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No debo decir mentiras por Whitekaat

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CAPÍTULO XIII

 

— ¡Jioh, suéltame! — bufó con enojo en su voz.

— Nick, cálmate —

Su agarre no cesó aunque sus dedos dolieran y sus pocas y casi inexistentes fuerzas de brazos comenzaban a menguar. El castaño sabía que no podía soltar a su hermano por mucho que sus brazos quisieran ceder.

Phrae tras la tacleada recibida por sorpresa se levantó y se unió a la tarea de intentar reducir al mayor de los tres y calmarlo en el proceso, una acción muy difícil cuando en sus ojos sólo se veía rabia al mirar a su vecino y amigo. El forcejeo siguió, al igual que la contención hasta llegar a un punto en que los tres terminaron tirados en el suelo jadeando de cansancio.

— Ya me calme, pueden soltarme — habló el mayor con su voz entre cortada con las manos de su hermano menor enroscadas en su brazo derecho y el cuerpo de su amigo/vecino empujándolo contra el piso.

— No puedo moverme — respondió Phrae.

— Yo tampoco y se me entumecieron los dedos. — agregó Jioh.

— Podrían explicarme con lujo de detalles por qué me encontré con escena de abuso sexual al parecer "sacada de contexto" — ironizó.

— ¿Abuso sexual? Estas exagerando. — Contrarió el castaño más alto.

— Es lo que yo vi. Mi hermano menor contra el suelo con los ojos llorosos, sin camiseta, con el labio roto y contigo encima —

— Resumiendo, Fá es un idiota —

— Eso lo puedo creer — rio Nick.

— Ayer discutimos. Ji no me quería hablar, me metí a su armario para sorprenderlo, arreglamos las cosas pero por un descuido caímos y te encontraste con nosotros en el suelo. —

Jioh escuchó atento a su mejor amigo agradeciendo aquel escaso resumen de lo ocurrido tuviese ningún lujo de detalle como su hermano había pedido y esperaba que fuese lo suficiente para convencerlo. No quería contarle sobre porqué había llorado el día anterior y tampoco bajo qué circunstancias había terminado cayendo y contra que había chocado su labio para terminar roto.

— Bien... siguen siendo los mismos inmaduros de siempre. — Respondió Nick mientras empujaba su hermano y a su vecino lejos de su cuerpo para levantarse del suelo. — Phrae, no olvides nuestra charla — y con una mirada silenciosa dirigida al castaño más alto abandonó la habitación.

— Lo tengo presente. — le respondió viendo como se cerraba la puerta de la habitación.

— ¿De qué charla habla? La última vez que ustedes se quedaron solos salieron con caras serias y de muerte. Hablé con Nick para que me dijera pero tampoco me quiso decir nada —

— Nada importante, tonterías de hermano mayor de Nick —

— ¿Me dirás algún día? Sé que es más que eso —

— Espero no tener que hacerlo Ji. —

El silencio había vuelto a la habitación, un silencio agradable y sereno, una calma que provocaba a ambos chicos respirar tranquilos mientras aún permanecían tirados en el suelo. Jioh miró hacia un costado observando el perfil de Phrae, su nariz recta, su flequillo corto ondulado, sus cejas rectas y oscuras, su mandíbula marcada, la curva de su notoria nuez de adán en el cuello, sus ojos se mantenían cerrados y su pecho subiendo y bajando al respirar, ver a su amigo tranquilo le daba a él mismo una sensación de paz que le provocó cerrar sus ojos de lo pesado que se sentían.

Al castaño cobrizo no le importaba que aún tuviese el torso descubierto, que este estuviese contra el piso aumentando la sensación de frío, era justo lo que necesitaba tras la horrible caminata que había tenido hace apenas diez minutos atrás, una brisa refrescante se colaba por su ventana acariciando la piel desnuda de su espalda erizando cada porción de su piel expuesta, el cansancio se hacía más notorio para sus párpados, la falta de sueño de la noche anterior estaba cobrando sus consecuencias y estas eran que no le importara el lugar ni la forma en que estaba a punto de caer dormido.

Escuchó entre la entrada de su fase de sueño la respiración más notoria de Phrae y como este le murmuraba cosas que no alcanzaba a escuchar, mientras él le respondía cosas que no procesaba que estaba diciendo, sintió un calidez aferrándose a sus brazos y una sensación agradable que envolvió porciones de piel blanquecina que se exponían al ambiente, las caricias que sentía sobre su cabello lo adormilaban aún más dejándolo en un trance algo hipnótico en el que lo mantenían somnoliento pero no lo suficiente como para caer completamente dormido.

— Dime que ocurrió ayer — Jioh no sabía si era parte de un sueño o si realmente estaba ocurriendo, la delgada capa entre su mente y la realidad era tan fina que se confundían.

— ¿Ayer? — preguntó con dificultad.

— Sí, ayer cuando llegaste llorando —

— Yo...yo...tuve miedo y sólo pensé en Fá, pero no se lo digas — terminó respondiendo a la voz que acariciaba sus cabellos.

— ¿Miedo de qué? ¿Y por qué no debo saber? —

— De que... no se sintió igual a cuando él lo hizo — contestó — y porque Fá es mi mejor amigo — terminó respondiendo con la poca conciencia que aún conservaba.

— Ji...no entiendo —

— Oye Ji, no te duermas — Replicó.

El chico de mirada avellana sintió unos brazos aplastando su cintura, su pecho compactándose contra otro cuerpo mientras sentía la fuerza aumentar desplazando todo el aire que llevaba sus pulmones hasta afuera y de golpe todas esas ganas que tenía de dormir se fueron con el fuerte abrazo que le estaba dando su amigo.

— ¡Ya desperté, deja de apretar! — Jioh sintió su cuerpo descansar al sentir el agarre aflojarse pero no ser retirado; escuchó la risa de su mejor amigo vibrar sobre su hombro descubierto erizando su piel y trayendo un escalofrío en toda su espina dorsal.

— Eres demasiado bruto —

— No iba dejar que me evadieras. Dejamos la conversación a medias... — El castaño cobrizo volvía a estar acorralado, ya no podía fingir sueño, demencia, molestia y físicamente aún seguía rodeado por los brazos de su mejor amigo.

Los ojos de Jioh se encontraron en los de Phrae y cualquier impulso de mentir se vieron truncados por la mirada de color negro; se veía seria, preocupada, con tintes de temor algo inusual en ese rostro que siempre le sonreía o anticipaba una jugarreta y que para los demás sólo había seriedad y enojo. Jioh no quería empezar a hablar porque sabía que no era un tema fácil, sabía que no había pasado a mayores pero la repulsión al recordar la escena seguía dentro de él como una horrible pesadilla al despertar.

Abrió su boca para comenzar a hablar para terminar volviéndola a cerrarla en un segundo al no encontrar las palabras adecuadas para esa introducción, seguía clavado a los ojos de Phrae sin poder huir de ellos y haciendo más difícil la tarea de contar lo que él quería decir, sus ojos se humedecieron al tratar de hablar un segunda vez y su garganta se sintió pesada e irritada como en el peor de sus resfriados.

La humedad comenzó a acumularse en la comisura de sus ojos, se sentía contrariado en el pena, la vergüenza que tenía, una parte de él se recriminaba por estar haciendo un drama que creía innecesario pero su parte más sensible no podía evitar sentirse quebrado por mucho que quisiera olvidar el tema y estando ahí frente a su mejor amigo se sentía expuesto y vulnerable, logrando romper esa fachada de fortaleza que había levantado para protegerse.

— Tranquilo, Ji —

Una mano fue a dar a su cabeza dando suaves caricias trayendo consigo la caída de la primera lágrima de los ojos del castaño más bajo. Jioh apoyó su frente en el pecho del contrario, quería contener el llanto y evitar que todas las cosas que salieran de su boca se volvieran inentendibles al ser dichas entre gimoteos y llanto.

— Ayer después de nuestra discusión me encontré con Krist en un pasillo, él...él me pidió que me alejara de Pete — Guardó silencio tras llenar su pulmones de aire — le dije que él no tenía nada que ver entre nosotros y pensó que quería a Pete sólo para follar y que si quería eso él me lo podía dar — Jioh sintió las caricias detenerse y el corazón de su amigo retumbando en donde su frente se había apoyado.

— Tomó mi mano y la puso sobre su cosa, yo... me quedé congelado, sentía asco, vergüenza, rabia, pero por sobre todo miedo, no recuerdo bien que hice pero logré zafarme y corrí a donde ustedes estaban. —

El silencio se apoderó una vez más de la habitación tras terminadas las palabras de Jioh, el más bajo intentó calmarse para no volver a llorar y evitar que las acciones de aquel estúpido ser no le siguieran afectando; sintió el agarre de Phrae más tenso que hace unos momentos y el silencio de la habitación fue cortado por una sonora respiración del castaño más alto.

— Jioh... - habló con su voz más grave y seria de lo normal — Tengo rabia y no sé qué hacer —

— No hagas nada —

— Pero...—

— No hagas nada. Fá, no siempre estarás conmigo, no siempre podrás estar ahí. No puedo seguir corriendo a ti cuando algo me suceda, debo aprender a ser más fuerte — terminó de responder.

Su frente seguía en la misma posición, los latidos del más alto bajaron su ritmo a uno más calmado, sus ojos habían dejado de sentirse húmedos e irritados y sentía que su cuerpo y el del otro dejaban de estar tensos. Jioh no recibió ninguna palabra como respuesta, entendía de cierta manera que el otro no dijera nada, y sabía del esfuerzo que estaba haciendo para intentar controlar el enojo que sentía contra su bastardo superior y probablemente con él por no haberle dicho nada de eso ese mismo día.

— No me voy a quedar sin hacer nada — se escuchó entre el silencio de la calma.

—  Fá...—

Uno de los brazos de su mejor amigo abandonó el contacto que tenía con su cuerpo Jioh sintió la mano de largos dedos tomarle una mejilla y obligarlo a levantar su rostro para encontrarse una vez más con los ojos oscuros de Phrae mirándolo, su rostro se había inclinado y que Jioh recordara nunca había tenido la cara de su amigo tan cerca a la de él, sus ojos alargados enmarcados por pestañas negras, sus cejas oscuras y rectas definiendo más su fuerte mirada, esas ojeras que en ocasiones se le veían cuando estaba muy cansado, la onda de su cabello que caía hacía la derecha, la piel que dejaba expuesta el cabello recortado de los costados de su cabeza, sintió más el olor de un perfume que nunca había olido mezclarse con en él aroma de su shampoo.

Pero Jioh cuando quiso bajar su mirada se arrepintió, vio los labios de su mejor amigo viendo cada detalle que notaba como que el superior era algo más carnoso que el inferior, ese tono muy parecido al de su piel pero con un tinte de color rosa muy leve y por un momento Jioh cayó en cuenta en que estaba demasiado consciente de los labios de Phrae, pensó en cómo sería sentirlos al tacto con su dedo o quizás con los suyos propios, su corazón comenzó a latir más fuerte del nerviosismo y el miedo que le trajo darse cuenta de sus pensamientos.

Pero necesitaba cortar su cercanía y de paso mantener su boca ocupada para alejar cualquier pensamiento erróneo.

—  Algún día nuestros caminos se distanciarán y quizás no nos demos cuenta, Fá. — Jioh comenzó a hablar buscando las palabras adecuadas entre la maraña de cavilación que hubiese en su cabeza — cuando la universidad te llene de trabajos y tareas, cuando el trabajo se acumule sobre tu escritorio, cuando encuentres a una novia, cuando quieras vivir con ella, cuando te cases y tengas un hijo. El tiempo se irá haciendo más corto y habrá momentos en que tendrás sólo tiempo para todos ellos y cuando eso pase quizás yo estaré igual o tal vez no pero debo aprender a no tener miedo y a enfrentarme a cualquiera que me quiera hacer daño. —

Jioh no recibió respuesta, su mirada avellana fue esquivada por la negra y la mano que estuvo todo ese tiempo en su mejilla se terminó por alejar en un nuevo silencio que esta vez no era tan relajante.

//**//

Su Corazón latía a más no poder, su mirada estaba fija evitando perderse cualquier detalle, sus manos temblaban y hasta las sentía un poco húmedas, se encontraba en un trance en donde cualquier ruido a su alrededor desaparecía y él único sentido que tenía agudizado era la vista la cual se enfocaba en sólo mirar a su mejor amigo, sabía que no era una de las competiciones más importantes, ni siquiera era una clasificatoria, sólo una carrera amistosa entre otras universidades pero Jioh sabía que el desempeño que tendría Phrae en ese día definiría una participación mayor dentro del club de natación.

Quería lo mejor para él, que siguiera avanzado, que sus largos entrenamientos y las noches en la que veía la luz de la habitación de al frente encenderse y la silueta de su amigo lanzarse hacía la cama mientras él le enviaba un mensaje de ánimo y buenas noches dieran los resultados que Phrae esperaba. En esas largas tres semanas llenas de clases, trabajos, escasa vida social y sus cortos encuentros entre ventanas con Pete, las cosas con el chico de ojos oscuros habían llegado a una habitual calma; en volver a hablar con normalidad, en Jioh comentándole su día, y nombrando de vez en cuando a Pete recibiendo una cara de molestia por parte de Phrae que ya se había acostumbrado a ver cuando hablaba de la relación que se comenzaba a consolidar con el paso de las semanas.

Sus ojos avellanas veían las brazadas de su mejor amigo volverse más rápidas acercándose rápido al primer lugar y a la menta pero cuando la mano del contrincante tocó la pared quedó claro el resultado, se escucharon los gritos de los presentes, en apoyo a los participantes. Jioh miró con tristeza la frustración que dejaba ver el rostro de su mejor amigo, quería consolarlo, darle ánimos, quizás invitarlo a comer a su restaurante favorito y con su grupo de amigos entregarle todo su apoyo.

Pero aquellos pensamientos de Jioh se quedaron sólo ahí. Una sensación no agradable se posicionó en su pecho como un peso que oprimía sus pulmones, ya no iba a ser él de entregar ánimos, ya no iba a ser su tarea la de distraer a su amigo y hablarle de lo genial que se veía en el agua y que la carrera estuvo muy reñida, no, ese puesto ahora lo iba ocupar aquella chica delgada, de cabellos lacios y negros y de mirada ambarina que se acercaba al carril de Phrae con una toalla en mano y se la entregaba cuando él ya había salido de la piscina. No fue él que trajo de vuelta la sonrisa de Phrae y no fue él quien cambió su rostro de frustración.

Jioh necesitó salir de ahí esquivando los pies de la gente que aún permanecía sentada en las gradas y disculpándose con las personas con las que chocó al salir.

La sensación angustiante no abandonaba su pecho, y con un mensaje de "Lo hiciste genial" que mandó al celular de su mejor amigo comenzó a caminar/correr en dirección a su casa.

 

 


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