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Fugitivos II: ¿Una razón para vivir? por diidi1897

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Notas del capitulo:

¡Hola! <3

 

 

En el capítulo anterior…

Narra Emil

-Dale unos cuantos minutos-dije cuando llegamos a la sala y él asintió-Pero no dejes pasar mucho tiempo, ha sido demasiado para ser la primera sesión. Aún está sensible y en cualquier momento podría tener un pensamiento extremo-evité darle profundidad a las palabras para no generar pánico ante las posibilidades que existían después de un episodio como el que Daniel estaba sufriendo. En otros casos sí habría profundizado, pero confiaba en la meticulosidad de Sean-Comprende su tristeza y evita decirle palabras como “Ya pasará” o “Esto es momentáneo” ¿Bien? No degrades sus sentimientos. Lo mejor que puedes hacer es acompañarlo en silencio y espera a que él te hable a ti-Sean volvió a asentir

-De acuerdo-asentí

-Llámame si notas que algo no anda bien con su comportamiento-di unos cuantos pasos hacia la salida-Vigílalo, pero dale su espacio-rematé

-Entendido-noté la seguridad en Sean

-Nos vemos-me despedí

-Gracias-dijo mientras abría la puerta de la entrada y yo salí por completo.

------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Narra Sean

Cerré la puerta y recargué mi frente en ella. Suspiré y permanecí en esa posición durante algunos segundos.

Sentía mis hombros tensos y esa tensión llegaba a mi cuello. Tan solo pasar saliva se me hacía muy complicado. Presentía que estaba a nada de resfriarme o ya era tiempo de dejar a un lado las duchas frías para darme un baño con agua caliente; lo necesitaba para relajar los músculos.

Pero antes de preocuparme por mí, debía seguir las indicaciones de Emil.

Me dirigí hacia la cocina y empecé a sacar una bolsa con frutos secos junto a otros paquetes del refrigerador que contenían fresa, manzana en trozos y frambuesa; también saqué un bote de yogurt natural. Iba a darle tiempo a Daniel para que se calmara mientras me dedicaba en prepararle la cena.

En un plato hondo vacié unos cuantos frutos secos y después, en otro plato hondo, vertí un poco de yogurt al que le agregué trozos de fresa, manzana y las frambuesas. Revolví un poco con una cuchara y después me dediqué en preparar una infusión de Valeriana, de la cual había investigado y resultaba ser un somnífero natural que incentivaba el sueño reparador.

Iba a preparar una taza para Daniel y otra para mí. Ambos necesitábamos descansar, tal y como Emil me lo había dicho el día que Daniel recibió el alta.

Exhalé.

En las indicaciones que Emil me había dado, también se agregaba la indicación de que él no iba a decirme nada respecto a las sesiones de Daniel, solo podría enterarme si Daniel era quien decidía compartírmelas. Emil simplemente iba a “comunicarme” uno que otro dato para que yo actuara y de esa manera las sesiones se complementaran, pero nada más.

Hace unos momentos quise preguntarle a Emil del porqué Daniel había llorado de esa manera, pero Emil se despidió demasiado rápido. Evitó la conversación y solo me dio más indicaciones. Me gustaba estar enterado de todo, pero ahora, mis manos estaban atadas. No podía hacer ningún movimiento con total libertad.

Primero Iván.

Y ahora Emil.

Suspiré.

Ambos querían que hiciera nada y solo siguiera sus términos y condiciones.

No sabía si eso debía ser aceptado por mí o no, pero heme aquí. Llevaba tres días sin tocar una computadora y sin revisar el contenido de los correos que sabía, aún me llegaban. Tal vez esos desconocidos que me ayudaban, poco a poco se darían cuenta de que ya no estaba “disponible” o probablemente asumirían que había muerto. La segunda opción era la más viable porque siempre me he mantenido al borde de ser capturado en una emboscada, pero ahora, había cerrado todos los sistemas y simplemente no existía información que revelara mi ubicación.

Si yo no me movía, los del laboratorio tampoco.

Y para mi sorpresa, la estrategia me resultaba favorecedora después de lo que había hecho. Y de lo que continuaba haciendo.

Vi como el agua cristalina poco a poco empezaba a tornarse amarillenta y antes de retirar la malla del té, decidí enviar un mensaje a August

¿Todo bien?

Esperé su respuesta mientras, en una charola de madera, colocaba todos los platos y las tazas que llevaría a la habitación de Daniel para que cenara.

Mi celular vibró y revisé la respuesta

Excelente.

-Perfecto-apagué el celular y sostuve la charola con ayuda de las asas para salir de la cocina. Empecé a subir las escaleras y cuando llegué frente a la habitación de Daniel, acomodé la charola sobre uno de mis brazos para que consiguiera entreabrir la puerta y asomarme al interior.

Las luces estaban encendidas a pesar de que aún había un poco de luz del día. El sofá en donde Daniel había estado sentado todo el día ahora se encontraba vacío, pero permanecía en el mismo lugar al igual que la silla acojinada que Emil me había dicho que colocara, porque ese iba a ser el lugar que él ocuparía durante las sesiones.

Observé hacia la cama de Daniel y lo encontré acostado en posición fetal y viendo hacia la puerta, en donde yo me encontraba

-¿Puedo pasar?-en silencio, me observó y después su mirada viajó hacia su manta. Creí que me diría que no, porque logré ver que sus ojos aún se veían bastante rojos e hinchados por su reciente llanto, pero para mi sorpresa, asintió. Pasé por completo y me acerqué a su mesa de noche-Te traje algo para que cenes-coloqué la charola sobre su mesa-Te preparé ensalada de yogurt con frutas-Daniel empezó a enderezarse y le extendí el plato. Él lo tomó entre sus manos-También hay frutos secos y un poco de té-cada cosa que mencioné, la fui señalando, pero Daniel enfrascó su mirada en el yogurt y las frutas.

Me senté en el borde de la cama y tomé mi taza con té. Le di un sorbo y esperé a que Daniel mencionara algo, a que me hablara, pero después de unos cuantos minutos, volteé a verlo y lo encontré en la misma posición; además de que continuaba totalmente ensimismado

-¿No tienes hambre?-le pregunté y di otro sorbo a mi té. Daniel se aclaró la garganta

-Un poco-murmuró y se sentó con las piernas cruzadas en medio de su cama. De reojo vi que, con ayuda de la cuchara, solo daba vueltas y más vueltas al yogurt. Pero no comió ni una sola cucharada.

Por suerte, Emil llegó poco después de que comimos, así que Daniel había comido bastante bien y con ganas, un filete de pescado junto a ensalada de lechuga con varias rodajas de jitomate. Descubrí que las rodajas de jitomate, con un poco de aderezo, le encantaban. Incluso había repetido porción

-¿Quieres té?-ofrecí y él solo asintió.

Le pasé su taza mientras me regresaba su plato con yogurt y empezó a darle unos cuantos sorbos. Yo me animé en probar la ensalada y la verdad, el sabor me pareció bastante bueno. Comí unas cuantas cucharadas hasta que escuché un suspiro de Daniel.

Entonces, se me vino a la mente una idea

-Abre la boca-me senté de mejor manera sobre la cama y quedé casi de frente a él

-¿Qué?-su rostro afligido cambió a uno de duda

-Abre la boca-repetí mientras tomaba una cuchara de yogurt y la acercaba a su boca. Daniel retrocedió un poco

-No quiero-murmuró

-Pruébalo-parpadeó unas cuantas veces. Observó la cuchara y después a mí-Pruébalo-insistí. Daniel exhaló y abrió su boca. Yo inserté la cuchara y él empezó a masticar. Lo observé en silencio hasta que su boca quedó vacía-¿Quieres más?-lo saboreó otro poco más y después asintió.

Le sonreí y continué dándole cucharadas.

Después, cuando lo noté más a gusto, tuve otra idea.

Preparé una nueva cucharada y Daniel abrió su boca, listo para degustarla. Dirigí la cuchara hacia él, pero cuando estuvo a nada de comérsela, cambié la dirección y la cuchara terminó dentro de mi boca.

Mastiqué mientras no me perdía ningún detalle de su expresión de confusión

-¿Qué? A mí me gustó primero-preparé otra cucharada y la comí frente a él. Empecé a preparar la tercera, a la cual, le tenía como destino la boca de Daniel, pero cuando la elevé solo un poco, Daniel tomó mi muñeca con ambas manos y él mismo guió la cuchara hacia su boca.

Masticó con seguridad y después de engullir, volvió a abrir la boca. Volví a sonreírle y después, repitió las mismas acciones. Él se encargó de terminarse todo el yogurt.

Continuamos con los frutos secos y cuando todo se terminó, me levanté de la cama

-Voy a dejar esto a la cocina ¿Quieres que te traiga algo más?-

-¿Vas a regresar?-por un momento, me quedé en blanco

-Ah… supongo que sí ¿Quieres que regrese?-

-Si-respondió mientras acomodaba sus almohadas. Al parecer, estaba preparándose para dormir-¿Puedes quedarte a dormir conmigo?-ante mi silencio, Daniel volteó a verme. Ambos nos observamos durante unos segundos

-Emil me dijo que debo darte tu tiempo y espacio…-dejó de esponjar sus almohadas y su rostro abatido regresó en un parpadeo-Acuéstate, solo lavo esto y regreso-resolví.

No volteé a verlo y me dediqué en regresar a la cocina.

Lavé todos los trastes que habíamos utilizado y después bebí un vaso con agua. Apagué todas las luces del primer piso y subí a mi habitación para cambiarme de ropa y lavarme los dientes. Después, regresé a la habitación de Daniel. Lo encontré acomodado en medio de su cama y listo para empezar a dormir.

Mientras me acercaba a su cama, él se deslizó hacia un lado para dejarme libre el otro. Destendí las mantas del lado que ocuparía y me acomodé. Observé hacia la lámpara del techo que continuaba encendida y que continuaría encendida durante toda la noche.

De reojo conseguí ver que Daniel se acomodaba en posición fetal, viendo hacia mí. Y sentí su mirada fija en mí, pero yo no lo observé a él.

No lo sabía con exactitud, pero sospechaba que, si volteaba a verlo, me iba a encontrar con sus ojos rojos y llorosos. Y si empezaba a llorar enfrente de mí, no sabría qué hacer. No tendría la misma capacidad de respuesta que cuando recibía un mensaje con algún tipo de mallware.

Como aquella vez, en la que ambos discutimos sobre las salidas, pero por suerte Johann estaba cerca. Él supo dar palabras de aliento a Daniel mientras que yo me quedé sin ellas. Me quedé casi en blanco, pero conseguí reaccionar y lo único que pude hacer, fue alejarme. El recuerdo y las sensaciones de ese momento, aún permanecían en mí. Y el llanto que tuvo después de la sesión junto a Emil, empezaba a recrear ecos dentro de mi cabeza.

Ahora nos encontrábamos solos y presentía que quería decirme algo. Lo notaba decaído y pensativo. Daniel era silencioso por naturaleza, pero éste silencio que mantenía, era diferente a los otros. Eran silencios muy prolongados que no habían surgido por una discusión entre los dos. Su silencio, lo sentía desconsolado. Y yo no sabía cómo debía consolarlo.

Cerré mis ojos durante un instante y acomodé mi cabeza sobre la almohada. Durante unos cuantos minutos, solo estuvieron presentes nuestras respiraciones. Lentas y profundas.

Después, volví a abrir mis ojos y me percaté de que Daniel había cerrado los suyos, pero continuaba en posición fetal viendo hacia mí. Intentando hacer el mínimo movimiento, giré mi cabeza para poder verlo mejor. El gorro le cubría la mitad de su frente, de esa manera quedaba oculta la pequeña cicatriz que le había quedado de la caída que tuvo en las escaleras. Sus cejas eran delgadas y con un arco que casi no se apreciaba, excepto cuando elevaba ambas cejas debido a la sorpresa.

Mi vista descendió y me encontré con su párpado derecho, el cual, estaba un poco más abultado que el izquierdo; pero solo se llegaba a percibir ese pequeño detalle cuando se le prestaba la suficiente atención. Sus pestañas creaban la ilusión de una segunda ceja bajo su párpado. Muchas veces había escuchado a Lucy y a Ana halagándolo por sus pestañas largas y espesas; hasta ahora, las comprendía.

Con la mirada, delineé su nariz y sus pómulos.

Después, descendí hacia sus labios. Se hallaban secos y agrietados. Continuaba mordiéndoselos cuando se encontraba nervioso, pero ahora ya no tenían esos rastros de sangre que a veces le brotaban por retirarse, con sus propios dientes, las películas que con frecuencia le salían. El clima frío tampoco era de gran ayuda.

Daniel se removió y suspiró.

Con ese ligero suspiro, su boca quedó entreabierta. Me quedé ensimismado observándolo durante unos segundos más hasta que volvió a removerse

-¿Sean?-murmuró aún con los ojos cerrados. Con discreción, tomé un poco más de distancia

-¿Humm?-continué alargando el examen visual que llevaba a cabo en su rostro

-No puedo dormir-susurró como si de un gran secreto se tratase

-Aún es temprano. No han de ser más de las 8-no sabía la hora exacta, pero tarde no era. Daniel exhaló y sus ojos por fin se abrieron. Nuestras miradas se encontraron, pero él apartó la suya casi de inmediato.

Decidí no contenerme durante más tiempo y volví a aproximarme. Sin que se lo esperara, le planté un beso en lo poco que se veía de su frente y dejé adheridos mis labios a su piel mientras que, con una de mis manos, lo tomaba del antebrazo para acercarlo a mí. Hice que su brazo quedara sobre mi cintura y poco a poco fuimos acomodándonos hasta que uno de mis brazos quedó bajo su nuca y nuestra distancia era nula. Me encargué de elevar un poco su gorro y de nuevo besé su frente. Mis labios descendieron por su rostro, sin despegarse ni un solo milímetro de su piel, hasta que llegaron a su sien y Daniel suspiró

-Sean ¿Puedo hacerte una pregunta?-murmuró y sentí su aliento caliente estrellarse contra mi piel

-Claro que sí-alejé mis labios de su piel y coloqué mi barbilla sobre su cabeza, la cual, aún se encontraba cubierta por el gorro. Empecé a sentir su respiración contra mi pecho

-Tú crees que… ¿Yo soy valiente?-capté un tono temeroso en sus palabras. Quise averiguar del porqué de su pregunta, pero me detuve porque tal vez, tenía algo que ver con la sesión que tuvo con Emil

-Si-lo estreché entre mis brazos y de nuevo besé su frente-Si lo eres-

-¿Estás seguro?-murmuró mientras sentía que se contraía entre mis brazos

-¿Dudas de lo que te he respondido?-pregunté y no hubo respuesta inmediata de su parte-Ser valiente no es no sentir miedo, Daniel-dije-Ser valiente es mostrarte frágil. Y justo ahora estás demostrando tu valentía al preguntármelo ¿Comprendes?-Daniel se removió entre nuestro abrazo y poco a poco fue enderezándose

-Tú y Emil dicen cosas complicadas-hizo una mueca y continuó evitando mi mirada-No sé en qué debo pensar-

-Bueno, mi respuesta, sin ninguna palabra complicada-me enderecé, tomé su rostro entre mis manos y lo giré hacia mí-Es que sí eres valiente-besé su frente-Lo eres-besé una de sus mejillas-Sí lo eres-besé su otra mejilla y después me alejé. Nuestras miradas se encontraron y le sonreí-Si lo sigues dudando…-con mi pulgar, froté la comisura de sus labios-Voy a tener que repetírtelo todas las noches hasta que lo creas-lo vi relamerse los labios-¿Tu pregunta es por algo que pasó en la sesión con Emil?-su mirada vaciló y supe que había acertado. Daniel continuó sin mirarme y yo hice todo lo contrario. Examiné cada detalle de sus expresiones.

Creí que Daniel continuaría en silencio, pero empezó a hablar

-Emil me preguntó por 3…-dudó-3 cualidades mías-pasó saliva y le presté atención. Daniel estaba platicándome sobre lo que había pasado en su sesión-Y como yo no supe qué era eso… Emil me dijo tres y… valiente era una de ellas-su mirada dejó de vagar por toda la habitación para centrarla en mí-Por eso te lo pregunté-empezó a morder sus labios

-¿Te digo algo? Emil me preguntó lo mismo-la reacción de sorpresa en el rostro de Daniel no se hizo esperar

-¿De verdad?-asentí

-Y una de las cualidades que le dije sobre ti, es que eres alguien perseverante-mis manos bajaron hacia sus brazos para empezar a frotarlos-Desde que te conozco siempre has sido alguien que no se da por vencido-le sonreí-Y siempre te esfuerzas en todo lo que haces-

-No he hecho mucho…-desvió su mirada mientras sonreía con ironía

-¿Qué? ¿De qué estás hablando?-mi tono de voz lo hizo regresar su mirada a mí-Daniel…-negué levemente-Yo soy la persona más terca que conozco, pero tú no te quedas atrás-me reí-Si no te acuerdas de nada, déjame empezar por el principio-elevé ambas cejas-Todos los entrenamientos que teníamos, no importaba lo mal que te sintieras, siempre volvías a levantarte. Nunca te dabas por vencido y eso me molestaba de ti-apreté con un poco de fuerza sus antebrazos-Pero ahora… eso es lo que admiro de ti-relamí mis labios y pasé saliva. Me preparé para las siguientes palabras-Dices que no has hecho mucho, pero yo creo que has hecho lo suficiente y más. Has pasado por bastantes cosas que a cualquier persona desanimaría… y en ello incluyo lo que pasaste y que nadie más, aparte de ti, sabe-su cuerpo se tensó. Daniel sabía que estaba hablando de lo que pasó en la zona cero-Te recuerdo que hace meses ni siquiera podías levantarte de la cama-sus ojos se pusieron llorosos de un momento a otro y recargó su frente en mi pecho. Lo abracé-Eres una persona valiente y perseverante-susurré-No tengo ninguna duda en ello-froté su espalda.

Daniel no dijo nada más durante el resto de la noche.

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-¿Está comiendo con normalidad?-preguntó Emil del otro lado del teléfono

-Sí. Desayuna y come bien-aseguré-Pero cuando le platico algo, lo noto absorto en sus pensamientos y a veces no me está escuchando-expliqué la situación que, en los días posteriores a la primera sesión de Daniel, continuaba presentándose

-No te tomes a pecho sus actitudes, está pasando por una etapa complicada porque al parecer, la primera sesión le está sirviendo bastante para ponerse a pensar respecto a lo que está sucediendo dentro de él. Por ahora, su diálogo interno es un tema importante y muy complicado de explicar. Sus sentimientos están más allá de lo que las palabras logran explicar-suspiré

-¿Entonces qué debo hacer? ¿Cómo puedo ayudarlo?-apreté el teléfono y observé hacia Daniel. Se encontraba sentado en el jardín desde que habíamos terminado de desayunar. Y ese mismo tiempo que él llevaba sentado en el jardín, yo estaba sentado en el sofá de la sala para observarlo; y me había dado cuenta de que, por momentos, se mantenía absorto viendo hacia las copas de los árboles para después, empezar a escribir en una libreta que me había pedido días atrás

-La terapia apenas está comenzando, así que lo único que te recomiendo hacer es mantenerte cerca y esperar a que él te hable a ti. Ten paciencia-

-Eso es lo que intento, pero…-negué levemente-Platico con él y lo único que obtengo es su silencio y…-

-Sean. Escúchame-Emil me interrumpió-El proceso de Daniel ya comenzó y no podemos dar marcha atrás. Lo que tú debes hacer ahora es cuidar de ti mismo. Si no te cuidas a nivel emocional, jamásvas a poder ayudar a Daniel-recargué mi espalda en el respaldo del sofá y suspiré-Establece tus propios límites, Sean. No puedes controlarlo todo y tampoco lo intentes-exhalé-Mañana tengo un poco de tiempo libre, ven al hospital a las 3 para que tú y yo platiquemos ¿De acuerdo?-

-Bien-acepté

-Nos vemos-y terminó con la llamada.

Vi que Daniel continuaba escribiendo en la libreta y no hice nada más que observarlo a la distancia.

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Narra Emil

Acomodé mi maletín sobre el librero que había en la habitación de Daniel y después de que saqué mi libreta y bolígrafo, tomé asiento en la silla acojinada que continuaba en frente de Daniel. Coloqué la libreta sobre mis piernas y apreté un extremo del bolígrafo.

Hice todo ello, pero en ningún momento recibí una mirada por parte de Daniel. Él se encontraba viendo hacia el exterior y como la puerta que daba al balcón estaba entreabierta, su atención hacia el interior menguaba.

De la vista que tenía de su perfil, me daba cuenta de que su mirada demostraba abatimiento.

Daniel se hallaba decaído. Con solo esa mirada ausente lo daba a entender a la perfección.

Tampoco había movimientos nerviosos en sus extremidades, así que eso me confirmaba que se encontraba adentrado en sus pensamientos.

Me daba la impresión de que no era un comportamiento positivo.

¿Qué es lo que había sucedido en la semana?

Me aclaré la garganta

-Hola Daniel-llamé su atención. Él parpadeó y “regresó a la vida”-Esta es nuestra segunda sesión-informé-Veo que te encuentras un poco distraído-dije lo evidente para mí, pero tal vez, no lo era tanto para Daniel, así que debía mencionárselo para que retirara el piloto automático en el que estaba atrapado-¿Te importa que cerremos la puerta durante la sesión?-volteó a verme un poco desorientado

-¿He?-murmuró

-¿Te importa que cerremos la puerta durante ésta sesión?-

-¿Qué? ¿Por qué tenemos que cerrarla?-sus preguntas, sus gestos, su postura y el tono de voz que utilizó, encendió una señal de alerta dentro de mi cabeza.

La reacción de Daniel me pareció como si le hubiera dicho que hoy no iba a comer nada. Tal vez para él, el que cerráramos la puerta significaba el fin del mundo. Era una reacción bastante… preocupante

-No cerraremos la puerta si tú no quieres-intenté calmarlo al darle el control total de la situación-Solo fue una sugerencia porque te noto distraído con el exterior-su rostro y cuerpo tuvieron otra transformación.

Ahora se encontraba inseguro y nervioso

-¿Qué está pasando por tu mente, Daniel?-decidí tomarlo con la guardia baja y mi pregunta obtuvo una reacción de su parte. Su rostro se mostró inquieto. Preocupado

-Nada, yo…-dudó-Solo estaba recordando-mintió. Todo su cuerpo lo exhibió en su mentira

-¿Qué recordabas?-sin que él fuera consciente, se abrazó a sí mismo. Definitivamente íbamos por mal camino. La nueva postura de Daniel estaba cerrada y con ello me daba a entender que su mente también se encontraba cerrada-Olvida mi pregunta, por favor-mantuve un tono sereno pese a que necesitaba actuar rápidamente.

Si Daniel continuaba encerrándose en sí mismo, la sesión no serviría en lo absoluto

-Por favor, siéntate con la espalda recargada en el respaldo del sofá-indiqué-Y coloca la planta de tus pies sobre el piso-poco a poco, Daniel fue realizando cada acción-Ahora, coloca tus manos sobre tus muslos, por favor-aún y con esa nueva posición, lo percibí nervioso y con la mente cerrada. Sus hombros continuaban tensos-Cierra los ojos-indiqué y él me observó con duda-Si no quieres cerrarlos, está bien-de nuevo le di el control-Pero te pido que hagamos unas cuantas respiraciones profundas-asintió-Inhala con tu nariz hasta que sientas los pulmones llenos-lo hizo-Reten un poco… y ahora exhala por la boca. Lentamente-su mandíbula continuó tensa-Repitamos. Inhala por la nariz y exhala por la boca-las respiraciones las realizamos varias veces hasta que lo percibí un poco más abierto a la conversación-Bien Daniel, me doy cuenta de que te encuentras preocupado-desvió su mirada-¿Podrías platicarme respecto a lo que te tiene preocupado?-él negó y decidí presionar un poco-Bueno, podemos dejar el tema, pero si continúas preocupado durante la sesión, no va a sernos útil y lo mejor será que mañana retomemos la sesión-Daniel lo pensó durante algunos segundos-Si me comentas lo que te está preocupando, tal vez entre los dos encontremos una solución y te sentirás mejor-relamió sus labios y se removió, con ansias, sobre el sofá

-Hay algo que no entiendo…-murmuró y sus manos fueron hacia su gorro verde, el cual, empezó a tocar con nerviosismo. Esperé a que continuara-Tú y Sean me dicen cosas complicadas. Cosas que no entiendo-su rostro mostró el agobio que le causaban sus palabras-Sé que son cosas buenas, pero…-se atragantó y negó-Pero no lo entiendo ¿Por qué me dicen esas cosas cuando no son verdad?-

-Me he perdido un poco. ¿Qué es lo que te hemos dicho que sea mentira?-Daniel bufó y se levantó del sofá para empezar a caminar de un lado a otro por toda su habitación. Sus manos no dejaron en paz su gorro

-Sobre que soy valiente y extraordinario… y yo, yo no soy nada de eso-negó y su caminata nerviosa continuó-Me están engañando y yo no sé por qué lo hacen-se mostró afligido-Por más que lo pienso, no logro entenderlo. No lo sé, no sé…-

-Daniel. Toma asiento por favor-le pedí y al principio se mostró un poco reacio, pero conseguí convencerlo y empezamos a realizar más ejercicios de respiración-Ahora, con calma, platícame lo que Sean te dijo-Daniel empezó a contarme absolutamente todo.

Conforme lo platicaba, sus ojos iban poniéndose llorosos y por momentos me parecía que sus lágrimas iban a desbordarse, pero consiguió retenerlas hasta el final

-Me dijo todo eso y…-negó levemente mientras la primera lágrima se deslizaba por su mejilla. Con el dorso de su mano se encargó de borrarla-No le creo. No puedo creerlo-afirmó.

Ambos hicimos contacto visual y después continuó limpiando sus lágrimas.

En mi libreta de notas, me encargué de hacer una pequeña acotación.

[¿Trastornos de la personalidad?]

 

Era una de las primeras hipótesis que creé y al parecer, estaba cumpliéndose.

 

“Escuchando Pt.5: Palabras vacías”

En el capítulo anterior…

Narra Emil

-Dale unos cuantos minutos-dije cuando llegamos a la sala y él asintió-Pero no dejes pasar mucho tiempo, ha sido demasiado para ser la primera sesión. Aún está sensible y en cualquier momento podría tener un pensamiento extremo-evité darle profundidad a las palabras para no generar pánico ante las posibilidades que existían después de un episodio como el que Daniel estaba sufriendo. En otros casos sí habría profundizado, pero confiaba en la meticulosidad de Sean-Comprende su tristeza y evita decirle palabras como “Ya pasará” o “Esto es momentáneo” ¿Bien? No degrades sus sentimientos. Lo mejor que puedes hacer es acompañarlo en silencio y espera a que él te hable a ti-Sean volvió a asentir

-De acuerdo-asentí

-Llámame si notas que algo no anda bien con su comportamiento-di unos cuantos pasos hacia la salida-Vigílalo, pero dale su espacio-rematé

-Entendido-noté la seguridad en Sean

-Nos vemos-me despedí

-Gracias-me dijo mientras abría la puerta de la entrada y yo salí por completo.

Narra Sean

Cerré la puerta y recargué mi frente en ella. Suspiré y permanecí en esa posición durante algunos segundos.

Sentía mis hombros tensos y esa tensión llegaba a mi cuello. Tan solo pasar saliva se me hacía muy complicado. Presentía que estaba a nada de resfriarme o ya era tiempo de dejar a un lado las duchas frías para darme un baño con agua caliente; lo necesitaba para relajar los músculos.

Pero antes de preocuparme por mí, debía seguir las indicaciones de Emil.

Me dirigí hacia la cocina y empecé a sacar una bolsa con frutos secos junto a otros paquetes del refrigerador que contenían fresa, manzana en trozos y frambuesa; también saqué un bote de yogurt natural. Iba a darle tiempo a Daniel para que se calmara mientras me dedicaba en prepararle la cena.

En un plato hondo vacié unos cuantos frutos secos y después, en otro plato hondo, vertí un poco de yogurt al que le agregué trozos de fresa, manzana y las frambuesas. Revolví un poco con una cuchara y después me dediqué en preparar una infusión de Valeriana, de la cual había investigado y resultaba ser un somnífero natural que incentivaba el sueño reparador.

Iba a preparar una taza para Daniel y otra para mí. Ambos necesitábamos descansar, tal y como Emil me lo había dicho el día que Daniel recibió el alta.

Exhalé.

En las indicaciones que Emil me había dado, también se agregaba la indicación de que él no iba a decirme nada respecto a las sesiones de Daniel, solo podría enterarme si Daniel era quien decidía compartírmelas. Emil simplemente iba a “comunicarme” uno que otro dato para que yo actuara y de esa manera las sesiones se complementaran, pero nada más.

Hace unos momentos quise preguntarle a Emil del porqué Daniel había llorado de esa manera, pero Emil se despidió demasiado rápido. Evitó la conversación y solo me dio más indicaciones. Me gustaba estar enterado de todo, pero ahora, mis manos estaban atadas. No podía hacer ningún movimiento con total libertad.

Primero Iván.

Y ahora Emil.

Suspiré.

Ambos querían que hiciera nada y solo siguiera sus términos y condiciones.

No sabía si eso debía ser aceptado por mí o no, pero heme aquí. Llevaba tres días sin tocar una computadora y sin revisar el contenido de los correos que sabía, aún me llegaban. Tal vez esos desconocidos que me ayudaban, poco a poco se darían cuenta de que ya no estaba “disponible” o probablemente asumirían que había muerto. La segunda opción era la más viable porque siempre me he mantenido al borde de ser capturado en una emboscada, pero ahora, había cerrado todos los sistemas y simplemente no existía información que revelara mi ubicación.

Si yo no me movía, los del laboratorio tampoco.

Y para mi sorpresa, la estrategia me resultaba favorecedora después de lo que había hecho. Y de lo que continuaba haciendo.

Vi como el agua cristalina poco a poco empezaba a tornarse amarillenta y antes de retirar la malla del té, decidí enviar un mensaje a August

¿Todo bien?

Esperé su respuesta mientras, en una charola de madera, colocaba todos los platos y las tazas que llevaría a la habitación de Daniel para que cenara.

Mi celular vibró y revisé la respuesta

Excelente.

-Perfecto-apagué el celular y sostuve la charola con ayuda de las asas para salir de la cocina. Empecé a subir las escaleras y cuando llegué frente a la habitación de Daniel, acomodé la charola sobre uno de mis brazos para que consiguiera entreabrir la puerta y asomarme al interior.

Las luces estaban encendidas a pesar de que aún había un poco de luz del día. El sofá en donde Daniel había estado sentado todo el día ahora se encontraba vacío, pero permanecía en el mismo lugar al igual que la silla acojinada que Emil me había dicho que colocara, porque ese iba a ser el lugar que él ocuparía durante las sesiones.

Observé hacia la cama de Daniel y lo encontré acostado en posición fetal y viendo hacia la puerta, en donde yo me encontraba

-¿Puedo pasar?-en silencio, me observó y después su mirada viajó hacia su manta. Creí que me diría que no, porque logré ver que sus ojos aún se veían bastante rojos e hinchados por su reciente llanto, pero para mi sorpresa, asintió. Pasé por completo y me acerqué a su mesa de noche-Te traje algo para que cenes-coloqué la charola sobre su mesa-Te preparé ensalada de yogurt con frutas-Daniel empezó a enderezarse y le extendí el plato. Él lo tomó entre sus manos-También hay frutos secos y un poco de té-cada cosa que mencioné, la fui señalando, pero Daniel enfrascó su mirada en el yogurt y las frutas.

Me senté en el borde de la cama y tomé mi taza con té. Le di un sorbo y esperé a que Daniel mencionara algo, a que me hablara, pero después de unos cuantos minutos, volteé a verlo y lo encontré en la misma posición; además de que continuaba totalmente ensimismado

-¿No tienes hambre?-le pregunté y di otro sorbo a mi té. Daniel se aclaró la garganta

-Un poco-murmuró y se sentó con las piernas cruzadas en medio de su cama. De reojo vi que, con ayuda de la cuchara, solo daba vueltas y más vueltas al yogurt. Pero no comió ni una sola cucharada.

Por suerte, Emil llegó poco después de que comimos, así que Daniel había comido bastante bien y con ganas, un filete de pescado junto a ensalada de lechuga con varias rodajas de jitomate. Descubrí que las rodajas de jitomate, con un poco de aderezo, le encantaban. Incluso había repetido porción

-¿Quieres té?-ofrecí y él solo asintió.

Le pasé su taza mientras me regresaba su plato con yogurt y empezó a darle unos cuantos sorbos. Yo me animé en probar la ensalada y la verdad, el sabor me pareció bastante bueno. Comí unas cuantas cucharadas hasta que escuché un suspiro de Daniel.

Entonces, se me vino a la mente una idea

-Abre la boca-me senté de mejor manera sobre la cama y quedé casi de frente a él

-¿Qué?-su rostro afligido cambió a uno de duda

-Abre la boca-repetí mientras tomaba una cuchara de yogurt y la acercaba a su boca. Daniel retrocedió un poco

-No quiero-murmuró

-Pruébalo-parpadeó unas cuantas veces. Observó la cuchara y después a mí-Pruébalo-insistí. Daniel exhaló y abrió su boca. Yo inserté la cuchara y él empezó a masticar. Lo observé en silencio hasta que su boca quedó vacía-¿Quieres más?-lo saboreó otro poco más y después asintió.

Le sonreí y continué dándole cucharadas.

Después, cuando lo noté más a gusto, tuve otra idea.

Preparé una nueva cucharada y Daniel abrió su boca, listo para degustarla. Dirigí la cuchara hacia él, pero cuando estuvo a nada de comérsela, cambié la dirección y la cuchara terminó dentro de mi boca.

Mastiqué mientras no me perdía ningún detalle de su expresión de confusión

-¿Qué? A mí me gustó primero-preparé otra cucharada y la comí frente a él. Empecé a preparar la tercera, a la cual, le tenía como destino la boca de Daniel, pero cuando la elevé solo un poco, Daniel tomó mi muñeca con ambas manos y él mismo guió la cuchara hacia su boca.

Masticó con seguridad y después de engullir, volvió a abrir la boca. Volví a sonreírle y después, repitió las mismas acciones. Él se encargó de terminarse todo el yogurt.

Continuamos con los frutos secos y cuando todo se terminó, me levanté de la cama

-Voy a dejar esto a la cocina ¿Quieres que te traiga algo más?-

-¿Vas a regresar?-por un momento, me quedé en blanco

-Ah… supongo que sí ¿Quieres que regrese?-

-Si-respondió mientras acomodaba sus almohadas. Al parecer, estaba preparándose para dormir-¿Puedes quedarte a dormir conmigo?-ante mi silencio, Daniel volteó a verme. Ambos nos observamos durante unos segundos

-Emil me dijo que debo darte tu tiempo y espacio…-dejó de esponjar sus almohadas y su rostro abatido regresó en un parpadeo-Acuéstate, solo lavo esto y regreso-resolví.

No volteé a verlo y me dediqué en regresar a la cocina.

Lavé todos los trastes que habíamos utilizado y después bebí un vaso con agua. Apagué todas las luces del primer piso y subí a mi habitación para cambiarme de ropa y lavarme los dientes. Después, regresé a la habitación de Daniel. Lo encontré acomodado en medio de su cama y listo para empezar a dormir.

Mientras me acercaba a su cama, él se deslizó hacia un lado para dejarme libre el otro. Destendí las mantas del lado que ocuparía y me acomodé. Observé hacia la lámpara del techo que continuaba encendida y que continuaría encendida durante toda la noche.

De reojo conseguí ver que Daniel se acomodaba en posición fetal, viendo hacia mí. Y sentí su mirada fija en mí, pero yo no lo observé a él.

No lo sabía con exactitud, pero sospechaba que, si volteaba a verlo, me iba a encontrar con sus ojos rojos y llorosos. Y si empezaba a llorar enfrente de mí, no sabría qué hacer. No tendría la misma capacidad de respuesta que cuando recibía un mensaje con algún tipo de mallware.

Como aquella vez, en la que ambos discutimos sobre las salidas, pero por suerte Johann estaba cerca. Él supo dar palabras de aliento a Daniel mientras que yo me quedé sin ellas. Me quedé casi en blanco, pero conseguí reaccionar y lo único que pude hacer, fue alejarme. El recuerdo y las sensaciones de ese momento, aún permanecían en mí. Y el llanto que tuvo después de la sesión junto a Emil, empezaba a recrear ecos dentro de mi cabeza.

Ahora nos encontrábamos solos y presentía que quería decirme algo. Lo notaba decaído y pensativo. Daniel era silencioso por naturaleza, pero éste silencio que mantenía, era diferente a los otros. Eran silencios muy prolongados que no habían surgido por una discusión entre los dos. Su silencio, lo sentía desconsolado. Y yo no sabía cómo debía consolarlo.

Cerré mis ojos durante un instante y acomodé mi cabeza sobre la almohada. Durante unos cuantos minutos, solo estuvieron presentes nuestras respiraciones. Lentas y profundas.

Después, volví a abrir mis ojos y me percaté de que Daniel había cerrado los suyos, pero continuaba en posición fetal viendo hacia mí. Intentando hacer el mínimo movimiento, giré mi cabeza para poder verlo mejor. El gorro le cubría la mitad de su frente, de esa manera quedaba oculta la pequeña cicatriz que le había quedado de la caída que tuvo en las escaleras. Sus cejas eran delgadas y con un arco que casi no se apreciaba, excepto cuando elevaba ambas cejas debido a la sorpresa.

Mi vista descendió y me encontré con su párpado derecho, el cual, estaba un poco más abultado que el izquierdo; pero solo se llegaba a percibir ese pequeño detalle cuando se le prestaba la suficiente atención. Sus pestañas creaban la ilusión de una segunda ceja bajo su párpado. Muchas veces había escuchado a Lucy y a Ana halagándolo por sus pestañas largas y espesas; hasta ahora, las comprendía.

Con la mirada, delineé su nariz y sus pómulos.

Después, descendí hacia sus labios. Se hallaban secos y agrietados. Continuaba mordiéndoselos cuando se encontraba nervioso, pero ahora ya no tenían esos rastros de sangre que a veces le brotaban por retirarse, con sus propios dientes, las películas que con frecuencia le salían. El clima frío tampoco era de gran ayuda.

Daniel se removió y suspiró.

Con ese ligero suspiro, su boca quedó entreabierta. Me quedé ensimismado observándolo durante unos segundos más hasta que volvió a removerse

-¿Sean?-murmuró aún con los ojos cerrados. Con discreción, tomé un poco más de distancia

-¿Humm?-continué alargando el examen visual que llevaba a cabo en su rostro

-No puedo dormir-susurró como si de un gran secreto se tratase

-Aún es temprano. No han de ser más de las 8-no sabía la hora exacta, pero tarde no era. Daniel exhaló y sus ojos por fin se abrieron. Nuestras miradas se encontraron, pero él apartó la suya casi de inmediato.

Decidí no contenerme durante más tiempo y volví a aproximarme. Sin que se lo esperara, le planté un beso en lo poco que se veía de su frente y dejé adheridos mis labios a su piel mientras que, con una de mis manos, lo tomaba del antebrazo para acercarlo a mí. Hice que su brazo quedara sobre mi cintura y poco a poco fuimos acomodándonos hasta que uno de mis brazos quedó bajo su nuca y nuestra distancia era nula. Me encargué de elevar un poco su gorro y de nuevo besé su frente. Mis labios descendieron por su rostro, sin despegarse ni un solo milímetro de su piel, hasta que llegaron a su sien y Daniel suspiró

-Sean ¿Puedo hacerte una pregunta?-murmuró y sentí su aliento caliente estrellarse contra mi piel

-Claro que sí-alejé mis labios de su piel y coloqué mi barbilla sobre su cabeza, la cual, aún se encontraba cubierta por el gorro. Empecé a sentir su respiración contra mi pecho

-Tú crees que… ¿Yo soy valiente?-capté un tono temeroso en sus palabras. Quise averiguar del porqué de su pregunta, pero me detuve porque tal vez, tenía algo que ver con la sesión que tuvo con Emil

-Si-lo estreché entre mis brazos y de nuevo besé su frente-Si lo eres-

-¿Estás seguro?-murmuró mientras sentía que se contraía entre mis brazos

-¿Dudas de lo que te he respondido?-pregunté y no hubo respuesta inmediata de su parte-Ser valiente no es no sentir miedo, Daniel-dije-Ser valiente es mostrarte frágil. Y justo ahora estás demostrando tu valentía al preguntármelo ¿Comprendes?-Daniel se removió entre nuestro abrazo y poco a poco fue enderezándose

-Tú y Emil dicen cosas complicadas-hizo una mueca y continuó evitando mi mirada-No sé en qué debo pensar-

-Bueno, mi respuesta, sin ninguna palabra complicada-me enderecé, tomé su rostro entre mis manos y lo giré hacia mí-Es que sí eres valiente-besé su frente-Lo eres-besé una de sus mejillas-Sí lo eres-besé su otra mejilla y después me alejé. Nuestras miradas se encontraron y le sonreí-Si lo sigues dudando…-con mi pulgar, froté la comisura de sus labios-Voy a tener que repetírtelo todas las noches hasta que lo creas-lo vi relamerse los labios-¿Tu pregunta es por algo que pasó en la sesión con Emil?-su mirada vaciló y supe que había acertado. Daniel continuó sin mirarme y yo hice todo lo contrario. Examiné cada detalle de sus expresiones.

Creí que Daniel continuaría en silencio, pero empezó a hablar

-Emil me preguntó por 3…-dudó-3 cualidades mías-pasó saliva y le presté atención. Daniel estaba platicándome sobre lo que había pasado en su sesión-Y como yo no supe qué era eso… Emil me dijo tres y… valiente era una de ellas-su mirada dejó de vagar por toda la habitación para centrarla en mí-Por eso te lo pregunté-empezó a morder sus labios

-¿Te digo algo? Emil me preguntó lo mismo-la reacción de sorpresa en el rostro de Daniel no se hizo esperar

-¿De verdad?-asentí

-Y una de las cualidades que le dije sobre ti, es que eres alguien perseverante-mis manos bajaron hacia sus brazos para empezar a frotarlos-Desde que te conozco siempre has sido alguien que no se da por vencido-le sonreí-Y siempre te esfuerzas en todo lo que haces-

-No he hecho mucho…-desvió su mirada mientras sonreía con ironía

-¿Qué? ¿De qué estás hablando?-mi tono de voz lo hizo regresar su mirada a mí-Daniel…-negué levemente-Yo soy la persona más terca que conozco, pero tú no te quedas atrás-me reí-Si no te acuerdas de nada, déjame empezar por el principio-elevé ambas cejas-Todos los entrenamientos que teníamos, no importaba lo mal que te sintieras, siempre volvías a levantarte. Nunca te dabas por vencido y eso me molestaba de ti-apreté con un poco de fuerza sus antebrazos-Pero ahora… eso es lo que admiro de ti-relamí mis labios y pasé saliva. Me preparé para las siguientes palabras-Dices que no has hecho mucho, pero yo creo que has hecho lo suficiente y más. Has pasado por bastantes cosas que a cualquier persona desanimaría… y en ello incluyo lo que pasaste y que nadie más, aparte de ti, sabe-su cuerpo se tensó. Daniel sabía que estaba hablando de lo que pasó en la zona cero-Te recuerdo que hace meses ni siquiera podías levantarte de la cama-sus ojos se pusieron llorosos de un momento a otro y recargó su frente en mi pecho. Lo abracé-Eres una persona valiente y perseverante-susurré-No tengo ninguna duda en ello-froté su espalda.

Daniel no dijo nada más durante el resto de la noche.

 

-¿Está comiendo con normalidad?-preguntó Emil del otro lado del teléfono

-Sí. Desayuna y come bien-aseguré-Pero cuando le platico algo, lo noto absorto en sus pensamientos y a veces no me está escuchando-expliqué la situación que, en los días posteriores a la primera sesión de Daniel, continuaba presentándose

-No te tomes a pecho sus actitudes, está pasando por una etapa complicada porque al parecer, la primera sesión le está sirviendo bastante para ponerse a pensar respecto a lo que está sucediendo dentro de él. Por ahora, su diálogo interno es un tema importante y muy complicado de explicar. Sus sentimientos están más allá de lo que las palabras logran explicar-suspiré

-¿Entonces qué debo hacer? ¿Cómo puedo ayudarlo?-apreté el teléfono y observé hacia Daniel. Se encontraba sentado en el jardín desde que habíamos terminado de desayunar. Y ese mismo tiempo que él llevaba sentado en el jardín, yo estaba sentado en el sofá de la sala para observarlo; y me había dado cuenta de que, por momentos, se mantenía absorto viendo hacia las copas de los árboles para después, empezar a escribir en una libreta que me había pedido días atrás

-La terapia apenas está comenzando, así que lo único que te recomiendo hacer es mantenerte cerca y esperar a que él te hable a ti. Ten paciencia-

-Eso es lo que intento, pero…-negué levemente-Platico con él y lo único que obtengo es su silencio y…-

-Sean. Escúchame-Emil me interrumpió-El proceso de Daniel ya comenzó y no podemos dar marcha atrás. Lo que tú debes hacer ahora es cuidar de ti mismo. Si no te cuidas a nivel emocional, jamásvas a poder ayudar a Daniel-recargué mi espalda en el respaldo del sofá y suspiré-Establece tus propios límites, Sean. No puedes controlarlo todo y tampoco lo intentes-exhalé-Mañana tengo un poco de tiempo libre, ven al hospital a las 3 para que tú y yo platiquemos ¿De acuerdo?-

-Bien-acepté

-Nos vemos-y terminó con la llamada.

Vi que Daniel continuaba escribiendo en la libreta y no hice nada más que observarlo a la distancia.

 

Narra Emil

Acomodé mi maletín sobre el librero que había en la habitación de Daniel y después de que saqué mi libreta y bolígrafo, tomé asiento en la silla acojinada que continuaba en frente de Daniel. Coloqué la libreta sobre mis piernas y apreté un extremo del bolígrafo.

Hice todo ello, pero en ningún momento recibí una mirada por parte de Daniel. Él se encontraba viendo hacia el exterior y como la puerta que daba al balcón estaba entreabierta, su atención hacia el interior menguaba.

De la vista que tenía de su perfil, me daba cuenta de que su mirada demostraba abatimiento.

Daniel se hallaba decaído. Con solo esa mirada ausente lo daba a entender a la perfección.

Tampoco había movimientos nerviosos en sus extremidades, así que eso me confirmaba que se encontraba adentrado en sus pensamientos.

Me daba la impresión de que no era un comportamiento positivo.

¿Qué es lo que había sucedido en la semana?

Me aclaré la garganta

-Hola Daniel-llamé su atención. Él parpadeó y “regresó a la vida”-Esta es nuestra segunda sesión-informé-Veo que te encuentras un poco distraído-dije lo evidente para mí, pero tal vez, no lo era tanto para Daniel, así que debía mencionárselo para que retirara el piloto automático en el que estaba atrapado-¿Te importa que cerremos la puerta durante la sesión?-volteó a verme un poco desorientado

-¿He?-murmuró

-¿Te importa que cerremos la puerta durante ésta sesión?-

-¿Qué? ¿Por qué tenemos que cerrarla?-sus preguntas, sus gestos, su postura y el tono de voz que utilizó, encendió una señal de alerta dentro de mi cabeza.

La reacción de Daniel me pareció como si le hubiera dicho que hoy no iba a comer nada. Tal vez para él, el que cerráramos la puerta significaba el fin del mundo. Era una reacción bastante… preocupante

-No cerraremos la puerta si tú no quieres-intenté calmarlo al darle el control total de la situación-Solo fue una sugerencia porque te noto distraído con el exterior-su rostro y cuerpo tuvieron otra transformación.

Ahora se encontraba inseguro y nervioso

-¿Qué está pasando por tu mente, Daniel?-decidí tomarlo con la guardia baja y mi pregunta obtuvo una reacción de su parte. Su rostro se mostró inquieto. Preocupado

-Nada, yo…-dudó-Solo estaba recordando-mintió. Todo su cuerpo lo exhibió en su mentira

-¿Qué recordabas?-sin que él fuera consciente, se abrazó a sí mismo. Definitivamente íbamos por mal camino. La nueva postura de Daniel estaba cerrada y con ello me daba a entender que su mente también se encontraba cerrada-Olvida mi pregunta, por favor-mantuve un tono sereno pese a que necesitaba actuar rápidamente.

Si Daniel continuaba encerrándose en sí mismo, la sesión no serviría en lo absoluto

-Por favor, siéntate con la espalda recargada en el respaldo del sofá-indiqué-Y coloca la planta de tus pies sobre el piso-poco a poco, Daniel fue realizando cada acción-Ahora, coloca tus manos sobre tus muslos, por favor-aún y con esa nueva posición, lo percibí nervioso y con la mente cerrada. Sus hombros continuaban tensos-Cierra los ojos-indiqué y él me observó con duda-Si no quieres cerrarlos, está bien-de nuevo le di el control-Pero te pido que hagamos unas cuantas respiraciones profundas-asintió-Inhala con tu nariz hasta que sientas los pulmones llenos-lo hizo-Reten un poco… y ahora exhala por la boca. Lentamente-su mandíbula continuó tensa-Repitamos. Inhala por la nariz y exhala por la boca-las respiraciones las realizamos varias veces hasta que lo percibí un poco más abierto a la conversación-Bien Daniel, me doy cuenta de que te encuentras preocupado-desvió su mirada-¿Podrías platicarme respecto a lo que te tiene preocupado?-él negó y decidí presionar un poco-Bueno, podemos dejar el tema, pero si continúas preocupado durante la sesión, no va a sernos útil y lo mejor será que mañana retomemos la sesión-Daniel lo pensó durante algunos segundos-Si me comentas lo que te está preocupando, tal vez entre los dos encontremos una solución y te sentirás mejor-relamió sus labios y se removió, con ansias, sobre el sofá

-Hay algo que no entiendo…-murmuró y sus manos fueron hacia su gorro verde, el cual, empezó a tocar con nerviosismo. Esperé a que continuara-Tú y Sean me dicen cosas complicadas. Cosas que no entiendo-su rostro mostró el agobio que le causaban sus palabras-Sé que son cosas buenas, pero…-se atragantó y negó-Pero no lo entiendo ¿Por qué me dicen esas cosas cuando no son verdad?-

-Me he perdido un poco. ¿Qué es lo que te hemos dicho que sea mentira?-Daniel bufó y se levantó del sofá para empezar a caminar de un lado a otro por toda su habitación. Sus manos no dejaron en paz su gorro

-Sobre que soy valiente y extraordinario… y yo, yo no soy nada de eso-negó y su caminata nerviosa continuó-Me están engañando y yo no sé por qué lo hacen-se mostró afligido-Por más que lo pienso, no logro entenderlo. No lo sé, no sé…-

-Daniel. Toma asiento por favor-le pedí y al principio se mostró un poco reacio, pero conseguí convencerlo y empezamos a realizar más ejercicios de respiración-Ahora, con calma, platícame lo que Sean te dijo-Daniel empezó a contarme absolutamente todo.

Conforme lo platicaba, sus ojos iban poniéndose llorosos y por momentos me parecía que sus lágrimas iban a desbordarse, pero consiguió retenerlas hasta el final

-Me dijo todo eso y…-negó levemente mientras la primera lágrima se deslizaba por su mejilla. Con el dorso de su mano se encargó de borrarla-No le creo. No puedo creerlo-afirmó.

Ambos hicimos contacto visual y después continuó limpiando sus lágrimas.

En mi libreta de notas, me encargué de hacer una pequeña acotación.

[¿Trastornos de la personalidad?]

Era una de las primeras hipótesis que creé y al parecer, estaba cumpliéndose.

 

Notas finales:

Muchas gracias por leer <3


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