pansy Párkinson tenía razón, ese era el chocolate más delicioso jamás probado antes. Me quedé con ganas de más y al siguiente día me las ingenié para acorralarla y exigirle que me dijera de dónde había sacado ese manjar. Me costó mucho convencerla para que me soltara la información, y me sorprendí mucho cuando supe que tú eras el mágico ser que creó esa maravilla.

No había más chocolates, no volvería a probar uno igual, pero mi corazón quedó flechado. Es que solo un ser tan especial como tú puede crear esa maravilla. Te amé desde entonces, verte llorar y cuando no me reconociste en la mansión solo fortalecieron el amor que ya sentía por ti.

Por eso y más quiero que seas feliz Draco Malfoy, sabes que te adoro y hasta el último momento de mi vida pensaré en ti.

Te amo, gracias por darme la oportunidad de enseñarme lo que significa amar y ser amado.

Harry Potter

—Gracias a ti Harry —susurró al viento.

Scorpius ya se encontraba sentado junto a él, le sonrió con ternura y él correspondió la bella sonrisa con un abrazo lleno de cariño.

FIN 


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