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Monocromáticas memorias de una Oveja Negra por Monopolicromatico

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Notas del capitulo:

Me disculpo por la faltas de ortografiá, es mi primer historia. Cualquier critica o comentario es bien aceptado.

Gracias por adelantado.

Primero, quiero dejas bien en claro que este escrito describe una experiencia personal propia, un momento que me ha jodido tanto la vida que es doloroso. Para mí, se ha convertido en un lastre demasiado pesado atado por medio de cadenas a mi garganta, imposibilitándome hablar, es por eso que lo escribo. Busco la lógica del relato, tratando de entender que hice mal y ¿por qué todavía no me lo puedo perdonar? Esto no es un análisis sino fragmentos de mi percepción del evento en esa época, cuando era tan sólo un juego secreto y doloroso entre 4 paredes, un gigante y un muñeco de trapo al que llamaba muñeca”

 

Podía escuchar gritos provenientes de su habitación, ¿por qué la diosa que se hacía llamar mi madre lloraba?, ¿por qué él la lastimaba?, ¿por qué se rompió el hechizo? Una y mil veces esas preguntas se repetían en mi mente cada vez que les escuchaba pelear.

Viernes 12:00 a.m.

Para mí, eran todos vienes trece, pues a esa hora iniciaba este juego. El gigante “guardián” de mi casa, salía de su guarida. La puerta era abierta unos escasos centímetros los suficientes como para dejar entrar un poco de luz por el rabillo de la puerta. Una señal con un único significado, el juego había comenzado.

Sujetando mi osito de felpa, me acerque al portal con forma de puerta, gire la perilla y entre en otra dimensión. La dimensión del gigante, en donde yo sólo sentía dolor.

Me encontré cara a cara, o más bien cara a cintura por la diferencia de altura, con él.

Sentí frío en el torso e imaginé mi camisa en alguna parte del suelo.

El piso de madera dolía al rosarse contra mis rodillas

El vaivén de mi cabeza lastimaba mi cuello.

El sabor salado invadía mi boca 

Mis labios ardían

Tenía arcadas

Sentí un agudo dolor en cabeza al golpearme con la pared, y otro en la mejilla; lo supe, le había rosado con mis dientes (tal vez mordido); lo grave, le hice enojar.

Todo se tornó oscuro.

 Sobre mí había un enorme peso que me impedía respirar, aunado a mis lágrimas.

 Un incesante dolor agudo en la espalda baja

Uno que otro golpe.

Gemidos

Palabras obscenas

Y el flash, supuestamente aleatorio de la cámara. No lo era, aparecía cada 2 minutos y 27 segundos. Un brillo inútil en esa oscuridad que lo consumía todo.

2:00 a.m.

GAME OVER

El juego se había terminado

……………………………………………………………………………………………

Desperté, me tenía que duchar.

Restregaba mi piel contra el jabón hasta que se irritaba.

Me bañaba en perfume.

No podía, ni quería que, quedara rastro alguno de ese juego.

Mientras bajaba las escaleras, me preguntaba si acaso, ¿está vez funcionaria el hechizo?

Eso deseaba, mi diosa  cada vez cambiaba más, sufría en silencio. Un secreto a voces, algo que todos en esa casa sabían, pero que nadie se atrevía a decir o comentar

 

Esto se repitió casi todas las semanas durante un año, hasta que abandonamos el castillo. Por años el hechizo se mantuvo, hasta que cumplí 8, durante unas vacaciones de verano.

Me di asco.

Él me dio asco

No podía ver mi reflejo.

Quería llorar.

Lo diría, todo.

Un segundo, mi diosa y mi hermana, están felices.

Ya no había hechizo alguno, entonces ¿Qué era?

¿Sería este un intercambio, algo a cambio de felicidad?

Claro que sí.

Nada en esta vida es gratis, este era el costo por ser felices. Alimentar a la oscuridad, dejar que consumiera algo. No habría de ser egoísta, todos damos algo a cambio, no hace falta decirlo, sólo hacerlo en silencio.

¿No?

 

Invierno.

Una vez más, habría que dar algo a cambio. Pero esta vez fue diferente. El gigante había hablado:

“Puta”

“Te gusta, ¿no es cierto?”

“Me das asco”

“Haciéndote la víctima, pero si bien que te encanta”

“Flojita y cooperando”

“…igual que tu madre”

Algo se rompió en mí en ese instante. Dolió. Mucho más que cualquier golpe.

Me di de bruces contra la realidad, un baldazo de agua fría.

Recordé que: mi madre nunca dejo de ser infeliz, el nunca dejar de lastimarla ni de gritarnos.

Nunca funcionó ningún hechizo ni algún intercambio, porque nunca lo hubo.

Me odie en ese momento.

Lo odie.

Me odie por imbécil, por inocente, por haberlo permitido.

No tenía pruebas.

“Todas tus acciones tienen consecuencias, sean buenas o malas tienes que responsabilizarte por ellas.”

Algo que repetían constantemente los adultos a mí alrededor.

Mi madre siempre lo había soportado todo por mí, por mi hermana, por nuestro futuro, pero todo fue todo derivado de una decisión que ella tomó, casarse con aquella escoria.

Al igual que ella acepté las consecuencias de mis actos, pues de una u otra manera seguíamos dependiendo de él económicamente. Callé, pero antes de sellar por completo aquel recuerdo, se lo deje muy en claro:

Cualquier otra chingadera, y juro que cuento todo”

Nunca más ocurrió de nuevo.

GAME OVER

 

 

 

 

He visto de nuevo al “gigante”. Él se ha encogido o ¿acaso he crecido? Ambos fingimos haber olvidado, aunque a veces creo que el realmente lo ha hecho. Los años le han empezado a pasar factura, veo como poco a poco se derrumba en todos los sentidos. No me importa que tan retorcido suene, lo disfruto, porque aunque él no lo sepa me judío durante mucho tiempo.

Creo una grieta en mí que con el tiempo se empezó a convertir en dos, luego en tres hasta que era imposible ocultarlo. Cambie para mal, según dice la gente, aunque esto no me consta, así como a ellos no les consta por qué “perdí” mi esencia, se lo atribuyen a la pubertad, pero yo sé que la intercambie en vano o tal vez sólo la dejé olvidada. Puede que sí, en el avión o en aquella dimensión de dolor. 

Notas finales:

Gracias por leer.


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