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¡Pobre! por jotaceh

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Notas del fanfic:

Hola chicos!!

Espero que estén muy bien y que todos sus sueños se estén cumpliendo.

Hoy comenzamos una nueva historia, espero puedan darle una oportunidad y les guste. La haré con mucho cariño para ustedes :D

 

Nos leemos!!

Día 1: Pobre Pablo

 

Tuve que correr al salir de clases. Recorrí las calles del pueblo sin tomarle mucha importancia al tráfico. Ay, a quién engaño, si en El Sauce no hay ni autos. La cuestión es que mi mamá me llamó muy afligida, lloraba como Magdalena, que necesitaba de mi compañía porque estaba muy triste. Y como la quiero mucho, me preocupé y sin despedirme de mis compañeros, partí mi rumbo hasta nuestra casa. 

Abrí la reja de enfrente, corrí por el patio adornado por bellas rosas blancas y aquellos arbustos con formas de delfín. Pasé al lado de la gran pileta ubicada en medio, antes de subir los escalones que dan a la entrada de la casa, aquella puerta de madera maciza que más parece el ingreso a un castillo medieval. Ingresé a la mansión donde vivo, recorrí el salón decorado por la gran lámpara de lágrimas que cuelga en lo más alto del techo y las amplias alfombras persas de poderosos rojos y delicados amarillo. 

Y claro, fui directo a la habitación de mi mamá, esa que comparte conmigo al lado de la cocina, porque la casa puede ser muy lujosa y grande, pero nuestra no es, porque soy solo el hijo de la nana, el pobre muchacho de escuela pública, ropa de liquidación, celular de hace dos generaciones y mamá un poco zafada que más parece una niña que una adulta.

-Arturo me cortó por Whatsapp, ¿puedes creer que después de todo el tiempo que estuvimos juntos me dejó así no más? -lloraba Carmen, tendida en su cama, mientras abrazaba el peluche que le regaló su papá cuando era un niña (Hace más de treinta años).

-Mamá, lo conociste por Tinder hace una semana. Eso no es mucho tiempo-

-¿Cómo que no? Es mucho en esta época, especialmente porque rechacé a otros tres chicos-

-¿Chicos? Solo te gustan ancianos, ese tal Arturo tenía cincuenta y siete-

-Pero aparentaba mucho menos... Unos cincuenta y cinco o cincuenta y cuatro-

Al parecer no iba muy bien mi idea de consolarla, así es que mejor me quedé callado y la abracé fuerte. ¿Qué más podía hacer? Si es alguien con más de cuarenta años, pero se comporta como una niña de diez.

-Ay Pablo, espero que cuando tengas novia no seas tan tarado como todos los otros hombres- dijo finalmente, secándose las lágrimas.

No dije nada y es que, aunque muchos ya se han dado cuenta, mi mamá no sabe que soy gay. O sea, tampoco es que esté tan definido, porque solo tengo quince, pero hasta el momento nunca me ha gustado una chica. Eso me hace homosexual ¿no? 

-Cariño, me falta limpiar los baños del segundo piso. ¿Podrías ayudarme con eso? -como siempre, por andar de despistada con sus noviecitos, Carmen olvidó hacer su trabajo, que es limpiar y cocinar.

-Está bien, me cambio de ropa y subo- ¿qué más podía hacer? Si es mi mamá y tengo que ayudarla.

Me saqué el uniforme y me coloqué ropa de casa. Tomé la escoba, el cloro, un paño, la mopa y el balde, con los cuales subí hasta la planta de arriba y me dirigí hasta el primer baño, ese que pertenece al hijo mayor de los Eguiguren.

Supongo que al ver a Rafael me di cuenta que algo raro pasaba conmigo. No es la persona más agradable del mundo, es engreído y altanero, suele burlarse de mí por ser pobre, pero sin embargo, es la persona más linda que he visto en mi vida. Es como uno de esos angelitos que hay en la iglesia donde voy a misa. Es todo rubio, con la nariz respingada, alto como si fuera un hombre grande, su voz es bastante grave para tener apenas diecisiete años y tiene una manzana prominente, no es relevante, pero me gusta que se le mueva de arriba hacia abajo cuando habla. 

Entré hasta su habitación, esa que suele estar siempre desordenada, con la ropa interior en el suelo, la cama deshecha y restos de comida en el escritorio. Otra vez se le olvidó limpiar las piezas a doña Carmen.

Tuve que dejar los utensilios de limpieza a un lado y comenzar a limpiar el cuarto antes que el susodicho llegara de clases. Así es que me puse a ordenar y lo primero que tomé del suelo fueron unos bóxer que había dejado tirados. 

¡Madre mía! Al tenerlos en mis manos no pude dejar de pensar que en esa tela estuvo su cosita, y ay, me dieron unos pequeños calores. Intenté no pensar mucho en eso, aunque me fue inevitable. ¿Cómo tendrá el pene Rafael? ¿Será grande? No ven, por eso creo que soy gay, porque en vez de fantasear con la ropa de su mamá, no dejo de pensar en el pene del muchacho. ¿Y a qué sabrá?

-¿Te vas a hacer una paja oliendo mi bóxer? -

¡Mierda! El rubio llegó justo cuando contemplaba su ropa interior, y con toda su maldad, comenzó a burlarse.

-Estoy haciendo el aseo -fue todo lo que dije, antes de agarrar otras prendas y meterlas en el canasto de la ropa sucia.

-¿Vienes a limpiar el baño? Está asqueroso, espero que lo dejes bien limpio, porque en la tarde viene mi novia -

Y sí, el muy engendro tiene pareja. Una chica igual de rubia, pálida, rica y engreída que él. Son tal para cual, como si el mismísimo demonio los hubiera juntado.

Me demoré dos hora en limpiar el segundo piso y cuando ya había terminado, me encontré con mi mejor amiga.

Los Eguiguren, los dueños de la casa, tienen dos hijos. El desagradable, pero apuesto, hijo mayor y la segunda, de la cual nunca hablan y pareciera que les da vergüenza.

-Pablo, ¿cómo estás? Acabo de llegar del colegio, ¿puedes creer que me regañaron por estar viendo videos en clases? Fue horrible. Mira, te cuento. Estaba viendo el programa de ayer de Inkigayo, porque quería ver a NCT127. Todo bien, pero mi profesora quería que hiciéramos la prueba. ¿Cómo iba a hacerla si solo quería ver a Jisung? Él es mucho más importante, pero ella no entiende eso. Mira, te cuento. Para mí, él es el hombre más guapo que he visto en mi vida, es tierno, amable, gentil y muy guapo. Su sonrisa me mata. Y mira, te cuento. Al final, la maestra me quitó el celular y me obligó a hacer el examen. Vieja malvada, me hizo sentir muy mal, no me pude concentrar, así es que preferí salir de la clase. Ella se enojó mucho más y llamó al inspector, porque supuestamente había salido muy agresiva, pero ¿cómo no iba a estar enojada? - 

Olivia tiene mi misma edad, pero siempre ha sido distinta. Ambos nos hemos criado juntos y es que mi mamá siempre ha trabajado aquí. Al principio, solo era una niña muy callada, no habló sino hasta los cinco años y después de muchas terapias especiales. En ese momento le diagnosticaron Asperger, dentro del espectro autista. Sus papás se desmoronaron, porque en este pueblo tan pequeño en el que vivimos, ella siempre será conocida como la rara y eso, para alguien tan conocido como su papá, era una maldición. Quizás por eso me cae tan bien, porque al final ambos somos distintos y la gente nos mira extraño a ambos.

Creo que de todo el mundo, soy el único con quien Olivia se siente cómoda y es que solo conmigo habla como si fuera un papagayo. Una vez escuché que la gente con asperger siempre encuentra un tema en particular, y el de ella creo que está influenciado por mi gusto por la música. A ambos nos gusta mucho el kpop y por eso, hablamos durante horas sobre nuestros cantantes y grupos favoritos. Supongo que soy su único amigo, y ella para mí, es mi mejor compañía. Mi vida no sería igual si no la tuviera a mi lado.

-A mi también me gusta Jisung, creo que tenemos el mismo gusto. Aunque también creo que estoy enamorado de Sehun de EXO. Es tan guapo, que me encanta -comentaba con mi amiga mientras veíamos vídeos en su computador, ambos recostados en su cama.

-¿Tan guapo? Hijo, ¿te gustan los hombres?-

Mierda, justo cuando conversaba de lo más bien con Olivia, apareció Carmen de pronto. Que mi mamá me escuchó diciendo que me gustan los hombres. ¿Y ahora qué hago? ¿Cómo le explico?

 

 


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