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Fugitivos II: ¿Una razón para vivir? por diidi1897

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Notas del capitulo:

¡Hola! <3

 

Narra Emil

 

-Muy bien Daniel, platiquemos sobre lo que pasó el día que te lastimaste las palmas de las manos-mencioné después de saludarnos y de acomodarnos en nuestros respectivos asientos-Platiqué con el enfermero Johann y él me dio su versión, pero como ya te lo he dicho, tu versión es la más importante-Daniel cruzó un brazo por delante para sujetar su otro brazo mientras daba miradas ocasionales entre el exterior y a mí

-¿Cómo debería empezar?-

-¿Qué tal si me platicas un poco de lo que estabas haciendo ese día?-propuse-Me refiero a lo que estabas haciendo antes de que Johann ingresara a tu antigua habitación-expliqué con más detalles

-Lo que estaba haciendo ese día…-murmuró para sí mismo mientras su mirada vacilaba-Desde muy temprano, tomé asiento en éste sofá-sus manos frotaron 2 veces los reposabrazos del sofá-Ya llevaba varios días haciendo lo mismo…-continuó con un tono de voz bajo

-¿Solo estabas sentado en el sofá?-asintió-¿Por qué?-quise sugerir algo más con mi pregunta, pero prefería guardar silencio. Al parecer, Daniel estaba a punto de empezar a platicarme lo que nadie más me había dicho y lo que yo aún desconocía.

Gracias a la entrevista que tuve con Johann había descubierto que el día de la crisis, fue el momento exacto en el que las emociones de Daniel se desbordaron por completo debido a que días anteriores estuvo presentando una actitud de indiferencia. Y gracias a mis estudios, sabía que esa actitud indiferente, había sido creada poco a poco con algo que estuvo acumulándose tal vez durante semanas o incluso, meses.

Las emociones no nacían de la nada, siempre existía ese algo, ese estímulo que las “regresaba a la vida”. Y por supuesto que el estímulo podía ser de un momento a otro, pero también de años. En el caso de Daniel, las emociones se acumularon con el paso del tiempo.

Daniel había estado lidiando, en soledad, contra demasiadas emociones durante demasiado tiempo. Emociones mal manejadas y mucho tiempo, no eran una buena combinación; por ello el asunto se volvía complejo. Debía escarbar en todas esas emociones; emociones que continuaban atascadas y como consecuencia, prolongaban el “ahogamiento” de Daniel.

Por supuesto que la acción de “escarbar” iba a ser dolorosa.

Muy dolorosa, pero necesaria

-Creo… que es porque me gusta estar sentado en el sofá-de nuevo, con las palmas de sus manos, que ahora estaban completamente recuperadas, volvió a frotar los reposabrazos. Estuve de acuerdo con su sentimiento de que le “gustaba” el sofá porque sus acciones así lo demostraban, pero en las acciones, había un sentimiento oculto

-Es un sofá muy bonito-busqué colocarme en sintonía con Daniel-Y también se ve cómodo-asentí-Me parece que pasas mucho tiempo sentado en él ¿Verdad?-con movimientos mecánicos, sus manos continuaron frotándose en el reposabrazos y con la mente dispersa, asintió-¿Qué sientes cuando estás sentado en él?-fui directo con mi pregunta para empezar a abordar el tema que mi mente estaba trabajando.

Podía ser que ese sofá, no se trataba de solo “un sofá” para Daniel

-¿Qué siento?-meditó durante algunos segundos su respuesta-Creo que me siento… ¿Seguro?-ahí estaba.

El sofá, era [el lugar seguro] de Daniel. Era una técnica emocional que servía para que uno mismo gestionara y cuidara de sus emociones. Daniel estaba realizando su autocuidado haciendo uso de un lugar que le permitía sentirse de la mejor manera. Claro que lo realizaba inconscientemente

-¿Te sientes seguro cuando estás sentado en el sofá?-sus manos dejaron de moverse

-Sí…-lo noté pensativo. Pasó saliva y su boca se entreabrió-Cuando estoy sentado en él, me siento bien y… mis pensamientos se detienen-asentí y esperé a que continuara-Todo se vuelve silencioso y el día se me pasa más rápido-

El sofá era su burbuja.

Era su vía de escape para no tener que lidiar con la realidad. Podría representar una buena autoprotección, pero protegernos hasta el punto en que nuestros pensamientos se congelaban, no era en absoluto algo bueno

-Entonces tienes la costumbre de sentarte en el sofá a primeras horas de la mañana-recapitulé en tono de afirmación. Daniel asintió-¿Lo has hecho desde que llegaste a ésta casa?-pensó en su respuesta

-No. Antes me la pasaba durmiendo-murmuró-Me dolía todo el cuerpo y ni siquiera podía caminar-asentí. Lo sabía gracias a sus expedientes-Conforme mi salud fue mejorando, ya no tenía la necesidad de pasármela durmiendo-suspiró-Y entonces me aburría y empezaba a pensar en… varias cosas que me hacían sentir más mal-su tono de voz fue disminuyendo-Pero estando en el sofá, como tengo a la vista los jardines-volteó a ver el exterior-Los pensamientos se van-sonrió un poco

-¿Qué tipo de pensamientos tenías?-

-Bueno…-evitó mi mirada-No podía pensar en nada más que en los dolores de mi cuerpo-de nuevo frotó uno de sus brazos; clara señal de autoconsuelo y de necesitar un abrazo. Al parecer, el siguiente tema se le hacía complicado de recordar-Y empecé a mejorar, pero después me caí de las escaleras…-pasó saliva y parpadeó en repetidas ocasiones-Creo que ya me desvié mucho-sonrió-Estábamos hablando de lo que hice el día del incidente con las palmas de mis manos-le devolví la sonrisa

-Voy a ser sincero-le “advertí”-No te has desviado del tema y no te interrumpí porque lo que pasó en tu antigua habitación, fue el momento cúspide de todo lo que llevabas guardado dentro de ti-su boca se entreabrió-Fue tu límite, Daniel-hicimos contacto visual-Y llegar al límite puede ser algo devastador. Me parece que cuando te dieron el alta en el hospital, no tenías la fuerza suficiente para pensar en lo que te había pasado. Descansaste y te recuperaste, pero después caíste de las escaleras-sus ojos se cristalizaron-Y fue como si todo el esfuerzo que habías hecho con anterioridad se redujera a nada-su mirada vaciló y en silencio, sus lágrimas empezaron a brotar.

Daniel gimoteó un par de veces para intentar calmarse, pero al final, su llanto incrementó. Aguardé un momento mientras él se desahogaba.

Poco a poco, consiguió calmarse para empezar a hablar

-Creí que podía hacerlo. En verdad creí que podía bajar la escalera por mi cuenta, pero todo empeoró-sorbió su nariz-Podía moverme menos y para complicarlo, Claudio y Maxim llegaron de visita-sollozó-Ellos podían hacer tantas cosas…-el tono de voz que empleó fue de lamento-Salían siempre que querían, se reían, hablaban mucho y…-se atragantó un poco-Mantenían secretos con Sean y con los demás-sollozó-Todos hablaban en voz baja cuando yo estaba cerca y eso… eso me hacía sentir alejado de todos ellos-su llanto fue menguando e hicimos contacto visual. Daniel mostró una tristeza profunda-Después discutí con Sean y… y me sentía tan mal-las lágrimas continuaron brotando-Yo nunca quise decirle lo que le dije, pero ni siquiera podía pensar en una frase completa porque todo me parecía tan confuso y me sentía tan perdido. Me sentía muy mal…-sonó su nariz-Ni siquiera era capaz de disfrutar la música que Johann me ponía y, y sí me gustaba escucharla, pero poco a poco empezó a parecerme tan agotador el tener que escucharla-realizó varias respiraciones profundas bastante temblorosas, pero consiguió calmarse-¿Estoy mal? ¿Esto que siento está mal?-señaló hacia su propio pecho

-No Daniel, no hay nada de malo en lo que me has confiado-de nuevo realizó otra respiración profunda-Vamos por partes ¿De acuerdo? Identifiquemos las emociones que tenías en cada momento que me platicaste-propuse, pero no recibí respuesta inmediata de Daniel, así que procedí-Tuviste la caída y tu estado de salud empeoró. Todo el esfuerzo que habías hecho, desapareció en unos cuantos segundos-Daniel asintió-Y quisiste volver a intentarlo, pero el dolor en tu cuerpo era peor y eso te agotaba. Era muy agotador despertar cada día-sus lágrimas volvieron a brotar en silencio mientras continuaba asintiendo-Pero conseguías despertar y levantarte de la cama-le hice ver el esfuerzo del que él no era consciente-Cada día continuaste pese a que preferías quedarte en cama-remarqué-Y estás aquí, continúas adelante-celebré- Daniel, acepta que fue un tiempo muy complicado para ti. Estabas cansado de que vigilaran cada paso que dabas y por ello quisiste intentar bajar unos cuantos escalones por tu cuenta, pero tu intento salió mal-utilicé un tono de voz más potente-Y fallar no está mal, muchas veces vamos a caernos, pero lo que de verdad importa es levantarse. No te quedaste en el piso y continuaste-

-Si… yo, yo continué-reconoció. Asentí

-Después, esa visita de Claudio y Maxim te hizo sentir molesto porque ellos hacían lo que tú querías hacer desde hace mucho tiempo-su boca tembló mientras asentía-Tu vida se encuentra atascada y ver que los demás continúan con la suya como si nada pasara… esa es una verdad absoluta; el mundo continúa girando pese a que unos cuantos se tropiezan en el camino-Daniel se calmó un poco más-Dime, ¿Hablaste sobre esto con alguien más? ¿Expusiste tu inquietud en el momento que la estabas sintiendo?-

-Sí y por eso discutí con Sean-murmuró-Le dije que no entendía por qué me había liberado del laboratorio si continuaba encerrado en ésta casa-sus ojos rojos e hinchados, dieron un vistazo al techo de su habitación-Pero… pero yo en realidad no quería decirle eso porque yo estoy feliz de todo lo que Sean hace por mí y… lo que le dije fue tan injusto-sus ojos se entrecerraron-Varias veces pensé en disculparme, pero ni siquiera puedo verlo a los ojos-negó levemente mientras su mirada viajaba al piso-Si lo veo a los ojos, sé que voy a ponerme a llorar y va a ser como el principio. No voy a poder disculparme-

-Cuando discutieron, fueron tus emociones las que hablaron-su mirada regresó a mí

-Estaba molesto y decepcionado-afirmó-Fue algo que pasó muy rápido, pero mi mente repite una y otra y otra vez ese momento y…-llevó ambas manos hacia su gorro azul mientras negaba-Y, aun así, Sean continúa ayudándome-

-Respira, Daniel-corté el hilo de sus pensamientos antes de que se bloqueara porque nuestra conversación iba y debía continuar-Respira profundamente-indiqué y al principio se le dificultó encontrar el ritmo de su respiración, pero a los pocos minutos lo consiguió-Recarga tu espalda en el respaldo y continúa respirando-me levanté de mi asiento y fui por una de las botellas con agua que había sobre el mueble de los libros. Llevaban unos cuantos meses en ese lugar porque las pláticas que Daniel y yo teníamos, lo dejaban con la boca seca.

Le abrí la botella y se la entregué. Él empezó a tomar el agua y, con cada sorbo que daba, su cuerpo empezó a relajarse

-¿Te sientes mejor?-volví a tomar asiento frente a él. Daniel asintió mientras continuaba dando algunos sorbos-¿Quieres continuar?-recargué mis codos en mis muslos y me incliné un poco hacia adelante-Lo mejor sería que continuáramos, pero si sientes que necesitas descansar, podemos dejarlo para la siguiente sesión-propuse pese a que prefería continuar con la sesión, pero no debía forzarlo o el resto de la sesión no funcionaría para nada.

Daniel sorbió su nariz y asintió

-Quiero seguir-me observó-No había platicado con nadie sobre esto y… y en verdad se siente bien-sonrió un poco.

Confirmé que Daniel ya no me veía como un extraño. Me había ganado su confianza

-Recuerda-le devolví la sonrisa-Estoy aquí para escucharte. Y no voy a juzgar nada de lo que me digas-sonrió un poco más-Puedes hablar con total confianza porque tampoco se lo voy a platicar a alguien más-le aseguré-Todo queda entre nosotros-Daniel volvió a asentir y dio más sorbos a su botella mientras yo me acomodaba en la silla y esperaba, con paciencia, a que estuviera listo para continuar.

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-Entonces, tú estás seguro de que te ocultan algo-repetí las palabras de Daniel para afirmar que lo estaba entendiéndolo

-Sí… la actitud de todos es extraña. Y esa vez que jugamos UNO, cuando mencioné a August y a Ana, me pareció que todos se quedaron callados y… no lo sé, sentí extraño-asentí.

Daniel era muy perceptivo. También era alguien observador y que sabía escuchar; escuchar en lo que se conoce como la “escucha activa”. Tal vez él no hablaba mucho, pero se daba cuenta de muchas cosas. Era alguien a quien no podías mentirle fácilmente, pero si se daba cuenta de la mentira, prefería dejarlo de lado porque no tenía la confianza en sí mismo para preguntar y asegurarlo.

El asunto sobre las personas que mencionaba, August y Ana, yo lo conocía al pie de la letra porque Sean me lo había platicado.

August y Ana también vivieron en la fábrica, fue en ese lugar en donde Daniel los conoció. Después pasaron los acontecimientos que nos llevaron a todos al momento presente, pero sin August y sin Ana.

August había tomado la decisión de alejarse un poco del pequeño círculo que todos habían creado al paso de los años, pero Ana no tuvo la oportunidad de decidir. La habían asesinado mientras los del laboratorio los emboscaban.

Por supuesto que Daniel no sabía sobre el deceso de Ana y, en palabas de Sean y los demás, no era momento de que lo supiera. Sean me platicó que había intentado decírselo, pero todo se complicó y desistió en su intento.

La muerte de Ana continuaba siendo un tema complicado para todos, así que, su resolución sobre no platicárselo a Daniel, la comprendía. Si todos ellos, que eran personas fuertes y seguras, aún no lograban superar la muerte de Ana, para Daniel iba a ser aún más complicado

-Bueno, puede que te estén ocultando algo que ellos consideran podría hacerte daño y prefieren guardar silencio ¿No crees?-elevé ambas cejas y Daniel se mantuvo en silencio, pensando-Dime Daniel ¿Qué prefieres? ¿Vivir sabiendo la verdad, que podría ser una verdad muy dolorosa o vivir en la mentira, mentira que no provoca dolor, pero sí desconfianza?-su boca se entreabrió y dudó-Es una pregunta muy complicada…-

-Preferiría que me dijeran la verdad-me interrumpió y lo observé con atención-Con la terapia he aprendido que el dolor no es malo, siempre que no sea constante y en exceso-llevó una de sus manos hacia su pecho-Pero si continúan mintiéndome… creo que me dolería más vivir con la mentira que saber la verdad-aseguró y yo le sonreí

-Bueno Daniel…-pasé saliva-Me has dejado sin palabras-me sinceré-Lo que has dicho me da a entender que la terapia está sirviéndote y que estás listo para enfrentar todo lo que se venga-le sonreí y él suspiró

-Pero…-su mirada vaciló-Espero que la verdad no sea tan dolorosa-

-El dolor es parte del crecimiento-respondí a esa pequeña vacilación que estaba teniendo-Eres una persona muy fuerte, Daniel-nuestras miradas se encontraron-Cada día, vas a poder superar todo lo que se te ponga en frente-

-¿Lo crees?-de nuevo dudó

-Estoy seguro de mis palabras-sus ojos se cristalizaron y una pequeña, pero significativa sonrisa, nació de sus labios

-Gracias-

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-¿Por qué no intentas platicarlo con Sean?-propuse al terminar de escuchar la preocupación que Daniel tenía por una discusión que tuvo con Sean. La discusión le causaba un conflicto emocional bastante notable-Cuando ambos se encuentren en un lugar cómodo, platiquen sobre ello-

Daniel quería disculparse, pero no sabía si debía hacerlo porque ya había pasado bastante tiempo de ello y tampoco sabía el cómo. A pesar de que Sean lo trató con normalidad después de esa discusión, Daniel “sentía” que debía disculparse.

Sobre éste tema, sólo sabía, por parte de Johann, que Sean y Daniel habían discutido un día en el que Daniel quería salir de casa. Johann me dijo que entendía la desesperación que Daniel tenía por salir, pero también comprendía a Sean respecto a la preocupación que tenía sobre la salud de Daniel.

Sean también me platicó su versión de la discusión, pero no lo percibí inquieto sobre ese tema. Tal vez a Sean no le habían afectado las palabras de Daniel, no como Daniel creía que sí

-¿Y qué debería decirle? ¿Solo que lo siento?-

-Primero explícale lo que a ti te inquieta y después pídele disculpas, estoy seguro de que Sean va a aceptarlas-mencioné lo que era obvio, pero ese obvio, para Daniel era muy complicado de creer.

Daniel exhaló

-Voy a platicarlo con Sean-murmuró

-Todo va a salir bien-continué dándole ánimos y la sesión de ese día, llegó a su final.

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Narra Sean

-Sean…-dejé de cortar los vegetales y enfoqué mi mirada en la entrada de la cocina. Ahí, de pie, estaba Daniel.

Llevaba puesto su pijama rojo y unas pantuflas blancas junto a su característico gorro amarillo. Su cabello ya había crecido un poco más, lo suficiente como para cubrir las cicatrices que tenía, pero él continuaba utilizándolo porque si se lo quitaba, el frío le provocaba dolor de cabeza

-¿Ya tienes hambre? En un momento termino-vacié los vegetales en una olla que tenía agua hirviendo, agregué una pizca de sal y tapé para que se cocinaran-Solo faltan los vegetales-mencioné mientras sacaba un cuchillo y empezaba a cortar, en tiras, el pollo que había cocinado primero.

Ese día íbamos a comer sopa de verdura que había quedado del día anterior, junto a pollo a la plancha y verduras hervidas.

Estuve a punto de cortar el segundo filete de pollo, pero me percaté de que Daniel continuaba en la entrada de la cocina. No se movía y lo noté pensativo

-¿Pasó algo?-dejé el cuchillo a un lado y le presté atención. Daniel parpadeó y negó

-No, nada-ingresó a la cocina y cuando tomó asiento en su lugar de siempre, exhaló.

Sí claro, eso era “nada”.

Ese “nada” lo tenía de esa manera, tan pensativo y distraído, desde hace 4 días.

Después de la sesión que tuvo con Emil, Daniel se la pasaba observándome y cada que nuestras miradas se encontraban, él la apartaba casi de inmediato y se iba del lugar en donde nos encontráramos. Por ejemplo, si ambos estábamos en la sala, viendo alguna película o serie, de reojo me daba cuenta que Daniel se la pasaba dándome miradas esporádicas, además de que se movía con cierto nerviosismo hasta el punto en el que se levantaba del sofá para decir que estaba cansado y sin esperar alguna palabra de mi parte, regresaba a su habitación.

Su actitud no me preocupaba, no como otras veces porque ahora notaba a Daniel más nervioso que tenso. Me daba la impresión de que quería decirme algo, pero no se animaba a hacerlo. Y como estaba siguiendo al pie de la letra las nuevas recomendaciones que Emil me había dado, no podía detener ni forzar a Daniel para hacerlo hablar. “Sé paciente”.

Otra ocasión fue cuando ambos estábamos en el balcón de su habitación. Lo habíamos abierto por completo porque necesitábamos ventilar el lugar después de que realizamos una limpieza profunda. Daniel se había encargado de cambiar sus sábanas mientras yo limpiaba el baño, los muebles y el piso.

 

Escena Retrospectiva (Flash Back)

Di un último vistazo al baño y quedé satisfecho con el resultado. No era como si estuviera demasiado sucio debido a que Daniel aún no hacía uso de la bañera porque continuaba utilizando la regadera de teléfono para evitar mojarse las muñecas. A sus muñecas les colocábamos cubiertas impermeables y acomodábamos una silla para baño; así Daniel se encargaba de bañarse.

Al principio, después de que Johann fue destituido, le ofrecí a Daniel baños de esponja como los que Johann le hacía, pero Daniel dijo que no y pese a que continuaba con la misma respuesta, cada que él tomaba un baño, me quedaba en su habitación para asegurarme de reaccionar a tiempo si es que ocurría algún accidente.

Hasta el momento, no habíamos tenido ningún problema.

Salí del baño y vi a Daniel hincado sobre su cama esponjando una almohada

-¿En dónde quieres que ponga las rosas?-le pregunté mientras me acercaba a unas macetas con las flores que aún tenían la protección de plástico que le ponían en los viveros para que no se maltrataran al momento de transportarlas. Lucy y Tomás se las habían regalado a Daniel porque le dijeron que servirían para “dar vida” a su habitación.

Le habían regalado tres de diferentes colores. Blancas, rojas y amarillas. Y se notaba que Daniel seguía las instrucciones de regarlas cada tres días porque se las habían regalado hace dos semanas y las rosas continuaban viéndose en buen estado

-Humm no lo sé…-murmuró y, con cuidado, empezó a bajar de la cama para acercarse a mí-¿No pueden quedarse aquí?-

-Lo mejor sería ponerlas en un lugar donde reciban la luz del sol-sugerí al hacer memoria del resto de indicaciones que Lucy nos había dado

-¿En el jardín?-preguntó mientras tocaba, con delicadeza, el pétalo de una rosa blanca

-Sí, es buena idea-asentí mientras me inclinaba para tomar una maceta

-No, mejor en el balcón-Daniel me detuvo-He visto que los vecinos de enfrente tienen flores en el suyo y me gusta cómo se ven ¿Estaría bien?-dudó y volteó a verme

-Sí, ahí se verán mejor y recibirán el sol unas cuantas horas al día. Además, si llueve, el techo del balcón las protegerá un poco-Daniel asintió a cada punto que le dije y al final, sonrió

-Entonces que ahí se queden-

Entre los dos, empezamos a acomodarlas en el balcón. Lo hicimos varias veces porque intentamos calcular el mejor lugar para que recibieran la luz solar en los pocos días soleados que había y para que la lluvia, que era más habitual, no las dañara

-Estarán bien aquí-mencioné al verificar que las tres rosas quedaban bien alineadas con el techo del balcón y que recibían los escasos rayos solares que había ese día. Observé a Daniel y lo encontré asomándose hacia el jardín del primer piso-¿Daniel?-llamé su atención y él volteó a verme

-¿Hmm?-

-¿Te gusta cómo quedaron?-señalé hacia las rosas

-Sí, ahí están bien-sonrió-Espero que crezcan como las del vecino-señaló hacia el frente, justo en donde estaba la casa vecina y vi los grandes rosales que había en su balcón. Me pareció un trabajo lleno de dedicación, pero no imposible

-Veremos, también se tienen que cambiar las macetas para que las raíces tengan más espacio-mencioné-Pero será después-Daniel asintió

-Oye Sean…-le presté atención-¿Cuánto es de altura?-ahora señaló hacia nuestro jardín

-Entre 3 y 4 metros-me asomé para intentar calcularle-El techo del primer piso está alto-mencioné-¿Por qué?-

-Solo era curiosidad-dijo y volvió a asomarse hacia el jardín.

Lo observé en silencio.

El barandal le llegaba a la altura de su estómago, pero me daba cierto vértigo al verlo recargado en él como si nada. Cuando estuve a punto de decirle que tomara su distancia, inhalé para calmarme y yo también recargué mis antebrazos en el barandal.

El barandal era seguro, no pasaba nada.

Ambos nos quedamos disfrutando de la vista y de las corrientes de aire que había ese día, pero al paso de los minutos, me percaté que Daniel me observaba de reojo, cuando iba a preguntarle qué es lo que pasaba, volteó a verme por completo

-Sean…-murmuró con voz muy baja

-Dime-volteé a verlo y los dedos de sus manos empezaron a retorcerse con nerviosismo

-Te… ¿Te acuerdas del día que discutimos?-dijo sin verme a los ojos, algo que ya era habitual en él. De inmediato, hice memoria ¿A qué discusión se refería? ¿A la que tuvimos en su habitación y que por ello se había caído de la cama? O ¿A la del cine?-me incliné más por la del cine

-¿Cuando me dijiste que querías ir al cine?-él asintió-¿Qué pasa con ello?-mentalmente rogué para que no regresara con esa idea. No quería discutir con él sobre el mismo asunto y para evitarlo, estaba más que dispuesto en aceptar lo que demandara pese a que continuaba pareciéndome una pésima idea.

Y ahora mucho menos ya que Johann no estaba para ayudarme

-Bueno… he estado pensándolo y…-relamió sus labios. Oh no ¿Continuaba con la misma idea?. Daniel estuvo a punto de continuar, pero una fuerte corriente de aire nos hizo “reaccionar”. Tomé a Daniel del antebrazo y lo guié de regreso al interior de su habitación. Él tomó asiento en el borde de su cama mientras yo me dedicaba en cerrar la puerta del balcón.

Observé el cielo y vi que las nubes grises empezaban a juntarse para una próxima lluvia. Mi mirada viajó hacia las rosas y las encontré seguras. El aire no se estrellaba directamente contra ellas porque el balcón las protegía de las corrientes. Daniel había elegido un buen lugar porque en el jardín, de seguro iban a estar demasiado expuestas a las inclemencias del clima que se creaban con frecuencia en Múnich.

Mi atención regresó a Daniel

-¿Qué ibas a decir?-me acerqué hacia él unos cuantos pasos. Negó con la vista en el piso

-No es nada-murmuró-Pero ya tengo hambre-con discreción, exhalé

-Entonces vamos a prepararnos algo de comer-propuse.

No insistí porque no me convenía hacerlo, no en esos momentos

Fin Escena Retrospectiva (Flash Back)

 

Daniel continuaba comportándose con “normalidad”, pero existían esos momentos, como el de ahora o cuando ambos pasábamos tiempo juntos, en que sentía que quería decirme algo. Tal vez el tema continuaba siendo sobre la salida al cine o tal vez era otra cosa, pero lo mejor, para mí, era no abordar ningún tema “complicado” por el momento.

Revisé las verduras y cuando las noté suaves, apagué el fuego de la estufa y empecé a colarlas. Daniel se mantuvo en silencio todo el tiempo mientras preparaba nuestros platos y servía las porciones. Incluso, se mantuvo en silencio hasta después de que empezamos a comer.

Él se dedicó, durante toda la comida, en masticar con lentitud cada verdura y cada tira de pollo sin levantar su mirada del plato

-¿Quieres ver una película?-pregunté mientras colocaba los platos sucios en el fregadero

-¿Cuál?-preguntó mientras se levantaba de su asiento

-La que tú quieras-Daniel hizo un puchero casi invisible y noté que no tenía muchas ganas de ver una película, decidí persuadirlo-¿Por qué no buscas alguna mientras lavo los platos?-hizo una mueca, pero asintió

-Está bien-murmuró y salió de la cocina.

Me apresuré en lavar los trastes, en guardar dentro del refrigerador todo lo que había sobrado y después de dejar todo limpio, apagué la luz de la cocina y me dirigí a la sala. Esperaba encontrar la televisión encendida, pero la vi apagada. Daniel estaba acostado a lo largo del sofá haciendo… nada

-¿Buscaste la película?-tomé asiento en el otro sofá y tomé el control de la televisión para encenderla

-No…-murmuró y bostezó. Empecé a revisar el menú de películas en la plataforma de paga

-¿Tienes sueño?-me dirigí al menú de películas de comedia. A mí no me gustaba mucho, pero a Daniel sí pese a que no le entendía a la mayoría de las bromas que salían en las películas

-No-dijo mientras giraba sobre el sofá hasta quedar boca abajo. Decidí no perder más el tiempo en buscar una película y seleccioné una que incluía bastante acción “Kingsman: el servicio secreto”. Dejé el control sobre la mesa de centro y me recargué en el respaldo del sofá.

La película empezó y al principio, llamó la atención de Daniel, después llamó mi atención y me centré tanto en ella, que las miradas esporádicas que Daniel me daba me pasaron desapercibidas, pero después, hubo un momento en el que nuestras miradas se encontraron

-¿Te está gustando?-le sonreí.

La respuesta de Daniel fue un suspiro mientras regresaba su mirada a la pantalla. Mi atención regresó a la película, pero no pasaron ni dos minutos cuando Daniel se levantó del sofá, tomó el control de la televisión y le puso pausa a la película

-¿Podemos hablar?-volvió a dejar el control sobre la mesa, pero él se quedó de pie

-Ven-di unos golpecitos a mi lado. Daniel tomó asiento-¿Sobre qué quieres hablar?-sus dedos empezaron con su movimiento nervioso

-Es sobre la discusión del cine-murmuró y mantuvo su cabeza inclinada hacia abajo. Me aclaré la garganta

-Entonces es sobre lo mismo que querías decirme cuando estábamos en el balcón ¿verdad?-hablé en voz baja mientras le acomodaba un poco su gorro

-Sí…-

-¿Qué te preocupa? ¿Aún quieres ir?-Daniel volteó a verme con la boca entreabierta

-¿Ir al cine?-dudé

-Es lo que quieres ¿No?-negó, pero después lo pensó dos veces

-Bueno… sí claro, me gustaría ir. Pero por ahora es otra cosa la que quiero decirte-sus cejas se deformaron un poco y yo me perdí.

Si no era sobre la salida al cine ¿Qué otra cosa había sucedido en ese momento?

-Te escucho-seguí otro consejo de Emil. “Utiliza frases cortas y no le des vueltas al asunto”. Daniel se removió sobre el sofá

-Yo…-murmuró mientras sus dedos regresaban a su movimiento nervioso y su cabeza se inclinaba hacia un lado-Quiero pedirte disculpas-me perdí aún más ¿De qué hablaba?-No quise decirte lo de aquella vez. Fue mi enojo el que habló por mí-colocó una de sus manos en su pecho-En ese momento sí estaba enojado, más desesperado que otra cosa… pero en realidad no quería decirte esas palabras. Yo…-remarcó el “yo”-Te agradezco que hayas decidido llevarme contigo aquel día que escapamos del laboratorio, no me lo esperaba-nuestras miradas se encontraron-Y valoro todos los esfuerzos que haces cada día por cuidarnos-asintió varias veces y después pasó saliva.

Hice memoria al día de la discusión y recordé las palabras que Daniel me había dicho instantes antes de soltarse a llorar:

“No entiendo por qué me sacaste del laboratorio si aquí también estoy encerrado”

Ah, claro. Eran esas palabras… ¿He?

Suspiré

-Acepto tus disculpas, Daniel-respondí mientras frotaba entre mi dedo índice y pulgar, un poco del cabello que le sobresalía del gorro-¿Eso era lo que te preocupaba?-asintió

-No quería decirte aquello-murmuró-Y quise disculparme en ese momento, pero no pude-

¿Y continuó pensando en ese asunto durante todos éstos meses?

Admitía que, en el momento en que las escuché y algunos días después, las palabras se repitieron sin ningún descanso dentro de mi cabeza; no porque sintiera alguna clase de culpa, de remordimiento o de “dolor”, pero lo que sí provocaron en mí fue ponerme a pensar en las decisiones que había tomado tiempo atrás.  Pensé en un exceso de probabilidades, que el tema terminó hartándome y lo dejé de lado.

Pero Daniel no lo había olvidado con tanta facilidad como yo lo hice.

Nunca me tomé apecho sus palabras porque, en realidad, a lo largo de toda mi vida me habían dicho cosas peores y nunca había recibido una disculpa, pero eso no quería decir que era el fin del mundo para mí porque yo era una persona a la que las palabras no le afectaban en absoluto

-¿En verdad me perdonas?-se removió sobre el sofá y terminó acercándose un poco a mí

-Por supuesto-le sonreí mientras tomaba su rostro entre mis manos-Deja de pensar en ello ¿sí? No pasa nada-quise besar su frente, pero el gorro fue el que recibió el contacto-¿Todo está bien?-Daniel asintió mientras colocaba una mano sobre la mía

-Fue tan complicado…-se quejó

-Todo está de maravilla-hice presión a sus mejillas-Yo estoy bien ¿Y tú?-

-Me siento mejor-sonrió

-Entonces ¿Ya te sientes con ganas de ver una película conmigo?-soltó unas cuantas risas

-Sí, veamos la que tú quieras-propuso

-Eso me parece justo-

Después de ello, ambos tuvimos la energía suficiente como para prepararnos palomitas y tomarnos nuestro tiempo en seleccionar una película.

El ambiente dejó de sentirse asfixiante y lo disfruté de sobremanera.

 

 

 

Narra Emil

 

-Muy bien Daniel, platiquemos sobre lo que pasó el día que te lastimaste las palmas de las manos-mencioné después de saludarnos y de acomodarnos en nuestros respectivos asientos-Platiqué con el enfermero Johann y él me dio su versión, pero como ya te lo he dicho, tu versión es la más importante-Daniel cruzó un brazo por delante para sujetar su otro brazo mientras daba miradas ocasionales entre el exterior y a mí

-¿Cómo debería empezar?-

-¿Qué tal si me platicas un poco de lo que estabas haciendo ese día?-propuse-Me refiero a lo que estabas haciendo antes de que Johann ingresara a tu antigua habitación-expliqué con más detalles

-Lo que estaba haciendo ese día…-murmuró para sí mismo mientras su mirada vacilaba-Desde muy temprano, tomé asiento en éste sofá-sus manos frotaron 2 veces los reposabrazos del sofá-Ya llevaba varios días haciendo lo mismo…-continuó con un tono de voz bajo

-¿Solo estabas sentado en el sofá?-asintió-¿Por qué?-quise sugerir algo más con mi pregunta, pero prefería guardar silencio. Al parecer, Daniel estaba a punto de empezar a platicarme lo que nadie más me había dicho y lo que yo aún desconocía.

Gracias a la entrevista que tuve con Johann había descubierto que el día de la crisis, fue el momento exacto en el que las emociones de Daniel se desbordaron por completo debido a que días anteriores estuvo presentando una actitud de indiferencia. Y gracias a mis estudios, sabía que esa actitud indiferente, había sido creada poco a poco con algo que estuvo acumulándose tal vez durante semanas o incluso, meses.

Las emociones no nacían de la nada, siempre existía ese algo, ese estímulo que las “regresaba a la vida”. Y por supuesto que el estímulo podía ser de un momento a otro, pero también de años. En el caso de Daniel, las emociones se acumularon con el paso del tiempo.

Daniel había estado lidiando, en soledad, contra demasiadas emociones durante demasiado tiempo. Emociones mal manejadas y mucho tiempo, no eran una buena combinación; por ello el asunto se volvía complejo. Debía escarbar en todas esas emociones; emociones que continuaban atascadas y como consecuencia, prolongaban el “ahogamiento” de Daniel.

Por supuesto que la acción de “escarbar” iba a ser dolorosa.

Muy dolorosa, pero necesaria

-Creo… que es porque me gusta estar sentado en el sofá-de nuevo, con las palmas de sus manos, que ahora estaban completamente recuperadas, volvió a frotar los reposabrazos. Estuve de acuerdo con su sentimiento de que le “gustaba” el sofá porque sus acciones así lo demostraban, pero en las acciones, había un sentimiento oculto

-Es un sofá muy bonito-busqué colocarme en sintonía con Daniel-Y también se ve cómodo-asentí-Me parece que pasas mucho tiempo sentado en él ¿Verdad?-con movimientos mecánicos, sus manos continuaron frotándose en el reposabrazos y con la mente dispersa, asintió-¿Qué sientes cuando estás sentado en él?-fui directo con mi pregunta para empezar a abordar el tema que mi mente estaba trabajando.

Podía ser que ese sofá, no se trataba de solo “un sofá” para Daniel

-¿Qué siento?-meditó durante algunos segundos su respuesta-Creo que me siento… ¿Seguro?-ahí estaba.

El sofá, era [el lugar seguro] de Daniel. Era una técnica emocional que servía para que uno mismo gestionara y cuidara de sus emociones. Daniel estaba realizando su autocuidado haciendo uso de un lugar que le permitía sentirse de la mejor manera. Claro que lo realizaba inconscientemente

-¿Te sientes seguro cuando estás sentado en el sofá?-sus manos dejaron de moverse

-Sí…-lo noté pensativo. Pasó saliva y su boca se entreabrió-Cuando estoy sentado en él, me siento bien y… mis pensamientos se detienen-asentí y esperé a que continuara-Todo se vuelve silencioso y el día se me pasa más rápido-

El sofá era su burbuja.

Era su vía de escape para no tener que lidiar con la realidad. Podría representar una buena autoprotección, pero protegernos hasta el punto en que nuestros pensamientos se congelaban, no era en absoluto algo bueno

-Entonces tienes la costumbre de sentarte en el sofá a primeras horas de la mañana-recapitulé en tono de afirmación. Daniel asintió-¿Lo has hecho desde que llegaste a ésta casa?-pensó en su respuesta

-No. Antes me la pasaba durmiendo-murmuró-Me dolía todo el cuerpo y ni siquiera podía caminar-asentí. Lo sabía gracias a sus expedientes-Conforme mi salud fue mejorando, ya no tenía la necesidad de pasármela durmiendo-suspiró-Y entonces me aburría y empezaba a pensar en… varias cosas que me hacían sentir más mal-su tono de voz fue disminuyendo-Pero estando en el sofá, como tengo a la vista los jardines-volteó a ver el exterior-Los pensamientos se van-sonrió un poco

-¿Qué tipo de pensamientos tenías?-

-Bueno…-evitó mi mirada-No podía pensar en nada más que en los dolores de mi cuerpo-de nuevo frotó uno de sus brazos; clara señal de autoconsuelo y de necesitar un abrazo. Al parecer, el siguiente tema se le hacía complicado de recordar-Y empecé a mejorar, pero después me caí de las escaleras…-pasó saliva y parpadeó en repetidas ocasiones-Creo que ya me desvié mucho-sonrió-Estábamos hablando de lo que hice el día del incidente con las palmas de mis manos-le devolví la sonrisa

-Voy a ser sincero-le “advertí”-No te has desviado del tema y no te interrumpí porque lo que pasó en tu antigua habitación, fue el momento cúspide de todo lo que llevabas guardado dentro de ti-su boca se entreabrió-Fue tu límite, Daniel-hicimos contacto visual-Y llegar al límite puede ser algo devastador. Me parece que cuando te dieron el alta en el hospital, no tenías la fuerza suficiente para pensar en lo que te había pasado. Descansaste y te recuperaste, pero después caíste de las escaleras-sus ojos se cristalizaron-Y fue como si todo el esfuerzo que habías hecho con anterioridad se redujera a nada-su mirada vaciló y en silencio, sus lágrimas empezaron a brotar.

Daniel gimoteó un par de veces para intentar calmarse, pero al final, su llanto incrementó. Aguardé un momento mientras él se desahogaba.

Poco a poco, consiguió calmarse para empezar a hablar

-Creí que podía hacerlo. En verdad creí que podía bajar la escalera por mi cuenta, pero todo empeoró-sorbió su nariz-Podía moverme menos y para complicarlo, Claudio y Maxim llegaron de visita-sollozó-Ellos podían hacer tantas cosas…-el tono de voz que empleó fue de lamento-Salían siempre que querían, se reían, hablaban mucho y…-se atragantó un poco-Mantenían secretos con Sean y con los demás-sollozó-Todos hablaban en voz baja cuando yo estaba cerca y eso… eso me hacía sentir alejado de todos ellos-su llanto fue menguando e hicimos contacto visual. Daniel mostró una tristeza profunda-Después discutí con Sean y… y me sentía tan mal-las lágrimas continuaron brotando-Yo nunca quise decirle lo que le dije, pero ni siquiera podía pensar en una frase completa porque todo me parecía tan confuso y me sentía tan perdido. Me sentía muy mal…-sonó su nariz-Ni siquiera era capaz de disfrutar la música que Johann me ponía y, y sí me gustaba escucharla, pero poco a poco empezó a parecerme tan agotador el tener que escucharla-realizó varias respiraciones profundas bastante temblorosas, pero consiguió calmarse-¿Estoy mal? ¿Esto que siento está mal?-señaló hacia su propio pecho

-No Daniel, no hay nada de malo en lo que me has confiado-de nuevo realizó otra respiración profunda-Vamos por partes ¿De acuerdo? Identifiquemos las emociones que tenías en cada momento que me platicaste-propuse, pero no recibí respuesta inmediata de Daniel, así que procedí-Tuviste la caída y tu estado de salud empeoró. Todo el esfuerzo que habías hecho, desapareció en unos cuantos segundos-Daniel asintió-Y quisiste volver a intentarlo, pero el dolor en tu cuerpo era peor y eso te agotaba. Era muy agotador despertar cada día-sus lágrimas volvieron a brotar en silencio mientras continuaba asintiendo-Pero conseguías despertar y levantarte de la cama-le hice ver el esfuerzo del que él no era consciente-Cada día continuaste pese a que preferías quedarte en cama-remarqué-Y estás aquí, continúas adelante-celebré- Daniel, acepta que fue un tiempo muy complicado para ti. Estabas cansado de que vigilaran cada paso que dabas y por ello quisiste intentar bajar unos cuantos escalones por tu cuenta, pero tu intento salió mal-utilicé un tono de voz más potente-Y fallar no está mal, muchas veces vamos a caernos, pero lo que de verdad importa es levantarse. No te quedaste en el piso y continuaste-

-Si… yo, yo continué-reconoció. Asentí

-Después, esa visita de Claudio y Maxim te hizo sentir molesto porque ellos hacían lo que tú querías hacer desde hace mucho tiempo-su boca tembló mientras asentía-Tu vida se encuentra atascada y ver que los demás continúan con la suya como si nada pasara… esa es una verdad absoluta; el mundo continúa girando pese a que unos cuantos se tropiezan en el camino-Daniel se calmó un poco más-Dime, ¿Hablaste sobre esto con alguien más? ¿Expusiste tu inquietud en el momento que la estabas sintiendo?-

-Sí y por eso discutí con Sean-murmuró-Le dije que no entendía por qué me había liberado del laboratorio si continuaba encerrado en ésta casa-sus ojos rojos e hinchados, dieron un vistazo al techo de su habitación-Pero… pero yo en realidad no quería decirle eso porque yo estoy feliz de todo lo que Sean hace por mí y… lo que le dije fue tan injusto-sus ojos se entrecerraron-Varias veces pensé en disculparme, pero ni siquiera puedo verlo a los ojos-negó levemente mientras su mirada viajaba al piso-Si lo veo a los ojos, sé que voy a ponerme a llorar y va a ser como el principio. No voy a poder disculparme-

-Cuando discutieron, fueron tus emociones las que hablaron-su mirada regresó a mí

-Estaba molesto y decepcionado-afirmó-Fue algo que pasó muy rápido, pero mi mente repite una y otra y otra vez ese momento y…-llevó ambas manos hacia su gorro azul mientras negaba-Y, aun así, Sean continúa ayudándome-

-Respira, Daniel-corté el hilo de sus pensamientos antes de que se bloqueara porque nuestra conversación iba y debía continuar-Respira profundamente-indiqué y al principio se le dificultó encontrar el ritmo de su respiración, pero a los pocos minutos lo consiguió-Recarga tu espalda en el respaldo y continúa respirando-me levanté de mi asiento y fui por una de las botellas con agua que había sobre el mueble de los libros. Llevaban unos cuantos meses en ese lugar porque las pláticas que Daniel y yo teníamos, lo dejaban con la boca seca.

Le abrí la botella y se la entregué. Él empezó a tomar el agua y, con cada sorbo que daba, su cuerpo empezó a relajarse

-¿Te sientes mejor?-volví a tomar asiento frente a él. Daniel asintió mientras continuaba dando algunos sorbos-¿Quieres continuar?-recargué mis codos en mis muslos y me incliné un poco hacia adelante-Lo mejor sería que continuáramos, pero si sientes que necesitas descansar, podemos dejarlo para la siguiente sesión-propuse pese a que prefería continuar con la sesión, pero no debía forzarlo o el resto de la sesión no funcionaría para nada.

Daniel sorbió su nariz y asintió

-Quiero seguir-me observó-No había platicado con nadie sobre esto y… y en verdad se siente bien-sonrió un poco.

Confirmé que Daniel ya no me veía como un extraño. Me había ganado su confianza

-Recuerda-le devolví la sonrisa-Estoy aquí para escucharte. Y no voy a juzgar nada de lo que me digas-sonrió un poco más-Puedes hablar con total confianza porque tampoco se lo voy a platicar a alguien más-le aseguré-Todo queda entre nosotros-Daniel volvió a asentir y dio más sorbos a su botella mientras yo me acomodaba en la silla y esperaba, con paciencia, a que estuviera listo para continuar.

 

-Entonces, tú estás seguro de que te ocultan algo-repetí las palabras de Daniel para afirmar que lo estaba entendiéndolo

-Sí… la actitud de todos es extraña. Y esa vez que jugamos UNO, cuando mencioné a August y a Ana, me pareció que todos se quedaron callados y… no lo sé, sentí extraño-asentí.

Daniel era muy perceptivo. También era alguien observador y que sabía escuchar; escuchar en lo que se conoce como la “escucha activa”. Tal vez él no hablaba mucho, pero se daba cuenta de muchas cosas. Era alguien a quien no podías mentirle fácilmente, pero si se daba cuenta de la mentira, prefería dejarlo de lado porque no tenía la confianza en sí mismo para preguntar y asegurarlo.

El asunto sobre las personas que mencionaba, August y Ana, yo lo conocía al pie de la letra porque Sean me lo había platicado.

August y Ana también vivieron en la fábrica, fue en ese lugar en donde Daniel los conoció. Después pasaron los acontecimientos que nos llevaron a todos al momento presente, pero sin August y sin Ana.

August había tomado la decisión de alejarse un poco del pequeño círculo que todos habían creado al paso de los años, pero Ana no tuvo la oportunidad de decidir. La habían asesinado mientras los del laboratorio los emboscaban.

Por supuesto que Daniel no sabía sobre el deceso de Ana y, en palabas de Sean y los demás, no era momento de que lo supiera. Sean me platicó que había intentado decírselo, pero todo se complicó y desistió en su intento.

La muerte de Ana continuaba siendo un tema complicado para todos, así que, su resolución sobre no platicárselo a Daniel, la comprendía. Si todos ellos, que eran personas fuertes y seguras, aún no lograban superar la muerte de Ana, para Daniel iba a ser aún más complicado

-Bueno, puede que te estén ocultando algo que ellos consideran podría hacerte daño y prefieren guardar silencio ¿No crees?-elevé ambas cejas y Daniel se mantuvo en silencio, pensando-Dime Daniel ¿Qué prefieres? ¿Vivir sabiendo la verdad, que podría ser una verdad muy dolorosa o vivir en la mentira, mentira que no provoca dolor, pero sí desconfianza?-su boca se entreabrió y dudó-Es una pregunta muy complicada…-

-Preferiría que me dijeran la verdad-me interrumpió y lo observé con atención-Con la terapia he aprendido que el dolor no es malo, siempre que no sea constante y en exceso-llevó una de sus manos hacia su pecho-Pero si continúan mintiéndome… creo que me dolería más vivir con la mentira que saber la verdad-aseguró y yo le sonreí

-Bueno Daniel…-pasé saliva-Me has dejado sin palabras-me sinceré-Lo que has dicho me da a entender que la terapia está sirviéndote y que estás listo para enfrentar todo lo que se venga-le sonreí y él suspiró

-Pero…-su mirada vaciló-Espero que la verdad no sea tan dolorosa-

-El dolor es parte del crecimiento-respondí a esa pequeña vacilación que estaba teniendo-Eres una persona muy fuerte, Daniel-nuestras miradas se encontraron-Cada día, vas a poder superar todo lo que se te ponga en frente-

-¿Lo crees?-de nuevo dudó

-Estoy seguro de mis palabras-sus ojos se cristalizaron y una pequeña, pero significativa sonrisa, nació de sus labios

-Gracias-

-¿Por qué no intentas platicarlo con Sean?-propuse al terminar de escuchar la preocupación que Daniel tenía por una discusión que tuvo con Sean. La discusión le causaba un conflicto emocional bastante notable-Cuando ambos se encuentren en un lugar cómodo, platiquen sobre ello-

Daniel quería disculparse, pero no sabía si debía hacerlo porque ya había pasado bastante tiempo de ello y tampoco sabía el cómo. A pesar de que Sean lo trató con normalidad después de esa discusión, Daniel “sentía” que debía disculparse.

Sobre éste tema, sólo sabía, por parte de Johann, que Sean y Daniel habían discutido un día en el que Daniel quería salir de casa. Johann me dijo que entendía la desesperación que Daniel tenía por salir, pero también comprendía a Sean respecto a la preocupación que tenía sobre la salud de Daniel.

Sean también me platicó su versión de la discusión, pero no lo percibí inquieto sobre ese tema. Tal vez a Sean no le habían afectado las palabras de Daniel, no como Daniel creía que sí

-¿Y qué debería decirle? ¿Solo que lo siento?-

-Primero explícale lo que a ti te inquieta y después pídele disculpas, estoy seguro de que Sean va a aceptarlas-mencioné lo que era obvio, pero ese obvio, para Daniel era muy complicado de creer.

Daniel exhaló

-Voy a platicarlo con Sean-murmuró

-Todo va a salir bien-continué dándole ánimos y la sesión de ese día, llegó a su final.

Narra Sean

-Sean…-dejé de cortar los vegetales y enfoqué mi mirada en la entrada de la cocina. Ahí, de pie, estaba Daniel.

Llevaba puesto su pijama rojo y unas pantuflas blancas junto a su característico gorro amarillo. Su cabello ya había crecido un poco más, lo suficiente como para cubrir las cicatrices que tenía, pero él continuaba utilizándolo porque si se lo quitaba, el frío le provocaba dolor de cabeza

-¿Ya tienes hambre? En un momento termino-vacié los vegetales en una olla que tenía agua hirviendo, agregué una pizca de sal y tapé para que se cocinaran-Solo faltan los vegetales-mencioné mientras sacaba un cuchillo y empezaba a cortar, en tiras, el pollo que había cocinado primero.

Ese día íbamos a comer sopa de verdura que había quedado del día anterior, junto a pollo a la plancha y verduras hervidas.

Estuve a punto de cortar el segundo filete de pollo, pero me percaté de que Daniel continuaba en la entrada de la cocina. No se movía y lo noté pensativo

-¿Pasó algo?-dejé el cuchillo a un lado y le presté atención. Daniel parpadeó y negó

-No, nada-ingresó a la cocina y cuando tomó asiento en su lugar de siempre, exhaló.

Sí claro, eso era “nada”.

Ese “nada” lo tenía de esa manera, tan pensativo y distraído, desde hace 4 días.

Después de la sesión que tuvo con Emil, Daniel se la pasaba observándome y cada que nuestras miradas se encontraban, él la apartaba casi de inmediato y se iba del lugar en donde nos encontráramos. Por ejemplo, si ambos estábamos en la sala, viendo alguna película o serie, de reojo me daba cuenta que Daniel se la pasaba dándome miradas esporádicas, además de que se movía con cierto nerviosismo hasta el punto en el que se levantaba del sofá para decir que estaba cansado y sin esperar alguna palabra de mi parte, regresaba a su habitación.

Su actitud no me preocupaba, no como otras veces porque ahora notaba a Daniel más nervioso que tenso. Me daba la impresión de que quería decirme algo, pero no se animaba a hacerlo. Y como estaba siguiendo al pie de la letra las nuevas recomendaciones que Emil me había dado, no podía detener ni forzar a Daniel para hacerlo hablar. “Sé paciente”.

Otra ocasión fue cuando ambos estábamos en el balcón de su habitación. Lo habíamos abierto por completo porque necesitábamos ventilar el lugar después de que realizamos una limpieza profunda. Daniel se había encargado de cambiar sus sábanas mientras yo limpiaba el baño, los muebles y el piso.

Escena Retrospectiva (Flash Back)

Di un último vistazo al baño y quedé satisfecho con el resultado. No era como si estuviera demasiado sucio debido a que Daniel aún no hacía uso de la bañera porque continuaba utilizando la regadera de teléfono para evitar mojarse las muñecas. A sus muñecas les colocábamos cubiertas impermeables y acomodábamos una silla para baño; así Daniel se encargaba de bañarse.

Al principio, después de que Johann fue destituido, le ofrecí a Daniel baños de esponja como los que Johann le hacía, pero Daniel dijo que no y pese a que continuaba con la misma respuesta, cada que él tomaba un baño, me quedaba en su habitación para asegurarme de reaccionar a tiempo si es que ocurría algún accidente.

Hasta el momento, no habíamos tenido ningún problema.

Salí del baño y vi a Daniel hincado sobre su cama esponjando una almohada

-¿En dónde quieres que ponga las rosas?-le pregunté mientras me acercaba a unas macetas con las flores que aún tenían la protección de plástico que le ponían en los viveros para que no se maltrataran al momento de transportarlas. Lucy y Tomás se las habían regalado a Daniel porque le dijeron que servirían para “dar vida” a su habitación.

Le habían regalado tres de diferentes colores. Blancas, rojas y amarillas. Y se notaba que Daniel seguía las instrucciones de regarlas cada tres días porque se las habían regalado hace dos semanas y las rosas continuaban viéndose en buen estado

-Humm no lo sé…-murmuró y, con cuidado, empezó a bajar de la cama para acercarse a mí-¿No pueden quedarse aquí?-

-Lo mejor sería ponerlas en un lugar donde reciban la luz del sol-sugerí al hacer memoria del resto de indicaciones que Lucy nos había dado

-¿En el jardín?-preguntó mientras tocaba, con delicadeza, el pétalo de una rosa blanca

-Sí, es buena idea-asentí mientras me inclinaba para tomar una maceta

-No, mejor en el balcón-Daniel me detuvo-He visto que los vecinos de enfrente tienen flores en el suyo y me gusta cómo se ven ¿Estaría bien?-dudó y volteó a verme

-Sí, ahí se verán mejor y recibirán el sol unas cuantas horas al día. Además, si llueve, el techo del balcón las protegerá un poco-Daniel asintió a cada punto que le dije y al final, sonrió

-Entonces que ahí se queden-

Entre los dos, empezamos a acomodarlas en el balcón. Lo hicimos varias veces porque intentamos calcular el mejor lugar para que recibieran la luz solar en los pocos días soleados que había y para que la lluvia, que era más habitual, no las dañara

-Estarán bien aquí-mencioné al verificar que las tres rosas quedaban bien alineadas con el techo del balcón y que recibían los escasos rayos solares que había ese día. Observé a Daniel y lo encontré asomándose hacia el jardín del primer piso-¿Daniel?-llamé su atención y él volteó a verme

-¿Hmm?-

-¿Te gusta cómo quedaron?-señalé hacia las rosas

-Sí, ahí están bien-sonrió-Espero que crezcan como las del vecino-señaló hacia el frente, justo en donde estaba la casa vecina y vi los grandes rosales que había en su balcón. Me pareció un trabajo lleno de dedicación, pero no imposible

-Veremos, también se tienen que cambiar las macetas para que las raíces tengan más espacio-mencioné-Pero será después-Daniel asintió

-Oye Sean…-le presté atención-¿Cuánto es de altura?-ahora señaló hacia nuestro jardín

-Entre 3 y 4 metros-me asomé para intentar calcularle-El techo del primer piso está alto-mencioné-¿Por qué?-

-Solo era curiosidad-dijo y volvió a asomarse hacia el jardín.

Lo observé en silencio.

El barandal le llegaba a la altura de su estómago, pero me daba cierto vértigo al verlo recargado en él como si nada. Cuando estuve a punto de decirle que tomara su distancia, inhalé para calmarme y yo también recargué mis antebrazos en el barandal.

El barandal era seguro, no pasaba nada.

Ambos nos quedamos disfrutando de la vista y de las corrientes de aire que había ese día, pero al paso de los minutos, me percaté que Daniel me observaba de reojo, cuando iba a preguntarle qué es lo que pasaba, volteó a verme por completo

-Sean…-murmuró con voz muy baja

-Dime-volteé a verlo y los dedos de sus manos empezaron a retorcerse con nerviosismo

-Te… ¿Te acuerdas del día que discutimos?-dijo sin verme a los ojos, algo que ya era habitual en él. De inmediato, hice memoria ¿A qué discusión se refería? ¿A la que tuvimos en su habitación y que por ello se había caído de la cama? O ¿A la del cine?-me incliné más por la del cine

-¿Cuando me dijiste que querías ir al cine?-él asintió-¿Qué pasa con ello?-mentalmente rogué para que no regresara con esa idea. No quería discutir con él sobre el mismo asunto y para evitarlo, estaba más que dispuesto en aceptar lo que demandara pese a que continuaba pareciéndome una pésima idea.

Y ahora mucho menos ya que Johann no estaba para ayudarme

-Bueno… he estado pensándolo y…-relamió sus labios. Oh no ¿Continuaba con la misma idea?. Daniel estuvo a punto de continuar, pero una fuerte corriente de aire nos hizo “reaccionar”. Tomé a Daniel del antebrazo y lo guié de regreso al interior de su habitación. Él tomó asiento en el borde de su cama mientras yo me dedicaba en cerrar la puerta del balcón.

Observé el cielo y vi que las nubes grises empezaban a juntarse para una próxima lluvia. Mi mirada viajó hacia las rosas y las encontré seguras. El aire no se estrellaba directamente contra ellas porque el balcón las protegía de las corrientes. Daniel había elegido un buen lugar porque en el jardín, de seguro iban a estar demasiado expuestas a las inclemencias del clima que se creaban con frecuencia en Múnich.

Mi atención regresó a Daniel

-¿Qué ibas a decir?-me acerqué hacia él unos cuantos pasos. Negó con la vista en el piso

-No es nada-murmuró-Pero ya tengo hambre-con discreción, exhalé

-Entonces vamos a prepararnos algo de comer-propuse.

No insistí porque no me convenía hacerlo, no en esos momentos

Fin Escena Retrospectiva (Flash Back)

Daniel continuaba comportándose con “normalidad”, pero existían esos momentos, como el de ahora o cuando ambos pasábamos tiempo juntos, en que sentía que quería decirme algo. Tal vez el tema continuaba siendo sobre la salida al cine o tal vez era otra cosa, pero lo mejor, para mí, era no abordar ningún tema “complicado” por el momento.

Revisé las verduras y cuando las noté suaves, apagué el fuego de la estufa y empecé a colarlas. Daniel se mantuvo en silencio todo el tiempo mientras preparaba nuestros platos y servía las porciones. Incluso, se mantuvo en silencio hasta después de que empezamos a comer.

Él se dedicó, durante toda la comida, en masticar con lentitud cada verdura y cada tira de pollo sin levantar su mirada del plato

-¿Quieres ver una película?-pregunté mientras colocaba los platos sucios en el fregadero

-¿Cuál?-preguntó mientras se levantaba de su asiento

-La que tú quieras-Daniel hizo un puchero casi invisible y noté que no tenía muchas ganas de ver una película, decidí persuadirlo-¿Por qué no buscas alguna mientras lavo los platos?-hizo una mueca, pero asintió

-Está bien-murmuró y salió de la cocina.

Me apresuré en lavar los trastes, en guardar dentro del refrigerador todo lo que había sobrado y después de dejar todo limpio, apagué la luz de la cocina y me dirigí a la sala. Esperaba encontrar la televisión encendida, pero la vi apagada. Daniel estaba acostado a lo largo del sofá haciendo… nada

-¿Buscaste la película?-tomé asiento en el otro sofá y tomé el control de la televisión para encenderla

-No…-murmuró y bostezó. Empecé a revisar el menú de películas en la plataforma de paga

-¿Tienes sueño?-me dirigí al menú de películas de comedia. A mí no me gustaba mucho, pero a Daniel sí pese a que no le entendía a la mayoría de las bromas que salían en las películas

-No-dijo mientras giraba sobre el sofá hasta quedar boca abajo. Decidí no perder más el tiempo en buscar una película y seleccioné una que incluía bastante acción “Kingsman: el servicio secreto”. Dejé el control sobre la mesa de centro y me recargué en el respaldo del sofá.

La película empezó y al principio, llamó la atención de Daniel, después llamó mi atención y me centré tanto en ella, que las miradas esporádicas que Daniel me daba me pasaron desapercibidas, pero después, hubo un momento en el que nuestras miradas se encontraron

-¿Te está gustando?-le sonreí.

La respuesta de Daniel fue un suspiro mientras regresaba su mirada a la pantalla. Mi atención regresó a la película, pero no pasaron ni dos minutos cuando Daniel se levantó del sofá, tomó el control de la televisión y le puso pausa a la película

-¿Podemos hablar?-volvió a dejar el control sobre la mesa, pero él se quedó de pie

-Ven-di unos golpecitos a mi lado. Daniel tomó asiento-¿Sobre qué quieres hablar?-sus dedos empezaron con su movimiento nervioso

-Es sobre la discusión del cine-murmuró y mantuvo su cabeza inclinada hacia abajo. Me aclaré la garganta

-Entonces es sobre lo mismo que querías decirme cuando estábamos en el balcón ¿verdad?-hablé en voz baja mientras le acomodaba un poco su gorro

-Sí…-

-¿Qué te preocupa? ¿Aún quieres ir?-Daniel volteó a verme con la boca entreabierta

-¿Ir al cine?-dudé

-Es lo que quieres ¿No?-negó, pero después lo pensó dos veces

-Bueno… sí claro, me gustaría ir. Pero por ahora es otra cosa la que quiero decirte-sus cejas se deformaron un poco y yo me perdí.

Si no era sobre la salida al cine ¿Qué otra cosa había sucedido en ese momento?

-Te escucho-seguí otro consejo de Emil. “Utiliza frases cortas y no le des vueltas al asunto”. Daniel se removió sobre el sofá

-Yo…-murmuró mientras sus dedos regresaban a su movimiento nervioso y su cabeza se inclinaba hacia un lado-Quiero pedirte disculpas-me perdí aún más ¿De qué hablaba?-No quise decirte lo de aquella vez. Fue mi enojo el que habló por mí-colocó una de sus manos en su pecho-En ese momento sí estaba enojado, más desesperado que otra cosa… pero en realidad no quería decirte esas palabras. Yo…-remarcó el “yo”-Te agradezco que hayas decidido llevarme contigo aquel día que escapamos del laboratorio, no me lo esperaba-nuestras miradas se encontraron-Y valoro todos los esfuerzos que haces cada día por cuidarnos-asintió varias veces y después pasó saliva.

Hice memoria al día de la discusión y recordé las palabras que Daniel me había dicho instantes antes de soltarse a llorar:

“No entiendo por qué me sacaste del laboratorio si aquí también estoy encerrado”

Ah, claro. Eran esas palabras… ¿He?

Suspiré

-Acepto tus disculpas, Daniel-respondí mientras frotaba entre mi dedo índice y pulgar, un poco del cabello que le sobresalía del gorro-¿Eso era lo que te preocupaba?-asintió

-No quería decirte aquello-murmuró-Y quise disculparme en ese momento, pero no pude-

¿Y continuó pensando en ese asunto durante todos éstos meses?

Admitía que, en el momento en que las escuché y algunos días después, las palabras se repitieron sin ningún descanso dentro de mi cabeza; no porque sintiera alguna clase de culpa, de remordimiento o de “dolor”, pero lo que sí provocaron en mí fue ponerme a pensar en las decisiones que había tomado tiempo atrás.  Pensé en un exceso de probabilidades, que el tema terminó hartándome y lo dejé de lado.

Pero Daniel no lo había olvidado con tanta facilidad como yo lo hice.

Nunca me tomé apecho sus palabras porque, en realidad, a lo largo de toda mi vida me habían dicho cosas peores y nunca había recibido una disculpa, pero eso no quería decir que era el fin del mundo para mí porque yo era una persona a la que las palabras no le afectaban en absoluto

-¿En verdad me perdonas?-se removió sobre el sofá y terminó acercándose un poco a mí

-Por supuesto-le sonreí mientras tomaba su rostro entre mis manos-Deja de pensar en ello ¿sí? No pasa nada-quise besar su frente, pero el gorro fue el que recibió el contacto-¿Todo está bien?-Daniel asintió mientras colocaba una mano sobre la mía

-Fue tan complicado…-se quejó

-Todo está de maravilla-hice presión a sus mejillas-Yo estoy bien ¿Y tú?-

-Me siento mejor-sonrió

-Entonces ¿Ya te sientes con ganas de ver una película conmigo?-soltó unas cuantas risas

-Sí, veamos la que tú quieras-propuso

-Eso me parece justo-

Después de ello, ambos tuvimos la energía suficiente como para prepararnos palomitas y tomarnos nuestro tiempo en seleccionar una película.

El ambiente dejó de sentirse asfixiante y lo disfruté de sobremanera.

 

 

Notas finales:

¡Muchas gracias por leer!


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