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***Como las Olas del Mar*** por Kikyome

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Notas del capitulo:

-¡¡Mentiras!!- Sin ningún miramiento desató su ira sobre el rostro del pequeño dejando una marca carmesí en aquella mejilla, al notar las lágrimas caer al suelo, por un segundo recapacitó y quiso consolarle pero de inmediato se retractó de aquello y sólo lo miró con incredulidad.

-¿Cómo te atreves a golpearlo?- Aquella voz era la de su hermano

-Yo…-Sólo hasta entonces Esteban fue capaz de ver la magnitud de todas sus palabras y de lo que ese golpe significaba, quiso enmendarlo sosteniendo por los hombros a Nícolas, pero este al sentir el tacto cálido de aquel hombre al que tanto amaba se soltó de inmediato retrocediendo hasta caer en los brazos protectores del único que EN VERDAD lo amaba, Fausto.

Capítulo 13                  “Atracción marina; la confusión de tu océano” 

Estaba por perder el conocimiento, cada vez que su corazón latía le inundaba de un dolor en todo el pecho, era imposible pensar que eso precisamente le estuviera pasando en ese momento, no había tomado antibióticos ni nada por el estilo como para presentar ese cuadro anafiláctico.

-¿Nico qué te sucede?- La voz en extremo preocupada de Esteban le sorprendió y al mismo tiempo le entristeció al pensar que efectivamente sus temores de que él lo hallase visto con Fausto en aquellas, se hicieran realidad.

-Dios ¿Qué te sucede?- Obviamente Nícolas no le respondió debido a su estado crítico, pero verlo ahí temblando y sentirse tan impotente, en verdad no sabía que hacer, así que sólo supo levantarlo de la mejor manera en brazos tratando de no dejarlo caer, cosa prácticamente imposible ya que las convulsiones eran cada vez peores, y llevarlo dentro para despertar a todos y  haber si alguien lo podía ayudar.

-Esteban honey ¿Qué sucede?- La preocupada voz de la madre de Esteban le recibió poco antes de entrar en la casa.

-No lo sé madre, lo encontré en este estado bajo el sauce.....no sé que pasó antes- Mintió el joven de ojos verdes transparentes, obviamente no iba a decirle que había visto claramente como su hermano conversaba “muy de cerca” con Nico.

-Valla parece ser una reacción alérgica, ¿Sabes qué pudo causarla?- Preguntó inmediatamente la mujer mientras hacía que Esteban colocara a Nico en el sofá e iba por su botiquín para ver si ahí dentro había algo que pudiese ayudar al jovencito.

-No lo sé madre, no lo sé-  Esteban comenzaba a exasperarse.

-Tranquilo, le aplicaré estos antibióticos y con eso lo estabilizaremos hasta poder llamar a una ambulancia- Dijo la mujer mientras se preparaba para aplicar la inyección.

-Eso espero madre-

-¡¡ALTOOO!!-El grito de Fausto ciertamente despertó al general, detuvo las acciones de su madre y casi mata del susto a su hermano. -Nícolas es alérgico  a los antibióticos-

-¿En serio?- Preguntaron al unísono Esteban y su madre sorprendidos por la noticia.

-Y exactamente ¿Cómo es que tu sabes eso hermano?- El tono inquisitorio de su hermano menor lo delataba a millas de distancia, en realidad la pregunta que quería hacer era “¿Cómo es que tú lo sabes y yo no?”

-Pues….fue una de las cosas que me dijo la mamá de Nico antes de venir para acá- Excusó Fausto acercándose con cara de preocupación al pequeño cuerpo que momentos antes hubiese envenenado, valla que reaccionó rápido, tal vez se le pasó la mano.

-¡Ja!- Dejó escapar con toda la ironía del mundo el menor, desde cuando la mamá de Nico le iba a decir algo como eso a Fausto y no a él, él quien era quién más se preocupaba por Nícolas….él que era quién más lo ama….apreciaba…..apreciaba!!

-Bueno, lo que quiero saber ahora es si te dijo también que hacer en estos casos-Interrumpió la disputa amorosa de sus hijos la mujer más preocupada por el pequeño, se ponía cada vez peor, aunque esa reacción por parte de su hijo menor también le preocupaba, esperaba estar equivocada.

-Si, me dio unas inyecciones, las tengo en mi habitación- Concedió Fausto aparentando querer mantener la calma.

-¿Y qué esperas hijito que se muera? ¡Ve a traerlas de inmediato!- Ordenó incrédula la mujer al ver la pasividad con la que su hijo dejaba que el niño sufriera.

-Imbésil- Farfulló por lo bajo Esteban sin dejar de mirar de reojo al pequeño de cabellera negra, estaba demasiado pálido, las convulsiones parecían cesar por momentos y luego volver, era un espectáculo francamente horrible, sentía como si le estrujasen el corazón una y otra vez.

-Cálmate amor, todo saldrá bien….-Dijo en tono conciliador y dulce Miriam mientras abrazaba con ternura y fuerza el pequeño cuerpo que cada vez se ponía más y más frío.

-Aquí están las inyecciones madre- Anunció Fausto mientras bajaba a velocidad moderada.

-Si te demoras un poco más….-Exclamó Esteban en total actitud molesta sin dejar de mirar por la ventana aparentando frialdad ante la situación.

-Basta- Sentenció la mujer, que acto seguido aplicó una de las inyecciones y tras esperar unos minutos vio con agrado que el chico se tranquilizaba.

-Será mejor que duerma conmigo esta noche por si se siente mal- Sugirió hábilmente Fausto ante la sorprendida mirada de su madre y por supuesto la de su hermano, quien se había girado al segundo de escuchar aquella barbaridad.

-¡Claro que no!- Casi gritó Esteban, dejando aún más asombrada a su madre. –Es decir, lo mejor sería que se quedase con…-

-¿Contigo?- Inquirió cruelmente Fausto sin poder disimular una sonrisa malvada al ver la expresión de su hermano, reflejaba vergüenza de tan solo imaginarse solo dios sabe que cosas.

-NOO, con mamá, yo no podría cuidar de él… ¿Por qué sugeriría yo algo así?- Se defendió Esteban sin atreverse a sostenerle la mirada a su hermano y menos a su madre, se sentía demasiado apenado por aquella insinuación, pero no sabía exactamente por qué.

-Basta, es la última vez que los escucho discutir así- Miró de reojo al pobre de Nico, sus labios comenzaban a ponerse azules del frío.  Tomó una frazada bastante gruesa y con ella arropó al niño y le dio un beso en la frente.

-Esteban, llévatelo a tu cuarto y mantenlo caliente, acuéstate muy cerca de él y no lo sueltes por nada- Al ver las caras de sorpresa de sus hijos continuó –Su temperatura está muy baja, no creo que sea suficiente con las mantas, prefiero que reciba también calor corporal, además eso le dará seguridad y se recuperará más pronto, todo es psicológico my dears- Terminó de explicar.

-Pero mamá- Interrumpió Fausto. –Esteban no sabría que hacer con Nico en la cama- Comentó con toda inocencia, claro que su madre y menos Esteban lo tomaron así.

-Oye…-antes de que el menor pudiera defenderse recibió la mirada de advertencia de su madre y sólo tomó a Nícolas en sus brazos  y comenzó a subir las escaleras. –Mamá, pero y ¿Por qué no cuidas tú de Nico?-

-Porque debo hablar seriamente con tu hermano, por eso, en cuanto termine iré por el niño, así que no te duermas- Le guiñó un ojo para tranquilizarlo.

-No creo que nadie pudiera dormirse en tremenda situación- Los comentarios candentes y de doble sentido a la orden del día por cortesía de Fausto, hacer sonrojar a su hermanito era de lo más divertido, aunque en realidad aquel peñisco por parte de su madre le quitaba un poco la gracia al asunto. -Auch- Se quejó.

-Deja de hacer ese tipo de comentarios- Ordenó la mujer haciéndole sentar al mismo tiempo que esperaba escuchar la puerta del cuarto de su hijo menor cerrarse para poder hablar tranquilamente.

-Pero si a lo que yo me refería era a que nadie podría dormirse sabiendo el estado en el que estaba el pequeño mamá. Dios que  mal pensada…-Se escandalizó el hombre.

-Ja, si claro, yo sé perfectamente a lo que te referías, Fausto cariño, eres mi primogénito y te amo por sobre todas las cosas que en este mundo pudieran pasar…-La mirada cálida de su madre siempre lograba hacerle sentir culpable y bajarle los humos. –Pero cariño, necesito escucharlo de ti, eres gay ¿si o no?- Aquella pregunta hecha de esa manera tan directa y sin consideraciones tomó de sorpresa al hombre quién sólo pudo levantar la mirada hacia su progenitora y quedarse en blanco con aquella expresión de sorpresa que sólo decía “cómo lo sabes”

-Hijo, eres más transparente que el agua….al igual que tu hermano, sólo espero estar equivocada con él-

-Demonios madre, ¿Por qué si está bien que yo sea homosexual pero no tu queridísimo Esteban? ¿A caso no es digno de él amar a un hombre?- Aquello siempre era igual, no importaba lo que hiciese o como actuase, su madre siempre le apoyaba y nunca le decía que lo que hacía estaba mal o no era bueno para él, pero Esteban siempre vivía lleno de regaños y de prohibiciones de lo que era o no era adecuado para él, sólo por ser menor, sólo por ser más sensible, su madre siempre lo había amado más que a él.

-No fue lo que quise decir Fausto y no me cambies el tema, esto no es una discusión acerca de tu hermano sino de ti, no me importa si eres homosexual, o de quién decidas enamorarte, pero por dios Fausto, ¡sólo es un niño! ¿Cómo puedes hacerle esto?- Cómo podía tratarlo de ese modo sólo porque su hermano también se fijaba en él.

-Porque es mío, Esteban siempre ha obtenido todo lo que yo he ambicionado, y ahora no dejaré que Nícolas se me escape, lo quiero sólo para mí madre y ni tú ni nadie me lo va a impedir- Como el rayo que interrumpe el silencio de la noche  se levantó de golpe y salió de la casa rumbo a su departamento, no le importó estar en ropa de dormir, necesitaba salir de ahí, no esperaba que su madre se fuera a dar cuenta tan rápido de las cosas, en realidad sus planes no habían salido del todo bien, no era así como quería que pasase todo, debía ser al revés, su madre debió regañar a Esteban no a él, Nícolas debió dormir en su cama y no con su hermano, ¿Por qué siempre su hermano era el bueno de la película? Esto no podía seguir así, antes que regresar a casa con las manos vacías y completamente derrotado prefería echar todo por la borda y aunque destruyese por completo la vida de Nícolas él debía quedarse con él para siempre, ya nada más le importaba,  haría lo que fuese pero tendría lo que quería y vería finalmente a su hermano humillado y entonces reiría al final.

 

-Fausto cariño ¿Qué fue lo que hice mal?- La mujer dio un último vistazo a la calle por si su hijo decidía volver, pero nada, así que finalmente cerró la puerta y se dejó caer con impotencia y queriendo llorar, algo que solía hacer siempre que podía cuando nadie la veía.

-Lo consentiste demasiado, eso fue lo que hiciste mal Miriam- Regañó el hombre que había escuchado toda la conversación y ahora se encontraba de lo más malhumorado, ahora no sólo tenía un hijo que no pasaba de oficial sino que de paso era maricón, lo que le faltaba, y al parecer su hijo menor iba por el mismo camino.

-Tal vez, debí regañarlo un poco más, hacerle saber que sí me preocupaba por él-

-Ya es muy tarde para eso mujer- Regañó el general mientras acurrucaba a la mujer en su regazo, aunque esa clase de actos cariñosos no eran muy de su agrado, amaba a esa loca mujer y sabía perfectamente que ella pudo haber elegido a cualquier otro hombre pero lo eligió a él, no por su atractivo físico ni su posición social, simplemente porque confió en que él la haría feliz, en parte también se sentía culpable por el descarrilamiento psicológico de su hijo, claro que nunca le llegaría a decir eso a su mujer.

-Ahora el que me preocupa es Esteban- Rompió el momento el hombre de cabellos alguna vez rubios.

-Yo no sé que hacer…tal vez lo mejor sería dejarlo ser feliz al menos por una vez en su vida- Propuso bastante temerosa la mujer sabiendo la respuesta de su esposo.

-Pero desde luego que no Miriam, si ya perdimos a Fausto no permitiré que ese chiquillo se lleve con él también a nuestro Esteban, al menos a él quiero salvarlo- Dicho esto despegó a su querida esposa de su abrazo y se colocó un saco, el también saldría, el futuro de sus hijos, el buen nombre de su familia y su reputación estaban en juego.

  

-Valla que sustos nos das pequeño- Susurró Esteban mientras seguía acariciando aquel cabello sedoso como si fuera un hechizo, sencillamente no se cansaba de tenerlo así entre sus brazos, verlo dormir como un angelito, tan indefenso ante la maldad del mundo, ¿Cómo era posible que alguien pudiese querer hacerle daño a alguien tan pequeño y adorable como Nico? Si de algo estaba seguro es de que mientras le fuera posible lo protegería, al menos de su hermano, era por eso que siempre que Fausto se acercaba a Nícolas este se ponía tan nervioso, en especial después de aquel viaje a las montañas. –Será que…- La imaginación de Esteban voló tan alto que se imaginó lo peor, lo que en verdad sucedió en aquel viaje y era la única explicación que se le ocurría para justificar la posterior conducta del pequeño. –No es posible entonces yo…por mi culpa…- Un par de lágrimas rodaron por el rostro de Esteban al entender lo ciego que había sido al permitirle a su hermano abusar de aquella manera de aquel niño, pero no podía quedarse con esa duda. Con mucho cuidado retiró un poco las mantas que protegían a Nico y con un poco de temor desabrochó los botones del pijama para poder descubrir aquella piel blanca y tersa que ya había visto cuando conoció a Nico, pero su visión de la perfección del cuerpo del pequeño quedó perturbada cuando vio horrorizado unas horribles marcas en todo el dorso del jovencito, no podía creerlo y sin querer detenerse ante aquel hallazgo vio más allá, una marca que se ocultaba vagamente bajo la pretina del pantalón, sin mucho pudor decidió deslizar la tela un poco más y fue entonces que la vio, la marca personal de su hermano, un moretón bastante especial, recordó de inmediato la primera vez que había peleado con su hermano por una mujer, y la mueca retorcida de su hermano cuando le dijo “esa mujer ya fue mía y no es ninguna santa, si lo dudas hermanito, llévatela a la cama y mira en la parte superior izquierda de su ingle, ahí verás mi marca personal y cada vez que la encuentres en una mujer sabrás que eres plato de segunda mesa”

Ardido en rabio no pudo más que cerrar los puños con impotencia.

-Nícolas ¿podrás perdonarme alguna vez?- Murmuró por lo bajo sin querer siquiera escucharse a sí mismo.

-Siempre podré perdonarte…siempre…-

Aquella voz casi muda había sorprendido tanto a Esteban que se viró de inmediato sólo para ver a un hermosísimo Nícolas con sus ojitos nublados y aún semi desvestido bañado por la luz de la luna, era francamente un espectáculo digno de admirar.

-Es…estabas despierto…-Tartamudeó de manera infantil esquivando la mirada del menor.

-Acabo de hacerlo, ¿Qué me pasó?- preguntó sin siquiera inmutarse por encontrarse semidesnudo junto a Esteban, la situación de echo le parecía un sueño muy bonito.

-Tuviste un ataque de alergia ¿Por qué nunca me dijiste que eras alérgico a los antibióticos?-  Reclamó bastante molesto el castaño al recordar la sonrisa de Fausto por saber algo que él no.

-Nunca me lo preguntaste, de todos modos no es algo que se deba andar comentando por ahí, la única forma de que ingiera antibióticos es como medicamento y no he tomado ninguno- Concluyó Nico antes de poder sentir un escalofrío y darse cuenta de que las marcas de Fausto estaban expuestas, fue entonces que el pánico invadió su cuerpo.

-Esteban……….. ¿Tú…tú las viste?- Preguntó tratando de encontrar una excusa creíble, por sobre todas las cosas no deseaba perder la confianza de Esteban, aunque sólo lo viera como a un hermano, no quería perderlo.

-Si te refieres a las marcas que te hizo mi hermano, sí las vi y no te molestes en negarlo porque sé perfectamente que las hizo Fausto- Hizo una pausa para ver el rostro confundido y derrotado del pequeño, ¿a caso planeaba defenderlo? ¿Cómo es posible que Fausto lo tuviera tan  sumergido en aquella aberración? –No es la primera vez que veo esas marcas- Dijo relajando un poco sus facciones. –Mi hermano y yo siempre discutíamos porque nos gustaban las mismas chicas, nunca era nada serio, pero una vez hubo una chica que en verdad me gustaba, así que le pedí a mi hermano que dejara de coquetear con ella, fue entones que me dijo que él ya había salido con ella y que si no le creía que mirase la marca en la parte superior izquierda de su ingle…-Desvió la mirada para no ver como instintivamente Nico se llevaba la mano al lugar mencionado.

-Yo…yo…-¿Qué podía decir para defenderse o negarlo? Esteban parecía saberlo todo, pero no se daría por vencido hasta el mismísimo final.

-Lo único que quiero oír es ¿Por qué no me dijiste nada de lo que mi hermano te estaba haciendo? ¿Cómo pudiste callarte algo tan horrible Nícolas? ¿Es que acaso no confías en mi?- Lo tomó por los hombros sin importarle que aún estuviera demasiado débil o que aún necesitara descanso, necesitaba escuchar que su hermano era un monstruo, que había amenazado con hacerle daño a su mamá o algo así, necesitaba escuchar qué artimaña vil había utilizado su hermano para convencerlo de quedarse callado semejante tortura.

-Esteban….tanto así… ¿me odias? ¿Por lo que pasó entre tu hermano y yo? ¿Me odias tanto así?- Nícolas no pudo evitar derramar unas cuantas lágrimas ante tales preguntas, era demasiada presión para él, no lo soportaba más.

-¡¿Cómo me preguntas esas estupideces?! ¡Claro que no te odio Nícolas! ¡Eres una de las personas a las que más aprecio! Es por eso…es por eso…. ¡Es por eso que no soporto la idea de que por mi culpa mi hermano haya abusado de ti!-El ambiente era demasiado tenso como para que alguno de los dos pudiese seguir manteniendo aquella fachada, sin siquiera poder debatirlo con su sentido moral abrazó al pequeño lo más fuerte que pudo mientras no podía dejar de llorar.

-Lo siento Esteban, en verdad lo siento….pero así son las cosas, ahora pertenezco a tu hermano y no hay nada que se pueda hacer al respecto- Muy en el fondo lo único que quería es que Esteban le dijese que él lo libraría de aquello, que le dijera que estaría junto a él por siempre porque lo amaba, pero más en el fondo sabía que eso no pasaría porque como le había dicho Fausto, la gente rechaza lo que no entiende y más aún, Esteban iba a odiarlo si sabía lo que en verdad era Nícolas. –En verdad perdóname por no ser una persona digna de estar a tu lado, quisiera nunca haber nacido o no ser como soy…..por el simple hecho de sentirme detestado por ti quisiera terminar mi existencia….aunque eso suena muy dramático- Sonrió un poco ante la imagen mental de una reina del drama.

Esteban escuchó aquello y sólo sintió un agudo dolor en el pecho, e instintivamente se amoldó un poco mejor a la forma del pequeño cuerpo -¿Es que a caso no te das cuenta de lo mucho que te amo?- Preguntó en un susurro, sintiendo al mismo tiempo un calor dentro de su cuerpo y una gran paz, el alivio de la confesión.

-Ah…-Nico no supo que decir ni que hacer, se separó de inmediato para ver directamente el rostro de aquel problemático joven y lo vio con los ojos cerrados derramando lágrimas como magdalena y totalmente dolido, al parecer lo que acababa de decir no lo hacía para nada feliz. -¿Esteban qué te sucede?- Colocó su mano sobre la suave cabellera y le guió para que quedara acurrucado en su pecho donde pudiera confortarlo.

-Soy igual que mi hermano, soy una bestia amoral- Masculló entre sollozo y sollozo, en verdad estaba devastado.

-¡Claro que no Esteban! ¡No eres igual que tú hermano, eso jamás! ¡Eres la persona más amable, compasiva, extraordinaria y maravillosa que jamás he conocido! Es por eso que…es por eso que siento lo que siento por ti- Tomó con ambas manos el rostro lloroso del joven castaño y lo elevó hasta tenerlo justo en frente de sus labios. –Si te perturba tanto, sólo quisiera una cosa antes de desaparecer de tu vida porque comprendo que alguien como tú nunca podría amar a alguien que ha hecho las cosas que yo he hecho, debes despreciarme en el fondo como tu hermano dijo, pero no me importará nada si me odias el resto de tu vida, si puedo quedarme con un recuerdo tuyo seré feliz…-Finalmente unió sus labios con los del desconcertado joven de ojos verdes para robarle un tierno beso.

No sabía que hacer, ahí estaba él , haciendo lo mismo por lo que odiaba a su hermano, se sentía fatal, como la basura más grande del mundo, era de lo peor…era…era mentira, aquel beso ya no le dejó pensar en esos  molesto remordimientos por el qué dirán o la moral ajena, se sentía tan bien que no notó el momento en que había tomado por la cintura a Nico para cerrar más el contacto y menos aún el instante en que su lengua había comenzado a explorar la boca del pequeño, con avidez de quererlo conocer todo, de recorrerlo por completo, cayó finalmente sobre la cama llevándose con él el cuerpo del moreno dejándolo atrapado bajo el suyo, no podía romper aquel exquisito contacto, tan ardiente y sensual, lleno de inocente pasión, era demasiado para él, no recordaba haber sentido algo así antes con ninguna mujer ¿Por qué? Se preguntó, pero no alcanzó a recibir respuesta de su interior porque decidió concentrarse un poco más en desvestir el cuerpo que yacía a su disposición, sin querer dejar de besarle bajó hasta su cuello donde chupó de manera apremiante y mordió un poco, él también dejaría su marca personal, tal ves sonaba petulante, pero quería que su hermano supiese que nunca dejaría que se quedase con Nico, era una promesa.

Nico apretó un poco el hombro de Esteban, que era de donde se sostenía al momento de sentir aquella mordida en su cuello, sintió algo húmedo bajar por aquel mismo lugar, pero no quería preocuparse de nada que no fuera conservar la sensación de alegría que le llenaba el espíritu en ese mismo instante, era perfecto, Esteban estaba amándole, eso significaba que no le odiaba ¿verdad?

Sintió su cuerpo arder más y más, hasta que una oleada de energía se apoderó de la parte inferior de su ser, y sin siquiera dudarlo despojó a Nico de un solo tirón de sus ropas al tiempo que tomaba sus piernas y las elevaba para tener una mejor posición, ya no podía pensar en nada más que poseer aquel  pequeño cuerpo que tenía ante él, desnudo e indefenso, desprotegido y puro…-No puedo hacer esto…- murmuró al dar un vistazo a la situación, se estaba dejando llevar al igual que su hermano, le hacía a Nico lo mismo de lo que quería protegerlo, ¿Cómo era posible que alguien despertase en él aquel deseo tan bajo y rastrero? –Y al mismo tiempo eres la persona a la que más deseo proteger- Continuó su conversación en voz alta mientras liberaba el pequeño cuerpo.

-Esteban…-Nico comprendió que todo había terminado, había conducido a Esteban al mismo punto que a Fausto y para su alegría sin duda alguna eran diferentes, sin embargo por esa misma diferencia era que nunca podrían estar juntos.

    

-Daijobu anata…daijobu- murmuró entre sollozos la mujer que escuchaba en el pasillo mientras esperaba que todo estuviese en calma para poder interrumpir.

 

-Lo siento tanto Nícolas…lo siento mucho- vistió de manera torpe el cuerpo del pequeño y lo volvió a arropar tratando de con eso retroceder el tiempo y borrar sus acciones pasadas, claro que a medida que dejaba atrás a Nico no se sentía nada mejor, finalmente abandonó la habitación y cerrando la puerta suspiró hondamente.

-Necesito un psiquiatra urgente- Se dijo así mismo.

-No se mucho de psicología amor, pero sí se entender los sentimientos del corazón- Su madre le abrazó sin preocuparse mucho por contestar desde hacía cuanto tiempo que estaba ahí.

    

-Recuerdo el día de la condecoración de tu hermano- interrumpió Nícolas el silencio que se había posesionado de aquel vehículo.

-Yo preferiría no recordarlo, de hecho preferiría que nunca hubiese pasado- Esteban trataba de concentrarse en vigilar la entrada principal de la estación donde se suponía que en menos de 3 horas tenía que dejar que Nícolas se fuera a reunir con el desquiciado de su hermano, pero cada que lograba olvidar que el moreno estaba sentado ahí a su lado parecía como si este lo detectase y soltaba algún comentario para hacerse presente.

-Para cumplir tu deseo también tendría que desaparecer de tu memoria el día en que nos conocimos- No sabía por qué seguía con aquella discusión absurda, sabía que Esteban nunca diría algo como “No digas eso Nícolas” o “El día en que te conocí es el día que descubrí que había nacido para protegerte” o nada de nada, pero sentía la necesidad de desenmascarar a ese hombre.

-Pensé que te habías dado por vencido conmigo- Advirtió el de ojos verdes sin dejar de observar el edificio, no quería un enfrentamiento, necesitaba estar atento, antes de que llegara la hora del intercambio necesitaba atrapar a su hermano.

-Sí me rendí y no me he retractado, pero no aunque se me haya acabado la voluntad de luchar significa que haya dejado de amarte Esteban….pero esa es una discusión que ciertamente no quieres tener…ni ahora ni nunca-

-Ciertamente estás en lo correcto- Fin de la conversación, ahora sólo le restaba esperar a que Nico pensara en algún otro tonto comentario, lo que le llevaría alrededor de un par de minutos, ya que  llevaba haciéndolo  más o menos como una hora.

    

-Nuestros asientos deben estar por aquí- Indicó la mujer que mantenía aquella angelical sonrisa, debía ser muy difícil ser madre se interrogó Esteban, aquella sonrisa siempre le había alejado el dolor y siempre le había quitado cualquier temor, pero sólo ahora comprendía lo duro que era ser aquella mujer que contemplaba con dulzura y admiración.

-En realidad es bastante fácil cuando se ama lo que se hace honey- Contestó la mujer dejando sorprendido a su hijo menor y sonriendo victoriosa agregó. –Eres como un libro abierto para mí que soy tu madre, así que no necesito escuchar de tus labios lo que tu corazón se pregunta,  porque ese lazo de amor que nos une me permite entenderte más allá de las palabras, cuando encuentres a alguien que escuche lo que tu corazón dice entonces habrás encontrado al amor de tu vida, no lo vayas a dejar escapar Esteban, sin importar lo que los otros te digan, sin importar que tú mismo creas que es un error, sólo déjate llevar- Sonrió nuevamente y siguió adelante, tal vez empujaba a su hijo hacia un abismo del cual no lo recuperaría, pero estaba dispuesta a perderlo si con eso él era feliz.

 

La ceremonia comenzó y terminó de manera solemne, Fausto estuvo todo el tiempo sentado en la tarima junto a su padre quién había sido llamado para darle la medalla a la excelencia, luego vino un cóctel donde todos los altos mandos militares se reunieron para intercambiar anécdotas de guerra que todos ya se sabían de memoria pero que igual escuchaban con gusto porque aquellas memorias era lo único que les quedaba de la gloria de sus años como soldados activos.

 

Todos parecían disfrutar de manera refinada el momento, todos menos el homenajeado, Fausto parecía a punto de estallar, no soportaba estar un segundo más rodeado de todos esos viejos hipócritas mientras que Nico seguía divirtiéndose de lo lindo con su madre y Esteban, así que haciendo acopio de lo último que le quedaba de gentileza, se disculpó y salió de aquella tertulia aburrida dirigiéndose en dirección de los baños, al pasar junto a su madre y Esteban peñiscó la parte interna del brazo de Nico indicándole que debía seguirlo, tras varios minutos en los que Nícolas no paraba de voltear para ver si Fausto seguía esperándole, una vieja amiga de la madre de Esteban se acercó a saludar, momento que Nico aprovechó para escaparse asegurándose de que Esteban no lo viese, sin importar lo que pasara no debía terminar de arruinar su relación con Esteban, si es que a eso aún se le podía llamar relación.

 

Al salir del lujoso salón, buscó con la mirada al rubio pero no lo halló, pensó en regresar pero entones se encontró rodeado por varios hombres bastante mayores, sus trajes los delataban, los había visto durante la premiación, todos viejos amigos del padre de Fausto.

-Disculpe…-Comenzó a pedir permiso pero notó de inmediato aquella miraba lujuriosa que le había perseguido durante tanto tiempo.

-Lo siento pequeño, pero la fiesta se terminó para ti- Dijo uno de ellos tomándolo del brazo rudamente y obligándolo a caminar junto con ellos.

Aunque pudo haber armado un alboroto, dedujo que no le iba a ir del todo bien si lo hacía, así que se decidió por esperar por la oportunidad correcta, como siempre lo hacía con aquel tipo de pervertidos.

Lo llevaron hasta el baño de caballeros lo más alejado posible del evento, para estar seguros que nadie interrumpiría y ahí pudo ver finalmente al mentalizador de aquella trampa.

-Señor Johns…-Murmuró bajito casi sin poder creerlo.

-No te molestes en preguntarme por qué te traje, lo sabes bien, mis hijos, mi único orgullo, el nombre de mi familia y mi prestigio dentro de la fuerza, no voy a dejar que te lleves nada de eso pequeño homosexual- Todo dicho de manera tan fría, que no recordaba que nunca nadie le hubiese tratado así en sus 13 años, nunca nadie, ni su madre cuando entraba en aquellos lapsos de furia e histeria cuando tenían que mudarse de nuevo porque él no había podido evitar volver a atraer a “ese” tipo de sujetos.

-Pero…-No podía pensar en nada para defenderse, estaba rodeado por esos 4 sujetos a los que sólo veía relamerse los labios a la espera de la orden adecuada y el general sólo lo perforaba con aquella mirada de odio y asco, desde hacía mucho tiempo que no sentía esa clase de miedo recorrerle el cuerpo.

-Muchachos, deberíamos mostrarle al pequeño lo que hacemos en la fuerza con los maricas, haber si así se cura y se le quitan las ganas de perjudicar familias honestas y buenas como la mía- Esa era la señal, tras haber terminado de pronunciar la última sílaba, Nico sintió como le sujetaban los brazos y como alguien más le golpeaba, trató de defenderse sin esperanza alguna, de todos modos ahí tan lejos de la fiesta ¿Quién podría encontrarlo?

Casi como en una novela medieval de héroes, la puerta calló estruendosamente tras una demoledora patada, todos los hombres se paralizaron de inmediato y soltaron al muchacho.

-Valla, te demoraste tato que decidí venir por ti- Se alegró Fausto mientras caminaba con la mirada serena y fijada en el horizonte mientras atravesaba el grupo de militares y tomaba la mano de Nícolas con la suya para asegurarse de que no se lo fuerana a arrebatar.

Uno de ellos intentó detenerlo pero fue a dar contra la pared de una sola patada y con eso los otros 3 decidieron que era mejor dejarlo pasar.

-Vaya que el niño es bueno- Concedió uno de los militares ayudando a su compañero lastimado.

-Si, es por eso que debo detenerlo antes de que sea demasiado tarde- Edgard Johns había tenido la suficiente agilidad como para esconderse y no ser descubierto por su hijo, pero si las cosas seguían así no tendría más remedio que actuar de forma directa.

  

-Lo siento, mi padre logró distraerme con un plática absurda sobre cómo lograr más puntos para una promoción y por eso te perdí de vista- Se disculpó aún con un tono serio Fausto, aquellos tipos no era coincidencia que su padre le hablara y que aquellos fueran precisamente los amigos de su padre a quién el conocía “demasiado” bien.

 -No te preocupes, yo también me demoré, no fue fácil escabullirme porque tu madre y Esteban me vigilaban muy de cerca- Se disculpó Nícolas de lo más tranquilo, sabía que si algo lo alteraba aún más de lo que ya estaba, Fausto lo iba a notar e iba a tomar eso como excusa para intentar algo.

-Ya veo, después de todo mi madre sólo quiere lo mejor para Esteban, porque es su hijo favorito- Siseó con un tono agrio pero sin hacer ningún tipo de expresión, aún así Nico pudo sentir que ese había sido un comentario significativo.

-Yo no creo que sea así- Continuó el diálogo el moreno.

-¿A no? ¿Y por qué no crees que sea así?- Inquirió Fausto sin siquiera voltear a verlo, muy pronto llegarían al ala de habitaciones y entonces el tema cambiaría radicalmente.

-Porque mi madre siempre me dijo que el corazón de una madre es lo suficientemente grande como para querer por igual a todos sus hijos, por eso sé que tu madre no prefiere a Esteban, ella debe amarlos a los dos por igual- Se detuvieron frente a una puerta, pero en realidad parecía más como si aquel comentario le hubiese llegado.

-Ja ja ja ja ja, eres demasiado pequeño para saberlo, pero el corazón de las mujeres es voluble y sin importar quien sea, las madres son mujeres después de todo, por eso incluso el amor de una madre es voluble, además, tengo pruebas de que Miriam prefiere más a Esteban que a mi- Abrió la puerta despacio y jaló del brazo de Nico para hacerle entrar, y una vez allí cerró sin seguro. –Miriam ama tanto a Esteban que ni siquiera le importa si es o no gay, y más aún, quiere quitarme lo que más amo para que él, su favorito pueda tenerlo, esa siempre ha sido la historia en esta familia, por eso no me sorprende que ahora haga lo mismo- Fausto se despojó de su chaqueta militar y la dejó sobre el respaldar de una silla mientras Nico seguía sus pasos sin moverse del recibidor de aquella lujosa habitación.

-¿Lo que tu más amas?- Repitió inocentemente.

-Sí, mi madre quiere que yo te deje en paz….pero a mis espaldas alienta a Esteban a que siga sus instintos que son iguales a los míos…-Dibujó entonces un semblante de tristeza absoluta y sentándose dramáticamente sobre un cómodo diván que adornaba la pequeña sala que se adelantaba al dormitorio, cubrió su rostro con sus manos y parecía no querer llorar.

El teatro era tan convincente que incluso logró conmover a Nico, quien al ver sufrir de esa manera a Fausto no supo hacer más que arrodillarse frente a él y separar sus manos para besarle de manera tierna aquellas lágrimas, nadie merecía sufrir de esa manera, ni siquiera él.

    

-Y entonces lo tomé por la cintura y lo senté sobre mi regazo para poder verlo mejor, estaba tan asustado, si lo hubieses conocido en ese tiempo probablemente comprenderías por qué hago todo esto y no me verías con esa expresión- Fausto seguía rememorando los viejos tiempos mientras Rick continuaba amordazado y muy bien atado en el asiento trasero de aquel auto que habían robado sin poder hacer ni decir nada.

-Su rostro palideció en un segundo al entender lo que hacíamos en aquel lugar, pero no opuso resistencia alguna cuando comencé a rozarlo descaradamente por sobre la ropa, sus tetillas son un punto mágico, siempre lograba sonrojarlo cuando acariciaba ahí- Sin pudor alguno relamió su labio superior recordando aquellos instantes y disfrutando también como Rick se sacudía tratando inútilmente de zafarse de sus amarres cada que escuchaba algún detalle sórdido.

-“No voy a lastimarte, no más pequeño” le dije. “Sólo quiero agradecerte por ser quien eres, porque gracias a ti pude convertirme en quien soy ahora, esto que soy es gracias a ti Nícolas…te adoro” le repetí sabiendo que eso haría que se sintiera muy culpable, vi como su rostro se ensombrecía al escuchar aquellas palabras, sabía que a menos de que Esteban lo despreciase como yo le había dicho que lo haría, nunca caería en mis manos por completo, y por esa misma razón no dije nada cuando escuché que la puerta se abrió y vi el reflejo de mis padres y Esteban por el espejo del recibidor.

  

-No quisiera que fuera de este modo Nícolas, te amo, te necesito, te metiste bajo mi piel y en mis sentimientos y ahora ya no sé como vivir sin ti y sin embargo por más dolor que me cause, no quiero atarte a una vida de tristeza a mi lado, sé que quien te interesa es mi hermano y sólo espero que él algún día llegue a sentir por lo menos la mitad de lo que tú despertaste en mi- Todo aquello dicho de manera tan fehaciente, clavando su mirada esmeralda en los ojos negros de Nícolas.

-Esteban….Esteban nunca podrá sentir lo mismo que tu sientes, ya me ha demostrado que no es como tú y que nunca lo será…por eso es que me entristece tener que olvidarlo, por eso también quiero agradecerte aunque parezca tonto o ridículo porque me has hecho feliz y yo no he sabido compensarte de la misma forma, pero simplemente no puedo Fausto, no puedo- Las lágrimas siempre inoportunas le ganaron la jugada y se abrieron paso atrevidas por sus ojos y estallaron en una explosión de confusión, debilitando su cuerpo y haciendo que se arrojase al pecho fornido de aquel hombre quien lo recibió de brazos abiertos y más que feliz al ver la expresión de desconcierto de sus familiares.

-¿Qué demonios significa esto?- El grito furioso del general alejó a ambos amantes uno del otro y por supuesto el más sorprendido fue Nícolas quien aún con lágrimas en los ojos fue separado abruptamente del regazo de Fausto por un enfurecido Esteban quien lo arrastró fuera de aquella habitación en dónde sus padres ya darían cuenta de su hermano.

 

-¿Cómo es posible que hagas esto Nícolas? Yo confiaba en ti- Gritaba exasperado Esteban mientras caminaba nervioso por todo el pasillo buscando un mejor lugar para gritarle al pequeño quien aún miraba hacia atrás esperando que Fausto fuera en su rescate, en esos momentos lo único que quería era sentirse a salvo, no quería sentir el reproche de nadie y el ver aquellos ojos verdes encendidos de furia sólo le retorcía más y más el corazón.

-Yo lo siento…...pero es que Fausto…-trató de explicar lo sucedido pero entonces todo se echó a perder.

-¿Fausto? ¿Ahora me vas a decir que mi hermano te tentó? Nícolas lo escuchamos todo, cómo mi hermano te decía que tú lo sedujiste y cómo tu le agradecías por haber cambiado…además, fuiste tú quien salió tras él, nosotros lo vimos salir primero y luego tú desapareciste ¿Cómo alguien tan joven es capaz de hacer tanto daño?- Esteban ya no tenía control de nada de lo que decía, sentía una furia interna que le quemaba las entrañas, y trataba de con cada palabra de odio convencerse de que aquella rabia era porque su familia se despedazaba y no porque Nícolas no se hubiera negado a estar con Fausto cuando la noche anterior habría sido capaz de ser suyo. – ¿Cómo pude haber sido tan tonto? Ayer quisiste tentarme y como no caí al igual que mi hermano regresaste con él a sabiendas de que ya lo tenías totalmente hundido en tu red de mentiras-

-¡NOOO!- Nícolas no lo soportaba más, ¿Cómo podía ser tan cruel? ¿En verdad creía todo eso que decía? No parecía ser el Esteban que él conocía.

-¡¡Mentiras!!- Sin ningún miramiento desató su ira sobre el rostro del pequeño dejando una marca carmesí en aquella mejilla, al notar las lágrimas caer al suelo, por un segundo recapacitó y quiso consolarle pero de inmediato se retractó de aquello y sólo lo miró con incredulidad.

-¿Cómo te atreves a golpearlo?- Aquella voz era la de su hermano

-Yo…-Sólo hasta entonces Esteban fue capaz de ver la magnitud de todas sus palabras y de lo que ese golpe significaba, quiso enmendarlo sosteniendo por los hombros a Nícolas, pero este al sentir el tacto cálido de aquel hombre al que tanto amaba se soltó de inmediato retrocediendo hasta caer en los brazos protectores del único que EN VERDAD lo amaba, Fausto.

-Suéltalo- Ordenó Esteban, sus padres estaban en la puerta y no quería que presenciaran otra escenita romántica y francamente él tampoco la soportaría.

-¿Para qué? ¿Para que puedas seguir maltratando su espíritu como todo este tiempo has estado haciendo? No lo creo hermano-

-Te ordeno que lo sueltes Fausto- La voz imponente de su padre lograba cualquier cosa, sin embargo en esta ocasión se aferró aún más al pequeño cuerpo vacío, aquellos ojos negros ya no reflejaban ningún rastro de conciencia, sólo permanecía ahí sujetando su rostro.

-Oblígame- Fue toda la respuesta que Fausto dio al general, había llegado el momento para el cual se había estado preparando, definitivamente se quedaría con el corazón de Nícolas sin importar a quien tuviese que quitar de su camino, sin importar lo que tuviera que hacer, mataría por ese niño si fuese necesario, en verdad lo haría.

  

Continuará…


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