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***Como las Olas del Mar*** por Kikyome

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Capítulo 11:                  “Depredadores de las Profundidades”   

Había pasado casi una semana desde el viaje a las montañas, y sin contar una que otra visita acordada entre Fausto y Nícolas, no había pasado nada fuera de lo normal.

Claro no mencionando que cada vez que Nícolas le dirigía la palabra a Esteban este se sonrojaba de manera tonta e infantil, cosa que Níco no había notado, pero Fausto sí, y estaba temiendo que en algún momento el sentido común de su hermanito se dejara vencer por los sentimientos que estaba seguro, crecían dentro de él al ver a Nícolas, y eso era algo que no iba a permitir, especialmente sabiendo que Nícolas le correspondía de aquella manera tan genuina y tan inocente, quería ser él quien recibiera esa clase de atención.

 

Fausto pensaba seriamente en como resolver ciertos asuntos de su interés mientras tomaba un baño caliente.

-Fausto ya me voy, no te vallas a quedar dormido como cuando éramos niños- Le gritó burlonamente Esteban desde la puerta, vestido nítidamente con su uniforme policial y con su gorra bajo el brazo esperando una respuesta malhumorada de su querido hermano.

-Gracioso- Fue lo único que quiso dejar oír a su hermano, ya que no estaba de humor para recordar alguna otra anécdota de su niñez.

Con satisfacción oyó la puerta cerrarse, volvió a relajarse buscando a tientas el jabón, cuando lo hubo alcanzado comenzó a restregar su cuerpo desdeñosamente, se sentía frustrado porque la noche anterior Níco le había pedido suspender sus encuentros por un tiempo, le dolía mucho el cuerpo y su madre estaba a punto de percatarse de aquellas marcas tan sensuales que a él le gustaba dejar sobre su pequeño. Él no tuvo opción más que aceptar, pero estaba más que seguro de que detrás había otro motivo, había notado también que cuando salían los tres Nícolas siempre iba junto a su hermano y evitaba todos los roces accidentales que él buscaba, ¿Sería a caso? No, no era posible.

  

-Esteban hola- Se escuchaba la voz de Níco desde el balcón.

-Hola Níco, oye adivina ¿Qué?- Le preguntó animadamente Esteban.

-Hmm, no sé ¿Qué?- Contesto el pequeño con otra pregunta.

-Te das por vencido demasiado rápido, así no es divertido, además si no eres perseverante con lo que deseas nunca conquistarás el mundo Nícolas- Le dijo Esteban de manera entretenida.

-No quiero conquistar el mundo, solo quiero conquistar a esa persona que significa el mundo para mí- Fue la contestación de Nícolas, quien se dedicó a clavar su mirada en los ojos verdes de Esteban que le miraban juguetonamente, pero que después de un silencio un tanto largo comenzaron a moverse nerviosos, fue entonces que sonrió de manera adorable para Esteban y bajó del balcón, saltó hasta la rama de un árbol cercano y cayó justo al lado de Esteban quién aún parecía nervioso por aquella respuesta.

-¿A qué viene eso Níco?- Preguntó Esteban mirando la fachada de la casa, el balcón, el árbol, cualquier cosa para no chocarse con aquella mirada que sin querer le turbaba tanto.

-Pues a qué va a ser Esteban, encontré a mi persona especial- Dijo feliz, con una sonrisa resplandeciente mientras le miraba de aquella manera indescifrable, o más bien sería ¿que él no quería descifrarla?

 

-Y dime ¿Quién es? ¿La conozco?- Trató de mostrarse feliz por la noticia, “¿tratar?” ¡No! él estaba feliz, ¿verdad?

 

“La” ¿Por qué asumía que era una LA? Ah, es verdad, era lo “correcto”, lo “normal” y jamás debería ni podría ser de otra forma.

Níco bajó la cabeza, y dio media vuelta para volver al interior de la posada, dejando a un desconcertado Esteban en la puerta.

 

-Nícolas- ¿Qué te está pasando? Preguntó para sí mismo Esteban mientras evadía preguntas en su cabeza, a las que no quería dar contestación. -Espera- El joven de ojos verdes decidió olvidar por un momento aquellas voces confusas en su mente y sencillamente seguir sus impulsos. Así que en segundos le dio alcance a Nícolas justo cuando este había subido los primeros escalones.

-¿Qué quieres?- Preguntó Nícolas con el ánimo por los suelos.

-No te respondí la adivinanza- Dijo Esteban acomodando un mechón castaño rebelde que insistía en tapar su visión colocándose a propósito delante de sus ojos. Nícolas solo lo contempló y casi por inercia levantó su mano para volver a colocar el mechón de cabello detrás de la oreja de Esteban, rozando “accidentalmente” todo lo que pudo hasta acariciar suavemente desde la parte de atrás del oído hasta el cuello y luego descender por el pecho hasta que se detuvo muy cerca del corazón, al que sintió palpitar muy fuerte y de manera ridículamente  acelerada, un rubor cruzó sus mejillas y levanto la inocente mirada hacia un incrédulo Esteban, quien solo había dejado sus labios entreabiertos para poder seguir respirando, llevaba en su mirada esmeralda escrita la inexperiencia y la duda de querer hacer algo y no saber si debe o puede, Níco lo vio tan cerca y tan lejos que no pudo resistirlo, entrecerró los ojos y levantó el rostro en dirección de aquel joven que había despertado en él un sentimiento diferente, extraño en comparación a lo que conocía, no era deseo o pasión, no quería sentirle dentro de él como a Fausto, quería sentirle junto a él, acurrucado en su abrazo, fusionado con su piel, oler el perfume de su amor y saborear sus labios, era tierno y fuerte al mismo tiempo, lograba quitarle el sueño de manera reconfortante, nada comparado con Fausto o con Mike.

 

Los ojos verdes de Esteban no sabían si el cerebro les estaba jugando una broma muy pesada, como lo habían hecho en esos últimos días, sintió una tremenda desesperación por acercarse y rozar sus labios con los jóvenes y delicados, una sensación familiar desde hace una semana, quería rodearle con sus brazos, sentir el pequeño cuerpo tan cerca oír su corazón latir con reservada calma, calma que él no había tenido desde que Nícolas volvió de la montaña, sintió por un momento que las fuerzas le abandonaban, y tuvo que sujetarse de lo primero que tuvo a mano, solo que no contaba con que eso sería precisamente el cuerpo de Nícolas, acercándolo sin quererlo concientemente hacia él, y ahora podía verlo más cerca, aquel rostro tan apacible, sus ojos negros cerrados su brillante cabello negro, sintió una fuerza desconocida que le empujaba cerca y más cerca, trató de resistirse planteándose mentalmente una y mil excusas que su cerebro escuchaba y debatía pero que su cuerpo no se daba ni por enterado ya que hacía un buen tiempo había recortado considerablemente la distancia entre ambos rostros y ahora estaban tan cerca que no solo podían sentir la respiración del otro sino que podían rozar accidentalmente la piel del rostro.

Ahí fue cuando el cuerpo de Esteban decidió tomar un descanso y dejarle la decisión final al corazón.

 

-Es...teban- Murmuró Nícolas dejando escapar de su boca un delicioso aroma que dejó embobado al de mirada esmeralda, tanto así que lo único que atinó a hacer fue juntar sus labios con los del niño de cabellera azabache, en un inocente beso que aunque quiso dar más de sí no tuvo la oportunidad ya que el retumbar de una puerta abriéndose sobre sus cabezas los asustó a tal punto de encontrarse ambos con la espalda contra la pared, mirándose de frente y fatigados como si hubieran llegado de una maratón, solo entonces Esteban pareció entender lo que había sucedido, miró avergonzado a Níco quien solo supo esquivar la mirada que pensó reprochadora, pero que si hubiera tenido el valor de enfrentar, hubiera encontrado tan confundida como la de él.

-¿Hermano estás ahí?- Preguntó la somnolienta voz de Fausto.

El corazón de Níco amenazó con huir de su pecho.

-Sí Fausto aquí estoy, acabo de llegar, ¿Por qué?- Contestó lo más calmado que pudo Esteban sin despegar la mirada del niño quien seguía desviando sus ojos.

-¿Qué haces ahí? ¿Por qué no subes?- Preguntó aún medio dormido Fausto.

-Estaba hablando con Níco- Respondió inocentemente el joven de cabellos castaños claros, él no sabía que eso le acarrearía problemas a Níco, en verdad no sabía lo que acababa de decir.

-¿Níco? Yo pensé que estaba de compras con su madre.- Respondió un tanto desconcertado pero sin sonar molesto.

-Lo que pasa es que me aburrí y como en el camino nos encontramos con Esteban decidí regresarme con él- Se excusó Nícolas al recordar que como Esteban iba a salir y su madre también de seguro Fausto querría estar con él, así que le había dicho que su mamá quería comprarle algo de ropa y que por eso no había podido negarse a ir con ella.

-Mmmm ya veo, pero mejor suban y conversamos todos juntos- invitó mientras volvía a entrar al departamento.

Ambos jóvenes se miraron, aunque el primero en subir fue Nícolas por miedo a que Fausto pensara alguna cosa que no era ¿o sí? No vale la pena pensarlo ahora.

 

Esteban no había comprendido el por qué de aquella mentira, era verdad que él se había chocado con la mamá de Nícolas pero, ella le dijo que él se había sentido mal y que por eso prefirió quedarse en casa, pero Fausto en cambio parecía ni tener idea de que Níco estaba ahí, y por la mentira de Nícolas él tampoco quería que su hermano supiera, no podía delatar a Nícolas, pero la duda estaba ahí y su curiosidad le llevaría a descubrir aquel secreto.

-Fausto, hable con la mamá de Nícolas hoy y me dijo que no había problema con que Níco viniera con nosotros esta semana- Comentó animadamente Esteban al entrar al departamento, su hermano parecía estar lavándose la cara, seguramente aún tenía la cruda de la fiesta de anoche.

-¿En serio?- Preguntó entusiasmado Nícolas.

-Oye ¿Cómo es que no lo sabías? Se supone que tú estabas ahí ¿o no?- Preguntó suspicazmente Fausto haciendo acto de aparición en la sala.

-Lo que pasa es que Nícolas se estaba probando algo de ropa cuando yo llegué, así que ni si quiera me había percatado de que él estaba ahí, para cuando él salió yo ya había obtenido el permiso- Cubrió acertadamente Esteban, Nícolas suspiró de tranquilidad internamente.

-Así que eso pasó, bueno entonces hay que celebrarlo en grande esta noche, ¿Qué te parece Níco, hermano?- Preguntó Fausto de buen humor mientras los abrazaba confianzudamente.

-Por mi no hay problema mañana tengo guardia en la tarde, así que no necesito despertarme temprano.

-Yo tengo que preguntarle a mi mamá-

-Nícolas ya volví- Se oyó el grito de su madre, a lo que Nícolas salio corriendo como alma que lleva el diablo por miedo a que su mamá dijera algo que no debía.

-Vaya, ni si quiera se despidió, si que tenía prisa por ver a su madre, supongo que la extrañaba, después de todo aún es solo un niño indefenso- Comentó Fausto con todo el ánimo de hundir a su hermano, Fausto no era tonto, había visto toda la conversación, desde que su hermano había llegado “solo” hasta que Nico había comenzadoe Nico visto toda laconversacitonto, hab que la extrañaba, despue su mam a charlar con él, así que si su pequeño creía que podía jugar doble le enseñaría que con Fausto Johns nadie juega, aprovecharía esta semana lejos de la madre de Nícolas y haría algo loco y desesperado si era necesario.

 

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-Buenas noches- Saludó Esteban de manera cortes pero no muy hogareña, de algún modo se había convertido en otra persona.

-Hola, gracias por venir, pasa por favor- Invitó Karla olvidando todo lo que había escuchado y lo que le faltaba por escuchar.

-Gracias, con permiso- Se adentró en la casa pasando junto a Nícolas como si fuera cualquier persona, debía ser así, por su propio bien y el de su hermano.

 

Cuando todos estuvieron sentados de manera que Esteban quedó frente a Nícolas y el resto a los costados.

-Esta visita es oficial y no personal- Aclaró de manera fría.

-Lo entiendo- Respondió de la misma manera Nícolas, sabía que ese no era momento para sentimentalismos, sin importar lo que su corazón le gritara, no podía, no ahora, tal vez...

-¿Y a qué debemos el honor de su visita oficial?- preguntó Luis.

-Como es de conocimiento de todos, el joven Rick Chan fue atacado violentamente por mi (se detuvo y cerró los ojos para darse fuerzas y continuar) ...Fausto Johns, me temo que él ya salió de la cárcel, creemos que pueda volver a tratar de atacarlo e incluso asesinarlo, hemos sabido de algunas muertes desde que él salio de prisión, pero no tenemos pruebas suficientes como para levantar cargos en su contra, por eso quise venir a advertirles que puede estar rondando cerca del hospital y que tengan mucho cuidado- Aquello último lo dijo en dirección de Karla que era la hermana de Rick.

-Gracias por tomarse la molestia de venir a estas horas tan poco usuales para advertirme de algo tan grave- Karla no sabía si ser sarcástica o dejarlo pasar, lo que si sabia era que su mejor amigo estaba sufriendo por culpa de ese sujeto que aun no sabía porque no se atrevía a admitir que quería estar junto a Níco, se le notaba a leguas.

-Yo...lo siento...no pensé que estuviera ocupada...la verdad es que...-

-No se disculpe, pero si no le molesta respóndame una cosa, ¿Por qué cree que los asesinatos los cometió ese sujeto?- Preguntó Dilan.

-Por el “modus operandi” mi departamento viene siguiendo a Fausto desde hace 5 años por todo el país, sabíamos cual era su blanco, pero pensamos que si nosotros de alguna manera hacíamos contacto con Nícolas él lo encontraría, como supongo que ya sabrán, él fue uno de los oficiales más importantes de la fuerza hasta que...-

Un silencio sepulcral se extendió por toda la habitación, hasta que el móvil de Alejandro sonó a lo que este dio un brinco y dejó la habitación para contestar la llamada.

-Bueno, espero que se cuiden, Fausto es muy peligroso, si lo llegasen a encontrar por favor llámenme, este es el número de mi móvil y el de mi oficina, no traten de hacerse los héroes ni de cobrar cuentas con sus propias manos, no queremos más heridos y una cosa más...- Antes de que pudiera advertirles Alejandro entró corriendo, casi tan blanco como una hoja.

-¿Qué te pasa Alejandro? ¿Quién era?- Preguntó Fransua.

-Era mi hermana, me dijo que no la esperara para desayunar porque había conseguido a un tipo súper guapo, me lo describió, creo que es Fausto- Dijo tratando de calmarse mientras revolvía el closet en busca de su abrigo y sus cosas.

-¿Por qué crees que es Fausto?- Se adelantó a inquirir Esteban.

-No solo por la descripción física, mi hermana hoy tenía que cuidar a un paciente en coma, Rick, mi hermana me dijo que este sujeto estaba buscando su habitación pero que no sabía como se llamaba, sin embargo dijo ser quien llamó a la ambulancia cuando vio el accidente en el parque- Terminó por explicar mientras salía de la casa y subía a su auto ignorando las súplicas de Fransua para que no fuera o que por lo menos la dejara ir con él.

-¿Y eso que tiene Alejandro?  Puede ser otra persona- Defendió Joy.

-No entiendes imbécil, el que llamó a la policía y a la ambulancia fui yo- Antes de poner en marcha el carro Esteban ya había subido a su auto y puesto en marcha, Joy y Damián subieron a la parte de atrás mientras que Luis se sentó en el puesto del co piloto.

-Esperen, yo también quiero ir- pidió Nícolas casi desesperado.

-Es mejor que no Níco, que tal si te ve y no podemos ayudarte como la ves anterior- Recordó Damián.

-Sí Níco, ya ves que somos unos completos inútiles- Corroboró Luis con una sonrisa.

-“Somos” es mucha gente- Se quejó Alejandro.

-Habla por ti mismo- Se defendió Joy.

-Alguien debe quedarse con Karla y las chicas, nosotros estaremos bien, no se preocupen- Tranquilizó Damián.

-Ya váyanse o se les va a escapar- Alentó de buena gana Karla, mientras sujetaba del brazo a Níco para que no volviera a lanzarse en frente del carro.

 Las chicas y Níco vieron el carro alejarse y todos miraron a Karla mientras seguía haciéndoles de la mano.

-¿Estás loca? ¿Cómo los dejaste ir? ¿Y si los matan?- Fransua estaba desesperada.

-Debiste dejarme ir con ellos- Dijo Nícolas.

-¿Para que te mataran también?- Recriminó Dilan.

-No es justo que solo ellos vallan- Se quejó Elena.

-Es cierto, por eso...-Karla comenzó a caminar hacia la parte trasera de su casa donde todos vieron asombrados un vehículo 4x4.

-Karla... ¿de donde lo sacaste?- Preguntó Níco asombrado como el resto de sus amigas.

-No es mío, es de Rick, se supone que se lo iban a dar para su cumpleaños, pero como ocurrió lo del parque mi mamá decidió venderlo, sin embargo...eso no significa que no podamos subirnos y dar un paseo hasta el hospital- Terminó de sugerir inocentemente, todos se miraron las caras y en un segundo estuvieron dentro del carro.

 

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-Wuauu...que bonito-

-¿Es la primera vez que vienes aquí Nícolas?- Preguntó Esteban.

-Si, la verdad desde que vinimos a este país solo he visitado la ciudad capital, que es donde viviremos mi mamá y yo y el pueblo, nunca había venido a esta ciudad, es muy bonita y grande- Dijo Níco sin despegar su mirada azabache de la ventana del taxi.

 

Habían viajado unas 3 horas para bajar de las montañas y ahora se dirigían a casa de la familia Johns, su madre le había dado tantos consejos acerca de que se cuidara que prácticamente se le olvidó todo lo que había aprendido en esos 13 años, pero al subir al bus los olvidó todos, excepto el que decía que siempre debía permanecer junto a Esteban, y aunque no se lo hubiera dicho lo habría hecho igual, aunque sabía que eventualmente tendría que pasar tiempo con Fausto, durante el viaje había estado muy callado, incluso cuando él le había preguntado como eran sus padres se dio la vuelta y dijo que estaba cansado y que lo despertaran cuando llegaran a la ciudad.

 

-Bien Níco, llegamos, esta es la casa donde Fausto y yo crecimos, nuestro padre es un tanto mmm ¿Cómo explicarlo? un tanto indiferente, es decir no es como nuestra madre, ella se ocupa de cada detalle a veces es insoportable- Dijo Esteban tratando de no sonar como un mal hijo.

-Igual a mi madre- Apoyó Níco sonriendo mientras bajaba del taxi y esperaba a que Fausto pagara el viaje para caminar a su lado, sin embargo Fausto se adelantó dejando a ambos atrás.

 

Esteban observó a Nico caminar cabizbajo y mirar de vez en cuando a Fausto.

-No te preocupes Nicolas, está nervioso, a el no le gusta visitar a nuestros padres, nuestra madre es demasiado cariñosa y nuestro padre siempre encuentra algún defecto en él, a pesar de la condecoración me parece que Fausto siente que nuestro padre no está totalmente orgulloso de él...verás, tal como Fausto y como yo nuestro padre también fue policía, pero no solo eso, fue uno de los oficiales más condecorados de toda la fuerza y alcanzó el rango de General, le dolió mucho cuando llegó el momento de retirarse y pasaba un tanto amargado en casa, nosotros digamos que decidimos voluntariamente seguir sus pasos- Esteban rió al recordar como su padre lo había arrastrado literalmente a enlistarlo en la policía cuando le había confesado que quería ser pintor.

-Ya veo, al menos aun tienes a tu padre con vida- Dijo melancólicamente Nico.

-No te pongas así, no te lo conté para que te sintieras mal, mira la señora que está en la puerta es nuestra madre- Esteban señaló a una mujer de unos 45 años de cabello castaño oscuro y hermosos ojos verdes como los de Esteban, la mujer parecía algo ocupada examinando cada parte visible de su hijo mayor quien luchaba por no dejarse llevar por la exasperación.

-¡Dios! ¿Quién es este niño tan lindo?- Preguntó al ver a Nícolas acercarse junto a Esteban. –Es tan lindo, cute, schön, bello, kawai et joli- terminó de decir dejando a Níco con la boca abierta mientras seguía acariciando el cabello negro.

-Olvidé mencionarlo...pero mi madre es políglota, solía ser maestra de idiomas en la universidad hasta que nos tuvo y se dedicó de lleno a ser ama de casa y madre de dos niños- Aclaró Esteban a un sorprendido Nícolas.

-Esteban corazón...estás tan flaco... ¿acaso nunca comes? pobre de ti te deben estar explotando en ese pueblo, entra y te prepararé algo delicioso de comer- invitó la adorable señora mientras pinchaba las costillas de Esteban para ver si le sentía los huesos, mientras que Fausto hacia tiempo ya que había dejado la feliz escena y había entrado para buscar algo de beber.

-Yo soy la señora Johns, madre de Fausto y Esteban, pero tu puedes decirme Miriam corazón- Le decía la madre de Esteban mientras los acompañaba al interior de la casa sin despegar su vista de Nícolas.

-¿Quién es este niño?- Se oyó la pregunta retumbar por toda la casa, era el padre de Esteban que había bajado a la estancia al escuchar el alboroto que hacía su mujer.

-Mira cariño, ¿alguna vez habías visto a un niño tan adorable?- Preguntó la mujer sin siquiera intimidarse un poco por el seño fruncido de su esposo mientras empujaba a un nervioso Nícolas.

-Hmp- Fue todo lo que se escuchó por parte del señor, quien siguió su camino a la cocina donde intuía estaba su hijo mayor.

-¡Valla modales Edgard! En fin no le hagas caso, dime tu nombre pequeño-

-Me llamo Nícolas señora Miriam-Contestó Níco tratando de no parecer molesto por las caricias de la mujer.

-¡Nícolas! que bello nombre, disculpa los modales de mi esposo, él suele ponerse así cuando Fausto nos visita, verás es su más grande orgullo o mejor dicho, mi esposo siempre se vio reflejado en Fausto por eso quiere que llegue a ser más grande que él y como Fausto no ha sido ascendido de oficial mi esposo comienza a exasperarse- Explicó la mujer con una sonrisa.

-Mamá no te parece que deberías hablar menos- Cuestionó Esteban.

-No, claro que no, después de todo es la verdad, además si este pequeño se va a quedar aquí y va a escuchar los gritos de tu padre lo menos que puedo hacer es explicarle a que se debe todo, y por ultimo, Esteban Johns soy tu madre no tu hermana, así que no repliques de mis acciones, yo haré lo que me parezca más conveniente, ¿entendido?- Los apacibles ojos verdes de la mujer ahora relucían como si fueran a destellar y a eliminar a Esteban de la faz de la tierra.

-Si madre, no es para que te pongas así tampoco- Aceptó un poco intimidado Esteban, eran raras las ocasiones en que su madre le miraba de aquella manera y aunque ya era bastante mayor aun le producía escalofríos sin duda alguna esa mujer había hecho un buen trabajo criándolo.

-Buen chico, vamos a la cocina y te daré una galleta- ofreció la madre sonriendo mientras revolvía el cabello de su pequeño, que irónicamente ya era algo más alto que ella.

-Estaba fingiendo- Dijo Esteban entre dientes.

-Mochiron desu ja, ja, ja- Rió encantadoramente al ver la cara de fastidio de su pequeño al saberse engañado.

-¿mochiron desu?- repitió confundido Níco.

-Eso significa "por supuesto", uno de los idiomas favoritos de mi madre es el japonés, yo sé algunas palabras porque me pareció demasiado complicado aprenderlo por completo, sin embargo Fausto lo habla y lo escribe muy bien, por eso casi siempre lo eligen para misiones especiales, él al igual que mamá es políglota, ella le enseñó todo lo que sabe y se esmeró en que lo perfeccionara eso le ayudó mucho al entrar a la policía- Comentó Esteban mientras caminaban detrás de Miriam quien movía animadamente un cucharón de madera.

-Eso es cierto, mi Fausto sabe además de español, que es su lengua natal, inglés, francés, italiano, alemán, japonés y portugués, es decir una lengua más de las que yo domino, estoy orgullosa de él- Dijo de manera sentimental observando un retrato de Fausto cuando tendría unos 13 años y recibiendo un diploma, se veía bastante serio, a decir verdad, Níco había estado observando desde que entró a la casa todas las fotos en que aparecían los hermanos y hasta ahora Fausto aparecía en todas ellas serio y hasta podría decirse que un poco amargado.

 

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-Pues bien aquí termina tu camino junto a mi Níco- Dijo en tono siniestro Fausto y de un solo tirón desconectó el respirador de Rick, dio unos cuantos pasos atrás y observó detenidamente como se aceleraban las palpitaciones y como el joven cuerpo comenzaba a moverse, una sonrisa apareció en su rostro.

-Dios ¿Qué sucede aquí?- La enfermera había entrado de manera tan repentina que Fausto no tuvo tiempo a reaccionar antes de que ella volviera a conectar el respirador y todo volviera lentamente a la calma.

-Yo...no sé que pasó comenzó a moverse y me asusté tanto que no supe que hacer- Se defendió Fausto con la expresión más inocente que pudo.

-Si claro...a mí más bien me pareció que estaba disfrutando de la situación...Fausto Johns- Declaró triunfante la enfermera quien había sido alertada por su hermano de la identidad del visitante misterioso.

-Ahora mismo llamaré a la policía- Segura de que había derrotado a Fausto caminó hasta el teléfono en la habitación y marco a seguridad del hospital, pero antes de que pudiera hablar Fausto le arrancho el auricular y cubrió su boca con facilidad mientras colgaba el teléfono.

-Pobre enfermera estúpida, no se como descubriste quien soy, pero eso fue un grave error...ahora no solo tendré que ocuparme de este mocoso si no también de ti...es una lástima porque eres bonita...aunque no eres mi tipo a mi me gustan más como este chico- La rubia podía perfectamente sentir el aliento de Fausto en su rostro y ahora comprendía por que su hermano le había dicho que llamara a la policía y se alejara de él.

 

Con rudeza torció ambos brazos de la rubia y la amarró con una venda que encontró en la habitación, claro que primero la amordazó bien para que no hiciera escándalo

 

-Bien, ahora manos a la obra, la verdad no esperaba esta clase de contratiempos pero siempre me he jactado de ser un hombre que sabe manejar los imprevistos- Habló de manera cortés hacia sus dos rehenes, mientras colocaba una mano en su mentón y comenzaba a planificar la forma de salir de ahí sin ser descubierto mientras llevaba una enfermera a cuestas...o tal vez sería mejor...ja si eso era lo que haría...valla que era brillante.

 

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-Fausto- llamó la atención aquella voz masculina que aunque un tanto deteriorada por el tiempo seguía infundiendo respeto y autoridad.

-Padre- respondió Fausto con respeto sin dejar de beber jugo del cartón mientras cerraba de un golpe la puerta de la nevera.

El seño fruncido del hombre adoptó una actitud aun más seria. –Así que una condecoración, me imagino que debes sentirte orgulloso- Continuó mientras tomaba un vaso de uno de los estantes y lo colocaba en frente de su hijo para luego arrebatarle el cartón con el líquido y verter un poco en él para luego dejarlo nuevamente en la nevera.

-Cuando quieras tomar jugo, hazlo en un vaso, me parece que tu madre te lo repitió muchas veces mientras estuviste a su cuidado ¿o me equivoco?- Preguntó el hombre tomando asiento frente a su hijo y tomaba el vaso con el líquido para beber de él.

-Lo siento padre, lo recordaré la próxima vez que venga a tu casa, y sí estoy bastante orgulloso por “mis logros”- Diciendo aquello ultimo con un poco más de fuerza y un tono mordaz.

 

-Ya veo...pues te felicito, yo también debo decir que me enorgullezco de ti...hijo...- Los ojos un tanto leñosos por la edad denotaban mucha sinceridad, no dejaban de ser bastante fríos y atemorizantes.

 

-¿Lo dices en serio papá?- Se atrevió a dudar Fausto cambiando totalmente su expresión fría que era casi idéntica a la de su padre por una más sorprendida y relajada.

 

-Claro que lo dice en serio amor, tu padre y yo siempre estaremos muy orgullosos de ti- su madre le sonreía desde la entrada de la cocina donde había preferido permanecer con su hermano y con Nico para evitar accidentes innecesarios.

 

-Eso es cierto...siempre estaré muy orgulloso de tener un hijo que no pasa de ser un oficial de pueblo desconocido...- Se levantó de golpe haciendo un sonido estridente al colocar sus manos sobre la mesa de la cocina y pareció tranquilizarse por un momento y pensar en lo que había dicho, entonces pareció comprender algo. –Lo siento Fausto, ese es Esteban- Miró de reojo a su hijo menor que solo seguía ahí parado junto a su madre y a aquel niño, con esa sonrisa inconsecuente, era una de las cosas que más le molestaba del carácter de Esteban, se parecía a su madre en eso y en muchas otras cosas, se aclaró la garganta y volvió a ver de manera fulminante a su hijo mayor. –Siempre estaré orgulloso de mi hijo el reconocido “oficial” sin mayor logro que unas cuantas medallas que no ameritan que ascienda de puesto- esta vez si que había dado en el clavo.

 

-Pues, te diría que lamento oír eso padre, pero la verdad es que ¡me importa muy poco si estás o no orgulloso de mí! ¡Yo no soy tú! ya es hora de que aceptes ese hecho, y si no puedes aceptar que tu tiempo de servicio ya pasó pues deberías ayudar a las ancianitas a cruzar a la calle he escuchado que también dan medallas por eso...déjame ver...ah si...serías un excelente niño explorador...pero ni siquiera eso...porque ya estás ¡demasiado viejo!- Terminó de recriminar levantándose de la misma forma en la que lo había hecho su padre.

 

-Dios, ¿no pueden dejar de pelear cada vez que se ven?- Preguntó angustiada la mujer mientras planeaba como llegar al tazón de galletas sin ser alcanzada por aquella guerra que se desataba en su cocina o en cualquier parte de la casa cada vez que Fausto venía de visita, hasta cierto punto comprendía a su hijo, es decir, ella se había casado con su padre precisamente por su carácter, algunas veces juraba que era masoquista, pero luego solo reía y seguía asintiendo a las constantes quejas de su marido, a pesar de todos sus defectos la había complacido casi en todo, le había dado un buen hogar, 2 hermosos hijos, y los había criado casi con amor o alguna otra cosa que se le parecía mucho.

 

-Padre, hay visitas- Le recordó Esteban arrepintiéndose de haberlo hecho al segundo de haber terminado de pronunciar las palabras.

 

-¿Y? yo no lo invité ¿Por qué debería importarme?- Fue lo único que contesto antes de seguir la guerra de miradas que había iniciado con su hijo mayor.

 

-Ara, ara- Exclamó Miriam mientras negaba con la cabeza. –Lo siento corazón, en este caos no podré darte la galleta que te prometí, los dos son casi como dos gotas de agua, tienen un carácter de los mil infiernos y a ninguno le gusta bajar la cabeza ante nadie, incluso si se trata de su propio hijo o su padre...en fin... ¿Qué tal si vamos a preparar un cuarto para que pases la noche aquí? ¿Ne?- terminó de invitar la mujer sonriente mientras arrastraba del brazo a Nico sin esperar a la respuesta.

-¡Espera un momento!- Gritaron los dos hombres que dejaron a un lado su pleito al escuchar las palabras de la mujer.

 

-Si ¿What happens?- Respondió extrañada soltando por fin el brazo de Nícolas.

-Él no va a quedarse aquí Miriam, me rehúso-

-Yo también lo desapruebo mamá- Se sumó a la queja Fausto tratando de que no sonara sospechoso.

-¿Doshite?- Preguntó de manera interesante mientras cruzaba sus brazos y miraba de manera burlona a ambos hombres.

-Porque está bajo mi cuidado y el de Esteban, no creo que a su madre le guste saber que lo dejamos dormir lejos de nosotros...es decir...en un lugar donde nosotros no estaremos para vigilarlo- Excusó Fausto un poco nervioso.

-Además Miriam, no quiero niños en esta casa...es mi casa y así lo ordeno yo, así que no hay más discusión-

-Well, well, si mal no recuerdo Edgard, tu y yo nos casamos con bienes mancomunados, eso significa que la mitad de todo lo que tu y yo poseemos es mío, por ende soy libre de invitar a cuantos niños bonitos se me de la gana y la ley me ampara, así que no hay más discusión, y Fausto, cariño, si ese es el único o mejor “pero” que tienes para discutir conmigo deberías tomar unas clases de debate, ¿olvidas que esta casa tiene cuartos de sobra y que ni a mi ni a tu padre nos molestará que duerman aquí?- Sentenció de manera triunfante la mujer sin poder ocultar aquella sonrisa triunfadora.

-Miriam- Advirtió su esposo mientras subía derrotado las escaleras.

-“Edgard”- repitió a manera de burla la mujer sin poder evitar reír por lo bajo.

-Pero mamá, Fausto y yo pensábamos quedarnos en su departamento- Defendió Esteban a quien no le hacía gracia tener que quedarse en casa de sus padres, ni siquiera una noche, los desayunos en esa casa eran mortales.

-Ese lugar es muy pequeño, solo hay dos cuartos, ¿A caso vas a obligar a esta criatura a dormir con ustedes?- Inquirió la mujer cambiando de posición los brazos para ponerlos en sus caderas.

Al escuchar el comentario Esteban no pudo evitar sonrojarse levemente al imaginarse la situación, aunque creyó que había logrado pasar desapercibido, su madre y su hermano lo notaron aunque prefirieron guardar silencio.

-Bueno...yo...- Esteban ya no sabía que decir, ante aquel pensamiento le vinieron también aquellos de lo que había pasado en el pueblo y tratando de olvidar una cosa y otra se le dificultaba pensar en una buena excusa para ese argumento.

-A mi no me molesta en verdad, ya he causado demasiadas molestias pidiéndoles que me trajeran con ellos, no me importaría dormir en cualquier rincón de un departamento- Se atrevió a interrumpir Nícolas.

-Pero que cute que eres amor, ya lo ven...este niño is so sweet, ni hablar se queda aquí así lo quieran o no y punto final, se hace lo que digo- La mujer tomó las maletas de Nícolas y las subió en un santiamén a una de las recamaras para bajar y preguntarle al sorprendido niño si quería ayudarle con la cena.

-Eh...si- Aceptó un poco apenado por aquello, pero al menos así estaría lejos de Fausto con un buen pretexto, aunque tampoco podría estar junto a Esteban.

  

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-Que mujer para más escandalosa- Se quejó Fausto, era la tercera vez que intentaba desconectar el respirador y aquella odiosa mujer tiraba algo al piso para que él no pudiera conseguirlo.

-Si no fuera porque no tengo como amarrarte….y porque no puedo golpearte ya que te necesito conciente para salir de aquí…- Suspiró de manera derrotada para luego golpear a la rubia en la boca del estómago y procurar que se quedara tranquila un segundo….

 

-Esta vez nadie te salvará- Sonrió junto a la cama de Rick mientras acariciaba el rostro dormido, mirando de reojo a la enfermera para asegurarse de que siguiera retorciéndose de dolor en el piso.

-Adiós…tontito- Susurró maliciosamente al oído de Rick mientras desconectaba finalmente el respirador.

Se incorporó para ver como los signos vitales de Rick se alteraban bruscamente hasta que el sonido continuo declaró que había muerto.

-Aquí el único tonto eres tú- Aquella voz forzada, Rick había despertado y había logrado golpearlo tirando el soporte para sueros junto a su cama.

 

Se puso en pie con bastante dificultad, al desconectar el respirador había despertado del coma, pero había estado esperando el momento para actuar, hábilmente se desconectó los sensores y por eso la máquina lo declaró muerto, ahora era el momento para huir lo más lejos posible.

 

Procuró no caer al suelo y llegó hasta donde la enfermera para desatarla, pero perdería demasiado tiempo, así que solo la ayudó a levantarse y trataron de salir de la habitación…sin embargo aquel golpe no le había hecho prácticamente nada a Fausto, solamente sorprenderlo y bastante, por lo que ahora tomaba la pierna de Rick y lo levantaba como si no pesara nada.

-Escapa…yo no importo…pide ayuda- Le gritó Rick de manera desesperada a la enfermera olvidando que estaba amordazada…pero si lograba huir de algo serviría ¿verdad?

-Sin importar cuanto lo intenten…nadie saldrá de aquí…al menos no con vida…me causan demasiados problemas…así que he decidido que deben irse- Lanzó a Rick al rincón haciendo que se golpeara contra los aparatos que habían estado conectados a él y logró atrapar a la rubia antes de que lograra abrir la puerta y la arrojó junto con Rick, sonriendo de manera escalofriante.

 

-Ese sonido- Aquellas eran las sirenas de varias patrullas, estaban rodeando el hospital, ya no había tiempo. Tomó un frasco y lo golpeó contra una mesa para luego sujetar a la rubia y cortar en ambas muñecas, acto seguido regó un poco de alcohol por todo el lugar abrió las cortinas y le prendió fuego al cuarto, colocó de manera brusca a Rick en su hombro y salió del lugar, con aquella distracción le resultaría fácil escapar del lugar, apenas vieran el humo todos correrían y él podría escapar por algún punto descuidado, todo saldría perfecto y ahora tenía un valioso rehén al que intercambiaría por un premio mejor y entonces todo volvería a ser como antes…él y Nícolas…juntos por siempre aunque el mismo mundo estuviera en contra…aunque el propio Nícolas se rehusara…juntos por siempre.

  

Continuará…


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