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Sinfonía Agridulce por SebbyPhantomhive

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En el hermoso jardín de una lujosa residencia londinense se veía a un joven caminar junto a una mujer de mediana edad, conversaban amenamente observando las flores que les rodeaban y de otros temas casuales.

—¡Querida tía! —Era el saludo lleno de emoción de Sebastian que interrumpía el  ameno diálogo de la mujer y el joven— ¡Que alegría verte!

Con un dulce beso en la mejilla terminaba de saludarla, Ciel que lo veía hacia un gesto de incomodidad por el repentino y efusivo saludo que observaba.

—Este es mi más amado sobrino, Sebastian
—La mujer amablemente lo presentaba al joven que sería su invitado por unas semanas— Sebastian, este jovencito lindo es Ciel Phantomhive se quedará a hacerme compañia unos días.

—Mucho gusto, joven Phantomhive. —Se acercaba a él sin borrar su sonrisa estrechaba su mano como saludo amable— Espero podamos divertirnos lo que queda de estas vacaciones.

—¿Te vas a quedar aquí?

—Si... —Sonriente le respondía a su duda.

—Jóvenes debo hacer una llamada importante ustedes sigan hablando. Con permiso... —La mujer decía aquello dejándolos en el jardín iba a su residencia.

Un poco malhumorado se notaba a Ciel que caminaba junto a este joven que no dejaba de verlo.

—¿Estás enojado conmigo? ¿Qué te hice hermoso? Usualmente no es la reacción que suelo provocar en alguien que recién conozco. —Tomando su mano detenía su andar, Ciel se volteaba ligeramente para mirarlo fijamente.

—No creas que tus galanteos idiotas van a funcionar conmigo, eso funcionará con otros y otras pero no en mi.

—Vaya que duro eres conmigo... ¿Por qué dices eso?

—Sé muy bien quién eres, qué has hecho, me han advertido con bastante claridad lo que eres Sebastian Michaelis. —Fijamente le hablaba soltándose de su agarre seguía caminando.

—¿Por eso huyes?

—Yo no estoy huyendo

—Si como no... —Le decía con tono socarrón mientras caminaba lento hacia el tomándole de nuevo la mano— ¿Tienes miedo de caer en mi encanto y caer a la vez del alto pedestal en el que tú mismo te has colocado?

Ciel soltaba de nuevo su mano que tanto insistía en agarrar la suya, con el ceño fruncido lo miraba fijamente le irritaba tanto esa sonrisa cínica.

—Tengo mis principios ¿Eso te molesta acaso? —Le cuestionaba Ciel con molestia.

—Yo tengo los míos y a ti te molestan...

—Mis principios al menos no lastiman a nadie.

—Si lo hacen... —Hacia un puchero de fingido resentimiento señalándose a si mismo.

—Eres un idiota... No te me acerques.

Le sentenciaba con firmeza mientras se alejaba, Sebastian no insistiría en seguirlo le dejaría ganar esta pequeña primera contienda, no podía evitar sonreír por su actitud media berrinchuda. Aunque ahora se preguntaba quién había sido la persona que se encargó de difamarlo tan cruelmente aunque todo eso era verdad le fastidiaba porque ahora sería difícil acercarse a Ciel. Luego de meditarlo y no darse por vencido prematuramente pensó en qué había alguien que podía ayudarlo.

—Hola Grell... Necesito que me ayudes con algo. —Por teléfono hablaba con su amigo pelirrojo.

—¿Necesitas servicios sexuales urgentes?

—No es eso... ¿Tú conoces a William? ¿El chico de la otra ciudad que viene a Londres a practicar fútbol?

—Ah si... Ese chico... Claro que lo conozco. No me digas que piensas quitármelo.

—No... No es mi tipo. —Aclaraba Sebastian— ¿El es amigo cercano de Ciel Phantomhive?

—Creo que si... A veces lo nombra es como su hermanito o algo así. ¿Qué sucede? ¿Quieres hablar con él? Porque esta noche viene a verme.

—¿Es tu amante de turno?

—Algo así cuando viene a la ciudad soy su amante gay, porque el pobrecito no ha salido del closet y no quiere que su familia y amigos sepan lo que es.

Sebastian sonreía con malicia ante esa aclaración de Grell que confirmaba los hechos para que su plan para acercarse a Ciel empezara. Esa noche apareció de imprevisto en el apartamento del pelirrojo encontrando a los amantes en pleno acto sexual.

—William veo que tienes gustos exquisitos. —Sebastian hablaba mientras se sentaba al filo de la cama donde los amantes se cubrían con las sábanas.

—Gracias por el halago Sebastian. —Coqueto el pelirrojo le agradecía.

—¿Quién eres? ¿Qué haces aquí? —William cuestionaba con molestia mientras buscaba su ropa por la cama.

—Ah no te preocupes tu secreto está a salvo conmigo, solo que para mantener mi boquita cerrada necesito que me hagas un favor.

Con una falsa sonrisa le decía Sebastian aunque internamente le emocionaba el poder manipular con fríaldad a los demás,  William no tenía más opción que aceptar lo que este le propusiera. Así que a la mañana siguiente se lo veía caminar por un parque de la ciudad junto a su querido amigo Ciel.  

—Entonces me dices que todo eso que dicen de Sebastian es mentira.

—Bueno es un poco casanova pero eso no lo hace mala persona, como cualquiera de nosotros desesperadamente busca el amor pero al parecer no lo encuentra, quizás por eso algunos lo malinterpretan.

Ciel no sabía que pensar ahora, su mejor amigo no sería capaz de mentirle, no tenía motivos para eso, afirmar que Sebastian era inocente de tales acusaciones era prácticamente un acercamiento a él y arriesgarse a caer en sus encantos.

—Sabes que no te mentiría eres como un hermano para mi, nos conocemos desde pequeños ¿No?

El joven sentía su mano acariciar de forma juguetona su cabello, su amigo no le engañaría así que le daría una oportunidad a Sebastian tampoco podía juzgarlo por lo que alguien más dijera. El  se daría el tiempo de conocerlo y juzgarlo por si mismo.

Mientras tanto en otro lado de la vibrante ciudad londinense Sebastian volvía a su casa para visitar a su hermanastro que como siempre efusivo lo recibía en un abrazo dando así por olvidado su enojo anterior cuando se vieron por última vez.

—Te voy a ayudar en tu proyecto... —Le susurraba al oído.

Extrañado Alois le miraba ante su repentina confirmación, mirándolo a los ojos notaba que estaba molesto.

—¿Por qué lo decidiste? ¿Me amas demasiado?

—No es eso... Al igual que tú es parte de una pequeña venganza.

—¿Qué te hizo a ti el pequeño Finny? —Refiriéndose al joven que antes le enseñó en la foto, expectante esperaba su respuesta.

—No fue precisamente él... Fue su estúpida madre, ella le contó todo de mi a Ciel. La haré pagar por entrometida.

—Ah si que no van bien las cosas con Ciel... —Le insinuaba divertido el rubio mientras lamía su oreja provocando que este se estremeciera— Sabía que no podrías conquistarlo, estaba fuera de tu alcance.

—No he perdido todavía creo que ya resolví la situación con la ayuda de un nuevo amigo. —Sonreía perverso pensando en William que obligó prácticamente a traicionar a su mejor amigo por su objetivo.

—Te prepararé a Finny entonces... Te avisaré cuando esté un poco listo para ti.

Se le separaba Alois ya entusiasmado porque su malicioso plan al fin daría inicio, se prestaba a llamarlo para invitarlo a almorzar minutos después volvía con Sebastian que concentrado escribía en su diario.

—De nuevo escribiendo en tu "diario" eso es de mujeres.

—Solo me gusta escribir lo que pasa en mi vida, ¿Eso solo debe limitarse a las mujeres?

—Déjame leerlo siempre he tenido  curiosidad de lo que escribes ¿Estaré yo en una de esas páginas?

Sebastian sonriendo cerraba su diario y lo escondía entre sus ropas, negándole esta petición porque ese diario era su mayor tesoro ahí estaban registradas sus perversas historias y nadie tenía derecho a leerlas.

—Iré a ver a Ciel... Deseame suerte.

Se despedía este mientras se alejaba del rubio que con un puchero se cruzaba de brazos, pues le enojaba tanto que alguien diera negativa a sus peticiones pero ya quería que Sebastian terminara su apuesta porque sea lo que sea que sucediera el saldría ganando.

......


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