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***Como las Olas del Mar*** por Kikyome

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Notas del capitulo: ****without words****
Capítulo 8:                “Desde el fondo del Mar” 

-¿Una fiesta?- Preguntó con escepticismo Alejandro.

-Si, una fiesta- Repitió Fransua.

-Que, ¿ya no te gustan las fiestas?- Interrumpió Dilan.

-Pues no es eso, si no que no veo el motivo de la celebración- Alejandro parecía no estar muy convencido.

-Pues que hace 3 años somos amigos- Anunció Scarlett saliendo de quien sabe donde agarrada del brazo de Joy.

-Eso pasó hace un mes- Dijo de manera cortante Damián a quien no se le pasaba una.

-Si pero el mes pasado no hicimos nada, así que lo haremos este mes, para ser precisos mañana- Sentenció Elena. -¿Algún problema corazón?- Preguntó con tono de no esperar una respuesta afirmativa por parte de Damián, quién ya se había resignado al escucharle aquel tonito.

-No ninguno “corazón”- Hizo un marcado énfasis en la última palabra.

-Bien, entonces todos están de acuerdo- Karla hizo acto de presencia acompañada de Luis.

-Tú ¿Qué quieres aquí?- Preguntó de manera despectiva Alejandro.

-Nada, nada, mi querido Alejandro, solo que me pareció escuchar que celebrarían una fiesta por los tres años de amistad que nos unen- Se burló descaradamente Karla mientras rodeaba con su brazo los hombros de Alejandro.

-No me digas, esos lazos se rompieron cuando decidiste apoyar al gay ese-

-Un momento, mejor no entremos en ese tema, a mi parecer podemos ser amigos de ambos- Luis decidió intervenir.

-Si yo creo que esa es una buena idea- Apoyó Fransua, sujetando el hombro de Alejandro.

-Vamos, aunque sea por los buenos tiempos, si después no nos quieren hablar no hay problema- Karla parecía demasiado interesada en que ellos asistieran a esa dichosa fiesta.

-¿Por qué el interés desmedido Karla?- Preguntó de repente Damián.

-¿Cuál interés? Solo quiero una última fiesta, ¿es mucho pedir?- Se defendió Karla, en verdad no esperaba que se resistieran tanto a una fiesta.

-Deberíamos ir- Scarlett y Dilan habían decidido decirlo juntas para que sus palabras tuvieran más peso, finalmente los tres cabezas duras se miraron y accedieron.

-Bien iremos, ¿Dónde? y ¿Cuándo?- Preguntó Joy.

-En mi casa, mañana a las 7 estará bien- Dijo Karla con una sonrisa triunfadora.

-Los esperamos- Luis se despidió mientras él y Karla regresaban por donde habían venido.

-Eso es sospechoso- Dijo Alejandro.

-Muy sospechoso- Apoyó Damián.

-No le veo lo sospechoso- Dilan se hizo la graciosa sumándose a la conversación con tono serio.

-Por eso es que te lo van a quitar- Le dijo Joy refiriéndose a Luis.

-No me lo van a quitar- Aseguró Dilan. –Karla sería incapaz-

-Ah eso pensábamos nosotros, pero ya vez, prefirió al gay que a sus amigos desde la primaria- Recordó Alejandro.

-Tal vez si sus amigos desde la primaria no fueran unos inmaduros egocéntricos de mente cerrada Karla aún sería nuestra amiga, y tal vez...- Dilan se detuvo y se percató de que esa no era una buena idea. –Mejor lo dejamos hasta aquí, me voy no valla a ser que Karla me traicione a mi también- Lo dijo con un tono tan sarcástico que hasta un sordo lo hubiera notado.

-Si mejor- Despidió Alejandro.

-Esa fiesta va a ser interesante-Damián solo atinó a mirar de reojo a Alejandro.

  

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Era maravilloso, nunca pensó que pudiera ver algo así en su vida, ahí estaba parado dentro de una cueva oscura junto a ese joven de cabellera rubia que había crecido un poco desde que lo conoció, sus ojos verdes miraban con detenimiento el techo de aquella caverna, estaba plagada de insectos de luz, brillaban tanto que no era necesario tener encendida ninguna linterna, era un espectáculo bellísimo y muy romántico, al pensar en eso, Nícolas no pudo evitar ruborizarse ligeramente y bajó la cabeza, Fausto notó aquella acción y se arrodilló muy cerca de él.

-¿Qué te pasa?- Preguntó con una voz casi tan dulce como la miel.

-Es que...- Nico no sabía como decirlo, estaba tan nervioso, y sentir la suave respiración de Fausto en so oído no ayudaba. –Yo...creo que...deberíamos...volver- Sí, lo había dicho, muy contrario a lo que en realidad quería, era lo correcto, si Esteban se enteraba que tenía esos pensamientos y con su hermano, probablemente nunca más le dirigiría la palabra, y lo último que Nícolas quería era perder a Esteban, aunque él no mostrara ningún afecto especial por él, había logrado cautivarle, por su sonrisa, por su forma de hablarle, por la manera en que lo cuidaba y le reprendía, todo en él era sencillamente maravilloso y adorable, el único problema era que no lo quería más que como un hermano menor.

-Nícolas, yo creo que deberíamos dormir aquí, mañana regresamos al pueblo así que ¿Por qué no aprovechar esta noche?-

-Yo... ¿Qué pensaría Esteban?-

-Esteban no tiene vela en este entierro, lo único que importa es que me gustas Nícolas, realmente me gustas, ¿No era eso lo que querías escuchar?- Fausto enmarco con ambas manos el pequeño rostro de Nico obligándole a verlo.

-Si...es decir...yo no lo sé...esto está mal...es moralmente reprochable- Dijo sonrojándose por tener que repetir las palabras de Esteban cuando el pequeño le había preguntado que pensaba de los homosexuales.

-Él no entiende, porque no te ve como yo, Nícolas, Esteban nunca se fijará en ti como yo lo hago, jamás significarás para él más que un hermano menor a quien protege, nunca Nico, solo conmigo encontrarás la verdadera felicidad- Se dio el lujo de besar los labios temblorosos, de sentir su miedo y saborearlo como alguna clase de afrodisíaco, ese miedo le gustaba, esos temblores, esa mirada aterrada pero que al mismo tiempo le incitaba, le llamaba, todo en ese niño era delicioso, y lo mejor de todo es que él lo provocaba, no Esteban, él.

Nícolas temblaba por sentirle cerca, quería saberle dentro de su cuerpecito, Fausto lo sabía y le gustaba, lo deseaba, lo quería, lo necesitaba, desde que notó que aquel pequeñito de cabellos oscuros y ojos brillantes como la noche despertaba todo eso en él, algo que ninguna mujer pudo lograr, un deseo, no, más que deseo, lujuria, pasión, un hambre que no lograba saciar con nadie, solo quería poseer su cuerpo, una vez sería suficiente, solo una vez.

-No Fausto, no quiero-

-¿En verdad no quieres? O lo dices solo por lo que va a pensar Esteban, déjame decirte algo Nícolas, yo soy la única persona que te ama sin importarle como eres, ¿Sabes por qué Esteban no puede verte como realmente quieres? Yo te lo diré, tu madre nos contó lo que pasó con el tal Mike, así que por eso Esteban siempre insiste en buscarte una novia, si le confiesas algún día que lo ves más que como un hermano y que sientes “algo” por él, te aseguro que no solo dejará de hablarte, te odiará, te despreciará, querrá olvidar que alguna vez te conoció, porque la gente es así, rechazan lo que no comprenden, lo que les asusta, lo que es diferente a lo que ellos conocen, en cambio yo, he superado todo eso para estar a tu lado, para hacerte sentir querido, para darte felicidad, no me importa a quien tenga que enfrentarme mientras pueda estar a tu lado, te amo Nícolas- Volvió a besarle los labios, esta vez introdujo su lengua y saboreo el exquisito temblor del pequeño órgano del gusto, lo dejó tras algunos deliciosos segundos para mirar como Nícolas lloraba.

-¿Por qué lloras?- preguntó cínicamente.

-¿En verdad nunca encontraré a alguien que me ame como tú?- Preguntó entre adorables sollozos.

-...Nícolas...no te pongas así...no lo dije para hacerte llorar...pero es verdad, jamás alguien que sepa de tu pasado y de tu actitud querrá si quiera ser tu amigo, por muy liberales que sean, pensarán que es como una enfermedad y se alejarán de ti, pero yo, yo jamás te dejaré ir, jamás me separaré de tu lado, ¿me oyes? jamás, siempre podrás contar conmigo- Eso fue todo lo que necesitó decir para convencer a Nícolas, el pequeño de cabellera azabache se lanzó a sus brazos y ocultó su llanto en el pecho grande y masculino, no pudo ver la enferma sonrisa que nacía por primera y lastimosamente no por ultima vez en aquel rostro juvenil.

Lo apretó con fuerza regulada y sintió como cada parte de ese cuerpo se unía a la suya, lamió con una ternura fingida las lágrimas y acarició los labios con un dulce beso, miró por un tiempo aquella carita, que le pareció triste y le sonrió con un cariño falso, comenzó a desvestirlo lentamente, procurando alargar cada momento hasta que le tuvo desnudo frente a sus ojos verdes, que lo examinaban de manera lujuriosa, le tendió en el suelo con delicadeza como si se tratara de una muñeca de porcelana y derramo suaves besos por todo la extensión de la piel, sintiendo cada estremecimiento y sonriendo para sus adentros cada que se erizaba, gozaba con los quejidos mudos que escapaban de su garganta cada vez que le acariciaba con sus manos grandes, y cuando llegó a aquella parte, con la que había soñado tantas veces, se tomó su tiempo para delinear con la punta del dedo el ya excitado miembro y le observó como instintivamente movía su cabeza y arqueaba un poco su espalda, Fausto se sentía dichoso, complacido con cada muestra de placer que el pequeño cuerpo mostraba y decidió entrelazar su mano con la de Nico para colocarse vorazmente sobre él dejándole sorprendido, le miró por unos segundos y luego le susurró al oído -¿Eres virgen?-

La pregunta dejó totalmente pasmado a Nícolas ¿Por qué le preguntaba algo como eso?

-Si...si lo soy- Se atrevió a contestar en un murmullo que casi no se comprendía.

-Bien...seré el primero y el único- Fausto le besó salvajemente antes de que Nico pudiera preguntar o decir algo al respecto.

Detuvo el beso para introducir dos de sus dedos en la boca de Nícolas y humedecerlos para luego llevarlos hasta la entrada del pequeño, Esteban le había contado de que forma conoció a Nico así que no tendría que ser muy amable con él, solo lo suficiente para que el pequeño se sintiera protegido y seguro.

Sintió aquella intromisión lejana, a pesar de que su cuerpo reaccionaba y sentía como el placer le envolvía, estaba distante, pensaba en Esteban y en todo lo que le dijo Fausto, ¿sería cierto? Esteban quien parecía ser tan amable y cariñoso ¿lo rechazaría por el simple hecho de ser homosexual? Quería creer que no era verdad, pero al recordar como Esteban se enfadaba cada vez que tocaba el tema, recordaba que Esteban siempre le había dicho “eres como el hermanito que nunca tuve”eso le dolía, si en verdad tuviera una oportunidad con Esteban, sería él quien estuviera ahí y no Fausto, sin embargo Fausto había sido sincero, y le confesó que le amaba, a pesar de que sabía sobre su pasado, lo aceptaba tal cual era, entonces, debía ser que sí le amaba, y si había amor de por medio, entonces eso que hacían era correcto. Con ese pensamiento, se dio el lujo de acariciar con sus delicadas manos la ancha espalda y deleitarse a través de ese tacto con cada músculo que encontraba a su paso, al principio caricias tímidas, pero luego pareció que sus manos sabían que camino recorrer y como recorrerlo, llegando así hasta el miembro grande de Fausto, quien se sobresaltó un poco por el contacto, pero al final le sonrió.

-Continua- Le pidió en un suspiro.

Pronto ambos cuerpos se habían conocido poro por poro y Fausto estaba listo para entrar en él. Levantó con facilidad el cuerpo de Nícolas y le volteó, recorrió la entrada con la punta de su miembro, para hacerle saber que estaba a punto de entrar, pasó uno de sus brazos por la cintura y la mano sobrante se aferró al hombro de Nícolas, este parecía querer decir algo pero fue callado por su propio quejido al sentir aquella intromisión tan fuerte, sentía su interior temblar y un dolor como corriente eléctrica le recorrió el cuerpo, algunas lágrimas brotaron de sus ojos negros y volteó al sentir que la mano de Fausto le apretaba el hombro.

-No dolerá por mucho...sería incapaz de lastimarte- Le dijo clavando su mirada esmeralda mientras penetraba un poco más profundo para poder alcanzar el centro de aquel pequeño cuerpo.

Nícolas solo podía cerrar con fuerza sus ojos, y sentir como con cada envestida llegaba más profundo dentro de él, nunca se había sentido tan frágil, por un momento deseó pedir ayuda, que como aquella vez, entrara Esteban o su madre y le llevara de ahí, ¿Por qué debía doler tanto si estaba bien? ¿En verdad estaba bien?

Cada vez más fuerte y con más velocidad, las embestidas dejaban de ser cuidadosas para volverse feroces e inmisericordiosas, cuando estaba a punto de gritar por el dolor sintió algo diferente, aquel dolor también llevaba calor al centro de su cuerpo, era una sensación excitante, le hacía...le hacía querer más... ¿Era eso posible? ¿Quería sentirle más profundo? Olvidó todo eso cuando la mano de Fausto se posó sobre su miembro y comenzó a masturbarlo llevando un ritmo similar al de las embestidas, un color rojizo invadió su rostro y volteo para ver a Fausto con la petición escrita en sus ojos.

El hombre de 25 años comprendió, y tomando el cuerpo de Nico con cuidado lo volteó para poder quedar de frente y sentarlo sobre sí, vio complacido los ojitos del pequeño cerrarse mientras sus uñas le dejaban marcas en los hombros, aquel color en sus mejillas, aquella expresión de placer mezclada con dolor, era perfecto, aquel muchachito tenía un sabor perfecto, delicioso, su estrechez era enloquecedora, más bien adictiva.

Siguieron así sin detenerse a pensar en el tiempo que llevaban, los gemidos eran cada vez más sonoros y frecuentes, la cueva hacía que el eco le diera a la acción un toque sencillamente misterioso hasta que llegó aquel momento en que todo aquel placer salió de manera escandalosa de ambos cuerpos dejándolos agotados y cayendo uno sobre otro.

-Nunca dejarás que nada malo me pase ¿verdad?- preguntó Nico escondiéndose entre los brazos fuertes que ahora le abrazaban.

-Jamás me separaré de tu lado Nícolas, jamás- Fue una promesa tan dulce, quién pensaría que se transformaría en una verdadera pesadilla.

 

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-¿Con que una fiesta?- preguntó con escepticismo Nícolas mientras bajaba del taxi que lo había llevado hasta la casa de Karla, esta había llamado por teléfono a su casa y le había pedido que fuese de inmediato, ahora estaba ahí frente a la puerta, debería enfrentar las caras de sus amigos, quienes de seguro tenían una y un millón de preguntas respecto a Fausto y a Esteban, y sin querer recordó aquellas palabras que Fausto le había dicho la primera vez que en verdad lo conoció: “la gente es así, rechazan lo que no comprenden, lo que les asusta, lo que es diferente a lo que ellos conocen, en cambio yo, he superado todo eso para estar a tu lado, para hacerte sentir querido, para darte felicidad, no me importa a quien tenga que enfrentarme mientras pueda estar a tu lado, te amo Nícolas” si aquello último era mentira, ¿Por qué no podía suponer que el resto también? Aún así había tenido cuidado de nunca revelarle su pasado a nadie, en el fondo tenía miedo de que las palabras de Fausto fueran verdaderas y que sus amigos le rechazaran y que en verdad solo él le aceptara como era y con todo su sucio pasado, incluso Esteban le había rechazado al principio...

-No es momento de pensar en eso- Se dijo para darse el valor que necesitaba y tocar el timbre.

-Hola, pasa, te estábamos esperando- Sonrió Karla al verle en la puerta.

-Nos alegra que vinieras Nico- Fue el saludo de Fransua.

-Ya te ves mejor- Le dijo Luis mientras le daba una palmadita en la espalda

-Ya me siento mejor- Contestó Nico mientras lanzaba un golpe con el puño cerrado al brazo de Luis.

-Hombres, dejen la violencia- Pidió Scarlett.

-Don’t worry, sólo juegan a ser hombres “rudos”- Defendió Dilan abrasando a Nico.

-¿Y el resto de los chicos?- preguntó un tanto sorprendido, en realidad estaba preocupado de que no hubieran querido ir porque sabían que él estaría.

-Ah, esos vagos fueron a comprar licor, ya los conoces y Elena fue con ellos para asegurarse de que no se quedaran en una esquina bebiendo- Rió un poco Karla al imaginarse la escena.

-Ah bueno-

-Nico, necesitamos hablar- Interrumpió Luis, al instante el ambiente se tornó pesado.

-Me suponía que de eso se trataba- respondió Nícolas sin apenas sorprenderse por la petición.

-Si no quieres hablar está bien- Karla trató de convencerle de que si no se sentía capaz de hablar no importaba, pero Nícolas había tomado una decisión, no podía seguir huyendo de su pasado, si las palabras de Fausto eran ciertas o no, no lo sabría hasta que hablara con sus amigos.

-Es una larga historia- Advirtió con expresión más seria mientras se sentaba en un diván y veía como todos le imitaban.

 

Continuará……


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