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Everything Stays por SadTea

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Capítulo 2. Memorias

Cuando despertó pudo sentir la temperatura cálida de alguien a su lado. Despabiló un poco el sueño que tenía, dio un gran y largo bostezo y miró a la dirección de la persona con la que había dormido ese día. El cabello miel del italiano que ahora recordaba de golpe lo impactó, ¿Acaso había dormido con ese niño?

Antes de que pudiera recopilar toda la memoria en sí, los orbes castaños le detuvieron, estos le inspeccionaban feroces mientras una sonrisa ligera se posaba en el rostro juvenil que aquel muchacho poseía.

- Por fin despierta - un impacto aún mayor poseyó a Aquil, quien no podía atar las cosas a cómo se habían desarrollado, aquel estudiante lo había besado, él le golpeó y salió corriendo del lugar, se desmayó en algún sitio perdido entre aquellas calles y olvidó por completo lo que le siguió a aquello - Le encontré tirado en un parque cercano a casa y le traje hasta aquí.

Los ojos de Aquil bajaron sus tonos preocupados, no era tan malo como creía, pero joder ¿Qué carajos pensaba cuando simplemente corrió sin rumbo como un idiota? Suspiró cansado y sintiendo sus piernas adoloridas después del recorrido anterior divisó sus ropas, aún estaban en orden y posición que él las había dejado, aquello le calmó por completo.

- Gracias - ahora él era el que parecía un adolescente disculpándose de forma penosa. Tomó impulso y se levantó por fin de la suave cama en la que había dormido, hacía bastante que no se despreocupada tanto en una cama, pues su habitación y recamara siempre se encontraba entre vasos, libros, papeles y plumas, esa comodidad le agradó; seguido de otro bostezo divisó el reloj de su muñeca, aún era temprano para su primera clase.

- De nada - otra sonrisa radiante se posó en el rostro juvenil, sin embargo, esta vez Aquil había contestado aquello sin un rechazo.

- Supongo que te debo una - el docente se arregló un poco la ropa y dirigió a la puerta de salida, pero la voz del menor lo detuvo.

- Podría quedarse a desayunar y la cuenta estará saldada - Aquil lo miró confuso.

- ¿Quieres que te prepare el desayuno? - la voz y tono con el que había preguntado aquello el mayor dejó un poco de gracia en las facciones en Piero.

- Pensaba prepararlo yo, pero, si es gustoso de hacerlo sería buena idea - Ricci estaba vacilando a su mayor, no obstante, este afirmó con serenidad y espero a que el adolescente se arreglara.

Cuando todo estuvo en orden en la recámara ambas figuras bajaron las escaleras de los que parecía una pequeña y antigua casa, aún había alfombras del siglo pasado y los marcos desgastados que estaban colgados mostraban historias antiguas que se habían vivido en aquellas paredes.

- ¿Tus padres no se molestarán por esto? - Aquil había olvidado por completo que aquel muchacho aún no tenía la suficiente edad para sustentarse solo y si estaban en una casa así seguro que la familia completa se encontraba dentro.

- No creo que se enteren - la actitud fría de Piero dejó pensando a Aquil por unos momentos, tal vez no vivían juntos - Mi madre tiene otra familia y mi padre ha estado trabajando por el turno nocturno durante bastante tiempo, ahora solo está mi abuela en casa.

- Hice una afirmación indebida, lo siento - el docente había sentido a la perfección la corriente fría que las palabras de Ricci soltaron, era como viento ártico atacando con indiferencia las palabras dañinas de los demás, se sintió herido solo de pensar eso.

- No hay problema.

Lo que faltó del camino a la cocina se vivió en un silencio incómodo que nadie podía avivar. El resto de la casa fue más alegre, detrás de la cocina se encontraba un pequeño jardín sustentable de donde la familia del italiano tomaba condimentos frescos para las pocas comidas que se hacían ahí. Aún con ello la vista y tranquilidad que se vivía en el lugar era lo suficientemente grato como para apreciar el amor que residían.

- Entonces se lo encargo profesor - Ricci había salido de la habitación dejando a Aquil en medio de todo, eso significaba que él era el encargado del desayuno y como tal daría lo mejor para saldar los problemas que le había causado en poco tiempo al niño.

Se movió de aquí a allá revisando con cuidado los anaqueles donde se guardaban los ingredientes y pensando que tal vez sería bueno hacer un desayuno americano frió varios huevos, cortó pequeñas lonchas de jamón y dividiendo la grasa de la carne empezó con el segundo paso juntando así ambas comidas, agregó sal al gusto, condimentó con pimienta y dejó el primer plato listo. Seguido de ello sacó varias rebanadas de pan del envoltorio sellado, preparó otro sartén y agregó mantequilla como aderezo dejando en punto de evaporación el pan y la grasa.

Por último, preparo la mesa dejando la comida y más aderezos sobre ella, solo faltaría algo que beber, ¿Tomaría café aquel italiano?, La puerta abriéndose de nuevo distrajo sus pensamientos.

- ¿Y quién es aquel lindo muchacho? - la voz adulta y dulce de la abuela de Ricci hizo que Aquil volteara por completo a la dirección donde ahora veía a su estudiante y su cuidadora juntos.

- Es un amigo - la paciencia y cariño con lo que había dicho aquello golpeó al investigador.

- ¿Y cuál era tu nombre, cariño? - espera ¿Le había preguntado el nombre a su propio nieto?, Aquil ya no sabía que decir o pensar.

- Piero, Piero Ricci - una sonrisa cálida y dolida cambio la radiante cara del italiano.

Después de una ligera y agradable presentación múltiple el desayuno empezó, Aquil ahora se alegraba de no haber preparado café pues la Ricci mayor prefería por mucho el jugo a la amarga sustancia que le daba vida. Ni siquiera necesitaba preguntar respecto a lo que había pasado, la situación se contaba sola, pero aún seguía apenado y confuso con el estudiante que le había salvado, vivir aquello debía de ser bastante jodido a su parecer y se quería disculpar tanto por todo que no sabía en concreto como hacerlo. La hora de marcha llegó después de que la cocina volviera a estar limpia y una de las cuidadoras que el padre de Piero pagaba llegarán a atender a su abuela.

- Nos vemos después Catherine - Ricci se despedía de aquel indefenso ser con tersidad, como si decir una palabra incorrecta mandará todo a un pozo sin fondo. 

- Por supuesto cariño.

- Fue un gusto conocerle Catherine, espero poder desayunar de nuevo con usted pronto - Aquil era un maldito, pero no un insensible.

- El gusto será mío Aquiles - Piero río ligero por aquello, pero el investigador dejó una suave caricia en las manos de la mayor, enternecido con las palabras de la Ricci mayor sonrió alegre y apenado, mierda las lágrimas le fluirían en cualquier momento.

El camino a Saint Urssane fue raro, Aquil estaba sumergido en sus pensamientos, ¿Cómo era que Piero soportaba aquello?, Recordó la antigua y cómoda casa, divisó los marcos y las fotografías felices, rememoró su pensamiento, las paredes que guardaban todas las memorias alegres y tristes, los marcos que desgastados por el tiempo remarcaban el crecimiento y lo mejor de la vida de aquella familia, los pisos llenos de zancadas audaces y tontas, el gran y viejo jardín que había vivido y marchitado como los pedazos que ahora era la familia de Piero, todo había sido guardado entre memorias pérdidas que Catherine ya no sabía dónde había dejado, una vida entera era olvidada sin problemas, pero ¿Cuántas vidas realmente fueron afectadas?.

Parpadeó, Piero lo estaba abrazando y aquello le hubiera incomodado, pero no le importaron las miradas a su dirección o los murmullos absurdos que escuchó de muchas féminas

¿A eso se le podía llamar vivir?, ¿Acaso vida era ver como los árboles crecían y desojaban, era sentir el albor cada mañana sabiendo que todo lo que vives va a olvidarse al siguiente día, era esforzarte continuamente en sonreír viendo como la gente a tu alrededor moría y olvidaba, era vivir en un pasado ambiguo o en un futuro repetido que no llegaría a nada, era correr sabiendo que tu casa estaría vacía, era ser olvidado por la persona que más te importaba, era estar vacío y fingir que todo estaba bien? Si es que alguna era si, entonces Aquil se sentía vivo y muerto a partes iguales, pero en esa situación prefería morir a seguir pensando que todo iba a mejorar.

El metro paró en la línea principal a la escuela, Piero dejó de apretar el cuerpo de su maestro entre sus brazos y borrando las rojeces que parecían nunca desaparecer jaló a Aquil para que bajara en la línea adecuada.

Cuando las campanas de comienzo sonaron el físico yacía sentado en el escritorio principal de las paredes beige, su clase de matemáticas analíticas había comenzado, dado que tenía la mitad de los exámenes revisada y no sabría si esa noche podría dormir, volvió en sí y dio la clase libre para poder realizar también su trabajo, gracias a él las presentaciones y tareas que se les habían acumulado a sus alumnos habían sido terminadas y los exámenes que se entregaron a última minuto dieron en mayoría resultados favorables. Hablaría después de los fallos con los alumnos, pero ahora tenía que correr a las clases de física.

Para su sorpresa la clase estaba fluyendo en su sangre de maravilla y la última explicación que sus alumnos necesitaban para terminar su primer proyecto fue dada, la temática de estática no era tan importante, pero debía ser explicada en la mecánica newtoniana, además era un tema intrigante que a el mismo le fascinaba; pensar en que algo al final nunca se detenía y podía parecer sujeto a la calma, pero ser afectado por innumerables cuestiones que lo mantenía en ese estado era intrigante.

Cuando el tema estuvo comprendido por la mayoría y el pizarrón que estaba abarrotado de ejemplos y dibujos por su cuenta, el suspiro cansado de Aquil resonó suave por sus oídos, tal vez él ahora estaba estático, no podía moverse por la fricción de sus convicciones, tenía el peso gravitacional de la tristeza y  el fracaso, la línea recta que había dejado atrás las pendientes de su vida no parecía distinta a el trazo de una carretera sin rumbo, pero en comparación a la física, él no podía encontrar el flujo de fuerza que eliminara y trabajara en contra de las fuerzas que lo detenían para poder seguir avanzando y pensó ciegamente que tal vez la mejor manera de vivir era aquella, anclado sin sentido en un estado de movimiento que permanecería fijo.

Una vez más la estridente alarma lo sacó de sus espumosos pensamientos, moviéndolo de nuevo a la oficina blanca donde descansaría un poco. La gran ventana a su lado izquierdo hizo que los rayos del sol lo cegaran por algunos momentos, pero cuando su cansada vista pudo divisar lo que estaba detrás del cristal prefirió quedarse por completo sin ojos; Piero lo miraba desde abajo con una sonrisa radiante, señalándole su cubículo y luego la bolsa que estaba en una de sus manos, sin comprenderlo Aquil solo asintió y después de un minuto el menor ya estaba en su escritorio con la amarga sustancia que le faltaba.

­- ¿Por qué has traído café? – Aquil tomó su vaso y sorbió gran cantidad del manjar oscuro.

- En el desayuno no lo tomaste por mi culpa – Ricci estaba bebiendo con cuidado la cocoa caliente que él había conseguido – Supuse que te haría falta.

Una extraña calidez y terror invadieron al docente, era un buen detalle de parte del italiano que se preocupara por una cosa tan básica como su adicción al café y se sintiera culpable al no “dejarlo” tomar la sustancia, pero ¿Cómo carajos sabia aquella persona sobre su adicción si no habían pasado el tiempo suficiente para ello? Aún más preocupante, su vaso contenía la bebida perfecta a su gusto, sin leche, con una cuchara de azúcar y una pizca de crema.  

La cara desconcertada y el pequeño pánico en los ojos del mayor hicieron que Piero viera su error, se podía saber con certeza que él había conseguido de alguna extraña manera la información de Aquil como para saber su gusto exagerado por el café y la manía de sabor exacto que tenía, pero antes de que una palabra de explicación pudiera ser pronunciada dos golpes suaves en la puerta detuvieron el ambiente, la secretaria del director estaba ahí para llevar al físico a la llamada necesaria que el principal había hecho.

Los pasos de Aquil no se hicieron esperar, sin embargo, aunque consternado agradeció al menor por el gesto, después si es que no metía una demanda u orden de alejamiento hablaría con el sobre lo ocurrido.

Lo último que vio Ricci de su profesor fue un gesto con tristeza y desorden, el cabello alborotado por el viento del día y unos ojos perdidos que lo cautivaban por completo; estar en una oficina tan vacía y blanca sin aquella persona lo hacía sentirse perdido. Era abrumador pensar que aquel individuo de cristal soportara estar en un mundo tan complicado y en tanto silencio a lo que cualquiera vivía, la curiosidad sobre la nieve que dejaba a su paso aquel ser se intensificaba demasiado, muchos decían que si lo mirabas de lejos podías ver el aura resplandeciente de un ángel rodearle, otros más bien comentaban que aquella perfección era digna de un vil demonio, pero era complicado saber lo que él sentía.

Las pocas veces que llegaba a admirarlo con detenimiento hacían que su alrededor se callara y una extraña melodía rondara en su cabeza, la vista llegaba a nublársele y distanciarse, se sentía tranquilo, pero también estaba en una tormenta intensa donde la nieve lo cubría todo, las expresiones casi serenas del mayor no dejaban demasiadas huellas, no obstante, también había visto el enfado y la ternura en su cara, dejando el tema aun misterioso y sin rumbo, quería ver por completo el gran repertorio que el físico tenía que mostrar, quería llegar a ver el clímax de una vida tan diferente como la de aquel ser, quería que poseer al contrario.

Una llamada entrante dejó de lado sus pensamientos perdidos, su clase había acabado y ahora necesitaba ir al club con urgencia.

Por su parte Aquil llegaba por fin a la oficina principal, donde ya esperaba un regaño de parte de su superior, porque como se lo esperaba el rumor de el examen de Piero se había extendido veloz, probablemente el director lo convencería de que al chico se le dejara intacto y que no afectarían sus faltas, pero él tenía otra ideología y no permitiría que algo así pasara.

Antes de entrar por la gran puerta tocó la madera dos veces, escuchó la suave afirmación y entro a la gran oficina principal.

- ¿Le puedo servir en algo, director? – Su voz se escuchaba normal, no tendría miedo de un superior.

– Piero presento su prueba sin problemas ¿Cierto? – Una voz grave tomó todo el sonido de la habitación aquella persona parecía peligrosa, pero realmente era más amable de lo que parecía.

– Tomó la prueba, pero no logró contestar por completo el examen, había algunos ejercicios que es mejor entenderlos por clases, así que falló en su afirmación, señor – la sorpresa no se hizo esperar en el rostro pasible del director, quien realmente estaba sorprendido que un físico pudiera manejar adecuadamente al muchacho y lo hubiera vencido en una prueba, había escogido correctamente a aquella persona.

– Entonces póngalo al día y no se escatime ni en cursos o clases privadas – Aquil no supo que decir, sin embargo, volvió en sí y siguió la discusión segundos después.

 – Él no se ha presentado a ninguna clase, es más razonable hacerlo ir para que aprenda de la misma forma que los demás.

La mirada del director dejó su reclamación a medias, no obstante, una risa interesante se escapó de los labios del mayor, dejando ahora sorprendido al docente – Entonces ese será su trabajo, Aquil.

– ¿De qué habla, señor?

– Desde ahora te encargaras de él, serás por completo su tutor – la sonrisa cálida que le siguió a la orden descuadró todo.

– ¿Disculpe? – por fin el tono nervioso se presentó en la voz del físico.

– De aquí en adelante has que Piero Ricci sea el estudiante de honor que era antes – las gafas de Aquil terminaron en el suelo al oír la absurda orden, si Piero había cambiado seria personal y no debería de interesarle a nadie, pero ahí estaba aquel hombre para hacer que otros lo acarrearan al camino que había perdido y estaba seguro que él no podría hacerlo.

Aun con ello en mente no pudo negarse en ningún momento y ahora que estaba fuera de la oficina sería imposible decirle que aquello era tonto, tendría que hablar con Ricci lo antes posible para saber el motivo justo de la situación y la razón del porqué estaba pasando eso.

Notas finales:

Gracias por leer <3

ST.


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