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- Aquí es perfecto, acampemos- Señaló triunfante Fausto al encontrar por fin un lugar, que según su criterio coincidía con lo que él llamaba “lugar perfecto para acampar”.
-Por fin- Nico se dejó caer sobre sus rodillas de lo cansado que estaba, había despertado a las 4:30 AM para partir de excursión y ya llevaban 2 horas caminando.
-Vamos ¿no me dirás que ya estás cansado?- Fausto volteó a verle y se rió un poco por el cansancio que se reflejaba en el rostro de Nico.
-No estoy cansado, solo completamente agotado, caminamos por horas para llegar a este lugar que está lejos de todo y que es exactamente igual a los otros 5 sitios donde podíamos acampar- Nícolas estaba realmente exhausto y la verdad prefería estar cerca de la civilización, donde Fausto había decidido acampar era del lado opuesto de la montaña, lejos de la ciudad y cerca de un arrollo.
-Vamos no es para tanto, además la vista es increíble desde este lugar, ven- Fausto le tomó desprevenidamente por el brazo y le arrastro hasta una ladera, desde ahí se veía parte del pueblo, los caminos hacía los otros pueblos, las montañas que rodeaban las pequeñas casas, el río que bajaba por la montaña y atravesaba el centro del pueblo, era una gran vista. Nícolas quedó boquiabierto nunca pensó que la vista fuera tan hermosa, hacía que se sintiera abrumado, hasta que algo despejó sus pensamientos.
-¿No es hermoso todo esto?- La pregunta de Fausto parecía inocente pero el haberse acercado para abrazar a Nico por la espalda hacía que dejara de ser una simple pregunta.
-Eh, si claro, mejor voy a armar la tienda- Nícolas se zafó como pudo de aquel abrazo que sentía, le asfixiaba el corazón.
-Sí, yo iré por algo de leña para poder calentarnos por la noche y poder cocinar- Fausto vio resignado a su pequeño alejarse, pero no le importó, estarían ahí por mucho y no tenía prisa, además el rubor en las mejillas de Nícolas le hacía sentir cada vez más seguro de lo que quería, lo quería a él.
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-¿Cómo se encuentra hoy mi paciente favorito?- En verdad eso a cualquiera podría sonarle a una pregunta inocente, de un inofensivo doctor que se preocupa por sus pacientes, pero para Nícolas eso era una señal de que había pasado mucho en ese hospital.
-Muy bien doctor, gracias, ¿cuándo podré marcharme?- Nico estaba ansioso por salir de ese hospital ya que no había tenido noticias de sus amigos y tenía miedo de que Fausto les hubiera hecho o dicho algo.
-No tendrá prisa por dejarnos ¿verdad?- El doctor se quitó sus anteojos y se sentó junto a Nícolas en la cama y le tomó la mano, fingiendo tomarle el pulso y anotando algo en una tablilla, claro que mantuvo el contacto con la piel suave todo lo que pudo.
-No es eso, es que me preocupan mis...estudios, ya he faltado muchos días y si sigo así no podré ponerme al corriente- Se disculpó amablemente Nícolas.
-Ah pero eso no es problema, yo podría acelerar tu salida de aquí si tan solo tu...- Para tristeza del doctor, Karla entró sin tocar en ese preciso momento y al ver la situación solo supo hacer una cosa.
-Mi amor, ya te quitaron el suero- Karla se abalanzó contra Nícolas y lo abrazó del cuello mientras le robaba un apasionado beso en la boca.
-Ah, si, precisamente ayer por la noche- Nícolas sabía lo que hacía su amiga y decidió seguirle el juego, eso o hacer negocios con aquel doctor degenerado.
-Hmp- El doctor se aclaró la garganta y se levantó de la cama sintiéndose derrotado.
–Bueno los dejo solos muchachos, parece que hago mal tercio-
-Doctor espere ¿Cuándo podrá salir mi querido Nico de este lugar? No sabe la falta que me hace su cuerpo junto al mío en las noches frías, me siento tan sola en mi cama.
-Eh, bueno tal vez pueda salir mañana, aún hay que hacerle unas revisiones para cerciorarnos de que su condición es estable-
-Ah, que bueno, quiere decir que no tendré que seguir durmiendo sola- Karla cerró con seguro tras despedir al dizque médico y se sentó junto a Nico quien la miraba con cara de pocos amigos.
-No me mires así, si no llego quien sabe que cosa te hubiera revisado- Se burló Karla.
-No me malinterpretes, te lo agradezco, pero tenías que besarme así, lo peor de todo, tenías que hacer esas declaraciones- Nico no estaba molesto, en realidad le agradecía que actuara así para protegerlo, pero a veces se pasaba.
-Es que desde hace mucho tiempo no había tenido la oportunidad de actuar, además extrañaba ver esa cara que ponen los hombres cuando te beso- Karla le abrazó despacio, sabía que Nícolas estaba preocupado por lo que sucedía fuera del hospital y quería hacer que esos sentimientos se fueran de su mente.
-Karla, ¿Qué pasó?- Nícolas había tomado un tono serio para hacer la pregunta.
-¿Qué pasó de qué?- Karla no quería traerle problemas a su amigo, porque sin importar si fuese verdad o no lo que Fausto les había dicho, ella lo quería mucho y siempre seguiría siendo su amiga.
-Karla, tienes cara de que escuchaste algo que no te cayó bien, escupe de una buena vez- Nicolás sabía perfectamente que cuando Karla no le miraba a los ojos era porque escondía algo.
-Hablamos con Fausto ayer por la noche, y nos contó algo que...bueno...no nos cayó bien- Karla trató de decirlo de la manera más sutil, pero su voz era grave y se apagaba a medida que hablaba.
-¿Qué? ¿Por qué hicieron algo como eso? Los pudo matar a todos, espera un segundo, cuando dices “nos contó” ¿A quiénes te refieres?- Nícolas estaba asustado, uno de sus miedos se volvía realidad, que sus amigos se alejaran de él por algo que había sucedido hace mucho tiempo, y que ahora le rechazaran.
-Pues a todos, fuimos todos, excepto mi hermano que sigue en observación- Sonrió Karla tratando de alivianar el ambiente.
-¿Y? ¿Qué pasó después?-
-Bueno, antes de venir para acá dejé a los muchachos discutiendo en la puerta de la comisaría-
-¿Discutiendo?- Cada palabra acercaba más y más aquel sentimiento horrible que le oprimía el corazón, aquella angustia que le había aprisionado años atrás y gracias a la cuál Fausto había podido manipularlo.
-Si, sobre si debían o no asesinar a Fausto por haber dicho lo que dijo de ti, todos sabemos que eran mentiras así que solo fingimos creerle para que no nos fuera a convencer a la fuerza, por cierto, cuando salgas de aquí te tenemos preparada una fiesta de bienvenida, sabemos que no te gustan las fiestas, pero más bien será una reunión social- Concluyó Karla animadamente y levantándose, no era su estilo mentirle de esa manera a su amigo, pero en verdad necesitaban aclarar todo ese asunto, no es que le creyera a Fausto, pero era muy cierto que Nico nunca hablaba de su pasado así que por algo debía ser, y ella tenía un plan para descubrir todo.
-Espera Karla, acabas de llegar, no quiero quedarme a solas de nuevo con ese doctor, puede volver-
-No te preocupes, si lo veo le diré que no te moleste porque acabamos de tener sexo y estás muy cansado- Karla le guiñó un ojo y cerró la puerta sin darle opción a quejarse o protestar.
-Espero que funcione y no sea que al médico se le ocurra venir también a por un poco- Rió un poco ante la idea, pero luego se detuvo a pensar seriamente en la actitud de Karla, sería posible que Fausto haya persuadido a sus amigos para que ahora le odiasen, Karla parecía normal, y sin embargo había algo que no terminaba de gustarle, decidió dormir por si alguien venía a importunarle, ya tendría tiempo de pensar en aquello cuando saliera de aquel sitio.
-Una fiesta ¿estás segura?- Fransua no estaba convencida de que fuera una buena idea.
-Los muchachos no van a ir si saben que la fiesta es para Nícolas- Comentó Dilan.
-Ya lo sé, por eso no les diremos que Nico va estar ahí-
-Da igual porque tampoco te hablan a ti desde que estás de lado de Nícolas- Elena recordó lo último que le había gritado Alejandro cuando se fue a ver a Nícolas al hospital.
-Lo sé, le escuché perfectamente, pero ustedes me van a ayudar con eso, para algo son las novias de esos desalmados y malos amigos, patanes, sinvergüenzas y desagradecidos- A Karla le encantaba referirse de esa manera cuando hablaba de Alejandro, Joy y Damián, los cuatro eran amigos desde primaria y eran precisamente ellos tres cabezas huecas quienes habían conocido a Nícolas en la Universidad y lo habían presentado a todo el grupo, así que era francamente ridículo que ahora, solo por ser gay, lo desconocieran totalmente.
-Epa, que siguen siendo los dueños de nuestros corazones- Fransua era una chica muy romántica y dulce, se notaba en especial al referirse a su amado Alejandro que irónicamente era el más cabeza dura y poco sensible de todos.
-Fransua calma, sabes que lo dice de broma, pero lo que si es cierto es que son un trío de tontos porque ellos tres se jactaban de ser los mejores amigos de Nícolas y mírenlos ahora- Dilan tenía toda la razón.
-Es francamente increíble, ni siquiera parecen recordar a su “amigo”- Luis entraba en la reunión, de los chicos era el único que parecía aceptar que Nícolas era gay.
-Mi amor- Dilan se lanzó a sus brazos. – ¿Pudiste resolver algo?-
-No, lo siento Dilan, ellos insisten en que no conocen a ningún Nícolas- Luis había ido a hablar con los tres chicos en cuestión para hacerles entrar en razón, pero no había conseguido nada.
-Ya veo, me lo imaginé- Suspiró resignada Karla. –Ahora lo único que queda es mi plan de la fiesta, si da resultado de seguro regresarán al lado de Nico- Karla estaba muy segura de sí misma.
-Pues no hay tiempo que perder, preparemos todo que mañana Nico sale de ese hospital o dejo de llamarme Scarlett Deluca.- Todos comenzaron a hacer los preparativos, sería un gran evento y si en verdad salía bien, sabrían la verdadera historia y todo sería como antes, bueno después de que hicieran trozos a Fausto.
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-¿Qué tal estuvo?-
-Delicioso, no sabía que pudieras hacer algo tan rico-
-Un hombre como yo debe saber como hacer esta clase de cosas-
-¿Crees que yo también pueda hacerlo tan bien como tú algún día?-
-Claro, con experiencia, si practicas y lo haces muchas veces verás como mejoras poco a poco-
¿Puedo intentar yo ahora?-
-Pero estoy cansado, mejor después, además no es bueno hacer una actividad tan cansada después de comer-
-Anda vamos, quiero practicar ahora, ¿Qué tan cansado puede ser cocinar?-
-Más cansado de lo que tú crees, ahora vamos a caminar para bajar la comida-
-Pero si hemos caminado todo el día-
-Anda, no seas flojo, quiero enseñarte algo que encontré mientras buscaba leña-
-¿En serio Fausto? ¿Qué cosa?-
-Ah no te lo voy a decir, porque si te lo digo deja de ser sorpresa-
Fausto se levantó y caminó delante de Nícolas para mostrarle el camino a una cueva donde le indicó que debía entrar.
-No lo sé, está oscuro aquí afuera, así que debe estar mucho más oscuro allí adentro- A Nico no le gustaba el rumbo que tomaban las cosas, bueno, en realidad sí, pero en los últimos días había comenzado a preguntarse ¿Qué pensaría de él Esteban si se enteraba que estaba interesado de esa manera en Fausto? Y la idea le destrozaba el corazón, era extraño porque algo muy dentro de él le hacía querer estar cerca de Esteban todo el tiempo, hacerle sonreír, complacerle en todo, pero también estaba Fausto, quien despertaba en él algo que no sabía como llamar, quería sentir su cuerpo junto al suyo, quería que le tocase que le desvistiese y que poseyera su cuerpo todo el tiempo a cada momento y no podía estar “tranquilo” mientras estaba a su lado, no especialmente desde lo que había pasado cuando llegó borracho.
-Oye pequeño ¿Qué te pasa?- Fausto sacudió un poco el hombro de Nícolas para sacarle de sus pensamientos.
-Eh, nada, es solo que está muy oscuro-
-Hay al bebe le da miedo el monstruo de la oscuridad- Ironizó Fausto.
-No te burles, podría haber un oso o algún animal de esos en el interior- Se defendió Nícolas.
-Ya revisé la cueva por la tarde y no hay señales de que sea la madriguera de algún animal, además traje esto solo para ti- Fausto le extendió una linterna.
-¿Y por qué no me lo dijiste antes?-
-Porque quería ver tu linda carita de miedo, ¿alguna vez te habían dicho que te vez muy lindo cuando te asustas?- Fausto acercó su rostro al cuello de Nícolas para que su aliento pudiera acariciar su oído y así provocar en él una de aquellas reacciones que tanto le divertían.
-Hmp, eres un tonto, vamos de una buena vez a ver lo que sea que hay dentro de esta cueva- Nícolas solo supo entrar en la cueva tratando de escapar del lobo, lo que en realidad no había sido una buena idea.
-No veo nada interesante- Dijo Nico en voz alta.
-Sshhhhh, no hables tan alto, y tan solo sigue hasta cuando yo te diga- Fausto le empujó un poco para que avanzara más rápido, le urgía llegar.
-Bien, ya no hay camino- Habían llegado al final de la cueva.
-No seas tonto, mira ahí está tu camino- Fausto le señaló la parte de debajo de una de las paredes de la cueva, ahí había un pequeño agujero por el cual pasaba una persona pero de boca abajo y arrastrándose.
-No voy a pasar por ahí-
-Claro que sí- Fausto le quitó la linterna y le obligó a pasar, luego pasó el y dejó la linterna del otro lado, ya no la necesitarían de todos modos.
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La puerta sonó de manera discreta, Fausto abrió y tal como esperaba ahí estaba el joven de la tarde, ahora sin su uniforme y para ser francos, se veía mucho mejor, le hizo pasar y se acomodaron en una mesa donde esperaban impacientes 5 botellas de whisky y al menos una docena de cervezas, el joven pareció comprender que esa sería una larga noche.
-Bueno, déjame servirte el primer vaso, ¿cerveza o whisky?- Preguntó animadamente Fausto.
-Cerveza- dijo tímidamente el muchacho quién se estaba arrepintiendo de la idea.
-Por cierto, toma tus 50 dólares y te daré otros 50 si aguantas más de 3 minutos despierto- Declaró alegremente Fausto.
-Es un trato, no es que sea un bebedor, pero no me emborracho con una cerveza- Rió el joven que ya podía sentir esos 50 dólares en su bolsillo, tomó el vaso y se lo bebió de un solo trago.
-Bien, parece que voy a perder 50 dólares-
-Así parece señor, no hay cerveza que me emborra...che- Se cayó estrepitosamente, Fausto solo sonrió, mientras el codicioso joven guardaba el dinero que le había entregado él le había colocado una droga en la bebida, pero se aseguró de que fuera la cantidad precisa para que no quedara inconsciente, solo indefenso.
Fausto le arrastró hasta su cama y ahí le desvistió, se asegurada de vez en cuando de que estuviera conciente de lo que pasaba, cuando el joven trató de gritar fausto le robó un beso y le amordazó con un pañuelo que ya había preparado.
Luego se quitó la bata quedando completamente desnudos ambos cuerpo en la oscuridad de la habitación.
Fausto tomó la mano del chico para chupar cada uno de sus dedos con sedienta lujuria, luego lamió la palma, clavando sus ojos en la mirada de terror de su acompañante, acarició lentamente cada rincón de aquel cuerpo tembloroso y se detuvo en su miembro, el cual lamió habidamente y masturbó ayudado de una crema con un olor afrodisíaco que lograba sacar gemidos de la garganta del muchacho.
Para su sorpresa el miembro del joven no parecía reaccionar, pensó que sería por la droga paralizante, así que abrió el cajón del escritorio junto a la cama y sacó una pastilla, que se apresuró a hacerle ingerir con un poco de whisky, aunque el joven se rehusó, finalmente terminó cediendo.
A los pocos minutos de seguir manipulando, el órgano comenzó a mostrar señales de vida, para goce de Fausto quien disfrutó lamiendo desde la base aquella erección, torturando con las caricias al joven que seguía inmóvil.
Al rato se cansó y quiso más, quiso sentir el interior virgen del chico, ya que se notaba que nunca nadie le había penetrado, así que era un manjar más exquisito, si se podía.
Le tomó por la cadera y levantó su entrada para poder entrar de manera violente y sin previo aviso, no se molestó por lubricar aquel sitio, quería sentirle de manera salvaje, como hacía tiempo que no había sentido a nadie, una y otra vez sin remordimiento entraba cada vez más y más profundamente en aquel cuerpo que solo podía dejarse llevar, sintiendo con cada envestida como una punzada le partía en dos, era probablemente el dolor más grande que puede sentir alguien, el no poder defenderse, el sentirse inútil y desprotegido, y todo por la codicia, pero Fausto lo disfrutaba, mientras seguía poseyendo aquel cuerpo indefenso, masturbaba el miembro erecto del chico hasta que logró que se derramara al mismo tiempo que él lo hacía en su interior.
Con una sonrisa triunfante salió de él y le observó por un momento como respiraba dificultosamente, le dejó seguro de que no podría moverse y fue al baño para asearse, minutos después escuchó un ruido y al asomarse por la puerta del baño, descubrió que su acompañante trataba de escapar arrastrándose hacía el balcón, así que le alcanzó y encajó sus grandes manos en su cuello y apretó con fuerza, hasta que sintió que el último hilo de vida escapaba en forma de quejido lastimero, le dejó en el piso y siguió como si nada, bebió un poco de whisky y le miró desde el otro lado de la habitación.
-Tonto, pudiste conseguirlo todo a mi lado, pero tenías que huir, yo te habría hecho muy feliz, lo único que quería era tu fidelidad y que estuvieras para siempre a mi lado, solo mío- Bebió un poco más. –Nícolas, eres un tonto, y así te quiero, pero si vuelves a intentar escapar de mi no tendré más remedio que hacerte daño, mucho daño si es necesario, hasta que entiendas que solo puedes estar a mi lado-
Se vistió y tomó el cuerpo, lo envolvió en unas mantas, tras asegurarse de que estaba bien muerto, bajó y por la puerta trasera del hotel le llevó hasta su auto donde se dirigió a lo que sería el sitio de descanso eterno del chico.
Continuará...