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Chocolat Doré por Solecitoyanass

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Notas del capitulo:

Este es el primer capítulo de esta historia, espero que les guste.

Después de que el gran héroe del mundo mágico "Harry Potter" matara al señor oscuro, los mortífagos que quedaron fueron llevados a juicio para dictaminar su castigo por los crímenes cometidos. Todos debían esperar a que llegara su turno de ser juzgados y como temían que algunos quisieran huir antes de que llegara el suyo, a todos los encerraron en Azkaban.

El tiempo en esa horrible prisión fue larga, pues la lista de los que serían juzgados era extensa. Cuando al fin llegó el turno de la familia Malfoy, sintieron un ligero alivio, no estaban seguros si serían liberados como lo habían hecho con algunos otros, serían devueltos a la prisión o aún peor, ser condenados a muerte; muy en el fondo sabían que serían sentenciados a cadena perpetua.

Los juicios eran largos y humillantes, no se tenía ninguna consideración con los ex mortífagos, y Draco, aún recordaba lo tortuoso y amargo que había sido ese momento. Después de idas y venidas, muchos argumentos en contra y muchos insultos, por fin se dictaminó su sentencia.

Lucius Malfoy fue sentenciado a 10 años en la prisión de Azkaban, por los múltiples asesinatos que había cometido, Narcissa y Draco Malfoy, corrieron mejor suerte, a ellos simplemente les prohibieron volver a hacer uso de la magia, igual por 10 años.

Cuando la audiencia escuchó los castigos designados estuvieron en desacuerdo, todos consideraban que al menos Lucius merecía ser sentenciado a muerte y el resto de los Malfoy debían pudrirse en Azkaban. Fue ahí cuando supieron que alguien había declarado a su favor, les habían informado que una persona anónima explicó como ellos habían colaborado con el bien (específicamente con Harry Potter) y que, sin su ayuda, tal vez el resultado de la guerra sería distinto.

Después de una triste y dolorosa despedida, llevaron a Lucius a su celda y el resto de los Malfoy fueron liberados. Todo parecía ir bien, aún sin su magia se las podrían arreglar para sobre llevar su vida, sin embargo, parte de la sentencia era que no podrían hacer uso de sus bienes, hasta que se decidiera lo contrario.

"No te preocupes madre, lo arreglaremos" fueron las palabras que Draco le ofreció a Narcissa con la intensión de aliviar su preocupación. Pero al igual que él, ella era una Slytherin y sabía que no podrían hacer nada sin dinero y sin magia, además todos los repudiaban, a dónde quiera que fueran siempre eran vistos de manera desagradable y no se libraban de uno que otro insulto.

Lo intentaron, si que lo intentaron, buscaron la ayuda de algunos amigos de su padre; así fue como descubrieron que en realidad no eran sus amigos, pues cuando iban a visitarlos, ellos se negaban a recibirlos o les decían que ellos no tendrían relaciones con ex mortífagos. También intentaron buscar empleo, pero de igual manera fueron rechazados en todas partes.
Fue así que después de mucho intentar decidieron ir al mundo Muggle y empezar una nueva vida. Era lo ideal, un lugar dónde nadie los conociera, dónde no se usaba magia y, sobre todo, dónde por fin se sentirían libres.

Fue su amigo, Blaise Zabini, quien tuvo la brillante idea. El chico había salido bien librado de todas las consecuencias de la guerra, ya que al no tener la marca del señor tenebroso y al no haber participado directamente en sus planes había sido absuelto inmediatamente, por lo que aún contaba con buena reputación y con su fortuna.

—No tienes de qué preocupare, yo te daré el dinero que necesitas —Le había dicho a su amigo de la infancia. Era bien sabido, desde sus días de escuela, que el italiano le tenía gran estima, indudablemente haría cualquier cosa por el chico, por quien consideraba su mejor amigo. Era cierto que no pudo hacer mucho por él cuando fue recluido en Azkaban en espera de su sentencia y tampoco lo había podido ayudar, aun cuando contrató a los mejores abogados para que apoyaran a su amigo. Sin embargo, esta vez podía hacer algo por él y no dudó en apoyarlo.

— Blaise, no seas así —Draco lo miraba con tristeza— no necesito que me des dinero para sobrevivir, ya veré que hago.

— Ni hablar —respondió su amigo— yo quiero ayudarte, déjame hacerlo.

— Es que no se me hace justo que lo hagas, al menos no de esa forma.

— ¿De qué forma? —Preguntó el italiano con una mirada picara, Draco estaba muy consciente de que su amigo siempre hacía esos gestos cuando se aferraba a una idea y que nadie podría hacerlo cambiar de opinión.

— No te hagas el gracioso —bromeó el rubio— sabes de qué estoy hablando.

— Vamos Draco, sólo quiero ayudarte, es más, te haré una propuesta, si no la aceptas entonces no insistiré más.

— Está bien, dime de qué se trata.

— Bueno... —titubeó—, que tal si te hago un préstamo y cuando tengas el dinero me lo devuelves. Es más, si quieres te cobro intereses —esta vez le lanzó una sonrisa cálida.

Draco se sonrojó un poco; si bien, los sentimientos de Blaise eran únicamente de amistad, sus gestos y algunas palabras que le dedicaba lo hacían sentir algo raro en el pecho, y es que jamás le había parecido desagradable, por el contrario, le parecía bastante atractivo y de no ser por qué su corazón ya pertenecía a otra persona, seguramente en este momento serían una pareja.

— ¿Entonces? Qué me dices —formuló el italiano al no obtener respuesta de su amigo.

— Claro que sí, acepto —el rubio asentía con una sonrisa sincera.

—Sabes,  habría sido todo más sencillo si de inicio hubieras aceptado mi propuesta de matrimonio —lo dijo a modo de broma, pero también con el fin de perturbar un poco a Draco, sabía de las preferencias de su amigo y el que de cierta forma se sentía atraído por él, por eso le gustaba molestarlo.

— No bromees con eso Blaise —esta vez estaba más sonrojado— alguien como tú no tiene futuro con un ex mortífago como yo, tú mereces a alguien especial —Mencionó en forma sarcástica, con la intención de seguirle el juego a Zabini.

— Pero yo te quiero a ti —hacía pucheros y miraba provocativamente al rubio. Draco solo sonrió y retomó el tema del préstamo.

Después de ese agradable encuentro con su ex compañero y mejor amigo, preparó todo para poder ir al mundo muggle y comenzar una nueva vida. Con el dinero que su amigo le prestó compró una pequeña casa, no era ni un poco cercano a lo que era la mansión, pero no le desagradaba y también era innecesario. El barrio dónde se encontraba la casa también era agradable.

Tiempo después de instalarse en la nueva casa con su madre, puso en marcha su proyecto. La idea había surgido de él; al no tener estudios muggles la única opción que tenía era montar un negocio. Al principio le fue difícil decidir qué hacer, pues lo único que sabía hacer bien era lo relacionado a las pociones, sin embargo, un día recordó que en sus días en Hogwarts hizo un estupendo chocolate, a todos sus amigos les había encantado y siempre le pedían que hiciera más, pero él se había negado porque su padre le dijo que esas acciones eran vergonzosas, -¿Cómo un Malfoy se pondría a cocinar chocolate?- Ahora, que su padre estaba lejos, podía hacer uso de sus habilidades culinarias.

Después de un año de arreglos, Draco al fin pudo instalar su Chocolatería, ofrecía una gran variedad de chocolates, que en menos de un año tuvieron gran éxito entre los no magos, y es que cómo le había dicho Zabini, esos chocolates eran los más deliciosos del mundo.

Por otro lado, Blaise era el que los mantenía informados de lo que ocurría en el mundo mágico; al haber huido del desagradable trato que les daban decidieron no volver a pisar ese lugar. Una de las primeras malas noticias que les llevó fue que desafortunadamente Lucius había sido victima del beso del dementor, al final los deseos del resto de los magos se había vuelto realidad. ¡Cómo le había dolido a Narcissa escuchar que el gran amor de su vida había muerto! Blaise se hizo cargo de todo lo relacionado al funeral, después de todo no quería hacer sufrir a Draco, pero tenía que darle la noticia de su padre, y sufrió mucho al ver cómo su amigo lloró desoladamente. Claro que lo consoló con un fuerte y cálido abrazo, pero sabía que eso no era suficiente para calmar su dolor.

Un año después de la muerte de Lucius se enteró que sus bienes habían sido donados al Ministerio, con el pretexto de que lo usarían para la reconstrucción del mundo mágico y como compensación de todo el daño que habían hecho. Eso fue un gran golpe para los Malfoy, pues la perdida de la mansión representaba la perdida de todo su legado. Blaise no pudo hacer nada por ellos pues cuando el ministerio confiscaba los bienes de los ex mortífagos, era como si pasaran a ser de su pertenencia. Obvio con la restricción de que pasado el tiempo de permanencia lo devolverían a sus legítimos dueños. Todo era un descarado y bien elaborado plan del ministerio para disponer del dinero de las ex poderosas familias.

—No me importa el dinero —el rubio miraba a su amigo con lagrimas en los ojos— lo que me duele un poco es no haber podido recuperar la mansión, para nosotros es nuestro legado, ahí se encuentra la historia de nuestra familia.

— Lo sé, Draco —Blaise acariciaba suavemente la mejilla de su amigo, como intentando secar sus lágrimas y reconfortarlo al mismo tiempo.

— Gracias amigo, te debo mucho —suspiró profundo antes de comenzar a secarse sus lágrimas.

— No me agradezcas, no pude hacer nada... —fue interrumpido por el rubio.

— Claro que sí, me ayudaste a establecerme aquí. Sin ti no imagino que sería de madre y de mí.
Blaise sonrió, le gustaba tener a Draco Malfoy de esa manera, no porque disfrutara de verlo sufrir, era más bien que le agradaba que el chico se refugiara en él y mostrara sus sentimientos, los reales. Era extraño para el italiano, se negó muchas veces a pensar de esa manera, le aterraba el pensar que lo que ahora sentía era más que una simple amistad.

Así pasaron los años, Draco prácticamente se había olvidado de mundo mágico, además había aprendido a convivir con los muggles, su prohibición de uso de la magia le llevó incluso a sentirse un poco como ellos, "solo un poco". Su vida era tranquila y sin restricciones, se sentía feliz ahora que por fin su chocolatería había dado los frutos esperados, su madre había superado la muerte de su padre, además de que juntos superaron la perdida de Malfoy Manor, todo iba bien para el hermoso rubio, todo hasta ese día. Ese día en que a su tienda entró la persona que menos esperaba ver, de hecho, en esos años no había vuelto a pensar ni una sola vez en ese hombre, pero cuando sus miradas se cruzaron un mundo de pensamientos y sentimientos volvieron a su ser cómo 10 años atrás.

Fue una sensación extraña, cómo si su corazón hubiera de tenido el tiempo el día que dejó el mundo mágico y ahora que se reencontraba con su antiguo némesis reanudaba la marcha.

—Malfoy —escuchó decir. Su compañero de escuela, el chico que le hizo rabiar más de una vez, esa persona que lo detestaba tanto, la persona que había creído olvidar, estaba frente a él, igual de apuesto y sexy cómo la primera vez que lo vio. No, no era igual, ahora era tan hombre, que si no estuviera consiente de que era odiado por él, le habría saltado inmediatamente para devorarlo a besos.

— ¿Potter? —preguntó después de salir de su ensoñación, bueno, no completamente, por un momento sintió que aquello sólo era un espejismo, una visión del pasado que desafortunadamente no había podido dejar atrás.

— ¿Qué haces aquí? —fue lo siguiente que escuchó decir. Su voz, sus ojos, sus labios, todo en él le ponía el corazón como loco, pero no se dejaría llevar tan fácilmente, después de todo, Harry Potter también le había recordado su orgullo, después de todo era un Malfoy, y un Malfoy jamás se doblega ante sus sentimientos.

— Qué pregunta tan tonta Potter, por lo visto los años no te han dado ni un poco de inteligencia —respondió en tono arrogante.

— Y a ti ni un poco de humildad —se defendió.

— Es cierto, un Malfoy siempre será un Malfoy —Harry quiso decir algo, pero el rubio no se lo permitió—. Esto es a lo que me he estado dedicando después de la guerra —Draco no perdía su tono seguro y arrogante.

—Bueno, pues me alegro —el moreno le dirigió una ligera sonrisa.

— ¿Es así? —preguntó más para sí.

—Por supuesto que si —esta vez la sonrisa fue más amplia— Sabes... —se acercó al mostrador—, yo todo este tiempo estuve...

En ese momento se escuchó la campanilla de la entrada y una hermosa mujer entró a la tienda. Su cabello era largo y castaño, llevaba un abrigo color beige y una boina café. Se acercó al moreno y lo abrazó con cariño.

Draco desvió inmediatamente la mirada, de nuevo sintió ese dolor que no había experimentado desde hace ya bastante tiempo, de hecho, desde que era niño. Ese dolor cuando su mano no fue estrechada. Qué idiota se sintió al darse cuenta de que nada había cambiado, aún era ese niño débil del que tanto se había avergonzado su padre.

—Amor, ¿Ya elegiste los chocolates que le obsequiaremos a mis padres? —preguntó la chica.

— No, bueno yo... —no lo dejó terminar.

— Mira, estos se ven deliciosos —aseguró la castaña— ¿Cuáles nos recomienda señor? —ahora se dirigió a Draco.

Era momento de usar sus fabulosas habilidades, las de fingir ser lo que no eres.

—Bueno... estoy seguro de que a sus padres les encantaran estos —su rostro mostró una amplia sonrisa— Fondant de Menta, que como su nombre lo dice, es un chocolate relleno de delicioso y cremoso Fondant de Menta. El chocolate por su parte, tiene un sabor ligero y al combinarse estos dos ingredientes experimentará un sabor inexplicable —Draco decidió concentrarse en atender a la chica y por ningún momento quiso mirar a Harry, por eso no pudo darse cuenta cómo lo miraba el héroe, con ojos de anhelo, de un fuerte e inconsciente anhelo.

Cuando al fin los chocolates estuvieron bien envueltos, la joven castaña se despidió y jaló a su prometido a la salida, antes de abrir la puerta, Harry le pidió que la esperara afuera. Ella se extrañó un poco por la petición, pero no renegó, cuando la vio salir regresó al mostrador y se acercó a Draco, esta vez el rubio sintió que su corazón se le saldría del pecho.

—Draco —¿Le habló por su nombre? ¿Quién rayos se creía ese mestizo de cuarta?— Todo este tiempo... —de nuevo se escuchó la campanilla de la puerta, esta vez no era la castaña quién entraba, si no un apuesto y elegante italiano con una sonrisa de oreja a oreja, que, al momento de ver a Potter, se borró instantáneamente.

—Blaise —por fin pudo respirar el rubio— ¡Qué sorpresa!

El italiano pasó del saludo para posar la vista en los ojos verdes— Potter —pronunció sin recelo.

—Zabini —contestó el moreno—, bueno, me voy —dijo al fin.

— Adiós, Potter —despidió Draco, de verdad que deseaba con todo su ser que esa fuera la despedida. Después de todo aún cuando faltaba poco para que su sentencia terminara no pensaba volver al mundo mágico, así que esperaba no volverlo a ver nunca más.

Harry no volteó a verlo, únicamente hizo un par de movimientos con su mano a forma de despedida.

Draco sonrió a su amigo, pero Zabini ya lo conocía bastante bien y estaba muy consciente del impacto que ese suceso había tenido para el rubio, así que prefirió no decir nada, aunque de igual manera lo hizo porque él se sentía igual que Draco, con el corazón destrozado por saber que el amor que comenzaba a surgir jamás sería correspondido.

Notas finales:

Gracias por leer...


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